San Roque - San Esteban de Hungría
…Serán una sola
carne…
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Josué 24,
1-13
Josué reunió en Siquém a todas
las tribus de Israel, y convocó a los ancianos de Israel, a sus jefes, a sus jueces
y a sus escribas, y ellos se presentaron delante del Señor. Entonces Josué dijo
a todo el pueblo:
«Así habla el Señor, el Dios
de Israel: Sus antepasados, Téraj, el padre de Abraham y Najor, vivían desde
tiempos antiguos al otro lado del Río, y servían a otros dioses. Pero yo tomé a
Abraham, el padre de ustedes, del otro lado del Río, y le hice recorrer todo el
país de Canaán. Multipliqué su descendencia, y le di como hijo a Isaac. A Isaac
lo hice padre de Jacob y de Esaú. A Esaú le di en posesión la montaña de Seir,
mientras que Jacob y sus hijos bajaron a Egipto.
Luego envié a Moisés y a
Aarón, y castigué a Egipto con los prodigios que realicé en medio de ellos.
Después los hice salir de Egipto, a ustedes y a sus padres, y ustedes llegaron
al mar. Los egipcios persiguieron a sus padres, con carros y guerreros, hasta
el Mar Rojo. Pero ellos pidieron auxilio al Señor: él interpuso una densa
oscuridad entre ustedes y los egipcios, y envió contra ellos el mar, que los
cubrió. Ustedes vieron con sus propios ojos lo que hice en Egipto. Luego
permanecieron en el desierto durante largo tiempo, y después los introduje en
el país de los amorreos, que habitaban al otro lado del Jordán. Cuando ellos
les hicieron la guerra, yo los entregué en sus manos, y así pudieron tomar
posesión de su país, porque los exterminé delante de ustedes. Entonces Balac
-hijo de Sipor, rey de Moab- se levantó para combatir contra Israel, y mandó
llamar a Balaam, hijo de Beor, para que los maldijera. Pero yo no quise
escuchar a Balaam, y él tuvo que bendecirlos. Así los libré de su mano.
Después ustedes cruzaron el
Jordán y llegaron a Jericó. La gente de Jericó les hizo la guerra, y lo mismo
hicieron los amorreos, los perizitas, los cananeos, los hititas, los
guirgasitas, los jivitas y los jebuseos; pero yo los entregué en sus manos.
Hice cundir delante de ustedes el pánico, que puso en fuga a toda esa gente y a
los dos reyes amorreos. Esto no se lo debes ni a tu espada ni a tu arco. Así
les di una tierra que no cultivaron, y ciudades que no edificaron, donde ahora
habitan; y ustedes comen los frutos de viñas y olivares que no plantaron.»
Palabra de Dios.
SALMO
Sal 135, 1-3. 16-18. 21-22 y 24
¡Den gracias al Señor, porque es bueno! ¡Porque es
eterno su amor!
¡Den gracias al Dios de los
dioses!
¡Den gracias al Señor de los
señores!
Al que guió a su pueblo por el
desierto.
Al que derrotó a reyes
poderosos. R.
Y dio muerte a reyes temibles.
Al que dio sus territorios en
herencia.
Y nos libró de nuestros
opresores. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Mateo 19, 3-12
Se acercaron a él algunos
fariseos y, para ponerlo a prueba, le dijeron: « ¿Es lícito al hombre
divorciarse de su mujer por cualquier motivo?»
El respondió: « ¿No han leído
ustedes que el Creador, desde el principio, los hizo varón y mujer; y que dijo:
Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los
dos no serán sino una sola carne? De manera que ya no son dos, sino una sola
carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido.»
Le replicaron: «Entonces, ¿por
qué Moisés prescribió entregar una declaración de divorcio cuando uno se
separa?»
El les dijo: «Moisés les
permitió divorciarse de su mujer, debido a la dureza del corazón de ustedes,
pero al principio no era así. Por lo tanto, yo les digo: El que se divorcia de
su mujer, a no ser en caso de unión ilegal, y se casa con otra, comete
adulterio.»
Los discípulos le dijeron: «Si
esta es la situación del hombre con respecto a su mujer, no conviene casarse.»
