2 de junio de 2013


Todos comieron hasta saciarse

 
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Génesis         14, 18-20

     Melquisedec, rey de Salém, que era sacerdote de Dios, el Altísimo, hizo traer pan y vino, y bendijo a Abraham, diciendo:
     « ¡Bendito sea Abraham de parte de Dios, el Altísimo, creador del cielo y de la tierra! ¡Bendito sea Dios, el Altísimo, que entregó a tus enemigos en tus manos!»
     Y Abraham le dio el diezmo de todo.
Palabra de Dios.

SALMO   
Sal 109, 1. 2. 3. 4 (R.: 4bc)
R.  Tú eres sacerdote para siempre,
     a la manera de Melquisedec.

     Dijo el Señor a mi Señor:
     «Siéntate a mi derecha,
     mientras yo pongo a tus enemigos
     como estrado de tus pies.»

     El Señor extenderá el poder de tu cetro:
     « ¡Domina desde Sión,
     en medio de tus enemigos!»

     «Tú eres príncipe desde tu nacimiento,
     con esplendor de santidad;
     yo mismo te engendré como rocío,
     desde el seno de la aurora.»

     El Señor lo ha jurado y no se retractará:
     «Tú eres sacerdote para siempre,
     a la manera de Melquisedec.»

SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de Corinto  11, 23-26

     Hermanos:
     Lo que yo recibí del Señor, y a mi vez les he transmitido, es lo siguiente: El Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó el pan, dio gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía.»
     De la misma manera, después de cenar, tomó la copa, diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza que se sella con mi Sangre. Siempre que la beban, háganlo en memoria mía.»
     Y así, siempre que coman este pan y beban esta copa, proclamarán la muerte del Señor hasta que él vuelva.
Palabra de Dios.

EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Lucas         9, 11b-17

     Jesús habló a la multitud acerca del Reino de Dios y devolvió la salud a los que tenían necesidad de ser curados.
     Al caer la tarde, se acercaron los Doce y le dijeron: «Despide a la multitud, para que vayan a los pueblos y caseríos de los alrededores en busca de albergue y alimento, porque estamos en un lugar desierto.»
     El les respondió: «Denles de comer ustedes mismos.» Pero ellos dijeron: «No tenemos más que cinco panes y dos pescados, a no ser que vayamos nosotros a comprar alimentos para toda esta gente.»
     Porque eran alrededor de cinco mil hombres.
     Entonces Jesús les dijo a sus discípulos: «Háganlos sentar en grupos de cincuenta.» Y ellos hicieron sentar a todos.
     Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados y, levantando los ojos al cielo, pronunció sobre ellos la bendición, los partió y los fue entregando a sus discípulos para que se los sirviera a la multitud. Todos comieron hasta saciarse y con lo que sobró se llenaron doce canastas.
Palabra del Señor.

