…mucho
ama,
al
que
mucho
se
le
perdona…
PRIMERA
LECTURA
Lectura
de
la
primera
carta
del
apóstol
san
Pablo
a
Timoteo 4,
12-16
Querido
hermano:
Que
nadie
menosprecie
tu
juventud:
por
el
contrario,
trata
de
ser
un
modelo
para
los
que
creen,
en
la
conversación,
en
la
conducta,
en
el
amor,
en
la
fe,
en
la
pureza
de
vida.
Hasta
que
yo
llegue,
dedícate
a
la
proclamación
de
las
Escrituras,
a
la
exhortación
y
a
la
enseñanza.
No
malogres
el
don
espiritual
que
hay
en
ti
y
que
te
fue
conferido
mediante
una
intervención
profética,
por
la
imposición
de
las
manos
del
presbiterio.
Reflexiona
sobre
estas
cosas
y
dedícate
enteramente
a
ellas,
para
que
todos
vean
tus
progresos.
Vigila
tu
conducta
y
tu
doctrina,
y
persevera
en
esta
actitud.
Si
obras
así,
te
salvarás
a
ti
mismo
y
salvarás
a
los
que
te
escuchen.
Palabra
de Dios.
SALMO
Sal
110,
7-8.
9.
10
(R.:
2a)
R. Grandes
son
las
obras
del
Señor.
Las
obras
de
sus
manos
son
verdad
y
justicia;
todos
sus
preceptos
son
indefectibles:
están
afianzados
para
siempre
y
establecidos
con
lealtad
y
rectitud.
R.
El
envió
la
redención
a
su
pueblo,
promulgó
su
alianza
para
siempre:
su
Nombre
es
santo
y
temible.
R.
El
temor
del
Señor
es
el
comienzo
de
la
sabiduría:
son
prudentes
los
que
lo
practican.
¡El
Señor
es
digno
de
alabanza
eternamente!
R.
EVANGELIO
X
Lectura
del
santo
Evangelio
según
san
Lucas 7,
36-50
Un
fariseo
invitó
a
Jesús
a
comer
con
él.
Jesús
entró
en
la
casa
y
se
sentó
a
la
mesa.
Entonces
una
mujer
pecadora
que
vivía
en
la
ciudad,
al
enterarse
de
que
Jesús
estaba
comiendo
en
casa
del
fariseo,
se
presentó
con
un
frasco
de
perfume.
Y
colocándose
detrás
de
él,
se
puso
a
llorar
a
sus
pies
y
comenzó
a
bañarlos
con
sus
lágrimas;
los
secaba
con
sus
cabellos,
los
cubría
de
besos
y
los
ungía
con
perfume.
Al
ver
esto,
el
fariseo
que
lo
había
invitado
pensó:
«Si
este
hombre
fuera
profeta,
sabría
quién
es
la
mujer
que
lo
toca
y
lo
que
ella
es:
¡una
pecadora!»
Pero
Jesús
le
dijo:
«Simón,
tengo
algo
que
decirte.»
«Di,
Maestro!»,
respondió
él.
«Un
prestamista
tenía
dos
deudores:
uno
le
debía
quinientos
denarios,
el
otro
cincuenta.
Como
no
tenían
con
qué
pagar,
perdonó
a
ambos
la
deuda.
¿Cuál
de
los
dos
amará
más?»
Simón
contestó:
«Pienso
que
aquel
a
quien
perdonó
más.»
Jesús
le
dijo:
«Has
juzgado
bien.»
Y
volviéndose
hacia
la
mujer,
dijo
a
Simón:
«¿Ves
a
esta
mujer?
Entré
en
tu
casa
y
tú
no
derramaste
agua
sobre
mis
pies;
en
cambio,
ella
los
bañó
con
sus
lágrimas
y
los
secó
con
sus
cabellos.
Tú
no
me
besaste;
ella,
en
cambio,
desde
que
entré,
no
cesó
de
besar
mis
pies.
Tú
no
ungiste
mi
cabeza;
ella
derramó
perfume
sobre
mis
pies.
