Beato Juan Pablo II
«Cuídense
de toda avaricia, porque aun en medio de la abundancia, la vida de un hombre no
está asegurada por sus riquezas.»
Lectura de la carta del apóstol
san Pablo a los cristianos de
Éfeso 2, 1-10
Hermanos:
Ustedes
estaban muertos a causa de las faltas y pecados que cometían, cuando vivían
conforme al criterio de este mundo, según el Príncipe que domina en el espacio,
el mismo Espíritu que sigue actuando en aquellos que se rebelan.
Todos
nosotros también nos comportábamos así en otro tiempo, viviendo conforme a
nuestros deseos carnales y satisfaciendo nuestra concupiscencia y nuestras
malas inclinaciones, de manera que por nuestra condición estábamos condenados a
la ira, igual que los demás.
Pero
Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó,
precisamente cuando estábamos muertos a causa de nuestros pecados, nos hizo
revivir con Cristo -¡ustedes han sido salvados gratuitamente!- y con Cristo
Jesús nos resucitó y nos hizo reinar con él en el cielo.
Así,
Dios ha querido demostrar a los tiempos futuros la inmensa riqueza de su gracia
por el amor que nos tiene en Cristo Jesús. Porque ustedes han sido salvados por
su gracia, mediante la fe. Esto no proviene de ustedes, sino que es un don de
Dios; y no es el resultado de las obras, para que nadie se gloríe.
Nosotros
somos creación suya: fuimos creados en Cristo Jesús, a fin de realizar aquellas
buenas obras, que Dios preparó de antemano para que las practicáramos.
Palabra de Dios.
SALMO Sal
99,1-2. 3. 4. 5 (R.: 3b)
R. El
Señor nos hizo y a él pertenecemos.
Aclame
al Señor toda la tierra,
sirvan
al Señor con alegría,
lleguen
hasta él con cantos jubilosos. R.
Reconozcan
que el Señor es Dios:
él nos
hizo y a él pertenecemos;
somos
su pueblo y ovejas de su rebaño. R.
Entren
por sus puertas dando gracias,
entren
en sus atrios con himnos de alabanza,
alaben
al Señor y bendigan su Nombre. R.
¡Qué
bueno es el Señor!
Su
misericordia permanece para siempre,
Y su fidelidad por todas las
generaciones. R.
EVANGELIO
+
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 12, 13-21
En
aquel tiempo:
Uno de
la multitud le dijo: «Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la
herencia.»
Jesús
le respondió: «Amigo, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre ustedes?»
Después les dijo: «Cuídense de toda avaricia, porque aun en medio de la
abundancia, la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas.»
Les
dijo entonces una parábola: «Había un hombre rico, cuyas tierras habían
producido mucho, y se preguntaba a sí mismo: “¿Qué voy a hacer? No tengo dónde
guardar mi cosecha.” Después pensó: “Voy a hacer esto: demoleré mis graneros,
construiré otros más grandes y amontonaré allí todo mi trigo y mis bienes, y
diré a mi alma: Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa,
come, bebe y date buena vida.”
Pero
Dios le dijo: “Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será lo
que has amontonado?”
Esto es
lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos de
Dios.»
Palabra del Señor.
ü Para reflexionar
Jesús nos invita a
enriquecernos ante Dios. La abundancia de posesiones era en la antigüedad
identificado con la tranquilidad e, incluso, con la felicidad, pero bien se
sabía por el sentido común cuán frágiles eran las seguridades provenientes de
las posesiones.
A cada época de bonanza le
sigue una de escasez, y con frecuencia la precariedad sobreviene por las
veleidades de gobernantes incapaces que piensan más en sus intereses
particulares que en el bien común.
Jesús nos invita a desafiar
esas seguridades con el cultivo de la espiritualidad como auténtica fuente de
seguridad y felicidad. Para él, la vida es más que la suma de los procesos
biológicos, económicos y sociales.
La vida es un don y, como tal,
debe ser a su vez donado en abundancia, ya que la vida, como bien principal, no
se puede retener, pero sí se puede entregar. La herencia que Jesús nos ha
dejado es precisamente ese espíritu de vida, amor y felicidad.
Nuestra cultura promueve
valoraciones excesivas respecto a los bienes económicos y sociales, ya que pone
en ellos la seguridad única y última de la existencia; sin embargo, la
consecuencia de esta actitud es el vacío afectivo y existencial, ya que la
consecución de estos bienes no produce inmediatamente el efecto que pretenden.
