2 de noviembre de 2012 – TO – VIERNES DE LA SEMANA XXX
Conmemoración de
los fieles difuntos
“Yo soy la
resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá;
y el que está
vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?”
Lectura del libro del Apocalipsis. Ap
21,1-5a.6b-7.
Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra
nueva, porque el primer cielo y la primera tierra han pasado, y el mar ya no
existe. Vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo,
enviada por Dios, arreglada como una novia que se adorna para su esposo.
Y escuché una voz potente que decía
desde el trono: -Esta es la morada de Dios con los hombres: acampará entre
ellos. Ellos serán su pueblo y Dios estará con ellos. Enjugará las lágrimas de
sus ojos. Ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor. Porque el primer
mundo ha pasado.
Y el que estaba sentado en el trono
dijo: -«Ahora hago el universo nuevo». Yo soy el Alfa y la Omega, el Principio
y el Fin. Los sedientos beberán de balde de la fuente de agua viva. El que ha
vencido es heredero universal: yo seré su Dios y él será mi hijo.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 129, 1-8
R: A ti,
Señor, elevo mi alma.
¡Cuánto me han asediado desde mi
juventud
que lo diga Israel,
cuánto me han asediado desde mi
juventud,
pero no pudieron contra mí! R.
Clavaron un arado en mis espaldas
y abrieron largos surcos.
Pero el Señor, que es justo,
rompió el yugo de los impíos. R.
¡Retrocedan llenos de vergüenza
todos los que aborrecen a Sión:
sean como la hierba de los techos,
que se seca antes de ser arrancada! R.
Con ella, el segador no llena su mano,
ni cubre su pecho el que ata las
gavillas.
Y nadie comenta al pasar:
“El Señor los ha bendecido”. R.
Descienda sobre ustedes nuestra
bendición,
en el nombre del Señor. R.
Lectura de la primera carta del apóstol
San Pablo a los Corintios. 1 Cor 15, 51-57
Hermanos: Les voy a declarar un
misterio: no todos moriremos, pero todos nos veremos transformados. En un
instante, en un abrir y cerrar de ojos, al toque de la última trompeta; porque
resonará, y los muertos despertarán incorruptibles y nosotros nos veremos
transformados. Porque esto corruptible tiene que vestirse de incorrupción, y
esto mortal tiene que vestirse de inmortalidad. Cuando esto corruptible se
vista de incorrupción y esto mortal se vista de inmortalidad, entonces se
cumplirá la palabra escrita:
«La muerte ha sido absorbida en la
victoria. ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, muerte, tu aguijón?»
El aguijón de la muerte es el pecado, y
la fuerza del pecado es la ley. ¡Demos gracias a Dios, que nos da la victoria
por nuestro Señor Jesucristo!
Palabra de Dios
EVANGELIO
+ Lectura del santo Evangelio según San
Juan Jn 11,17-27.
Cuando Jesús llegó a Betania, Lázaro
llevaba ya cuatro días enterrado. Betania distaba poco de Jerusalén: unos tres
kilómetros; y muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María para darles el
pésame por su hermano. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su
encuentro, mientras María se quedaba en casa. Y] dijo Marta a Jesús: -Señor, si
hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo
lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá.
Jesús le dijo: -Tu hermano resucitará.
Marta respondió: -Sé que resucitará en
la resurrección del último día.
Jesús le dice: -Yo soy la resurrección y
la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y
cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?
Ella le contestó: -Sí, Señor: yo creo
que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.
Palabra del Señor.
ü Para
reflexionar
·
Hoy, día de los Fieles Difuntos,
iluminamos nuestra muerte desde el Cristo crucificado. El evangelio destaca la profunda
unidad entre el Jesús crucificado y el Cristo glorioso ya que la resurrección
de Jesús sólo es comprensible a la luz de su vida, pasión y muerte.
·
Otro tanto podemos decir de la fe
cristiana en la resurrección de los muertos, que igualmente está en profunda
unidad con lo que cada persona fue en vida.
