30 de marzo de 2014 – CUARESMA - DOMINGO
IV – Ciclo A
He venido a
este mundo para que vean los que no ven
PRIMERA LECTURA
Lectura del primer libro de
Samuel 16, 1b. 6-7. 10-13a
El Señor dijo a
Samuel: « ¡Llena tu frasco de aceite y parte! Yo te envío a Jesé, el de Belén,
porque he visto entre sus hijos al que quiero como rey.»
Cuando ellos se
presentaron, Samuel vio a Eliab y pensó: «Seguro que el Señor tiene ante él a
su ungido.»
Pero el Señor dijo
a Samuel: «No te fijes en su aspecto ni en lo elevado de su estatura, porque yo
lo he descartado. Dios no mira como mira el hombre; porque el hombre ve las
apariencias, pero Dios ve el corazón.»
Así Jesé hizo
pasar ante Samuel a siete de sus hijos, pero Samuel dijo a Jesé: «El Señor no
ha elegido a ninguno de estos.»
Entonces Samuel
preguntó a Jesé: « ¿Están aquí todos los muchachos?»
El respondió:
«Queda todavía el más joven, que ahora está apacentando el rebaño.»
Samuel dijo a
Jesé: «Manda a buscarlos, porque no nos sentaremos a la mesa hasta que llegue
aquí.»
Jesé lo hizo
venir: era de tez clara, de hermosos ojos y buena presencia. Entonces el Señor
dijo a Samuel: «Levántate y úngelo, porque es este.»
Samuel tomó el
frasco de óleo y lo ungió en presencia de sus hermanos. Y desde aquel día, el
espíritu del Señor descendió sobre David.
Palabra de Dios.
SALMO
Sal 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6 (R.: 1)
R. El Señor es mi
pastor, nada me puede faltar.
El Señor es mi pastor,
nada me puede
faltar.
El me hace
descansar en verdes praderas,
me conduce a las
aguas tranquilas
y repara mis
fuerzas. R.
Me guía por el
recto sendero,
por amor de su
Nombre.
Aunque cruce por
oscuras quebradas,
no temeré ningún
mal,
porque tú estás
conmigo:
tu vara y tu
bastón me infunden confianza. R.
Tú preparas ante
mí una mesa,
frente a mis
enemigos;
unges con óleo mi
cabeza
y mi copa rebosa.
R.
Tu bondad y tu gracia
me acompañan
a lo largo de mi
vida;
y habitaré en la
Casa del Señor,
por muy largo
tiempo. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de
Efeso 5, 8-14
Hermanos:
Antes, ustedes
eran tinieblas, pero ahora son luz en el Señor. Vivan como hijos de la luz.
Ahora bien, el fruto de la luz es la bondad, la justicia y la verdad. Sepan
discernir lo que agrada al Señor, y no participen de las obras estériles de las
tinieblas; al contrario, pónganlas en evidencia. Es verdad que resulta
vergonzoso aun mencionar las cosas que esa gente hace ocultamente. Pero cuando
se las pone de manifiesto, aparecen iluminadas por la luz, porque todo lo que
se pone de manifiesto es luz.
Por eso se dice:
Despiértate, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo te
iluminará.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Juan 9, 1-41
Jesús, al pasar,
vio a un hombre ciego de nacimiento. Sus discípulos le preguntaron: «Maestro,
¿quién ha pecado, él o sus padres, para que haya nacido ciego?»
«Ni él ni sus
padres han pecado, respondió Jesús; nació así para que se manifiesten en él las
obras de Dios. Debemos trabajar en las obras de aquel que me envió, mientras es
de día; llega la noche, cuando nadie puede trabajar. Mientras estoy en el
mundo, soy la luz del mundo.»
Después que dijo
esto, escupió en la tierra, hizo barro con la saliva y lo puso sobre los ojos
del ciego, diciéndole: «Ve a lavarte a la piscina de Siloé», que significa
«Enviado.»
