…Que
se
cumpla
en
mí,
lo
que
has
dicho…
PRIMERA
LECTURA
Lectura
del
libro
del
profeta
Isaías
9,
1-3.
5-6
El
pueblo
que
caminaba
en
las
tinieblas
ha
visto
una
gran
luz;
sobre
los
que
habitaban
en
el
país
de
la
oscuridad
ha
brillado
una
luz.
Tú
has
multiplicado
la
alegría,
has
acrecentado
el
gozo;
ellos
se
regocijan
en
tu
presencia
como
se
goza
en
la
cosecha,
como
cuando
reina
la
alegría
por
el
reparto
del
botín.
Porque
el
yugo
que
pesaba
sobre
él,
la
barra
sobre
su
espalda
y
el
palo
de
su
carcelero,
todo
eso
lo
has
destrozado
como
en
el
día
de
Madián.
Porque
un
niño
nos
ha
nacido,
un
hijo
nos
ha
sido
dado.
La
soberanía
reposa
sobre
sus
hombros
y
se
le
da
por
nombre:
«Consejero
maravilloso,
Dios
fuerte,
Padre
para
siempre,
Príncipe
de
la
paz.»
Su
soberanía
será
grande,
y
habrá
una
paz
sin
fin
para
el
trono
de
David
y
para
su
reino;
él
lo
establecerá
y
lo
sostendrá
por
el
derecho
y
la
justicia,
desde
ahora
y
para
siempre.
El
celo
del
Señor
de
los
ejércitos
hará
todo
esto.
Palabra
de
Dios.
SALMO
Sal
112,
1-2.
3-4.5-6.
7-8
(R.:
cf.
2)
R.
Bendito
sea
el
nombre
del
Señor
para
siempre.
Alaben,
servidores
del
Señor,
alaben
el
nombre
del
Señor.
Bendito
sea
el
nombre
del
Señor,
desde
ahora
y
para
siempre.
R.
Desde
la
salida
del
sol
hasta
su
ocaso,
sea
alabado
el
nombre
del
Señor.
El
Señor
está
sobre
todas
las
naciones,
su
gloria
se
eleva
sobre
el
cielo.
R.
¿Quién
es
como
el
Señor,
nuestro
Dios,
que
tiene
su
morada
en
las
alturas,
y
se
inclina
para
contemplar
el
cielo
y
la
tierra?
R.
El
levanta
del
polvo
al
desvalido,
alza
al
pobre
de
su
miseria,
para
hacerlo
sentar
entre
los
nobles,
entre
los
nobles
de
su
pueblo.
R.
EVANGELIO
X
Lectura
del
santo
Evangelio
según
san
Lucas
1,
26-38
El
Ángel
Gabriel
fue
enviado
por
Dios
a
una
ciudad
de
Galilea,
llamada
Nazaret,
a
una
virgen
que
estaba
comprometida
con
un
hombre
perteneciente
a
la
familia
de
David,
llamado
José.
El
nombre
de
la
virgen
era
María.
El
Ángel
entró
en
su
casa
y
la
saludó,
diciendo:
«
¡Alégrate!,
llena
de
gracia,
el
Señor
está
contigo.»
Al
oír
estas
palabras,
ella
quedó
desconcertada
y
se
preguntaba
qué
podía
significar
ese
saludo.
Pero
el
Ángel
le
dijo:
«No
temas,
María,
porque
Dios
te
ha
favorecido.
Concebirás
y
darás
a
luz
un
hijo,
y
le
pondrás
por
nombre
Jesús;
él
será
grande
y
será
llamado
Hijo
del
Altísimo.
El
Señor
Dios
le
dará
el
trono
de
David,
su
padre,
reinará
sobre
la
casa
de
Jacob
para
siempre
y
su
reino
no
tendrá
fin.»
María
dijo
al
Ángel:
«
¿Cómo
puede
ser
eso,
si
yo
no
tengo
relaciones
con
ningún
hombre?»
El
Ángel
le
respondió:
«El
Espíritu
Santo
descenderá
sobre
ti
y
el
poder
del
Altísimo
te
cubrirá
con
su
sombra.
Por
eso
el
niño
será
Santo
y
será
llamado
Hijo
de
Dios.
También
tu
parienta
Isabel
concibió
un
hijo
a
pesar
de
su
vejez,
y
la
que
era
considerada
estéril,
ya
se
encuentra
en
su
sexto
mes,
porque
no
hay
nada
imposible
para
Dios.»
María
dijo
entonces:
«Yo
soy
la
servidora
del
Señor,
que
se
cumpla
en
mí
lo
que
has
dicho.»
Y
el
Ángel
se
alejó.
Palabra
del
Señor.
PARA
REFLEXIONAR
- Pío XII en 1954, instituyó la fiesta Litúrgica del Reinado de María al coronar a la Virgen en Santa María la Mayor, Roma. En esta ocasión el Papa también promulgó el documento principal del Magisterio acerca de la dignidad y realeza de Maria, la Encíclica Ad coeli Reginam (Oct 11, 1954).
- El pueblo cristiano, movido de un certero instinto sobrenatural, siempre invocó a María como Reina, la Madre del “Rey de reyes y Señor de señores”. Padres y Doctores, Papas y teólogos se hicieron eco de ese reconocimiento y esta convicción ha aparecido en expresiones de arte, en la catequesis y en la liturgia.
