EL NACIMIENTO DE SAN JUAN BAUTISTA (S)
…Te llamo a
ser luz de las naciones…
PRIMERA
LECTURA
Lectura del libro del profeta
Isaías 49, 1-6
¡Escúchenme, costas lejanas,
presten atención, pueblos remotos! El Señor me llamó desde el seno materno,
desde el vientre de mi madre pronunció mi nombre. El hizo de mi boca una espada
afilada, me ocultó a la sombra de su mano; hizo de mí una flecha punzante, me
escondió en su aljaba. El me dijo: «Tú eres mi Servidor, Israel, por ti yo me
glorificaré.» Pero yo dije: «En vano me fatigué, para nada, inútilmente, he
gastado mi fuerza.» Sin embargo, mi derecho está junto al Señor y mi
retribución, junto a mi Dios. Y ahora, ha hablado el Señor, el que me formó desde
el seno materno para que yo sea su Servidor, para hacer que Jacob vuelva a él y
se le reúna Israel. Yo soy valioso a los ojos del Señor y mi Dios ha sido mi
fortaleza. El dice: «Es demasiado poco que seas mi Servidor para restaurar a
las tribus de Jacob y hacer volver a los sobrevivientes de Israel; yo te
destino a ser la luz de las naciones, para que llegue mi salvación hasta los
confines de la tierra.»
Palabra de Dios.
SALMO
Sal 138, 1b-3. 13-14b. 14c-15 (R.: 14a)
R. Te doy gracias porque fui formado
de manera tan admirable.
Señor, tú me sondeas y me
conoces,
tú sabes si me siento o me
levanto;
de lejos percibes lo que
pienso,
te das cuenta si camino o si
descanso,
y todos mis pasos te son
familiares. R.
Tú creaste mis entrañas,
me plasmaste en el seno de mi
madre:
te doy gracias porque fui
formado
de manera tan admirable.
¡Qué maravillosas son tus
obras! R.
Tú conocías hasta el fondo de
mi alma
y nada de mi ser se te
ocultaba,
cuando yo era formado en lo
secreto,
cuando era tejido en lo
profundo de la tierra. R.
SEGUNDA
LECTURA
Lectura de los Hechos de los
apóstoles 13, 22-26
Pablo decía:
«Cuando Dios desechó a Saúl,
les suscitó como rey a David, e; hijo de Jesé, a un hombre conforme a mi
corazón que cumplirá siempre mi voluntad. De la descendencia de David hizo
surgir para Israel un Salvador, qué es Jesús.
Como preparación a su venida,
Juan había predicado un bautismo de penitencia a todo el pueblo de Israel. Y al
final de su carrera, Juan decía: “Yo no soy el que ustedes creen, pero sepan
que después de mí viene aquel a quien yo no soy digno de desatar las
sandalias”.
Hermanos, este mensaje de
salvación está dirigido a ustedes: los descendientes de Abraham y los que temen
a Dios.»
Palabra de Dios.
EVANGELIO
X Lectura del santo Evangelio
según san Lucas 1, 57-66. 80
Cuando llegó el tiempo en que
Isabel debía ser madre, dio a luz un hijo. Al enterarse sus vecinos y parientes
de la gran misericordia con que Dios la había tratado, se alegraban con ella.
A los ocho días, se reunieron
para circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la
madre dijo: «No, debe llamarse Juan.»
Ellos le decían: «No hay nadie
en tu familia que lleve ese nombre.»
Entonces preguntaron por señas
al padre qué nombre quería que le pusieran. Este pidió una pizarra y escribió:
«Su nombre es Juan.»
Todos quedaron admirados. Y en
ese mismo momento, Zacarías recuperó el habla y comenzó a alabar a Dios.
Este acontecimiento produjo
una gran impresión entre la gente de los alrededores, y se lo comentaba en toda
la región montañosa de Judea. Todos los que se enteraron guardaban este
recuerdo en su corazón y se decían: « ¿Qué llegará a ser este niño?» Porque la
mano del Señor estaba con él.
El niño iba creciendo y se
fortalecía en su espíritu; y vivió en lugares desiertos hasta el día en que se
manifestó a Israel.
Palabra del Señor.
