7 de julio de 2013

7 de julio de 2013 – TO - DOMINGO XIV – Ciclo C

…¡Vayan!…

PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Isaías     66, 10-14

         ¡Alégrense con Jerusalén y regocíjense a causa de ella, todos los que la aman! ¡Compartan su mismo gozo los que estaban de duelo por ella, para ser amamantados y saciarse en sus pechos consoladores, para gustar las delicias de sus senos gloriosos!
         Porque así habla el Señor: Yo haré correr hacia ella la prosperidad como un río, y la riqueza de las naciones como un torrente que se desborda.
         Sus niños de pecho serán llevados en brazos y acariciados sobre las rodillas. Como un hombre es consolado por su madre, así yo los consolaré a ustedes, y ustedes serán consolados en Jerusalén.
         Al ver esto, se llenarán de gozo, y sus huesos florecerán como la hierba. La mano del Señor se manifestará a sus servidores, y a sus enemigos, su indignación.
Palabra de Dios.

SALMO        
Sal 65, 1-3a. 4-5. 6-7a. 16 y 20 (R.: 1)
R.      ¡Aclame al Señor toda la tierra!

         ¡Aclame al Señor toda la tierra!
         ¡Canten la gloria de su Nombre!
         Tribútenle una alabanza gloriosa,
         digan al Señor: «¡Qué admirables son tus obras!»
 
         Toda la tierra se postra ante ti,
         y canta en tu honor, en honor de tu Nombre.
         Vengan a ver las obras del Señor,
         las cosas admirables que hizo por los hombres.

         El convirtió el Mar en tierra firme,
         a pie atravesaron el Río.
         Por eso, alegrémonos en él,
         que gobierna eternamente con su fuerza.

         Los que temen al Señor, vengan a escuchar,
         yo les contaré lo que hizo por mí.
         Bendito sea Dios,
         que no rechazó mi oración
         ni apartó de mí su misericordia.

SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Galacia       6, 14-18

         Hermanos:
         Yo sólo me gloriaré en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo está crucificado para mí, como yo lo estoy para el mundo.
         Estar circuncidado o no estarlo, no tiene ninguna importancia: lo que importa es ser una nueva criatura. Que todos los que practican esta norma tengan paz y misericordia, lo mismo que el Israel de Dios.
         Que nadie me moleste en adelante: yo llevo en mi cuerpo las cicatrices de Jesús.
         Hermanos, que la gracia de nuestro Señor Jesucristo permanezca con ustedes. Amén.
Palabra de Dios.

EVANGELIO
XLectura del santo Evangelio según san Lucas     10, 1-12. 17-20

         El Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir. Y les dijo: «La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha.
         ¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos. No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino.
         Al entrar en una casa, digan primero: “¡Que descienda la paz sobre esta casa!” Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes.
         Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa. En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan; curen a sus enfermos y digan a la gente: “El Reino de Dios está cerca de ustedes.”
         Pero en todas las ciudades donde entren y no los reciban, salgan a las plazas y digan: “¡Hasta el polvo de esta ciudad que se ha adherido a nuestros pies, lo sacudimos sobre ustedes! Sepan, sin embargo, que el Reino de Dios está cerca.”
         Les aseguro que en aquel Día, Sodoma será tratada menos rigurosamente que esa ciudad.»
         Los setenta y dos volvieron y le dijeron llenos de gozo: «Señor, hasta los demonios se nos someten en tu Nombre.»
         El les dijo: «Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Les he dado poder para caminar sobre serpientes y escorpiones y para vencer todas las fuerzas del enemigo; y nada podrá dañarlos. No se alegren, sin embargo, de que los espíritus se les sometan; alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en el cielo.»
Palabra del Señor.