- Al ser Madre de Dios, María fue colmada por Él con todas las gracias. Fue constituida Reina y Señora de todo lo creado, de los hombres y aún de los ángeles. Es tan Reina poderosa, como Madre cariñosa, asociada como en la obra redentora y en la consiguiente mediación y distribución de las gracias.
- El Concilio, después de recordar la Asunción de la Virgen «en cuerpo y alma a la gloria del cielo», explica que fue «elevada (…) por el Señor como Reina del universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los señores (cf. Ap. 19, 16) y vencedor del pecado y de la muerte» (Lumen Gentium, 59).
- A partir del siglo V, casi en el mismo período en que el concilio de Efeso la proclama «Madre de Dios», se empieza a atribuir a María el título de Reina. El pueblo cristiano, con este reconocimiento, quiere ponerla por encima de todas las criaturas, exaltando su función y su importancia en la vida de cada persona y de todo el mundo.
- El evangelista Lucas reflexiona sobre la vocación de María y nos muestra en ella aquella que supo escuchar la buena noticia y la llevó en su vientre. Por este motivo, pudo discernir en medio de las dificultades humanas el paso de Dios. María atesoraba en su corazón la esperanza que el pueblo pobre tenía depositada en el Señor. Su vida sencilla, atravesada por la promesa y la palabra del Señor, la prepararon para acompañar al hombre destinado por Dios para ser el Mesías y Señor.
- La iglesia al proclamarla como «Reina» reconoce en ella el camino del discípulo o discípula. El reinado de María, como el de su Hijo, es el servicio generoso y desinteresado para los demás. Ella es reina porque primero dejó que Dios reinara en su corazón y convirtiera su vientre en el arca divina de la esperanza humana.
- “El título de Reina no sustituye al de Madre: su realeza sigue siendo un corolario de su peculiar misión materna, y expresa simplemente el poder que le ha sido conferido para llevar a cabo esta misión. (…) Los cristianos miran con confianza a María Reina, y esto aumenta su abandono filial en Aquella que es madre en el orden de la gracia”. “La Asunción favorece la plena comunión de María no sólo con Cristo, sino con cada uno de nosotros. Ella está junto a nosotros porque su estado glorioso le permite seguirnos en nuestro cotidiano itinerario terreno. (…). Ella conoce todo lo que sucede en nuestra existencia y nos sostiene con amor materno en las pruebas de la vida”. Juan Pablo II
PARA
DISCERNIR
- ¿Recurro con confianza a la intercesión poderosa de la Virgen?
- ¿Reconozco que su reinado, al igual que el de su hijo, se realiza en el servicio?
- ¿Su ejemplo de entrega me estimula en el camino de fe?
REPITAMOS
Y
VIVAMOS
HOY
LA
PALABRA
…Tú
has
multiplicado
mi
alegría…
PARA
LA
LECTURA
ESPIRITUAL
María,
Reina
del
Universo
1.
La
devoción
popular
invoca
a
María
como
Reina.
El
Concilio,
después
de
recordar
la
asunción
de
la
Virgen
«en
cuerpo
y
alma
a
la
gloria
del
cielo»,
explica
que
fue
«elevada
(…)
por
el
Señor
como
Reina
del
universo,
para
ser
conformada
más
plenamente
a
su
Hijo,
Señor
de
los
señores
(cf.
Ap
19,
16)
y
vencedor
del
pecado
y
de
la
muerte»
(Lumen
Gentium,
59).
En
efecto,
a
partir
del
siglo
V,
casi
en
el
mismo
período
en
que
el
concilio
de
Efeso
la
proclama
«Madre
de
Dios»,
se
empieza
a
atribuir
a
María
el
título
de
Reina.
El
pueblo
cristiano,
con
este
reconocimiento
ulterior
de
su
excelsa
dignidad,
quiere
ponerla
por
encima
de
todas
las
criaturas,
exaltando
su
función
y
su
importancia
en
la
vida
de
cada
persona
y
de
todo
el
mundo.
Pero
ya
en
un
fragmento
de
una
homilía,
atribuido
a
Orígenes,
aparece
este
comentario
a
las
palabras
pronunciadas
por
Isabel
en
la
Visitación:
«Soy
yo
quien
debería
haber
ido
a
ti,
puesto
que
eres
bendita
por
encima
de
todas
las
mujeres
tú,
la
madre
de
mi
Señor,
tú
mi
Señora»
(Fragmenta:
PG
13,
1.902
D).
En
este
texto
se
pasa
espontáneamente
de
la
expresión
«la
madre
de
mi
Señor»
al
apelativo
«mi
Señora»,
anticipando
lo
que
declarará
más
tarde
san
Juan
Damasceno,
que
atribuye
a
María
el
título
de
«Soberana»:
«Cuando
se
convirtió
en
madre
del
Creador,
llegó
a
ser
verdaderamente
la
soberana
de
todas
las
criaturas»
(De
fide
orthodoxa,
4,
14:
PG
94
1.157).
2.
Mi
venerado
predecesor
Pío
XII
en
la
encíclica
Ad
coeli
Reginam,
a
la
que
se
refiere
el
texto
de
la
constitución
Lumen
Gentium,
indica
como
fundamento
de
la
realeza
de
María,
además
de
su
maternidad,
su
cooperación
en
la
obra
de
la
redención.
