7 de octubre de 2012


7 de octubre de 2012 – TO - DOMINGO XXVII - Ciclo B

Ntra. Sra. del Rosario

“Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre, y los dos no serán sino una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido.”

PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Génesis  2, 18-24

            Dijo el Señor Dios:
            «No conviene que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada.»
            Entonces el Señor Dios modeló con arcilla del suelo a todos los animales del campo y a todos los pájaros del cielo, y los presentó al hombre para ver qué nombre les pondría. Porque cada ser viviente debía tener el nombre que le pusiera el hombre.
            El hombre puso un nombre a todos los animales domésticos, a todas las aves del cielo y a todos los animales del campo; pero entre ellos no encontró la ayuda adecuada.
            Entonces el Señor Dios hizo caer sobre el hombre un profundo sueño, y cuando este se durmió, tomó una de sus costillas y cerró con carne el lugar vacío. Luego, con la costilla que había sacado del hombre, el Señor Dios formó una mujer y se la presentó al hombre.
            El hombre exclamó: « ¡Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Se llamará Mujer, porque ha sido sacada del hombre.»
            Por eso el hombre deja a su padre y a su madre y se une a su mujer, y los dos llegan a ser una sola carne.
Palabra de Dios.

SALMO  Sal 127, 1-2. 3. 4-5. 6 (R.: cf. 5)
R.         Que el Señor nos bendiga
            todos los días de nuestra vida.

            ¡Feliz el que teme al Señor
            y sigue sus caminos!
            Comerás del fruto de tu trabajo,
            serás feliz y todo te irá bien. 

            Tu esposa será como una vid fecunda
            en el seno de tu hogar;
            tus hijos, como retoños de olivo
            alrededor de tu mesa. 

            ¡Así será bendecido
            el hombre que teme al Señor!
            ¡Que el Señor te bendiga desde Sión
            todos los días de tu vida:
            que contemples la paz de Jerusalén 

            Y veas a los hijos de tus hijos!
            ¡Paz a Israel!

SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta a los Hebreos       2, 9-11

            Hermanos:
            A aquel que fue puesto por poco tiempo debajo de los ángeles, a Jesús, ahora lo vemos coronado de gloria y esplendor, a causa de la muerte que padeció. Así, por la gracia de Dios, él experimentó la muerte en favor de todos.
            Convenía, en efecto, que aquel por quien y para quien existen todas las cosas, a fin de llevar a la gloria a un gran número de hijos, perfeccionara, por medio del sufrimiento, al jefe que los conduciría a la salvación. Porque el que santifica y los que son santificados, tienen todos un mismo origen. Por eso, él no se avergüenza de llamarlos hermanos.
Palabra de Dios.

EVANGELIO
XLectura del santo Evangelio según San Marcos        10, 2-16

            Se acercaron algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le plantearon esta cuestión: « ¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer?»
            El les respondió: « ¿Qué es lo que Moisés les ha ordenado?»
            Ellos dijeron: «Moisés permitió redactar una declaración de divorcio y separarse de ella.»
            Entonces Jesús les respondió: «Si Moisés les dio esta prescripción fue debido a la dureza del corazón de ustedes. Pero desde el principio de la creación, Dios los hizo varón y mujer. Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre, y los dos no serán sino una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido.»
            Cuando regresaron a la casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre esto.
            El les dijo: «El que se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra aquella; y si una mujer se divorcia de su marido y se casa con otro, también comete adulterio.»
            Le trajeron entonces a unos niños para que los tocara, pero los discípulos los reprendieron. Al ver esto, Jesús se enojó y les dijo: «Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos. Les aseguro que el que no recibe el Reino de Dios como un niño, no entrará en él.»
            Después los abrazó y los bendijo, imponiéndoles las manos.
Palabra del Señor.

