25 de febrero de 2014 – TO – MARTES DE LA SEMANA VII
Para ser el primero, hacerse el último
PRIMERA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol
Santiago 4, 1-10
Hermanos:
¿De dónde
provienen las luchas y las querellas que hay entre ustedes? ¿No es precisamente
de las pasiones que combaten en sus mismos miembros? Ustedes ambicionan, y si
no consiguen lo que desean, matan; envidian, y al no alcanzar lo que pretenden,
combaten y se hacen la guerra. Ustedes no tienen, porque no piden. O bien,
piden y no reciben, porque piden mal, con el único fin de satisfacer sus
pasiones.
¡Corazones
adúlteros! ¿No saben acaso que haciéndose amigos del mundo se hacen enemigos de
Dios? Porque el que quiere ser amigo del mundo se hace enemigo de Dios. No
piensen que la Escritura afirma en vano: El alma que Dios puso en nosotros está
llena de deseos envidiosos.
Pero él nos da una
gracia más grande todavía, según la palabra de la Escritura que dice: Dios
resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes.
Sométanse a Dios;
resistan al demonio, y él se alejará de ustedes. Acérquense a Dios y él se
acercará a ustedes. Que los pecadores purifiquen sus manos; que se santifiquen
los que tienen el corazón dividido. Reconozcan su miseria con dolor y con
lágrimas. Que la alegría de ustedes se transforme en llanto, y el gozo, en
tristeza. Humíllense delante del Señor, y él los exaltará.
Palabra de Dios.
SALMO
Sal 54, 7-8.
9-10a. 10b-11a. 23 (R.: 23a)
R. Confía tu suerte
al Señor, y él te sostendrá.
¡Quién me diera
alas de paloma
para volar y
descansar!
Entonces huiría
muy lejos,
habitaría en el
desierto. R.
Me apuraría a
encontrar un refugio
contra el viento
arrasador y la borrasca.
Confunde sus
lenguas, Señor, divídelas. R.
Porque no veo más
que violencia
y discordia en la
ciudad,
rondando día y
noche por sus muros. R.
Confía tu suerte
al Señor,
y él te sostendrá:
nunca permitirá
que el justo perezca. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Marcos 9,30-37
Al salir de allí
atravesaron la Galilea; Jesús no quería que nadie lo supiera, porque enseñaba y
les decía: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; lo
matarán y tres días después de su muerte, resucitará.» Pero los discípulos no
comprendían esto y temían hacerle preguntas.
Llegaron a
Cafarnaún y, una vez que estuvieron en la casa, les preguntó: «¿De qué hablaban
en el camino?.» Ellos callaban, porque habían estado discutiendo sobre quién
era el más grande.
Entonces,
sentándose, llamó a los Doce y les dijo: «El que quiere ser el primero, debe
hacerse el último de todos y el servidor de todos.»
Después, tomando a
un niño, lo puso en medio de ellos y, abrazándolo, les dijo: «El que recibe a
uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe, no es a
mí al que recibe, sino a aquel que me ha enviado.»
Palabra del Señor.
PARA REFLEXIONAR
Santiago está preocupado por los
conflictos que surgen en las comunidades cristianas.
Si ayer hablaba de la verdadera sabiduría,
hoy con palabras fuertes denuncia a los que en la comunidad crean
división y no paz. Santiago habla de codicia, envidia, guerras,
contiendas y homicidios. Y las causas son el orgullo, la ambición y
la falta de una perspectiva más sobrenatural que impide una oración
más verdadera. Los soberbios no saben hacer otra cosa que engendrar guerras,
domésticas o mundiales.
Dios resiste a los orgullosos, pero da
su gracia a los humildes. Humillarse ante Dios, es el camino que
lleva al conocimiento realista de nuestra propia situación.
Sentir la propia miseria, vivir la
tristeza de no ser lo que uno quisiera, no es ninguna vergüenza delante de
Dios. Muy por el contrario, nos lleva a descubrir de un modo más profundo, la
misericordia del único juez y a no colocarnos como jueces de los demás, e
incluso de nosotros mismos.
Lo que nos da sabiduría, y por lo tanto la
actitud justa con nosotros mismos y con los demás, es poner en Dios
nuestra confianza, acercarnos a Él con una oración sincera; para
que Él se acerque a nosotros; humillarnos para que Él nos levante.
***
Jesús para ir educando a los suyos en el
camino del discipulado, les anuncia por segunda vez su pasión y su muerte. Pero
todavía no están dispuestos a entender lo que les está queriendo decir. Lo que
les preocupa, y de eso discuten en el camino, es «quién será el más
importante». Ya se ven en el Reino del Maestro, ocupando los puestos de
honor.