El ciego fue, se
lavó y, al regresar, ya veía. Los vecinos y los que antes lo habían visto
mendigar, se preguntaban: « ¿No es este el que se sentaba a pedir limosna?»
Unos opinaban: «Es
el mismo.» «No, respondían otros, es uno que se le parece.»
El decía: «Soy
realmente yo.»
Ellos le dijeron:
« ¿Cómo se te han abierto los ojos?»
El respondió: «Ese
hombre que se llama Jesús hizo barro, lo puso sobre mis ojos y me dijo: “Ve a
lavarte a Siloé”. Yo fui, me lavé y vi.»
Ellos le
preguntaron: « ¿Dónde está?»
El respondió: «No
lo sé.»
El que había sido
ciego fue llevado ante los fariseos. Era sábado cuando Jesús hizo barro y le
abrió los ojos. Los fariseos, a su vez, le preguntaron cómo había llegado a
ver.
El les respondió:
«Me puso barro sobre los ojos, me lavé y veo.»
Algunos fariseos
decían: «Ese hombre no viene de Dios, porque no observa el sábado.»
Otros replicaban:
« ¿Cómo un pecador puede hacer semejantes signos?» Y se
produjo una división entre ellos. Entonces dijeron nuevamente al ciego: «Y tú,
¿qué dices del que te abrió los ojos?» El hombre respondió: «Es un profeta.»
Sin embargo, los
judíos no querían creer que ese hombre había sido ciego y que había llegado a
ver, hasta que llamaron a sus padres y les preguntaron: « ¿Es este el hijo de
ustedes, el que dicen que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?»
Sus padres
respondieron: «Sabemos que es nuestro hijo y que nació ciego, pero cómo es que
ahora ve y quién le abrió los ojos, no lo sabemos. Pregúntenle a él: tiene edad
para responder por su cuenta.»
Sus padres dijeron
esto por temor a los judíos, que ya se habían puesto de acuerdo para excluir de
la sinagoga al que reconociera a Jesús como Mesías. Por esta razón dijeron:
«Tiene bastante edad, pregúntenle a él.»
Los judíos
llamaron por segunda vez al que había sido ciego y le dijeron: «Glorifica a
Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es un pecador.»
«Yo no sé si es un
pecador, respondió; lo que sé es que antes yo era ciego y ahora veo.»
Ellos le
preguntaron: « ¿Qué te ha hecho? ¿Cómo te abrió los ojos?»
El les respondió:
«Ya se lo dije y ustedes no me han escuchado. ¿Por qué quieren oírlo de nuevo?
¿También ustedes quieren hacerse discípulos suyos?»
Ellos lo
injuriaron y le dijeron: « ¡Tú serás discípulo de ese hombre; nosotros somos
discípulos de Moisés! Sabemos que Dios habló a Moisés, pero no sabemos de donde
es este.»
El hombre les
respondió: «Esto es lo asombroso: que ustedes no sepan de dónde es, a pesar de
que me ha abierto los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, pero
sí al que lo honra y cumple su voluntad. Nunca se oyó decir que alguien haya
abierto los ojos a un ciego de nacimiento. Si este hombre no viniera de Dios,
no podría hacer nada.»
Ellos le
respondieron: «Tú naciste lleno de pecado, y ¿quieres darnos lecciones?» Y lo
echaron.
Jesús se enteró de
que lo habían echado y, al encontrarlo, le preguntó: « ¿Crees en el Hijo del
hombre?»
El respondió: «
¿Quién es, Señor, para que crea en él?»
Jesús le dijo: «Tú
lo has visto: es el que te está hablando.»
Entonces él
exclamó: «Creo, Señor», y se postró ante él.
Después Jesús
agregó: «He venido a este mundo para un juicio: Para que vean los que no ven y
queden ciegos los que ven.»
Los fariseos que
estaban con él oyeron esto y le dijeron: « ¿Acaso también nosotros somos
ciegos?»
