12 de septiembre de 2012

12 de setiembre de 2012 – TO - MIERCOLES DE LA SEMANA XXIII

Santísimo Nombre de María

“¡Felices ustedes, los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece!”

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto 7, 25-31

Hermanos:
Acerca de la virginidad, no tengo ningún precepto del Señor. Pero hago una advertencia, como quien, por la misericordia del Señor, es digno de confianza. Considero que, por las dificultades del tiempo presente, lo mejor para el hombre es vivir sin casarse. ¿Estás unido a una mujer? No te separes de ella. ¿No tienes mujer? No la busques. Si te casas, no pecas. Y si una joven se casa, tampoco peca. Pero los que lo hagan, sufrirán tribulaciones en su carne que yo quisiera evitarles.
Lo que quiero decir, hermanos, es esto: queda poco tiempo. Mientras tanto, los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran, como si no lloraran; los que se alegran, como si no se alegraran; los que compran, como si no poseyeran nada; los que disfrutan del mundo, como si no disfrutaran. Porque la apariencia de este mundo es pasajera.
Palabra de Dios.

SALMO Sal 44, 11-12. 14-15. 16-17 (R.: 11a)
R. ¡Escucha, hija mía, mira y presta atención!

¡Escucha, hija mía, mira y presta atención!
Olvida tu pueblo y tu casa paterna,
y el rey se prendará de tu hermosura.
El es tu señor: inclínate ante él. R.

Embellecida con corales engarzados en oro
y vestida de brocado, es llevada hasta el rey.
Las vírgenes van detrás, sus compañeras la guían. R.

Con gozo y alegría entran al palacio real.
Tus hijos ocuparán el lugar de tus padres,
y los pondrás como príncipes por toda la tierra. R.

EVANGELIO
+ Lectura del santo Evangelio según san Lucas 6, 20-26

Jesús, fijando la mirada en sus discípulos, dijo: « ¡Felices ustedes, los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece!
¡Felices ustedes, los que ahora tienen hambre, porque serán saciados!
¡Felices ustedes, los que ahora lloran, porque reirán!
¡Felices ustedes, cuando los hombres los odien, los excluyan, los insulten y los proscriban, considerándolos infames a causa del Hijo del hombre!
¡Alégrense y llénense de gozo en ese día, porque la recompensa de ustedes será grande en el cielo. De la misma manera los padres de ellos trataban a los profetas!
Pero ¡ay de ustedes los ricos, porque ya tienen su consuelo!
¡Ay de ustedes, los que ahora están satisfechos, porque tendrán hambre! ¡Ay de ustedes, los que ahora ríen, porque conocerán la aflicción y las lágrimas!
¡Ay de ustedes cuando todos los elogien! ¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los falsos profetas!»
Palabra del Señor.