PARA
REFLEXIONAR
Hoy las cuestiones fundamentales de la
vida, corren el peligro de ser sofocadas o eludidas. El sentido
de la vida, más que buscado viene impuesto: o por lo que se vive
en lo inmediato, o por lo que satisface las necesidades; la conciencia llega a
ser cada vez más extraña, y las cuestiones más importantes quedan sepultadas.
Un aspecto que caracteriza el tiempo que corre, es la
multiplicidad de opciones que se presentan como contracara a la carencia de
enfoques, de propuestas, de proyectos. El hoy se asemeja a un
panteón de la antigua Roma, a un gran « templo » en el que todas las «
divinidades » tienen lugar, y cada « valor » tiene su puesto y su altar.
En este contexto, resulta difícil tener una visión
unitaria del mundo y, por lo tanto es muy débil la capacidad de proyectar la
vida. Cuando una cultura no define valores como capaces para dar sentido a la
vida, sino que pone todo en el mismo plano, todo llega a ser indiferente y sin
importancia.
Se busca autenticidad, afecto, relaciones
personales, amplitud de horizontes; y por otro lado es muy
grande la experiencia de estar solos, «heridos» por
el bienestar, engañados por las ideologías, confusos
por el relativismo dominante.
El criterio con el que la mentalidad de hoy acostumbra
a mirar el futuro se centra en el provecho, el gusto o
la comodidad. El camino a elegir, la persona que amar, la profesión
a desarrollar, se dispone de modo que se presente como criterio absoluto,
la utilidad particular del individuo. Son opciones sin
ninguna apertura a lo que el hombre realmente desea, al misterio y a la
trascendencia y muchas veces con escasa responsabilidad respecto a la vida,
propia y ajena. Predomina una sensibilidad y mentalidadque desestiman
la clave vocacional de la vida.
En nuestro mundo complejo y sin puntos veraces de
referencia, el modelo que prevalece es el del «hombre sin vocación ».
Una cultura de este estilo hace jóvenes con una identidad frágil y fragmentada,
con la consiguiente indecisión crónica frente a la
opción vocacional. Si por una parte se busca a toda costa, autonomía
e independencia, por otra, se
tiende, como refugio,
a ser dependientes del ambiente socio-cultural y a vivir en función de lo que “pide el cuerpo”,
de aquello que” hace sentir bien”,
en un mundo afectivo hecho a nuestra medida.
tiende, como refugio,
a ser dependientes del ambiente socio-cultural y a vivir en función de lo que “pide el cuerpo”,
de aquello que” hace sentir bien”,
en un mundo afectivo hecho a nuestra medida.
La vocación fundamental del hombre, se contiene en
la vocación a la vida y a una vida concebida desde su
origen, a semejanza de la vida de Dios. El acto creador del Padre,
es lo que provoca el conocimiento de que la vida es una
entrega a la libertad del hombre, llamado a dar respuesta personalísima y
original, responsable y llena de gratitud.
Dios me ha llamado de la nada. Entre los miles de
millones de seres posibles, Él me ha elegido y me ha llamado a mí. Mi vida está
constituida por esa llamada. Mi vida continúa porque Él continúa llamándome,
impidiendo que vuelva a caer en el silencio de la nada del que fui
sacado. Mi existencia es fruto del amor creador de Dios, de su
palabra creadora. Vengo a la vida porque soy amado, pensado y querido por una
Voluntad que nos ha preferido a la no-existencia, que nos ha amado antes de que
fuésemos.
Mi vida es una Voz que me llama, la Voz potente de
Aquél a quien se debe todo lo que existe; mi vida es una respuesta
obligatoria a esa Voz que me está llamando.
En la existencia de algunos hombres, esta llamada de
Dios se ha dejado realmente sentir con la inmediatez concreta de una voz
humana, de acontecimientos, de necesidades, suscitando la sorpresa o el
sobresalto que se experimenta cuando somos llamados por nuestro nombre a
aquello que humanamente nos sobrepasa.
Y esto es lo que explica, en la raíz, el
misterio de la vida del hombre, que es misterio de predilección y
gratuidad absoluta. Como proyecto de vida, la vocación es proyecto
total de existencia. Nada queda fuera de ella, nada queda al margen de
ella, todo tiene un nuevo sentido. Hay cosas en nuestra vida que la vocación
revoca, porque no pueden seguir igual, exigen una conformación con
lo que Dios quiere. La vocación como compromiso exige dar la vida,
entregarla sin cálculo, generosamente, con la seguridad puesta en quien llama.