Jesús les
respondió: «Si ustedes fueran ciegos, no tendrían pecado, pero como dicen:
“Vemos”, su pecado permanece.»
Palabra del Señor
PARA REFLEXIONAR
Todos los hombres somos ciegos de
nacimiento y necesitamos ver. Todos somos mendigos de la luz. Pero esto, más
que un pecado, es una situación y una carencia.
Nuestra falta de visión consiste en que
vemos mal y tergiversamos la realidad de las cosas, vemos apenas la superficie
de las personas, de las cosas y de los acontecimientos, pero no vemos su
verdadera y profunda realidad. Los acontecimientos los contemplamos como algo
rutinario o casual. A veces nos admiramos o sorprendemos, pero de forma
pasajera, sin que nos deje huella alguna.
A las personas las vemos y las tratamos
tan superficialmente que las convertimos en cosas, en un número o un voto.
Otras veces en un rival a someter o un enemigo que aplastar.
Las cosas nos fascinan y las adoramos
transformándolas en nuestros ídolos personales. No vemos en ellas el secreto
que encierran. Porque las cosas no son solamente algo para usar, consumir o
almacenar. Las cosas, para el que sabe ver, son una especie de sacramento. «Hay
más de Dios que de agua en cada gota de agua» decía Pascal. Nos creemos muy
lúcidos, pero somos ciegos y ésta es la peor ceguera; no saber que estamos
ciegos.
Todos los hombres somos ciegos de
nacimiento, pero no todos somos tinieblas. Los hombres que quieren ver y
reconocen su ceguera ya comienzan a ver algo, al menos lo suficiente para que
la luz visite sus ojos y los vaya conduciendo poco a poco a su divina
presencia.
***
La elección de David es como una
confirmación de que el más pequeño, aquel en el que nadie ha pensado, se
convierte inesperadamente en el elegido de Dios que supera a todos sus hermanos
mayores. La mirada de Dios no es como la mirada del hombre, porque el
hombre mira las apariencias, pero el Señor mira al corazón.
La segunda lectura nos llama a
comportarnos como «hijos de la luz». Todos nosotros en otro
tiempo éramos tinieblas, y ahora somos luz en el Señor; es decir: hemos sido
introducidos por Él, que es la luz del mundo, en su luz. La luz de Jesús no
sólo ilumina, sino que transforma todo lo que ilumina, en luz que brilla y
actúa junto con la suya.
En el evangelio de Juan, los milagros son
siempre hechos luminosos que tienen un significado. Los milagros de Jesús son
como palabras visibles. En este caso, Juan desarrolla dramáticamente, a lo
largo de todo el capítulo noveno de su evangelio, lo que ya ha proclamado en su
prólogo con precisión: que la luz vino al mundo y las tinieblas no la
recibieron. Jesús aparece aquí como Luz del mundo, todos los que no quieren
ver la luz del mundo son tinieblas. Entre la luz y las tinieblas no hay
reconciliación posible.
El texto de Juan se mueve en una paradoja:
un hombre ciego de nacimiento llega a ver la realidad tal cual es, y los que
están seguros de tener buena vista en realidad están ciegos.
Según las concepciones de la época, una
enfermedad o un mal crónico sólo podían ser resultado directo del pecado. No
sólo del pecado de los orígenes sino también del pecado personal. El ciego era
también mendigo; no podía vivir por sus propios medios; su dependencia de los
demás era total.
Jesús pasa junto a un ciego de nacimiento
y se detiene ante él, le unta los ojos con barro. La iniciativa de la salvación
parte de Jesús. No es el ciego el que pide la luz. Es la luz la que se
ofrece al ciego. La luz que se acerca a las tinieblas.
Jesús hace una promesa y lo envía a
lavarse en la piscina de Siloé que significa Enviado”. Jesús, el
Enviado del Padre, lo envía a sí mismo. Es Jesús el modelo de hombre que
debe imitar y que irá descubriendo progresivamente. El ciego, a quien todos
consideraban incapaz de hacer algo por sí mismo, siguió las instrucciones de
Jesús “y volvió con vista”. Ha creído que era posible lo que parecía imposible.