Por
eso
te
digo
que
sus
pecados,
sus
numerosos
pecados,
le
han
sido
perdonados
porque
ha
demostrado
mucho
amor.
Pero
aquel
a
quien
se
le
perdona
poco,
demuestra
poco
amor.»
Después
dijo
a
la
mujer:
«Tus
pecados
te
son
perdonados.»
Los
invitados
pensaron:
«¿Quién
es
este
hombre,
que
llega
hasta
perdonar
los
pecados?»
Pero
Jesús
dijo
a
la
mujer:
«Tu
fe
te
ha
salvado,
vete
en
paz.»
Palabra
del Señor.
PARA
REFLEXIONAR
- En tiempo de Timoteo, hacia el año 65 se distingue todavía poco al Epíscope u obispo del Presbítero -«el anciano» o sacerdote-. Pero, está claro que hay funciones precisas en la comunidad. Algunos han sido elegidos para «presidir» la oración y «enseñar» y esta función es conferida mediante la imposición de manos de los otros Ancianos.
- El cargo de responsable no se da automáticamente a los «ancianos». El término «presbítero» en griego, significa «más anciano». De ahí proviene el término «preste». San Pablo le recuerda a Timoteo que su «ancianidad» es fruto de la gracia recibida y de sus cualidades mucho más que de su edad.
- Lo que cuenta es el estilo de vida, la competencia de su enseñanza y la gracia otorgada por Dios. Después de hablar de las exigencias de los ministerios en la Iglesia, Pablo avisa a Timoteo de los falsos doctores que en ella se van introduciendo. Lo hace al modo, según el cual estas desviaciones doctrinales anuncian la llegada de los «últimos tiempos».
- Pablo no se deja obsesionar por los peligros de las falsas doctrinas porque sabe que lo más importante es la formación de sus fieles. Pero es necesario que Timoteocuide permanentemente de su propia formación. El Señor nos ha consagrado para que, siendo suyos, seamos un signo vivo de su presencia en el mundo.
***
- Muchos de los contemporáneos de Jesús querían alcanzar la salvación por medio del estricto cumplimiento de la ley. Por eso, evitaban todo contacto con las personas que eran consideradas impuras: extranjeros, enfermos y pecadores; llevaban rigurosamente el descanso del sábado y por lo tanto no cocinaban, no comerciaban, no caminaban, etc.
- Jesús les cuestiona permanentemente esta forma de vivir la experiencia de Dios. Para Jesús, lo más importante es el amor al hermano, al pecador e, incluso, al enemigo. La verdadera fe en Dios, es aquella que convierte al hombre en fuente de vida para los demás.
- Un fariseo llamado “Simón” invitó a Jesús a comer. Hacer este tipo de invitación a alguien importante en la propia casa, es un signo de que se quiere honrar a esa persona.
- Sin embargo Simón el fariseo, no guarda las normas de cortesía con las que se solía atender a un invitado importante. No lo recibe en la puerta, ni lo saluda con un beso. No ordena que le laven los pies, ni le ofrece agua para lavarse las manos antes de comer; tampoco lo unge con perfume para que tenga un olor agradable.
- Mientras Jesús cenaba, se presentó una mujer conocida en el pueblo como una pecadora que le ofrece sencillamente lo que tiene: el perfume que utiliza para su trabajo, sus lágrimas y sus besos. Al fariseo que se considera “puro”, la escena le choca profundamente: “Si este hombre fuera un profeta sabría quién es esa mujer que lo toca: una pecadora”, y todo induce a creer que podría ser una prostituta.
- Probablemente aquella mujer ya había experimentado el perdón de Jesús en otro momento, y por ello le manifestaba su gratitud de esa manera tan efusiva. Jesús
interpreta la actitud de la mujer como un efecto de su amor y gratitud por haber sido comprendida y perdonada. - No es raro que se escandalicen los presentes: perdonar a una mujer pecadora, precisamente en casa de un fariseo que lo ha invitado, es provocativo. Jesús, conociendo el pensamiento de este hombre que lo menosprecia, porque no rechaza a la mujer impura que le acaricia los pies, le propone una parábola. El amor de los deudores es la respuesta al perdón de la deuda del prestamista, es decir que, al que mucho se le ha perdonado, demuestra mucho amor, en cambio, al que se le perdona poco, demuestra poco amor.
