9 de agosto de 2013

9 de agosto de 2013 – TO - VIERNES DE LA SEMANA XVIII

…El que guarda su vida la pierde…

PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Deuteronomio    4, 32-40

    Moisés habló al pueblo diciendo:
    Pregúntale al tiempo pasado, a los días que te han precedido desde que el Señor creó al hombre sobre la tierra, si de un extremo al otro del cielo sucedió alguna vez algo tan admirable o se oyó una cosa semejante.
    ¿Qué pueblo oyó la voz de Dios que hablaba desde el fuego, como la oíste tú, y pudo sobrevivir? ¿O qué dios intentó venir a tomar para si una nación de en medio de otra, con milagros, signos y prodigios, combatiendo con mano poderosa y brazo fuerte, y realizando tremendas hazañas, como el Señor, tu Dios, lo hizo por ustedes en Egipto, delante de tus mismos ojos?
    A ti se te hicieron ver todas estas cosas, para que sepas que el Señor es Dios, y que no hay otro dios fuera de él. El te hizo oír su voz desde el cielo para instruirte; en la tierra te mostró su gran fuego, y desde ese fuego tú escuchaste sus palabras. Por amor a tus padres, y porque eligió a la descendencia que nacería de ellos, el Señor te hizo salir de Egipto con su presencia y su gran poder; desposeyó a naciones más numerosas y fuertes que tú; te introdujo en sus territorios y te los dio como herencia, hasta el día de hoy.
    Reconoce hoy y medita en tu corazón que el Señor es Dios -allá arriba, en el cielo y aquí abajo, en la tierra- y no hay otro.
    Observa los preceptos y los mandamientos que hoy te prescribo. Así serás feliz, tú y tus hijos después de ti, y vivirás mucho tiempo en la tierra que el Señor, tu Dios, te da para siempre.
Palabra de Dios.

SALMO    
Sal 76, 12-13. 14-15. 16 y 21 (R.: 12a) 
R.    Recuerdo las proezas del Señor.

    Yo recuerdo las proezas del Señor,
    sí, recuerdo sus prodigios de otro tiempo;
    evoco todas sus acciones,
    medito en todas sus hazañas. R.

    Tus caminos son santos, Señor.
    ¿Hay otro dios grande como nuestro Dios?
    Tú eres el Dios que hace maravillas,
    y revelaste tu poder entre las naciones. R.

    Con tu brazo redimiste a tu pueblo,
    a los hijos de Jacob y de José.
    Tú guiaste a tu pueblo como a un rebaño,
    por medio de Moisés y de Aarón. R.

EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Mateo    16, 24-28

    Entonces Jesús dijo a sus discípulos:
    «El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará. ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida?
    Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre, rodeado de sus ángeles, y entonces pagará a cada uno de acuerdo con sus obras. Les aseguro que algunos de los que están aquí presentes no morirán antes de ver al Hijo del hombre, cuando venga en su Reino.»
Palabra del Señor.
  
