Lo hizo sentar a su derecha en el cielo.
PRIMERA
LECTURA
Lectura
de los Hechos de los apóstoles 1, 1-11
En mi primer Libro, querido Teófilo, me referí a todo lo que hizo y enseñó
Jesús, desde el comienzo, hasta el día en que subió al cielo, después de haber
dado, por medio del Espíritu Santo, sus últimas instrucciones a los Apóstoles
que había elegido.
Después de su Pasión, Jesús se manifestó a ellos dándoles numerosas pruebas de
que vivía, y durante cuarenta días se les apareció y les habló del Reino de
Dios.
En una ocasión, mientras estaba comiendo con ellos, les recomendó que no se
alejaran de Jerusalén y esperaran la promesa del Padre: «La promesa, les dijo,
que yo les he anunciado. Porque Juan bautizó con agua, pero ustedes serán
bautizados en el Espíritu Santo, dentro de pocos días.»
Los que estaban reunidos le preguntaron: «Señor, ¿es ahora cuando vas a
restaurar el reino de Israel?»
El les respondió: «No les corresponde a ustedes conocer el tiempo y el momento
que el Padre ha establecido con su propia autoridad. Pero recibirán la fuerza
del Espíritu Santo que descenderá sobre ustedes, y serán mis testigos en
Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra.»
Dicho esto, los Apóstoles lo vieron elevarse, y una nube lo ocultó de la vista
de ellos. Como permanecían con la mirada puesta en el cielo mientras Jesús
subía, se les aparecieron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron:
«Hombres de Galilea, ¿por qué siguen mirando al cielo? Este Jesús que les ha
sido quitado y fue elevado al cielo, vendrá de la misma manera que lo han visto
partir.»
Palabra
de Dios.
SALMO Sal 46, 2-3. 6-7.
8-9 (R.: 6)
R.
Dios asciende entre aclamaciones,
asciende el Señor al sonido de trompetas.
Aplaudan, todos los pueblos,
aclamen al Señor con gritos de alegría;
porque el Señor, el Altísimo, es temible,
es el soberano de toda la tierra.
El Señor asciende entre aclamaciones,
asciende al sonido de trompetas.
Canten, canten a nuestro Dios,
canten, canten a nuestro Rey.
El Señor es el Rey de toda la tierra,
cántenle un hermoso himno.
El Señor reina sobre las naciones
el Señor se sienta en su trono sagrado.
SEGUNDA
LECTURA
Lectura
de la carta del apóstol san Pablo
a
los cristianos de Efeso 1, 17-23
Hermanos:
Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, les conceda un
espíritu de sabiduría y de revelación que les permita conocerlo verdaderamente.
Que él ilumine sus corazones, para que ustedes puedan valorar la esperanza a la
que han sido llamados, los tesoros de gloria que encierra su herencia entre los
santos, y la extraordinaria grandeza del poder con que él obra en nosotros, los
creyentes, por la eficacia de su fuerza.
Este es el mismo poder que Dios manifestó en Cristo, cuando lo resucitó de
entre los muertos y lo hizo sentar a su derecha en el cielo, elevándolo por
encima de todo Principado, Potestad, Poder y Dominación, y de cualquier otra
dignidad que pueda mencionarse tanto en este mundo como en el futuro.
El puso todas las cosas bajo sus pies y lo constituyó, por encima de todo,
Cabeza de la Iglesia, que es su Cuerpo y la Plenitud de aquel que llena
completamente todas las cosas.
Palabra
de Dios.
O
bien
Lectura
de la carta a los Hebreos 9, 24-28; 10, 19-23
Cristo, en efecto, no entró en un Santuario erigido por manos humanas -simple
figura del auténtico Santuario- sino en el cielo, para presentarse delante de
Dios en favor nuestro. Y no entró para ofrecerse así mismo muchas veces, como
lo hace el Sumo Sacerdote que penetra cada año en el Santuario con una sangre
que no es la suya. Porque en ese caso, hubiera tenido que padecer muchas veces
desde la creación del mundo. En cambio, ahora él se ha manifestado una sola
vez, en la consumación de los tiempos, para abolir el pecado por medio de su
Sacrificio. Y así como el destino de los hombres es morir una sola vez, después
de lo cual viene el Juicio, así también Cristo, después de haberse ofrecido una
sola vez para quitar los pecados de la multitud, aparecerá por segunda vez, ya
no en relación con el pecado, sino para salvar a los que lo esperan.
