1 de julio de 2012

1 de julio de 2012 – TO – DOMINGO XIII – Ciclo B

“No temas, basta que creas!”
“Contigo hablo, niña, levántate”

Sab 1,13-15; 2,23-24: La muerte entró en el mundo por la envidia del diablo

13 Porque Dios no ha hecho la muerte ni se complace en el perdición de los vivientes. 14 El ha creado todas las cosas para que subsistan; las criaturas del mundo son saludables, no hay en ellas ningún veneno mortal y la muerte no ejerce su dominio sobre la tierra. 15 Porque la justicia es inmortal. 23 Dios creó al hombre para que fuera incorruptible y lo hizo a imagen de su propia naturaleza, 24 pero por la envidia del demonio entró la muerte en el mundo, y los que pertenecen a él tienen que padecerla.
Salmo responsorial: 29: Te ensalzaré, Señor, porque me has librado

¡Aclamen al Señor, hijos de Dios, aclamen la gloria y el poder del Señor! 2 ¡Aclamen la gloria del nombre del Señor, adórenlo al manifestarse su santidad! 3 ¡La voz del Señor sobre las aguas! El Dios de la gloria hace oír su trueno: el Señor está sobre las aguas torrenciales. 4 ¡La voz del Señor es potente, la voz del Señor es majestuosa! 5 La voz del Señor parte los cedros, el Señor parte los cedros del Líbano; 6 hace saltar al Líbano como a un novillo y al Sirión como a un toro salvaje. 7 La voz del Señor lanza llamas de fuego; 8 la voz del Señor hace temblar el desierto, el Señor hace temblar el desierto de Cades. 9 La voz del Señor retuerce las encinas, el Señor arrasa las selvas. En su Templo, todos dicen: «¡Gloria!». 10 El Señor tiene su trono sobre las aguas celestiales, el Señor se sienta en su trono de Rey eterno. 11 El Señor fortalece a su pueblo, el Señor bendice a su pueblo con la paz.
2 Cor 8,7.9.13-15: La abundancia de ustedes remedia la falta que tienen los pobres

7 Y ya que ustedes se distinguen en todo: en fe, en elocuencia, en ciencia, en toda clase de solicitud por los demás, y en el amor que nosotros les hemos comunicado, espero que también se distingan en generosidad.9 Ya conocen la generosidad de nuestro Señor Jesucristo que, siendo rico, se hizo pobre por nosotros, a fin de enriquecernos con su pobreza.13 No se trata de que ustedes sufran necesidad para que otros vivan en la abundancia, sino de que haya igualdad.15 de acuerdo con lo que dice la Escritura: El que había recogido mucho no tuvo de sobra, y el que había recogido poco no sufrió escasez.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos     5, 21-43

     Cuando Jesús regresó en la barca a la otra orilla, una gran multitud se reunió a su alrededor, y Él se quedó junto al mar. Entonces llegó uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verlo, se arrojó a sus pies, rogándole con insistencia: «Mi hijita se está muriendo; ven a imponerle las manos, para que se cure y viva». Jesús fue con él y lo seguía una gran multitud que lo apretaba por todos lados.
    Se encontraba allí una mujer que desde hacia doce años padecía de hemorragias. Había sufrido mucho en manos de numerosos médicos y gastado todos sus bienes sin resultado; al contrario, cada vez estaba peor. Como había oído hablar de Jesús, se le acercó por detrás, entre la multitud, y tocó su manto, porque pensaba: «Con sólo tocar su manto quedaré sanada».
Inmediatamente cesó la hemorragia, y ella sintió en su cuerpo que estaba sanada de su mal».
    Jesús se dio cuenta en seguida de la fuerza que había salido de Él, se dio vuelta y, dirigiéndose a la multitud, preguntó: «¿Quién tocó mi manto?»
    Sus discípulos le dijeron: «¿Ves que la gente te aprieta por todas partes y preguntas quién te ha tocado?» Pero Él seguía mirando a su alrededor, para ver quién había sido.
    Entonces la mujer, muy asustada y temblando, porque sabía bien lo que le había ocurrido, fue a arrojarse a los pies y le confesó toda la verdad.
    Jesús le dijo: «Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz, y queda sanada de tu enfermedad».
    Todavía estaba hablando, cuando llegaron unas personas de la casa del jefe de la sinagoga y le dijeron: «Tu hija ya murió; ¿para qué vas a seguir molestando al Maestro?» Pero Jesús, sin tener en cuenta esas palabras, dijo al jefe de la sinagoga: «No temas, basta que creas». Y sin permitir que nadie lo acompañara, excepto Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago, fue a casa del jefe de la sinagoga.
    Allí vio un gran alboroto, y gente que lloraba y gritaba. Al entrar, les dijo:
«¿Por qué se alborotan y lloran? La niña no está muerta, sino que duerme». Y se burlaban de él.
    Pero Jesús hizo salir a todos, y tomando consigo al padre y a la madre de la niña, y a los que venían con él, entró donde ella estaba. La tomó de la mano y le dijo: «Talitá kum», que significa: «¡Niña, yo te lo ordeno, levántate!» En seguida la niña, que ya tenía doce años, se levantó y comenzó a caminar.
Ellos, entonces, se llenaron de asombro, y él les mandó insistentemente que nadie se enterara de lo sucedido. Después dijo que le dieran de comer.
Palabra del Señor.