ü Para reflexionar

A las Bienaventuranzas se contraponen unas malaventuranzas. Unas y otras van de la mano. Jesús, al elegir a sus seguidores entre gente sencilla, ha destacado los valores de la vida campesina: la pobreza vivida en trabajo y honestidad, y la búsqueda incesante de un equilibrio social que permita remediar el hambre y el sufrimiento.
Esta forma de vida es una bendición que se opone al peligro de la opulencia y el despilfarro, que amenaza la estabilidad social y que, en nuestro tiempo, tiene alcances cósmicos, porque pone en peligro la supervivencia misma de la especie humana.
Pero la propuesta de Jesús, a pesar de su simplicidad, tiene unas implicaciones enormes, y pocas personas la comprenderán y menos aún estarán dispuestas a asumirlas.
Sin embargo, el nuevo horizonte que abre esta enseñanza nos permite mirar la realidad bajo una nueva perspectiva y, sobre todo, percibir que la enseñanza de Jesús nos da el poder de salvar no sólo a los individuos, sino a la vida misma.
Nuestra tarea es, entonces, ponernos en camino hacia la bendición o bienaventuranza y, al mismo tiempo, saber que como seguidores de Jesús vivimos el momento presente con una perspectiva de futuro y en constante tensión con quienes favorecen el consumismo, el despilfarro y la explotación.
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Hoy aparece la tensión que había entre las diversas concepciones de la vida sexual y en concreto del matrimonio. La civilización griega de la época estaba en el más profundo desconcierto; se iba desde el desprecio del cuerpo y de la sexualidad, hasta la más total de las libertades.
Este texto contiene una respuesta personal de Pablo a consultas de un grupo de jóvenes corintios que, aún estando prometidos, han tomado la decisión de vivir como célibes y a las que el apóstol responde en su carta. El contexto está marcado por la intensa expectación de la parusía del Señor.
No hace aquí un tratado completo de los valores del matrimonio cristiano o del celibato, sino "relativizar" el tema y con sumo cuidado dar su opinión, aclarando, que tanto el estado de los solteros, el de los casados y el de los viudos son buenos. Aunque a modo personal les dice, que él cree que el celibato por el Reino -a ejemplo de Jesús y del suyo propio- sea lo mejor. De ninguna manera esto le ha sido impuesto sino que ha sido su opción.
Lo que les pide a todos es que, cada uno en su estado, se dedique a hacer el bien, a trabajar por el Reino.
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Jesús señala dónde está la verdadera felicidad. Las bienaventuranzas vienen acompañadas por unos lamentos, por aquellos que se encierran en una vida autosuficiente y egoísta, no aceptando el mensaje de salvación. Bendiciones y lamentaciones que ponen de manifiesto una inversión de todos los cálculos y propuestas del mundo. Los hombres creían que iban a construir su felicidad a base de recetas, pero Dios viene a abrir otra perspectiva.
Jesús declara bienaventurados a los pobres de espíritu y, de este modo, coloca la plataforma de todas las demás. El pobre es capaz de recibir el Reino de Dios como un don. El que es pobre se da cuenta que el alimento verdadero no está en lo bienes materiales, el poder o la violencia, sino en la Palabra de Dios, en la justicia y el amor. Quien es pobre podrá compadecerse ante el sufrimiento del mundo, y buscar caminos de solución. Quien es pobre sabrá que toda su riqueza es Dios y que, por eso, será incomprendido y burlado.
La lamentación por los ricos es también el fundamento de todas las que siguen, porque el rico y autosuficiente, que no sabe poner sus riquezas al servicio de los demás y se encierra en su egoísmo, obra él mismo su desgracia.
Con las bienaventuranzas y los lamentos Jesús presenta los dos caminos: el camino de la vida y el camino de la muerte. No hay una tercera posibilidad neutra: quién no va hacia la vida se encamina hacia la muerte; quién no sigue la luz, vive en las tinieblas.
Las bienaventuranzas marcan el camino del cristiano porque ha sido el camino del mismo Cristo. Él es el pobre. El es el abandonado, el condenado injustamente. El recorrió el camino de los hombres y trazó el camino de la felicidad cuando subió al Gólgota. Locura y escándalo para los hombres pero, sin embargo, sabiduría y verdad de Dios porque por la aparente desventura abre el camino a la Pascua.

ü Para discernir

¿Creo en la verdad que encierran las bienaventuranzas?
¿Apuesto a la felicidad evangélica o me revelo a esta propuesta?
¿Trato de encarnarlas en mi vida cotidiana?

ü Repitamos y vivamos hoy la Palabra:

“¡Alégrense y llénense de gozo, porque la recompensa de ustedes será grande en el cielo!”

ü Para la lectura espiritual

«Dichosos los pobres… Dichosos los que lloráis»
     «Bienaventurados los pobres.» No todos los pobres son bienaventurados; porque la pobreza es una cosa neutra: puede haber pobres buenos y pobres malos…Bienaventurado el pobre que ha clamado al Señor y ha sido escuchado (Sl 33,7) : pobre de faltas, pobre de vicios, el pobre en quien el príncipe de este mundo nada ha encontrado (Jn 14,30), pobre a imitación de ese Pobre, el cual, siendo rico se ha hecho pobre por nosotros (2Co 8,9). Es por eso que Mateo da una explicación más completa: «Dichosos los pobres en espíritu», porque el pobre en espíritu no se hincha, no se ensalza en un pensamiento totalmente humano. Así es la primera bienaventuranza.
     «Bienaventurados los mansos» escribe, seguidamente, Mateo. Habiendo dejado todo pecado…, estando contento de mi simplicidad, desnudo de mal, sólo me falta moderar mi carácter. ¿De qué me sirve no poseer bienes de este mundo si no soy manso y pacífico? Puesto que seguir el camino recto quiere decir seguir a aquél que dice: «Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón» (Mt 11,29)…
       Hecho esto, acuérdate de que eres pecador: llora tus pecados, llora tus faltas. Está bien que la tercera bienaventuranza sea para los que lloran sus pecados, porque es la Trinidad la que perdona los pecados. Purifícate, pues, con tus lágrimas y lávate con tu llanto. Si lloras por tí mismo, nadie tendrá que llorarte… Cada uno tiene sus muertos por quien llorar; estamos muertos cuando pecamos… Que el que es pecador llore, pues, por él mismo y se corrija para llegar a ser justo, porque «el justo se acusa a sí mismo» (Pr 18,17).
San Ambrosio - Sobre el evangelio de San Lucas, V, 53-55