Ha logrado la capacidad de comenzar a ver verdaderamente.
Todo es nuevo para él; el encuentro de
Jesús lo ha transformado en un hombre distinto, como si hubiera vuelto a nacer.
Pero lo que sabe el ciego de Jesús es todavía muy poco. Cuando le pregunten los
paisanos cómo es que ahora ve, responderá: “Ese hombre que se llama Jesús”.
Después ante los fariseos dirá que Jesús es un “profeta”. Y al comparecer de
nuevo ante el tribunal de los judíos: se convierte en confesor de la verdad, en
testigo de la “luz”. En el encuentro cara a cara con Jesús afirmará: “Creo, Señor”.
Su vista se fue clarificando en la lucha.
***
Jesús, Luz del mundo, es la salvación que
Dios ofrece al hombre. Es como una nueva mirada, la posibilidad de tener sobre
las cosas, la visión que tiene el mismo Dios que escruta la profundidad de
todas las cosas, las conoce tal cual son, por eso puede descubrirnos el sentido
que tienen. La visión fundamental que Dios nos ofrece, somos nosotros
mismos desde su mirada. Por eso nos ayuda a entrar en lo más hondo de nuestro
ser y a descubrir toda la riqueza y sentido de la vida.
La mirada de Dios ha aparecido en el mundo
en Jesús de Nazaret, que es como una palabra que sorprendentemente describe al
hombre, al mundo y a Dios mismo. Esa mirada es luz, que nos cura de la ceguera;
nos libera de todas las visiones deformadas.
Es una luz que va directamente a nuestra
retina para bañar con su resplandor purificador las intensas tinieblas que nos
oscurecen.
El hombre que quiera liberarse de la
ceguera interior tiene que dejarse inundar por el resplandor de la Luz que nos
sale al encuentro gratuitamente. El hombre, para llegar a la curación, ha de
aceptar que la visión que vamos a recuperar es más honda que la mera visión
física; es un mirar interior capaz de iluminar todo nuestro ser.
Además de aceptar la prueba a esta
contradicción de empezar a ver cegando, es necesario recorrer todo un
camino de purificación, de ir despejando las tinieblas interiores, de
“lavar” lo oscuro por el contacto con la Palabra de Jesús.
Como a aquel ciego de nacimiento a quien
Jesús se le acercó y le cambió la vida, somos discípulos porque hemos
encontrado a Jesús; y nuestro encuentro con Él nos ha abierto los ojos y
experimentamos que Él, y su estilo de vida nos llenan y nos atraen.
No es un milagro aislado de Jesús, sino
una lección que da a sus seguidores para enseñarles en qué consiste su
actividad y la que habrán de continuar sus discípulos:«Mientras es de día,
nosotros debemos trabajar realizando las obras del que nos mandó».
Esa tarea consiste en ofrecer al hombre,
la posibilidad de tomar conciencia de cuál es su auténtica condición y, por
tanto, de saber cuáles son sus verdaderas posibilidades. Toda la narración es
simbólica, y así hay que interpretar los gestos que en ella se describen.
Jesús nos invita a reencontrar la realidad
con unos ojos limpios, con una mirada intensa. Ser cristiano es entrar en una
iluminación progresiva, en una amistad cada vez más profunda con Jesús.
El ha venido al mundo para que
contemplemos la vida y las personas en hondura, para que nos miremos a nosotros
mismos en la intimidad, para que encontremos el rostro de Cristo con facilidad,
y nos postremos ante Él, para que descubramos a Dios en todas las cosas.
Si de verdad nos dejamos iluminar por la luz de Jesús, si caminamos en la luz, seremos luz. Esta es nuestra grandeza y nuestra responsabilidad. Estamos llamados -siguiendo el ejemplo de Jesús- a reflejar en el mundo su luz.