Para reflexionar

  • Lo que contemplábamos y considerábamos hace unos años como la expresión de inmoralidad se ha convertido en nuestra sociedad actual algo habitual a lo que nos estamos acostumbrando. La fuerza que imprimen los medios de comunicación y sus intereses particulares colaboran a difundir lo que no hasta hace mucho tiempo se guardaba con respeto por ser parte de una intimidad que debía resguardarse. Paradójicamente lo que esta llamado a ser privado ha pasado a ser de dominio público y lo que necesita ser de público conocimiento ha pasado a ser ocultado celosamente.
  • En este marco desintegrador y confuso donde parece que nada queda en pie: la intimidad, la fidelidad, la entrega generosa, la comprensión y la paciencia fueron desapareciendo como componentes valorados del amor. Estos cambios junto al relativismo dominante y propugnado por ciertos sectores fueron afectando profundamente la realidad de la vida matrimonial y familiar.
  • Algunos afirman que  esta crisis matrimonial de hoy no es mayor que en otros tiempos y que lo que hoy aparece a la luz, antes existía en parecida proporción y no era conocido porque se ocultaba hipócritamente.
  • De hecho, sea lo que sea, la crisis matrimonial y por ende familiar que existe en nuestra sociedad acarrea consecuencias negativas tanto en desarrollo y madurez de las personas como en distintos aspectos de la vida social. Pero; crisis no es sinónimo de catástrofe, sino que puede ser ocasión de clarificación y oportunidad de purificación.
  • A la luz de la Palabra de Dios podemos reconocer que la valoración y vivencia de la unidad e indisolubilidad en el matrimonio cristiano no se logra por la imposición de leyes ya sean canónicas o civiles, sino que es una meta que sólo desde el amor es posible alcanzar. Amor que, como fundamento del matrimonio, es descubrimiento, admiración, contemplación; donación y aceptación del otro en su singularidad.
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  • En la lectura del Génesis el hombre y la mujer rompen aquel equilibrio creador y dan rienda suelta a la tendencia humana de dominar, de codiciar el bien del otro y esto se convierte en norma social, es el momento cuando se comienza a actuar en contraposición de lo que implica ser modelado por la mano de Dios y ser portador del mismo querer de Dios
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  • El autor de la carta  a los hebreos pretende salir del paso de la dificultad que atormentaba a los primeros cristianos ante lo que se ha llamado “el escándalo de la cruz”. El sufrimiento, la pasión y la muerte de Jesús son la revelación más patente del Amor. Unidos a Cristo doliente es como daremos sentido a nuestros inevitables sufrimientos y muertes personales. Es imposible separar amor y muerte, amor y sacrificio, ya que no es posible amar de verdad sin la dolorosa renuncia a nuestro egoísmo y a nuestro amor propio. Y esto es verdad tanto para amar a los hombres como para amar a Dios. El amor de Dios para con la humanidad será siempre el modelo y prototipo para el amor de los hombres entre sí y más aún de los esposos.
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  • Este capítulo de Marcos nos presenta a Jesús de camino alejándose lentamente de su Galilea natal, hasta llegar a Judea y a Jerusalén, meta de su peregrinación. La tensión que se produce por confrontación en aumento con los dirigentes judíos y la incomprensión evidente de los discípulos van preparando la soledad del maestro en el Gólgota.
  • En el tiempo de Cristo era muy fuerte entre los rabinos la discusión sobre la interpretación que debía dar a los pasajes del Pentateuco en los que se legisla sobre las posibilidades que tiene el hombre de repudiar a la mujer. Los fariseos querían saber la opinión de un maestro cualificado como Jesús. El ambiente para el que escribe Marcos está muy alejado de los problemas legales judíos  por eso el tema se presenta como una enseñanza general sobre el matrimonio y el divorcio.
  • La legislación judía había admitido siempre el divorcio. Los fariseos intentan que Jesús tome partido en favor de la tendencia rigorista que sólo admitía el divorcio en casos graves; o por la liberal que lo aceptaba por cualquier causa. Jesús, basándose en la Escritura y mediante un método de argumentación típicamente rabínico, se coloca en el ideal del proyecto querido por Dios en el Génesis.
  • Jesús va más allá de lo puramente jurídico,  no condena a Moisés como legislador  que indicaba  que en determinadas circunstancias la ley que estipula el divorcio podía ser legítima  sino que plantea el ideal de plenitud mesiánica, como había hecho el sermón de la montaña y en otros momentos.  
  • El Evangelio es plenitud del Antiguo Testamento. La ley de Moisés, con la posibilidad del repudio, estaba hecha para un mundo sometido al pecado en el cual los corazones no estaban plenamente absorbidos por la voluntad de Dios. Ahora con la presencia del mesías, tal como habían anunciado los profetas, el amor de Dios será grabado en el corazón de cada hombre. Ahora, el planteo de esta cuestión es la plena realización de lo que Dios había dicho al principio, cuando el pecado aún no había llegado al mundo y no había sido capaz de destruir la unión del hombre y la mujer llamados a ser algo inseparable como una sola carne. El pecado ha sido superado, y los corazones de los hombres han sido transformados por Dios.
  • Para el creyente el matrimonio, porque está basado en el amor y el amor proviene de Dios es algo estable, permanente e indisoluble, por encima de toda legislación, sea ésta civil o canónica. El pensamiento de Jesús sólo aparecerá claro para quien reciba sus palabras en la fe; el matrimonio para el creyente es indisoluble por su propia naturaleza y porque expresa: el amor entre Cristo y la Iglesia; amor de una vez para siempre.
  • La actual crisis matrimonial no se superará con leyes drásticas ni con impedimentos jurídicos, ni amenazas morales sino dese el convencimiento de la necesidad de recrear el amor desde sus propias raíces.
  • El amor lejos de ser simplemente un sentimiento superficial y voluble es el ejercicio siempre creciente y siempre perfeccionable de una entrega total y plena para hacer feliz a aquel que se ama; no hay amor más grande que dar la Vida por los amigos.
  • El amor, si es verdadero, ha de ser fiel. El amor tiene la medida del hombre entero. No puede haber descuentos en el amor: o se toma, o se deja, o se da o se niega. Lleva el sello de lo definitivo. No se puede entrar en el amor con el reloj en la mano, con el cálculo mediocre de lo provisorio. Por eso excluye de antemano, valiente y generosamente, cualquier otro amor que pueda venir a hacerle sombra. El amor verdadero apuesta al todo y para siempre.
  • El amor indisoluble de: todos los días de mi vida, en la salud y en la enfermedad, en las alegrías y las tristezas no lo garantiza un contrato firmado por dos corazones enamorados, sino Dios que lo hace Don para los que se unen y Sacramento para el mundo. Como Don se recibe con alegría y humildad, y se hace tarea cotidiana en la oración, en el dialogo  sincero, en la comprensión tierna, en la mutua valoración y descubrimiento, en la capacidad de renuncia a los egoísmos personales y en el perdón cotidianamente ofrecido. Como Sacramento se anuncia para vida del mundo y es signo del reino.
  • Para poder acogerlo; Jesús culmina el evangelio con la imagen del niño. Nadie tiene acceso a los valores del reino si no lo recibe como un niño. No se trata de una candidez infantil, ni de una pretensión de permanecer en la infancia, sino el no estar endurecido por el propio egoísmo, ni por el orgullo de saber; sino vivir con la capacidad de admirar, confiar y abandonarse en entrega amorosa a lo que se le da.

Para discernir

        ¿Creo que los dones de Dios son irrevocables?
        ¿Soy consciente que cada don que el señor me confía implica una tarea?
        ¿He pretendido vivir los valores del reino con fuerza y voluntad?

Para repetir

…Dame Señor un corazón de niño…

Para la lectura espiritual

El matrimonio es más que vuestro amor recíproco. Posee un valor y un poder mayores, porque es una institución santa de Dios, a través de la cual quiere conservar a la humanidad hasta el fin de los días. Desde la perspectiva de vuestro amor, os veis solos en el escenario del mundo; desde la perspectiva del matrimonio, sois un eslabón en la cadena de las generaciones que Dios hace nacer y morir para su gloria, llamándolas a su Reino. Desde la perspectiva de vuestro amor veis solo el cielo de vuestra alegría personal; el matrimonio os inserta de una manera responsable en el mundo y en la responsabilidad de los hombres; vuestro amor os pertenece a vosotros solos, es personal; el matrimonio es algo suprapersonal, es un estado, un ministerio.
Dios hace vuestro matrimonio indisoluble, lo protege de todo peligro interior y exterior; Dios quiere ser el garante de su indisolubilidad. Esta es una alegre certeza para cuantos saben que ninguna fuerza en el mundo, ninguna tentación, ninguna debilidad humana, puede desatar lo que Dios mantiene unido; más aún, quien sabe esto puede decir con confianza: «Lo que Dios ha unido no lo puede separar el hombre». Libres de todas las ansias que el amor lleva siempre consigo, podéis deciros, con seguridad y confianza total: no podremos perdernos nunca más, pues nos pertenecemos recíprocamente hasta la muerte por voluntad de Dios.
Vivid juntos perdonándoos recíprocamente vuestros pecados, sin lo cual no puede subsistir ninguna comunidad humana, y mucho menos un matrimonio. No seáis autoritarios entre vosotros, no os juzguéis ni os condenéis, no os dominéis, no echéis la culpa el uno a la otra, sino acogeos por lo que sois y perdonaos recíprocamente cada día, de corazón. Desde el primero al último día de vuestro matrimonio, debe seguir siendo válida esta exhortación: acogeos... para la gloria de Dios. Habéis oído la palabra que Dios dice sobre vuestro matrimonio. Dadle gracias por ella, dadle gracias por haberos guiado hasta aquí y pedidle que funde, consolide, santifique y custodie vuestro matrimonio: de este modo seréis «algo para alabanza de su gloria»
D. Bonhoeffer. Resistencia y sumisión