 PARA REFLEXIONAR

Es doloroso el hecho de que haya millones de hermanos que tienen hambre de pan, y esto no sucede a miles de kilómetros de nuestra casa, sino en nuestro barrio, en nuestra ciudad, en nuestro país, es parte del paisaje al que nos vamos acostumbrando. Paradójicamente la sociedad de consumo nos ha acostumbrado a la multiplicación de los bienes materiales. Se fabrica casi todo en serie, hay más alimentos que nunca, más cultura, más desarrollo, más riqueza en la tierra. 
Sin embargo, cada día aumentan en la humanidad las carencias más radicales, la miseria más increíble, el subdesarrollo más inhumano, la ignorancia más brutal, la falta de cultura más absoluta. De la multiplicación de los bienes de consumo se benefician sólo unos pocos, que se han habituado a enriquecerse en detrimento de la inmensa mayoría de los hombres de esta tierra. 
Posiblemente no se trate ya tanto de multiplicar sino de dividir. Este es el milagro urgentemente necesario, mayor y más difícil de realizar, el milagro del “reparto” de lo que ya hay. Este es el camino que Jesús enseña en el relato de este domingo.
***
En la primera lectura Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios altísimo, sale al encuentro de Abraham, después de su victoria sobre los reyes coaligados, y le bendice invocando al Dios altísimo y ofreciendo un sacrificio de pan y vino. Melquisedec aparece en la historia aislado, sin precedentes ni descendientes, anunciando así el sacerdocio y el sacrificio de Cristo. Primer presagio y anticipo del Corpus.
***
San Pablo escribe sólo 25 años después de la Última Cena la tradición, que procede del Señor y que a su vez él ha transmitido: El Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: “Este es mi cuerpo que se entrega por ustedes.Hagan esto en memoria mía. Lo mismo hizo con la copa después de cenar…” 
***
En el evangelio de San Lucas asistimos a un gesto milagroso por parte del Señor que es un anuncio profético del sacramento de la eucaristía, pan y vino que se entregan sin fin para todo aquel que acepte la invitación del Señor.
Los apóstoles llegan cansados pero gozosos de la misión. Para que puedan descansar, Jesús se encamina con ellos hacia Betsaida. Pero la muchedumbre que los sigue estropea sus planes. Jesús, haciéndose cargo de lo imprevisto los recibe generosamente. Con ello da a los discípulos la lección fundamental de lo que supone pertenecer al Reino: vivir en función de los demás como un pan siempre a punto de ser comido.
Enfrentándolos con la realidad, Jesús invita a sus discípulos a realizar el milagro: “Denles ustedes de comer”. Como piensan que el milagro consiste en multiplicar los alimentos, los cinco panes y dos peces son insuficientes para dar de comer a los cinco mil hombres que los seguían. Jesús manda sentar a la gente, y en grupos de cincuenta. La vida en comunidad implica la superación del individualismo. La multiplicación en realidad fue una división, un reparto prolongado, un poner todo lo que se tenía a disposición de todos. Cuando se parte y reparte sin egoísmo, hay mucho más de lo que parece. El auténtico milagro multiplicador será la capacidad de compartir. Curar a los enfermos, trabajar para que a nadie le falte el pan, ni el techo ni el trabajo no son más que consecuencias. Únicamente poniendo nuestra vida, como un alimento, a disposición de los demás revivimos el memorial del Señor, y, a su vez, nuestra vida se alimenta, como la suya, de gozo y de sentido. 
La situación de aquella gente era similar a la de muchos de los hombres de hoy: en el descampado está la mayor parte de la humanidad, carente de las necesidades más vitales. Jesús no compra ni multiplica, sino que parte y reparte. Este es el camino para salir de este callejón sin salida en el que vivimos. Partir el pan entre todos, partirse por los demás, repartir, dividir entre todos eso que la técnica, gracias a Dios, ha conseguido multiplicar. 
Lucas nos ayuda a tomar conciencia de que estos panes que se reparten a la gente son reflejo de la Eucaristía  donde la comunidad cristiana anuncia la muerte y  resurrección del Señor y asume un compromiso solidario  en el compartir el pan, la vida y el amor. La eucaristía es un pan que se parte y se entrega como alimento que genera vida alrededor.
Del gesto del Señor debemos sacar como lección que la  Eucaristía nos debe llevar a un compromiso por los pobres de Dios y a los  necesitados del mundo, por tanto, debe ser asumido en fraternidad por toda la comunidad  cristiana que celebra la Cena del Señor.
Nosotros no podemos realizar el prodigio de multiplicar  los panes, pero sí podemos repartir de lo nuestro con los  demás. No podemos comulgar con Cristo sin comulgar también con los hermanos. Hoy precisamente celebramos el amor de Dios que muere y se nos da en alimento, para mantenernos unidos a El, en una misma Iglesia.
Comulgar es recibir a Cristo; pero no acaparar a Cristo, monopolizar la posesión de Cristo, retener a Cristo para nuestro uso particular. Comulgar es sentarnos a comer con los hermanos.
Cuando comulgamos recibimos a Cristo. Pero no podemos olvidar que la Eucaristía no tendría sentido sacada del contexto de su institución: la noche víspera de la Pasión. Comulgar es recibir a Cristo que se sacrifica por todos los hombres para el perdón de los pecados. Por eso, comulgar es compartir con Cristo su propio sacrificio en servicio a los hombres. Y por eso resulta incomprensible toda tentativa de pretender comulgar, conformándose sólo con recibir, sin sentirse al mismo tiempo comprometido a dar, a darse en servicio a los hermanos.
La entrega es esencia profunda y última del Corpus, que debemos renovar constantemente. El cristiano debe ser pan que se multiplica, pan que se hace accesible a todo hombre, pan de vida, pan de unión, pan que sacia el hambre. A ejemplo de Cristo que ha derramado su sangre, el cristiano debe convertirse también en vino bueno, de la mejor cosecha, que va pasando de mano en mano y de copa en copa, para que todos beban salvación y no muerte.
La Eucaristía, comida y bebida espiritual, es el Cuerpo  roto y la Sangre derramada de Jesús por amor. Cada partícula de pan y cada gota de vino  están plenos de una energía de amor entregado, que producen movimientos  de unidad, de servicio, de generosidad, de entrega total. Es el mejor alimento para  desarrollar la solidaridad hasta su plenitud. Quien recibe el cuerpo de Cristo entra en la  corriente solidaria del Espíritu. La fuerza del Espíritu empuja hacia la meta del amor solidario que va más allá de la justicia. No se limita a dar a  cada uno lo suyo sino que está dispuesta a  dar más de lo que las leyes humanas establecen. La solidaridad se acerca al otro, para  darle lo que realmente necesita, para que viva con toda su dignidad, aunque no pueda exigirlo legalmente.
Por la solidaridad nos podemos  acercar a los otros y considerarlos no sólo como “compañeros de camino”, sino  como miembros de la misma familia del cual nos sentimos responsables. El otro pasa a ser algo mío. La eucaristía es urgencia de caridad, la celebración de la misa nos compromete a luchar contra el mal del mundo desde la fe y la comunión con Jesucristo. Somos el pueblo que camina al encuentro del Señor y  trabaja por vencer el pecado y la muerte, intentando que la justicia de los hombres se acerque cada vez más a la justicia de Jesús.
No podemos comulgar con el Cuerpo y la Sangre de Cristo si no estamos dispuestos a comulgar con las necesidades, con el cuerpo y la sangre de los pobres. También eso es tradición viva, que procede del Señor. Un escritor francés dijo: «No se puede creer impunemente», es decir, no se puede creer sin que tenga consecuencias en nuestra vida. Y podríamos decir también hoy: no se puede celebrar la Eucaristía impunemente, no podemos comulgar en el Cuerpo y la Sangre de Jesús sin que tenga consecuencias en nuestra vida.

