…El
te
encomendó
a
sus
ángeles
para
que
te
cuiden
en
tus
caminos…
PRIMERA
LECTURA
Lectura
del
Libro
del
Éxodo
23,20-23
Yo
voy
a
enviar
un
ángel
delante
de
ti,
para
que
te
proteja
en
el
camino
y
te
conduzca
hasta
el
lugar
que
te
he
preparado.
Respétalo
y
escucha
su
voz.
No
te
rebeles
contra
él,
porque
no
les
perdonará
las
transgresiones,
ya
que
mi
Nombre
está
en
él.
Si
tú
escuchas
realmente
su
voz
y
haces
todo
lo
que
te
diga,
seré
enemigo
de
tus
enemigos
y
adversario
de
tus
adversarios.
Entonces
mi
ángel
irá
delante
de
ti
y
te
introducirá
en
el
país
de
los
amorreos,
los
hititas,
los
perizitas,
los
cananeos,
los
jivitas
y
los
jebuseos,
y
los
exterminará.
Palabra
de
Dios
SALMO
Sal
91(90)
,1-2.3-4.5-6.10-11.
Tú
que
vives
al
amparo
del
Altísimo
y
resides
a
la
sombra
del
Todopoderoso,
di
al
Señor:
“Mi
refugio
y
mi
baluarte,
mi
Dios,
en
quien
confío”.
R:
El
te
librará
de
la
red
del
cazador
y
de
la
peste
perniciosa;
te
cubrirá
con
sus
plumas,
y
hallarás
un
refugio
bajo
sus
alas.
R:
No
temerás
los
terrores
de
la
noche,
ni
la
flecha
que
vuela
de
día,
ni
la
peste
que
acecha
en
las
tinieblas,
ni
la
plaga
que
devasta
a
pleno
sol.
R:
No
te
alcanzará
ningún
mal,
ninguna
plaga
se
acercará
a
tu
carpa,
porque
él
te
encomendó
a
sus
ángeles
para
que
te
cuiden
en
todos
tus
caminos.
O
de
la
feria:
Nehemías
2,
1-8
S.R.
136,
1-6
El
Evangelio
es
propio
de
esta
memoria
EVANGELIO
Lectura
del
santo
Evangelio
según
san
Mateo 18,
1-5.
En
aquel
momento
los
discípulos
se
acercaron
a
Jesús
para
preguntarle:
“¿Quién
es
el
más
grande
en
el
Reino
de
los
Cielos?”.
Jesús
llamó
a
un
niño,
lo
puso
en
medio
de
ellos
y
dijo:
“Les
aseguro
que
si
ustedes
no
cambian
o
no
se
hacen
como
niños,
no
entrarán
en
el
Reino
de
los
Cielos.
Por
lo
tanto,
el
que
se
haga
pequeño
como
este
niño,
será
el
más
grande
en
el
Reino
de
los
Cielos.
El
que
recibe
a
uno
de
estos
pequeños
en
mi
Nombre,
me
recibe
a
mí
mismo.
Cuídense
de
despreciar
a
cualquiera
de
estos
pequeños,
porque
les
aseguro
que
sus
ángeles
en
el
cielo
están
constantemente
en
presencia
de
mi
Padre
celestial.
Palabra
del
Señor.
PARA
REFLEXIONAR
- Los fariseos y saduceos mantenían una disputa sobre si los ángeles existen o no. Los saduceos decían que éstos no eran otra cosa que invenciones, fantasías de ignorantes.
- Jesús, quiso dejar bien clara la doctrina, y lo hace de manera desconcertante. «Llamó a un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: cuídense de menospreciar a uno de estos pequeños; porque sus ángeles, en los cielos, ven continuamente el rostro de mi Padre que está en los cielos».
- Los niños no contaban en aquella sociedad y estaban desposeídos de toda clase de derechos; eran con frecuencia
despreciados por la gente y no tenidos en cuenta para la toma de decisiones dentro de la casa. La palabra griega con la que se dice niño, denomina con frecuencia a un niño en cuánto que ejerce de sirviente y ayuda en las tareas familiares. A esta clase de niños, se refiere el evangelio de hoy, cuando Jesús propone a uno de ellos como modelo a imitar. El mayor en el Reino de Dios es el niño y el que se hace como niño, porque representa en forma única el despojo de todo poder. - Los ángeles custodios nos revelan la presencia trascendente de Dios en cada persona, especialmente en los más pobres. Cuando Jesús invita a sus discípulos a cambiar, lo hace poniendo como modelos a “estos niños”, los servidores.