Y él les respondió: «No todos entienden este lenguaje, sino sólo aquellos a
quienes se les ha concedido. En efecto, algunos no se casan, porque nacieron
impotentes del seno de su madre; otros, porque fueron castrados por los
hombres; y hay otros que decidieron no casarse a causa del Reino de los Cielos.
¡El que pueda entender, que entienda!»
Palabra del Señor.
PARA
REFLEXIONAR
Las tribus que se reúnen en Siquem son
clanes instalados en Palestina desde la época de los patriarcas, antes de
Josué, después de haber estado en el extranjero.
La “casa de José” fue el último clan llegado a la
tierra de sus antepasados, bajo la dirección de Moisés y luego de Josué.
La unificación de las diversas razas no se hizo en un día.
Miles de veces fue necesario renovar la Alianza tan
solemnemente pactada en el Sinaí. Este último grupo resultó
ser muy pronto el más importante o, por lo menos, el más
organizado y el más capacitado para reunir en torno a sí a las
demás tribus, y para reducir toda la historia del pueblo a la suya
propia, a su éxodo y a su alianza.
Josué reunió a todas las tribus de Israel en Siquem.
Llamó a los ancianos, a sus jefes, jueces y a los comisarios. Juntos se
situaron en presencia de Dios. Este relato se ha llamado “la gran asamblea de
Siquem”, ilustra de forma interesante el contenido de la alianza, que no
se reduce, en primer término, al hecho de un Dios que reconoce a un pueblo o de
un pueblo ya constituido que reconoce a su Dios. Es la constitución de un
pueblo en torno a una fe común y a un culto común.
Israel nació política y culturalmente en el momento en
que reconoció a su Dios. Así es como en Siquem, el Dios de la casa de
José, se convirtió en Dios de todas las tribus y las tradiciones
de cada clan se fusionaron para constituir la ley de la alianza.
Los hebreos son “elegidos” en cuanto pueblo, y su
comportamiento como nación es lo que preside la alianza religiosa. El signo,
mediante el cual las tribus aceptan realmente las condiciones de la
alianza, será el abandono de los falsos ídolos: toda
alianza supone, pues, una conversión, y ésta supone el abandono de
los antiguos dioses de Mesopotamia, adorados por los antepasados de Abraham y
de los dioses cananeos conocidos por las tribus que se quedaron en Palestina.
La alianza no es tan sólo un tipo de relaciones
entre Dios y unos hombres individuales; es más exactamente, la solidaridad
que los hombres encuentran entre sí debido a que sirven al mismo Dios.
***
Jesús en su camino a Jerusalén, terminado ya el
«discurso eclesial o comunitario», da unas recomendaciones: esta
vez es la tan controvertida cuestión del divorcio.
La pregunta no es acerca de la licitud del
divorcio, que era algo admitido. Sino sobre cuál de las dos
interpretaciones de la ley era más correcta: la de algunos
maestros como Hillel, que multiplicaban los motivos para que el marido pudiera
pedir el divorcio, no así la mujer; o la de la escuela de
Shammai, que sólo lo admitía en casos extremos, por ejemplo el adulterio.
En la sociedad judía de la época, los
varones tenían todas las ventajas, eran los propietarios
de la tierra, de los bienes y de sus esposas. Podían despedirlas
cuando quisieran y, muchas veces, sin causa justa. Estas mujeres
quedaban entonces en la más absoluta pobreza y corrían el peligro, si no se casaban pronto, de perder toda su dignidad.
quedaban entonces en la más absoluta pobreza y corrían el peligro, si no se casaban pronto, de perder toda su dignidad.
Con esta realidad como contexto, los fariseos se
acercan de nuevo a Jesús para ponerlo a pruebaen el conocimiento de la
ley, y obtener una declaración contra la ley de Moisés.
Del mismo modo que lo hace con el tema del
perdón, Jesús deja aparte la casuística y reafirma la
indisolubilidad del matrimonio, recordándoles el proyecto de Dios: “ya
no son dos, sino una sola carne: así pues, que el hombre no separe lo que Dios
ha unido”. Y así, negando el divorcio, Jesús restablece la dignidad
de la mujer, que no puede ser tratada como un objeto o desde una perspectiva
interesada.