·
De este modo se destaca la unidad
fundamental entre lo que acontece en la vida y lo que se espera después de la
muerte. En su narración de la vida misionera de Jesús, el Evangelio de Marcos
coloca la expresión “Hijo de Dios” al inicio (Mc 1,1) y al final (Mc 15,39)
para darnos a entender de qué manera esa experiencia espiritual configuró toda
la existencia de Jesús y cómo podemos convertirla en el eje de todos nuestros
valores.
·
Jesús nos enseña qué significa vivir
como hijos de un mismo Padre y cómo superar el individualismo, para crecer en
la capacidad de comunión con los hermanos. Al mismo tiempo, nos ayuda a
comprender cómo esa dimensión de comunión filial con Dios nos exige
convertirnos a los valores del evangelio (Mc 1,14-15) y trascender los valores
del mundo presente.
·
El tema de la «vida eterna» no es un
tema tan pacífico o intocable como parecería. Buena parte de la reflexión
teológica renovadora actual está pidiendo replantear nuestra tradicional visión
al respecto, la que habíamos aceptado con ingenuidad cuando niños, y que
mantenemos ahí como en un frigorífico guardado en el subconsciente, y que no
nos atrevemos a mirar de frente.
·
No es fácil, en efecto, volver a
profesar en plenitud de conciencia lo que tradicionalmente hemos creído: que
somos un compuesto de cuerpo y alma, que el alma la ha creado dios directamente
en el momento de nuestra concepción, y que como tal es inmortal; que la muerte
consiste en la separación de cuerpo y alma, y que en el momento de la muerte
Dios nos hace un juicio particular y nos premia con el cielo o nos castiga con
el infierno, con lo que ya sabemos que son estas dos figuras. No resulta fácil
hablar de estos temas, ni siquiera consigo mismo. Pero sería necesario hacerlo.
La teología está asumiendo este desafío.
·
Citamos sólo dos obras:
·
Roger LENAERS, Otro cristianismo
es posible, colección «Tiempo axial», Abya Yala (www.abyayala.org,
puede adquirirse por internet), Quito, Ecuador, 2007, con un capítulo expreso
sobre el más allá, la vida eterna. El libro está puesto en internet y es muy
recomendable como manual de texto para un grupo de formación que quiera
actualizar su fe con valentía. Puede tomarse libremente, por capítulos
(http://2006.atrio.org/?page_id=1616). También, John Shelby SPONG, Ethernal
Life. A new vision, HarperCollins, 2010, 288 pp
+++
·
Estamos viviendo momentos muy intensos, muy dolorosos que nos llenan de indignación, de
temor, de impotencia. Sentimos que la
posibilidad de la muerte está agazapada, escondida, en cualquier esquina, en cualquier momento, a plena luz del día. Podemos
llegar a aceptar, no sin esfuerzo, la muerte inevitable y esperada como parte del proceso natural de la vida, pero el corazón se quiebra y la razón no encuentra respuestas cuando la vida es arrebatada porque sí, sin otra razón que el robo, la corrupción,
la venganza o el desequilibrio de quien tiene un arma en la mano. En tiempos en que nos rodea la muerte injusta, violenta
y absurda, nos damos cuenta que cualquier muerte a pesar de
su inevitabilidad, no entra en
nuestros cálculos.
·
Su venida nos sorprende siempre y
nos deja perplejos y enmudecidos. La muertees trágica, y dolorosa porque contradice el deseo de vida. Cuando
entra en nuestra casa y nos arrebata a un ser querido, entonces
con toda crudeza nos preguntamos:
¿Se puede
celebrar la muerte?
·
La liturgia nos propone hacer memoria de
los fieles difuntos. El sentido de
la conmemoración es ante todola fiesta, la memoria agradecida con Dios y con esos
hermanos que nos han tomado la delantera en el encuentro definitivo con nuestro
Padre.
·
Celebramos al
Dios de la Vida, al Dios que Salva, al Dios de la Resurrección. Nuestro Dios no es un Dios de muertos, sino de vivos, por eso desde el corazón de la muerte, celebramos y proclamamos la resurrección.�
+++
·
La primera
lectura lleva nuestros pensamientos hacia la eternidad, se abren
ante nosotros perspectivas de aquel “nuevo cielo” y de aquella “nueva tierra”, que serán
la “morada de Dios entre los
hombres”; donde “Dios enjugará las
lágrimas de sus ojos, y la muerte no existirá más, no habrá duelo, ni
gritos, ni trabajo, porque todo esto es ya pasado”. Esta es ya realidad vivida, por la
inmensa multitud de los santos, que en el cielo gozan del encuentro con Dios.