Por lo tanto, hermanos, tenemos plena seguridad de que podemos entrar en el
Santuario por la sangre de Jesús, siguiendo el camino nuevo y viviente que él
nos abrió a través del velo del Templo, que es su carne. También tenemos un
Sumo Sacerdote insigne al frente de la casa de Dios. Acerquémonos, entonces,
con un corazón sincero y llenos de fe, purificados interiormente de toda mala
conciencia y con el cuerpo lavado por el agua pura. Mantengamos firmemente la
confesión de nuestra esperanza, porque aquel que ha hecho la promesa es fiel.
Palabra
de Dios.
EVANGELIO
Lectura
del santo Evangelio según san Lucas 24, 46-53
Jesús dijo a sus discípulos:
«Así está escrito: el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al
tercer día, y comenzando por Jerusalén, en su Nombre debía predicarse a todas
las naciones la conversión para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos
de todo esto. Y yo les enviaré lo que mi Padre les ha prometido. Permanezcan en
la ciudad, hasta que sean revestidos con la fuerza que viene de lo alto.»
Después Jesús los llevó hasta las proximidades de Betania y, elevando sus
manos, los bendijo. Mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al
cielo.
Los discípulos, que se habían postrado delante de él, volvieron a Jerusalén con
gran alegría, y permanecían continuamente en el Templo alabando a Dios.
Palabra
del Señor.
PARA
REFLEXIONAR
Se
racionaliza el futuro, se planifica el nacimiento, se programa la educación, se
organiza el trabajo, se nos impone lo que tenemos que consumir, y se nos llega
a convencer de que no existe más futuro que el resultante de las estructuras y
de los organigramas de nuestra sociedad. Se mata, en consecuencia, la
esperanza, se castran los sueños y se achica la libertad.
Paradójicamente, al hombre que siempre quiere ir más allá, se le ha inventado un
cielo más acá.
El cielo que nos han impuesto tiene techo. Y si además faltan: la esperanza,
los sueños y la libertad, no se puede ascender al cielo con el que alguna vez
soñamos porque nos han “cortado las alas” que nos podía llevar. Todas las
“drogas” que nos llevan a la ensoñación nos encierran en pequeños paraísos que
podemos alcanzar a corto plazo. Las montañas de nuestras pobres ascensiones están en las
propagandas, en las vidrieras o se compran por internet. ¿Será verdad que nuestros anhelos más profundos de trascender,
de soñar, de “ascender” los límites que las cosas nos imponen son sólo un
mecanismo de evasión?
La
fe en la ascensión del Señor suena a cuento de chicos, porque la auténtica
esperanza ha sido sustituida por la seudo seguridad del progreso y de las
expectativas razonables. Pero a pesar de tanto avance, el hombre no deja de sentir la angustia de otros límites y se ve
encerrado en la prisión de su propia técnica.
***
En
el texto a los Efesios, para el autor paulino, la Ascensión no
es un simple cambio de lugar, aunque haya que utilizar categorías espaciales
para expresar este misterio: “a la derecha… por encima… bajo sus pies… por
encima de todo”; es
una glorificación que lleva a Jesús, Cristo resucitado, junto al trono mismo de
Dios; tan cerca, que
comparte sus poderes sobre todas las cosas.
***
La
ascensión de Jesús señala, en la narración de Lucas, la tensión en la que entra
la comunidad de los discípulos entre la ausencia del Señor y, al mismo tiempo,
su presencia desde que han terminado sus apariciones como Resucitado. San Lucas une íntimamente la ausencia del Resucitado con el Don
del Espíritu Santo.
Esta
presencia, nueva, va a cambiar la vida de los discípulos que se convierten, a
partir de la ascensión de Jesús, en la comunidad que hereda el Espíritu de
Jesús para continuar su misión.
Con estos versículos, Lucas remarca el hecho de que termina una página de la
historia evangélica. La experiencia que algunos hombres tuvieron de una
cercanía inmediata y visible con Jesús, ha terminado. A partir de ahora, Jesús
está “ausente” y nadie volverá a oírlo ni a verlo. Jesús no se acercará a
ninguno de sus amigos, de camino para recorrer el camino con él y hacer que su
corazón arda al explicarle las Escrituras y al partir el pan.