La
encíclica
recuerda
el
texto
litúrgico:
«Santa
María,
Reina
del
cielo
y
Soberana
del
mundo,
sufría
junto
a
la
cruz
de
nuestro
Señor
Jesucristo»
(MS
46
[1954]
634).
Establece,
además,
una
analogía
entre
María
y
Cristo,
que
nos
ayuda
a
comprender
el
significado
de
la
realeza
de
la
Virgen.
Cristo
es
rey
no
sólo
porque
es
Hijo
de
Dios,
sino
también
porque
es
Redentor.
María
es
Reina
no
sólo
porque
es
Madre
de
Dios,
sino
también
porque,
asociada
como
nueva
Eva
al
nuevo
Adán,
cooperó
en
la
obra
de
la
redención
del
género
humano
(MS
46
[1954]
635).
En
el
evangelio
según
san
Marcos
leemos
que
el
día
de
la
Ascensión
el
Señor
Jesús
«fue
elevado
al
cielo
y
se
sentó
a
la
diestra
de
Dios»
(Mc
16,
19).
En
el
lenguaje
bíblico,
«sentarse
a
la
diestra
de
Dios»
significa
compartir
su
poder
soberano.
Sentándose
«a
la
diestra
del
Padre»,
él
instaura
su
reino,
el
reino
de
Dios.
Elevada
al
cielo,
María
es
asociada
al
poder
de
su
Hijo
y
se
dedica
a
la
extensión
del
Reino,
participando
en
la
difusión
de
la
gracia
divina
en
el
mundo.
Observando
la
analogía
entre
la
Ascensión
de
Cristo
y
la
Asunción
de
María,
podemos
concluir
que,
subordinada
a
Cristo,
María
es
la
reina
que
posee
y
ejerce
sobre
el
universo
una
soberanía
que
le
fue
otorgada
por
su
Hijo
mismo.
3.
El
título
de
Reina
no
sustituye,
ciertamente,
el
de
Madre:
su
realeza
es
un
corolario
de
su
peculiar
misión
materna,
y
expresa
simplemente
el
poder
que
le
fue
conferido
para
cumplir
dicha
misión.
Citando
la
bula
Ineffabilis
Deus,
de
Pío
IX,
el
Sumo
Pontífice
Pío
XII
pone
de
relieve
esta
dimensión
materna
de
la
realeza
de
la
Virgen:
«Teniendo
hacia
nosotros
un
afecto
materno
e
interesándose
por
nuestra
salvación
ella
extiende
a
todo
el
género
humano
su
solicitud.
Establecida
por
el
Señor
como
Reina
del
cielo
y
de
la
tierra,
elevada
por
encima
de
todos
los
coros
de
los
ángeles
y
de
toda
la
jerarquía
celestial
de
los
santos,
sentada
a
la
diestra
de
su
Hijo
único,
nuestro
Señor
Jesucristo,
obtiene
con
gran
certeza
lo
que
pide
con
sus
súplicas
maternal;
lo
que
busca,
lo
encuentra,
y
no
le
puede
faltar»
(MS
46
[1954]
636-637).
4.
Así
pues,
los
cristianos
miran
con
confianza
a
María
Reina,
y
esto
no
sólo
no
disminuye,
sino
que,
por
el
contrario,
exalta
su
abandono
filial
en
aquella
que
es
madre
en
el
orden
de
la
gracia.
Más
aún,
la
solicitud
de
María
Reina
por
los
hombres
puede
ser
plenamente
eficaz
precisamente
en
virtud
del
estado
glorioso
posterior
a
la
Asunción.
Esto
lo
destaca
muy
bien
san
Germán
de
Constantinopla,
que
piensa
que
ese
estado
asegura
la
íntima
relación
de
María
con
su
Hijo,
y
hace
posible
su
intercesión
en
nuestro
favor.
Dirigiéndose
a
María,
añade:
Cristo
quiso
«tener,
por
decirlo
así,
la
cercanía
de
tus
labios
y
de
tu
corazón;
de
este
modo,
cumple
todos
los
deseos
que
le
expresas,
cuando
sufres
por
tus
hijos,
y
él
hace,
con
su
poder
divino,
todo
lo
que
le
pides»
(Hom
1:
PG
98,
348).
5.
Se
puede
concluir
que
la
Asunción
no
sólo
favorece
la
plena
comunión
de
María
con
Cristo,
sino
también
con
cada
uno
de
nosotros:
está
junto
a
nosotros,
porque
su
estado
glorioso
le
permite
seguirnos
en
nuestro
itinerario
terreno
diario.
También
leemos
en
san
Germán:
«Tú
moras
espiritualmente
con
nosotros,
y
la
grandeza
de
tu
desvelo
por
nosotros
manifiesta
tu
comunión
de
vida
con
nosotros»
(Hom
1:
PG
98,
344).
Por
tanto,
en
vez
de
crear
distancia
entre
nosotros
y
ella,
el
estado
glorioso
de
María
suscita
una
cercanía
continua
y
solícita.
Ella
conoce
todo
lo
que
sucede
en
nuestra
existencia,
y
nos
sostiene
con
amor
materno
en
las
pruebas
de
la
vida.