- Queda evidenciada la actitud del fariseo y de la pecadora. Lucas viene a mostrar cómo Jesús ha venido a ofrecer el perdón de Dios a todos los insolventes de la tierra.
- Jesús quiere transmitir un mensaje que es básico en su predicación de la Buena Noticia: la íntima relación que hay entre el amor agradecido y el perdón de los pecados. Un perdón, manifestado por Jesús, que nos presenta el rostro misericordioso del Padre.
- La actitud típica farisaica es no aceptar el perdón; porque piensa que sus cuentas están en orden y por lo tanto las palabras no tienen eco en su corazón. No pueden entender lo que significa la gracia, el don gratuito y generoso, que ofrece Jesús como hijo del Padre misericordioso. No entienden, ni comprenden, ni aceptan que el perdón no se da a cambio de amor, sino que se da simplemente sin esperar nada a cambio. El perdón es un regalo gratuito, esto es lo que la fe de la pecadora ha entendido; y por eso su fe “la ha salvado y puede irse en paz”.
- Este Evangelio nos lleva a comprender cómo la mirada de Jesús penetra las actitudes profundas. No se queda en las apariencias, sino que mira el corazón. Así es el Dios de los cristianos, y así en buena lógica deberíamos ser también los cristianos.
- Saber amar, saber perdonar como Dios nos ha amado y perdonado, es la luz que fortalecerá e iluminará el camino de los discípulos de Jesús. Estamos llamados a ser portadores de paz y no generadores de dolor y de muerte; igual que nuestro Señor y Maestro que vino a salvar a los culpables y a dar la vida por ellos. Ésta es la misma misión que tiene la Iglesia, enviada como signo de salvación para todos los hombres.
PARA
DISCERNIR
- ¿Me experimento perdonado por Dios?
- ¿Expreso mi agradecimiento a su perdón con mi amor?
- ¿Perdono con la misma generosidad con que soy perdonado?
REPITAMOS
Y
VIVAMOS
HOY
LA
PALABRA
…Ven
Señor
a
tomar
posesión
de
mi
corazón…
PARA
LA
LECTURA
ESPIRITUAL
«¿Quién
es
este
hombre
que
hasta
perdona
los
pecados?»
…”Que la esperanza en la misericordia de Dios nos sostenga en el tumulto de las pasiones y contradicciones. Corramos confiadamente al sacramento de la penitencia en el que el Señor nos espera con una ternura infinita. Y una vez perdonados nuestros pecados, olvidémonos de ellos, porque el Señor ya lo ha hecho antes que nosotros. Aún admitiendo que hubieras hecho todos los pecados del mundo, el Señor te repite: «Tus muchos pecados están perdonados porque has amado mucho».
…”Que la esperanza en la misericordia de Dios nos sostenga en el tumulto de las pasiones y contradicciones. Corramos confiadamente al sacramento de la penitencia en el que el Señor nos espera con una ternura infinita. Y una vez perdonados nuestros pecados, olvidémonos de ellos, porque el Señor ya lo ha hecho antes que nosotros. Aún admitiendo que hubieras hecho todos los pecados del mundo, el Señor te repite: «Tus muchos pecados están perdonados porque has amado mucho».
Señor
Jesús,
tú
eres
la
misma
dulzura:
¿cómo
podría
vivir
sin
ti?
Ven,
Señor,
a
tomar
tú
solo
posesión
de
mi
corazón”…
San
[Padre] Pío de Pietrelcina (1887-1968), capuchino – CE, 18.16; AD,
54
PARA
REZAR
Yo no te condeno
¡Tantos
me acechan para señalarme con el dedo!
