San Pedro Damián, obispo y doctor de la
Iglesia
El que pierda su vida por mí la salvará
PRIMERA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol
Santiago 2, 14-24. 26
¿De qué le sirve a uno, hermanos míos,
decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Acaso esa fe puede salvarlo? ¿De qué
sirve si uno de ustedes, al ver a un hermano o una hermana desnudos o sin el
alimento necesario, les dice: «Vayan en paz, caliéntense y coman», y no les da
lo que necesitan para su cuerpo? Lo mismo pasa con la fe: si no va acompañada
de las obras, está completamente muerta.
Sin embargo, alguien puede objetar: «Uno
tiene la fe y otro, las obras.» A ese habría que responderle: «Muéstrame, si
puedes, tu fe sin las obras. Yo, en cambio, por medio de las obras, te
demostraré mi fe.»
¿Tú crees que hay un solo Dios? Haces
bien. Los demonios también creen, y sin embargo, tiemblan. ¿Quieres
convencerte, hombre insensato, de que la fe sin obras es estéril?
¿Acaso nuestro padre Abraham no fue
justificado por las obras, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? ¿Ves
como la fe no estaba separada de las obras, y por las obras alcanzó su
perfección? Así se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó en Dios y esto
le fue tenido en cuenta para su justificación, y fue llamado amigo de Dios.
Como ven, el hombre no es justificado sólo
por la fe, sino también por las obras. De la misma manera que un cuerpo sin
alma está muerto, así está muerta la fe sin las obras.
Palabra de Dios.
SALMO
Sal 111, 1-2. 3-4. 5-6 (R.: cf. 1)
R. Feliz el hombre
que se complace en los mandamientos del Señor.
Feliz el hombre
que teme al Señor
y se complace en
sus mandamientos.
Su descendencia
será fuerte en la tierra:
la posteridad de
los justos es bendecida. R.
En su casa habrá
abundancia y riqueza,
su generosidad
permanecerá para siempre.
Para los buenos
brilla una luz en las tinieblas:
es el Bondadoso,
el Compasivo y el Justo. R.
Dichoso el que se
compadece y da prestado,
y administra sus
negocios con rectitud.
El justo no
vacilará jamás,
su recuerdo
permanecerá para siempre. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Marcos 8, 34-9, 1
Jesús, llamando a la multitud, junto con
sus discípulos, les dijo: «El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí
mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida,
la perderá; y el que pierda su vida por mí y por la Buena Noticia, la salvará.
¿De qué le servirá al hombre ganar el
mundo entero, si pierde su vida?
¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su
vida?
Porque si alguien se avergüenza de mí y de
mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre
se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con sus santos
ángeles.»
Y les decía: «Les aseguro que algunos de
los que están aquí presentes no morirán antes de haber visto que el Reino de
Dios ha llegado con poder.»
Palabra del Señor.
PARA
REFLEXIONAR
Santiago hoy quiere que el discípulo tome
conciencia de la incoherencia y falta de lógica de quien dice
que tiene fe, pero no obra ni se comporta según lo que cree.
El autor del texto, que es un predicador y
no un teólogo, no quiere que nos engañemos: Dios no se contenta con hermosos sentimientos.
La “fe” que no se expresa nunca con obras es una fe muerta. El amor que no se
expresa, siempre está a punto de morir, si es que no se ha muerto ya.
Santiago pasa de la fe a la
caridad. La “práctica” de la fe, no consiste sólo en la piedad, consiste
también y ante todo en “la verdadera caridad en nuestra vida cotidiana”.
Invita a una unidad en la existencia.
Ni la piedad pasiva, ni la acción sin Dios son buenas. No son las obras las que
salvan. El que salva es Dios. No conquistamos nuestra salvación,
la recibimos por un don gratuito de Dios. Pero después de recibida, la
fe no puede ser una adhesión teórica a unas verdades abstractas, debe
expresarse por obras. Dios nos da la gracia, pero nosotros tenemos que
cooperar y corresponderle.
***
El texto de hoy ocupa un lugar central
dentro de todo el evangelio de Marcos, ya que aquí se define cómo debe
realizarse el seguimiento a Jesús.
Para los primeros lectores de Marcos en
Roma, un candidato al bautismo era a la vez candidato
al martirio: ser cristiano implicaba un cierto peligro, y la decisión debía
hacerse con pleno conocimiento de causa y con certeza que si Jesús invita a
“sacrificar la vida”, es que también puede “salvarla”.
Jesús acaba de anunciar la “cruz
para sí” e inmediatamente habla de la “cruz para los
discípulos”. El único camino de la gloria es el de la cruz, tanto para sus
discípulos como para él. Esto lo enseña no sólo a los doce, sino a la
muchedumbre.
La identidad del cristiano está
definida por el estilo de vida de Jesús: seguir e imitar… reproducir
y estar en comunión: a ser otro Cristo…
Los hombres de todos los tiempos estamos
continuamente tentados por la búsqueda de intereses que nos favorezcan, los
seguidores de Jesús no son la excepción. Por eso, para que los discípulos
tengan más claridad acerca de lo que significa el Reino, se hace necesario
mostrar que el sacrificio de la cruz es inevitable.
