5 de enero de 2014 – TIEMPO DE NAVIDAD - SEGUNDO DOMINGO DE NAVIDAD
…Y la Palabra era Dios…
PRIMERA
LECTURA
Lectura del libro del Eclesiástico 24,1-4.
8-12
La sabiduría hace el elogio de sí misma y
se gloría en medio de su pueblo, abre la boca en la asamblea del Altísimo y se
gloría delante de su Poder: “Yo salí de la boca del Altísimo y cubrí la tierra
como una neblina.
Levanté mi carpa en las alturas, y mi
trono estaba en una columna de nube.
Entonces, el Creador de todas las cosas me
dio una orden, el que me creó me hizo instalar mi carpa, él me dijo: “Levanta
tu carpa en Jacob y fija tu herencia en Israel”.
El me creó antes de los siglos, desde el
principio, y por todos los siglos no dejaré de existir.
Ante él, ejercí el ministerio en la Morada
santa, y así me he establecido en Sión;
él me hizo reposar asimismo en la Ciudad
predilecta, y en Jerusalén se ejerce mi autoridad.
Yo eché raíces en un Pueblo glorioso, en
la porción del Señor, en su herencia.
Palabra de Dios
SALMO
Sal 147, 12-13. 14-15.19-20
R. La Palabra se hizo carne y acampó entre
nosotros
Glorifica al Señor, Jerusalén,
alaba a tu Dios, Sión
El reforzó los cerrojos de tus puertas
y bendijo a tus hijos dentro de ti. R:
Él asegura la paz en tus fronteras
y te sacia con lo mejor del trigo. R:
Envía su mensaje a la tierra,
su palabra corre velozmente. R:
Revela su palabra a Jacob,
sus preceptos y mandatos a Israel:
a ningún otro pueblo trató así
ni le dio a conocer sus mandamientos.
¡Aleluya!
SEGUNDA
LECTURA
Lectura de la carta del apóstol
San Pablo a los Efesios 1,3-6.15-18
Hermanos:
Bendito sea Dios, el Padre de nuestro
Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bienes
espirituales en el cielo, y nos ha elegido en él, antes de la creación del
mundo, para que fuéramos santos e irreprochables en su presencia, por el amor.
El nos predestinó a ser sus hijos
adoptivos por medio de Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad, para
alabanza de la gloria de su gracia, que nos dio en su Hijo muy querido.
Por eso, habiéndome enterado de la fe que
ustedes tienen en el Señor Jesús y del amor que demuestran por todos los
hermanos, doy gracias sin cesar por ustedes recordándolos siempre en mis
oraciones.
Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo,
el Padre de la gloria, les conceda un espíritu de sabiduría y de revelación que
les permita conocerlo verdaderamente.
Que él ilumine sus corazones, para que
ustedes puedan valorar la esperanza a la que han sido llamados, los tesoros de
gloria que encierra su herencia entre los santos.
Palabra de Dios
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Juan
1,1-18
Al principio existía la Palabra, y la
Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.
Al principio estaba junto a Dios.
Todas las cosas fueron hechas por medio de
la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe.
En ella estaba la vida, y la vida era la
luz de los hombres.
La luz brilla en las tinieblas, y las
tinieblas no la percibieron.
Apareció un hombre enviado por Dios, que
se llamaba Juan.
Vino como testigo, para dar testimonio de
la luz, para que todos creyeran por medio de él.
El no era la luz, sino el testigo de la
luz.
La Palabra era la luz verdadera que, al
venir a este mundo, ilumina a todo hombre.
Ella estaba en el mundo, y el mundo fue
hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció.
Vino a los suyos, y los suyos no la
recibieron.
Pero a todos los que la recibieron, a los
que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios.
Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra
de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por
Dios.
Y la Palabra se hizo carne y habitó entre
nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como
Hijo único, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él, al declarar:
“Este es aquel del que yo dije: El que viene después de mí me ha precedido,
porque existía antes que yo”.
