Bernardita
Soubirous, religiosa (a. 1879)
Y el Rey les responderá: “Les aseguro que cada vez que lo hicieron
con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo.”
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del
Levítico 19, 1-2. 11-18
El
Señor dijo a Moisés:
Habla
en estos términos a toda la comunidad de Israel:
Ustedes
serán santos, porque yo, el Señor su Dios, soy santo. Ustedes no robarán, no
mentirán ni se engañarán unos a otros. No jurarán en falso por mi Nombre,
porque profanarían el nombre de su Dios. Yo soy el Señor.
No
oprimirás a tu prójimo ni lo despojarás; y no retendrás hasta la mañana
siguiente el salario del jornalero. No insultarás a un sordo ni pondrás un
obstáculo delante de un ciego, sino que temerás a tu Dios. Yo soy el Señor.
No
cometerás ninguna injusticia en los juicios. No favorecerás arbitrariamente al
pobre ni te mostrarás complaciente con el rico: juzgarás a tu prójimo con
justicia. No difamarás a tus compatriotas, ni pondrás en peligro la vida de tu
prójimo. Yo soy el Señor.
No
odiarás a tu hermano en tu corazón: deberás reprenderlo convenientemente, para
no cargar con un pecado a causa de él.
No
serás vengativo con tus compatriotas ni les guardarás rencor. Amarás a tu
prójimo como a ti mismo.
Yo soy
el Señor.
Palabra de Dios.
SALMO Sal
18, 8. 9. 10. 15 (R.: cf. Jn 6, 63c)
R. Tus
palabras, Señor, son Espíritu y Vida.
La ley
del Señor es perfecta,
reconforta
el alma;
el
testimonio del Señor es verdadero,
da
sabiduría al simple. R.
Los
preceptos del Señor son rectos,
alegran
el corazón;
los
mandamientos del Señor son claros,
iluminan
los ojos. R.
La
palabra del Señor es pura,
permanece
para siempre;
los
juicios del Señor son la verdad,
enteramente
justos. R.
¡Ojalá
sean de tu agrado
las
palabras de mi boca,
y
lleguen hasta ti mis pensamientos,
Señor,
mi Roca y mi redentor! R.
EVANGELIO
X
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 25, 31-46
Jesús
dijo a sus discípulos:
«Cuando
el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará
en su trono glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él
separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y
pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda.
Entonces
el Rey dirá a los que tenga a su derecha: “Vengan, benditos de mi Padre, y
reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo,
porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de
beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me
visitaron; preso, y me vinieron a ver.”
Los
justos le responderán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de
comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos;
desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?”
Y el
Rey les responderá: “Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más
pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo.”
Luego
dirá a los de su izquierda: “Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno
que fue preparado para el demonio y sus ángeles, porque tuve hambre, y ustedes
no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; estaba de paso, y no me
alojaron; desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron.”
Estos,
a su vez, le preguntarán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de
paso o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?”
Y él
les responderá: “Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño
de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo.”
Estos
irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna.»
Palabra del Señor.
PARA REFLEXIONAR
Nos encontramos ante un relato
propio de la comunidad que escribió el Evangelio de Mateo. Es decir, esta
parábola nos la ofrece sólo Mateo. El texto del juicio final no pretende narrar
los acontecimientos últimos de la historia humana. No podemos leer el texto de
esa manera, porque le estaríamos haciendo perder el horizonte original del
mismo.
Para comprender el sentido del
texto es importante recordar que está inmediatamente antes de la pasión, donde
el mismo Rey del Juicio se nos presenta pobre y escarnecido, extraño para todos
y condenado, atado y golpeado, desnudo y malherido, crucificado.
Jesús en la cruz es uno de los
“pequeños” que padece el hambre, la sed, la enfermedad, la desnudez, la cárcel,
la soledad.
El relato de Mateo nos recuerda
hoy, y nos recuerda en esta Cuaresma, que el amor que tenemos al otro, al
hermano, es amor a Dios. Que no hay otra manera de realizarme como hijo, sino
realizándome como hermano. Este pasaje del Evangelio, como todo el Evangelio,
no es para los judíos, ni para otro grupo de creyentes. Este imperativo de amor
es para los cristianos de ayer y de hoy.
¿Amamos de verdad a Jesús en
“los pequeños”?