El Evangelio es paradojal porque: quien
“gana” pierde y quien “pierde” gana. No hay vida cristiana sin renuncia
de sí mismo. La vida, siguiendo el evangelio, no es una vida
acomodada. Seguir a Cristo comporta consecuencias. La renuncia y el
sacrificio cristiano no son un fin en sí mismo. No es el dolor por el dolor o
la renuncia por masoquismo: sino por amor, por coherencia, por solidaridad con
Él y con la humanidad a la que queremos ayudar a salvar. Se renuncia para
la vida y para dar vida.
Tomar la cruz e ir tras de Jesús es
entender que el programa mesiánico lleva la entrega por el amor hasta el dolor
y, por qué no, la muerte. Jesús habla con claridad, para que nadie se sienta
engañado, el que quiera seguirlo tiene que estar dispuesto a negarse a sí mismo
y tomar la cruz, a “perder su vida”.
Jesús no nos promete éxitos ni
seguridades, ni prestigio social o riquezas, nos exige un estilo de vida con
las renuncias y la cruz que implican hacernos, lo mismo que Él, solidarios
con la humanidad para salvarla.
Creer en Jesús, ser su discípulo es más que saber cosas o responder
a las preguntas del catecismo o de la teología: es una opción radical,
es seguirlo existencialmente sin cálculos humanos. Lo que nos
ofrece Jesús es un tesoro escondido, por el que vale la pena venderlo todo para
poseerlo; un tesoro que no se mide con las medidas de este mundo. Nos negamos a
toda búsqueda de intereses personales, a toda ambición de poder, dominio y
gloria humana porque optamos por una entrega incondicional al trabajo
por la vida y el bien de la humanidad.
Si nos tomamos el Evangelio de Jesús de
verdad, se da un verdadero encuentro de fe y amor, que nos lleva a querer una
vida semejante a la suya; y por lo tanto a comprometemos con la defensa de la
justicia, de la verdad, de la paz, de la solidaridad, del amor, y tarde o
temprano se nos complica la vida. Perder para ganar, morir para vivir no
significa aniquilación de la vida; igual que el Hijo del hombre, este es el camino
para alcanzar la plenitud de la vida.
PARA
DISCERNIR
¿A qué realidades de mi vida identifico
con la cruz?
¿Rechazo la cruz, la soporto o la acepto?
¿La experimento como un castigo o la puedo
descubrir como camino salvador?
REPITAMOS Y
VIVAMOS HOY LA PALABRA
…Quiero aprender a llevar mi cruz…
PARA LA
LECTURA ESPIRITUAL
…”El que quiera venirse conmigo que se
niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. O lo que es lo mismo: El que quisiera ser
discípulo mío que emprenda denodada-mente la misma carrera de sufrimientos que
he seguido yo, recorra prácticamente el mismo camino y ámelo: ese tal hallará
descanso en mi compañía y gozará de mi intimidad. Esto es efectivamente lo que
él pedía para nosotros a Dios Padre, cuando decía: Este es mi deseo: que ellos
estén conmigo, donde yo estoy.
Estamos también junto con Cristo de otra
manera: cuando caminamos todavía sobre la tierra, pero vivimos no carnal, sino
espiritualmente, estableciendo nuestra morada y nuestro descanso en lo que a él
le agradare. En el libro de los Números tienes una imagen de esta realidad:
Cuando se montó la tienda en el desierto, dice que la nube cubría el santuario;
que Dios mandó a los hijos de Israel ponerse en marcha o acampar al ritmo de la
nube, respetando diligentemente los tiempos establecidos para la partida. Con
lo cual puso en guardia a los tentados de desidia sobre lo peligrosa que era la
transgresión de estas normas.
Miremos de penetrar ahora el significado
espiritual de esta figura. Tan pronto como se erigió y apareció sobre la tierra
el realmente verdadero santuario, es decir, la Iglesia, quedó inundado por la
gloria de Cristo, pues no otra cosa significa, a mi juicio, el dato según el
cual aquel antiguo santuario fue cubierto por la nube.
Así pues, Cristo inundó la Iglesia con su
gloria, con esta salvedad: para los que todavía viven en la ignorancia y el
error, envueltos en las tinieblas y en la noche, esta gloria resplandece como
fuego, irradiando una iluminación espiritual; en cambio, a los que ya han sido
iluminados y en cuyos corazones ha amanecido el día espiritual les proporciona
sombra y protección, y los inunda de rocío espiritual, esto es, de los
sobrenaturales consuelos del Espíritu. Esto es lo que significa que de noche se
aparece en forma de fuego y durante el día en forma de nube. Pues los que
todavía eran niños necesitaban ser ilustrados e iluminados, a fin de llegar al
conocimiento de Dios; otros, en cambio, situados en un estadio superior e iluminados
ya por la fe, estaban faltos de protección y ayuda para soportar animosamente
el calor de la presente vida y el peso de la jornada, pues: Todo el que se
proponga vivir como buen cristiano será perseguido.