PARA REFLEXIONAR

Una de las aspiraciones más hondas de todos los hombres y de todos los pueblos es la de la libertad. Los seres humanos no podemos vivir sin anhelarla aunque nunca lleguemos a alcanzarla en el grado que quisiéramos. Este anhelo está presente en las crisis de la adolescencia y de la juventud, en el despertar de los pueblos y la emancipación, en las huelgas y las revoluciones. La historia pasada y presente se ha jalonado con la ofrenda de vida de muchos que dieron todo, hasta su sangre por ella, es decir para que otros puedan vivir con libertad.
A la vez, el mundo moderno, sensibilizado como nunca por este valor, tiene la experiencia de vivir bajo yugos poderosos: el imperialismo económico, la opresión de los grupos de poder, la represión, la cultura marketinera, la propaganda manejada con todas las técnicas posibles de persuasión. Si no perdimos la capacidad de reflejo, el agobio de la sutil esclavitud puede hasta a hacernos perder la esperanza de llegar a una libertad verdadera.
En el ámbito más íntimo y personal vivimos maniatados por mil hilos invisibles institucionalizados: la herencia, la educación, los mandatos, la cultura, la comodidad, la influencia del inconsciente. También esto puede hacer pensar a muchos que ser libres de verdad es una utopía absurda.
La Buena Noticia recoge esta aspiración de libertad, el evangelio no es ajeno ni extraño a la vida del hombre. El reino de Dios que anuncia Jesús es la libertad y la liberación para todo el hombre y para todos los hombres: “Para vivir en libertad, Cristo nos ha liberado” (Gál 5,1).
La libertad está en el horizonte del hombre como un bien alcanzable para todos. Una libertad que, como todo lo verdaderamente humano, tenemos que conquistar poco a poco. La liberación es don que Dios ofrece pero es un quehacer a desarrollar a lo largo de toda la vida. La libertad es un trabajo, es esfuerzo por liberarnos de todo impedimento, para llegar a ser nosotros mismos, aquello que Dios siempre pensó.
***
La primera lectura del libro de Isaías nos habla de una restauración de Jerusalén, después del luto que implica un designio de catástrofe y de muerte. Dios mismo, bajo la fuerza de Jerusalén como madre que da a luz un pueblo nuevo, se compromete a traer paz, justicia y, especialmente el amor, como la forma de engendrar ese pueblo nuevo: Dios. Él es la verdadera causa de gozo y de consolación del pueblo. Pero esa Jerusalén no existe, hay que crearla en todas partes, allí donde cada comunidad sea capaz de sentir la acción liberadora del proyecto divino.
***
En la segunda lectura el apóstol habla de la cruz.  Aquello que antes de su conversión era una vergüenza se convierte en el signo de identidad del verdadero mensaje cristiano. Los cristianos debemos “gloriarnos” en esa cruz, que no es la cruz del “sacrificio” sin sentido, sino el lugar del amor consumado. Allí es donde los hombres de este mundo han condenado al Señor, y allí se revela más que en ninguna otra cosa ese amor de Dios y de Jesús. La cruz se hace evangelio, se hace buena noticia, porque en ella triunfa el amor sobre el odio, la libertad sobre las esclavitudes de la Ley y de los intereses del este mundo. Lo que cuenta no son las prácticas religiosas, sino la novedad de una vida, a imagen de Jesús, fundada en el amor. Para lograrlo no hay otro camino que la experiencia de la cruz.
La Jerusalén, ilusionada con estas promesas que sobre ella hace el Señor, se desborda en alabanza agradecida en el salmo responsorial: ” vengan a escuchar lo que el Señor ha hecho conmigo”.
***
La vocación de todo hombre a la libertad se realiza desde la paz, el amor, la justicia y la verdad. No se puede ser libre sin amor dado y recibido, sin una justicia social que reconozca los derechos y responsabilidades de todos, sin que la verdad ilumine todas las actividades de los hombres y la paz sea su meta. 
No podemos ser libres sin que lo sean también todos los seres humanos. La superación de las encrucijadas actuales, producidas en los subterráneos de la civilización en que ahora vivimos, no se dará tanto por modificaciones de estructuras, sino por el reencuentro en profundidad con el Evangelio. Será la vivencia del Evangelio, abierta a todos, que tendrá la fuerza de provocar los cambios necesarios en la vida de los hombres, de la Iglesia y del mundo.
Esta es la llamada que hace Jesús al enviar a sus discípulos a anunciar el reino del Padre; reino que incluye la libertad y crea libertad en todos los planos de la existencia de los hombres en el mundo.