Elevada a la gloria celestial, María se dedica totalmente a la obra de la salvación para comunicar a todo hombre la felicidad que le fue concedida. Es una Reina que da todo lo que posee compartiendo, sobre todo, la vida y el amor de Cristo.
Elevada a la gloria celestial, María se dedica totalmente a la obra de la salvación para comunicar a todo hombre la felicidad que le fue concedida. Es una Reina que da todo lo que posee compartiendo, sobre todo, la vida y el amor de Cristo.
Catequesis
de
S.S.
Juan
Pablo
II
– Audiencia
General
de
los
Miércoles, 23
de
julio
de
1997.
PARA
REZAR
Reina
del
Cielo
Reina
del
Cielo
alégrate,
aleluya,
porque aquél a quien mereciste llevar, aleluya,
resucitó como lo dijo, aleluya, aleluya, aleluya.
Gózate y alégrate Virgen María, aleluya
porque el Señor verdaderamente resucitó,
aleluya, aleluya, aleluya.
porque aquél a quien mereciste llevar, aleluya,
resucitó como lo dijo, aleluya, aleluya, aleluya.
Gózate y alégrate Virgen María, aleluya
porque el Señor verdaderamente resucitó,
aleluya, aleluya, aleluya.
O
de
la
feria
(Lectura y comentario del día)
…Muchos
son
los
llamados,
pero
pocos
son
elegidos…
PRIMERA
LECTURA
Lectura
del
libro
de
los
Jueces 11,
29-39a
El
espíritu
del
Señor
descendió
sobre
Jefté,
y
este
recorrió
Galaad
y
Manasés,
pasó
por
Mispá
de
Galaad
y
desde
allí
avanzó
hasta
el
país
de
los
amonitas.
Entonces
hizo
al
Señor
el
siguiente
voto:
«Si
entregas
a
los
amonitas
en
mis
manos,
el
primero
que
salga
de
la
puerta
de
mi
casa
a
recibirme,
cuando
yo
vuelva
victorioso,
pertenecerá
al
Señor
y
lo
ofreceré
en
holocausto.»
Luego
atacó
a
los
amonitas,
y
el
Señor
los
entregó
en
sus
manos.
Jefté
los
derrotó,
desde
Aroer
hasta
cerca
de
Minit
-eran
en
total
veinte
ciudades-
y
hasta
Abel
Queramím.
Les
infligió
una
gran
derrota,
y
así
los
amonitas
quedaron
sometidos
a
los
israelitas.
Cuando
Jefté
regresó
a
su
casa,
en
Mispá,
le
salió
al
encuentro
su
hija,
bailando
al
son
de
panderetas.
Era
su
única
hija;
fuera
de
ella,
Jefté
no
tenía
hijos
ni
hijas.
Al
verla,
rasgó
sus
vestiduras
y
exclamó:
«
¡Hija
mía,
me
has
destrozado!
¿Tenías
que
ser
tú
la
causa
de
mi
desgracia?
Yo
hice
una
promesa
al
Señor,
y
ahora
no
puedo
retractarme.»
Ella
le
respondió:
«Padre,
si
has
prometido
algo
al
Señor,
tienes
que
hacer
conmigo
lo
que
prometiste,
ya
que
el
Señor
te
ha
permitido
vengarte
de
tus
enemigos,
los
amonitas.»
Después
añadió:
«Sólo
te
pido
un
favor:
dame
un
plazo
de
dos
meses
para
ir
por
las
montañas
a
llorar
con
mis
amigas
por
no
haber
tenido
hijos.»
Su
padre
le
respondió:
«Puedes
hacerlo.»
Ella
se
fue
a
las
montañas
con
sus
amigas,
y
se
lamentó
por
haber
quedado
virgen.
Al
cabo
de
los
dos
meses
regresó,
y
su
padre
cumplió
con
ella
el
voto
que
había
hecho.
Palabra
de
Dios.
SALMO
Sal
39,
5.
7-8.
9.
10
(R.:
cf.
8a
y
9a)
R. Aquí
estoy,
Señor,
para
hacer
tu
voluntad.
¡Feliz
el
que
pone
en
el
Señor
toda
su
confianza,
y
no
se
vuelve
hacia
los
rebeldes
que
se
extravían
tras
la
mentira!
R.
Tú
no
quisiste
víctima
ni
oblación;
pero
me
diste
un
oído
atento;
no
pediste
holocaustos
ni
sacrificios,
entonces
dije:
Aquí
estoy.
R.
En
el
libro
de
la
Ley
está
escrito
lo
que
tengo
que
hacer:
yo
amo,
Dios
mío,
tu
voluntad,
y
tu
ley
está
en
mi
corazón.
R.
Proclamé
gozosamente
tu
justicia
en
la
gran
asamblea;
no,
no
mantuve
cerrados
mis
labios,
tú
lo
sabes,
Señor.
R.
EVANGELIO
X
Lectura
del
santo
Evangelio
según
san
Mateo 22,
1-14
Jesús
les
habló
otra
vez
en
parábolas,
diciendo:
«El
Reino
de
los
Cielos
se
parece
a
un
rey
que
celebraba
las
bodas
de
su
hijo.
Envió
entonces
a
sus
servidores
para
avisar
a
los
invitados,
pero
estos
se
negaron
a
ir.