Para rezar
Oración por la Familia

Padre Celestial,
nos has dado un modelo de vida
en la Sagrada Familia de Nazaret.
Ayúdanos, Padre,
a hacer de nuestra familia otro Nazaret,
donde reine amor, paz y alegría.
Que sea profundamente contemplativa
y vibrante de alegría.
Ayúdanos a permanecer unidos
por la oración en familia
en los momento de gozo y de dolor.
Enséñanos a ver a Jesucristo
en los miembros de nuestra familia
especialmente en los momentos de angustia.
Haz que el corazón de Jesús
haga nuestros corazones mansos y humildes como el suyo
y ayúdanos a sobrellevar las obligaciones familiares de una manera santa.
Haz que nos amemos más y más unos a otros cada día
como Dios nos ama a cada uno de nosotros
y a perdonarnos mutuamente nuestras faltas
como Tú perdonas las nuestras.
Ayúdanos, Padre,
a recibir todo lo que nos das
y a dar todo lo que quieres recibir
con una gran sonrisa
. Amén.

MADRE TERESA DE CALCUTA

 Hogar y familia
La paz y la guerra comienzan en el hogar. Si de verdad queremos que haya paz en el mundo, Empecemos por amarnos unos a otros en el seno de nuestras propias familias. Si queremos sembrar alegría en derredor nuestro, precisamos que toda familia viva feliz
Algunos padres están llenos de amor y de ternura hacia sus hijos. Recuerdo el ejemplo de una madre que tenía doce hijos. La más pequeña de todos, que era niña, estaba afecta de una profunda minusvalía. Me resulta difícil describir su aspecto, tanto desde el punto de vista físico como emocional. Cuando se me ocurrió brindarme a acoger a la niña en uno de nuestros hogares, donde teníamos otros en condiciones parecidas, la madre prorrum­pió en sollozos: – ¡Por Dios, Madre Teresa, no me diga eso! Esta criatura es el mayor regalo que Dios ha hecho a mi familia. Todo nuestro amor se centra en ella. Si se la lleva, nuestras vidas carecerán de sentido.
No deberíamos vivir en las nubes, en un nivel de superficialidad. Deberíamos empeñarnos en comprender mejor a nuestros hermanos y hermanas. Para comprender mejor a aquellos con quienes convivimos, es necesario que antes nos comprendamos a nosotros mismos. Jesús, nuestro modelo en todo, lo es también en la obediencia. Yo estoy convencida de que siempre pedía permiso para todo a María y a José.
En Jesús, María y José, los integrantes de la Sagrada Familia de Nazaret, se nos brinda un magnífico ejemplo para la imitación. ¿Qué fue lo que hicieron? José era un humilde carpintero ocupado en mantener a Jesús y María, proveyéndoles de alimento y vestido: de todo lo que necesitaban para subsistir. María, la madre, tenía también una humilde tarea: la de ama de casa con un hijo y un marido de los que ocuparse. A medida que el hijo fue creciendo, María se sentía preocupada porque tuviera una vida normal, porque se sintiera a gusto en casa, con ella y con José. Era aquél un hogar donde reinaban la ternura, la comprensión y el respeto mutuo. Como he dicho: un magnífico ejemplo para nuestra imitación.
Hoy todo el mundo da la impresión de andar acelerado. Nadie parece tener tiempo para los demás: los hijos para sus padres, los padres para sus hijos, los esposos el uno para el otro. La paz mundial empieza a quebrarse en el inte­rior de los propios hogares.
De vez en cuando deberíamos plantearnos algunos interrogantes para saber orientar mejor nuestras acciones. Deberíamos plantearnos interrogantes como éste: ¿Conozco a los pobres? ¿Conozco, en primer lugar, a los pobres de mi familia, de mi hogar, a los que viven más cerca de mí: personas que son pobres, pero acaso no por falta de pan? Existen otras formas de pobreza, precisamente más dolorosa en cuanto más íntima. Acaso mi esposa o mi marido carezcan, o carezcan mis hijos, mis padres, no de ropa ni de alimento. Es posible que carezcan de cariño, por­que yo se lo niego.
¿Dónde empieza el amor? En nuestros propios hogares. ¿Cuándo empieza? Cuando oramos juntos. La familia que reza unida permanece unida.
Muchas veces basta una palabra, una mirada, un gesto para que la felicidad llene el corazón del que amamos.
A veces, cuando tropiezo con padres egoístas, me digo: “Es posible que estos padres estén preocupados por los que pasan hambre en África, en la India o en otros países del Tercer Mundo. Es posible que sueñen con que el hambre desaparezca. Sin em­bargo, viven descuidados de sus propios hijos, de que hay pobreza y hambre de naturaleza diferente en sus propias familias. Es más: son ellos quienes causan tal hambre y tal pobreza”.
Empieza diciendo una palabra amable a tu hijo, a tu marido, a tu mujer. Empieza ayudando a alguien que lo necesite en tu comunidad, en tu puesto de trabajo o en tu escuela... El mundo está saturado de sufrimientos por falta de paz. Y en el mundo falta paz porque falta en los hogares. Hay muchos – ¡demasiados!– hogares divi­didos.
El amor empieza al dedicarnos a aquellos a quienes tenemos a nuestro lado: los miembros de nuestra propia familia. Preguntémonos si somos conscientes de que acaso nuestro marido, nuestra esposa, nuestros hijos, o nuestros padres viven aislados de los demás, de que no se sienten queridos, incluso viviendo con nosotros. ¿Nos damos cuenta de esto? ¿Dónde están hoy los ancianos? Están en asilos (¡si es que los hay!). ¿Por qué? Porque no se los quiere, porque molestan, porque...
La mujer ha sido creada para amar y ser amada. La mujer es el centro de la familia. Si hoy existen problemas graves, es porque la mujer ha abandonado su lugar en el seno de la familia. Cuando el hijo regresa a casa, su madre no está allí para acogerlo.
¿Cómo podremos amar a Jesús en el prójimo si no empezamos por amarlo en las personas que tenemos a nuestro lado, en nuestro propio hogar?
No es necesario desplazarse hasta los suburbios para tropezar con la carencia de amor y encontrar pobreza. En toda familia y, vecindario existe alguien que sufre. Hacedme caso: si no prestáis un sacrificio gra­tuito a quienes están a vuestro lado, tampoco se lo podréis ofrecer a los pobres.
La palabra “amor” es tan mal entendida como mal empleada. Una persona puede decir a otra que la quiere, pero intentando sacar de ella todo lo que pueda, incluso cosas que no debería. En tales casos no se trata en absoluto de verda­dero amor. El amor verdadero puede llegar a hacer sufrir. Por ejemplo, es doloroso tener que dejar a alguien a quien se quiere. A veces puede incluso tener que dar la vida por alguien a quien se ama. Quien contrae matrimonio tiene que renunciar a todo lo que se opone al amor a la otra parte. La madre que da a luz a un hijo sufre mucho. Lo mismo sucede con nosotras en la vida religiosa: para pertenecer por completo a Dios tenemos que renunciar a todo: solo así podemos amarlo verdaderamente.
Si queremos verdaderamente la paz, debemos adoptar una resolución firme: no consentir que un solo niño viva privado de amor.
Me temo que no existe conciencia de lo impor­tante que es la familia. Si se instalase el amor en el interior de la familia, el mundo cambiaría para bien.
Los jóvenes de hoy, como los de cualquier tiempo, son generosos y buenos. Pero no debemos engañarlos estimulándoles a consumir diversiones. La única manera de que sean felices es ofrecer­les la ocasión de hacer el bien.
El amor comienza por el hogar. Si la familia vive en el amor, sus miembros esparcen amor en su entorno.
Señor, enséñame a no hablar como un bronce que retumba o una campanilla aguda, sino con amor. Hazme capaz de comprender y dame la fe que mueve montañas, pero con el amor. Enséñame aquel amor que es siempre paciente y siempre gentil: nunca celoso, presumido, egoísta y quisquilloso. El amor que encuentra alegría en la verdad, siempre dispuesto a perdonar, a creer, a esperar, a soportar. En fin, cuando todas las cosas finitas se disuelvan y todo sea claro, haz que yo haya sido el débil pero constante reflejo de tu amor perfecto.
(Madre Teresa de Calcuta, Orar, Editorial Planeta, 91-101)