En el evangelio, Jesús de entre sus seguidores designa a “setenta y dos” y los envía a anunciar el Reino a los lugares adonde pensaba ir. El “viaje” a Jerusalén se presenta como el marco adecuado para iniciar a algunos seguidores en esta tarea que Él no podrá llevar a cabo cuando llegue a Jerusalén. Lucas, junto a la alegría de anunciar presenta todo un programa pastoral y un camino espiritual para estos nuevos misioneros hecho de consejos y recomendaciones. Se adelanta aquí lo que será la misión de la Iglesia que no es otra que proclamar el evangelio en el mundo.
Rueguen al dueño de los sembrados… El ser enviado es obra de Dios. Ir a anunciar que el Reino de Dios está cerca no es fruto del sólo deseo o  de la buena voluntad del discípulo, aunque tenga mucha disponibilidad personal, sino que es obra de Dios. Dios mismo envía obreros a su mies.
Para ponerse en camino e ir a los hombres a decirles algo, hay que tener algo que decir y aquellos setenta y dos discípulos lo habían descubierto, habían intentado comprender sus palabras, sus gestos, sus aspiraciones y sus deseos. Habían recorrido con El los caminos de su tierra y lo habían visto perdonar a los pecadores, curar a los enfermos, dar vida a los muertos, multiplicar el pan para saciar el hambre de los que le oían. Lo habían oído hablar de Dios como de un Padre que espera siempre al hombre, con los brazos abiertos a pesar de sus pequeñeces. Aquellos hombres se habían encontrado con un Jesús que les mostraba un Dios vivo y que daba vida por eso intentaban reproducir su estilo.  
La oración hoy, encuentro vivo con Jesucristo es la raíz y el ambiente en que el discípulo misionero realiza su trabajo. La fecundidad de la obra evangelizadora nace del contacto vivo y personal con Dios, quien es “el dueño de la mies”. La misión es gracia que nace de la oración pues a través de ella Dios genera y envía nuevos obreros al servicio del Reino iniciado por su hijo.
Los envío como a ovejas en medio de lobos…. La hostilidad se hará presente hasta en los de su propia casa. Todos los que se hacen discípulos por el seguimiento son enviados a anunciar el Evangelio haciendo vida las verdades que creen, siendo la luz y la sal en medio de un mundo de lobos, de materialismo y de egoísmo, de hedonismo, de mentira y de rencor. El campo de trabajo es toda la tierra. Allí, en el lugar del trabajo, en el viaje diario, en el estudio, también en el lugar y tiempo de descanso. Para el discípulo misionero no hay tiempos de oficina, ni vacaciones ajenos al reino, porque su vida está abrazada por la pasión por el Reino.
No lleven dinero, ni alforja…  El evangelizador necesita nada para el camino, le basta la sabiduría que han aprendido de Él, alcanzada por la convivencia diaria y la sed de vida nueva. Jesús, por experiencia personal, sabe que el que va de camino necesita ir ligero. La recomendación de Jesús de andar con poco, sin calzado, sin apoyo, sin provisiones, pero con fe y esperanza, es una evidente alusión a la austeridad y sencillez  que caracterizan el estilo del Reino, pero también a la urgencia. Jesús, por experiencia personal, sabe que el que va de camino necesita ir ligero. Es inminente la llegada del Reino. Hay algo nuevo que tiene prioridad absoluta y que no puede ponerse en peligro.
 No hay tiempo para preverlo todo, conquistar bases poderosas en la sociedad. Es la precariedad de la palabra y del testimonio. Lo principal ya vendrá.  La misión debe ser lo más simple posible, para que lo accesorio no ahogue la libertad del Espíritu que llama a renovar todo en Cristo. No podemos ni debemos entrar en competencia con los poderes de este mundo y en sus juegos de conveniencia. Nuestra pobreza es la condición de posibilidad para que nuestras obras, las obras de nuestra debilidad, permitan ver la obra de Dios y obren el milagro de que crezca el reino de Dios. Seremos signos del reino mediante un estilo de vida libre y desinstalado, como fue la vida de Jesús y sólo podremos comunicar aquello que hayamos experimentado en la propia vida. 
Que descienda la paz sobre esta casa… paz. El don de la paz, que es la plenitud de la bendición mesiánica, descansará sobre aquéllos que son abiertos y disponibles a la paz. La paz de Dios es un don escatológico que se asienta sobre la verdad, la justicia, la libertad y el amor. En un mundo colérico y alienado, en una sociedad agresiva, en un ambiente violento la oferta de paz es siempre válida, actual y necesaria. La principal tentación del cristiano es abandonar su misión pacificadora, ya que no ve frutos inmediatos ni resultados notorios en la sociedad que tiene otra escala de valores y otra moral. No hay que cambiar de anuncio, ni de propuesta, ni de casa. La constancia es la prueba de que se cree verdaderamente. La paz no se declama; se crea poniendo gestos pacificadores. Así se irá logrando la paz escatológica -plena y para siempre después de la muerte-.
Los enviados vuelven gozosos y triunfalistas. Jesús no rechaza ni discute su alegría y éxito. Pero para que no haya equívocos Jesús afirma que el resultado de la misión es gozoso porque somos ciudadanos del Reino y eso nadie ni nada nos lo quita. 
Jesús les dice que curen a los enfermos que haya, que libren a los hombres de sus males, que sólo están en las manos de Dios, que los misioneros en nombre de Cristo puedan mostrar, hasta donde sea posible, que ha llegado el tiempo en que el mal y el pecado son vencidos. San Pablo nos dirá que han sido vencidos por la cruz de Cristo, que es nuestra gloria.
A la luz de este Evangelio el discípulo no es un hombre que debe quedarse con el descubrimiento gozoso de la buena noticia, sino que tiene que sentir la urgencia de comunicarla a los demás. Porque la Buena Noticia, se ha convertido en vida propia no puede dejar de sentir la urgencia de compartir a los demás la alegría de una profesión cumplida honestamente, de un amor vivido con fidelidad, de una paternidad educadora en la vida y en la fe, de una vocación descubierta a la luz de Dios y de las necesidades de los hombres.
Sólo el testimonio de los gestos, las obras inequívocas de liberación y salvación, pueden hacer creíble la inminencia del reino que anunciamos de palabra.  Jesús nos llama a cooperar en su misión, la que le confió el Padre; anunciar y construir  el reino. Un reino que no es nuestro, ni de la iglesia, ni de ningún sector sino de Dios. Nuestra dicha es haber sido llamados al reino y colaborar para que todos los hombres tengan la misma dicha, la misma esperanza y la misma fe.