 PARA DISCERNIR 
¿Experimento la eucaristía como compromiso de amor?
¿Busco por la Eucaristía identificarme con los sentimientos de Jesús?
¿Necesito de la Eucaristía para crecer en el amor solidario?

REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

…Ayúdame a partirme y repartirme…

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

Bendecir, es el verbo central de la Eucaristía y la médula de nuestra vida.  La palabra griega eucaristía (acción de gracias) tuvo más fortuna  en el NT que eulogia (alabanza), la otra palabra con que la Biblia  griega traduce la berakah hebrea (bendición); y cuando decimos  «eucaristía», estamos recogiendo toda la herencia de bendición, de  alabanza y de agradecimiento desbordante que recorre todo el AT.
Una de las experiencias más gozosas de Israel es la de reconocer  que la bendición de su Dios le concede vida, fecundidad,  protección. Decir «bendición» es decir regalo, don gratuito (el  «bendecir» de Dios es «bienhacer», dice Alonso Schökel), y los  creyentes bíblicos reaccionan con una «bendición ascendente» que  dirige hacia el Señor su alabanza y su acción de gracias. La bendición es el término que condensa la riqueza y la  originalidad de la tradición en que aprendió a orar Jesús.
A través de ella, el creyente israelita entra en una triple relación  con Dios, con el mundo y con los demás: al repetir insistentemente  a lo largo del día «Bendito seas, Señor, Dios del universo, por … »,  reconoce a Dios como origen de todo lo que existe, al mundo como  un don que hay que acoger, y a los demás como hermanos con los  que hay que participar del único banquete de la vida. «Bendecir significa revelar la última identidad de las cosas, su profunda interioridad, que consiste en hacer entrar en relación con el Creador». Los objetos, la actividad, el trabajo, las relaciones,  el espesor de la vida… pueden volverse opacos y ser ocasión de  desencuentro; pero la bendición consigue que la realidad se vuelva  translúcida: ilumina nuestra mirada y la hace elevar  hasta llegar  hasta Dios, que es su origen. La Eucaristía, que nació en ese contexto («Tomó el pan y,  pronunciada la bendición, se lo dio… » (Mc 14,22; cf. Mt 26,26; Lc  22,15;1 Cor 11,241) es para nosotros la ocasión de convertir en bendición nuestra vida entera, de «arrastrar» hasta ella todo el  peso de nuestro agradecimiento, todo lo que en nosotros y en toda  la creación está llamado a convertirse en canción, en «un himno a  su gloriosa generosidad» (Ef 1,14).
Tenemos en las manos y en el corazón la opción de vivir «en  clave de murmuración» ((quejas, resentimiento y desencanto, como  Israel en el desierto (cf. Ex 16-171)) o «en clave de bendición»,  descubriendo en la vida, más allá de su opacidad, la presencia que hacía estremecerse de alegría a Jesús (cf. Mt 11,25) cuando sentía la «afinidad» de sus preferencias con las del Padre.
La Eucaristía nos invita a comulgar con su bendición, su gozo se  nos ofrece como un pan que se parte: «Al que venga, le daré un  maná escondido… » (Ap 2,17). «Estoy a la puerta y llamo: si  alguien escucha mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él, y él conmigo» (Ap 3,20).
Quizá sólo seamos capaces de esos gestos elementales: poner la mesa, estar despiertos, quedarnos en silencio, vigilar, reconocer  una voz, abrir la puerta, acoger agradecidos ese maná escondido. 
Dolores Aleixandre - SIETE VERBOS ELEMENTALES DE ACCESO A LA EUCARISTÍA
 