LECTURAS Y REFLEXIONES PARA LA ARQUIDIOCESIS DE BUENOS AIRES

38ª Peregrinación Juvenil a Luján “Madre, enséñanos a trabajar por la justicia”

Jesús le dijo: «Mujer, aquí tienes a tu hijo.» Luego dijo al discípulo: «Aquí tienes a tu madre.»


PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Isaías                                    35, 1-7

¡Regocíjense el desierto y la tierra reseca, alégrese y florezca la estepa! ¡Sí, florezca como el narciso, que se alegre y prorrumpa en cantos de júbilo! Le ha sido dada la gloria del Líbano, el esplendor del Carmelo y del Sarón. Ellos verán la gloria del Señor, el esplendor de nuestro Dios.
Fortalezcan los brazos débiles, robustezcan las rodillas vacilantes; digan a los que están desalentados: « ¡Sean fuertes, no teman: ahí está su Dios! Llega la venganza, la represalia de Dios: él mismo viene a salvarlos.»
Entonces se abrirán los ojos de los ciegos y se destaparán los oídos de los sordos; entonces el tullido saltará como un ciervo y la lengua de los mudos gritará de júbilo. Porque brotarán aguas en el desierto y torrentes en la estepa; el páramo se convertirá en un estanque y la tierra sedienta en manantiales; la morada donde se recostaban los chacales será un paraje de caña y papiros.
Palabra de Dios
 
O bien:

Lectura del libro del profeta Isaías                                           58, 7-8, 10

Este es el ayuno que yo amo – oráculo del Señor- : soltar las cadenas injustas, desatar los lazos del yugo, dejar en libertad a los oprimidos y romper todos los yugos. Compartir tu pan con el hambriento y albergar a los pobres sin techo; cubrir al que veas desnudo y no despreocuparte de tu propia carne.
Entonces despuntará tu luz como la aurora y tu llaga no tardará en cicatrizar; delante de ti avanzará tu justicia y detrás de ti irá la gloria del Señor. Entonces llamarás, y el Señor responderá; pedirás auxilio, y él dirá: “¡Aquí estoy!”.
Si eliminas de ti todos los yugos, el gesto amenazador y la palabra maligna; si ofreces tu pan al hambriento y sacias al que vive en la penuria, tu luz se alzará en las tinieblas y tu oscuridad será como el mediodía.
Palabra de Dios

SALMO            Lc 1, 46-48. 49-50. 51-53. 54-55 (R.: cf. 49)
R.         El Señor hizo en mí maravillas:¡gloria al Señor!

            «Mi alma canta la grandeza del Señor,
            y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador,
            porque él miró con bondad la pequeñez de su servidora.
            En adelante todas las generaciones me llamarán feliz. 

            Porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas:
            ¡su Nombre es santo!
            Su misericordia se extiende de generación en generación
            sobre aquellos que lo temen. 

            Desplegó la fuerza de su brazo,
            dispersó a los soberbios de corazón.
            Derribó a los poderosos de su trono
            y elevó a los humildes.
            Colmó de bienes a los hambrientos
            y despidió a los ricos con las manos vacías. 

            Socorrió a Israel, su servidor,
            acordándose de su misericordia,
            como lo había prometido a nuestros padres,
            en favor de Abraham
            y de su descendencia para siempre.» 

SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de Efeso                                                         1, 3-6. 11-12

Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bienes espirituales en el cielo, y nos ha elegido en él, antes de la creación del mundo, para que fuéramos santos e irreprochables en su presencia, por el amor.
El nos predestinó a ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, que nos dio en su Hijo muy querido.
En él hemos sido constituidos herederos, y destinados de antemano -según el previo designio del que realiza todas las cosas conforme a su voluntad- a ser aquellos que han puesto su esperanza en Cristo, para alabanza de su gloria.
Palabra de Dios 

EVANGELIO
XLectura del santo Evangelio según san Juan                         19, 25-27

Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: «Mujer, aquí tienes a tu hijo.» Luego dijo al discípulo: «Aquí tienes a tu madre.» Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa.
Palabra del Señor

 Para reflexionar

  • Aquí tienes a tu Madre”, resuena la voz del Maestro desde la cruz.
  • Fue dicha esa frase, esa oración, en la noche de la historia. Aquí tenemos a nuestra Madre que está recibiéndonos en su casa, para recibir y acompañar la historia de cada uno.
  • “Encontramos fuerzas en Dios al empezar la peregrinación” (salmo 83) y llegamos hasta aquí para que Él hable a nuestros corazones. Caminamos preparando este momento tan grande, de tanto silencio y que nos hace tanto bien haber venido y estar juntos.
  • Y porqué venimos? Porque escuchamos tantas cosas, tantas que buscan confundir, que necesitamos que se nos confirme lo que se nos dió para nuestro bien al principio de nuestro camino en la fe: que Dios es la verdad y que no cambia.
  • Y aquí a la Virgen le pedimos que nos ayude a seguir confiando y que nada ni nadie nos confundan.
  • Cada vez que hacemos esta peregrinación, en este lugar, nuestras vidas saben que aquí están nuestras raíces de la fe. Mucho puede ir cambiando, pero en Lujan junto a Nuestra Madre, esta la gran verdad de nuestro pueblo, de todos nosotros
  • Aquí decimos que el pueblo encuentra esperanza y pide que sea protegida. La esperanza de los hijos de esta querida patria, la que desde sus orígenes y de mucho antes también, es Patrona muchos pueblos vecinos que la siguen visitando. Seguro que entre ustedes hay uruguayos, paraguayos o descendientes. Esta es la casa de todos ustedes, nuestra casa, esta nuestra Madre que cuida la esperanza y la vida de uno.
  • Les pregunto: alguno se bautizó aquí?  Muchos fuimos traídos por nuestros padres a la casa de la Virgen para ser hijos de Dios. Aquí fuimos consagrados y desde ese momento nuestra Madre nos cuida.
  • Aquí nos espera. Lo sabemos desde chiquitos, fuimos recibiendo esa verdad que viene del amor que nos dio vida y que nuestros papas quisieron prolongar con este cuidado. Por eso, en el andar de la vida, las dificultades muchas veces nos llevan a tocar fondo en nuestros problemas, y caminamos, seguimos andando y peregrinamos buscando este descanso que nos renueva y que nos ayuda a hacer crecer esta comunión y a recuperar la esperanza.
  • Este lugar es todo esto, por eso en esta peregrinación, que hemos pedido que nos ayude a renovar la esperanza, aquí creemos que al pedir ayuda no estaremos confundidos. Jesús al final del evangelio nos dice que va estar con nosotros hasta el fin del mundo y desde la cruz nos dejo a su mamá: Es la verdad de Dios que nace de su amor, lo creemos y así se lo contamos a otros para que sigan visitando este lugar donde se nos cuida la fe y la vida.
  • Por eso, cuando sintamos que estamos confundidos o que estamos vacilando, Ella es Madre: para dar a luz, para acompañar, para fortalecer, para señalar con su voz en el fondo de mi corazón: seguí caminando, tené confianza, “acaso no estoy yo aquí que soy tu Madre”, que hoy a sus pies Ella nos haga entender esto. Que así sea.
P. Jorge Torres Carbonell

La peregrinación de la vida
  • Estamos en un tiempo marcado por la provisionalidad, un tiempo en el que la existencia va teniendo un sentido heroico, tiempo de peregrinación y en el que a pesar de poner la mirada en el horizonte, muchas veces se nos nubla la visión y la esperanza para poder avanzar seguros.
  • Peregrinar es caminar con un rumbo cierto, es avanzar hacia una meta, a un lugar que se nos presenta como definitivo. En la vida de la Iglesia las peregrinaciones han sido una práctica constante y fecunda que la pintan a Ella misma, porque la Iglesia es Pueblo peregrino que camina sostenido por la esperanza.
  • Jesús mismo se define como "el Camino" al Padre. Ser cristiano es seguir a Cristo abriéndonos a la gracia que el Espíritu derrama en nuestros corazones, para configurarnos con Él y así ser y vivir como hijos de Dios, discípulos del Reino y hermanos de todos los hombres. Esta peregrinación lleva siempre una cuota inevitable de riesgo, debido a nuestra debilidad y nuestro pecado. Es parte del diario morir en Cristo. La fe nos permite vivirlo con “Esperanza Pascual”.
  • Toda la vida del cristiano es peregrinación. Sin embargo, en algunos momentos, esta dimensión se vive de una manera especialmente intensa.

María Peregrina
  • En este tiempo, en este día: queremos y debemos mirar de una manera especial a nuestra Madre: María es la estrella que refleja los rayos del Sol de Justicia que viene de los alto y nos muestra el camino de nuestro peregrinar. María nos educa «consiguiéndonos abundantes dones del Espíritu Santo y proponiéndonos, al mismo tiempo, el ejemplo de aquella "peregrinación de la fe", de la cual es maestra incomparable» (Juan pablo II).
  • Su vida se consume en el seguimiento radical de ese Camino que es su propio Hijo, y recorriendo con ella sus pasos, vamos caminando hacia la santidad. Ella es la "Madre del peregrino", que nos acompaña siempre, y especialmente en los momentos de cansancio o dificultad. María es peregrina por excelencia. Además del Señor Jesús, ella es quién ha comprendido mejor que nadie, que este mundo no es un lugar para instalarse, sino para realizar el Plan de Dios.
  • Su vida estuvo marcada por las peregrinaciones. La primera es aquella por la que sale de sí para abrirse al plan de Dios, luego vendrá la que emprende para atender a su prima Isabel, quien, como Ella, está embarazada. Ambos embarazos son fruto del amor de Dios por su pueblo. Se pone en camino después que el ángel le anuncia que será la Madre del Redentor; luego de su peregrino "Hágase" lleno de confianza y amor, María inicia una peregrinación para vivir el servicio humilde y necesario.  La que lleva la Palabra en su vientre "se levanta" y se pone en marcha, a la ciudad de Ain Carim, para ofrecer su servicio de compasión y amor. Todo su ser expresa esa unión íntima, con el Hijo a quien lleva en sus entrañas.
  • María, responde a la alabanza de Isabel redireccionando su saludo y volviéndolo una alabanza al buen Dios. Poco tiempo después María, peregrina hacia José, hacia la oscuridad que se hace luz y juntos inician su peregrinar, ahora como familia, a Belén, la ciudad de David. La Madre de Jesús experimenta las dificultades del camino, la indiferencia de los posaderos, las incomodidades y necesidades de un pesebre. Pero nada podrá empañar la inmensa alegría del nacimiento del Señor, acompañada por la solidaridad de los pobres pastores y por el homenaje de los reyes que manifiestan la esperanza de todos los pueblos por el Mesías.
  • Peregrinarán luego para cumplir con las prescripciones de la Ley de Moisés, y recibe la profecía del dolor y la contradicción por parte del anciano Simeón.  Peregrina a Jerusalén para la fiesta de la Pascua cuando Jesús tuvo doce años. Año tras año María peregrinó a Jerusalén, la Ciudad Santa, año tras año, llevó a su Hijo educándolo en el sentido de la peregrinación y dejándose educar por Él, que debía estar en las cosas del Padre.