PARA DISCERNIR 

¿Crecemos y nos esforzamos como cristianos o vivimos de las rentas de la fe de otro tiempo?
¿Tenemos una actitud de verdaderos creyentes, que actúan según lo que creen y, además, transmiten su fe a los demás, o simplemente cumplimos cuatro preceptos que nos tranquilizan la conciencia? 
¿Sentimos la urgencia por la transformación del mundo?

REPITAMOS Y VIVAMOS HOY LA PALABRA

…quiero ser tu testigo…

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

Sin alforjas

Con frecuencia, entendemos la evangelización de manera excesivamente doctrinal. Llevar el evangelio sería dar a conocer la doctrina de Jesús a quienes todavía no la conocen o la conocen de manera insuficiente.
Si entendemos las cosas así, las consecuencias son evidentes. Necesitamos, antes que nada, “medios de poder” con los que poder asegurar la propagación de nuestro mensaje frente a otras ideologías, modas y corrientes de opinión.
Además, son necesarios cristianos bien formados doctrinalmente, que conozcan bien la doctrina y sean capaces de transmitirla de la manera más persuasiva y convincente. Necesitamos estructuras, técnicas y pedagogías adecuadas para propagar el mensaje cristiano.
Por último, es importante el número de evangelizadores que con los mejores medios lleguen a convencer al mayor número de personas.
Todo esto es muy razonable y encierra, sin duda, grandes valores. Pero, cuando se ahonda un poco en la actuación de Jesús y en su acción evangelizadora, las cosas cambian bastante.
El Evangelio no es sólo ni, sobre todo, una doctrina. El Evangelio es la persona de Jesús. La experiencia humanizadora, salvadora, liberadora que comenzó con Jesús.
Por eso, evangelizar no es sólo propagar una doctrina sino hacer presente en el corazón mismo de la sociedad y de la vida humana la fuerza salvadora del acontecimiento y la persona de Jesucristo. Y esto no se hace de cualquier manera.
Para hacer presente esa experiencia liberadora, los medios más adecuados no son los de poder y dominio sino los medios pobres de los que se sirvió el mismo Jesús. Solidaridad con los más abandonados, acogida a cada persona, perdón, creación de comunidad, ofrecer sentido a la vida…
Entonces, lo importante es contar con testigos en cuya vida se pueda percibir la fuerza humanizadora que encierra la persona de Jesús cuando es aceptada. Con ello no se rechaza la importancia de la formación doctrinal, pero sólo cuando está al servicio de la vida misma.
El testimonio tiene primacía absoluta. Las estructuras, instituciones y técnicas son importantes en la medida en que son necesarias para sostener la vida y el testimonio de los creyentes.
Por eso, lo más importante no es tampoco el número sino la calidad de vida de la comunidad que puede irradiar fuerza evangelizadora.
Quizás debamos escuchar con más atención las palabras de Jesús a sus enviados: «No llevéis talega ni alforja ni sandalias».
JOSE ANTONIO PAGOLA