- Dios, como Padre Providente, siempre vela por nosotros y se ha hecho cercano a nosotros por medio de Jesús, su Hijo hecho Hombre. Él siempre manifestó su amor para con los pobres y los enfermos, para con los pequeños y los pecadores; Él nunca permaneció indiferente ante el sufrimiento humano. Su amor preferencial para aquellos que son considerados como los niños, desprotegidos de todo y necesitados de todo, nos recuerda cuál debe ser también el camino preferencial en el amor de la Iglesia.
- Hay muchos que necesitan quien vele por ellos y por sus intereses. Dios nos ha enviado a ellos para que les manifestemos de un modo real, efectivo, el amor misericordioso del Señor que nos ha concedido y que quiere que llegue a todos por medio de su Iglesia. Esta presencia de Dios en los más pobres, que son los más grandes en el Reino, es lo que da a los pobres esa trascendencia que hace que sus ángeles en los cielos vean continuamente el rostro de Dios.
- Los niños son delante de Dios, los más importantes de los hombres; lo que a ellos ocurre tiene inmediata resonancia ante el Padre del cielo.
- Como discípulos que viven unidos a Cristo, debemos preocuparnos de cuidar de nuestros hermanos necesitados, como Dios ha velado por nosotros. No debemos solamente buscar seguridad, sino brindarla; no podemos esperar siempre recibir, sino dar; podremos tender la mano como pobres cuando esta es consecuencia de un seguimiento radical, serio, verdadero del Señor, y de una constante proclamación de su Evangelio, que establece una nueva jerarquía. Quien sirve más, ese es el más grande. La grandeza consiste en servir.
PARA
DISCERNIR
- ¿Somos conscientes de lo que nos define como discípulos?
- ¿Valoro a los más pequeños y desposeídos?
- ¿Experimento la fe como una vocación de servicio?
REPITAMOS
Y
VIVAMOS
HOY
LA
PALABRA
…Dame
un
corazón
de
niño…
PARA
LA
LECTURA
ESPIRITUAL
«Voy
a
enviarte
un
ángel
por
delante
para
que
te
cuide
en
el
camino
y
te
lleve
al
lugar
que
he
preparado»
…”A
sus
ángeles
ha
dado
órdenes
para
que
te
guarden
en
todos
tus
caminos»
(Sl
90,11)
¡Qué
respeto
debe
suscitar
en
ti
esta
palabra,
qué
fervor
debe
hacer
nacer
en
ti,
y
qué
confianza
te
debe
inspirar!
El
respeto
a
causa
de
su
presencia,
el
fervor
a
causa
de
su
benevolencia,
la
confianza
a
causa
de
su
vigilancia…
Ellos
están
aquí,
a
tu
lado,
y
no
solamente
contigo
sino
para
ti.
Están
presentes
para
protegerte,
para
socorrerte.
¿Cómo
pagarás
al
Señor
todo
el
bien
que
te
ha
hecho?
(Sl
115,
3)
Es
a
él
solo
a
quien
se
debe
rendir
honor
por
esta
ayuda;
es
él
quien
ha
dado
estas
órdenes.
«Todo
don
perfecto»
(St
1,17)
no
puede
venir
más
que
de
él.
Pero
no
podemos
dejar
de
agradecer,
respecto
a
los
ángeles,
su
gran
caridad
con
la
que
obedecen
y
la
gran
necesidad
que
tenemos
de
su
ayuda.
Seamos,
pues,
respetuosos
y
agradecidos
por
la
vigilancia
que
nos
ofrecen;
amémoslos
agradecidos
y
honrémoslos
tanto
como
podamos,
pues
tanto
les
debemos…
En
Dios
amemos
a
sus
ángeles,
sabiendo
que
un
día
ellos
serán
coherederos
con
nosotros
y
que
ya
desde
ahora
el
Padre
dispone
y
ordena
que
nos
hagan
de
guías
y
educadores.