***
En el Evangelio de hoy los vecinos se hacían la
pregunta justa: “¿Qué va a ser este niño?”. Era y es la
pregunta que todos nos hacemos ante un recién nacido. ¿Qué mundo le
tocará? ¿Qué profesión tendrá? ¿Será feliz? Un niño recién nacido es
siempre un libro abierto y en blanco. Todas las páginas están por llenar. Cada
niño que nace tiene siempre algo de profecía, de ruptura con el
pasado y comienzo de algo nuevo. Es siempre un misterio.
Hoy celebramos el nacimiento de Juan Bautista.
Una vocación grabada a fuego desde el vientre materno. Su futuro será
sorprendente: anunciar la presencia de Jesús, el Salvador, y preparar
sus caminos. Nunca los padres imaginaron así el futuro de su hijo.
Lo que más se destaca en la vocación de Juan es
su total dedicación a la tarea de convertir al pueblo
ante la venida del Señor. Él ha visto la situación de su pueblo, ha
experimentado que era necesario hacer algo, ha sentido que Dios lo llamaba, y
se ha lanzado. Juan habla con dureza, es exigente, combate
las desigualdades, las injusticias, las autosatisfacciones, la búsqueda
indiscriminada del placer. Juan es tan exigente consigo mismo, hasta el punto
que, comparado con Jesús, aparece casi exageradamente ascético;
esa es su manera de mostrar que el proyecto de Dios es lo único importante.
Al contemplar el testimonio personal de Juan,
contemplamos también su papel en la historia de la salvación. Contemplamos
como Dios va marcando caminos, y escoge a hombres y mujeres para
realizar su plan salvador. Juan es escogido con una función especialmente
decisiva.
La primera lectura, le aplica a Juan el segundo cántico del
Siervo de Yahvé, para señalar esta elección, que consistirá en empezar a encender
en medio del pueblo de Israel la luz; que después será luz para todas las
naciones.
Juan es una señal del amor de Dios por su
pueblo. El nombre de “Juan” quiere decir “Dios concede su favor”,
y se aplica hoy tanto al nivel doméstico de la vida de Zacarías e Isabel, que
siendo ya ancianos tienen un hijo, como en el nivel de la historia de la
salvación de Dios para todos los hombres.
Juan supo recoger toda la esperanza y anhelo de
salvación que estaba en el corazón de su pueblo. Su palabra, atenta
al devenir de la vida de los hombres de su tiempo, llegaba
al interior de cada uno suscitando provocación, inquietud y
haciendo que los ojos se abrieran al futuro. Su palabra
tambaleaba seguridades, fue “espada cortante” que llamaba con ímpetu, como la palabra de los profetas, a la conversión.
tambaleaba seguridades, fue “espada cortante” que llamaba con ímpetu, como la palabra de los profetas, a la conversión.
Juan representa el último escalón de la preparación de
la venida del Mesías. El relato de Lucas, nos describe su figura
con todos los rasgos característicos de los verdaderos profetas: la vocación
que se manifiesta desde el nacimiento mismo, la posesión del Espíritu, la
ascesis. Juan nace de unas entrañas estériles;
es de familia sacerdotal y es profeta,
destinado a designar al Mesías.
Como profeta capta los signos de los
tiempos, en el punto preciso en el que el futuro le dará significación. No se
expresa mediante conceptos; recurre a los signos y a los gestos,
más que de solucionarlos, es capaz de vislumbrar los problemas. Su lenguaje es directo
y crudo. Transmite un ‘mensaje’: es el heraldo del Mesías,
que ha venido y que ha de venir”.
A la pregunta: “¿Qué va a ser este niño?”;
le responde la primera lectura: “Te hago luz de las naciones“, pero al
mismo tiempo la segunda lectura lo presenta lleno de humildad y totalmente subordinado
a Jesús: “Yo no soy quien piensan, sino que viene detrás de mí
uno a quien no merezco desatarle las sandalias”. El propio Jesús define la
figura de Juan: “entre todos los nacidos de mujer no hay profeta mayor
que Juan; pero el más pequeño en el Reino de Dios es mayor que él”.