+++
·
En el fragmento de su carta a
los corintios, san Pablo nos recuerda una gran verdad cristiana: los cristianos somos una sola cosa en Cristo.
·
La muerte y la resurrección de
Cristo, lo han constituido Señor de la
vida y de la muerte. De aquí que nuestra esperanza cristiana; con certeza podemos esperarpara nosotros
ese mismo destino.
·
Mientras a nuestros ojos todos caminamos
hacia la muerte, los cristianos sabemos que todos caminamos hacia la
vida, porque la Muerte, “el último enemigo” ha sido destruido y no es la última palabra: sólo lo es, en todo caso, sobre unas dimensiones y una etapa de
nuestra existencia. La muerte será para
cada cristiano, como lo fue para Cristo, el último y supremo acto de aceptación y obediencia.
·
Nuestra
resurrección seguirá el modelo de Cristo, viviendo una vida nueva, en la que nos encontraremos a nosotros mismos, pero
de un modo diverso.
+++
·
En la certeza
de la resurrección de Jesús radica la serenidad del cristiano frente a la
muerte.Serenidad que no se
confunde con insensibilidad o resignación apática; muy por el
contrario es elconvencimiento firme de que la muerte, contrariamente a lo que parece, no
tiene la última palabra. La muerte ha
sido vencida por la vida nueva del resucitado.
·
La perspectiva última para el
cristiano no es la muerte, sino la vida. Y lavida eterna; esa es su esperanza, una participación plena más
allá de los límites de la vida presente y más allá de la muerte, en la vida misma infinita de Dios.�
·
Por eso, la invitación a creer que hace
Jesús en el Evangelio, significa creer en un
amor
que está más allá de las debilidades humanas. Un amor que es más fuerte que cualquier mal que los hombres podemos hacer. Un amor que es vida para siempre, esperanza que no falla, confianza infinita.
que está más allá de las debilidades humanas. Un amor que es más fuerte que cualquier mal que los hombres podemos hacer. Un amor que es vida para siempre, esperanza que no falla, confianza infinita.
·
Creemos que Dios ha venido a vivir en medio de nosotros, creemos que Dios
ha vivido nuestra misma vida, con sus angustias y dolores, con sus
ilusiones y esperanzas, en la persona de su Hijo. Nuestra misma vida,
vivida con un amor infinito, totalmente entregado a un amor hasta la muerte. Un
amor que ha vencido, definitivamente, el mal, el dolor y la muerte misma. Un amor que es resurrección, vida nueva para siempre.
·
Los cristianos, cuando recordamos
a nuestros difuntos, lo hacemos mirando a Jesús, muerto en la cruz por amor, que
ha resucitado, y que vive por siempre, y que nos llama a todos a compartir
su vida. Esto no significa que esté ausente el dolor que
siempre significa recordar a las personas que ya no están
entre nosotros. Pero hay una invitación a
experimentar la paz, que nos
da saber que nuestros difuntos, están en buenas manos, en las manos de este Dios que quiere acoger a todos sus hijos.
·
Creer en Dios significa recordar a nuestros difuntos, con la
esperanza de que compartirán esta vida nueva de Jesús, resurrección que también
nosotros compartiremos un día, si caminamos por este mundo siguiendo los
pasos de Jesús, amando como Jesús, y confiando en Dios como Jesús confiaba.�
·
Hay garantía
para los discípulos, de una vida que se prolonga más allá de la muerte; si el proyecto de Jesús, su Evangelio, como camino, lo recorremos como Él mismo lo recorrió; si la Verdad de Jesús, la proclamamos como Él la proclamó; sila Vida que es Jesús, la vivimos
como Él vivió. La vida traspasa las murallas de la
muerte.