¡Tantos ponen su mirada sobre mí
no como hermanos
sino como inquisidores!
¡Tantos se frotan las manos
¡Tantos tienen algo de qué acusarme!
¡Tantos tiene piedras en las manos
para apedrearme y destrozarme!
¡tantos son así…!
Pero, Tú, Dios cercano en Jesús, tu Hijo,
no me tratas así.
Tú, Dios, no te escondes
ante el pecador;
sales a su encuentro.
y pronuncias las palabras que recrean:
“Yo no te condeno. Te perdono. Vete en paz
y no vuelvas a pecar”
Y mi corazón y todo mi ser y regocija
y canta y proclama:
¿Qué Dios es grande como nuestro Dios?
Él tiene palabras de vida.
Él tiene palabras de luz.
Él tiene palabras que regeneran
¿Qué Dios es tan grande como nuestro Dios?
¡Tantos ponen su mirada sobre mí
no como hermanos
sino como inquisidores!
¡Tantos se frotan las manos
¡Tantos tienen algo de qué acusarme!
¡Tantos tiene piedras en las manos
para apedrearme y destrozarme!
¡tantos son así…!
Pero, Tú, Dios cercano en Jesús, tu Hijo,
no me tratas así.
Tú, Dios, no te escondes
ante el pecador;
sales a su encuentro.
y pronuncias las palabras que recrean:
“Yo no te condeno. Te perdono. Vete en paz
y no vuelvas a pecar”
Y mi corazón y todo mi ser y regocija
y canta y proclama:
¿Qué Dios es grande como nuestro Dios?
Él tiene palabras de vida.
Él tiene palabras de luz.
Él tiene palabras que regeneran
¿Qué Dios es tan grande como nuestro Dios?
LECTIO
DIVINA
Sus
numerosos pecados le han sido perdonados
porque
ha demostrado mucho amor
+ Evangelio
de
nuestro
Señor
Jesucristo
según
san
Lucas
7,
36-50
Un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús entró en la casa y se sentó a la mesa. Entonces una mujer pecadora que vivía en la ciudad, al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de perfume. Y colocándose detrás de él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume.
Al ver esto, el fariseo que lo había invitado pensó: «Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!»
Pero Jesús le dijo: «Simón, tengo algo que decirte.» «¡Di, Maestro!», respondió él.
«Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos amará más?»
Simón contestó: «Pienso que aquel a quien perdonó más.»
Jesús le dijo: «Has juzgado bien.» Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: «¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los bañó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entré, no cesó de besar mis pies. Tú no ungiste mi cabeza; ella derramó perfume sobre mis pies. Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonados porque ha demostrado mucho amor. Pero aquel a quien se le perdona poco, demuestra poco amor.»
Después dijo a la mujer: «Tus pecados te son perdonados.»
Los invitados pensaron: «¿Quién es este hombre, que llega hasta perdonar los pecados?» Pero Jesús dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado, vete en paz.»
Palabra del Señor.
1. LECTURA - ¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?
· Guías para la lectura:
El relato del Evangelio de hoy comienza con una invitación un tanto desconcertante. Un fariseo invita a Jesús a comer a su casa. Sin embargo, a lo largo de la breve historia que sólo relata Lucas, se pueden percibir sus reales intenciones. Lejos de una actitud abierta a un conocimiento sincero de Jesús, su animosidad estaba orientada a probar su preconcepto de que el invitado no era realmente quien decía ser. Sus pensamientos ante la presencia de la mujer lo dejan claramente al descubierto: “Al ver esto, el fariseo que lo había invitado pensó: «Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!»”.
Es precisamente la visita inesperada de esta mujer “pecadora” (probable eufemismo para describir una mujer de vida licenciosa o prostibularia) la que le da al relato un giro dramático pero que permite a Jesús dar una enseñanza profunda. Esta mujer realiza un acto inesperado irrumpiendo la aparente normalidad de la velada: “colocándose detrás de Él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume.”. En ciertas ocasiones de carácter formal, los judíos se recostaban en divanes para comer, con los pies descalzos y alejados de la mesa; de ese modo la mujer pudo acercarse a los pies de Jesús.