PARA REFLEXIONAR

El Deuteronomio es el último de los cinco libros de la Ley. En el año 622 antes de Jesucristo fue hallado en el Templo. Todo el Deuteronomio insiste en esta verdadque las relaciones de Dios con nosotros y nuestras relaciones con El están regidas por el amor.
Este título significa «segunda ley», pues contiene la despedida de Moisés, con la memoria que hace de los cuarenta años de travesía por el desierto, y las normas que quiere recordar a su pueblo.
Al principio de la marcha por el desierto, en el Sinaí, les entregó la primera ley, la Alianza. Pasado el tiempo y a punto de entrar en Canaán, Moisés, antes de morir interpela frontalmente a su pueblo,despertando su memoria histórica, dejándoles como testamento la recomendación de que no abandonen, y cumplan aquella Alianza.
La prédica que hace Moisés se basa en lo que Dios ha hecho por su pueblo, para concluir pidiendo un estilo de vida de acuerdo con la alianza que han hecho: «tú has oído la voz de Dios… amó a tus padres y eligió a su descendencia, El en persona te sacó de Egipto… el Señor es el único Dios».
***
Las palabras de Jesús parecen como una continuación del reproche que ayer dirigió a Pedro, al rechazar oír hablar de la cruz.
Jesús comienza a poner en evidencia la difícil situación que les espera al llegar a Jerusalén y va revelando a sus discípulos el sentido del camino recorrido y del camino por recorrer. Las pretensiones mesiánicas de los discípulos, especialmente de Pedro, se podían convertir en un verdadero tropiezo para la misión. Jesús presenta claramente las exigencias del discípulo para evitar que quienes lo sigan se engañen.
Jesús avisa a sus seguidores que, al igual que El mismo, en su camino hacia la Pascua, a todos ellos les tocará «negarse a si mismos»«cargar con la cruz»«seguirlo»«perder la vida». Aceptar seguirlo, irse con El, indica el acto de adhesión inicial que podrá continuar con el seguimiento. Las condiciones que Jesús les presenta, muestran una identificación con su destino.
Las condiciones son dos: «negarse a sí mismo» y «cargar con la cruz». La primera: « Negarse a sí mismo », es una renuncia radical y primera a las propias ambiciones. El discípulo no puede anteponer sus intereses a la urgencia de realizar el Reino. Las seguridades humanas y los beneficios personales
no son compatibles con el seguimiento de Jesús.
Es llevar a la práctica de forma concreta la primera bienaventuranza, «elegir ser pobre». Los que “ganan el mundo”, empeñan la propia vida en una cantidad muy grande de trabajos y preocupaciones con la ilusión de que les traerán la felicidad en esta vida y en la otra. La realidad, sin embargo, es otra. Los que ganan este mundo pierden su propia vida.
El camino del Maestro es el camino del discípulo. Desde el momento en que el discípulo decide seguir a Jesús se abre completamente a la novedad de Dios y, a la vez, acepta el conflicto que lo enfrentará con los criterios de este mundo.
En el camino del seguimiento: «cargar con la propia cruz» significa aceptar ser perseguido y aún condenado a muerte, vivir sin concesiones la última bienaventuranza«ser perseguidos a causa de la fidelidad al reino». Vivir estas dos bienaventuranzas constituyen la esencia del camino del discípulo; son la “regla de oro” que ningún discípulo puede dejar de aceptar.
La vida no está hecha para ser guardada, sino para ser entregada. Amar no es “sentir emoción”, no es desear poseer al otro, es olvidarse de sí mismo para darse al otro. “Tomar” para sí es dejar de amar.Amar de verdad, implica ser capaz de renunciar, de morir a uno mismo en beneficio de aquel a quien se ama. La renuncia no tiene su fin en sí misma; es la condición de una “vida” en plenitud. La “cruz” de Jesús no es solamente un instrumento de tortura y suplicio: es el signo del amor más grande que haya podido abrazar a un corazón.
Por la renuncia y la cruz, Jesús no propone una destrucción, sino un perfeccionamiento, una transformación, un crecimiento total y definitivo.
Nuestra esperanza está íntimamente asociada a la realidad del dolor y el sufrimiento humano. Las circunstancias en que se desarrolla la vida del discípulo exigen la capacidad de asumir el padecimiento necesario para la transformación de la realidad, para poder llevar a cabo el plan de Dios.
Las acciones humanas adquieren consistencia en Dios. La capacidad y donación semejantes a las mostradas por Jesús en su vida terrena, son los únicos criterios que pueden asegurar la vida presente en íntima relación con el futuro definitivo.
De esa forma, el futuro, se hace realidad en la existencia del discípulo, que tiene la posibilidad de acceder a ese Reino, anticipadamente, identificándose con la vida del Maestro y compartiendo su suerte.

PARA DISCERNIR

¿Soy capaz de sacrificarme por los demás?
¿Vivo la cruz como un castigo o como una opción?
¿Experimento la cruz como fuente de gracia y bendición?

REPITAMOS Y VIVAMOS HOY LA PALABRA

Envía Señor a tu mensajero de paz…

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

«Me hice perdidiza, y fui ganada» 
…Tal es el que anda enamorado de Dios, que no pretende ganancia ni premio, sino sólo perderlo todo y a sí mismo en su voluntad por Dios, y ésa tiene por su ganancia; y así lo es, según dice san Pablo (Fl. 1, 21) diciendo: Mi morir por Cristo es mi ganancia, espiritualmente a todas las cosas y a sí mismo. Y por eso dice el alma: fui ganada, porque el que así no se sabe perder, no se gana, antes se pierde, según dice Nuestro Señor en el Evangelio (Mt. 16, 25), diciendo: El que quisiere ganar para sí su alma, ése la perderá: y el que la perdiere para consigo por mí, ése la ganará.
Y si queremos entender el dicho verso más espiritualmente y más al propósito que aquí se trata, es de saber, que cuando un alma en el camino espiritual ha llegado a tanto que se ha perdido a todos los caminos y vías naturales de proceder en el trato con Dios, que ya no le busca por consideraciones ni formas ni sentimientos ni otros modos algunos de criaturas ni sentido, sino que pasó sobre todo eso y sobre todo modo suyo y manera, tratando y gozando a Dios en fe y amor, entonces se dice haberse de veras ganado a Dios, porque de veras se ha perdido a todo lo que no es Dios ya lo que es en sí… 
San Juan de la Cruz (1542-1591), carmelita descalzo, doctor de la Iglesia
Cántico espiritual, 20

PARA REZAR

Dar hasta que duela 
El amor, para que sea auténtico,
tiene que pasar por el crisol del sufrimiento.
Si Cristo no hubiera derramado su sangre,
no hubiera llegado la salvación”.
Sin sufrimiento, nuestro amor y caridad
no sería más que una asistencia social,
pero no sería el verdadero amor redentor.
Sólo compartiendo con el prójimo sus sufrimientos,
siendo parte de los que sufren, podemos redimirlos,
podemos llevarlos a Dios y hacer que Dios,
que es Amor, entre en sus vidas.
Un amor que no está dispuesto a compartir los sufrimientos
con la persona amada, en el fondo no es más
que un egoísmo disfrazado.
Hay que amar hasta que duela.
El dolor es la prueba del verdadero amor.
Dime cuanto sufres y te diré cuanto amas.
El dolor por sí mismo, independiente del amor,
conduce al masoquismo o a un orgulloso estoicismo.
Lo que no se asume, no se redime.
Solamente los que son capaces de bajar
al infierno de la desesperación de los pobres,
podrán sacar de la miseria material
y espiritual a los marginados.