Jairo viene de vuelta de la sinagoga. A pesar de ser jefe de esa institución no ha encontrado en ella la salvación para su hija; el judaísmo, representado por la institución más importante después del templo, no conduce a la vida; la hija de Jairo, imagen del pueblo, está abocada a una muerte irremediable. Por eso Jairo, tal vez desesperado y desilusionado con aquel viejo sistema, acude a Jesús, buscando vida para su hija. Y estando con él se entera de que su hija ha muerto: ¿Para qué molestar más al maestro?, le dicen. La gente piensa que se molesta al maestro pidiéndole que dé vida. No saben que “el ha venido para que tengan vida y vida abundante”, como dice el evangelista Juan. Jesús, en estas circunstancias extremas, no se arredra: “No temas, ten fe y basta...” Para quien cree –y Jairo ha comenzado ya a adherirse a Jesús, a creer en él, en la medida en que se ha distanciado de la sinagoga-, la muerte es un sueño del que se puede despertar. Los primeros cristianos lo entendieron así cuando comenzaron a llamar a la necrópolis (= ciudad de los muertos) cementerio (= dormitorio). No lo ve así la gente que, al enterarse de la muerte de la hija de Jairo, lloraba gritando sin parar –gesto de desesperanza total-, y que, cuando Jesús dice que la niña “no está muerta, sino dormida”, se reía de él considerando la situación irreversible. Ante tanta incredulidad no hay nada que hacer. Por eso, Jesús echa fuera a la gente –para quien no cree, la muerte es el final- y entra adonde está la niña con sus padres junto con tres de sus discípulos a quienes quiere mostrar especialmente la fuerza de vida que hay en él.

Se asemeja a veces la sinagoga, de la que Jairo es jefe, a nuestra vieja iglesia y a algunos de sus jefes, que no son capaces de sanar los males del mundo por estar centrados en mantener unas estructuras que no dan vida. Al igual que Jairo, nuestra iglesia, si quiere seguir siendo la iglesia de Jesús, tendrá que salir al encuentro del maestro, rompiendo viejas estructuras que la mantienen cerrada al mundo. Y en ese encuentro con Jesús y su evangelio, oirá las mismas palabras que Jesús le dirigió a Jairo: “No temas, ten fe y basta”. Tal vez sea este el mal de nuestra iglesia: tiene demasiado miedo y poca fe, y este miedo a perder seguridades, prestigio y poder le impide lanzarse a la aventura de remediar los males de un mundo abocado a la muerte; tal vez tenga que adherirse más al mensaje de Jesús y a su estilo de vida pobre, libre, solidario y entregado a los que viven en las márgenes del mundo. Sólo así podrá devolver la vida a tanto muerto que hay vivo, a tantos que gritan llorando sin parar, lamentándose de que no es posible luchar contra este injusto sistema mundano que ha marginado a tanta gente, llevándola a las puertas de la muerte.
Pablo, en su carta a los corintios, invita a resolver el problema de la injusticia y la desigualdad con generosidad. Y para ello pone el ejemplo de Jesús que, siendo rico, se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza” y hacer un mundo más igualitario donde “la abundancia de unos remedie la carencia de otros”, y brote la igualdad. Un verdadero milagro que está en nuestras manos realizar para devolver la vida a cuantos carecen de las mínimas condiciones de vida, para hacer de nuevo el milagro del maná por el que Dios impedía que unos acumulasen lo que era necesario para otros: “al que recogía mucho no le sobraba y al que recogía poco no le faltaba” (Ex 16,18). Un mundo de iguales, un mundo regido por un Dios que, como dice el libro de la Sabiduría, “no hizo la muerte ni goza destruyendo a los vivientes. Todo lo creó para que subsistiera.. Dios creó al ser humano para la inmortalidad y lo hizo a imagen de su propio ser”...