Esta respuesta de Jesús, da un paso más allá de
la ley y rescata el valor de las personas creadas por Dios y hechas a
imagen suya.
El hombre y la mujer se dan el uno al otro, ya no son más
que una sola carne, con el mismo impulso, la misma ternura de Dios cuando se
da, cuando se entrega a su criatura.
La reacción de los discípulos evidencia las dificultades
que engendra la ley de la indisolubilidad. Jesús con su respuesta evidencia
que esta indisolubilidad no se fundamenta en normas humanas; es
el reflejo de un don de Dios. El hombre y la mujer se dan el uno al otro
por medio de Cristo, al mismo tiempo que se dan por amor. Esto es posible y
sólo tiene sentido en la fe; es imposible para el hombre y la
mujer abandonados a sus propias fuerzas.
El matrimonio, desde la perspectiva del reino, es el
rostro de Cristo que entrega su vida por la Iglesia, y esto es una gracia,
un don de Dios que se da en el hombre y la mujer cuando viven entre
sí el amor y el perdón, que Dios es el primero en testimoniarles.
Los discípulos protestan contra tal rigorismo: en esas
condiciones, el matrimonio no es ventajoso. Jesús ante lo que acaban de decir
les quiere hacer entender que la fidelidad estable vale igualmente
para los que han optado por otro camino; tal como dedicarse total y
absolutamente al trabajo por el reino de Dios.
Jesús afirma que renunciar al matrimonio no es posible
para todo hombre; hace falta un don especial para ello. El celibato es
un don de Dios que debe estar al servicio del Reino, de
lo contrario, es simplemente una soltería mal empleada.
Los discípulos del Señor desde la vida
matrimonial, o desde la vida consagrada al servicio del reino, deben ser
un resplandor de la fidelidad y del amor de Dios por su pueblo.
PARA
DISCERNIR
¿Reconocemos en el amor fiel y generoso una
manifestación del amor de Dios?
¿Cuál es nuestra actitud ante las pruebas por las que
tiene que pasar el amor?
¿Vivimos en el interior de nuestras familias los
valores de la justicia y el respeto?
REPITAMOS
Y VIVAMOS HOY LA PALABRA
…Necesitamos tu gracia Señor…
PARA
LA LECTURA ESPIRITUAL
Del Discurso de Benedicto XVI en la vigilia del V
Encuentro Mundial de las Familias en Valencia
…Dios, que es amor y creó al hombre por amor, lo ha
llamado a amar. Creando al hombre y a la mujer, los ha llamado en el Matrimonio
a una íntima comunión de vida y amor entre ellos, «de manera que ya no son dos,
sino una sola carne» (Mt. 19, 6)” (Catecismo de la Iglesia Católica.
Compendio, 337).
Ésta es la verdad que la Iglesia proclama sin cesar al
mundo. Mi querido predecesor Juan Pablo II, decía que “El hombre se ha
convertido en ‘imagen y semejanza’ de Dios, no sólo a través de la propia
humanidad, sino también a través de la comunión de las personas que el varón y
la mujer forman desde el principio. Se convierten en imagen de Dios, no tanto
en el momento de la soledad, cuanto en el momento de la comunión” (Catequesis,
14-XI-1979). Por eso he confirmado la convocatoria de este V Encuentro Mundial
de las Familias en España, y concretamente en Valencia, rica en sus tradiciones
y orgullosa de la fe cristiana que se vive y cultiva en tantas familias.
La familia es una institución intermedia entre el
individuo y la sociedad, y nada la puede suplir totalmente. Ella misma se apoya
sobre todo en una profunda relación interpersonal entre el esposo y la esposa,
sostenida por el afecto y comprensión mutua. Para ello recibe la abundante
ayuda de Dios en el sacramento del matrimonio, que comporta verdadera vocación
a la santidad.
Ojalá que los hijos contemplen más los momentos de
armonía y afecto de los padres, que no los de discordia o distanciamiento, pues
el amor entre el padre y la madre ofrece a los hijos una gran seguridad y les
enseña la belleza del amor fiel y duradero.
