4 de diciembre de 2013 – ADVIENTO – MIERCOLES DE LA
SEMANA I
San Juan Damasceno, presbítero y doctor de
la Iglesia
Todos comieron hasta saciarse
PRIMERA
LECTURA
Lectura del libro del profeta
Isaías 25, 6-10a
En aquel día:
El Señor de los ejércitos
ofrecerá a todos los pueblos sobre esta montaña un banquete de manjares
suculentos, un banquete de vinos añejados, de manjares suculentos, medulosos,
de vinos añejados, decantados.
El arrancará sobre
esta montaña el velo que cubre a todos los pueblos, el paño tendido sobre todas
las naciones.
Destruirá la
Muerte para siempre; el Señor enjugará las lágrimas de todos los rostros, y
borrará sobre toda la tierra el oprobio de su pueblo, porque lo ha dicho él, el
Señor.
Y se dirá en aquel
día: «Ahí está nuestro Dios, de quien esperábamos la salvación: es el Señor, en
quien nosotros esperábamos; ¡alegrémonos y regocijémonos de su salvación!»
Porque la mano del Señor se posará sobre esta montaña.
Palabra de Dios.
SALMO
Sal 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6 (R.: 6cd)
R. Habitaré en la
Casa del Señor, por muy largo tiempo.
El Señor es mi
pastor,
nada me puede
faltar.
El me hace
descansar en verdes praderas,
me conduce a las
aguas tranquilas
y repara mis
fuerzas. R.
Me guía por el
recto sendero,
por amor de su
Nombre.
Aunque cruce por
oscuras quebradas,
no temeré ningún
mal,
porque tú estás
conmigo:
tu vara y tu
bastón me infunden confianza. R.
Tú preparas ante
mí una mesa,
frente a mis
enemigos;
unges con óleo mi
cabeza
y mi copa rebosa.
R.
Tu bondad y tu
gracia me acompañan
a lo largo de mi
vida;
y habitaré en la
Casa del Señor,
por muy largo
tiempo. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Mateo 15, 29-37
Jesús llegó a
orillas del mar de Galilea y, subiendo a la montaña, se sentó. Una gran
multitud acudió a él, llevando paralíticos, lisiados, ciegos, mudos y muchos
otros enfermos. Los pusieron a sus pies y él los curó. La multitud se admiraba
al ver que los mudos hablaban, los inválidos quedaban curados, los paralíticos
caminaban y los ciegos recobraban la vista. Y todos glorificaban al Dios de
Israel.
Entonces Jesús
llamó a sus discípulos y les dijo: «Me da pena esta multitud, porque hace tres
días que están conmigo y no tienen qué comer. No quiero despedirlos en ayunas,
porque podrían desfallecer en el camino.»
Los discípulos le
dijeron: « ¿Y dónde podríamos conseguir en este lugar despoblado bastante
cantidad de pan para saciar a tanta gente?»
Jesús les dijo: «
¿Cuántos panes tienen?»
Ellos
respondieron: «Siete y unos pocos pescados.»
El ordenó a la
multitud que se sentara en el suelo; después, tomó los panes y los pescados,
dio gracias, los partió y los dio a los discípulos.
Y ellos los
distribuyeron entre la multitud. Todos comieron hasta saciarse, y con los
pedazos que sobraron se llenaron siete canastas.
Palabra del Señor.
PARA
REFLEXIONAR
En las costumbres orientales que aparecen
frecuentemente en la Biblia el banquete forma parte del ritual de entronización
de los reyes. Con frecuencia la fastuosidad en la preparación de la mesa, la
calidad de los manjares y de los vinos son signo del poder de un rey, y muy
particularmente son el modo de celebrar una victoria.
El texto de lectura del profeta Isaías fue
probablemente redactado hacia el siglo V o IV a.C. y el banquete quiere
expresar como se solemniza la victoria de Israel sobre los demás pueblos que
hasta entonces lo han oprimido. Dios es, en definitiva, el verdadero triunfador
ya que ha conducido al pueblo en medio de calamidades hasta el triunfo; por
eso, Dios mismo anuncia que será el anfitrión de su propia mesa en la que han
de participar todos los que han sido fieles a su palabra. Dios no quiere ver
lágrimas en los ojos de nadie, no habrá más luto ni tristeza; se ha acabado la
violencia y la opresión.
Con toda la poesía y humanidad que tiene
la imagen de una comida la Palabra nos ayuda a entender los planes de Dios.
Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, Dios al invitarnos a la fiesta
celebra la victoria sobre la muerte: el enemigo más grande, la gran obsesión de
la humanidad, el gran fracaso, el gran absurdo, el símbolo de la fragilidad y
del sufrimiento.
Mucha gente se acerca a Jesús llevando
lisiados, ciegos, mudos y otros enfermos. La lista de enfermos pone de relieve
la atención de Dios dirigida en primer lugar hacia las miserias humanas.
En Jesús de Nazaret se han cumplido las
promesas del profeta. Con Él ha llegado la plenitud de los tiempos. El signo de
la venida del Mesías es que el mal retrocede, la desgracia y la opresión son
vencidas.