·
Porque el misterio total del
hombre sólo alcanza a
vislumbrarse desde el misterio de Cristo, el
enigma tremendo de nuestra muerte sólo puede ser iluminado desde la
suya, asumida libre y amorosamente por nosotros y por nuestra salvación;
superada luego por el poder de Dios con su resurrección gloriosa; anticipo
y prenda a su vez de nuestra propia resurrección.
·
Dios es un
Dios de vida y de vivos, no
un Dios de muerte. Hoy es un día para la esperanza. Si
la muerte ha sido vencida, ¿qué nos puede hacer temblar? Nada. Si
vencer la muerte es posible -ha sido realidad ya en Jesucristo- ningún horizonte está cerrado. Para quien
sepa ponerse confiadamente en manos de Dios, habrá desaparecido toda
esclavitud, toda opresión, toda muerte. Y todo esto nos llevará a vivir en verdadera y continua esperanza, que nos lleva a trabajar con toda confianza por ese mundo nuevo,
distinto, en paz, en armonía y fraternidad que todos queremos; pero que
pocos ponen los medios eficaces para alumbrarlo entre nosotros.
·
Hoy, fiesta de los fieles difuntos, es continuación y complemento de la de ayer. Junto a todos los santos ya
gloriosos, queremos celebrar la memoria de nuestros
difuntos. Muchos de ellos formarán parte, sin
duda, de esa “inmensa multitud” que celebrábamos ayer. Pero hoy, no queremos
rememorar su memoria en cuanto“santos”, sino en cuanto difuntos. En esta
Eucaristía que celebramos recordando a nuestros difuntos, comemos el
Cuerpo de Cristo para unirnos a Él más fuertemente. Porque la Eucaristía es compartir ya ahora su vida nueva, como prenda de que
un día viviremos su resurrección.�
ü Para
discernir
·
¿Cuál es mi actitud ante la muerte? ¿La aguardo con
angustia o esperanza?
·
¿Cómo reaccionas ante la
muerte de un ser querido?
·
¿Cómo podemos entender la
muerte desde la vida y pasión del Señor?
·
¿Cómo me preparo para el
día en que el Señor me llame?
ü Repitamos
y vivamos hoy la Palabra
…Creo,
Señor que sos la Resurrección y la Vida…
ü Para la lectura
espiritual
…” ¿Creemos que
nosotros gozaremos de la eterna bienaventuranza? Somos mortales, pero
quien nos lo ha prometido es omnipotente, es Dios. Y, ¿no puede hacer
un ángel del hombre el que hizo al hombre de la nada? ¿O es que
Dios tiene al hombre por nada, habiendo muerto por él su Hijo único?
Cobre alientos la flaqueza humana, no desespere, no se abata, no diga:
“¡Es imposible!”. Dios lo ha prometido. Apareció entre los hombres, vino
a tomar nuestra muerte y a prometernos su vida…, pues dijo: “Padre,
quiero que donde estoy yo estén también ellos conmigo”. ¡Qué inmenso
amor! Vino donde estamos nosotros, para que estemos con
Él, donde Él está. Hombre mortal, Dios te ha prometido que vivirás
eternamente. ¿No lo crees? Créelo, créelo, pues es más lo que ha hecho
que lo que te ha prometido. ¿Qué hizo? Morir por ti. ¿Qué prometió? Que
vivirás con Él. Es más increíble que el Eterno muera que el mortal viva
eternamente. �
Pues
bien, lo más increíble ya ha sucedido, Dios murió por el hombre;
entonces, ¿no ha de vivir el hombre con Dios, no vivirá eternamente el
hombre mortal por quien murió el que vive para siempre? El Verbo se hizo
carne para ser cabeza de la Iglesia. Algo nuestro ya está arriba, en el
cielo: la carne que aquí tomó el Verbo, la carne en la que murió, en la
que fue crucificado.�
Tus primicias
te han precedido, ¿y todavía dudas de que tú has de seguirlas?”…�
San Agustín.
Narraciones sobre los salmos, 148, 8
ü Para
rezar
Hoy te bendice nuestro corazón,
Padre, Dios de la vida,
porque en Cristo Jesús,
vencedor del pecado y de la muerte,
vemos que el fin de nuestro camino es la vida contigo.