La grandeza de su vocación y
la grandeza de la fidelidad con la que él la vive consiste
en no ahorrar sacrificio, sabiéndose retirar cuando
su misión está realizada, no pretendiendo entender más de lo que le es
dado, sabiendo morir para no traicionar su verdad. Sabe disminuir
y desaparecer para dar paso al único y verdadero Salvador.
La actitud clave que permite al
Bautista actuar de esta manera es su desprendimiento. Juan no
construye nada para él, ni siquiera un grupo de seguidores. Obra en
función de otro. Tiene clara conciencia de ser puente y
camino. Él no es el fin.
Para nosotros Jesucristo no es “el que ha de venir”
sino “el que ha venido”. Pero igualmente podemos hablar de una necesidad de
continuar su venida y por lo tanto, de una necesidad de continuar el trabajo de
Juan: preparar la venida de Jesucristo a cada uno de nosotros, a cada hombre, a
la humanidad, en cada momento de la historia. La voluntad de Dios y nuestra
responsabilidad es que Jesucristo sea conocido y seguido a través de lo que
nosotros hacemos. La vocación fundamental de cada cristiano es ser fiel a
la misión de preparar el camino.
De ello depende el que la Buena Noticia de Jesucristo
quede desconocida, falseada, o sea un anuncio que libere, que comunique fuerza,
que renueve al hombre. Esta misión, cada uno tiene su modo de realizarla sin
excusas.
Hoy el ejemplo de Juan nos muestra caminos para
realizar nuestra vocación. Juan une la radicalidad de su palabra y la exigencia
de su propia vida, con la fidelidad a lo que él dice. Es un hombre que dice y
hace con exigencia, con radicalidad.
Nos enseña a reconocer a Jesús como lo más importante
y como la verdad que debemos seguir. Juan nos enseña a cumplir con
nuestra misión de discípulos de Cristo
viviendo en la verdad de su palabra; transmitir esta verdad a quien no la tiene, por medio de nuestra palabra y ejemplo de vida; a ser piedras vivas de la Iglesia. Nos hace ver la importancia del reconocimiento y arrepentimiento de los pecados.
viviendo en la verdad de su palabra; transmitir esta verdad a quien no la tiene, por medio de nuestra palabra y ejemplo de vida; a ser piedras vivas de la Iglesia. Nos hace ver la importancia del reconocimiento y arrepentimiento de los pecados.
En cierto modo, estas características de Juan son las
que debemos tener como Iglesia con respecto a la persona y a la obra de Jesús.
La vocación propia de la Iglesia es preparar el camino para el
encuentro salvador de los hombres con Jesús. Su razón de ser radica en la
misión de precursora de Jesús. Como Juan, la Iglesia está llamada a
señalar a los hombres dónde se encuentra la verdadera salvación.
Ella sabe que los hombres pueden encontrar a Jesús de
muchas maneras, y su mayor alegría consiste en disminuir para que Jesús crezca
en el corazón de los hombres. El ejemplo de Juan nos debe estimular a la
aceptación gozosa de nuestro papel, relativo y
subordinado, pero lleno de la verdadera grandeza.
PARA
DISCERNIR
¿Experimento mi vida como la realización de una
vocación?
¿Qué determina mi respuesta cotidiana?
¿Valoro el papel que tengo en la construcción del
reino?
REPITAMOS A
LO LARGO DE ESTE DÍA
..Llamado a preparar su camino…
PARA LA
LECTURA ESPIRITUAL
«Y tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor para preparar sus caminos.» (Lc 1,76)
…”Con razón el nacimiento de este niño fue para muchos
causa de alegría. Lo sigue siendo hoy. Nacido en la vejez de sus padres, vino a
predicar a un mundo envejecido la gracia de un nuevo nacimiento. Es justo que
la Iglesia celebre este nacimiento con solemnidad, ya que se trata de un hecho
maravilloso de la gracia, del que la naturaleza se admira.
A mí mismo, esta lámpara que ilumina al mundo (Jn
5,35) me trae con su aparición una alegría nueva, ya que es gracia a ella que
he reconocido al que es la luz verdadera que alumbra en las tinieblas, pero las
tinieblas no la han acogido. (Jn 1,5; 9) Sí, el nacimiento de este niño me trae
una alegría inefable ya que es para el mundo entero fuente de inestimables
bienes. Juan, el primero, instruye a la Iglesia, empieza a educarla por la
penitencia, la prepara por el bautismo, y, una vez preparada, la entrega a
Cristo y la une a él. (Jn 3,29). Enseña a la Iglesia a vivir en la sobriedad, y
por el ejemplo de su propia muerte le concede la fortaleza para morir animosa.