Añadamos una «nota crítica» de precaución. Una lectura no crítica de la primera lectura evoca espontáneamente el tema del «pecado original» y deja claramente la idea de que la muerte sería consecuencia del pecado original, y que éste habría sido consecuencia de «la envidia del diablo» (Sb 2,24). Es todo un conjunto teológico y simbólico lo que es evocado aquí, como de paso: el pecado original. Es importante no caer en la facilidad de apoyarse acríticamente en ese supuesto, y hablar del mal o de la muerte, con toda naturalidad, como fruto del pecado o -peor aún- como «introducida en el mundo por el diablo envidioso». Somos personas de hoy, y los oyentes de las homilías también lo son y merecen que se les hable como a tales. Y aunque en alguna comunidad hubiera bastantes personas con una visión mítica atrasada, aun ellas merecen ser tratadas con dignidad, con una pedagogía crítica que le ayude a reconciliar su atrasada visión mítica con una religiosidad apta para los tiempos de hoy.
Todos, los predicadores de las homilías, y también los oyentes, tenemos la obligación de reivindicar un discurso «para hoy», que no repita -con frecuencia simplemente por pereza, por falta de estudio, o por miedo- las manidas afirmaciones míticas tradicionales, y, más importante aún, que no las repita como si de afirmaciones reales («descriptivas» de algo que realmente hubiera sucedido) se tratara. Se puede evocar el mundo simbólico del pasado para explicarlo pedagógicamente, pero siempre con la obligación de hacer un discernimiento sobre él y de dejar explícitamente claro que se trata de afirmaciones «simbólicas», que en otro tiempo fueron ingenuamente tomadas como «literalmente reales» (así fue, y hasta hace bien poco tiempo), pero que hoy sabemos que sólo son simbólicas, es decir, que tienen un valor para nuestra vida espiritual, pero que en su sentido literal no son históricas, o que incluso pueden realmente ser contrarias a la verdad histórica.
En el caso que nos ocupa en concreto -aunque aquí no debamos justificarlo- la verdad original profunda es contraria a lo que tradicionalmente nos ha sido dicho: lo «original», lo que se dio en el principio, no fue un «pecado original», sino una «bendición original». [Matthew Fox es el teólogo que más emblemáticamente ha desarrollado esta afirmación, en su libro «La bendición original. Una nueva espiritualidad para el hombre del siglo XXI», Ediciones Obelisco, Barcelona / Buenos Aires 2002].

Al evangelio de hoy se refiere el capítulo 44 de la serie «Un tal Jesús», titulado «La vendedora de higos», de los hnos. López Vigil. El guión y su comentario pueden ser tomados de aquí: http://www.untaljesus.net/texesp.php?id=1200044 Puede ser escuchado aquí: http://www.untaljesus.net/audios/cap44b.mp3

En la serie «Otro Dios es posible», también de los hermanos López Vigil, el capítulo («entrevista») 31 se titula «¿Dios hace milagros?». El audio puede ser escuchado o recogido aquí: http://www.emisoraslatinas.net/entrevistas.php?id=130 El guión aquí: http://www.emisoraslatinas.net/entrevista.php?id=130031 y una guía o texto complementario, aquí: http://www.emisoraslatinas.net/guia.php?id=131031

Para la revisión de vida

Nos gusta la vida, nos gusta estar vivos, tenemos eso que se llama “instinto de supervivencia” y que nos hace alejarnos rápida y eficazmente de todo lo que amenaza nuestra existencia, pero que también nos puede llevar a poner en el centro de todo (como absoluto, como "dios" camuflado) nuestra propia supervivencia, dejando muy al margen la preocupación por la vida de los demás. Nuestro Dios es un Dios de vida y de vivos, que tiene su mayor gloria en las personas vivas, que envió a su Hijo para que "tuviésemos vida y vida en abundancia" (Jn 10,10)...
¿Soy de los que se preocupan por la vida de todos, por la vida de todo (también de la naturaleza), por la vida sobre todo de los que la tienen más amenazada, por aquellos para quienes sobrevivir es una dura tarea diaria, porque el mundo se organice en favor de la Vida, de la vida para todos y especialmente para los más pequeños?

