15 de abril de 2013


15 de abril de 2013 – LUNES DE LA SEMANA III DE PASCUA


Unos Momentos con Jesús y María

Lecturas del 15-4-13 (Lunes de la Tercera Semana de Pascua)

SANTORAL: San José Damián de Veuster 

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 6, 8-15

Esteban, lleno de gracia y de poder, hacía grandes prodigios y signos en el pueblo.
Algunos miembros de la sinagoga llamada «de los Libertos», como también otros, originarios de Cirene, de Alejandría, de Cilicia y de la provincia de Asia, se presentaron para discutir con él. Pero como no encontraban argumentos, frente a la sabiduría y al espíritu que se manifestaba en su palabra, sobornaron a unos hombres para que dijeran que le habían oído blasfemar contra Moisés y contra Dios. Así consiguieron excitar al pueblo, a los ancianos y a los escribas, y llegando de improviso, lo arrestaron y lo llevaron ante el Sanedrín.
Entonces presentaron falsos testigos, que declararon: «Este hombre no hace otra cosa que hablar contra el Lugar santo y contra la Ley. Nosotros le hemos oído decir que Jesús de Nazaret destruirá este Lugar y cambiará las costumbres que nos ha transmitido Moisés.»
En ese momento, los que estaban sentados en el Sanedrín tenían los ojos clavados en él y vieron que el rostro de Esteban parecía el de un ángel.
 
Palabra de Dios. 

SALMO Sal 118, 23-24. 26-27. 29-30 (R.: 1)
 
R. Felices los que siguen la ley del Señor. 

 Aunque los poderosos se confabulen contra mí,
 yo meditaré tus preceptos.
 Porque tus prescripciones son todo mi deleite,
 y tus preceptos, mis consejeros.  R.

 Te expuse mi conducta y tú me escuchaste:
 enséñame tus preceptos.
 Instrúyeme en el camino de tus leyes,
 y yo meditaré tus maravillas.  R.

 Apártame del camino de la mentira,
 y dame la gracia de conocer tu ley.
 Elegí el camino de la verdad,
 puse tus decretos delante de mí.  R.
 

X Lectura del santo Evangelio según san Juan 6, 22-29

Después de que Jesús alimentó a unos cinco mil hombres, sus discípulos lo vieron caminando sobre el agua. Al día siguiente, la multitud que se había quedado en la otra orilla vio que Jesús no había subido con sus discípulos en la única barca que había allí, sino que ellos habían partido solos.
Mientras tanto, unas barcas de Tiberíades atracaron cerca del lugar donde habían comido el pan, después que el Señor pronunció la acción de gracias. Cuando la multitud se dio cuenta de que Jesús y sus discípulos no estaban allí, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla, le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo llegaste?»
Jesús les respondió: «Les aseguro que ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse. Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre; porque es él a quien Dios, el Padre, marcó con su sello.»
Ellos le preguntaron: «¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?»
Jesús les respondió: «La obra de Dios es que ustedes crean en aquel que él ha enviado.»
Palabra de Dios. 

Reflexión   

Como la gente no vió ni a Jesús ni a sus discípulos, volvieron a Cafarnaún y preguntaron: Maestro, ¿cuando has llegado aquí?
Esta pregunta, da ocasión a un largo discurso, que se hace por momentos un diálogo entre Jesús, la gente y los mismos discípulos. 
Jesús les dice: En verdad les digo que ustedes no me buscan por haber visto señales, sino por el pan que comieron hasta saciarse. 
San Juan nos señala acá que la gente buscaba a Jesús porque intuía en Él algo grande. Pero el motivo por el que lo buscaban era todavía mezquino, ya que iban detrás de un interés material. Por eso el Señor comienza su discurso con un suave reproche destinado a purificar la intención de los oyentes.
Esas personas, que vieron a Jesús hacer el milagro de la multiplicación de los panes y que quisieron hacerlo rey por la fuerza, necesitaban que Jesús les aclarara la verdadera finalidad de ese milagro obrado entre ellos.
Si el Señor multiplicó los panes fue para hacerlos crecer en la fe, y no por ninguna motivación humana y menos aún la de hacerse rey como ellos querían. 
Estas palabras del Señor, son también para nosotros, que contemplamos señales de Dios para aumentar nuestra fe, y que también como esos judíos, necesitamos purificar nuestra intención para ver, lo que Dios quiere realmente que veamos y no lo que a nosotros se nos ocurre. 
Les dice Jesús luego: Afánense no por la comida de un día, sino por otra comida que permanece y con la cual uno tiene vida eterna. 
Poco a poco, Jesús va introduciendo a sus oyentes en una nueva revelación, la de la Eucaristía. El verdadero Pan de Vida que el Hijo nos da.
Jesús presente en la Eucaristía, se nos da como verdadero Pan de Vida, como el alimento que permanece. 
La fe nos hace aptos para creer en el increíble regalo de amor de Jesús. Cristo quiso quedarse con nosotros para alimentarnos todos los días de nuestra vida. Se quedó en la Eucaristía, se quedó bajo la apariencia de pan, para que nosotros comamos y tengamos Vida. 
Durante este tiempo pascual, vamos a pedirle al Señor que cada vez que acudamos a recibirlo lo hagamos con fe. Que nunca nos sea indiferente recibirlo.
Y vamos a pedirle a María, que nos ayude en este tiempo a acudir a una buena confesión, para poder recibir a Jesús con un corazón puro.