Si de verdad nos dejamos iluminar por la luz de Jesús, si caminamos en la luz, seremos luz. Esta es nuestra grandeza y nuestra responsabilidad. Estamos llamados -siguiendo el ejemplo de Jesús- a reflejar en el mundo su luz.
Esta luz tiene que manifestarse en el
brillo de nuestra vida, de nuestras obras, de nuestras palabras. Y el
resplandor más brillante y admirado es el del amor. Los que aman están en la
luz.
Este tiempo de Cuaresma es para nosotros
un tiempo para reafirmar nuestra adhesión a Jesucristo, nuestra unión con Él.
Él nos ha abierto los ojos y nosotros nos hemos hecho seguidores suyos. Pero
eso tenemos que vivirlo día a día, debemos reafirmarlo cada día. Tenemos que
hacer que cada día la presencia de Jesús sea más fuerte en nuestra vida en el
gesto sencillo y la palabra eficaz.
PARA DISCERNIR
¿Cuáles son mis cegueras?
¿Qué realidades ponen mi vida en
tinieblas?
¿Dónde busco la luz?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DIA
“En ti está la fuente viva, y tu luz nos
hace ver la luz“
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
ü Para la lectura
…Ciegos y sordos, debemos comenzar por
escuchar lo que se nos dice, por una escucha paciente; llegar a creer, a ver la
luz del día, a esperar. Esperar todo de ti significa vivir de gracia. Estoy
convencido de que la Biblia es un libro de esperanza. En cuestión de esperanza,
cada mañana Tú eres nuestra esperanza. Aquí estamos juntos, nosotros, que
esperamos conocerte un día, verte cara a cara. Y seremos iluminados con tu
mirada: con-vivientes.
Tú eres nuestra esperanza: en nuestro
corazón se abre un camino, una calzada de felicidad. En este tema, en cuanto
puedo entenderlo, descubro una cosa: lo que entrevemos de ti entre todos,
elegido, mirado, amado, soy yo. Sí, quiero [...]. Sí, esperar es como reconocer
ante ti lo sorprendente que soy. Cuando decía: “Que las tinieblas me encubran”
la noche se hizo luz en torno a mí (cf. Sal 138). La humanidad está llamada a
convertirse en rostro: “Verán tu rostro… no habrá más noche… porque el Señor
Dios Ios alumbrará, y reinarán” (Ap. 22). Cada uno oirá decir: “Álzate,
revístete de luz, porque llega tu luz, y la gloria del Señor brilla sobre ti”
(Is 60). Sí, nos espera un Futuro de luz, y ya nos es concedido vivirlo: ya
somos hijos de la luz (cf. Col 1,23). Yo… y los otros? La esperanza es la
puerta que se abre a la novedad y me da un mandamiento nuevo, el mandamiento de
la novedad de la que quieres hacernos cómplices, enamorados. Esperar es
corrosivo [...]. Sí, este siervo humilde despreciado, desfigurado, verá la luz
y será colmado…
Fröre Ch. Lebreton, en Más fuerte que el odio.
Los escritos del monje trapense de Algeria. Casale
Monf. 1997, 137-143.
PARA REZAR
Aquí estamos, Señor Jesús,
luz de la gloria del Padre,
a tus pies, como ciegos
desorientados en su enfermedad.
Te pedimos que nos mires,
como miraste a tus discípulos,
en la luz del Tabor.
Señor Jesús; ilumínanos
y quedaremos radiantes.
Cúranos, Señor Jesús,
con la Palabra que abre los ojos
y corazones a la luz.
Envíanos, Señor Jesús,
a la piscina de la vida nueva.
Danos Señor Jesús, agua viva de la fuente
de tu corazón traspasado.
Guárdanos, en la prueba de la fe
por la que todos pasamos,
como la pasaste tú, Señor.
Manifiéstate, Señor Jesús,
poniendo sobre nuestros labios
el grito del ciego curado: “¡Creo,
Señor!”.