***
El Señor Santo de la Alianza
exige la santificación del pueblo que ha elegido. La fórmula «Yo, el Señor
vuestro Dios, soy Santo», se repite constantemente en el contexto de
los capítulos 17 al 26 del Levítico que constituyen la llamada “Ley de
santidad“.
Esto no se obtiene con la
construcción de un santuario y con la sola práctica del culto, sino con el
cumplimiento de los preceptos que hacen a la relación entre los hombres. La
santidad implica separación, pero no de un lugar o de un espacio sino
por la calidad de nuestras obras.
El camino a la
santidad pasa por
el hombre, el hermano, el prójimo. En este pequeño código, eco del decálogo
mosaico, el prójimo es el pariente, conciudadano, hermano. Es el hombre de la
comunidad humana, en la que todos tienen derechos y deberes. El cumplimiento de
los deberes hace que el prójimo obtenga sus derechos.
Una de las cosas más
importantes de este código de preceptos fundamentales de relación humana es su
exigencia no sólo de obras, sino hasta de actitudes y sentimientos hacia el
otro; de ellos son hijas las obras que llegan a su máxima expresión en la
consigna final: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo».
El hombre no está nunca tan cerca de la santidad de Dios como cuando ama a su prójimo.
El hombre no está nunca tan cerca de la santidad de Dios como cuando ama a su prójimo.
***
Jesús reafirma este programa,
este criterio de vida, y lo propone a todos. La santidad a la que nos invita
Jesucristo es fruto del amor a Dios, que se traduce y manifiesta en el amor
sincero al prójimo. Es en esta respuesta de amor, en donde hacemos verdad y
santidad lo que hemos conocido y aceptado por la fe.
Si la lectura del Levítico nos
ponía la medida de amar a los demás como nos amamos a nosotros mismos, el
Evangelio nos lleva a dar un paso más grande: lo
que hacemos o dejamos de hacer con los que nos rodean es lo que hacemos o
dejamos de hacer con el mismo Jesús que se identifica con las personas que
encontramos en nuestro camino.
Si la primera lectura urgía a
no cometer injusticias o a no hacer mal al prójimo, el Evangelio va más allá:
no se trata de no dañar, sino de hacer el bien.
El examen no será sólo sobre si hemos robado, sino sobre si hemos visitado y
atendido al enfermo. Se trata de un nivel de exigencia mayor. Si antes se nos
decía: no odies, ahora se nos dice: ayuda al que pasa hambre. Una vez más,
La parábola plantea no tanto la
vida del «más allá», sino el camino que en el «más acá» debemos seguir
para llevar a plenitud nuestra vida. La presencia del Reino mismo es
la que juzga: la paz juzgará a la guerra, la justicia a la injusticia, la
verdad a la mentira, la vida a la muerte. Nuestra actitud frente a los pobres,
es nuestra misma actitud frente a Dios por la que seremos juzgados.
El camino para acceder a la
santidad pasa necesariamente por la participación en el proyecto de
humanización que Dios nos propone y que consiste en la entrega de la propia
vida en favor de los hermanos, especialmente de los que más lo necesitan. El
camino se inicia en el hoy entrando en comunión con Cristo en el empobrecido,
hambriento, sediento, enfermo, encarcelado, inmigrante atendiéndolo cada vez
que sea necesario y evitando toda injusticia.
La Cuaresma que simplemente se nos puede presentar como
camino de penitencia, como un camino de dolor, como un camino negativo,
realmente es todo lo contrario. Es un camino
positivo de crecimiento. Un camino que no se limita a una actitud
que sólo trata de evitar el mal, sino muy por contrario una actitud que se compromete desde el amor en la
construcción de una historia vida desde el amor que se ha derramado en
nuestro corazones y nos une en comunión de vida y misión con el único Santo.
Nuevamente, la Iglesia nos invita
a mirar hacia el final, pero no para olvidar el presente. Mirar el futuro, pero
con los pies en la tierra, y con el corazón en los hermanos.
PARA DISCERNIR
¿Cómo buscamos
a Cristo?
¿Cuánto somos
capaces de abrir los ojos para ver a Cristo?
¿Hasta qué
punto nos atrevemos a ir descubriéndolo en todo lo que nos pasa?