Jesús conociendo los pensamientos de Simón, le relata una parábola y lo incluye en la misma, haciéndole una pregunta que no puede esquivar: “Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos amará más?”. La respuesta de Simón cae por su propio peso, a riesgo de sonar hipócrita o incongruente: “Pienso que aquel a quien perdonó más.”
Jesús vuelve a interrogar a Simón sobre el tema del perdón, ahora realizando una comparación con la actitud suya y la de la mujer pecadora. Evidentemente, Simón había brindado a Jesús, únicamente las cortesías mínimas, lejos de las que correspondían a un miembro de honor (Gn 18.4 y Sal 23.5) y desde luego incompatibles con las que reconocían a su comensal como Hijo de Dios. Sin embargo, la actitud de la mujer es exactamente a la inversa. Volvamos a leer como Jesús, describió esas diferencias: “Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: «¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los bañó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entró, no cesó de besar mis pies. Tú no ungiste mi cabeza; ella derramó perfume sobre mis pies”.
Los resultados en relación al perdón, son directamente proporcionales a las señales de reconocimiento de quien tienen delante de él y de la actitud de arrepentimiento de sus corazones. Retomemos los dichos de Jesús: “Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonados porque ha demostrado mucho amor. Pero aquel a quien se le perdona poco, demuestra poco amor.» Después dijo a la mujer: «Tus pecados te son perdonados.»”.
El mensaje fue claro y comprendido por todos los que estaban presentes. A ellos les escandalizó, pero para la mujer significó la paz que sólo el perdón de Cristo puede dar: “Los invitados pensaron: «¿Quién es este hombre, que llega hasta perdonar los pecados?» Pero Jesús dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado, vete en paz.»”.
2. MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?
· Preguntas para la meditación:
· ¿Cuántos pecados me fueron perdonados por el Señor?
· ¿Vivo en una actitud de agradecimiento acorde al perdón recibido?
· ¿Tengo una actitud de juicio hacia otros hermanos o hermanas?
3. ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL TEXTO BÍBLICO?
Señor, gracias por tu infinito perdón que me da paz. Perdona las veces que tuve actitudes o pensamientos de juicio sobre la vida de otros por los que Vos también diste tu vida en la cruz y los perdonaste.
4. CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?
Trato de imaginar la escena de la comida y la irrupción de la mujer con su acción de adoración a Jesús.
Intuyo la tensión del ambiente.
Reflexiono en la parábola que Jesús cuenta y trato de identificarme con algún protagonista de la escena.
5. ACCIÓN - ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO BÍBLICO?
· Preguntas para la acción:
· ¿Cómo voy a cambiar mis pensamientos de juicio hacia los demás, por otros acordes al perdón y
Un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús entró en la casa y se sentó a la mesa. Entonces una mujer pecadora que vivía en la ciudad, al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de perfume. Y colocándose detrás de él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume.
Al ver esto, el fariseo que lo había invitado pensó: «Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!»
Pero Jesús le dijo: «Simón, tengo algo que decirte.» «¡Di, Maestro!», respondió él.
«Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos amará más?»
Simón contestó: «Pienso que aquel a quien perdonó más.»
Jesús le dijo: «Has juzgado bien.» Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: «¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los bañó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entré, no cesó de besar mis pies. Tú no ungiste mi cabeza; ella derramó perfume sobre mis pies. Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonados porque ha demostrado mucho amor. Pero aquel a quien se le perdona poco, demuestra poco amor.»
Después dijo a la mujer: «Tus pecados te son perdonados.»
Los invitados pensaron: «¿Quién es este hombre, que llega hasta perdonar los pecados?» Pero Jesús dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado, vete en paz.»
Palabra del Señor.