La
Ascensión es la plenitud de la Pascua. La Pascua sin la ascensión quedaría incompleta y Jesús no
sería más que un muerto que ha revivido. Este el paso definitivo, es el momento en que Jesús es revelado a los hombres como Señor,
investido de la dignidad propia de “Dios, el Padre de la Gloria”. Los discípulos que habían visto a Jesús por última vez,
reconocieron después la eficacia de su poder en las obras que realizaban;
percibieron que no había fuerza superior a él, que Jesús estaba “por encima de
todo”, que la eficacia divina que los acompañaba era porque Jesucristo es el
Señor, totalmente cercano a Dios.
Cristo
no ha triunfado solo. De su victoria ya participamos todos: ” la Ascensión de Jesucristo es ya nuestra victoria”, “nos da ya
parte en los bienes del cielo”, “en Cristo nuestra naturaleza humana ha sido
enaltecida y participa de su misma gloria”, “ha querido precedernos como cabeza
nuestra para que nosotros, miembros de su Cuerpo, vivamos con la ardiente
esperanza de seguirlo en su reino”, “para hacernos compartir su divinidad”.
Desde
la Ascensión del Señor, alguien de los nuestros, algo de nosotros alcanzó la
meta y está ya en el cielo.
Como todo lo que contemplamos de la vida del Señor, la Ascensión no sólo nos
revela quién es Dios sino que desvela también la profundidad y la altura de
nuestra condición humana. En la glorificación de Jesús, la humanidad ha sido
investida con la dignidad misma de Dios. Él, que siendo de condición divina no se avergonzó de hacerse
nuestro hermano, abre para nosotros con su glorificación esa nueva esperanza a
la que nos llama.
La
ascensión es lo imposible que amplía hasta el infinito nuestras posibilidades. Es el misterio que pone en duda todas nuestras razones humanas,
limitaciones y justificaciones. Él, que siendo rico por nosotros se hizo pobre,
nos comunica los tesoros de “la riqueza de gloria que da en herencia a los
santos”. Desde
la glorificación de Jesús, la vida de los que creemos en él está atravesada por
la certera esperanza de alcanzar las promesas de Dios.
Por
eso, la vida del hombre que hasta ahora estaba marcada por “la nostalgia ” que
lo convertía en un desterrado, a partir de la Ascensión lo convierte en
peregrino hacia
el encuentro definitivo con Dios al que esperamos llegar con segura confianza.
Nada
más glorioso para el hombre que ver al Hombre exaltado a la derecha del Padre.
La glorificación de la Cabeza es la esperanza del cuerpo. Creer en la ascensión del Señor es un acto de libertad contra
todos los señores de este mundo y contra lo que pretende domesticar a los
hombres. Pero es también
una responsabilidad. La ascensión del hombre es la ascensión de su mundo y de
la sociedad en que vive. Jesús subió al cielo llevando consigo parte de este
mundo, coronó con su gloria nuestra carne y nos sentó con él a la diestra del
Padre. Nuestra
misión es ahora alcanzar al que ha recorrido ya toda nuestra esperanza, sacar
adelante la esperanza del mundo.
La
creación entera gime y está en dolores de parto hasta que se manifieste la
gloria de los hijos de Dios.Ascender
como Jesús no es abandonar el mundo, sino llevar al mundo a su perfección. La ascensión no es tampoco un arrebato místico y espiritualista
que nos aleje de los hermanos, sino un compromiso con los hermanos para
construir junto a todos la fraternidad. El cielo no es un lugar al que vamos
sino una situación en la que seremos transformados si vivimos en el amor y
en la gracia de Dios.
Se
inaugura, por lo tanto, el tiempo de la Iglesia, el tiempo de vivir la misión,
para eso se nos da el don del Espíritu, cuya fiesta celebraremos el Domingo
próximo. Esto es lo que
Jesús quiere decir a sus discípulos cuando afirma: “ustedes son mis testigos”. Comienza el tempo del testimonio público y valiente que debe
llegar a todos los hombres y todos los aspectos de la vida.