LECTIO DIVINA
Fue, se lavó y vio
+ Evangelio de
nuestro Señor Jesucristo según san Juan 9, 1-41
Jesús, al pasar, vio a un hombre ciego de nacimiento. Sus discípulos le preguntaron: «Maestro, ¿quién ha pecado, él o sus padres, para que haya nacido ciego?»
«Ni él ni sus
padres han pecado, respondió Jesús; nació así para que se manifiesten en él las
obras de Dios. Debemos trabajar en las obras de Aquel que me envió, mientras es
de día; llega la noche, cuando nadie puede trabajar.
Mientras estoy
en el mundo, soy la luz del mundo.»
Después que
dijo esto, escupió en la tierra, hizo barro con la saliva y lo puso sobre los
ojos del ciego, diciéndole: «Ve a lavarte a la piscina de Siloé», que significa
«Enviado.»
El ciego fue,
se lavó y, al regresar, ya veía. Los vecinos y los que antes lo habían visto
mendigar, se preguntaban: «¿No es este el que se sentaba a pedir limosna?» Unos
opinaban: «Es el mismo.» «No, respondían otros, es uno que se le parece.» El
decía: «Soy realmente yo.» Ellos le dijeron: «¿Cómo se te han abierto los
ojos?» El respondió: «Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, lo puso sobre
mis ojos y me dijo: "Ve a lavarte a Siloé". Yo fui, me lavé y vi.»
Ellos le preguntaron:
«¿Dónde está?» El respondió: «No lo sé.»
El que había
sido ciego fue llevado ante los fariseos. Era sábado cuando Jesús hizo barro y
le abrió los ojos. Los fariseos, a su vez, le preguntaron cómo había llegado a
ver.
El les
respondió: «Me puso barro sobre los ojos, me lavé y veo.»
Algunos
fariseos decían: «Ese hombre no viene de Dios, porque no observa el sábado.»
Otros replicaban: «¿Cómo un pecador puede hacer semejantes signos?» Y se produjo una división entre ellos. Entonces dijeron nuevamente al ciego: «Y tú, ¿qué dices del que te abrió los ojos?» El hombre respondió: «Es un profeta.»
Otros replicaban: «¿Cómo un pecador puede hacer semejantes signos?» Y se produjo una división entre ellos. Entonces dijeron nuevamente al ciego: «Y tú, ¿qué dices del que te abrió los ojos?» El hombre respondió: «Es un profeta.»
Sin embargo,
los judíos no querían creer que ese hombre había sido ciego y que había llegado
a ver, hasta que llamaron a sus padres y les preguntaron:
«¿Es este el
hijo de ustedes, el que dicen que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?» Sus
padres respondieron: «Sabemos que es nuestro hijo y que nació ciego, pero cómo
es que ahora ve y quién le abrió los ojos, no lo sabemos.
Pregúntenle a
él: tiene edad para responder por su cuenta.»
Sus padres
dijeron esto por temor a los judíos, que ya se habían puesto de acuerdo para
excluir de la sinagoga al que reconociera a Jesús como Mesías.
Por esta razón
dijeron: «Tiene bastante edad, pregúntenle a él.»
Los judíos
llamaron por segunda vez al que había sido ciego y le dijeron: «Glorifica a
Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es un pecador.»
«Yo no sé si
es un pecador, respondió; lo que sé es que antes yo era ciego y ahora veo.»
Ellos le
preguntaron: «¿Qué te ha hecho? ¿Cómo te abrió los ojos?» El les respondió: «Ya
se lo dije y ustedes no me han escuchado. ¿Por qué quieren oírlo de nuevo?
¿También ustedes quieren hacerse discípulos suyos?»
Ellos lo
injuriaron y le dijeron: «¡Tú serás discípulo de ese hombre; nosotros somos
discípulos de Moisés! Sabemos que Dios habló a Moisés, pero no sabemos de donde
es este.» El hombre les respondió: «Esto es lo asombroso: que ustedes no sepan
de dónde es, a pesar de que me ha abierto los ojos.