1. LECTURA - ¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?
· Guías para la lectura:
El relato del Evangelio de hoy comienza con una invitación un tanto desconcertante. Un fariseo invita a Jesús a comer a su casa. Sin embargo, a lo largo de la breve historia que sólo relata Lucas, se pueden percibir sus reales intenciones. Lejos de una actitud abierta a un conocimiento sincero de Jesús, su animosidad estaba orientada a probar su preconcepto de que el invitado no era realmente quien decía ser. Sus pensamientos ante la presencia de la mujer lo dejan claramente al descubierto: “Al ver esto, el fariseo que lo había invitado pensó: «Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!»”.
Es precisamente la visita inesperada de esta mujer “pecadora” (probable eufemismo para describir una mujer de vida licenciosa o prostibularia) la que le da al relato un giro dramático pero que permite a Jesús dar una enseñanza profunda. Esta mujer realiza un acto inesperado irrumpiendo la aparente normalidad de la velada: “colocándose detrás de Él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume.”. En ciertas ocasiones de carácter formal, los judíos se recostaban en divanes para comer, con los pies descalzos y alejados de la mesa; de ese modo la mujer pudo acercarse a los pies de Jesús.
Jesús conociendo los pensamientos de Simón, le relata una parábola y lo incluye en la misma, haciéndole una pregunta que no puede esquivar: “Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos amará más?”. La respuesta de Simón cae por su propio peso, a riesgo de sonar hipócrita o incongruente: “Pienso que aquel a quien perdonó más.”
Jesús vuelve a interrogar a Simón sobre el tema del perdón, ahora realizando una comparación con la actitud suya y la de la mujer pecadora. Evidentemente, Simón había brindado a Jesús, únicamente las cortesías mínimas, lejos de las que correspondían a un miembro de honor (Gn 18.4 y Sal 23.5) y desde luego incompatibles con las que reconocían a su comensal como Hijo de Dios. Sin embargo, la actitud de la mujer es exactamente a la inversa. Volvamos a leer como Jesús, describió esas diferencias: “Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: «¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los bañó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entró, no cesó de besar mis pies. Tú no ungiste mi cabeza; ella derramó perfume sobre mis pies”.
Los resultados en relación al perdón, son directamente proporcionales a las señales de reconocimiento de quien tienen delante de él y de la actitud de arrepentimiento de sus corazones. Retomemos los dichos de Jesús: “Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonados porque ha demostrado mucho amor. Pero aquel a quien se le perdona poco, demuestra poco amor.» Después dijo a la mujer: «Tus pecados te son perdonados.»”.
El mensaje fue claro y comprendido por todos los que estaban presentes. A ellos les escandalizó, pero para la mujer significó la paz que sólo el perdón de Cristo puede dar: “Los invitados pensaron: «¿Quién es este hombre, que llega hasta perdonar los pecados?» Pero Jesús dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado, vete en paz.»”.
2. MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?
· Preguntas para la meditación:
· ¿Cuántos pecados me fueron perdonados por el Señor?
· ¿Vivo en una actitud de agradecimiento acorde al perdón recibido?
· ¿Tengo una actitud de juicio hacia otros hermanos o hermanas?
3. ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL TEXTO BÍBLICO?
Señor, gracias por tu infinito perdón que me da paz. Perdona las veces que tuve actitudes o pensamientos de juicio sobre la vida de otros por los que Vos también diste tu vida en la cruz y los perdonaste.
4. CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?
Trato de imaginar la escena de la comida y la irrupción de la mujer con su acción de adoración a Jesús.
Intuyo la tensión del ambiente.
Reflexiono en la parábola que Jesús cuenta y trato de identificarme con algún protagonista de la escena.
5. ACCIÓN - ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO BÍBLICO?
· Preguntas para la acción:
· ¿Cómo voy a cambiar mis pensamientos de juicio hacia los demás, por otros acordes al perdón y
misericordia
de
Dios?
· ¿Cómo consideraré la magnitud del perdón recibido de Cristo?
· ¿Con quién compartiré lo recibido en la Lectio de hoy?
· ¿Cómo consideraré la magnitud del perdón recibido de Cristo?
· ¿Con quién compartiré lo recibido en la Lectio de hoy?
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