Gracias, Señor, por la aurora;
gracias, por el nuevo día;
gracias, por la Eucaristía;
gracias, por nuestra Señora:

Y gracias, por cada hora
de nuestro andar peregrino.

Gracias, por el don divino
de tu paz y de tu amor,
la alegría y el dolor,
al compartir tu camino.

Gloria al Padre, gloria al Hijo,
gloria al Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos. Amén.

Himno de la Liturgia de las Horas

SANTORAL: San José Damián de Veuster

José Damián de Veuster, hijo de campesinos, nació en Tremeloo (Bélgica) en 1840. Un hermano y dos hermanas suyas entraron en religión.Él  debió hacer frente a las necesidades del hogar, pero, poco a poco, lo sobrenatural se antepuso. Sus campos y sus faenas de labrador quedaron atrás, pues comprendió que una luz lo guiaba: Jesús.
En el convento lo recibieron como hermano lego. Lo primero que debió estudiar, para asistir con mayor provecho al culto divino,  fue latín. Los superiores vieron en él a un novicio de clara inteligencia, de fe inquebrantable y de gran voluntad. Comenzó entonces la carrera del sacerdocio; los estudios superiores los realizó en la universidad de Lovaina. Al recibir la ordenación sacerdotal ingresó en la congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y María y comprendió que tenía que ayudar a los más menesterosos, a los desvalidos, a los apartados de la sociedad, y asistirlos.
Fue enviado como misionero a Oceanía, a las islas Hawai. Cuando diez años después, en 1873, se dirigió como voluntario a la isla Molokai - conocida como la isla de los leprosos -, su familia y amigos le advirtieron: "Por contagio, morirás de lepra".
En aquella isla, en los pueblos de Kalanpapa y Kalwao, vivían hombres, mujeres y niños afectados por el terrible mal. Todo era precario, paupérrimo. Se les asignaba alojamiento en pequeñas chozas, desprovistos de atención médica, sin los cuidados indispensables, faltos de medicamentos y aseo. Era total la despreocupación del de afuera para con el que estaba adentro, y el recluido quedaba sumido en su destierro, su dolor físico y su soledad. La lepra hacia estragos. Era tremenda la situación de los enfermos, sin  saber como ocupar las horas del día, con hambre y enfrentados al rigor de las estaciones; nadie sano llegaba allí. Las refriegas eran constantes; reinaban la embriaguez, los robos y los asesinatos.
Damián de Veuster comenzó por limpiar las llagas, extirpar el órgano atacado y la piel muerta, desinfectar las pústulas, vendar las heridas y sobre todo infundir esperanza; esperanza en la palabra, en el rezo, en el quehacer diario.
Se lo vio trabajar como constructor, albañil, pintor o vidriero. Su meta era la formación de hogares para leprosos y el mejoramiento de los hábitos alimentarios de los enfermos, su vestimenta y su calzado. Organizó el culto religioso; construyó una escuela con distracciones y pasatiempos, para distraerlos en su desgracia; ayudó a levantar una modesta iglesia; cavó las fosas y enterró a los que morían. Así, sin prodigarse descanso alguno, donde había un infierno de pasiones, el misionero todo lo transformó. Floreció la fe, y con la fe, la caridad y la resignación cristianas.
Los sacrificios personales fueron grandes, pero su entrega sacerdotal lo llevó a instruir a aquella gente para que así pudieran comprender la doctrina de Jesús. A la desesperación la sustituyó la serenidad. Sus nueve primeros años en Hawai y los dieciséis siguientes en Molokai, conviviendo con leprosos, lo llevaron a contraer aquel mal. En 1884 conoció que se había contagiado y desde entonces comenzó sus sermones diciendo: "Nosotros, los leprosos...".
Murió rodeado de aquellos infortunados, a los cincuenta años de edad, el 15 de abril de 1889. Había sido para ellos un padre, un hermano, un amigo, un sacerdote, un maestro, un enfermero, que no sólo se preocupó de las llagas del cuerpo, sino del alma de cada uno, como perfecto discípulo de Cristo. Su hermano, el padre Pánfilo Damián, lo sucedió en el puesto.
En la isla Molokai, un monumento perpetúa su memoria.
El papa Juan Pablo II lo beatificó en 1984.
Refiriéndose al santo apóstol de los leprosos el Papa ha recordado, en flamenco, a este servidor de la Palabra y misionero que culminó su apostolado en la caridad, en la isla hawaiana de Molokai. Luego, en francés, ha señalado que esta canonización coincide con el 20 aniversario de otro santo belga, el hermano Mutien-Marie, por lo que la Iglesia en Bélgica se une nuevamente en acción de gracias a Dios:
«...Siguiendo a san Pablo, san Damián nos impulsa a elegir las buenas batallas (cf 1 Tim 1,18). No aquellas que llevan a la división, sino las que unen. Nos invita a abrir los ojos sobre las lepras que, aún hoy, desfiguran la humanidad de nuestros hermanos y que apelan más que a nuestra generosidad, a la caridad de nuestra presencia de servicio...» (Homilía de Benedicto XVI el día de su canonización. Canonización de cinco Beatos: el Papa exhorta a dar gracias al Señor por el don de la santidad que hoy resplandece en la Iglesia con singular belleza)


