Día 27. 26 de diciembre

MES DE LA SAGRADA FAMILIA

CON LA SAGRADA FAMILIA
Autor: H. Francisco Cabrerizo Miguel
Madrid, 2010
Propiedad Intelectual – Derechos Reservados
Edita: Hermanos de la Sagrada Familia


27.- NAZARET, COMUNIDAD CRISTIANA

La Sagrada Familia constituye la comunidad natural humana que se compone del padre, de la madre y de los hijos. Esto sin más, no define a Nazaret. Incluso es un dato intranscendente por sí mismo. En Nazaret se inaugura la comunidad cristiana, es decir, una serie de actitudes y gestos vivos que, aunque se dan en la familia natural, transcienden sobradamente su ámbito y se sitúan en plano de salvación.

La Iglesia vive para Dios, es decir, para el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. De igual modo el creyente cristiano mira a Dios como comunidad. Es el gran misterio de nuestra fe: Dios es comunidad, es familia, podemos decir. No es un Dios solitario y estático, como lo son los dioses de las religiones monoteístas. El Dios que nos revela Cristo es un Dios dinámico, familiar, cercano.

Nazaret vive para Dios y expresa, en imagen viva, este ser comunitario de Dios mismo. Podemos decir que es una imagen en la tierra de la Trinidad del cielo. Ahí mora el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo que cubre a María. Nazaret, manifestación del Dios vivo cristiano.

El tipo de comunidad que vivimos influye en el concepto y en la comprensión que tenemos de Dios. Cristo emplea el apelativo de Padre para expresar sus relaciones con Dios, su dependencia y sus actitudes para con El. Con toda certeza que, en Nazaret experimentó esta relación filial con el Padre y que además la transmitió a María y a José. También cabe destacar el papel de José en la idea de Padre que Jesús experimenta y que se atreve a presentar. Es importante lo que ofrecemos a los pequeños, a los niños, a los sencillos, aunque parezca natural. Ser padre, ser madre, ser hermano, ser familia. Ofrecer estos nombres en concreto, en vivencias, no en teorías. Cristo habla enamorado del Padre con la experiencia paterna que ha vivido en Nazaret.

La comunidad cristiana llama a Dios Padre. Cada miembro se siente hijo en el Hijo. De aquí brota el sentido de fraternidad que lleva a reunirse para escuchar juntos la Palabra, para ayudarse y cumplir los mandatos del Señor, para bendecir y proclamar su grandeza. Cada miembro de la comunidad pone cuanto es, todo cuanto tiene, a disposición de los demás. Celebran juntos y agradecidos la fracción del pan y oran en común. Comparten vivencias y reciben experiencias de vida, de resurrección, del poder transformador del Espíritu. Se preocupan de lo necesitados y los socorren. Así expresan la filiación divina y la fraternidad. Así la celebran.

De manera natural y sin forzar la imaginación, intuimos que la Sagrada Familia vive estas mismas dimensiones dentro de los límites del camino de la revelación. Oran juntos, escudriñan la palabra de Dios, van a la sinagoga según su costumbre, se entregan sin reserva. Hacen comunidad cristiana, la primera, en familia, en solicitud mutua. Están inaugurando.

San Pablo emplea reiteradamente el símil del cuerpo humano y de sus miembros para describir las dimensiones de profunda dependencia entre los miembros de la comunidad cristiana. Cada uno en su singularidad está en función del cuerpo, que es el todo, sin envidias ni grandezas, en mutua dependencia y en solidaridad. El mismo Espíritu que anima al cuerpo entero es Quien distribuye las funciones e impulsa a cada miembro. Es más, cada miembro se define en función del todo, del cuerpo entero. Es una dependencia vital, funcional, existencial. La propia gracia me llega a través de los otros miembros. No soy autónomo ni independiente. Soy el cuerpo visible del Resucitado. Situarse bien dentro del cuerpo es fundamental para la vida misma del cuerpo.

No faltan datos para poder descubrir estas mismas dimensiones en la Sagrada Familia. Los evangelios nos presentan a María y a José como familia en función de Cristo, en mutua dependencia, cada uno en su puesto, pero siempre en relación con el todo, que en este caso es Cristo y su familia.

José aparece como el cabeza de familia, el responsable oficial de la familia, quien recibe las órdenes y las ejecuta: "toma al niño y a su madre y huye a Egipto", pero sus funciones están encaminadas al bien de la familia misma. Desde ella adquiere sentido su personalidad humana, familiar y religiosa. Es el jerarca familiar, no porque sea el más importante sino porque esa es su vocación. Desde la vocación encaja el miembro en el cuerpo, en la comunidad. Vivir la presencia en la Iglesia como respuesta vocacional

María aparece siempre como la madre, la Madre de Cristo y la madre en la familia. Es su vocación: ser madre. De nuevo la respuesta vocacional en la Iglesia.

Jesús es el hijo, que baja con ellos a Nazaret y les está sujeto. Vive cada uno en función de los demás y todos pendientes del Padre y en dependencia mutua, movidos por el mismo Espíritu.

En el evangelio aparecen estas dimensiones tan típicas de la comunidad cristiana con mucha mayor viveza y fuerza que lo que proporcionan los simples instintos familiares. Cuando se cita a la Sagrada Familia o a alguno de sus miembros en los evangelios de la infancia, siempre se subraya alguna de las dimensiones de fe, de aceptación, de obediencia, de entrega o de sumisión a la voluntad de Dios, y esto, aunque no entiendan claramente el significado de lo que ocurre. La comunidad cristiana no se puede fundar en afinidades humanas de simpatía, de amistad, de buen entendimiento. Surge siempre de la aceptación de una llamada y de la decisión de dar una respuesta que incluye a la comunidad, a la familia, a los otros, y que arranca de Cristo, de Dios.

La Sagrada Familia forma una comunidad de fe y de amor. Vive de la fe y en el amor a Dios. Siempre en la esperanza de que se cumpla cuanto se les ha dicho. Es el germen de la comunidad cristiana. Con ellos nace la comunidad de los creyentes en Cristo, viviendo cada día codo a codo su fe, aunque ellos no tenían la revelación de la resurrección ni de Pentecostés. Es una fe más cruda que la nuestra.

Poco podemos comentar. Basta mirar a Nazaret y descubrir a la Sagrada Familia rezando unidos, escuchando la palabra, comentando cuanto Dios ha hecho en su pueblo, enseñando a Jesús la historia de la salvación, compartiendo cuanto son y cuanto tienen. ¡Cuántas veces comentarían María y José el desarrollo de lo que el ángel les dijo en la anunciación, el futuro del hijo, los acontecimientos de la infancia!. "Estar en las cosas del Padre", dirá Jesucristo después, estando con ellos en Nazaret y además obedeciéndoles. Es la comunidad cristiana que acepta la acción interior del Espíritu, que la valora más que su propia programación. Es la adoración. Es la alabanza.

Es aquí donde Cristo crece, se desarrolla y se entrega. Y lo hace de una manera natural. Nazaret es la familia de Cristo. La comunidad cristiana es hoy la familia de Cristo. En ella crece y se desarrolla, en ella se sigue entregando. Que pueda continuar su estancia en el Nazaret de tu casa.

ORACION: Dios, Padre nuestro, que has propuesto a la Sagrada Familia como maravilloso ejemplo a los ojos de tu pueblo, concédenos, te rogamos, que imitando sus virtudes domésticas y su unión en el amor, lleguemos a gozar de los premios eternos en el hogar del cielo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Te invitamos a dejarnos tus comentarios, sugerencias u observaciones. Gracias por hacerlo.