10 de marzo de 2014


Lo que hacen con el más pequeño conmigo lo hacen

PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Levítico    19, 1-2. 11-18

    El Señor dijo a Moisés:
    Habla en estos términos a toda la comunidad de Israel:
    Ustedes serán santos, porque yo, el Señor su Dios, soy santo. Ustedes no robarán, no mentirán ni se engañarán unos a otros. No jurarán en falso por mi Nombre, porque profanarían el nombre de su Dios. Yo soy el Señor.
    No oprimirás a tu prójimo ni lo despojarás; y no retendrás hasta la mañana siguiente el salario del jornalero. No insultarás a un sordo ni pondrás un obstáculo delante de un ciego, sino que temerás a tu Dios. Yo soy el Señor.
    No cometerás ninguna injusticia en los juicios. No favorecerás arbitrariamente al pobre ni te mostrarás complaciente con el rico: juzgarás a tu prójimo con justicia. No difamarás a tus compatriotas, ni pondrás en peligro la vida de tu prójimo. Yo soy el Señor.
    No odiarás a tu hermano en tu corazón: deberás reprenderlo convenientemente, para no cargar con un pecado a causa de él.
    No serás vengativo con tus compatriotas ni les guardarás rencor. Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
    Yo soy el Señor.
Palabra de Dios.

SALMO    
Sal 18, 8. 9. 10. 15 (R.: cf. Jn 6, 63c) 
R.    Tus palabras, Señor, son Espíritu y Vida.

    La ley del Señor es perfecta,
    reconforta el alma;
    el testimonio del Señor es verdadero,
    da sabiduría al simple. R.

    Los preceptos del Señor son rectos,
    alegran el corazón;
    los mandamientos del Señor son claros,
    iluminan los ojos. R.

    La palabra del Señor es pura,
    permanece para siempre;
    los juicios del Señor son la verdad,
    enteramente justos. R.

    ¡Ojalá sean de tu agrado
    las palabras de mi boca,
    y lleguen hasta ti mis pensamientos,
    Señor, mi Roca y mi redentor! R.

EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Mateo    25, 31-46

    Jesús dijo a sus discípulos:
    «Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda.
    Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: “Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver.”
    Los justos le responderán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?”
    Y el Rey les responderá: “Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo.”
    Luego dirá a los de su izquierda: “Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles, porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; estaba de paso, y no me alojaron; desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron.”
    Estos, a su vez, le preguntarán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de paso o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?”
    Y él les responderá: “Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo.”
    Estos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna.» 
Palabra del Señor.

PARA REFLEXIONAR

El Señor Santo de la Alianza exige la santificación del pueblo que ha elegido. La fórmula «Yo, el Señor vuestro Dios, soy Santo», se repite constantemente en el contexto de los capítulos 17 al 26 del Levítico que constituyen la llamada “Ley de santidad“.
Esto no se obtiene con la construcción de un santuario y con la sola práctica del culto, sino con el cumplimiento de los preceptos que hacen a la relación entre los hombres. La santidad implica separación, pero no de un lugar o de un espacio sino por la calidad de nuestras obras.
El camino a la santidad pasa por el hombre, el hermano, el prójimo. En este pequeño código, eco del decálogo mosaico, el prójimo es el pariente, conciudadano, hermano. Es el hombre de la comunidad humana, en la que todos tienen derechos y deberes. El cumplimiento de los deberes hace que el prójimo obtenga sus derechos.
Una de las cosas más importantes de este código de preceptos fundamentales de relación humana es su exigencia no sólo de obras, sino hasta de actitudes y sentimientos hacia el otro; de ellos son hijas las obras que llegan a su máxima expresión en la consigna final: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo». El hombre no está nunca tan cerca de la santidad de Dios como cuando ama a su prójimo.