Aún se ve lo difícil que es para los
discípulos comprender la pasión, muerte y resurrección de Jesús. A pesar de
haber escuchado, directamente de sus labios, los requerimientos para la
construcción del Reino siguen preocupados más por el poder, que por
entregar incondicionalmente la vida por el hermano como les propone el
Maestro.
Jesús, en la serenidad de casa, con
extrema delicadeza les da una lección para que vayan corrigiendo sus
expectativas. Les aclara que no se puede ser el primero en su Reino si
no se abandona toda tentativa de poder, asumiendo comprometidamente el servicio
y la entrega por los demás.
Después, pone a un niño en medio de ellos
y dice que el que recibe a un niño lo recibe a Él. Precisamente a un niño, que
en el ambiente social de entonces era más bien marginado de la sociedad y
tenido en muy poco.
Jesús puede hablarles del poder y valor de la servicialidad porque
es el primero que la vive con toda radicalidad. Toda su vida está en esa
actitud de entrega por los demás porque no ha venido a ser servido sino a
servir y a dar su vida para la salvación de todos. Actitud que manifiesta en
su cercanía a los más necesitados, que pondrá de manifiesto con
ellos cuando arrodillado les lave los pies; pero sobre todo cuando
en la cruz entregue su vida.
La dificultad para entender la lección que
Jesús dio a los apóstoles también la padecemos hoy. Tendemos a ocupar los primeros
lugares, a buscar nuestros propios intereses, a despreciar a aquellos de los
que no podemos esperar mucho. Eso pasa en el mundo de la política, en nuestro
mundo familiar o comunitario, en nuestra vida eclesial. Nuestra
naturaleza se rebela cuando podemos «ser el último de todos».
La salvación del mundo vino a través de la
cruz de Cristo. Seguimos a un Salvador humilde, aparentemente fracasado,
el Siervo de todos, hasta la Cruz. El discípulo no puede ser más que
el maestro. Colaborar con Él en la construcción del reino significará muchas
veces sufrimiento, otras veces renuncia y esfuerzo, y siempre entrega
gratuita.
Aquel que quiera ser discípulo de Jesús
debe ser un servidor integral, especialmente de los que más lo necesitan, de
los abandonados, de los postergados, de los que nadie atiende, aquellos de los
que nadie se acuerda. Amar es servir. Un cristiano que no sirve, no sirve
como cristiano. “Una Iglesia que no sirve, no sirve para nada”.
Como Iglesia también debemos asumir
la radicalidad de la propuesta de servicio que Jesús asumió con todas las
consecuencias que implique. Vivir en pobreza y al servicio de los hombres y de
todo hombre, es la única obligación del cristiano.
PARA DISCERNIR
Acepto las consecuencias de renuncia y
cruz en el seguimiento del Señor?
¿Busco una salvación a mi medida?
¿Reconozco en el servicio una fuente de
Gracia?
REPITAMOS Y VIVAMOS HOY LA PALABRA
…Seamos primeros sirviendo a todos…
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
«Quien quiera ser el primero, que sea el
último de todos y el servidor de todos»
¡Jesús!… ¡Qué
humildad la tuya, Rey de la gloria, al someterte a todos los sacerdotes, sin
hacer distinción alguna entre los que te aman y los que, por desgracia, son
tibios o fríos en tu servicio…! A su llamada, tú bajas del cielo; pueden
adelantar o retrasar la hora del santo sacrificio, que tú estás siempre pronto
a su voz… ¡Qué manso y humilde de corazón me pareces, Amor mío, bajo el velo de
la blanca hostia! (Mt 11,29). Ya no puedes abajarte más para enseñarme la humildad;
por eso, para responder a tu amor, yo también quiero desear que mis hermanas me
pongan siempre en el último lugar y convencerme de que ése es precisamente mi
sitio.
Yo sé bien, Dios
mío, que al alma orgullosa tú la humillas y que a la que se humilla le concedes
una eternidad gloriosa; por eso quiero ponerme en el último lugar y compartir
tus humillaciones, para «tener parte contigo»(Jn 13,8) en el reino de los
cielos.
Pero tú, Señor,
conoces mi debilidad; cada mañana hago el propósito de practicar la humildad, y
por la noche reconozco que he vuelto a cometer muchas faltas de orgullo. Al ver
esto, me tienta el desaliento, pero sé que el desaliento es también una forma
de orgullo. Por eso quiero, Dios mío, fundar mi esperanza sólo en ti; ya que tú
lo puedes todo, haz nacer en mi alma la virtud que deseo. Para alcanzar esta
gracia de tu infinita misericordia, te repetiré muchas veces: «¡Jesús, manso y
humilde de corazón, haz mi corazón semejante al tuyo»…
Santa Teresa del Niño Jesús
(1873-1897), carmelita descalza,
Doctora de la Iglesia -Oración 20
PARA REZAR
Gracias, Señor, por haberme llamado
a servir gratuitamente,
a dar mi tiempo, mis energías
a dar mi tiempo, mis energías
y mi amor a quienes sufren.