LECTIO DIVINA

¿Qué podrá dar el hombre a cambio de su vida?

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     16, 24-28

  Entonces Jesús dijo a sus discípulos:
    El que quiera seguirme que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará. ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida?
    Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre, rodeado de sus ángeles, y entonces pagará a cada uno de acuerdo con sus obras. Les aseguro que algunos de los que están aquí presentes no morirán antes de ver al Hijo del hombre, cuando venga en su Reino.
Palabra del Señor.

LECTURA -  ¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?

Guías para la lectura:

v 24: Entonces Jesús dijo a sus discípulos:
El que quiera seguirme que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga.
Lo que Jesús propone es un contacto libre de la voluntad: la mayor libertad del hombre sobre el egoísmo y sobre la muerte. Él es la nube y el fuego que nos guía hacia la libertad. (Nm 9,13-23).
Negar el falso yo, deformado por la mentira y por el miedo, es hacer nacer el propio yo verdadero. La muerte del egoísmo es el nacimiento del amor. Uno, si quiere ser uno mismo, debe dejar de pensar en sí mismo: sólo entonces tiene su “rostro”, vuelto hacia el otro.
La cruz de cada uno consiste en luchar contra el mal que está dentro de sí mismo: es lucha contra el propio egoísmo, que sólo cada uno puede sostener.
Pero en esta lucha no está solo: está en compañía de su Señor, que lo ha precedido y lo acompaña.
v 25:  Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará.
Salvarse de la amenaza inminente de la muerte es el primer intento de todo pensamiento y acción. Por eso nos volvemos egoístas y, en lugar de salvarnos, nos perdemos.
Una vida inspirada en el egoísmo ya está muerta, perdida para siempre.
v 26: ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida?
El hombre quiere poseerlo todo para garantizarse la vida. Pero precisamente así anticipa con el afán, la muerte física y con el egoísmo, la muerte espiritual.
La vida no se puede comprar con dinero, ni cambiar con bienes: es un don, y solo por cuanto es un don puede quedar viva. A quien la quiere pagar, no le queda más sino restituirla, dándose la muerte.
v 27: Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre, rodeado de sus ángeles, y entonces pagará a cada uno de acuerdo con sus obras.
El mundo se halla bajo el juicio de Dios: la cruz del Hijo del hombre que da su vida por los hombres. Toda acción tiene valor o no según si es conforme con su juicio. La salvación eterna depende de mi decisión actual de vivir el juicio de Dios.
No el que dice: “Señor, Señor”, sino el que cumple la Palabra entra en el reino, llega a ser hijo y recibe la gloria del Padre (7, 21-23): construye su casa el que resiste a todas las tempestades (7, 24-27).
v 28: Les aseguro que algunos de los que están aquí presentes no morirán antes de ver al Hijo del hombre, cuando venga en su Reino
Escuchar y cumplir las palabras que Jesús acaba de decir es vivir, ya aquí sobre la tierra, como hijo de Dios: ésta es “la vida eterna”, que vence al mundo.                                                                                       
La gloria del Hijo del hombre, que al final de los tiempos aparecerá como apareció sobre la cruz (24,34; 26,64; 27,54), se transparenta ya ahora en la vida del discípulo. La transfiguración, que sigue inmediatamente (17, 1-9), es el anticipo terrestre de la gloria celestial reservada al Hijo y a quienes lo escuchan. ¡Uno está más donde ama que donde habita! Quien ama a Jesús, como ya está unido a Él en la muerte, así está sepultado y sentado con Él en la gloria. La vida ya está escondida con Él en Dios (Rm 6,4; Ef 2,6; Col 2,12; 3,3).

MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?

Preguntas para la meditación:

¿Qué significa para mí, hoy, renunciar a mí mismo para seguir a Cristo?
¿Qué importancia tiene para mí la relación pérdida-ganancia que Jesús plantea?
¿Qué espero pase en la segunda venida de Cristo?

MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?

Señor, Vos que llevaste la cruz en nuestro lugar, ayúdanos a despojarnos de todo peso que no nos permite seguirte de corazón y  ser un verdadero discípulo. Amén.

CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?

Trato de imaginar el efecto que debe haber causado en los discípulos de Jesús este anuncio del costo del discipulado.
Pienso en los privilegios que ellos pensaban tenían o iban a tener al estar al lado suyo,  y la visión exitista que algunos tenían acerca de pertenecer a su entorno.

ACCIÓN -  ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO BÍBLICO?

Preguntas para la acción:

¿Quiero ir detrás de Jesús como un verdadero discípulo? ¿Por qué?
¿Qué actitudes tomaré para asegurarme de llevar su cruz y negarme a mí mismo?
¿He pensado alguna vez sobre qué podría dar a cambio de mi vida? ¿Veo aquí la gracia y razón de seguir al Salvador?




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