Porque
ya
«desde
ahora
somos
hijos
de
Dios»
aunque
esto
no
aparezca
ahora
con
claridad
(1Jn
3,2),
puesto
que
somos
hijos
todavía
sometidos
a
intendentes
y
educadores,
y
de
momento,
en
nada
diferimos
de
los
siervos.
Sin
embargo,
por
pequeños
que
seamos
y
por
largo
y
peligroso
que
sea
el
camino
que
nos
falta
recorrer,
¿qué
podemos
temer
con
tan
buena
guardia?…
Los
ángeles
son
fieles,
son
prudentes,
son
poderosos;
¿qué
podemos
temer?
Tan
sólo
sigámosles,
estemos
unidos
a
ellos,
y
permaneceremos
bajo
la
protección
del
Dios
del
cielo”…
San
Bernardo
(1091-1153),
monje
cisterciense
y
doctor
de
la
Iglesia
12avo
sermón
sobre
el
salmo
90
PARA
REZAR
Himno
de
Laudes
al
Santo
Ángel
de
la
Guarda
Ángel
santo
de
la
guarda,
compañero
de
mi
vida,
tú
que
nunca
me
abandonas,
ni
de
noche
ni
de
día.
Aunque
espíritu
invisible,
sé
que
te
hallas
a
mi
lado,
escuchas
mis
oraciones
y
cuenta
todos
mis
pasos.
En
las
sombras
de
la
noche,
me
defiendes
del
demonio,
tendiendo
sobre
mi
pecho
tus
alas
de
nácar
y
oro.
Ángel
de
Dios,
que
yo
escuche
tu
mensaje
y
que
lo
siga,
que
vaya
siempre
contigo
hacia
Dios,
que
me
lo
envía.
Testigo
de
lo
invisible,
presencia
del
cielo
amiga,
gracias
por
tu
fiel
custodia,
gracias
por
tu
compañía.
En
presencia
de
los
Ángeles,
suba
al
cielo
nuestro
canto:
gloria
al
Padre,
gloria
al
Hijo,
gloria
al
Espíritu
Santo.
Amén.
Para
profundizar
un
poco
más…
2
de
octubre
- LOS
SANTOS
ÁNGELES
CUSTODIOS
“La
existencia
de
los
ángeles
está
atestiguada
casi
por
cada
una
de
las
páginas
de
la
Sagrada
Escritura.”
La
fiesta
de
los
ángeles
custodios
tiene
ya
existencia
desde
hace
muchos
siglos.
Se
ha
recordado
que
ya
en
el
siglo
V
se
celebraba
en
España
y
en
Francia,
como
fiesta
particular.
Suprimida
por
San
Pío
V,
fue
restablecida
por
un
decreto
de
Paulo
V
el
año
1608,
fijándola
para
el
primer
día
libre
después
de
San
Miguel.
Clemente
X
fue
quien
la
introdujo
definitivamente
en
la
liturgia
de
toda
la
Iglesia,
determinando
que
se
celebrara
el
día
2
de
octubre.
El
nombre
de
“ángel”
significa
mensajero.
Es
nombre
que
significa
ministerio
y
oficio.
Pero
la
perfección
de
su
naturaleza
va
de
acuerdo
con
ese
sublime
oficio,
que
ellos
ejercen
de
una
manera
más
permanente
que
los
demás
seres
de
la
creación.
Son
los
“mensajeros”
de
Dios,
por
excelencia.
Son
seres
creados,
intelectuales,
superiores
a
los
hombres,
dotados
por
el
Señor
de
especial
virtud
y
poder.
La
fuente
primera
de
nuestra
devoción
es
la
Revelación
divina,
contenida
en
la
Sagrada
Escritura.
Están
al
servicio
de
Dios,
pero
son
seres
creados
por
su
omnipotencia.
Merecen
nuestra
veneración
por
su
grandeza
sobrenatural,
por
la
gracia
que
tienen,
por
su
amor
al
Señor,
demostrado
en
la
prueba,
que
no
supieron
superar
Lucifer
y
sus
seguidores,
los
cuales,
por
soberbia,
quedaron
convertidos
en
demonios
y
padecen
las
penas
eternas
del
infierno,
que
fue
creado
para
ellos.
En
la
vida
de
Cristo
Nuestro
Señor
y
en
la
vida
de
la
Iglesia
primitiva
los
ángeles
ejercen
su
misión
de
mensajeros
con
frecuencia.