El tiempo de la fiesta y de la alegría ha
llegado, porque, por fin, el que tenía cautivo al hombre ha caído, y el llanto
de los pobres es secado por el mismo Dios, que recogiendo sus dolores los
transforma en gozo y fiesta.
Jesús hace de una comida el signo de su
gracia: prepara un banquete para los suyos, con lo que cumple de modo pleno lo
anunciado y esperado. Un banquete austero en cuanto a la comida, pero exuberante
y especial en su manera de manifestar la providencia.
Es una comida que nace de la compasión; un
alimento para no desfallecer por el camino, comida repartida por los
discípulos; comida de acción de gracias capaz de saciar a todos. Comida que es
Él mismo. Su presencia entre nosotros nace de la compasión de Dios; está a
nuestro lado sosteniendo nuestro caminar; llega a nosotros por ministerio de
sus apóstoles y predicadores; Él es nuestra Eucaristía y puede saciar todo
corazón y todo anhelo.
Jesús ofrece fiesta, no tristeza. Fiesta
en la que sólo se quiere expresar lo desbordante de la vida que Dios nos
regala. El manjar, si bien es para todos, no es el mismo. Tendrá la medida del
hambre y el sabor de aquello en que nos sentimos más hambrientos. Nuestra
esperanza se alimenta de nuestra hambre, crece con el hambre.
El Adviento es para los que nos sabemos
débiles, hambrientos y pecadores y acudimos a Jesús; el Salvador que se
compadece, seca nuestras lágrimas, nos da de comer, anuncia su palabra de vida
y de fiesta y nos acoge a todos. Adviento es ir tras la promesa de la fiesta y
la comida para los pobres entre los cuales debemos incluirnos y aceptarnos, no
sólo con la pobreza de ser pecadores, sino con la pobreza más radical de ser
lisiados, de haber sido heridos por una vida que exigimos con todo nuestro ser
y que nunca se nos da más que a medias. Una pobreza que nos envuelve como un
manto de luto.
Aceptar esta pobreza es clamar sin dudas a
Dios que viene a transformar nuestro luto en danza y nuestro desierto en mesa
de fiesta.
PARA
DISCERNIR
¿Cuáles son mis hambres más profundas?
¿De qué necesito que Dios se compadezca y
me salve?
¿Cuáles son los motivos por los que quiero
hacer fiesta de la vida?
REPITAMOS Y
VIVAMOS HOY LA PALABRA
…Tú estás conmigo…
PARA LA
LECTURA ESPIRITUAL
…”Buscas maneras de encontrar a Jesús.
Intentas conseguirlo, no sólo en tu mente sino también en tu cuerpo. Buscas su
afecto y sabes que éste implica a su cuerpo lo mismo que al tuyo. Se hizo carne
por ti, para que tú pudieras encontrarle en la carne y recibir su amor en ella.
Pero hay algo en ti que impide ese
encuentro. Hay todavía mucha vergüenza y mucho sentido de culpabilidad en tu
cuerpo, bloqueando la presencia de Jesús. Cuando estás en tu cuerpo, no te
sientes realmente en casa; vives como arrojado en él, como si no fuera un lugar
suficientemente bueno, suficientemente bello o suficientemente puro para
encontrarte con Jesús.
Cuando examinas con atención tu vida, te
das cuenta de hasta qué punto se ha visto llena de miedos, especialmente de
miedo a las personas con autoridad: tus padres, profesores, obispos, directores
espirituales, incluso de miedo a tus amigos. Nunca te consideras igual a ellos
y te colocas debajo cuando te encuentras delante de ellos. Durante la mayor
parte de tu vida has sentido como si necesitaras su permiso para ser tú mismo
(…).
No podrás encontrarte con Jesús en tu
cuerpo mientras éste siga con montones de dudas y miedos. Jesús vino para
librarte de esos lazos y crear en ti un espacio en el que pudieras estar con
él. Quiere que vivas la libertad de los hijos de Dios.
No desesperes pensando que no puedes
cambiar después de tantos años. Sencillamente entra en la presencia de Jesús
como eres y pídele que te dé un corazón libre de todo miedo en el que él pueda
estar contigo. No puedes hacerte a ti mismo diferente. Jesús vino para darte un
corazón nuevo, un espíritu nuevo, una mente nueva y un cuerpo nuevo. Deja que
él te transforme por su amor y te permita recibir su afecto en todo tu ser”…
H. J. M. Nouwen, La voz interior
del amor
del amor
PARA REZAR
Ven Señor Jesús
Ven Señor Jesús y acrecienta la feliz
esperanza,
el hambre por el banquete de la vida plena
y definitiva,
que con el Padre preparas para todos los
hombres.
Te bendecimos por el pan de cada día,
signo de tu preocupación por nosotros.
Te bendecimos por el amor de cada día
que nos impulsa a buscar el pan que
necesitamos,
para nosotros y para los que más
necesitan.