Por todo ello prepara al Señor un pueblo bien dispuesto”… (Lc 1,17)
Beato Guerric d’Igny (hacia 1080-1157)
abad cisterciense
Sermón 1 para la fiesta de S. Juan
Bautista
PARA REZAR
Hoy te bendecimos, Dios de los apóstoles y
de los profetas,
por la figura y testimonio de Juan el Bautista,
el precursor humilde e insobornable del Mesías, Cristo Jesús.
haz que nos tomemos muy en serio su mensaje siempre actual.
Así, convertidos al amor y la justicia de tu reino,
te cantamos a boca llena el canto de gozo de los convertidos.
Éramos tierra yerma y erial calcinado por el egoísmo,
pero tú eres capaz de hacer florecer nuestro desierto inhóspito.
Enséñanos a vivir en tu presencia y alabarte siempre
con el corazón alegre por tu amorosa gratitud de Padre,
porque todo es presencia y gracia, ternura y cariño tuyo. Amén.
por la figura y testimonio de Juan el Bautista,
el precursor humilde e insobornable del Mesías, Cristo Jesús.
haz que nos tomemos muy en serio su mensaje siempre actual.
Así, convertidos al amor y la justicia de tu reino,
te cantamos a boca llena el canto de gozo de los convertidos.
Éramos tierra yerma y erial calcinado por el egoísmo,
pero tú eres capaz de hacer florecer nuestro desierto inhóspito.
Enséñanos a vivir en tu presencia y alabarte siempre
con el corazón alegre por tu amorosa gratitud de Padre,
porque todo es presencia y gracia, ternura y cariño tuyo. Amén.
B. Caballero
LECTIO
DIVINA
Su nombre es Juan
+ Evangelio de nuestro Señor
Jesucristo según san Lucas 1, 57-66. 80
Cuando llegó el tiempo en que Isabel debía ser madre, dio a luz un hijo. Al enterarse sus vecinos y parientes de la gran misericordia con que Dios la había tratado, se alegraban con ella.
A los ocho
días, se reunieron para circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como
su padre; pero la madre dijo: «No, debe llamarse Juan.»
Ellos le
decían: «No hay nadie en tu familia que lleve ese nombre.»
Entonces
preguntaron por señas al padre qué nombre quería que le pusieran. Este pidió
una pizarra y escribió: «Su nombre es Juan.»
Todos quedaron
admirados. Y en ese mismo momento, Zacarías recuperó el habla y comenzó a
alabar a Dios.
Este acontecimiento
produjo una gran impresión entre la gente de los alrededores, y se lo comentaba
en toda la región montañosa de Judea. Todos los que se enteraron guardaban este
recuerdo en su corazón y se decían: «¿Qué llegará a ser este niño?» Porque la
mano del Señor estaba con él.
El niño iba
creciendo y se fortalecía en su espíritu; y vivió en lugares desiertos hasta el
día en que se manifestó a Israel.
Palabra del
Señor.
1.
LECTURA - ¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Guías
para la lectura:
El pasaje menciona
ciertamente la circuncisión, pero más bien como una introducción a lo que
sigue, al nombre dado al niño y a las cosas asombrosas que se
manifestarán.
Como había anunciado el
ángel (1.13), Isabel da a luz un hijo. Ya se habían anunciado incluso los
festejos que acompañarían a este feliz acontecimiento: “Muchos se gozarán en su
nacimiento” (1.14)
Entre los israelitas, las
circuncisión tenía lugar el octavo día después del nacimiento (Gn. 17.12) y
constituía el signo de la alianza concluida entre Yahvé y la nación. En tiempos
de Jesús sólo en el momento de la circuncisión el niño recibía el nombre. Se
puede relacionar esta costumbre con el hecho de que Dios hubiera cambiado los
nombres de Abraham y de Sara al declarar la ley de la circuncisión (Gn. 17,
5.15). Seguramente no era normal dar al hijo el nombre del padre, dado que los
semitas, como muchos otros pueblos antiguos, distinguían a las personas de un
mismo clan añadiendo el nombre del padre, como Simón hijo de Jonás (Mt. 16,17).