De su plenitud, todos nosotros hemos
participado y hemos recibido gracia sobre gracia: porque la Ley fue dada por
medio de Moisés, pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo.
Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha
revelado es el Hijo único, que está en el seno del Padre.
Palabra del Señor
PARA REFLEXIONAR
La palabra es esencial a la vida. Por ella
el hombre se pone en contacto con el mundo y con las demás personas; es una
palabra que revela una interioridad, que investiga, que crea,
que produce el cambio.
Pero también existe la palabra que
solamente es sonido, conjunto de voces, desprovistas de por sí de significado.
Es la palabra que rellena los tiempos libres o que encubre nuestra
incapacidad de hacer.
Está la otra palabra, la que
puede expresarse tanto por voces como por gestos, por vocablos como con el
mismo silencio. Palabra que es la puesta del hombre en acción. Y más
todavía: mediante el lenguaje el hombre es capaz de encontrar el significado de
las cosas; por medio de la palabra simboliza la vida, capta lo que está más
allá de las apariencias, sale de lo particular para acceder a lo universal;sale
de sí mismo para encontrarse con el gran mundo de la humanidad.
Es por medio de la palabra como el hombre
puede unir su cuerpo con su espíritu, su yo con otros yo, su interioridad con
la exterioridad del mundo.
***
Las lecturas de este domingo constituyen
un repaso a la historia de la salvación. El designio de salvación
contenido en Dios Padre se actualiza en Jesús, el Hijo encarnado. Por medio de
Él, que entra a formar parte de la realidad creada, el mundo entero se llena de
la salvación de Dios. La entrada de Cristo en el mundo es la revelación de
Dios, una revelación que los hombres podemos conocer y acoger personalmente.
***
El libro del Eclesiástico o del Ben-Sirá fue escrito a finales del siglo III a.C.;
contiene la reflexión de un sabio de Israel sobre la historia de la
salvación, la ley, la alianza y otros temas fundamentales del judaísmo
antes de Jesucristo. Hoy nos habla de la sabiduría divina,
personificándola, subrayando que no se trata de una sabiduría humana, sino de
una sabiduría amorosa, la sabiduría con la que Dios creó el universo,
la que se manifiesta en la historia de salvación. Una sabiduría
salvadora que quiere habitar entre nosotros para que podamos vivir más
humanamente, en armonía con todos los seres del mundo, en búsqueda de la armonía
y la paz a las que Dios nos tiene destinados.
***
La segunda lectura nos dice con nombres propios: “que Dios
nos bendijo en Cristo, nos predestinó a ser hijos adoptivos suyos por
Jesucristo”, “en El nos eligió, antes de la creación del mundo para que fuésemos
santos…”
Dios, por medio de Jesús, se reveló a sí mismo como vida que se comunica y se entrega en forma de amor leal, y así, mostró cuál es su proyecto de hombre: que nos vayamos haciendo hijos suyos mediante la práctica de “un amor que responda a su amor”.
Dios, por medio de Jesús, se reveló a sí mismo como vida que se comunica y se entrega en forma de amor leal, y así, mostró cuál es su proyecto de hombre: que nos vayamos haciendo hijos suyos mediante la práctica de “un amor que responda a su amor”.
***
El evangelio de Juan comienza con un “prólogo”. Se trata de
un himno a Jesucristo como Palabra eterna de Dios que se
hace carne para salvar a la humanidad. El himno se inspira claramente en la
personificación de la sabiduría divina como la que encontrábamos en la primera
lectura. El término griego que emplea el evangelista es “logos”,
que significa palabra y significa también pensamiento. El
pensamiento no se hace consciente sino cuando se expresa, así como la luz
no se hace visible sino cuando se refracta. Jesús
es la Palabra definitiva por la cual Dios hizo todas las cosas. Es la Palabra que estaba junto a Dios y era Dios, Él es la Palabra que se ha hecho carne y ha acampado entre nosotros para hacernos participar de su vida inmortal, dándonos a conocer plenamente a Dios, a quien nadie ha visto, pero que Él, el Logos, la Palabra encarnada, Jesucristo, nos ha dado a conocer.
es la Palabra definitiva por la cual Dios hizo todas las cosas. Es la Palabra que estaba junto a Dios y era Dios, Él es la Palabra que se ha hecho carne y ha acampado entre nosotros para hacernos participar de su vida inmortal, dándonos a conocer plenamente a Dios, a quien nadie ha visto, pero que Él, el Logos, la Palabra encarnada, Jesucristo, nos ha dado a conocer.