Te bendecimos por tu amor que se hace amor
en nuestras pobres manos
y busca alimentar la esperanza de tu
pueblo.
Ven Señor Jesús, a mi vida,
y desde mi vida a la vida del mundo.
LECTIO
DIVINA
Jesús cura a muchos y multiplica los panes
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
15, 29-37
Jesús llegó a orillas del mar de Galilea y, subiendo a la montaña,
se sentó. Una gran multitud acudió a él, llevando paralíticos, lisiados,
ciegos, mudos y muchos otros enfermos. Los pusieron a sus pies y él los curó.
La multitud se admiraba al ver que los mudos hablaban, los inválidos quedaban
curados, los paralíticos caminaban y los ciegos recobraban la vista. Y todos
glorificaban al Dios de Israel.
Entonces Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Me da pena esta
multitud, porque hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer. No
quiero despedirlos en ayunas, porque podrían desfallecer en el camino.»
Los discípulos le dijeron: «¿Y dónde podríamos conseguir en este
lugar despoblado bastante cantidad de pan para saciar a tanta gente?»
Jesús les dijo: «¿Cuántos panes tienen?»
Ellos respondieron: «Siete y unos pocos pescados.»
Él ordenó a la multitud que se sentara en el suelo; después, tomó
los panes y los pescados, dio gracias, los partió y los dio a los discípulos.
Y ellos los distribuyeron entre la multitud. Todos comieron hasta
saciarse, y con los pedazos que sobraron se llenaron siete canastas.
Palabra del Señor.
1. LECTURA - ¿QUÉ DICE EL TEXTO
BÍBLICO?
· Guías para la lectura:
Este sumario, que prepara la segunda multiplicación de los panes, nos
informa de la partida de Jesús hacia la orilla del lago de Galilea, introduce
el tema de “la montaña”, uno de los temas preferidos por Mateo (5,1;
14,23), y presenta la actividad milagrosa de Jesús en favor de los
enfermos. La gente reacciona glorificando al “Dios de Israel” que ha enviado a
su Mesías a sanar los males del pueblo.
El episodio de la segunda multiplicación de los panes y de los
peces toma como base el anterior relato de Mateo (14, 13-21), aunque con
algunas diferencias. El Mesías sigue manifestando su misericordia hacia la
gente (15, 30-31), saciando una vez más el hambre de la multitud. Además de
manifestar la misericordia de Jesús a la gente hambrienta, estos relatos
también evocan la Eucaristía, pues ésta será el alimento sobreabundante que
nutre nuestra comunión con Jesús y nuestros hermanos.
2. MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO
BÍBLICO?
· Preguntas para la meditación:
· ¿Qué relación tiene este pasaje con el
sentido de la Eucaristía?
· ¿Quién dio de comer a la multitud?
· ¿Quién tuvo compasión de la gente y
por qué?
3. ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR
DEL TEXTO BÍBLICO?
Oremos guiados por la lectura de los Salmos de la liturgia del
día.
SALMO
Sal
22, 1-6
Habitaré
por siempre en la Casa del Señor.
El Señor es mi pastor,
nada me puede faltar.
El me hace descansar en verdes praderas,
me conduce a las aguas tranquilas y repara mis fuerzas.
Me guía por el recto sendero, por amor de su Nombre.
Aunque cruce por oscuras quebradas, no temeré ningún mal,
porque Tú estás conmigo:
tu vara y tu bastón me infunden confianza.
Tú preparas ante mí una mesa,
frente a mis enemigos;
unges con óleo mi cabeza
y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu gracia me acompañan
a lo largo de mi vida;
y habitaré en la Casa del Señor,
por muy largo tiempo.
El Señor es mi pastor,
nada me puede faltar.
El me hace descansar en verdes praderas,
me conduce a las aguas tranquilas y repara mis fuerzas.
Me guía por el recto sendero, por amor de su Nombre.
Aunque cruce por oscuras quebradas, no temeré ningún mal,
porque Tú estás conmigo:
tu vara y tu bastón me infunden confianza.
Tú preparas ante mí una mesa,
frente a mis enemigos;
unges con óleo mi cabeza
y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu gracia me acompañan
a lo largo de mi vida;
y habitaré en la Casa del Señor,
por muy largo tiempo.
4. CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO EL
TEXTO BÍBLICO?
Repito y reflexiono en este texto que me alcanza la liturgia de
hoy:
ALELUIA
Aleluia.
El Señor viene a salvar a su pueblo.
Felices los preparados para salir a su encuentro.
Aleluia.
Aleluia.
El Señor viene a salvar a su pueblo.
Felices los preparados para salir a su encuentro.
Aleluia.
5. ACCIÓN - ¿CÓMO VOY A VIVIR EL
TEXTO BÍBLICO?
· Preguntas para la acción:
· ¿Siento compasión por la gente que
sufre a mi alrededor?
· ¿Estoy dispuesto a compartir lo que
tengo en favor de los que no tienen?
· ¿Vivo la Eucaristía también como un
gesto solidario a los demás?
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