 PARA REZAR 

«Mis manos, esas manos y Tus manos
hacemos este gesto,
compartida la mesa y el destino,
como hermanos,
las vidas en Tu muerte y en Tu vida.
Unidos en el pan los muchos granos,
iremos aprendiendo a ser
la unida Ciudad de Dios, Ciudad de los humanos.
Comiéndote sabremos ser comida.
El vino de sus venas nos provoca.
El pan que ellos no tienen nos convoca
a ser Contigo el pan de cada día.
Llamados por la luz de Tu memoria,
marchamos hacia el Reino haciendo Historia,
fraterna y subversiva Eucaristía»

P. CASALDÁLIGA


LECTIO DIVINA 

Todos comieron hasta saciarse    
   
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas     9, 11b-17

Jesús habló a la multitud acerca del Reino de Dios y devolvió la salud a los que tenían necesidad de ser curados. 
Al caer la tarde, se acercaron los Doce y le dijeron: «Despide a la multitud, para que vayan a los pueblos y caseríos de los alrededores en busca de albergue y alimento, porque estamos en un lugar desierto.» 
Él les respondió: «Denles de comer ustedes mismos.» Pero ellos dijeron: «No tenemos más que cinco panes y dos pescados, a no ser que vayamos nosotros a comprar alimentos para toda esta gente.» 
Porque eran alrededor de cinco mil hombres. 
Entonces Jesús les dijo a sus discípulos: «Háganlos sentar en grupos de cincuenta.» Y ellos hicieron sentar a todos. 
Jesús tomó los cinco panes y los dos pescados y, levantando los ojos al cielo, pronunció sobre ellos la bendición, los partió y los fue entregando a sus discípulos para que se los sirviera a la multitud. Todos comieron hasta saciarse y con lo que sobró se llenaron doce canastas.
Palabra del Señor.  

1.     LECTURA - ¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?

 ·   Guías para la lectura:
               