Peregrina al pie de la cruz
  • Todas estas peregrinaciones, la preparan para la peregrinación hasta los pies de la Cruz de su Hijo Jesús, donde hace su propio Vía Crucis.  María acompaña a su hijo viviendo la "compasión", sufriendo en su interior los dolores de su Hijo por la misteriosa, amorosa y profunda unión que vivían. Ella participa activamente en el camino de la Cruz. Ofrece a Dios todo su dolor y  se configura con Jesús en este momento de sufrimiento.
  • Ella no desfallece en el seguimiento de Cristo cuando éste se hace cada vez más doloroso y exigente. No pierde el paso, no se aleja. Está siempre al lado de su Hijo y en lo alto del monte Calvario está de pie en medio de su dolor inimaginable.
  • Y está de pie porque en lo más íntimo de su ser, por debajo de esta peregrinación de dolor, corre, como un río profundo, una alegría inmensa que brillará en todo su esplendor en la Resurrección. Ella sabe, con la certeza de la fe, que en la Cruz su Hijo está venciendo el pecado y la muerte, sabe que allí está reconciliando a los hombres con el Padre.
  • Desde lo alto de la Cruz, en el culmen de esa peregrinación de dolor y alegría, Jesús nos entrega a su Madre, como compañía en el camino de nuestro cotidiano peregrinar. El Señor le confía la misión de ser Madre nuestra y Ella cumple con fiel amor este encargo, acompañando este andar de la Iglesia primitiva, de la Iglesia de todos los tiempos.
  • La palabra del Crucificado al discípulo y, por medio de él, a todos los discípulos de Jesús se hace de nuevo verdadera en cada generación. María se ha convertido efectivamente en Madre de todos los creyentes. La esperanza de María al pie de la cruz encierra una luz más fuerte que la oscuridad que reina en muchos corazones: ante el sacrificio redentor, nace en María la esperanza de la Iglesia y de la humanidad.
  • En el momento de la máxima entrega, María está a la altura del Amor de su Hijo y se entrega plenamente, otra vez,  a la bondadosa voluntad de Dios sobre los hombres, y por eso se le encarga la maternidad de todos los hombres: Esta nueva maternidad de María, engendrada por la fe, es fruto del nuevo amor que maduró en ella definitivamente al pie de la cruz, por medio de su participación en el amor redentor de su Hijo.
  • Este es el gran legado que Cristo concede desde la Cruz a la humanidad. Es como una segunda Anunciación para María. Hace treinta y tres años un ángel la invitó a entrar en los planes salvadores de Dios. Ahora, no ya un ángel, sino su propio Hijo, le anuncia una tarea nueva: recibir como hijos de su alma a los causantes de la muerte de su primogénito. María”Madre de Dios”,”Madre de Cristo”,”Madre de los hombres”.
  • Sólo Jesús sabe lo que hay en el corazón de su madre, por eso la llama mujer, no María o mamá. En la cruz no le puede pedir que renuncie a ser madre. Jesús sabe que comienza una nueva época para la humanidad. Su nueva maternidad le agranda el corazón hasta límites insospechados. Jesús entrega a su Madre como Madre de todos los vivientes, especialmente de los que serán hijos de Dios por la gracia.
  • A su bondad materna, se dirigen los hombres de todos los tiempos y de todas  partes del mundo, en sus necesidades y esperanzas, en sus alegrías y contratiempos, en su soledad y en su convivencia». En Pentecostés, atrae con su oración el Espíritu Santo sobre los Apóstoles, que la llena de fuerza para la tarea evangelizadora y el servicio generoso.
  • María es Madre del Pueblo de Dios y desde su Asunción a los cielos nos guía y acompaña en nuestro peregrinar hacia la Patria definitiva. «La Madre de Jesús, es la imagen y principio de la Iglesia que ha de ser consumada en el futuro siglo; así en esta tierra, hasta que llegue el día del Señor, antecede con su luz al Pueblo de Dios peregrinante como signo de esperanza y de consuelo».
  • Y desde su cielo se hizo, también, peregrina hasta nuestra patria para quedarse de un modo particular y amoroso en las orillas del río Luján como signo de su maternal entrega por estos hijos suyos.

Los jóvenes hacen historia
  • El pueblo argentino lo ha reconocido y camina hacia ella. El pueblo joven desde hace más de tres décadas sintió fuertemente, en medio de la oscuridad y el dolor fraticida, la necesidad de poner la situación del país y de cada argentino en sus manos de Madre. Sólo ella nos alcanza de Dios lo que los hombres no podemos alcanzar solos. Se ha entendido y se ha vivido así. Los lemas que hemos rezado en estos más de treinta años, son un vivo reflejo de esta realidad.
·         Miles y millones de pisadas han sido testigos y protagonistas de este deseo atravesando el camino que nos lleva a Luján y atravesando las distintas épocas de la historia del país, pisando egoísmos y alentando esperanzas.  Basta con hacer memoria de  algunos de los lemas que cada año animaban nuestro caminar para descubrir las situaciones que fuimos viviendo: La juventud peregrina a Luján por la patria (1975), Los hermanos sean unidos (1976), Con María construyamos una patria de hermanos (1985), Madre, hacenos más hermanos (1994), Madre, gracias por estar con nosotros, queremos cuidarnos como hermanos (2003), Virgen ayúdanos, queremos ser un solo pueblo, (2004), Madre, enséñanos a cuidar la vida (2005), Madre, necesitamos vivir como hermanos (2006), Madre, ayudanos a vivir en la verdad (2007), Madre ayudanos a cuidar la vida (2011), y hoy Madre, enseñaños a trabajar por la justicia…