***
El pensamiento divino se ha realizado
en una existencia humana y, la plenitud de la vida se ha manifestado
en Jesús, Palabra hecha carne. Palabra visible y accesible. La persona de
Jesús es el gran mensaje de Dios a la humanidad, un mensaje
que da sentido a la existencia.
Desde entonces, desde ese bendito momento
en el que Él plantó su tienda entre las nuestras, podemos decir que mirándolo a
Él estamos mirando a Dios, que conociéndolo a Él estamos conociendo a Dios.
Porque si es verdad que nadie ha visto jamás a Dios, también es verdad que
entre nosotros ha vivido un hombre que nos lo ha dado a conocer. Hay
que mirarlo a Él.
En Jesús, Dios y el hombre se hacen uno, y podemos comenzar a comprender el
misterio del hombre y comenzar a intuir el misterio de Dios.
No hay que partir de conceptos filosóficos para acercarse a Dios; hay
que partir de Jesús para acercarse al misterio del hombre y al
misterio de Dios.
En Jesús todo es Palabra. A través de Él se ve a Dios, se
experimenta la misericordia del Padre yse alcanza el conocimiento vivo de
cómo es Dios mismo: “Para que conociendo a Dios visiblemente, Él nos
lleve al amor de lo invisible”-(prefacio I de Navidad).
Por la fe, es decir, por la aceptación
interna y personal de esta Palabra hecha carne, nosotros nos asimilamos
a su condición de hijo.
No hay otro camino. Nuestro modo de
entender, de imaginar a Dios, debe pasar, debe alimentarse según el estilo, la
vida y la palabra de Jesús. Ser cristiano es adherirse a este anuncio del Padre
que hace Jesús, en su vida y con su palabra. Sólo esta Luz puede
llevarnos a Dios.
Creer en Jesús significa aceptar, a
la vez, un modo de vivir y adquirir una sabiduría que nos revela lo más
profundo del mundo. La fe en Jesús hace la Palabra de Dios tan actual,
viva y presente en el mundo, como aquella que hace mucho se escuchó en
Galilea.
Por la fe, el misterio de Jesús, con menor
intensidad y a otro nivel se repite en cada hombre; la misma Palabra
creadora se transforma en nuestro interior en Palabra salvadora, que nos
permite ser hombres según el plan de Dios que nos lleva a nuestra
propia realización humana. Al creer en Jesús de Nazaret, la Palabra
que resonó imperiosamente en Jesús, sigue pronunciándose hoy entre
nosotros y podemos creer en la acción que Dios está realizando en nuestra
historia. Por eso, cuando creemos en Jesús aceptamos hoy la salvación,
no como algo que pertenece al pasado, sino como una acción poderosa
de Dios hoy y aquí.
Desde que el Verbo de Dios se ha acercado
tanto a la humanidad que ha llegado a ser verdaderamente hombre, el
carácter sagrado de la vida ha alcanzado el grado más elevado que
jamás se pudiera imaginar. Gracias a la encarnación del Verbo, el amor humano,
realidad tan entrañablemente ligada a la vida de los hombres, se ha convertido
en el medio más poderoso para realizar en el mundo el amor de Dios. Desde que
el Amor se ha hecho carne; la carne es receptáculo del Amor. Para un
cristiano, todas las manifestaciones auténticas del Amor, desde las más
espirituales hasta las más sensibles, pueden y deben ser expresión del
amor de Dios por el mundo.
Nuestro camino de fe pasa por la
encarnación. Como lo hizo Jesús, encarnarse es estar con el hombre como hermano
entre los hermanos, no por encima, ni al margen, ni a distancia.