+++
En este pasaje habla Pablo de
aquello que le fue dado a conocer, personalmente, acerca de Jesucristo
y su misterio, y dice a los cristianos de Éfeso qué eran antes y qué
son ahora.
Pablo ha descubierto su propia
condición humana, que es la de todos los hombres, sin Cristo.
Habiendo descrito cuál es
el admirable misterio que Dios nos ha revelado en Jesús, hoy nos presenta la
antítesis: sujetos a las pasiones de la carne y tratando de
satisfacer las fantasías y deseos mundanos,los hombres están muertos por
sus culpas y pecados. La “naturaleza” humana no es sólo frágil sino también
desordenada.
El hombre siguiendo su
tendencia habitual, suele volverse hacia sí mismo y a satisfacerse egoístamente.
Pero Dios, “por el gran
amor con que nos amó“, “nos ha hecho vivir con Cristo, nos ha
resucitado con Cristo“. El poder divino ha sido puesto a disposición del
hombre. El hombre no es ya un «simple hombre», «con Cristo y en Cristo»,
los hombres, pobres condenados a muerte, somos «ya» unos resucitados y
partícipes de su gloria.
Esto tiene como consecuencia
que nuestra vida debe ser coherente con este misterio: “nos ha creado en
Cristo Jesús para que nos dediquemos a las buenas obras”. Estas obras no son
tampoco fruto de la bondad personal, no ponen de manifiesto que se deban a cada
uno porque somos buenos. Si somosllamados a hacer obras buenas, y podemos hacerlas,
la razón auténtica descansa en lo que Dios obra por su gracia, creándonos
de nuevo en Jesucristo, para que practiquemos precisamente aquellas buenas
obras que Dios mismo tenía preparadas de antemano y que, por tanto, no podemos
dejar de hacer.
+++
El legalismo al que
se había llegado en el seno del judaísmo hacía de los miembros del pueblo
personasinfantiles, temerosas, dependientes, incapaces de resolver hasta los
asuntos domésticos. Un hombre le pide a Jesús que medie en una cuestión de
herencia, un asunto meramente familiar y banal que con frecuencia era
resuelto por los rabinos que hacían esta clase de servicio.
En aquella época no existían
los bienes de la familia puesto que todo era del padre y el hijo mayor era
el heredero de todos los bienes. Si bien el tener muchos hijos era signo
de la bendición Dios, la práctica familiar acerca de la herencia era
injusta y desequilibrada porque el hijo mayor era quien tenía derecho a
quedarse con todo; y no estaba obligado a dar algo a los
demás hermanos.
Jesús les hace notar que se
equivocan al pensar que Él tiene que intervenir en todo y aclara que no es juez
ni mediador en asuntos como éste. Su respuesta negándose a resolver
cuestiones de dinero deja claro que para Él la fuente de la vida no
se encuentra en el “tener”. Para hacerlo, desenmascara la tendencia
perniciosa a la codicia, al acaparamiento en que viven tantos
contemporáneos suyos.
La parábola que usa para
ilustrar remite al tema del juicio; noción que irá creciendo cada vez más. Pero el
juicio un juicio de salvación que es fuente de vida.
Al pedir que se busquen las cosas
de arriba llama a dar un paso importante. En el fondo, ni
el trabajo, ni los bienes son la última palabra sobre el hombre; tanto uno
como otro no tienen respuesta ante lamuerte, y la muerte es la mayor
cuestión que aflige al hombre.
«Que nadie crea que es dueño de
su propia vida» (San Jerónimo). El hombre se halla siempre tentado a
buscar su salvación en los bienes, en las posesiones, a poner en las
riquezas su seguridad. La ambición, el acaparamiento y el enriquecimiento son siempre fuente de conflictos, agresiones y opresión. Uno quita a otro sus derechos para apoderarse de un capital. Eldinero se transforma en la medida de toda acción humana dejando de lado los grandes valores que deben sostener la vida de los hombres en la sociedad.
riquezas su seguridad. La ambición, el acaparamiento y el enriquecimiento son siempre fuente de conflictos, agresiones y opresión. Uno quita a otro sus derechos para apoderarse de un capital. Eldinero se transforma en la medida de toda acción humana dejando de lado los grandes valores que deben sostener la vida de los hombres en la sociedad.
El pecado no consiste
en ser rico ni preocuparse del futuro, sino olvidar a Dios y cerrarse a
los demás. Ser ricos ante Dios significa dar importancia a
aquellas cosas que nos llevaremos con nosotros en la muerte: las obras del
reino. El saber compartir con otros nuestros bienes es la única
riqueza que vale la pena ante Dios.