De
nuevo
envió
a
otros
servidores
con
el
encargo
de
decir
a
los
invitados:
“Mi
banquete
está
preparado;
ya
han
sido
matados
mis
terneros
y
mis
mejores
animales,
y
todo
está
a
punto:
Vengan
a
las
bodas.”
Pero
ellos
no
tuvieron
en
cuenta
la
invitación,
y
se
fueron,
uno
a
su
campo,
otro
a
su
negocio;
y
los
demás
se
apoderaron
de
los
servidores,
los
maltrataron
y
los
mataron.
Al
enterarse,
el
rey
se
indignó
y
envió
a
sus
tropas
para
que
acabaran
con
aquellos
homicidas
e
incendiaran
su
ciudad.
Luego
dijo
a
sus
servidores:
“El
banquete
nupcial
está
preparado,
pero
los
invitados
no
eran
dignos
de
él.
Salgan
a
los
cruces
de
los
caminos
e
inviten
a
todos
los
que
encuentren.”
Los
servidores
salieron
a
los
caminos
y
reunieron
a
todos
los
que
encontraron,
buenos
y
malos,
y
la
sala
nupcial
se
llenó
de
convidados.
Cuando
el
rey
entró
para
ver
a
los
comensales,
encontró
a
un
hombre
que
no
tenía
el
traje
de
fiesta.
“Amigo,
le
dijo,
¿cómo
has
entrado
aquí
sin
el
traje
de
fiesta?.”
El
otro
permaneció
en
silencio.
Entonces
el
rey
dijo
a
los
guardias:
“Atenlo
de
pies
y
manos,
y
arrójenlo
afuera,
a
las
tinieblas.
Allí
habrá
llanto
y
rechinar
de
dientes.”
Porque
muchos
son
llamados,
pero
pocos
son
elegidos.»
Palabra
del
Señor.
PARA
REFLEXIONAR
- La historia de Jefté adquiere relevancia por el voto que hizo de sacrificar a Yahvé una persona humana. Su historia tiene un comienzo penoso, dado que sus hermanastros no lo dejan compartir su herencia porque era hijo de una prostituta.
- Jefté huye cuando le dicen que no puede heredar en la casa de su padre y le declaran la enemistad. Se agrupa con otros desocupados y organiza una banda, de la cual será el jefe. Sus compatriotas cuando se hallan oprimidos por los amonitas le ofrecen el mando de las tropas. Es otra historia más de las muchas que hay en la Biblia, donde el que es injustamente rechazado, desempeña un papel importante en la vida del pueblo.
- Cree en Yahvé, pero su fe está mezclada con actitudes paganas. Hace un voto que resulta totalmente irreconciliable con el espíritu de la Alianza: si le da la victoria, sacrificará la vida de la primera persona que salga a recibirle, a la vuelta; que resulta ser su hija, una doncella, que no llegará a ser ni esposa ni madre. Por eso las jóvenes israelitas hicieron cada año unos días de conmemoración de esa muerte, mostrando así su solidaridad con la hija de Jefté y la protesta contra esa muerte injusta.
- La triste historia nos puede dar lecciones. Sólo Dios es dueño de la vida y de la muerte. Hay que rechazar todo «sacrificio de la vida humana». La vida humana se ha de respetar absolutamente. Y eso desde su inicio hasta el final.
- Por otro lado; aunque la actuación de Jefté no tiene justificación, queda en pie que, tratándose de cosas buenas, los votos hechos a Dios hay que cumplirlos, aunque resulten costosos.
***
- En Jerusalén Jesús se enfrenta a la intransigencia de los sacerdotes y los fariseos. Estos no aceptan las palabras proféticas del Nazareno y se mantienen en su soberbia religiosa. Jesús siguiendo su particular modo de enseñanza, propone una parábola. El Reino de los cielos es comparable a un Rey que celebra el banquete de bodas de su Hijo. Como en la parábola anterior ocupa un lugar importante la figura de un “hijo”. Habiendo ya avisado previamente a los invitados, envía sirvientes a concretar la invitación. La negativa de acudir es total por parte de aquellos, a tal extremo, que uno se fue a su campo, otro a su negocio; y los demás agarraron a los siervos, los ultrajaron y los mataron. Sin embargo, el rechazo fundamenta otra decisión: la salida de los sirvientes “al extremo de las calles”.
- Los invitados sonpordioseros, prostitutas, desempleados, enfermos. Así, los marginados se convierten en los invitados al banquete del Reino, pero a este banquete no se puede entrar de cualquier manera, es necesario llevar vestido de fiesta.
- La intención es clara: el pueblo de Israel ha sido el primer invitado, porque es el pueblo de la promesa y de la Alianza. Pero se resiste a reconocer en Jesús al Mesías, no sabe aprovechar la hora de la gracia. Y entonces Dios invita a otros al banquete que tiene preparado. Cuando Mateo escribe el evangelio, Jerusalén ya ha sido destruida y van entrando pueblos paganos en la Iglesia.
- De esta forma, se afirma la invitación universal a la salvación del mensaje de Jesús, que supera los límites de todo particularismo. La invitación no tiene límites de nacionalidad, raza ni de comportamiento ético como se muestra en que, entre los reunidos, se encuentran “malos y buenos”.