PARA REZAR

Me has llamado, Señor,
a continuar tu obra de anuncio del Reino
que inauguró entre nosotros
Jesús, tu Hijo y nuestro hermano.
Con los profetas te quiero gritar:
Mira, Señor, que no soy más que un joven
que no sabe hablar.
Pero, a pesar de todo,
aquí estoy para hacer tu voluntad
y proclamar a todos
que Tú eres el Dios de la Vida
el Dios de la Misericordia.
Tú, Señor, conoces muy bien
toda mi vida y mis dudas;
mis fragilidades y debilidades.
Solo quiero que mi vida esté a tu disposición
como lo estuvo la de María,
creyente sencilla y Madre buena.
Señor, que sepa hacer resonar
tu mensaje en mi comunidad,
en el lugar donde vivo
para que la buena noticia llegue a todos
y el mundo crea en el Evangelio.
Amén      (Oración del catequista)

LECTIO DIVINA 

Esa paz reposará sobre él
 
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas     10, 1-12. 17-20

    El Señor designó a otros setenta y dos, además de los Doce, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde Él debía ir. Y les dijo: «La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha.
    ¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos. No lleven dinero, ni provisiones, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino.
    Al entrar en una casa, digan primero: "¡Que descienda la paz sobre esta casa!" Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes.
    Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa. En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan; curen a sus enfermos y digan a la gente: "El Reino de Dios está cerca de ustedes".
    Pero en todas las ciudades donde entren y no los reciban, salgan a las plazas y digan: "¡Hasta el polvo de esta ciudad que se ha adherido a nuestros pies, lo sacudimos sobre ustedes! Sepan, sin embargo, que el Reino de Dios está cerca".
    Les aseguro que en aquel Día, Sodoma será tratada menos rigurosamente que esa ciudad».
    Los setenta y dos volvieron y le dijeron llenos de gozo: «Señor, hasta los demonios se nos someten en tu Nombre».
    Él les dijo: «Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Les he dado poder para caminar sobre serpientes y escorpiones y para vencer todas las fuerzas del enemigo; y nada podrá dañarlos. No se alegren, sin embargo, de que los espíritus se les sometan; alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en el cielo».
Palabra del Señor. 

1.     LECTURA - ¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?

 ·   Guías para la lectura:
               