A
veces
se
designa
a
los
ángeles
por
su
nombre,
como
a
San
Gabriel,
San
Rafael,
San
Miguel;
a
veces
simplemente
se
les
designa
con
el
genérico
apelativo
de
“el
ángel
del
Señor”;
a
veces
cumplen
su
misión
individualmente,
como
el
ángel
que
bajaba
a
la
piscina
de
Betzata,
en
la
puerta
Probática,
para
agitar
el
agua
y
comunicar
una
virtud
maravillosa
de
curación
de
cualquier
enfermedad
que
tuviere
el
primero
que
descendía
a
sus
ondas.
Otras
veces
son
dos
los
ángeles
enviados,
como
los
que
vio
la
Magdalena,
vestidos
de
blanco,
sentados
uno
a
la
cabecera
y
otro
a
los
pies
del
lugar
donde
había
estado
el
cuerpo
de
Jesús
muerto,
antes
de
la
resurrección.
Otras
veces
la
Escritura
alude
a
legiones
de
ángeles,
como
aquellas
“doce
legiones”
que
hubiera
enviado
el
Padre
celestial
si
Cristo
hubiera
formulado
tal
petición.
Y
no
falta
alguna
ocasión
en
que
la
Escritura
habla
de
“millares
de
millares”,
como
aquellos
que
aparecen
en
el
Apocalipsis
alrededor
del
trono
triunfal
del
Salvador
del
mundo.
Dada
la
armonía
perfecta
del
mundo,
como
obra
del
Creador,
podemos
pensar
en
la
escala
ascendente
que
va
del
maravilloso
mundo
físico
que
nos
va
descubriendo
en
su
portentosa
complejidad
la
física
nuclear,
al
mundo
de
los
vivientes,
más
perfecto
aún,
siguiendo
por
esa
misteriosa
unión
de
lo
somático
y
lo
psíquico,
lo
material
y
lo
espiritual,
representado
por
la
persona
humana.
Los
ángeles
son
las
criaturas
que
colman
esta
ascensión
hacia
el
cielo.
Por
eso
decimos
que
son
superiores
a
los
hombres.
La
Escritura
los
llama
“estrellas
de
la
aurora
e
hijos
de
Dios”.
Los
ángeles
han
sido
creados
por
Dios,
como
el
universo
entero,
para
su
gloria.
Es
decir,
“para
alabar,
hacer
reverencia
y
servir”
al
Creador.
Y
precisamente
porque
todo
su
anhelo
es
alabar,
hacer
reverencia
y
servir
a
Dios
Nuestro
Señor,
los
ángeles
se
convierten,
por
disposición
divina,
en
ángeles
custodios.
En
el
libro
del
Éxodo,
cuando
se
acaba
de
promulgar
la
ley
santa,
el
Señor,
que
habla
en
estilo
directo
a
cada
uno
de
los
israelitas,
anuncia
solemnemente
la
asistencia
de
los
ángeles
custodios
con
estas
palabras
“Yo
mandaré
a
mi
ángel
ante
ti,
para
que
te
defienda
en
el
camino
y
te
haga
llegar
al
lugar
que
te
he
dispuesto”.
Para
los
israelitas
este
texto
significa
la
asistencia
y
la
custodia
de
los
ángeles
en
la
peregrinación
por
el
desierto
hasta
llegar
a
la
tierra
prometida.
Significa
también
la
asistencia
y
la
custodia
de
los
ángeles
para
el
viaje
de
esta
vida
terrenal
y
la
llegada
a
la
gloria
del
cielo.
El
acontecimiento
histórico
del
paso
de
Israel
por
el
desierto
fue
la
ocasión
para
que
el
Señor
promulgara
su
Ley
y
para
que
se
nos
anunciara
este
auxilio
de
los
ángeles
custodios
en
las
dificultades
que
la
vida
terrena
entraña.
Por
lo
demás,
la
tutela
de
los
ángeles
se
anuncia
en
muchos
otros
pasajes
de
la
Escritura,
pero
quizá
en
ninguno
con
tanta
fuerza
expresiva
como
en
el
salmo
90,
donde
dice:
“Te
encomendará
a
sus
ángeles,
para
que
te
guarden
en
todos
tus
caminos.