Aquí estoy, Señor, envíame.
Dispón mi mente y mi corazón
Aquí estoy, Señor, envíame.
Dispón mi mente y mi corazón
a escuchar sin prejuicios,
a servir hasta las últimas consecuencias.
Envíame, Señor, a pesar de que yo también soy débil
así comprenderé que eres tú nuestra fuerza,
y mis hermanos descubrirán tu rostro
a servir hasta las últimas consecuencias.
Envíame, Señor, a pesar de que yo también soy débil
así comprenderé que eres tú nuestra fuerza,
y mis hermanos descubrirán tu rostro
en mi presencia discreta.
Envíame, Señor, y así comprenderé
Envíame, Señor, y así comprenderé
que la mayor felicidad está en servirte. Amén.
LECTIO DIVINA
El Hijo del hombre va a ser entregado.
El que quiere ser el primero debe hacerse el último de todos.
El que quiere ser el primero debe hacerse el último de todos.
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 9,30-37
Al salir de allí atravesaron la Galilea;
Jesús no quería que nadie lo supiera, porque enseñaba y les decía: «El Hijo del
hombre va a ser entregado en manos de los hombres; lo matarán y tres días
después de su muerte, resucitará.» Pero los discípulos no comprendían esto y
temían hacerle preguntas.
Llegaron a Cafarnaún y, una vez que
estuvieron en la casa, les preguntó: «¿De qué hablaban en el camino? »Ellos
callaban, porque habían estado discutiendo sobre quién era el más grande.
Entonces, sentándose, llamó a los Doce y
les dijo: «El que quiere ser el primero, debe hacerse el último de todos y el
servidor de todos.»
Después, tomando a un niño, lo puso en
medio de ellos y, abrazándolo, les dijo: «El que recibe a uno de estos pequeños
en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe, no es a mí al que recibe, sino
a aquel que me ha enviado.»
Palabra del Señor.
LECTURA - ¿QUÉ DICE EL TEXTO
BÍBLICO?
Guías para la lectura:
Jesús había advertido a sus discípulos que
se cuidaran de la levadura de los fariseos y de Herodes, celosos de su poder a
costa de todo.
Sin embargo, la tentación del poder y la
gloria se cierne también sobre la comunidad de los discípulos, y Jesús le sale
al paso. De la misma manera que Él renunció a un poder terreno y a una gloria
mundana, los discípulos deben desprenderse de pretensiones de dominio.
Todo deseo de alguna autoridad sobre los
demás debe transformarse en un deseo de servir a todos desde el último lugar.
Resulta grosero que, luego que Jesús
anunciara una vez más su muerte y su resurrección, los discípulos, que no
lograban entrar en esa lógica de entrega, se pusieran a discutir quién de ellos
era el más grande.
Pero Jesús les muestra que en la lógica
del Reino, el más grande es el que se hace último, el que sirve. Por eso el
niño representa a los preferidos, a los primeros.
El discípulo, si realmente quiere ser
agradable a los ojos de Jesús, deberá hacerse pequeño y humilde como un niño y
aparecer ante los demás con la sencillez de un pequeño, porque no tendría sentido
que él defendiera permanentemente su imagen cuando su Maestro renunció a la
fama y al poder terreno.
MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO
BÍBLICO?
Preguntas para la meditación:
¿Por qué los discípulos no entendían el
anuncio de Jesús sobre su muerte? ¿Por qué tenían miedo? ¿Qué relación hay
entre el entendimiento y el temor?
¿Cómo se entiende que los discípulos
estuvieran más preocupados en su espacio de poder que en el anuncio de la
muerte de Jesús?
¿Cuál es la ecuación correcta de poder en el
reino de Dios?
ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR
DEL TEXTO BÍBLICO?
Cambia mi corazón Señor; sólo Tú puedes
liberarlo de sus deseos de gloria y de poder, sólo Tú puedes sanar su orgullo y
hacerlo simple y desprendido como el tuyo. Dame la gracia de amar el último
lugar, ese que nadie desearía quitarme.
CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO EL
TEXTO BÍBLICO?
Pienso en el dramático anuncio que Jesús
hace de su muerte y en la decepcionante reacción de los discípulos quienes
especulan con sus espacios de poder y autoridad.
Medito en la estructura y escalas de poder
que Jesús anuncia para su Reino.
ACCIÓN - ¿CÓMO VOY A VIVIR EL
TEXTO BÍBLICO?
Preguntas para la acción:
¿Valoro en toda su dimensión la entrega
sacrificial de Jesús por todos nosotros?
¿Qué imágenes me vienen a la mente cuando
pienso en cuestiones de poder, autoridad, servicio, etc.?
¿A que “niño” recibiré y atenderé hoy para
recibir al Señor?
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