ü Para rezar

Plegaria de las bienaventuranzas
Temo, Señor, una pobreza sin subterfugios,
porque no comprendo la riqueza de la donación…
Miro con recelo toda aflicción,
pero es que no experimento la serenidad del consuelo…
Soy violento, hombre de espada y de golpe bajo,
y así pienso alcanzar un lugar digno en la tierra…
Hambre y sed de justicia me dan pánico;
por eso no me siento saciado, sino vacío…
Soy duro, inmisericorde, intransigente,
y, sin embargo, exijo toda la misericordia para mí…
Por eso te pido pobreza enriquecida.
Te pido aflicción consolada.
Sed y hambre de justicia te pido, para ser saciado.
Te pido ser misericordioso para alcanzar misericordia.
Déjame ser sincero de corazón porque deseo verte.
Te pido valentía para que me persigan por mi fidelidad.
Señor Jesús, Cristo magistral del cerro bienaventurado,
imprime estos "criterios de dicha" en mí
.
Norberto Alcover s.j.

LECTIO DIVINA 

¡Felices ustedes, los pobres! ¡Ay de vosotros, los ricos!

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas     6, 20-26

Jesús, fijando la mirada en sus discípulos, dijo:
«¡Felices ustedes, los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece!
¡Felices ustedes, los que ahora tienen hambre, porque serán saciados!
¡Felices ustedes, los que ahora lloran, porque reirán!
¡Felices ustedes, cuando los hombres los odien, los excluyan, los insulten y los proscriban, considerándolos infames a causa del Hijo del hombre!
¡Alégrense y llénense de gozo en ese día, porque la recompensa de ustedes será grande en el cielo! ¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los profetas!
Pero ¡ay de ustedes los ricos, porque ya tienen su consuelo!
¡Ay de ustedes, los que ahora están satisfechos, porque tendrán hambre! ¡Ay de ustedes, los que ahora ríen, porque conocerán la aflicción y las lágrimas!
¡Ay de ustedes cuando todos los elogien! ¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los falsos profetas!»
Palabra del Señor.

1.     LECTURA -  ¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?

·        Guías para la lectura:

A partir de 6, 20 y hasta 7, 50, Lucas deja de seguir el relato de Marcos, que le sirve de fuente, y abre un paréntesis en el que introduce el material que recoge de otras fuentes, una de ellas conocida también por Mateo.
Se llaman “bienaventuranzas”, son semejantes a las de Mateo 5, 3-12. Pero mientras Mateo les da un enfoque más espiritual, Lucas encara los problemas sociales de su época, mencionando a pobres y ricos, hambrientos y opulentos, a los que se divierten y los que sufren, situaciones que caracterizaban su tiempo.
Los que padecen estos males sociales son felicitados porque su situación va a cambiar y no porque están sufriendo. En la comunidad cristiana de los primeros tiempos todos deben compartir sus bienes, de modo que no haya más pobres y todos tengan pan compartido con generosidad y alegría (Hechos 2,44-46 y 5, 34-35).
La última bienaventuranza se refiere a los cristianos perseguidos (Lc 6, 22-23), y quizás tenga en cuenta el decreto del Imperio romano en que se afirmaba que “no era lícito ser cristiano”. En ese caso no se promete un cambio de situación en este mundo, sino un premio en el cielo.
A las bienaventuranzas siguen tres lamentos sobre los “ricos” (6, 24-25), que en la obra de Lucas (Evangelio y Hechos de los Apóstoles) son aquellos que viven preocupados acumulando muchos bienes, pero no los comparten, porque sólo buscan asegurar su propia vida; los “ricos” reciben “ese consuelo” en esta tierra (Lc 6, 24), pero por obrar como lo hacen quedarán privados de los bienes del Reino que instaura Jesús (18, 24-25).
Comentario extraído de “Evangelios de la Biblia de la Iglesia en América” (BIA). Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM).

2.     MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?

·        Preguntas para la meditación:

Ø      ¿Qué contrastes existen entre las bienaventuranzas y los ayes?
Ø      ¿Por qué el Reino de Dios se explica a través de las bienaventuranzas?
Ø      ¿Qué contraste presentan las bienaventuranzas con lo que el mundo reconoce como bondades?

3.     ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL TEXTO BÍBLICO?

ALELUIA     Lc 6, 23ab

Aleluia.
Dice el Señor; ¡Alégrense y llénense de gozo,
porque la recompensa de ustedes será grande en el cielo!
Aleluia.

4.     CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?

Repito las bienaventuranzas lentamente y reflexiono en cada una de ellas y las confronto con los valores que rigen mi vida. Lo mismo hago con los “ayes”.

5.     ACCIÓN -  ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO BÍBLICO?

·        Preguntas para la acción:

Ø      ¿Soy feliz según los dichos de Jesús?
Ø      ¿A quién o quiénes considero yo felices en la vida?
Ø      ¿Me siento identificado con algún “ay”? ¿Cómo reaccionar si es así?

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