Así
como Cristo ha sido el gran testigo del Padre, ahora la comunidad cristiana lo
tiene que seguir siendo en cada generación, animada siempre por el Espíritu de
Jesús. Porque cuando
Jesús nos dice: “Les toca a ustedes”, no nos deja solos y desamparados, sino
que Él mismo, con su vuelta al Padre, se queda para siempre con nosotros en
todos los tiempos y lugares. Se queda enviando su Espíritu, se queda en la Iglesia, en la Palabra y los sacramentos, se
queda en el conjunto de la vida de su comunidad de discípulos. Que se esfuerza
por vivir por los demás”.
Con
la Ascensión se abre un nuevo tiempo para la Iglesia caracterizado por la
acción del Espíritu, por el esfuerzo misionero. Por eso, la Iglesia tiene que ser con renovado fervor, en todo tiempo y
lugar, la comunidad de discípulos que no se aísla ni evade los desafíos de este
mundo y de este tiempo. La Iglesia tiene que ser comunidad de testigos, comunidad misionera que no se queda mirando el cielo, sino que
se siente enviada a este mundo para transformarlo por la palabra y la fuerza
del resucitado.
PARA
DISCERNIR
¿Dónde
experimento la presencia viva del resucitado?
¿Busco
la justificación al llamado en mis méritos y virtudes o en su gracia y amor?
¿Siento
que por su ascensión mi vida esta para siempre escondida en Dios y unida a ÉL?
REPITAMOS
A LO LARGO DE ESTE DÍA
…Queremos
compartir tu cielo…
PARA
LA LECTURA ESPIRITUAL
Nuestro
Señor Jesucristo podría haber ascendido en secreto y no públicamente. Pero así
como tuvo por testigos de su Resurrección los ojos de sus discípulos, así
también constituyó a estos mismos testigos oculares de su elevación «Viéndolo
ellos se elevó», y fue quitado de entre ellos y era elevado al cielo y una nube
lo recibió en su seno. Y como estuvieron viéndolo ellos, fue tomado, fue
elevado, era llevado hacia arriba y entró allá. «Porque no entró Cristo en un
santuario fabricado por mano de hombres, sino en el mismo cielo, para
comparecer delante de Dios». Hb. 1, 24
Y
no solamente entró, sino que penetró. Porque dice Pablo: «Teniendo pues un
pontífice grande que penetró en los cielos, Jesús.» Hch. 4.14
¡Ascendió,
se fue, hizo su camino, penetró! ¡Ascendió como quien tiene potestad! Para que
se cumpliera el oráculo del profeta, ¡sube Dios entre voces de júbilo! Salmo
46, 6. «Alzad, oh príncipes, vuestras puertas y levantaos puertas eternales y
entrará el rey de la gloria» Salmo 23, 7-8
Dos
cosas sucedieron: porque así como quedó estupefacta la tierra cuando vio el
salvador vestido de cuerpo, y como cuando vemos a un extraño solemos preguntar
¿quién es este?, puesto que de un conocido no se hace esa pregunta; del mismo
modo la tierra, al ver al Divino Salvador dotado de divina virtud y que mandaba
a los vientos y al mar, dice: «¿quién es este que aun los vientos y el mar le
obedecen» Mt. 8, 27. Pues del mismo modo que la tierra clama, ¿quién es éste?,
así también el cielo estupefacto al ver en carne a la divinidad, dice: «¿Quién
es este rey de la gloria» Sal. 23, 8
Y
observa una cosa admirable, El Salvador vino, y viniendo trajo al
Espíritu Santo, y al regresar llevó consigo allá a lo alto el cuerpo santo, con
el objeto de dar al mundo una prenda de salvación que es la virtud del Espíritu
Santo, para que a su vez diga todo cristiano que el cuerpo santo es prenda de
salud para el mismo mundo.
…
Tenemos una prenda suya allá arriba, que es el cuerpo que por nosotros tomó, y
acá en la tierra también la tenemos, que es el Espíritu Santo que está
con nosotros.