Jesús reafirma este programa, este criterio de vida, y lo propone a todos. La santidad a la que nos invita Jesucristo es fruto del amor a Dios, que se traduce y manifiesta en el amor sincero al prójimo. Es en esta respuesta de amor, en donde hacemos verdad y santidad lo que hemos conocido y aceptado por la fe.
Si la lectura del Levítico nos ponía la medida de amar a los demás como nos amamos a nosotros mismos, el Evangelio nos lleva a dar un paso más grande: lo que hacemos o dejamos de hacer con los que nos rodean es lo que hacemos o dejamos de hacer con el mismo Jesús que se identifica con las personas que encontramos en nuestro camino.
Si la primera lectura urgía a no cometer injusticias o a no hacer mal al prójimo, el Evangelio va más allá: no se trata de no dañar, sino de hacer el bien. El examen no será sólo sobre si hemos robado, sino sobre si hemos visitado y atendido al enfermo. Se trata de un nivel de exigencia mayor. Si antes se nos decía: no odies, ahora se nos dice: ayuda al que pasa hambre. Una vez más,
La parábola plantea no tanto la vida del «más allá», sino el camino que en el «más acá» debemos seguir para llevar a plenitud nuestra vida. La presencia del Reino mismo es la que juzga: la paz juzgará a la guerra, la justicia a la injusticia, la verdad a la mentira, la vida a la muerte. Nuestra actitud frente a los pobres, es nuestra misma actitud frente a Dios por la que seremos juzgados.
El camino para acceder a la santidad pasa necesariamente por la participación en el proyecto de humanización que Dios nos propone y que consiste en la entrega de la propia vida en favor de los hermanos, especialmente de los que más lo necesitan. El camino se inicia en el hoy entrando en comunión con Cristo en el empobrecido, hambriento, sediento, enfermo, encarcelado, inmigrante atendiéndolo cada vez que sea necesario y evitando toda injusticia.
La Cuaresma que simplemente se nos puede presentar como camino de penitencia, como un camino de dolor, como un camino negativo, realmente es todo lo contrario. Es un camino positivo de crecimiento. Un camino que no se limita a una actitud que sólo trata de evitar el mal, sino muy por contrario una actitud que se compromete desde el amor en la construcción de una historia vidadesde el amor que se ha derramado en nuestro corazones y nos une en comunión de vida y misión con el único Santo.
Nuevamente, la Iglesia nos invita a mirar hacia el final, pero no para olvidar el presente. Mirar el futuro, pero con los pies en la tierra, y con el corazón en los hermanos.

PARA DISCERNIR

¿Cómo buscamos a Cristo?
¿Cuánto somos capaces de abrir los ojos para ver a Cristo?
¿Hasta qué punto nos atrevemos a ir descubriéndolo en todo lo que nos pasa?

REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

“Si no amamos a los hermanos que vemos, no podemos amar a Dios a quien no vemos”

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

…Los que se acercan al pobre lo hacen movidos por un deseo de generosidad, para ayudarle y socorrerle; se consideran salvadores con frecuencia se ponen sobre un pedestal. Pero tocando al pobre, llegándose a él, estableciendo una relación de amor y confianza con él, es como se revela el misterio. Ellos descubren el sacramento del pobre y logran llegar al misterio de la compasión. El pobre parece romper la barrera del poder, de la riqueza, de la capacidad y del orgullo; quitan la cáscara con que se rodea el corazón humano para protegerse. El pobre revela a Jesucristo. Hace que el que ha venido para “ayudarle” descubra su propia pobreza y vulnerabilidad; le hace descubrir también su capacidad de amar, la potencia de amor de su corazón. El pobre tiene un poder misterioso; en su debilidad, es capaz de tocar los corazones endurecidos y de sacar a la luz las fuentes de agua viva ocultas en su interior. Es la manita del niño de la que no se tiene miedo pero que se desliza entre los barrotes de nuestra prisión de egoísmo. Y logra abrir la cerradura. El pobre libera. Y Dios se oculta en el niño. Los pobres evangelizan. Por eso son los tesoros de la Iglesia. 
J. Vanier, Comunidad, lugar de perdón y de fiesta, Madrid 31981, 1 15s.

PARA REZAR

Los que sufren 
La noche es siempre
más opaca para los que sufren.
Todos los hombres son hermanos nuestros,
y no podemos olvidarlos tanto que
hasta ni siquiera padezcamos por ellos. 
Te pedimos, Señor, por los hombres frustrados,
que viven en cárceles y asilos. 
Danos comprensión hacia ellos;
su estado no indica que sean peores que nosotros.
También ellos poseen este regalo
de ser personas y poder amar. 
También te pedimos por los pobres,
a los que tú llamaste felices.
Dales la verdadera fortaleza y esperanza
a los que, como Tú, no tienen casa, no tienen pan.
Que trabajemos para cambiar este mundo injusto,
que no refleja tu bondad. 
Te pedimos por los que han equivocado el camino,
y buscan la felicidad en el placer
y en el absurdo;
llámalos con la voz del desengaño,
pero líbralos de la desesperación. 
También te pedimos por los náufragos
de la vida.
Por las muchachas que han hecho
de la venta de su cuerpo una profesión.
Recupera, Señor, estas tus imágenes dolientes,
y redímelas con un amor verdadero. 
Y a nosotros, Señor,
haznos agradecidos por lo que nos has dado,
para que lo convirtamos en amor.

LECTIO DIVINA 

En la medida que lo hicisteis con el más pequeño de mis hermanos,
lo hicisteis conmigo

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     25, 31-46

Jesús dijo a sus discípulos:
«Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda.
Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: "Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver."
Los justos le responderán: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?"
Y el Rey les responderá: "Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo."
Luego dirá a los de su izquierda: "Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles, porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; estaba de paso, y no me alojaron; desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron."
Estos, a su vez, le preguntarán: "Señor, ¿cuando te vimos hambriento o sediento, de paso o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?"
Y él les responderá: "Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo."
Estos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna.»
Palabra del Señor. 