En el caso de Juan, quizás, la avanzada edad del padre sugería un procedimiento
distinto.
Isabel no quiere aceptar
el nombre de “Zacarías”, entonces respondió: “Se llamará Juan”. En la narración
de Lucas, donde abundan los hechos “maravillosos”, se presupone una inspiración
especial de lo alto, pero quizás Zacarías ya se lo había dado a conocer,
escribiendo el nombre que deseaba dar al niño. A propósito de 1.13 se han hecho
algunas observaciones sobre el nombre de “Juan”. Dar el nombre era una función importante
(Mt. 1.21) que podía ser privilegio tanto del padre (Gn. 4,26.53), como de la
madre (4, 1.25; 30, 6.8.13.20.24). La objeción planteada por los presentes (Lc.
1.61) indica que en esa época el derecho de la madre no se reconocía plenamente
y se apoya en la costumbre de elegir un nombre ya en uso entre los
parientes.
Aunque Lucas nos refiera
algunos hechos, no nos había dicho todavía que el castigo de Zacarías (
1,20.22) implicaba también sordera, como se supone en el v.62. Quizá asocia
inconscientemente dos enfermedades que con frecuencia van juntas, como en Mc.
7,32.37; 9,24. El pidió por señas una tablilla y escribió diciendo “Juan es su
nombre”. Zacarías reconoce la autoridad del mensaje divino (v.13), e
inmediatamente se ve curado de su enfermedad (v.20).
El temor que sobrecoge a
los vecinos es del mismo tipo que el que sacudió a Zacarías en el momento del
encuentro con el ángel (v.12): reacción del hombre bíblico ante una
manifestación excepcional de la presencia o de la intervención de Dios. “En
toda la región montañosa de Judea” da al acontecimiento una gran resonancia
mediante el efecto que produce en toda la región.
“La mano del Señor estaba
con él” es una reflexión de Lucas en vistas a explicar por qué la gente se
preguntaba qué papel estaba llamado a desempeñar ese niño. Los episodios
maravillosos que marcan su origen indican con claridad que era objeto de un
favor divino muy particular (Hch. 11.21).
“El niño iba
creciendo y se fortalecía en su espíritu; y vivió en lugares desiertos hasta el
día en que se manifestó a Israel”. Este último versículo de Lc.1 concluye la primera parte de la narración
de la infancia y el primer versículo del cap. 2 parece un nuevo inicio. El v.80
es una nota biográfica, o, si queremos, semibiográfica, que cubre toda la vida
del Bautista desde la circuncisión hasta su aparición en el desierto para
iniciar su misión profética (3.11-20).
2. MEDITACIÓN
- ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Preguntas
para la meditación:
Ø ¿Qué
aprendo de la obediencia de Isabel y Zacarías?
Ø ¿De
qué manera Dios utilizó este suceso más allá de los familiares y amigos de
Zacarías e Isabel? ¿Cómo obrar de acuerdo a la voluntad de Dios trasciende
nuestros espacios conocidos?
Ø ¿Me
sentiría impresionado por estos sucesos de haber estado allí? ¿Qué efecto
hubiera tenido sobre mi fe?
3. ORACIÓN -
¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL TEXTO BÍBLICO?
|
Señor, Vos que en tu plan de salvación elegiste a Isabel y Zacarías como ejemplo de obediencia y fe, más allá de las limitaciones humanas, auxilia y fortalece mi fe. Amén.
4. CONTEMPLACIÓN
- ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?
|
Trato de incorporarme
imaginariamente en la escena descripta por Lucas y sentir la alegría por la
llegada del hijo de los ancianos Isabel y Zacarías.
Descubro además la
expectativa y la sorpresa por la elección de su nombre “Juan”.
Finalmente, me maravillo
en la recuperación de la voz por parte de Zacarías.
5. ACCIÓN - ¿CÓMO
VOY A VIVIR EL TEXTO BÍBLICO?
|
·
Preguntas para la acción:
Ø ¿De
qué manera consideraré mi fe en relación sólo a lo humanamente posible?
Ø ¿Cómo
la obediencia de Isabel y Zacarías me enseñan un camino de fe?
Ø ¿De
qué manera estaré expectante que los planes cumplidos por Dios impacten a mucha
gente, más allá de los conocidos o allegados?
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