La familia es un bien necesario para los pueblos, un
fundamento indispensable para la sociedad y un gran tesoro de los esposos
durante toda su vida. Es un bien insustituible para los hijos, que han de ser
fruto del amor, de la donación total y generosa de los padres. Proclamar la
verdad integral de la familia, fundada en el matrimonio como Iglesia doméstica
y santuario de la vida, es una gran responsabilidad de todos.
El padre y la madre se han dicho un “sí” total ante
Dios, lo cual constituye la base del sacramento que les une; asimismo, para que
la relación interna de la familia sea completa, es necesario que digan también
un “sí” de aceptación a sus hijos, a los que han engendrado o adoptado y que
tienen su propia personalidad y carácter. Así, éstos irán creciendo en un clima
de aceptación y amor, y es de desear que al alcanzar una madurez suficiente
quieran dar a su vez un “sí” a quienes les han dado la vida.
Los desafíos de la sociedad actual, marcada por la
dispersión que se genera sobre todo en el ámbito urbano, hacen necesario
garantizar que las familias no estén solas. Un pequeño núcleo familiar puede
encontrar obstáculos difíciles de superar si se encuentra aislado del resto de
sus parientes y amistades. Por ello, la comunidad eclesial tiene la
responsabilidad de ofrecer acompañamiento, estímulo y alimento espiritual que
fortalezca la cohesión familiar, sobre todo en las pruebas o momentos críticos.
En este sentido, es muy importante la labor de las parroquias, así como de las
diversas asociaciones eclesiales, llamadas a colaborar como redes de apoyo y
mano cercana de la Iglesia para el crecimiento de la familia en la fe. Cristo
ha revelado cuál es siempre la fuente suprema de la vida para todos y, por
tanto, también para la familia: “Éste es mi mandamiento: que os améis unos a
otros como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que quien da la vida por sus
amigos” (Jn 15,12-13). El amor de Dios mismo se ha derramado sobre nosotros en
el bautismo. De ahí que las familias están llamadas a vivir esa calidad de
amor, pues el Señor es quien se hace garante de que eso sea posible para
nosotros a través del amor humano, sensible, afectuoso y misericordioso como el
de Cristo.
Junto con la transmisión de la fe y del amor del
Señor, una de las tareas más grandes de la familia es la de formar personas
libres y responsables. Por ello los padres han de ir devolviendo a sus hijos la
libertad, de la cual durante algún tiempo son tutores. Si éstos ven que sus
padres -y en general los adultos que les rodean- viven la vida con alegría y
entusiasmo, incluso a pesar de las dificultades, crecerá en ellos más
fácilmente ese gozo profundo de vivir que les ayudará a superar con acierto los
posibles obstáculos y contrariedades que conlleva la vida humana.
Además, cuando la familia no se cierra en sí misma,
los hijos van aprendiendo que toda persona es digna de ser amada, y que hay una
fraternidad fundamental universal entre todos los seres humanos…
[1] Juan Pablo II encuentro mundial con las familias
en Río de Janeiro y Chile.
PARA
REZAR
Oración del matrimonio
Señor, nuestro Dios,
te bendecimos
por tomar en tu mano
nuestro amor.
Ayúdanos a cumplir
nuestra misión,
ven a compartir
nuestra vida.
Ayúdanos
a formar a nuestros hijos, a ser testigos de tu amor,
en nuestra familia
y en la comunidad.
Danos fuerzas
en los desalientos.
comparte nuestras alegrías.
Señor, bendice nuestro amor. Amén
LECTIO
DIVINA
Moisés les permitió divorciarse de su mujer,
debido a la dureza del corazón de ustedes,
pero al principio no era así
debido a la dureza del corazón de ustedes,
pero al principio no era así
+ Evangelio de nuestro Señor
Jesucristo según san Mateo 19, 3-12
Se acercaron a él algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le dijeron: «¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer por cualquier motivo?»
Él respondió: «¿No han leído ustedes que el Creador, desde el principio, los
hizo varón y mujer; y que dijo: Por eso, el hombre dejará a su padre y a su
madre para unirse a su mujer, y los dos no serán sino una sola carne? De manera
que ya no son dos, sino una sola carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha
unido.»