El
cielo poseyó el Santo cuerpo, la tierra recibió el Espíritu Santo. Vino Cristo
y trajo al Espíritu Santo, Ascendió Cristo y llevó consigo nuestro cuerpo…
…Con
certeza seremos elevados en las nubes, si es que se nos encuentra dignos de
salirle al encuentro en las nubes… hagamos, pues, todos nosotros seamos del
número de aquellos que le saldrán al encuentro aunque nos encontremos en un
orden inferior. Porque, a la manera de los que salen al encuentro del rey,
aunque no todos sean de la misma dignidad, sin embargo, todos son recibidos
honoríficamente por él, así sucederá en aquel tiempo, ya que no todos han
tenido un mismo género de vida. «Porque cada uno recibirá un premio conforme a
su propio trabajo» I Cor 3,8
PARA REZAR
Ascensión
Te
alabamos, Señor, y te damos gracias
y
proclamamos tus maravillas por toda la tierra,
cantamos
himnos en tu honor y decimos llenos de alegría:
Qué
grandes son las obras del Señor.
Porque
ya no nos sentimos huérfanos ni desamparados
pues
sabemos que vivimos en vos y vos en nosotros,
y
que por la mediación de Jesucristo
nos
envías al Espíritu Santo,
el
Espíritu de la verdad y de la fortaleza,
nuestro
abogado y defensor.
Esta
es la promesa que nos hizo Jesucristo
y
esta es la realidad que hoy vivimos,
que
somos tu comunidad y tu pueblo,
llamado
a proclamar al mundo
este
mensaje de la salvación.
Hoy
reconocemos, Señor,
toda
nuestra dignidad, la de hombres
y
la de hijos tuyos,
llamados
por el bautismo a una nueva vida,
abiertos
a la esperanza
y
destinados a compartir
contigo
la vida para siempre.
Santos
Benetti
12
de mayo de 2013 – LA ASCENSION DEL SEÑOR –
Ciclo C
Mientras los bendecía, fue llevado al cielo
+ Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 24,
46-53
Jesús dijo a sus discípulos:
Jesús dijo a sus discípulos:
«Así está
escrito: el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día,
y comenzando por Jerusalén, en su Nombre debía predicarse a todas las naciones
la conversión para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de todo esto.
Y yo les enviaré lo que mi Padre les ha prometido.
Permanezcan en
la ciudad, hasta que sean revestidos con la fuerza que viene de lo alto.»
Después Jesús
los llevó hasta las proximidades de Betania y, elevando sus manos, los bendijo.
Mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo.
Los discípulos, que se habían postrado delante de él, volvieron a Jerusalén con gran alegría, y permanecían continuamente en el Templo alabando a Dios.
Palabra del Señor.
Los discípulos, que se habían postrado delante de él, volvieron a Jerusalén con gran alegría, y permanecían continuamente en el Templo alabando a Dios.
Palabra del Señor.
1. LECTURA - ¿QUÉ DICE EL TEXTO
BÍBLICO?
|
· Guías
para la lectura:
Al concluir su relato
evangélico, Lucas nos presenta una última aparición del Señor Resucitado a sus
discípulos, antes de ascender al cielo. En esta última manifestación solemne,
les recuerda el núcleo esencial del Evangelio que ellos deben aceptar por la
fe, y que luego deben difundir como mensaje de salvación a todo el mundo. Las
ideas expresadas al terminar la primera parte de su obra (el relato
evangélico), servirán de programa a desarrollar en su segundo libro (Hechos de
los Apóstoles): el envío del Espíritu Santo, la necesidad de que sus discípulos
sean testigos del Resucitado, la predicación del Evangelio para la conversión y
salvación de todas las personas, y el itinerario de dicha predicación, que debe
comenzar en Jerusalén, para ir ampliando paulatinamente el horizonte de su
acción, hasta los últimos confines de la tierra (cf. Hch 1,8).
El envío del Espíritu: Jesús promete a los discípulos asistirlos en su
proceso de fe y en la misión evangelizadora que les confía, mediante el envío
de la promesa del Padre, que es la fuerza de lo alto. Cabe recordar que toda la
vida de Jesús estuvo marcada por el protagonismo del Espíritu Santo: desde el
momento mismo de su concepción, cuando se le anuncia a María: “El Espíritu
Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por
eso el niño que va a nacer será llamado Santo e Hijo de Dios” (Lc 1,35). Y
todo el resto de su vida, especialmente cuando se prepara para el cumplimiento
de la misión (cf. Lc 4,1.14), y cuando la inaugura solemnemente en la sinagoga
de Nazaret (cf. Lc 4,18), y a lo largo de su ministerio público hasta la hora
decisiva de su muerte y su resurrección.