REPITAMOS A LO LARGO DE
ESTE DÍA
“Si no amamos
a los hermanos que vemos, no podemos amar a Dios a quien no vemos”
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
…Los que se
acercan al pobre lo hacen movidos por un deseo de generosidad, para ayudarle y
socorrerle; se consideran salvadores con frecuencia se ponen sobre un pedestal.
Pero tocando al pobre, llegándose a él, estableciendo una relación de amor y
confianza con él, es como se revela el misterio. Ellos descubren el sacramento
del pobre y logran llegar al misterio de la compasión. El pobre parece romper
la barrera del poder, de la riqueza, de la capacidad y del orgullo; quitan la
cáscara con que se rodea el corazón humano para protegerse. El pobre revela a
Jesucristo. Hace que el que ha venido para “ayudarle” descubra su propia
pobreza y vulnerabilidad; le hace descubrir también su capacidad de amar, la
potencia de amor de su corazón. El pobre tiene un poder misterioso; en su
debilidad, es capaz de tocar los corazones endurecidos y de sacar a la luz las
fuentes de agua viva ocultas en su interior. Es la manita del niño de la que no
se tiene miedo pero que se desliza entre los barrotes de nuestra prisión de egoísmo.
Y logra abrir la cerradura. El pobre libera. Y Dios se oculta en el niño. Los
pobres evangelizan. Por eso son los tesoros de la Iglesia.
J.
Vanier, Comunidad, lugar de perdón y de fiesta, Madrid 31981, 1 15s.
PARA REZAR
Los que sufren
La noche es siempre
más opaca para los
que sufren.
Todos los hombres
son hermanos nuestros,
y no podemos
olvidarlos tanto que
hasta ni siquiera
padezcamos por ellos.
Te pedimos, Señor,
por los hombres frustrados,
que viven en
cárceles y asilos.
Danos comprensión
hacia ellos;
su estado no indica
que sean peores que nosotros.
También ellos
poseen este regalo
de ser personas y
poder amar.
También te pedimos
por los pobres,
a los que tú
llamaste felices.
Dales la verdadera
fortaleza y esperanza
a los que, como Tú,
no tienen casa, no tienen pan.
Que trabajemos para
cambiar este mundo injusto,
que no refleja tu
bondad.
Te pedimos por los
que han equivocado el camino,
y buscan la
felicidad en el placer
y en el absurdo;
llámalos con la voz
del desengaño,
pero líbralos de la
desesperación.
También te pedimos
por los náufragos
de la vida.
Por las muchachas
que han hecho
de la venta de su
cuerpo una profesión.
Recupera, Señor,
estas tus imágenes dolientes,
y redímelas con un
amor verdadero.
Y a nosotros,
Señor, haznos agradecidos por lo que nos has dado,
para que lo
convirtamos en amor.
LECTIO DIVINA
En la medida que lo hicieron con el más pequeño
de mis hermanos, lo hicieron conmigo
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 25,
31-46
Jesús dijo a sus discípulos:
Jesús dijo a sus discípulos:
«Cuando el Hijo del hombre
venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono
glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a
unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a
aquellas a su derecha y a estos a su izquierda.
Entonces el Rey dirá a los
que tenga a su derecha: "Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en
herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque
tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber;
estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me
visitaron; preso, y me vinieron a ver."
Los justos le responderán:
"Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te
dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te
vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?"
Y el Rey les responderá:
"Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis
hermanos, lo hicieron conmigo."
Luego dirá a los de su izquierda:
"Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el
demonio y sus ángeles, porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer;
tuve sed, y no me dieron de beber; estaba de paso, y no me alojaron; desnudo, y
no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron."
Estos, a su vez, le
preguntarán: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de paso o
desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?"
Y él les responderá:
"Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis
hermanos, tampoco lo hicieron conmigo."
Estos irán al castigo
eterno, y los justos a la Vida eterna.»
Palabra del Señor.
1.
LECTURA - ¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Guías
para la lectura:
El pasaje se encuentra al
final de la sección del Evangelio donde Mateo ordena las enseñanzas de Jesús
sobre el final de los tiempos. (Capítulos 24 y 25). Toda esta sección está
narrada en un género literario apocalíptico, donde abundan las parábolas y las
figuras cargadas de simbolismos.