Le replicaron: «Entonces, ¿por qué Moisés prescribió entregar una declaración
de divorcio cuando uno se separa?»
Él les dijo: «Moisés les permitió divorciarse de su mujer, debido a la dureza
del corazón de ustedes, pero al principio no era así. Por lo tanto, yo les
digo:
El que se
divorcia de su mujer, a no ser en caso de unión ilegal, y se casa con otra,
comete adulterio».
Sus discípulos le dijeron: «Si esta es la situación del hombre con respecto a
su mujer, no conviene casarse.» Y él les respondió: «No todos entienden este
lenguaje, sino sólo aquellos a quienes se les ha concedido. En efecto, algunos
no se casan, porque nacieron impotentes del seno de su madre; otros, porque
fueron castrados por los hombres; y hay otros que decidieron no casarse a causa
del Reino de los Cielos. ¡El que pueda entender, que entienda!»
Palabra del
Señor.
1. LECTURA -
¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Guías
para la lectura:
Jesús afirma que la
práctica del divorcio no era una ley de Moisés, sino una permisión, como una
tolerancia frente a una costumbre y una debilidad. Pero para Jesús eso no
corresponde al plan original de Dios, que une a los esposos como una sola carne
para que nunca se separen.
Por eso Jesús reafirma el
rechazo al adulterio, pero con una característica destacable: el varón no tiene
derecho a repudiar a la mujer, y si lo hace no tiene derecho a una nueva unión.
El texto antiguo (Deut 24,1-3) daba amplios poderes al varón para liberarse de
la mujer si luego de casado descubría en ella algo que no le agradara, y así
dejaba a la mujer a merced de los caprichos del varón. De hecho, la pregunta
que le hacen a Jesús es si el varón puede repudiar a la mujer “por cualquier
cosa” (v 3). Jesús elimina esa superioridad despótica y arbitraria del varón y
coloca las cosas en su lugar. Las exigencias son las mismas para los dos.
El matrimonio para Jesús
no es un simple acuerdo de dos que alegremente deciden convivir por una
conveniencia egoísta y para satisfacer sus necesidades primarias; es mucho más
que eso, porque es hacerse “una sola carne”, y en el matrimonio es Dios mismo
el que sella la unión.
Al percibir en las
palabras de Jesús la tremenda seriedad del matrimonio los discípulos se
asombran, habituados como estaban a la realidad social de su época, donde el
varón tenía amplias libertades para cambiar de mujer. Y llegan a decir que, si
es así, es mejor no casarse. Pero Jesús responde que eso, que humanamente es
difícil de comprender – una fidelidad para toda la vida – puede vivirse gracias
a un “don de Dios” (vs. 11). Y completa su explicación mostrando que esa
fidelidad es posible puesto que también es posible que algunos renuncien a la
sexualidad por el Reino de Dios, aunque también eso parezca difícil de aceptar
(vs. 12)
2. MEDITACIÓN
- ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Preguntas
para la meditación:
Ø ¿Cuál
es el plan original de Dios para el hombre y la mujer?
Ø ¿Cuál
es la razón del permiso mosaico del divorcio?
Ø ¿De
qué manera Jesús revalora el lugar y respeto a la mujer en el matrimonio?
3. ORACIÓN -
¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL TEXTO BÍBLICO?
|
“Señor, otorga la gracia
de la fidelidad a los que se han unido en matrimonio: concédeles que se sientan
realmente una sola carne, que vivan el gozo de pertenecerse el uno al otro a
pesar de todo y sepan superar las dificultades que amenazan al amor”. (op. cit.
pág 232)
4. CONTEMPLACIÓN
- ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?
|
Reflexiono acerca de la
importancia que Dios le da al matrimonio y medito en la amplia y profunda
declaración de “ser una sola carne”.
5. ACCIÓN -
¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO BÍBLICO?
|
·
Preguntas para la acción:
Ø ¿Cómo
aprendo a leer correctamente los textos bíblicos luego de la exégesis que Jesús
hace de Moisés?
Ø ¿Cómo
haré para que mi corazón no se endurezca en relación al matrimonio?
Ø ¿Cómo
recomendaré tomar en serio la dimensión espiritual del matrimonio a aquellos
novios que desean casarse?
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