De nuevo se trata de la gratuidad de Dios a la hora de su invitación a la fiesta. - Pero no basta con entrar en la fiesta, hay que llevar el “traje de boda”; se requiere una actitud coherente con la invitación, para no ser echado a las tinieblas. La exclusión del hombre “sin traje de fiesta”, sirve como advertencia a cada miembro comunitario, sobre la coherencia de su actuación para permanecer en el banquete.
- Dios sueña en una fiesta universal para la humanidad. Jesús compara la fiesta, la boda y el banquete con la boda de Dios con la humanidad; es la boda de Cristo con su Iglesia. Dios casa a su Hijo con la humanidad, y el Padre es feliz de ese amor de su Hijo.
- El sentido de la vida del hombre, alcanzar la plenitud, está en su “relación” con Dios, en amar a un Dios que nos amó primero. Y cada uno está invitado a responder a ese amor. Todos los amores verdaderos de la tierra son imagen, preparación y signo de ese amor profundo y gratuito a la vez, portador de una mayor plenitud.
- Dios quiere salvar a todos los hombres, Dios nos invita a todos. La Iglesia, comunidad con mezcla de toda clase de razas y de condiciones sociales, pueblo de puros y de santos, pueblo de malos y de pecadores, cizaña y buen trigo está llamada a ser instrumento de salvación para todos.
- Llevar el “traje”: para entrar en el Reino, en el lenguaje de San Pablo es “revestirse de Cristo”. La salvación no es automática: hay que ir correspondiendo al don de Dios.
- No basta entrar en la Iglesia, o pertenecer a una familia cristiana o a una comunidad religiosa. Se requiere una conversión y una actitud de fe coherente con la invitación: Jesús pide a los suyos, no sólo palabras, sino obras, y una «justicia» mayor que la de los fariseos.
- El vestido de fiesta es el cambio de mentalidad, la conversión necesaria para entrar en la dimensión novedosa y gozosa del Reino. La nueva mentalidad que se apoya en la gratuidad del amor de Dios, y por lo tanto en el amor sin límites a los hermanos. Es en lo que Jesús quiere formar a sus discípulos. Sin este cambio, es imposible participar del Reino.
PARA
DISCERNIR
- ¿Me siento invitado a la fiesta de Dios? ¿Acepto y me dejo “revestir” cada día?
- ¿Qué cambio de mentalidad, qué incoherencias soy invitado/a a convertir en este tiempo de mi vida?
- ¿Escucha mi corazón el llamado a ir al “extremo de las calles” a buscar a otros?
REPITAMOS
Y
VIVAMOS
HOY
LA
PALABRA
…Dichosos
los
invitados
al
banquete
de
bodas
del
Cordero…
PARA
LA
LECTURA
ESPIRITUAL
…”En
nuestros
días
lleva
una
vida
dura
el
ángel
del
nuevo
arranque.
La
atmósfera
que
se
respira
en
nuestra
época
no
es
la
del
nuevo
arranque,
como
sucedía,
por
ejemplo,
cuando
en
los
años
sesenta,
gracias
sobre
todo
al
Concilio
Vaticano
II,
estaba
difundida
en
la
sociedad
y
en
la
Iglesia
la
sensación
de
un
nuevo
comienzo.
Hoy,
la
atmósfera
dominante
es
más
bien
la
de
la
resignación,
la
de
la
autocompasión,
la
de
la
depresión,
la
del
lloriqueo.
Estamos
inclinados
a
lamentarnos
porque
todo
es
difícil
y
no
hay
nada
que
hacer.
Por
eso,
precisamente
hoy,
tenemos
necesidad
del
ángel
del
nuevo
arranque.
Necesitamos
que
nos
dé
esperanza
para
nuestro
tiempo.
Necesitamos
que
nos
haga
partir
para
nuevas
orillas.
Necesitamos,
por
último,
que
nos
haga
capaces
de
incitarnos
en
el
viaje,
a
fin
de
que
puedan
florecer
nuevas
perspectivas
asociativas,
nuevas
posibilidades
de
relación
con
la
creación
y
una
nueva
fantasía
tanto
en
la
política
como
en
la
economía.
Por
estas
razones
es
preciso
abandonar
ciertas
representaciones
demasiado
estructuradas
e
imágenes
endurecidas.
Hay
que
hacer
saltar
los
bloqueos
interiores,
hay
que
suprimir
una
cierta
discreción,
es
preciso
abandonar
las
costumbres
antiguas
y
las
seguridades
patrimoniales:
todo
eso
abre
la
posibilidad
de
encaminarse
hacia
nuevos
modos
de
vida
hacia
nuevas
estaciones
de
la
vida,
más
allá
de
nuestras
dudas
-porque
no
sabemos
adónde
nos
conducirá
este
camino-.
Tenemos,
pues,
como
los
israelitas,
necesidad
de
un
ángel
que
nos
dé
el
coraje
de
ponernos
en
marcha,
que
levante
su
bastón
sobre
el
mar
Rojo
de
nuestra
angustia,
a
fin
de
que
podamos
avanzar
confiados
y
seguros
a
través
de
las
olas
de
nuestra
vida”…
Anselm
Grün,
Cincuenta
ángeles
para
comenzar
el
año,
Sígueme,
Salamanca
1999.
PARA
REZAR
que
Cristo
resucitado
camina
con
nosotros
y
la
fiesta
está
dispuesta.
Vayamos
y
digamos
por
las
calles,
las
plazas
y
los
mercados,
por
caminos
y
veredas
que
Cristo
resucitado
camina
con
nosotros
Que
el
amor,
como
sol
brilla.