El discípulo debe
estar siempre en guardia contra esta tentación que
se va metiendo bajo la apariencia de necesidad. El proyecto de Jesús es la
realización de una comunidad fraterna donde se respeta el derecho y la dignidad
de todos y para eso nos pide que pongamos a Dios y su reinado como supremo
valor de la vida.
Jesús
no viene solucionar conflictos humanos que los hombres pueden y deben resolver; Él viene a salvar a los hombres, todos e integralmente. Viene a encender en el mundo el fuego de un amor nuevo, que ilumina y resuelve desde una nueva lógica y una justicia distinta todos los litigios entre los hermanos.
no viene solucionar conflictos humanos que los hombres pueden y deben resolver; Él viene a salvar a los hombres, todos e integralmente. Viene a encender en el mundo el fuego de un amor nuevo, que ilumina y resuelve desde una nueva lógica y una justicia distinta todos los litigios entre los hermanos.
ü Para discernir
¿Dónde pongo
mi confianza?
¿Qué lugar le
doy a los bienes materiales?
¿Qué signos
doy de buscar la verdadera salvación?
ü Repitamos y vivamos hoy la
Palabra
“Dame la
riqueza de tu gracia, y quedaré libre de toda codicia”
ü Para la lectura espiritual
¿Amasar para sí mismo o ser
rico ante Dios?
«¿Qué voy a
hacer? ¡Construiré graneros más grandes!» ¿Por qué habían producido tanto las
tierras de este hombre que no iba a hacer más que un mal uso de sus riquezas?
Para que se manifiesta con mayor esplendor la inmensa bondad de Dios que da su
gracia a todos, «porque hace caer la lluvia sobre justos e injustos, hace salir
el sol tanto sobre los malvados como sobre los buenos» (Mt 5,45)… Los
beneficios de Dios para este hombre rico eran: una tierra fecunda, un clima
templado, abundantes semillas, bueyes para labrar, y todo lo que asegura la
prosperidad. Y él ¿qué le devolvía? Un mal humor, misantropía y egoísmo. Es así
como agradecía a su bienhechor.
Olvidaba que todos pertenecemos a la misma naturaleza humana; no pensó que era necesario distribuir lo superfluo a los pobres; no tuvo en cuenta ninguno de los preceptos divinos: «No niegues un favor a quien es debido, si en tu mano está el hacérselo» (Pr 3, 27), «la piedad y la lealtad no te abandonen» (3,3), «parte tu pan con el hambriento» (Is 58,7). Todos los profetas y los sabios le proclamaban estos preceptos, pero él se hacía el sordo. Sus graneros estaban a punto de romperse por demasiado estrechos para el trigo que metía, pero su corazón no estaba saciado… No quería despojarse de nada aunque no llegara a poder guardar todo lo que poseía. Este problema le angustiaba: «¿Qué haré?» se repetía. ¿Quién no tendría lástima de un hombre tan obsesionado? La abundancia le hace desdichado… se lamenta igual como los indigentes: « ¿Qué haré? ¿Cómo voy a alimentarme, vestirme?»…
Considera, hombre, quien te ha colmado de estos dones. Reflexiona un poco sobre ti mismo: ¿Quién eres? ¿Qué es lo que se te ha confiado? ¿De quién has recibido esta carga? ¿Por qué has sido escogido tú? Eres el servidor del Dios bueno; estas encargado de tus compañeros de servicio… « ¿Qué haré?» La respuesta era muy sencilla: «Saciaré a los hambrientos, invitaré a los pobres… Todos los que no tenéis pan, venid a llenaros de los dones que Dios me ha concedido y que fluyen como de una fuente».