Después del tiempo pascual que culminó con el envío del Espíritu en la fiesta de Pentecostés y la celebración de la Solemnidad de la Santísima Trinidad el domingo pasado, hoy se nos presenta otra fiesta, la del Cuerpo y Sangre de Cristo. El evangelio que la liturgia escoge para hoy no es el de la institución de la Eucaristía, sino la multiplicación de los panes, que tiene muchos elementos que evocan la cena eucarística. 
Podemos distinguir tres partes en el texto, los vv. 11-12 que muestran la situación inicial de Jesús con la gente y la propuesta de los doce de invitar a la gente que se vaya para encontrar alojamiento y comida. Luego (vv.13-14a) la propuesta de Jesús que sean los discípulos quienes den de comer a la multitud y la constatación de la dificultad. Finalmente (vv. 14b-17) la resolución de la dificultad por la multiplicación de los panes por parte de Jesús.  
El texto comienza mostrando actitudes típicas del ministerio de Jesús: acoge a la gente, anuncia el Reino de Dios y cura las enfermedades (v. 11). Jesús se toma tiempo para anunciar el reino “les hablaba”, y también para atender las necesidades “curaba”. Los discípulos que ven a Jesús atender a las necesidades, también aprenden a cuidar de la gente y al llegar la noche quieren que no se queden sin comida y cobijo y le dicen a Jesús que despida a la gente para que lo encuentren. 
La respuesta de Jesús es desconcertante: “Denles ustedes de comer” (v.13). Están en un lugar deshabitado, no tienen más que cinco panes y dos peces, ¿cómo pueden darles de comer? Tal vez Jesús con ese mandato: “Denles ustedes de comer” se estaba anticipando a lo que los discípulos tendrían que hacer luego de la pascua del Señor, cuando deberían multiplicar el pan de la palabra y repartir el pan del cuerpo del Señor. De hecho los discípulos terminarán haciendo lo que Jesús les había dicho, pues si bien es Jesús quien multiplica los panes, se los da a sus discípulos para que sean ellos quienes lo repartan (v. 16). 
Luego de la dificultad que le presentan los discípulos, Jesús vuelve a tomar la iniciativa, pero hace participar a sus discípulos de lo que Él hace: Jesús hace que sus discípulos acomoden a la gente en pequeños grupos y les da el pan para que ellos lo repartan. Se ve con claridad que Jesús hace a sus discípulos colaboradores de su obra.  
Las palabras que describen lo que Jesús hace con el pan y los pescados: “tomó” “bendijo”, “los partió”, “los dio” evocan con claridad la institución eucarística (ver Lc 22,19ss) de modo que todo el relato, más allá del milagro de la multiplicación es un signo, que remite a la última cena en la que Jesús se queda como pan partido y sangre derramada y manda a sus discípulos hacerlo presente: “hagan esto en memoria mía” (Lc 22,19).

2.     MEDITACIÓN - ¿QUÉ  ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?
  
·                       Preguntas para la meditación: 

Ø      ¿En qué momentos difíciles has podido escuchar las Palabras del Maestro?
Ø      Si lo que pide el Maestro parece contrario a lo que crees posible ¿Cómo reaccionas?
Ø      ¿En qué instantes concretos de tu vida has podido experimentar alegría después de obedecer a Jesús? 

3.     ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL TEXTO BÍBLICO?
                               
Jesús nos ha dado su cuerpo y sangre para darnos vida, le podemos decir el día de hoy…

Amable Jesús mío,
viniste al mundo para dar tu vida divina a todas las almas.
Quisiste hacerte nuestro alimento diario
para conservar y fortalecer esta vida sobrenatural,
frente a las debilidades y faltas de cada día.
Te pedimos humildemente que derrames tu Espíritu Divino
sobre nosotros por amor de tu Sagrado Corazón.
Vuelvan a ti las almas que llevadas del pecado
han perdido la vida de la gracia.
Que acudan frecuentemente a tu sagrado Altar
todos los que  se hallan en gracia,
para que, participando en tu Sagrado Banquete,
reciban la fortaleza que les haga
victoriosos en la batalla de cada día contra el pecado
y así crezcan siempre ante tus ojos
en pureza y santidad hasta
alcanzar la vida eterna en tu compañía. Amén 

4.     CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?
       
Con el corazón lleno de gozo por la entrega total del Maestro dile: 
“Señor tú eres mi alimento”
  
5.     ACCIÓN - ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO BÍBLICO?

·                        Preguntas para la acción: 
                      
Ø       El Señor se nos da hasta saciarnos, llenos de Él ¿a qué nos comprometemos? 
Ø      Respecto a ti mismo: ¿Qué pasos debes dar para confiar más en el poder de Dios?
Ø     Con tu familia: ¿Cómo puedes hacer de la cena un momento de encuentro fraterno?
Ø     Respecto a los demás: ¿Qué acciones puedes hacer para saciar el hambre a otros? 

 Gentileza Lectionautas.



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