Digámoslo
de
puerta
en
puerta.
Digámoslo
que
no
hay
nada
igual,
que
la
muerte
está
bien
muerta
y
la
vida
camina
hacia
adelante.
Vayamos
y
digamos
por
las
calles,
a
los
niños
y
a
los
ancianos.
al
que
es
joven
o
maduro,
que
Jesús
está
a
su
lado.
Que
Dios
ya
no
está
en
los
cielos.
Que
ha
bajado
de
las
nubes,
que
ahora
vive
en
nuestros
ojos
y
nuestros
rostros
asume.
Que
Dios
marcha
por
delante,
que
nos
invita
a
la
danza,
que
es
un
viento
irresistible…
Vayamos
a
encender
la
esperanza.
LECTIO
DIVINA
Inviten al
banquete nupcial a todos los que encuentren
+ Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 22,
1-14
Jesús se dirigió a los sumos sacerdotes y fariseos, diciendo esta parábola:
El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba las bodas de su hijo. Envió entonces a sus servidores para avisar a los invitados, pero estos se negaron a ir.
De nuevo envió a otros servidores con el encargo de decir a los invitados: "Mi banquete está preparado; ya han sido matados mis terneros y mis mejores animales, y todo está a punto: Vengan a las bodas." Pero ellos no tuvieron en cuenta la invitación, y se fueron, uno a su campo, otro a su negocio; y los demás se apoderaron de los servidores, los maltrataron y los mataron.
Al enterarse, el rey se indignó y envió a sus tropas para que acabaran con aquellos homicidas e incendiaran su ciudad. Luego dijo a sus servidores: «El banquete nupcial está preparado, pero los invitados no eran dignos de él. Salgan a los cruces de los caminos e inviten a todos los que encuentren».
Los servidores salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, buenos y malos, y la sala nupcial se llenó de convidados.
Cuando el rey entró para ver a los comensales, encontró a un hombre que no tenía el traje de fiesta. «Amigo, le dijo, ¿cómo has entrado aquí sin el traje de fiesta?». El otro permaneció en silencio. Entonces el rey dijo a los guardias: «Atenlo de pies y manos, y arrójenlo afuera, a las tinieblas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes».
Porque muchos son llamados, pero pocos son elegidos.
Palabra del Señor.
1. LECTURA - ¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?
· Guías para la lectura:
Jesús compara el Reino de los cielos con una fiesta, con un banquete de bodas; es el Reino de la alegría compartida. Es cierto que esta fiesta del Señor supone una experiencia personal, el encuentro con Cristo que “vive en mí” (Gal 2,20); pero esa identificación espiritual con Cristo nos lleva a identificarnos con su sueño, que es el de reinar en toda la humanidad.
Esta parábola se sitúa en el contexto del rechazo de los judíos, que eran invitados especiales y rechazaron la invitación, y por eso la invitación se abre a todos los pueblos. Y si recordamos Mt 21,28-32, vemos que también se aplica a los fariseos y sumos sacerdotes de la época de Jesús, que teniendo toda la riqueza de su religiosidad no supieron aceptar al Redentor, y en cambio lo aceptaron los pecadores y las prostitutas.
Pero la parábola aporta un detalle importante. Si bien todos son invitados y recibidos, se espera que cada uno se adapte a la importancia del banquete y se prepare adecuadamente. Es necesario al menos colocarse un traje de boda. Leyendo el Nuevo Testamento sabemos que ese traje de bodas, la condición indispensable para entrar al Reino, es el amor al prójimo (Mt 25, 34-36; Gal 5,14; 1 Jn 2,9; 3,14). El que rechaza esta invitación al amor no tiene lugar en el banquete, porque el que tiene el corazón cerrado al hermano ni siquiera puede disfrutar de una fiesta comunitaria, simplemente no es su lugar, no tiene nada que hacer allí.
De hecho, casi todos los textos bíblicos que hablan de una vida después de la muerte, la describen de una manera comunitaria: una fiesta, un banquete, una multitud feliz. Por eso, tenemos que pensar en una eternidad comunitaria, y nuestra esperanza debería ser siempre comunitaria, no individual. Pero por eso mismo, ya que nuestra vida cristiana es un anticipo del cielo, también ahora deberíamos vivir nuestro encuentro con el Señor, la fiesta de su amistad, de una manera comunitaria. A su banquete, tanto ahora como en la eternidad, no puede entrar el que no ame a los hermanos. Allí no hay lugar para el que quiera aislarse del resto.
2. MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?
· Preguntas para la meditación:
· ¿Qué prioridades cotidianas me inhiben de acercarme cada día a la fiesta de vida cristiana?
· ¿Qué tipo de invitado sería yo en la parábola?
· ¿Tengo puesto mi traje de amor en la vida?
3. ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL TEXTO BÍBLICO?
“Señor, te doy gracias porque me invitas a vivir mi camino cristiano como una fiesta comunitaria, y porque la vida eterna será esa fiesta en plenitud. Pero te pido la gracia de aprender a amar, para que mi corazón sea capaz de abrirse a un gozo tan grande”
4. CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?
Le doy vida a la escena narrada por Jesús en mi mente.
Trato de mirar la actitud de los dos tipos de invitados y busco identificarme sinceramente con alguno de ellos.