Y
ellos
te
llevarán
en
sus
manos
para
que
no
tropieces
en
las
piedras.
Pisarás
sobre
áspides
y
víboras,
hollarás
al
león
y
al
dragón”.
Los
Santos
Padres
de
la
Iglesia
han
predicado
esta
doctrina,
aplicando
a
los
ángeles
de
la
guarda
distintos
títulos
en
los
que
se
expresa
la
importancia
de
su
ministerio.
Eusebio
de
Cesarea
les
llama
“tutores”
de
los
hombres,
San
Hilario,
”mediadores”;
San
Basilio,
“compañeros
de
nuestro
camino”;
San
Gregorio
Niseno,
“escudo
protector”,
Simeón
Metafrastes,
“muralla
que
rodea
por
todas
partes
la
fortaleza
de
nuestra
alma,
defendiéndola
de
los
asaltos
del
enemigo”;
San
Cirilo
Alejandrino,
“maestros
que
nos
enseñan
la
adoración
y
el
culto
de
Dios”.
No
es
posible
seguir.
Hacemos
notar
solamente
que
San
Agustín
y
San
Gregorio
Magno
no
han
perdido
ocasión
para
exaltar
el
valor
de
la
intervención
angélica
en
nuestra
vida.
Y
la
sagrada
liturgia
en
este
día
de
su
fiesta
les
ha
saludado
con
las
siguientes
palabras:
“Cantamos
a
los
ángeles
custodios
de
los
hombres,
que
puso
el
Padre,
junto
a
nuestra
frágil
naturaleza,
como
celestiales
compañeros
para
que
no
sucumbiéramos
ante
las
insidiosas
acometidas
de
los
enemigos”.
Cuando
se
habla
de
los
ángeles
custodios
nos
referimos
primariamente
a
los
que
ejercen
la
salvadora
tutela
de
las
personas
individuales.
Cada
uno
de
nosotros
tiene
su
ángel
de
la
guarda.
Dios
quiere
que
todos
los
hombres
se
salven
y
que
lleguen
al
conocimiento
de
la
verdad.
Al
decir
todos
los
hombres
no
excluimos
a
ninguno.
Tenemos,
por
tanto,
por
más
congruente
a
esta
voluntad
salvífica
de
Dios
el
extender
con
la
misma
universalidad
el
ministerio
tutelar
de
los
ángeles.
Todas
las
almas
han
sido
redimidas
por
Cristo,
todas
están
en
el
camino
de
la
salvación,
todas
son
defendidas
y
protegidas
por
los
ángeles.
Y
muchas
almas,
nacidas
en
la
paganía
y
misteriosamente
salvadas
por
la
iluminación
de
la
fe,
deben
esto
a
los
ángeles
de
su
guarda.
Lo
sabremos
el
día
en
que
se
haga
la
cuenta
universal
del
paso
de
los
hombres
por
la
tierra.
Pero
lo
columbramos
ya
desde
ahora,
siguiendo
el
pensamiento
de
los
teólogos
sobre
la
salvación
de
los
infieles
negativos,
que
guardan
la
ley
natural.
El
ministerio
de
los
ángeles
juega
en
ellos
un
papel
principal.
Este
ángel
nuestro
nos
acompaña
siempre,
no
nos
abandona
jamás
en
esta
vida.
En
la
otra,
para
quienes
hayan
alcanzado
la
gloria,
aún
quedan
vinculados
a
su
triunfo.
Los
ángeles
custodios
deben
ser
venerados
e
invocados.
“Acátale,
escucha
su
voz,
no
le
resistas’,
dice
el
libro
del
Éxodo.
Tres
frases
de
San
Bernardo
resumirán
adecuadamente
esta
doctrina:
“Anda
siempre
con
circunspección
-dice
el
Santo-,
como
quien
tiene
presente
a
los
ángeles
en
todos
los
caminos”.
“Amemos
afectuosamente
a
sus
ángeles
como
a
quienes
han
de
ser
un
día
coherederos
nuestros,
siendo
ahora
abogados
y
tutores
puestos
por
el
Padre
y
colocados
por
El
sobre
nosotros.
Así
amar
a
los
ángeles
es
amar
a
Dios
mismo.
Al
amor
se
añade
la
confianza.