Así somos instrumentos de salvación,
siendo solidarios, cercarnos, no por la ley, ni por la autoridad. Somos discípulos
misioneros encarnándonos, yendo al hermano, acercándonos a él.
Y esto vale para todos. Viendo a Jesús Niño, y viéndolo predicar,
andar por los caminos de su pueblo tenemos que reconocer nuestro modo de
vivir la fe.
“Difícilmente seremos fieles a esta
llamada de dar a conocer la luz de Jesucristo a la gente de nuestro mundo
paganizado, si no nos decidimos a salir de nuestro reducto eclesial y entablar
una relación de verdadero diálogo, de igual a igual, con el que no cree.
No como quien habla desde un lugar “seguro” a quien está “fuera”, sino
como aquel que comparte la vida con los demás y, en el interior de esta
vida compartida, es capaz de comprender de verdad las reacciones del
otro, y al mismo tiempo, de compartir con ellos las esperanzas y anhelos
que a él le mueven”. Es éste y no otro el estilo de la Encarnación y de
la evangelización. (M. D. Chenu,
1953).
Por medio de Jesús, Dios nos elige
para ser discípulos de Cristo e hijos del Padre, Él que desde siempre nos llamó
a la vida y a la filiación divina.
Por medio de Jesús fuimos convocados para constituir la comunidad eclesial, para participar en la gestación de este lugar de encuentro y de salvación para todos los hombres.
Por medio de Jesús fuimos convocados para constituir la comunidad eclesial, para participar en la gestación de este lugar de encuentro y de salvación para todos los hombres.
Desde esta perspectiva, toda la vida de
Jesús: palabras, actos, pensamientos, sentimientos es una inmensa palabra que
llena la tierra como un sol que irradia sus rayos destruyendo las
tinieblas.
En Jesús la palabra es
auténtica porque los pensamientos se concilian con los
actos, los actos con los sentimientos, y los sentimientos brotan de lo más
profundo de su ser.
Hoy se nos invita a ser
palabra de vida, a ser palabra que ilumina, a ser palabra que engendra vida.
PARA
DISCERNIR
¿Qué palabras escucho y dejan huella en mi
corazón?; ¿qué palabras pronuncio, de dónde brotan?
¿Cómo he vivido hasta hoy este misterio de
la encarnación en mi vida y en mi testimonio?
¿Qué ideas, qué actitudes de vida me
invita a revisar esta palabra de hoy?
REPITAMOS Y VIVAMOS HOY LA PALABRA
…Hoy nos ha nacido un Salvador, Cristo el
Señor…
PARA LA
LECTURA ESPIRITUAL
El nacimiento del Salvador: la muerte de
la muerte.
¡Dios en la tierra, Dios entre los
hombres! Ya no es el Dios que da su ley en medio de relámpagos y truenos, al
son de trompetas sobre la montaña humeante, en medio de espesos nubarrones (cf
Ex 19,18), sino aquel que conversa con los humanos con dulzura y bondad,
revestido de un cuerpo humano. ¡Dios en nuestra carne!…
¿Cómo llegó la luz a todo el mundo? ¿De
qué manera la divinidad habita la carne? Como el fuego en el
hierro…comunicándosele. Sin dejar lo que es, el fuego comunica al hierro su
propio ardor. No por esto queda disminuido el fuego sino que llena por completo
el hierro al que se comunica. Del mismo modo, Dios, el Verbo que “plantó su
tienda entre nosotros” (cf Jn 1,14) no ha abandonado su ser. El Verbo que se
hace carne no ha sufrido ningún cambio. El cielo no está privado de aquel que
lo contiene en si…
Entra del todo en el misterio: Dios ha
venido en carne para dar muerte a la muerte que se escondía en la carne. Del
mismo modo que los medicamentos nos curan cuando son asimilados por el cuerpo,
del mismo modo que la oscuridad de una casa se desvanece al encender una luz,
así la muerte que nos tenía en su poder ha sido anihilada por la venida de
nuestro Dios. Del mismo modo que el hielo formado durante la noche se derrite
con el calor del sol, así la muerte ha gobernado hasta la venida de Cristo.