Jesús rompe esquemas.
Para el tiempo en el que Jesús vivió, y en el tiempo que Lucas escribe su evangelio, no era usual que los discípulos sean enviados por el Maestro para misionar, y menos con el esquema de planificación e indicaciones que Jesús da. 
Jesús “planifica estratégicamente” sus recursos: Luego de saber con quiénes cuenta, como un buen planificador del siglo XXI, Jesús distribuye a los 72 en grupos de 2 para que visiten todas las villas y ciudades, también aquellas que Él mismo piensa visitar. 
Jesús “ve” y “juzga” la realidad, una realidad que urge un cambio: Para lograr eficazmente el objetivo propuesto, toda misión debe partir de la realidad que se quiere cambiar. Es precisamente esta realidad contradictoria de “carencia” de obreros ante la “abundancia” de trabajo, que Jesús invita a transformar para que la buena noticia llegue a todos. 
Jesús “actúa” en consecuencia. Propone dos niveles de acción:
Primera acción para cambiar esa realidad: orar, para que haya abundancia de obreros.
Segunda acción para cambiar esa realidad: a través de los 72, enviarlos de manera que en el envío aprendan en esa misma medida a ser auténticos discípulos.
Los envía con instrucciones y objetivos precisos: Instrucciones “en negativo”: aquello que no urge, que pudiese limitar o quitarles energía para la misión. Como ocurre con nosotros, que a veces con muy buenas intenciones, nos perdemos en los detalles menos importantes.
Instrucciones “en positivo”: aquello que es lo importante, el “corazón” de la misión, a lo que le debemos prestar atención y fortalecer.
 Objetivos:
1) Desear la paz, la llamada a la reconciliación y a compartir la vida con los que salen al encuentro de ellos y los acogen, creando una fraternidad, un espíritu de familia, necesario para que el mensaje a transmitir eche raíces.
2) Anunciar con el testimonio de vida que el Reino de Dios está cerca, que se realiza con la presencia misma de Jesús. Él es el Reino que se acerca y se hace próximo.
Jesús quiere que el “enviado” aprenda a través de la práctica a ser “discípulo”. De ahí la insistencia de ser ministro de la reconciliación –desear la paz-, y de quedarse en la casa que les acoge y compartir la vida con ellos. El auténtico discípulo se conoce cuando es capaz de encarnarse en las realidades cotidianas de aquellos a los que él/ella ha sido enviado. 
Jesús “evalúa” y “celebra” los resultados. A veces, nos olvidamos de estos dos últimos pasos en lo que hacemos y nos proponemos en la vida. Jesús nos recuerda que estos dos últimos pasos son tan importantes como los anteriores, para fortalecer, cambiar de rumbo, recomenzar.
Los discípulos regresan comentando el éxito de la misión, compartiendo sobre todo sus experiencias. Jesús confirma el poder otorgado, pero añade: “porque sus nombres están inscritos en los cielos”. Esta acción que Jesús describe recoge una tradición del Antiguo Testamento, que señala el objetivo de todo discípulo ante el seguimiento de su Maestro: que el discípulo pueda hacer historia con el Maestro y alcanzar la meta. En este caso, el nombre inscrito en los cielos indica la comunión íntima con un Dios que se hace cercano y accesible al hombre. Y aquí radica la auténtica alegría del discípulo: vivir en esa intimidad con el Dios próximo de Jesús, el Dios Padre. 
  
2.     MEDITACIÓN - ¿QUÉ  ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?
  
Comencemos nuestra meditación con las palabras del Papa Francisco en la Misa matutina de abril 12 de 2013: 
“Es necesario huir entonces de una gran tentación en la vida cristiana, la tentación del triunfalismo, creer que en un momento se puede hacer todo. No, en un momento comienza: existe una gracia grande, pero debemos ir por el camino de la vida. El triunfalismo no es del Señor. El Señor entró humildemente en la tierra. Hizo su vida durante treinta años, creció como un niño normal, pasó por la prueba del trabajo, incluso por la prueba de la cruz. Y luego, al final, resucitó.
El Señor nos enseña que en la vida no todo es mágico, que el triunfalismo no es cristiano.”

·                       Preguntas para la meditación: 

Ø      ¿Cuáles son las características que debe tener un misionero?
Ø      ¿Qué significa en tu vida: “viajar sin equipaje”?
Ø      ¿Por qué es importante que tu nombre esté escrito en el cielo? 

3.     ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL TEXTO BÍBLICO?
                               
Siguiendo los consejos de nuestro Papa Francisco en evitar los triunfalismos, unámonos a la oración por la Misión Continental (fragmento) para que busquemos siempre lo esencial de nuestra misión. 

Señor Jesucristo,
Camino, Verdad y Vida,
rostro humano de Dios
y rostro divino del hombre:
haz que experimentemos el amor del Padre
y la alegría de ser sus hijos.
Concédenos, unidos a tu Cruz,
el don de amar a los hermanos.
Como misioneros enviados por Ti,
danos el valor de anunciar a todos,
en especial a los débiles y excluidos,
tu mensaje de salvación.
Queremos, como discípulos misioneros,
colaborar con nuestro testimonio y entrega,
para que nuestros pueblos
tengan en Ti vida abundante,
y con solidaridad construyamos
la fraternidad y la paz.
Señor Jesús, ¡Ven y envíanos!
María, Madre de la Iglesia,
ruega por nosotros. Amén. 

4.     CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?

Señor tu presencia en mí  me hace fuerte y con júbilo declaro:
Quiero Señor trabajar en tu obra 

5.     ACCIÓN - ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO BÍBLICO?

·                        Preguntas para la acción: 
                    
Ø     ¿Cuáles son los lugares a los que hoy podemos llevar las buenas noticias de Jesús?
Ø     ¿Cómo puedes llevar a tus entornos la presencia de Dios?
Ø     ¿Con quién compartiré lo reflexionado en la Lectio de hoy? 

Gentileza Lectionautas.



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