Por eso el Resucitado
comunica a sus discípulos ese mismo Espíritu (cf. Jn 20,22; Hch 2,1ss), para
transformarlos además de discípulos auténticos en misioneros valientes, que
puedan llevar el mensaje del Evangelio a todas las personas y todos los pueblos
de la tierra. Y en la historia de la evangelización, desde los primeros tiempos
de la Iglesia, el protagonismo del Espíritu será evidente, casi palpable (cf.
Hch 4,8; 7,55; 8,39; 10,44s; 13,2).
Ustedes son testigos: No obstante las vacilaciones y dudas, e incluso las
infidelidades y negaciones de los discípulos, el Señor sigue confiando en
ellos, y les encarga la misión de ser sus testigos y anunciadores de su
Evangelio. Dar testimonio es lo típico de todo seguidor/a de Jesús, ahí está su
ADN, que lo distingue y le da identidad en medio de tantas otras propuestas y
estilos de vida. Ser testigos del Resucitado implica un constante proceso de
configuración con Él, pues mientras no se haya “formado Cristo en nosotros”
(cf. Gal 4,19), no podremos irradiar su presencia y santidad en el mundo.
Para el perdón de los
pecados: El Evangelio tiene fuerza de salvación, por eso la
predicación que se confía a los discípulos del Señor, por gracia de Dios puede
renovar integralmente la vida de las personas.
Cuando se acoge y se
encarna la Buena Nueva del Cristo muerto y resucitado, la existencia toda se
transforma radicalmente en la vida nueva de los resucitados en Cristo, que se
han despojado del “hombre viejo”, para vivir la novedad de “vida en el Espíritu”
(cf. Col 3,1-2; Gal 5,22-26; Rm 8,9-17).
A todas las naciones,
comenzando por Jerusalén: La
predicación del Evangelio no tiene límites ni fronteras, porque la salvación
que ofrece es también universal. Por eso antes de ascender al cielo, el Señor
Jesús renueva el envío misionero, confiando en que sus discípulos no escatimen
esfuerzo alguno para que “en toda la tierra se oiga su pregón y hasta los
límites del orbe su lenguaje”.
Con la activa
participación de los evangelizadores, la Palabra del Resucitado se va abriendo
caminos por todo el mundo, ofreciendo a todas las personas, de todas las razas
y culturas, la propuesta de vida y salvación que Cristo trajo, por encargo del
Padre Dios.
Gentileza Lectionautas.
2. MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO
BÍBLICO?
|
· Preguntas
para la meditación:
Ø
¿Qué sentimientos vienen a mí cuando el Señor me habla?
Ø
¿Crees que el Señor también te pide esperar?
Ø Hoy
¿Cuál es esa “Betania” en la que el Señor te bendice?
3. ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A
PARTIR DEL TEXTO BÍBLICO?
|
Gracias, Señor Jesús, porque antes de ascender al cielo quisiste renovar tu confianza en nosotros, encargándonos la tarea de ser tus testigos y llevar tu Evangelio, animados por tu espíritu de Resucitado, vivo y presente en medio nuestro.
Gracias porque quisiste
contar con nuestra modesta colaboración en la obra de la evangelización del
universo entero.
Te pedimos que renueves
constantemente en nosotros la promesa del Padre, la fuerza de lo alto, el
Espíritu que nos configura contigo y nos permite ser mensajeros y heraldos de
tu mensaje de vida en nuestras familias, en nuestra Iglesia, en nuestra
sociedad. Amén.
4. CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO
BÍBLICO?
|
“« No, yo no dejo la
tierra.
No, yo no olvido a los
hombres.
Aquí, yo he dejado la
guerra;
arriba, están vuestros
nombres.»”.
Fragmento himno I Vísperas
Fiesta de la Ascensión
5. ACCIÓN - ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO
BÍBLICO?
|
·
Preguntas para la acción:
Ø ¿Qué
clase de alegría debo contagiar?
Ø ¿Qué hacer
con el poder que recibo de lo alto?
Ø ¿Cómo
puedo mostrar a Jesús Resucitado a quienes me rodean?
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