LECTIO DIVINA
  
Trabajen, no por el alimento perecedero,
sino por el que permanece hasta la vida eterna
     

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan     6, 22-29

Después de que Jesús alimentó a unos cinco mil hombres, sus discípulos lo vieron caminando sobre el agua. Al día siguiente, la multitud que se había quedado en la otra orilla vio que Jesús no había subido con sus discípulos en la única barca que había allí, sino que ellos habían partido solos.
Mientras tanto, unas barcas de Tiberíades atracaron cerca del lugar donde habían comido el pan, después que el Señor pronunció la acción de gracias.
Cuando la multitud se dio cuenta de que Jesús y sus discípulos no estaban allí, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla, le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo llegaste?»
Jesús les respondió: «Les aseguro que ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse. Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre; porque es él a quien Dios, el Padre, marcó con su sello.»
Ellos le preguntaron: «¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?»
Jesús les respondió: «La obra de Dios es que ustedes crean en aquel que él ha enviado.»
Palabra de Dios. 

1.     LECTURA - ¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?

 ·   Guías para la lectura:
             
Aquí comienzan los discursos de Jesús sobre el tema del pan, para dar un mensaje más profundo. Y para llevar a la gente a otro nivel les dice: «Les aseguro que ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse. Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre; porque es él a quien Dios, el Padre, marcó con su sello».
Jesús muestra así nuestra crasa realidad: somos necesitados, y buscamos permanentemente saciar nuestras necesidades, nuestros deseos, nuestras carencias.
Esos hombres que buscaban a Cristo todavía no se habían dejado cautivar por su enseñanza; simplemente habían descubierto que Jesús se preocupaba sinceramente por ellos, los cuidaba y no les dejaba pasar necesidad, se compadecía realmente de sus angustias.
Y Jesús no desprecia esa confianza simple, aprovecha la ocasión para invitar a esos hombres agradecidos, a pasar a un nivel más profundo. Hay otro pan, hay otro alimento, porque también hay otro hambre en el corazón humano, hay otra insatisfacción más honda que busca ser colmada.
Y si bien hay que trabajar para ganarse el pan, para alcanzar este alimento no es necesario otro trabajo más que creer, abrir el corazón: “La obra del Padre es que ustedes crean”.
Todos, con el paso del tiempo, podemos ir encerrándonos en nuestras necesidades, y buscar a Dios sólo en la medida en que Él pueda resolver nuestras carencias interiores. Así, Dios se convierte en un objeto más de consumo. Él comprende esa debilidad nuestra, pero quiere más de nosotros, quiere más para nuestra vida. Quiere alimentar nuestros corazones con su Palabra que nos invita a la intimidad con Él, a su paz, al amor fraterno, al servicio, a la generosidad, a la libertad interior.

2.  MEDITACIÓN - ¿QUÉ  ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?
  
·                       Preguntas para la meditación: 

Ø                ¿Por qué y para qué busco a Jesús?
Ø                ¿Qué debo hacer para realizar las obras de Dios?
Ø                ¿Qué significa hoy en la práctica creer en Jesús? 

 3.  ORACIÓN - ¿QUÉ  LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL TEXTO BÍBLICO?
              
Señor, no dejes que me olvide de esas necesidades más profundas que sólo con la fe puedo saciar. No permitas que las angustias de cada día y las cosas urgentes, me lleven a olvidar las cosas importantes que sólo Tú puedes dar.
 

4.  CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?

Repito y reflexiono en estas palabras de Jesús: 

«Les aseguro que ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse. Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre; porque es él a quien Dios, el Padre, marcó con su sello.» 

5.  ACCIÓN - ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO BÍBLICO?

·                        Preguntas para la acción: 

Ø     ¿Qué haré para trabajar por el alimento no perecedero?
Ø     ¿De qué forma mostraré que creo en Jesús ante las necesidades de otros?
Ø    ¿De qué forma mostraré que creo en Jesús ante mis necesidades?
   



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