 
La contemplación de Cristo tiene en María su modelo insuperable. El rostro del Hijo le pertenece de un modo especial. Ha sido en su vientre donde se ha formado, tomando también de Ella una semejanza humana que evoca una intimidad espiritual ciertamente más grande aún. Nadie se ha dedicado con la asiduidad de María a la contemplación del rostro de Cristo. Los ojos de su corazón se concentran de algún modo en Él ya en la Anunciación, cuando lo concibe por obra del Espíritu Santo; en los meses sucesivos empieza a sentir su presencia y a imaginar sus rasgos. Cuando por fin lo da a luz en Belén, sus ojos se vuelven también tiernamente sobre el rostro del Hijo, cuando lo «envolvió en pañales y le acostó en un pesebre» (Lc 2, 7).
Desde entonces su mirada, siempre llena de adoración y asombro, no se apartará jamás de Él. Será a veces una mirada interrogadora, como en el episodio de su extravío en el templo: « Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? » (Lc 2, 48); será en todo caso una mirada penetrante, capaz de leer en lo íntimo de Jesús, hasta percibir sus sentimientos escondidos y presentir sus decisiones, como en Caná (cf. Jn 2, 5); otras veces será una mirada dolorida, sobre todo bajo la cruz, donde todavía será, en cierto sentido, la mirada de la ‘parturienta’, ya que María no se limitará a compartir la pasión y la muerte del Unigénito, sino que acogerá al nuevo hijo en el discípulo predilecto confiado a Ella (cf. Jn 19, 26-27); en la mañana de Pascua será una mirada radiante por la alegría de la resurrección y, por fin, una mirada ardorosa por la efusión del Espíritu en el día de Pentecostés (cf. Hch 1, 14).
María vive mirando a Cristo y tiene en cuenta cada una de sus palabras: « Guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón » (Lc 2, 19; cf. 2, 51). Los recuerdos de Jesús, impresos en su alma, la han acompañado en todo momento, llevándola a recorrer con el pensamiento los distintos episodios de su vida junto al Hijo. Han sido aquellos recuerdos los que han constituido, en cierto sentido, el ‘rosario’ que Ella ha recitado constantemente en los días de su vida terrenal. Cuando se recita el Rosario, la comunidad cristiana está en sintonía con el recuerdo y con la mirada de María.
Por su naturaleza el rezo del Rosario exige un ritmo tranquilo y un reflexivo remanso, que favorezca en quien ora la meditación de los misterios de la vida del Señor, vistos a través del corazón de Aquella que estuvo más cerca del Señor, y que desvelen su insondable riqueza».
Juan Pablo II Rosarium Virginis Mariae

Madre y Reina
Que quisiste visitar la tierra Argentina
Y quedarte a vivir entre nosotros, junto al Río Luján,
Para unirnos como pueblo de hermanos
Y mostrarnos el camino hacia Jesús
Repitiéndonos siempre aquello del evangelio
“Ustedes hagan lo que él les diga” (Jn, 2-5)
Nosotros te damos gracias.
Ahora
Celebrando en que nuestros antepasados
Nuestros padres y nuestros abuelos,
hombres y mujeres simples,
hombres y mujeres del pueblo,
hombres de la iglesia y de la patria.
Te coronaron Reina nuestra
como muestra de un cariño grande
Y respuesta de tu materna fidelidad,
como reafirmación sincera
del deseo de vivir bajo tu manto,
nosotros queremos renovar con nuestro ardor,
la apertura de nuestros corazones a Jesús,
en la nueva evangelización.
Sabemos que lo que esperas de nosotros
es apertura y amor a Jesús y al prójimo.
MADRE Y REINA DE LUJAN
quédate entre nosotros y guíanos.
Bendice a la iglesia Argentina,
a la patria y a las familias.
Cuida nuestros niños,
orienta a los jóvenes
y sana a los enfermos.
Ayúdanos a construir un mundo nuevo
donde podamos vivir, de veras
la experiencia fraternal del evangelio.
enséñanos a vivir con generosidad y a amar sin interés
Madre y Reina de Luján
enséñanos a cuidar la vida
quédate con nosotros!!! Amén

LECTIO DIVINA

El que no recibe el Reino de Dios como un niño no entrará en él
   
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos     10, 2-16

    Se acercaron algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le plantearon esta cuestión: «¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer?»
    Él les respondió: «¿Qué es lo que Moisés les ha ordenado?»
    Ellos dijeron: «Moisés permitió redactar una declaración de divorcio y separarse de ella».
    Entonces Jesús les respondió: «Si Moisés les dio esta prescripción fue debido a la dureza del corazón de ustedes. Pero desde el principio de la creación, "Dios los hizo varón y mujer". "Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre, y los dos no serán sino una sola carne". De manera que ya no son dos, "sino una sola carne". Que el hombre no separe lo que Dios ha unido».
    Cuando regresaron a la casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre esto.
    Él les dijo: «El que se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra aquella; y si una mujer se divorcia de su marido y se casa con otro, también comete adulterio».
    Le trajeron entonces a unos niños para que los tocara, pero los discípulos los reprendieron. Al ver esto, Jesús se enojó y les dijo: «Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos. Les aseguro que el que no recibe el Reino de Dios como un niño, no entrará en él».
    Después los abrazó y los bendijo, imponiéndoles las manos.
Palabra del Señor. 