En el centro de la escena
está Cristo ya venido en su gloria, sentado en su trono en un rol de juez
de los últimos tiempos. Las figuras de rey y de pastor se unifican en Cristo,
ante el cual comparece toda la humanidad “todas las naciones serán reunidas en
su presencia”.
En el desarrollo del
juicio, se destaca el fuerte contraste entre los que se ubicarán a su derecha
llamados “los benditos de mi Padre” y los de la izquierda denominados
“malditos”. Mientras los justos reciben la herencia preparada por el Padre, los
injustos padecen la condenación preparada para el demonio. Esto le da al
mensaje bíblico un hondo dramatismo.
Asociados con el Hijo del
hombre en el juicio estarán los ángeles. Aquí se mencionan no solamente porque
realzan la gloria de Cristo al formar parte de su cortejo triunfal, sino
también porque se les ha dado una tarea que cumplir, que Mateo completa en
otras partes de su Evangelio (13.41-42 y 24.31).
El Juez separa a los que
se han reunido, como el pastor separa a las ovejas de las cabras. Aunque éstas
durante el día, con frecuencia se mezclan, cuando el pastor llama a las ovejas,
las cabras no responden. La relación entre Jesús como pastor y sus ovejas como
su pueblo, y su voz de mando, están presentes de manera especial en los
Evangelios (Juan 10).
Las “actos jurídicos”
puestos en evaluación procesal son los mismos para todos. La respuesta ante el
hambre, la sed, el desamparo, la desnudez, la enfermedad y la privación de la
libertad. Llama la atención a todos los sentados en el tribunal el uso de la
primera persona que Jesús hace de esas carencias. El mismo Hijo del hombre se
ocupa de aclarar el destinatario final de esas atenciones piadosas “el más
pequeño de mis hermanos”. Pero el uso activo de su persona “tuve, me dieron,
estaba, etc.” se explica con la mimetización que hace con aquellos, “cada
vez que lo hicieron o no con ellos, lo hicieron o no conmigo”.
El relato escatológico
retoma un sentido teológico cristiano fundamental. Somos juzgados con base en lo
que hacemos al otro. ¡Cada uno de nosotros es siempre el otro! Y en el otro
debemos ver a Jesús, quien siempre se identifica con los necesitados.
2.
MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Preguntas
para la meditación:
Ø ¿Tengo
conciencia de la llegada de ese tribunal?
Ø En
mi análisis sincero de conciencia. ¿De qué lado me ubicaría, derecha o
izquierda?
Ø ¿Tengo
clara conciencia que mis actos de misericordia y piedad a otros, tienen una
relación tan identificada con la persona misma de Jesús?
3.
ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL TEXTO BÍBLICO?
|
Señor, ayúdame a verte a
Vos cuando miro a mis hermanos que sufren hambre, sed, desnudez, enfermedad, y todo
tipo de privaciones. Enséname a tomar una acción concreta de ayuda, dar de
comer, calmar la sed, darles hospedaje, visitarlos.
Señor, cuando me toque a
mí sufrir algún tipo de necesidad, recuérdame con tu Espíritu, que Vos decidís
identificarte conmigo hasta sentirte como yo. Gracias por ser un Dios que se
compadece de esa manera incomparable con mis necesidades.
Ten piedad de mí, por las
veces que no te he atendido; y en tu gracia y tu perdón, renuévame el gozo de
servirte con lo que tengo y lo que soy. Amén.
4. CONTEMPLACIÓN
- ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?
|
Trato de ver en el rostro
de todos los que sufren, el rostro del Señor.
Trato de verme a mí mismo,
en alguna necesidad que sufro, como alguien con quien el Señor se identifica de
manera esencial.
Miro la escena del juicio
descripta en el Evangelio y con humildad y pureza de corazón anhelo ser elegido
para estar a su diestra.
5.
ACCIÓN - ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO BÍBLICO?
|
·
Preguntas para la acción:
Ø ¿Cómo
actuaría si en forma imaginaria viera al mismo Jesús con hambre, sed, excluido,
enfermo, etc.?
Ø Teniendo
en cuenta mi respuesta a la pregunta anterior. ¿Cómo actuaré al ver un pequeño
hermano sufriendo esas limitaciones?
Ø
¿Con quién compartiré lo reflexionado en la Lectio de hoy?
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