Olvidaba que todos pertenecemos a la misma naturaleza humana; no pensó que era necesario distribuir lo superfluo a los pobres; no tuvo en cuenta ninguno de los preceptos divinos: «No niegues un favor a quien es debido, si en tu mano está el hacérselo» (Pr 3, 27), «la piedad y la lealtad no te abandonen» (3,3), «parte tu pan con el hambriento» (Is 58,7). Todos los profetas y los sabios le proclamaban estos preceptos, pero él se hacía el sordo. Sus graneros estaban a punto de romperse por demasiado estrechos para el trigo que metía, pero su corazón no estaba saciado… No quería despojarse de nada aunque no llegara a poder guardar todo lo que poseía. Este problema le angustiaba: «¿Qué haré?» se repetía. ¿Quién no tendría lástima de un hombre tan obsesionado? La abundancia le hace desdichado… se lamenta igual como los indigentes: « ¿Qué haré? ¿Cómo voy a alimentarme, vestirme?»…
Considera, hombre, quien te ha colmado de estos dones. Reflexiona un poco sobre ti mismo: ¿Quién eres? ¿Qué es lo que se te ha confiado? ¿De quién has recibido esta carga? ¿Por qué has sido escogido tú? Eres el servidor del Dios bueno; estas encargado de tus compañeros de servicio… « ¿Qué haré?» La respuesta era muy sencilla: «Saciaré a los hambrientos, invitaré a los pobres… Todos los que no tenéis pan, venid a llenaros de los dones que Dios me ha concedido y que fluyen como de una fuente».
San
Basilio. Homilía 31
ü Para rezar
Señor:
la riqueza no Me interesa,
la
miseria no me inquieta,
sólo
tu amor me apasiona:
es
a Ti a quien necesito.
Tu
amor mata a los amantes,
los
sumerge en el mar “Amor”
y
los colma de su manifestación:
es
a Ti a quien necesito.
Beberé
el vino de tu amor,
me
volveré loco por Ti
y
me marcharé al desierto;
día
y noche sé Tú mi preocupación:
es
a Ti a quien necesito.
Hasta
si hubiese muerto,
si
mis cenizas se lanzaran al viento,
mi
polvo seguiría gritando:
es
a Ti a quien necesito.
Yanus Emre
LECTIO DIVINA
¿Para quién será lo que has amontonado?
+ Evangelio de nuestro Señor
Jesucristo según san Lucas
12, 13-21
En aquel tiempo:
En aquel tiempo:
Uno de la multitud le
dijo: «Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia.»
Jesús le respondió:
«Amigo, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre ustedes?» Después les
dijo: «Cuídense de toda avaricia, porque aun en medio de la abundancia, la vida
de un hombre no está asegurada por sus riquezas.»
Les dijo entonces una
parábola: «Había un hombre rico, cuyas tierras habían producido mucho, y se
preguntaba a sí mismo: "¿Qué voy a hacer? No tengo dónde guardar mi
cosecha." Después pensó: "Voy a hacer esto: demoleré mis graneros,
construiré otros más grandes y amontonaré allí todo mi trigo y mis bienes, y
diré a mi alma: Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa,
come, bebe y date buena vida."
Pero Dios le dijo:
"Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será lo que has
amontonado?"
Esto es lo que sucede al
que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos de Dios.»
Palabra del Señor.
1. LECTURA - ¿QUÉ DICE
EL TEXTO BÍBLICO?
· Guías
para la lectura:
El texto reúne palabras de
Jesús acerca de la ambición, la codicia y el deseo de poseer cada vez más, por
encima de lo que se necesita. Jesús se dirige a todos aquellos que piensan que
se alcanza la plenitud de la vida poseyendo riquezas, y les enseña que la calidad
de la vida, no depende de los bienes materiales que se acumulan.
La parábola del rico necio
muestra la figura del que almacena para asegurar su propia vida y disfrutarla
al máximo. No ha entendido que los bienes, que son una bendición de Dios, están
destinados a ser compartidos con los hermanos, para convertirse, de esta
manera, en rico respecto de Dios. (12,21; Sal 62,11; Eclo 11,19; 31,1-11).
2. MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE
EL TEXTO BÍBLICO?
·
Preguntas para la meditación:
Ø ¿Por qué Jesús rechaza
el lugar de juez en que lo quieren poner?
Ø ¿Cuál es el “dios” del
rico de la parábola?
Ø ¿Por qué ese tipo de
actitudes Jesús las califica como insensatas?
3. ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A
DIOS A PARTIR DEL TEXTO BÍBLICO?
Señor, ayudame a no poner
mi corazón en los bienes materiales y dedicar mi vida a ser rico a tus ojos.
4. CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO
INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?
Repito y reflexiono en las
palabras de Jesús:
«Cuídense de toda
avaricia, porque aun en medio de la abundancia, la vida de un hombre no está
asegurada por sus riquezas.»
5. ACCIÓN - ¿CÓMO VOY A
VIVIR EL TEXTO BÍBLICO?
·
Preguntas para la acción:
Ø ¿Cómo me cuidaré
de la avaricia?
Ø¿Cómo viviré este día
sabiendo de la finitud de la vida?
Ø¿Cómo seré rico a los
ojos de Dios?
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