En Jesús radica nuestra esperanza
de vida sin término,
porque es resurrección y vida
para todo el que cree en Él.
sí la vida de los que creemos en ti, Señor,
no termina, se transforma,
y al deshacerse nuestra morada terrenal,
adquirimos otra mansión eterna para vivir siempre a tu
lado.
¡Bendito seas, Señor! Haz que nuestro
contacto con Cristo por su palabra,
por la fe y por los sacramentos,
despierte tu gesto creador
que da vida al hombre para siempre. Amén
LECTIO DIVINA
"¿Porqué buscan entre los muertos al que está
vivo? No está aquí, ha resucitado”
+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Lucas 24, 1-8
El primer día
de la semana, al amanecer, las mujeres fueron al sepulcro con los perfumes que
habían preparado. Ellas encontraron removida la piedra del sepulcro y entraron,
pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús.
Mientras
estaban desconcertadas a causa de esto, se les aparecieron dos hombres con
vestiduras deslumbrantes. Como las mujeres, llenas de temor, no se atrevían a
levantar la vista del suelo, ellos les preguntaron: "¿Porqué buscan entre
los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado. Recuerden lo que él
les decía cuando aún estaba en Galilea: "Es necesario que el Hijo del
hombre sea entregado en manos de los pecadores, que sea crucificado y que
resucite al tercer día"". Y las mujeres recordaron sus palabras.
Palabra de
Dios.-
1. LECTURA - ¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?
Guías para la lectura:
Este día nos lleva a
pensar en el ser querido muerto y quedarnos en un dolor o un lamento. Sin
embargo, el dolor no puede encerrar la esperanza. El cristiano tiene la certeza
de que la muerte se abre a la vida, a una vida eterna. Las mujeres, abatidas por
el dolor y silenciadas por el miedo, tuvieron una revelación inesperada.
Nosotros, en nuestra fe, ya tenemos la seguridad de que Cristo nos ha abierto
la puerta hacia la Casa del Padre. Sin negar que nos duele, demos paso a la
vida.
Texto extraído de
“Evangelio cotidiano, comentario y oración” – Editorial San Pablo
2.
MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?
Preguntas para la
meditación:
¿Cuál fue la intención y
las expectativas de las mujeres al ir al sepulcro?
¿Quién resucitó a Jesús y
quién removió la piedra?
¿Qué significa que luego
de volver a escuchar las palabras del Señor, las mujeres pasaran del temor al
gozo?
3.
ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL TEXTO BÍBLICO?
SALMO 26, 1. 4. 7 y 8b y 9a. 13-14 (R.: 1a;
o bien: 13)
El Señor es mi luz y mi salvación.
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es el baluarte de mi vida,
¿ante quién temblaré?
Una sola cosa he pedido al Señor,
y esto es lo que quiero:
vivir en la Casa del Señor
todos los días de mi vida,
para gozar de la dulzura del Señor
y contemplar su Templo.
El Señor es mi luz y mi salvación.
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es el baluarte de mi vida,
¿ante quién temblaré?
Una sola cosa he pedido al Señor,
y esto es lo que quiero:
vivir en la Casa del Señor
todos los días de mi vida,
para gozar de la dulzura del Señor
y contemplar su Templo.
¡Escucha, Señor, yo te invoco en alta voz,
apiádate de mí y respóndeme!
Yo busco tu rostro, Señor,
no lo apartes de mí.
Yo creo que contemplaré la bondad del Señor
en la tierra de los vivientes.
Espera en el Señor y sé fuerte;
ten valor y espera en el Señor.
4.
CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?
Repito varias veces y
reflexiono en las palabras: "¿Porqué buscan entre los muertos al que
está vivo?”
5.
ACCIÓN - ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO BÍBLICO?
Preguntas para la acción:
¿Puedo mantener la
esperanza de la vida eterna de mis seres queridos que partieron a pesar del
dolor de su pérdida?
¿Cómo cambia mi
perspectiva de vida en términos de vida eterna?
¿Suelo “buscar entre los
muertos al que vive” en mi vivencia cotidiana de Cristo?
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