29 de agosto de 2012

29 de agosto de 2012 – TO – MIERCOLES DE LA SEMANA XXI
LECTIO DIVINA

Quiero que me traigas ahora mismo, sobre una bandeja,
la cabeza de Juan el Bautista

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos     6, 17-29

Herodes, en efecto, había hecho arrestar y encarcelar a Juan a causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe, con la que se había casado. Porque Juan decía a Herodes: "No te es lícito tener a la mujer de tu hermano".
Herodías odiaba a Juan e intentaba matarlo, pero no podía, porque Herodes lo respetaba, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo protegía.
Un día se presentó la ocasión favorable. Herodes festejaba su cumpleaños, ofreciendo un banquete a sus dignatarios, a sus oficiales y a los notables de Galilea. La hija de Herodías salió a bailar, y agradó tanto a Herodes y a sus convidados, que el rey dijo a la joven: "Pídeme lo que quieras y te lo daré". Y le aseguró bajo juramento: "Te daré cualquier cosa que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino". Ella fue a preguntar a su madre: "¿Qué debo pedirle?". "La cabeza de Juan el Bautista", respondió esta.
La joven volvió rápidamente adonde estaba el rey y le hizo este pedido: "Quiero que me traigas ahora mismo, sobre una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista".
El rey se entristeció mucho, pero a causa de su juramento, y por los convidados, no quiso contrariarla. En seguida mandó a un guardia que trajera la cabeza de Juan. El guardia fue a la cárcel y le cortó la cabeza. Después la trajo sobre una bandeja, la entregó a la joven y esta se la dio a su madre.
Cuando los discípulos de Juan lo supieron, fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron.
Palabra del Señor.

1.     LECTURA -  ¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?

·        Guías para la lectura:

Marcos vuelve atrás en el tiempo para describir la prisión y muerte del Bautista. Al éxito de los Doce en su actividad anterior, en la que fomentaban la expectativa de la restauración de Israel, concibiendo a Jesús como un mesías de poder, contrapone Marcos el destino del que ha preparado la llegada del verdadero Mesías.
Herodes priva a Juan de su libertad, impidiéndole continuar su actividad; la medida de Herodes no hace caso de la opinión del pueblo, que veía en Juan un enviado divino. Sin embargo, aunque es Herodes quien da la orden de encarcelar a Juan, otra persona lo ha instigado a hacerlo, Herodías, mujer de su hermano Filipo, a la que Herodes había tomado por esposa.
Juan no era parcial con los poderosos y denunció esa injusticia. La frase “no te está permitido” apela a la Ley, que prohíbe ese matrimonio (Ex 20,17; Lv 18,16; 20,21). La más sensible a esta denuncia es Herodías, la adúltera. La denuncia de Juan desacredita ante el pueblo al poder político y puede crear una fuerte opinión popular contraria a Herodes que provoque la intervención romana o que decida a Herodes a despedir a Herodías. Esta teme por su posición y su poder; Juan es una amenaza para ella.

2.     MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?

·        Preguntas para la meditación:

Ø      ¿Cuál fue la causa del encarcelamiento de Juan?
Ø      ¿Por qué Herodes temía matar a Juan?
Ø      ¿Cuál fue el desencadenante de la decisión de Herodes?

3.     ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL TEXTO BÍBLICO?

Oremos con el Salmo de la liturgia de hoy

SALMO    Sal 70, 1-2. 3-4a. 5-6b. 15ab y 17 (R.: cf. 15)
Mi boca anunciará tu salvación.

Yo me refugio en ti, Señor,
¡que nunca tenga que avergonzarme!
Por tu justicia, líbrame y rescátame,
inclina tu oído hacia mí, y sálvame.

Sé para mí una roca protectora,
tú que decidiste venir siempre en mi ayuda,
porque tú eres mi Roca y mi fortaleza.
¡Líbrame, Dios mío, de las manos del impío!

Porque tú, Señor, eres mi esperanza
y mi seguridad desde mi juventud.
En ti me apoyé desde las entrañas de mi madre;
desde el ceno materno fuiste mi protector.

Mi boca anunciará incesantemente
tus actos de justicia y salvación.
Dios mío, tú me enseñaste desde mi juventud,
y hasta hoy he narrado tus maravillas.

4.     CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?

Repetimos tres veces:

Mi boca anunciará incesantemente
tus actos de justicia y salvación

(ALELUIA    Mt 5, 10)

Aleluia.
Felices los que son perseguidos
por practicar la justicia,
porque a ellos les pertenece
el Reino de los Cielos.
Aleluia.

5.     ACCIÓN -  ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO BÍBLICO?

·        Preguntas para la acción:

Ø      ¿Tengo una voz profética valiente ante las injusticias?
Ø      ¿Tengo temor de identificarme ante personas “con poder” con principios de vida de acuerdo a la ley del Señor?
Ø      ¿De qué formas, la vida de Juan el Bautista es un ejemplo para la mía hoy?

Unos Momentos con Jesús y María

SANTORAL: Martirio de San  Juan Bautista

Lectura del libro del profeta Jeremías     1, 17-19  

La palabra del Señor llegó a mí en estos términos:
¡En cuanto a tí, cíñete la cintura, levántate y diles todo lo que yo te ordene. No te dejes intimidar por ellos, no sea que te intimide yo delante de ellos.
Mira que yo hago de ti una plaza fuerte, una columna de hierro, una muralla de bronce, frente a todo el país: frente a los reyes de Judá y sus jefes, a sus sacerdotes y al pueblo del país.
Ellos combatirán contra ti, pero no te derrotarán, porque yo estoy contigo para librarte -oráculo del Señor-.!  
Palabra de Dios.    

SALMO       Sal 70, 1-2. 3-4a. 5-6b. 15ab y 17 (R.: cf. 15)   
R. Mi boca anunciará tu salvación.  