Pero, cuando el Sol de justicia se levanta (Ml 3,20) la muerte ha sido
engullida en la victoria (1Cor 15,4). No podía soportar la presencia de la vida
verdadera…
Demos gloria con los pastores, cantemos y
dancemos en coro con los ángeles, “porque nos ha nacido un Salvador que es
Cristo el Señor.” (Lc 2,11)… Celebremos la salvación del mundo, el día del
nacimiento de la humanidad.
San Basilio (330-379) monje, obispo de Cesarea de
Capadocia, doctor de la Iglesia
Homilía para el día de la Natividad de Cristo 2,6; PG
31, 1459-1462)
PARA REZAR
“Canten mis labios las alabanzas del
Señor,
de ese Señor por el que fueron hechas
todas las cosas
y por el que fue hecho Él en medio de las
mismas;
de ese Señor que es el manifestador del
Padre
y el creador de su Madre;
Hijo del Padre Dios sin madre,
hijo del hombre de madre sin padre;
gran luz de los Ángeles,
pequeña en la luz de los hombres;
Palabra de Dios antes de los tiempos;
palabra humana en el tiempo oportuno,
creador del sol,
creado bajo el sol”
S. Agustín – Cuarto Sermón de Navidad, 1
PL 38, 1001
LECTIO
DIVINA
La Palabra se hizo carne y habitó entre
nosotros
+ Evangelio de nuestro Señor
Jesucristo según san Juan 1, 1-18
Al principio existía la Palabra,
y la Palabra estaba junto a Dios,
y la Palabra era Dios.
Al principio estaba junto a Dios.
Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra
y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe.
En ella estaba la vida,
y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en las tinieblas,
y las tinieblas no la percibieron.
Apareció un hombre enviado por Dios,
que se llamaba Juan.
Vino como testigo,
para dar testimonio de la luz,
para que todos creyeran por medio de él.
El no era la luz,
sino el testigo de la luz.
La Palabra era la luz verdadera
que, al venir a este mundo,
ilumina a todo hombre.
Ella estaba en el mundo,
y el mundo fue hecho por medio de ella,
y el mundo no la conoció.
Vino a los suyos,
y los suyos no la recibieron.
Pero a todos los que la recibieron,
a los que creen en su Nombre,
les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios.
Ellos no nacieron de la sangre,
ni por obra de la carne,
ni de la voluntad del hombre,
sino que fueron engendrados por Dios.
Y la Palabra se hizo carne
y habitó entre nosotros.
Y nosotros hemos visto su gloria,
la gloria que recibe del Padre como Hijo único,
lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él, al declarar:
«Este es aquel del que yo dije:
El que viene después de mí me ha precedido,
porque existía antes que yo.»
De su plenitud, todos nosotros hemos participado
y hemos recibido gracia sobre gracia:
porque la Ley fue dada por medio de Moisés,
pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo.
Nadie ha visto jamás a Dios;
el que lo ha revelado es el Dios Hijo único,
que está en el seno del Padre.
Palabra del Señor.
Al principio existía la Palabra,
y la Palabra estaba junto a Dios,
y la Palabra era Dios.
Al principio estaba junto a Dios.
Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra
y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe.
En ella estaba la vida,
y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en las tinieblas,
y las tinieblas no la percibieron.
Apareció un hombre enviado por Dios,
que se llamaba Juan.
Vino como testigo,
para dar testimonio de la luz,
para que todos creyeran por medio de él.
El no era la luz,
sino el testigo de la luz.
La Palabra era la luz verdadera
que, al venir a este mundo,
ilumina a todo hombre.
Ella estaba en el mundo,
y el mundo fue hecho por medio de ella,
y el mundo no la conoció.
Vino a los suyos,
y los suyos no la recibieron.