“Aunque
somos
tan
pequeños
y
nos
queda
tan
largo
y
tan
peligroso
camino,
¿qué
temeremos
teniendo
tales
custodios?
Fieles
son,
prudentes
son,
poderosos
son.
Siempre,
pues,
que
vieres
levantarse
alguna
tentación,
amenazar
alguna
tribulación,
invoca
a
tu
guarda,
a
tu
conductor,
al
protector
que
Dios
te
asignó
para
el
tiempo
de
la
necesidad
y
de
la
tribulación.
No
duerme,
aunque
por
breve
tiempo
disimule
alguna
vez;
no
sea
que
con
peligro
salgas
de
sus
manos
si
ignoras
que
ellas
te
sustentan.
LECTIO
DIVINA
Te
seguiré a donde vayas
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 9, 57-62
Mientras Jesús y sus discípulos iban caminando, alguien le dijo a Jesús: «¡Te seguiré adonde vayas!»
Jesús le respondió: «Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza.»
Y dijo a otro: «Sígueme.» El respondió: «Permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre.» Pero Jesús le respondió: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve a anunciar el Reino de Dios.»
Otro le dijo: «Te seguiré, Señor, pero permíteme antes despedirme de los míos.» Jesús le respondió: «El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios.»
Palabra del Señor.
1. LECTURA - ¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?
· Guías para la lectura:
Después de rechazar las pretensiones de los discípulos, que habían propuesto destruir a los enemigos haciendo caer fuego del cielo, Jesús quiere liberar a sus discípulos de toda pretensión de gloria humana: si quieren seguirlo deben renunciar a toda seguridad de este mundo y lanzarse hacia delante, donde lo imprevisto del Reino de Dios quiere llevarlos. No hay dónde reclinar la cabeza, no hay seguridades familiares. Se trata de poner la mano en el arado y no mirar más para atrás.
La urgencia del Reino de Dios que estaba llegando exigía discípulos dispuestos a la novedad y decididos a lanzarse hacia donde el Padre quisiera llevarlos, así como Cristo se encaminaba “decididamente” hacia Jerusalén, porque había que dedicarse “a los asuntos del Padre” (Lc 2, 49).
Para arar el campo es necesaria esa decisión y se requiere mirar siempre hacia delante, aún cuando uno haya dejado atrás la comodidad de la estancia.
Mirar para atrás es no estar en ninguna parte, es no vivir el presente, es aceptar a medias los nuevos desafíos y las nuevas posibilidades que Dios ofrece, es optar por la melancolía, es pretender tenerlo todo asegurado antes de tomar una decisión por el Reino de Dios.
Como ejemplo de la fuerza destructiva que tiene esa nostalgia que nos tira para atrás, tenemos el relato sobre la mujer de Lot, que al mirar para atrás, se convierte en un cúmulo de sal, sin vida ni esperanza (Gn 19, 26).
Y como paradigma positivo tenemos la actitud que describe Pablo en Filipenses 3, 7-16. Pablo prefiere olvidarse del camino recorrido y lanzarse hacia delante, considerando que todo lo que queda atrás es una desventaja al lado de lo que es caminar con Cristo.
2. MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?
· Preguntas para la meditación:
· ¿Qué significaría para mí hoy no seguir a Jesús por “enterrar a mis muertos”?
· ¿Cómo puedo aplicar en mi vida el concepto de “poner la mano en el arado” y seguir adelante?
· ¿Qué cosas me hacen mirar hacia atrás y me impiden seguir a Cristo?
3. ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL TEXTO BÍBLICO?
“Señor, tu Espíritu es viento que empuja, que lanza hacia adelante; derrámalo en mi vida para que no me quede anclado en el pasado y la comodidad, y acepte el desafío de cada misión que Tú quieres confiarme”
4. CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?
ALELUIA Flp 3, 8-9
Aleluia.
Considero todas las cosas como desperdicio,
con tal de ganar a Cristo
y estar unido a Él.
Aleluia.
5. ACCIÓN - ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO BÍBLICO?
· Preguntas para la acción:
· ¿Cómo seguiré de forma práctica las pisadas de Jesús?
· ¿Qué cosas del pasado debo dejar de mirar?
· ¿Cómo debo anunciar el Reino de Dios?
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