Para la reunión de grupo

Ya el Antiguo Testamento proclama que Dios no es el autor de la muerte sino el autor de la vida. Pero nosotros solemos reaccionar ante el mal con expresiones como «Si Dios lo ha querido...», o «Estaba de Dios que...». ¿De dónde nos viene esa tendencia a atribuir a Dios el mal, las desgracias naturales, la enfermedad, la muerte de los amigos...?
Si Dios es un Dios de Vida y quiere "la vida en abundancia"... ¿de dónde nos viene en la tradición ascética el pensar que podemos agradar a Dios ofreciendo "sacrificios", "morti-ficándonos", actuando contra nosotros mismos ("ágere contra")...? ¿Son acaso influencias extra-bíblicas o extra-cristianas? Vistas con nuestra sensibilidad actual, ¿no son también anti-cristianas en su dimensión profunda?
Podemos refugiarnos en la excusa de que nosotros no tenemos capacidad para resucitar a nadie, como hacía Jesús (evangelio de hoy) ¿Podemos hacer alguna otra cosa a favor de la vida? Si lo pienso en serio, ¡cuántas cosas puedo hacer, aun desde mi pequeñez, desde mi pobreza, desde mis limitaciones, a favor de la vida de las personas!

Para la oración de los fieles

- Por la Humanidad, para que se una en defensa de la vida de todos los seres humanos, especialmente de los más pequeños y humildes, de los marginados y explotados, roguemos al Señor.
- Por todos los hombres y mujeres que habitamos esta casa común que es el planeta: para que como "hermanos mayores" de todas las criaturas asumamos el cuidado de la creación con amor, con ternura incluso, con responsabilidad, roguemos al Señor.
Por todas las religiones de la humanidad, para que comprendan que todas ellas son destellos únicos del Dios único, y que el "Dios de todos los nombres" quiere la paz y la armonía entre todas las religiones de la tierra, roguemos al Señor.
Para que las religiones de la humanidad comprendan que el Dios de la Vida las quiere a todas en una alianza macroecuménica, rindiéndole el culto del cuidado de la vida de la naturaleza y del ser humano, roguemos al Señor.
Por nuestra Iglesia católica, para que haga su aportación específica a este concierto universal según la voluntad de Dios, roguemos al Señor.
Por esta comunidad nuestra, para que reviva su vida comunitaria con el compromiso por la defensa y la promoción de la Vida, roguemos al Señor.

Oración comunitaria

Señor, Dios, Padre nuestro, que no quieres la muerte de las personas ni te complaces con los sacrificios, sino que has puesto tu gloria en el ser humano vivo, en la Vida en plenitud. Haz que te sepamos imitar acogiendo, defendiendo y promoviendo la vida, sobre todo la de nuestros hermanos necesitados u oprimidos. Nosotros te lo pedimos siguiendo el ejemplo y la inspiración de Jesús, hijo tuyo y hermano nuestro.

LECTIO DIVINA 

Niña, Yo te lo ordeno, levántate!

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos     5, 21-43 (Leer al comienzo)

2.     MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?

·  Preguntas para la meditación:

Ø ¿Soy de aquellos que buscan “juntarse alrededor” del Señor?
Ø ¿Me acerco a Jesús con el respeto y la veneración que tiene Jairo (se inclina hasta el suelo y le ruega)?
Ø ¿Invito al Señor para que “venga a mi casa”, a mi vida, a mi corazón para que sane todo lo que esté enfermo?

3.     ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL TEXTO BÍBLICO?

SALMO     Sal 29, 2. 4-6. 11-12a. 13b (R.: 2a)

Yo te glorifico, Señor, porque Tú me libraste.

Yo te glorifico, Señor, porque Tú me libraste
y no quisiste que mis enemigos se rieran de mí.
Tú, Señor, me levantaste del Abismo y me hiciste revivir,
cuando estaba entre los que bajan al sepulcro.

Canten al Señor, sus fieles;
den gracias a su santo Nombre,
porque su enojo dura un instante, y su bondad, toda la vida:
si por la noche se derraman lágrimas, por la mañana renace la alegría.

Escucha, Señor, ten piedad de mí;
ven a ayudarme, Señor.
Tú convertiste mi lamento en júbilo.
¡Señor, Dios mío, te daré gracias eternamente!

4.     CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?

Para contemplar este texto les sugiero una de las muchas posibles frases que podríamos buscar “saborear” en la presencia de Dios:

·  No tengas miedo, solamente confía…
·  No tengas miedo, solamente confía…
·  No tengas miedo, solamente confía…

5.     ACCIÓN -  ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO BÍBLICO?

·  Propuestas para la acción:

    Propuesta personal

Ø Acrecentar en la propia vida el respeto y la humildad que tanto Jairo como la mujer que padecía flujos de sangre demuestran ante la presencia de Jesús el Señor.

Propuesta comunitaria

Ø Entablar un diálogo en el grupo sobre las experiencias de muerte de la realidad hoy. ¿De qué situaciones hoy Jesús viene a  “levantar” a los hombres con su poder soberano? ¿De qué forma podemos contribuir humildemente para que esto sea una realidad?

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