Reflexiono en la actitud festiva del amor y perdón del Señor en mi vida.
5. ACCIÓN - ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO BÍBLICO?
· Preguntas para la acción:
· ¿Cómo “me vestiré” con las ropas del amor cristiano en este día?
· ¿De qué manera prepararé mi corazón para la fiesta espiritual de vivir hoy cerca de Cristo?
· ¿Con quién compartiré lo que recibí en la Lectio de hoy?
Jesús se dirigió a los sumos sacerdotes y fariseos, diciendo esta parábola:
El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba las bodas de su hijo. Envió entonces a sus servidores para avisar a los invitados, pero estos se negaron a ir.
De nuevo envió a otros servidores con el encargo de decir a los invitados: "Mi banquete está preparado; ya han sido matados mis terneros y mis mejores animales, y todo está a punto: Vengan a las bodas." Pero ellos no tuvieron en cuenta la invitación, y se fueron, uno a su campo, otro a su negocio; y los demás se apoderaron de los servidores, los maltrataron y los mataron.
Al enterarse, el rey se indignó y envió a sus tropas para que acabaran con aquellos homicidas e incendiaran su ciudad. Luego dijo a sus servidores: «El banquete nupcial está preparado, pero los invitados no eran dignos de él. Salgan a los cruces de los caminos e inviten a todos los que encuentren».
Los servidores salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, buenos y malos, y la sala nupcial se llenó de convidados.
Cuando el rey entró para ver a los comensales, encontró a un hombre que no tenía el traje de fiesta. «Amigo, le dijo, ¿cómo has entrado aquí sin el traje de fiesta?». El otro permaneció en silencio. Entonces el rey dijo a los guardias: «Atenlo de pies y manos, y arrójenlo afuera, a las tinieblas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes».
Porque muchos son llamados, pero pocos son elegidos.
Palabra del Señor.
1. LECTURA - ¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?
· Guías para la lectura:
Jesús compara el Reino de los cielos con una fiesta, con un banquete de bodas; es el Reino de la alegría compartida. Es cierto que esta fiesta del Señor supone una experiencia personal, el encuentro con Cristo que “vive en mí” (Gal 2,20); pero esa identificación espiritual con Cristo nos lleva a identificarnos con su sueño, que es el de reinar en toda la humanidad.
Esta parábola se sitúa en el contexto del rechazo de los judíos, que eran invitados especiales y rechazaron la invitación, y por eso la invitación se abre a todos los pueblos. Y si recordamos Mt 21,28-32, vemos que también se aplica a los fariseos y sumos sacerdotes de la época de Jesús, que teniendo toda la riqueza de su religiosidad no supieron aceptar al Redentor, y en cambio lo aceptaron los pecadores y las prostitutas.
Pero la parábola aporta un detalle importante. Si bien todos son invitados y recibidos, se espera que cada uno se adapte a la importancia del banquete y se prepare adecuadamente. Es necesario al menos colocarse un traje de boda. Leyendo el Nuevo Testamento sabemos que ese traje de bodas, la condición indispensable para entrar al Reino, es el amor al prójimo (Mt 25, 34-36; Gal 5,14; 1 Jn 2,9; 3,14). El que rechaza esta invitación al amor no tiene lugar en el banquete, porque el que tiene el corazón cerrado al hermano ni siquiera puede disfrutar de una fiesta comunitaria, simplemente no es su lugar, no tiene nada que hacer allí.
De hecho, casi todos los textos bíblicos que hablan de una vida después de la muerte, la describen de una manera comunitaria: una fiesta, un banquete, una multitud feliz. Por eso, tenemos que pensar en una eternidad comunitaria, y nuestra esperanza debería ser siempre comunitaria, no individual. Pero por eso mismo, ya que nuestra vida cristiana es un anticipo del cielo, también ahora deberíamos vivir nuestro encuentro con el Señor, la fiesta de su amistad, de una manera comunitaria. A su banquete, tanto ahora como en la eternidad, no puede entrar el que no ame a los hermanos. Allí no hay lugar para el que quiera aislarse del resto.
2. MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?
· Preguntas para la meditación:
· ¿Qué prioridades cotidianas me inhiben de acercarme cada día a la fiesta de vida cristiana?
· ¿Qué tipo de invitado sería yo en la parábola?
· ¿Tengo puesto mi traje de amor en la vida?
3. ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL TEXTO BÍBLICO?
“Señor, te doy gracias porque me invitas a vivir mi camino cristiano como una fiesta comunitaria, y porque la vida eterna será esa fiesta en plenitud. Pero te pido la gracia de aprender a amar, para que mi corazón sea capaz de abrirse a un gozo tan grande”
4. CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?
Le doy vida a la escena narrada por Jesús en mi mente.
Trato de mirar la actitud de los dos tipos de invitados y busco identificarme sinceramente con alguno de ellos.
Reflexiono en la actitud festiva del amor y perdón del Señor en mi vida.
5. ACCIÓN - ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO BÍBLICO?
· Preguntas para la acción:
· ¿Cómo “me vestiré” con las ropas del amor cristiano en este día?
· ¿De qué manera prepararé mi corazón para la fiesta espiritual de vivir hoy cerca de Cristo?
· ¿Con quién compartiré lo que recibí en la Lectio de hoy?
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