Por último, cuando se levantaba la nube,
se ponía asimismo en marcha el santuario, y simultáneamente lo ha-cían los
hijos de Israel: la Iglesia sigue a Cristo por doquier y la santa multitud de
los creyentes jamás se aparta del que la llama a la salvación”…
San Cirilo de Alejandría,
Sobre la adoración en espíritu y en verdad
(Lib. 5: PG 68, 391-395)
PARA REZAR
No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor, muéveme el
verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor, y en tal
manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te
quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
LECTIO
DIVINA
El que pierda su vida por mí
y por el Evangelio, la salvará
+ Evangelio de nuestro
Señor Jesucristo según san Marcos
8, 34-9, 1
Jesús,
llamando a la multitud, junto con sus discípulos, les dijo: «El que quiera
venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga.
Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí
y por la Buena Noticia, la salvará.
¿De qué le
servirá al hombre ganar el mundo entero, si pierde su vida?
¿Y qué podrá
dar el hombre a cambio de su vida?
Porque si
alguien se avergüenza de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y
pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la
gloria de su Padre con sus santos ángeles.»
Y les decía:
«Les aseguro que algunos de los que están aquí presentes no morirán antes de
haber visto que el Reino de Dios ha llegado con poder.»
Palabra del
Señor.
LECTURA - ¿QUÉ DICE EL TEXTO
BÍBLICO?
Guías para la
lectura:
Jesús convoca
a los dos grupos de seguidores, la multitud, constituida por los que no
proceden del judaísmo y los discípulos, los que proceden de Él.
La
convocatoria tiene como propósito una declaración fundamental: los
requerimientos para considerarse su discípulo. ¡Esa condición no es para
cualquiera! ¡No es sólo cuestión de autoproclamación romántica! ¡No es producto
de un enamoramiento irracional! ¿Cuáles son esas condiciones? Negarse a sí
mismo y cargar su cruz. Nuevamente se plantea de una manera indubitable la
máxima “el discípulo no es más que su maestro”, o “quien quiere servirle, debe
andar como Él anduvo”.
Negarse a sí
mismo, no significa anular su persona o su identidad. Nada más lejos de la
realidad. En esencia guarda relación con renunciar a toda ambición de poder,
dominio o gloria humana. Cargar su cruz, no significa aceptar calladamente una
circunstancia adversa de la vida. Hace alusión a identificarse de tal manera
con su Maestro que se esté dispuesto a aceptar hasta las últimas consecuencias
la hostilidad y persecución de una sociedad adúltera y pecadora.
En otras
palabras, mientras el individuo alimente ambiciones de brillo personal, no
podrá trabajar por el bien de la humanidad; y si tiene miedo a las
consecuencias de su actitud, será incapaz de comprometerse seriamente. Algunos
sugieren la siguiente traducción “Si alguien quiere ser mi discípulo, debe
abandonar todos sus privilegios sociales y estar dispuesto a ser crucificado.
Sólo así podrá seguirme”.
Luego Jesús
ilustra la primera condición del seguimiento. Pone como hipótesis el éxito
total de la ambición humana: ganar el mundo entero, y advierte que ese
“tener” no desarrolla ni realiza al hombre, cuya verdadera riqueza es su ser.
Llegar a tenerlo todo a costa de la propia realización (si se malogra él mismo)
sería un fracaso irreversible (¿qué podrá pagar?).
En la
ilustración de la segunda condición, Jesús les habla especialmente al grupo de
discípulos: Comienza poniendo el caso de que, cediendo a la presión ideológica
de la sociedad en que viven, no se atreven a hacer pública su adhesión a Jesús
y a su mensaje, el del amor universal.
Jesús agrega
un concepto muy fuerte: la íntima relación y reacción que hay entre la negación
de sus discípulos a su persona y la de Él hacia los tales: “Porque si
alguien se avergüenza de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y
pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la
gloria de su Padre con sus santos ángeles.”
Finalmente,
Jesús realiza una declaración de tono esperanzador y a la vez profético: «Les
aseguro que algunos de los que están aquí presentes no morirán antes de haber
visto que el Reino de Dios ha llegado con poder.»
MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?
Preguntas para
la meditación:
¿Qué tiene que
ver con nosotros y conmigo hoy la primera condición?
¿Qué tiene que
ver con nosotros y conmigo hoy la segunda condición?
¿Qué podría
dar yo a cambio de mi vida?
ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR
DEL TEXTO BÍBLICO?
Señor, que
pueda yo identificarme de tal manera como tu discípulo que esté dispuesto a
abandonar mis privilegios temporales y a recibir oposición por el sólo hecho de
serlo.
CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO
BÍBLICO?
Reflexiono sobre
las dos condiciones del discípulo que resalta Jesús.
Pienso en la
profundidad de las palabras “ganar el mundo, perder o ganar la vida” y
del juego que Jesús hace de ellas.
ACCIÓN - ¿CÓMO VOY A VIVIR EL
TEXTO BÍBLICO?
Preguntas para
la acción:
¿Qué significa
hoy para mí renunciar a mí mismo?
¿Qué significa
en la práctica cargar mi cruz?
¿Cuál es
entonces hoy la cualidad central del seguimiento?
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