1.     LECTURA -  ¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO? 

 ·   Guías para la lectura:
         
Teniendo en cuenta los cambios de lugar y personas con las que interactúa el Maestro podemos dividir el texto del evangelio en tres partes:

1. Diálogo de Jesús con los Fariseos (versículos 2 al 9)
Los fariseos ya en otras ocasiones han intentado probar que Jesús está en contra de las enseñanzas de la ley de Moisés y por esto es opositor del pueblo judío o del emperador (Mc 2, 16-22; 7, 1-16; 8, 11-21). Las respuestas del Maestro siempre son claras, pero dejan al descubierto los errores en la forma de interpretar la ley por parte de los fariseos.
Ésta no será ni la primera ni la última vez que los fariseos intenten “ponerle una trampa”. En esta ocasión, la excusa será lo que piensa Jesús respecto a la ley promulgada por Moisés acerca del divorcio, o dicho en el lenguaje en que fue escrita, la “carta de repudio” (Dt 24, 1-4);la cual se usaba para que el hombre pudiese volver a casarse y dejar constancia que el esposo le daba la libertad absoluta a la esposa, y de esa manera prevenir que fuese después acusada de adulterio y apedreada por ello (Dt 22, 22). La respuesta de Jesús podía tener dos tipos de personas que se incomodarían:
• El  imperio: Recordemos que ya en el pasado afirmaciones en contra del divorcio cobraron la vida de alguien importante: Juan el Bautista, quien, al ponerse en contra del matrimonio del rey Herodes con Herodías, esposa de Filipo, hermano de Herodes, fue arrestado y decapitado (Mc 6, 17-18). Al hacer esta pregunta a Jesús esperaban que su respuesta pudiese ser usada para hacer que el rey hiciera  algo similar a lo que hizo con el Bautista.
• El pueblo: De igual modo, la pregunta, en caso de tener una respuesta que desvirtuara esta Ley Mosaica tendría consecuencias graves para Jesús; ya que estas leyes al estar contenidas en la Torah (Pentateuco), eran sagradas para el pueblo y por tanto seria un opositor del Dios de Israel; lo cual le quitaría cualquier posibilidad de hablar públicamente sin ser repudiado por el pueblo, los sacerdotes y los mismos fariseos.
De esta manera, casi cualquier respuesta de Jesús podía dar como resultado consecuencias políticas, sociales o religiosas.
Jesús como ya lo ha hecho antes, responde a la pregunta hecha por los fariseos (Mc 10, 2) con otra pregunta: ¿Qué les mandó a ustedes Moisés? (v. 3) para con estos dos elementos, generar su respuesta y dar una enseñanza a las personas que se encuentran en el lugar: fariseos, discípulos y demás oyentes. 
Vistos estos elementos, ahora hablemos de la respuesta del Maestro. Jesús parte del reconocimiento de la ley como existente, vigente y usada normalmente por el pueblo. Pero la contrasta con un término que es usado ya en las Escrituras para hablar de la “terquedad del ser humano”, usa el término “dureza de corazón” que tiene que ver con nuestra tendencia a querer justificar nuestros actos aún por encima de lo que Dios quiere para nuestras vidas.
Jesús la pone en contraste con la enseñanza del Padre, con la manera en la que sucedió en los orígenes: Al principio los hizo “hombre y mujer” (Gn 1, 27; 5,2) y están unidos para siempre haciéndose uno solo (Gn 2, 24). De esta manera, Jesús responde poniendo que, por encima de las leyes que se van creando, está el “querer de Dios” es decir, lo que Dios pensó, soñó y manifestó desde la creación.

2.     Explicación a los discípulos (versículos 10 a 12) 
Como es costumbre en las enseñanzas de Jesús después de  hacer una enseñanza en público, da también una profundización a sus discípulos (Mc 7,17; 9,28.33). En esta ocasión parte de la pregunta de los discípulos respecto a lo que ya les dijo a todos, Él explica que, ni hombre ni mujer, deberían buscar el divorcio (v. 11-12).

3. El Reino de Dios y los niños (versículos 13-16) 
Un nuevo cambio  de lugar nos prepara para otro episodio. Dejando a un lado el tema del matrimonio y mientras está con los discípulos, aparece nuevamente la gente buscando al Maestro; esta vez en compañía de niños. La actitud de los apóstoles es intentar que no lo molesten, este hecho es tomado por Jesús como punto de partida para hablar del Reino de Dios, ya que es la inocencia de los niños, la alegría de recibir y tomar como suyo un regalo que se les entrega gratuitamente, como es el Reino.
La actitud de los apóstoles se toma nuevamente como excusa para enseñarles la importancia de la sencillez, necesaria para aceptar al Señor y con él su mensaje. La única pretensión de los niños era que los tocará, es decir que les diera su bendición. Así termina el relato “Y tomó en sus brazos a los niños, y los bendijo poniendo las manos sobre ellos” (v.16). 

2.     MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?

·                        Preguntas para la meditación: 

A modo de meditación consideremos estas palabras del  Papa Benedicto XVI en la vigilia de oración con los jóvenes: 
“A muchos, el Señor los llama al matrimonio, en el que un hombre y una mujer, formando una sola carne (cf. Gn 2, 24), se realizan en una profunda vida de comunión. Es un horizonte luminoso y exigente a la vez. Un proyecto de amor verdadero que se renueva y ahonda cada día compartiendo alegrías y dificultades, y que se caracteriza por una entrega de la totalidad de la persona. Por eso, reconocer la belleza y bondad del matrimonio, significa ser conscientes de que solo un ámbito de fidelidad e indisolubilidad, así como de apertura al don divino de la vida, es el adecuado a la grandeza y dignidad del amor matrimonial.”. 

3.     ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL TEXTO BÍBLICO?      

Te damos gracias, Padre,
“Porque dignificaste tanto al hombre creado por tu bondad,
que en la unión del varón y la mujer
nos dejaste la imagen de tu propio amor.
Y al que amorosamente creaste, lo invitas sin cesar,
al ejercicio de la ley de la caridad
para que pueda participar en tu amor eterno.
Y así el sacramento del matrimonio
a la vez que es signo de tu caridad,
santifica el amor humano,
por Jesucristo, Señor nuestro”. Amén.
             Del Prefacio de la Celebración del Matrimonio

 4.     CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?
  
En ocasiones pensamos que en un mundo materialista,  así como podemos comprar cosas desechables, los matrimonios son también  desechables y si no funcionó, tengo toda la libertad para salir y buscar a alguien más; dejando incluso hijos, esposa o esposo. Este problema genera cada vez mas desintegración familiar. Las cifras de divorcios en matrimonios jóvenes son cada vez mas altas y la expectativa de duración de estas uniones es cada vez menor. 
  
5.     ACCIÓN -  ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO BÍBLICO?

·                        Preguntas para la acción: 

Ø ¿Qué cambio de actitudes debo tener para ser defensor del sacramento del matrimonio?
Ø¿Cómo puedo prepararme para un matrimonio duradero y hacerlo posible?
Ø ¿Qué me falta para ser como niño?

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