Pero a todos los que la recibieron,
a los que creen en su Nombre,
les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios.
Ellos no nacieron de la sangre,
ni por obra de la carne,
ni de la voluntad del hombre,
sino que fueron engendrados por Dios.
Y la Palabra se hizo carne
y habitó entre nosotros.
Y nosotros hemos visto su gloria,
la gloria que recibe del Padre como Hijo único,
lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él, al declarar:
«Este es aquel del que yo dije:
El que viene después de mí me ha precedido,
porque existía antes que yo.»
De su plenitud, todos nosotros hemos participado
y hemos recibido gracia sobre gracia:
porque la Ley fue dada por medio de Moisés,
pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo.
Nadie ha visto jamás a Dios;
el que lo ha revelado es el Dios Hijo único,
que está en el seno del Padre.
Palabra del Señor.
1. LECTURA - ¿QUÉ DICE
EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Guías
para la lectura:
El Hijo de
Dios es presentado como una palabra, la Palabra que manifiesta la gloria del
Padre Dios y que se hace hombre para mostrarnos el amor del Padre.
Este Hijo, que
existía antes de la creación del mundo, ha estado realmente en la tierra como
uno de nosotros, aunque ignorado por el mundo que no quiso recibirlo.
El “vino a los
suyos, y los suyos no lo recibieron”. Pero a los que lo reciben los convierte
en hijos amados del Padre Dios, los hace participar de la dignidad infinita que
Él tiene como Hijo del Padre. Por eso, cuando alguien es bautizado alcanza la
dignidad más grande que puede tener un ser humano. Él, Jesús, trae al mundo lo
que ni Moisés ni los profetas antiguos podían darnos, porque eran simples
criaturas.
A la ternura
de la escena del pesebre debe unirse entonces la admiración por el misterio
infinito que se encierra en la simplicidad de Belén. Ese niño es el Hijo eterno
del Padre, que viene a elevar lo terreno a un nivel divino, que hace entrar en
este mundo la gloria sobrenatural de Dios.
En el pesebre
de Belén, en las callejuelas de Nazaret, en los caminos de su tierra querida,
era el mismo Hijo de Dios el que se hacía presente, era el Eterno, que quiso
manifestar su gloria en la misma sencillez de nuestra pequeña vida.
Este himno nos
invita a ver más allá, para reconocer que quien “puso su carpa entre nosotros”
es el mismo Hijo de Dios. Pero también nos ayuda a recordar que esa Palabra que
nos ha revelado la intimidad del Padre no es sólo una luz invisible que ilumina
nuestro interior, sino que es alguien que se hizo verdaderamente uno de
nosotros, uno de nuestra propia “carne” humana.
2. MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME
DICE EL TEXTO BÍBLICO?
|
·
Preguntas para la meditación:
Ø
¿Qué tiempo y espacio ocupa Cristo como Palabra?
Ø
¿Cuál es el lugar que ocupa y cuál no, Juan el Bautista?
Ø
¿Quiénes son hijos de esa Palabra?
3. ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO
A DIOS A PARTIR DEL TEXTO BÍBLICO?
|
Te doy gracias, Señor
Jesús, por el inmenso amor que tienes a tu Pueblo, porque siendo el Hijo de
Dios eternamente feliz, tu amor te llevó a compartir nuestra vida humana, a
caminar por nuestros senderos, a sufrir nuestras angustias, a entregarte por
nosotros hasta el fin.
4. CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO
INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?
|
Repito en silencio y
reflexiono en las palabras:
“Y la Palabra
se hizo carne
y habitó entre nosotros.”
y habitó entre nosotros.”
5. ACCIÓN - ¿CÓMO VOY A VIVIR
EL TEXTO BÍBLICO?
|
·
Preguntas para la acción:
Ø
¿De qué manera práctica participo hoy de la plenitud de Cristo?
Ø
¿Cómo vivo en mi vida la gracia y la verdad de Jesucristo?
Ø
¿Con quién compartiré lo reflexionado en la Lectio de hoy?
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