1.   LECTURA - ¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?

 ·   Guías para la lectura:                

El pasaje se encuentra al final de la sección del Evangelio donde Mateo ordena las enseñanzas de Jesús sobre el final de los tiempos. (Capítulos 24 y 25). Toda esta sección está narrada en un género literario apocalíptico, donde abundan las parábolas y las figuras cargadas de simbolismos. 
En el centro de la escena está Cristo ya venido en su gloria, sentado en su trono en un rol de juez  de los últimos tiempos. Las figuras de rey y de pastor se unifican en Cristo, ante el cual comparece toda la humanidad “todas las naciones serán reunidas en su presencia”. 
En el desarrollo del juicio, se destaca el fuerte contraste entre los que se ubicarán a su derecha llamados “los benditos de mi Padre” y los de la izquierda denominados “malditos”. Mientras los justos reciben la herencia preparada por el Padre, los injustos padecen la condenación preparada para el demonio. Esto le da al mensaje bíblico un hondo dramatismo. 
Asociados con el Hijo del hombre en el juicio estarán los ángeles. Aquí se mencionan no solamente porque realzan la gloria de Cristo al formar parte de su cortejo triunfal, sino también porque se les ha dado una tarea que cumplir que Mateo completa en otras partes de su Evangelio (13.41-42 y  24.31). 
El Juez separa a los que se han reunido como el pastor separa a las ovejas de las cabras. Aunque estas durante el día, con frecuencia se mezclan, cuando el pastor llama a las ovejas, las cabras no responden. La relación entre Jesús como pastor y sus ovejas como su pueblo y su voz de mando están presentes de manera especial en los Evangelios (Juan 10). 
Los “actos jurídicos” puestos en evaluación procesal son los mismos para todos. La respuesta ante el hambre, la sed, el desamparo, la desnudez, la enfermedad y la privación de la libertad. Llama la atención a todos los sentados en el tribunal, el uso de la primera persona que Jesús hace de esas carencias. El mismo Hijo del hombre se ocupa de aclarar el destinatario final de esas atenciones piadosas, “el más pequeño de mis hermanos”. Pero el uso activo de su persona “tuve, me dieron, estaba, etc.”  se explica con la mimetización que hace con aquellos, “cada vez que lo hicieron o no con ellos, lo hicieron o no conmigo”. 
El relato escatológico retoma un sentido teológico cristiano fundamental. Somos juzgados con base en lo que hacemos al otro. ¡Cada uno de nosotros es siempre el otro! Y en el otro debemos ver a Jesús quien siempre se identifica con los necesitados.

2.   MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?

·                       Preguntas para la meditación: 

Ø     En mi análisis sincero de conciencia. ¿De qué lado me ubicaría, derecha o izquierda? 
Ø     ¿Cómo actuaría si en forma imaginaria viera al mismo Jesús con hambre, sed, excluído, enfermo, etc.?
Ø    Teniendo en cuenta mi respuesta a la pregunta anterior. ¿Cómo actuaré al ver a un hermano sufriendo esas limitaciones? 

3.   ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL TEXTO BÍBLICO?

Señor, ayúdame a verte a Vos cuando miro a mis hermanos que sufren hambre, sed, desnudez, enfermedad, y todo tipo de privaciones. Enséname a tomar una acción concreta de ayuda, dar de comer, calmar la sed, darles hospedaje, visitarlos. 
Señor, cuando me toque a mí sufrir algún tipo de necesidad, recuérdame con tu Espíritu que Vos decidís identificarte conmigo hasta sentirte como yo. Gracias por ser un Dios que se compadece de esa manera incomparable con mis necesidades. 
Ten piedad de mí, por las veces que no te he atendido y en tu gracia y tu perdón, renuévame el gozo de servirte con lo que tengo y lo que soy.

4.  CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?
      
Trato de ver en el rostro de todos los que sufren, el rostro del Señor. 
Trato de verme a mí mismo, en alguna necesidad que sufro, como alguien con quien el Señor se identifica de manera esencial. 
Miro la escena del juicio descripta en el Evangelio y con humildad y pureza de corazón anhelo ser elegido para estar a su diestra.

5.   ACCIÓN - ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO BÍBLICO?

·                        Preguntas para la acción: 

Ø      ¿Qué acción concreta de misericordia estoy dispuesto a hacer hoy y no postergar para un mañana? 
Ø      ¿El rostro de quien buscaré mirar cuando observe a algún hermano sufrir una necesidad? 
Ø      ¿Con quién compartiré lo reflexionado en la Lectio de hoy?


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