Yo  me refugio en ti, Señor,
 ¡que nunca tenga que avergonzarme!
 Por tu justicia, líbrame y rescátame,
 inclina tu oído hacia mí, y sálvame.  R.  

Sé para mí una roca protectora,
 tú que decidiste venir siempre en mi ayuda,
 porque tú eres mi Roca y mi fortaleza.
 ¡Líbrame, Dios mío, de las manos del impío!  R.  

Porque tú, Señor, eres mi esperanza
 y mi seguridad desde mi juventud.
 En ti me apoyé desde las entrañas de mi madre;
 desde el ceno materno fuistes mi protector.  R.  

Mi boca anunciará incesantemente
 tus actos de justicia y salvación.
 Dios mío, tú me enseñaste desde mi juventud,
 y hasta hoy he narrado tus maravillas.  R.

X Lectura del santo Evangelio según san Marcos   6, 17-29  

Herodes, en efecto, había hecho arrestar y encarcelar a Juan a causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe, con la que se había casado. Porque Juan decía a Herodes: "No te es lícito tener a la mujer de tu hermano".
Herodías odiaba a Juan e intentaba matarlo, pero no podía, porque Herodes lo respetaba, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo protegía.
Un día se presentó la ocasión favorable. Herodes festejaba su cumpleaños, ofreciendo un banquete a sus dignatarios, a sus oficiales y a los notables de Galilea. La hija de Herodías salió a bailar, y agradó tanto a Herodes y a sus convidados, que el rey dijo a la joven: "Pídeme lo que quieras y te lo daré". Y le aseguró bajo juramento: "Te daré cualquier cosa que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino". Ella fue a preguntar a su madre: "¿Qué debo pedirle?". "La cabeza de Juan el Bautista", respondió esta.
La joven volvió rápidamente adonde estaba el rey y le hizo este pedido: "Quiero que me traigas ahora mismo, sobre una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista".
El rey se entristeció mucho, pero a causa de su juramento, y por los convidados, no quiso contrariarla. En seguida mandó a un guardia que trajera la cabeza de Juan. El guardia fue a la cárcel y le cortó la cabeza. Después la trajo sobre una bandeja, la entregó a la joven y esta se la dio a su madre.
Cuando los discípulos de Juan lo supieron, fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron.  
Palabra del Señor.         

Reflexión    
Hoy la Iglesia conmemora el día de la muerte de Juan el Bautista. El 24 de Junio pasado celebramos el día de su nacimiento.
El evangelio de la misa de hoy nos relata el martirio de San Juan, que fue fiel hasta dar la vida, a la misión recibida de Dios. Si en los momentos difíciles se hubiera callado o se hubiera mantenido al margen de los acontecimientos, se habría librado de la muerte en la cárcel de Herodes. 
Pero San Juan no era como una caña que se mueve con cualquier viento. Fue coherente hasta el final con su vocación y con sus principios.
La sangre que derramó Juan, nos da un ejemplo de amor y de firmeza en la fe, de valentía y de fecundidad.
San Juan tenía presente la advertencia del Señor al Profeta Jeremías que nos recuerda la primera lectura de la misa de hoy:
Juan lo dio todo por el Señor: no sólo dedicó todos sus esfuerzos a preparar su llegada y los primeros discípulos que tendría el Maestro, sino que dió la vida misma.
San Juan siente que su obligación es denunciar la situación irregular de Herodes con la mujer de su hermano, y a pesar de tratarse del rey, no por eso se calla, y eso lo lleva a la muerte.
Pero debemos reconocer que son pocos los hombres a que el Señor les pide un testimonio de fe dando su vida en el martirio.
En cambio nos pide a todos la entrega de la vida en el cumplimiento fiel del deber: en el trabajo, en la familia, en la lucha por ser siempre coherentes con la fe cristiana.
La fortaleza de Juan y su vida coherente es para nosotros un ejemplo a imitar. Él fue el Precursor del Señor, no solamente con su Palabra, sino también con su vida y con su muerte; consumió su vida en servicio a las exigencias del plan de Dios; el servicio al plan de Dios impone dedicación total y entrega de la propia vida, si es preciso.
Si imitamos el ejemplo de Juan en los acontecimientos diarios, muchos de los que nos rodean se podrán convencer por ese testimonio sereno, de la misma manera que muchos se convertían al ver la valentía del Precursor.
Pidamos hoy al Señor nos dé también a nosotros esa fortaleza y coherencia en lo ordinario, para que sepamos dar testimonio a través de nuestra vida y nuestra palabra, de la fe que profesamos

Profeta de soledades,
labio hiciste de tus iras,
para fustigar mentiras
y para gritar verdades.
Desde el vientre escondido,
fuiste tú el pregonero,
para anunciar al mundo
la presencia del Verbo.
El desierto encendido
fue tu ardiente maestro,
para allanar montañas
y encender los senderos.
Cuerpo de duro roble,
alma azul de silencio;
miel silvestre de rocas
y un jubón de camello.
No fuiste, Juan, la caña
tronchada por el viento;
sí la palabra ardiente
tu palabra de acero.
En el Jordán lavaste
el más puro Cordero,
que apacienta entre lirios
y duerme en los almendros.
En tu figura hirsuta
se esperanzó tu pueblo:
para una raza nueva
abriste cielos nuevos.
Sacudiste el azote
ante el poder soberbio;
y, ante el Sol que nacía,
se apagó tu lucero.
Por fin, en un banquete
y en el placer de un ebrio,
el vino de tu sangre
santificó el desierto.
Profeta de soledades,
labio hiciste de tus iras,
para fustigar mentiras
y para gritar verdades
. Amén.  
Himno de la Liturgia de las Horas

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