Sabemos que
Dios no escucha a los pecadores, pero sí al que lo honra y cumple su voluntad.
Nunca se oyó decir que alguien haya abierto los ojos a un ciego de nacimiento.
Si este hombre no viniera de Dios, no podría hacer nada.» Ellos le
respondieron: «Tú naciste lleno de pecado, y ¿quieres darnos lecciones?» Y lo
echaron. Jesús se enteró de que lo habían echado y, al encontrarlo, le
preguntó: ¿Crees en el Hijo del hombre?» El respondió: «¿Quién es, Señor, para
que crea en él?» Jesús le dijo: «Tú lo has visto: es el que te está hablando.»
Entonces él exclamó: «Creo, Señor», y se postró ante él. Después Jesús agregó:
«He venido a este mundo para un juicio: Para que vean los que no ven y queden
ciegos los que ven.» Los fariseos que estaban con él oyeron esto y le dijeron:
«¿Acaso también nosotros somos ciegos?» Jesús les respondió: «Si ustedes fueran
ciegos, no tendrían pecado, pero como dicen: "Vemos", su pecado
permanece.»
Palabra del Señor
Palabra del Señor
1. LECTURA - ¿QUÉ
DICE EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Guías para la lectura:
La lectura del
Evangelio de hoy conocida como la “Curación de un ciego de nacimiento” puede
dividirse en siete segmentos:
1.
La curación del ciego (vs-1-7),
2.
La pregunta de los vecinos y conocidos (vs.8-12),
3.
El primer interrogatorio de los fariseos al ex-ciego (vs.13-17),
4.
La comparecencia de los padres (vs.18-23),
5.
El segundo interrogatorio al ex-ciego (vs.24-34),
6.
El reencuentro de Jesús con el ex –ciego (vs.35-39) y
7.
El diálogo final entre Jesús y los fariseos. (vs.40-41)
1.
La pregunta de los discípulos introduce el tema que funciona como un telón de
fondo para todo el capítulo: ¿Quién es el pecador? Al principio, la pregunta
está limitada: ¿Será el ciego o sus padres? Pero, con el avance del capítulo,
la pregunta se amplía: ¿Será Jesús? (vs.24), ¿Los fariseos? (vs.41). Al mismo
tiempo está en juego otro gran tema: la manera en que Dios responde al pecado,
¿es motivo para rechazar y marginar a las personas, o razón para rescatarlas?
Si se puede echar la culpa a las víctimas sabiendo que es un problema entre
ellos y Dios, entonces no es necesario atender las necesidades de mi prójimo,
ni “interferir” en la justicia de Dios.
La pregunta de
los discípulos refleja la comprensión común de aquel entonces. La enfermedad se
veía como un castigo por el pecado. Precisamente en este punto Jesús contradijo
la perspectiva de los discípulos. No sólo rehusó contestar su pregunta. La dio
vuelta. Ellos veían la ceguera como efecto y buscaban su causa, Jesús, por el
contrario, la tomó como causa o motivo “para que se manifiesten en él las obras
de Dios” (vs.3). Era una oportunidad para hacer la voluntad de Dios. Sería un
error sacar la conclusión de que Dios había cegado al hombre precisamente para
darle un quehacer a Jesús en este momento. Sería caer nuevamente en el error de
los rabinos; buscar causa y no soluciones.
La tarea de
Jesús fue doble y precisamente de allí salió su función como “luz”. Jesús curó
al ciego, acto que representaba las bendiciones de la edad mesiánica (Is.35.5).
La otra parte tiene que ver con que Jesús decide elaborar una masa en un día
sábado para la curación, cuando podría haberlo hecho sólo con su palabra y en
otro día.
Jesús retó a
las autoridades a reconocer como “obra de Dios” lo que para ellos era la
violación de la voluntad de Dios expresada en la ley.
2.
La transformación del ciego fue tan radical y tan fuera de la experiencia humana
que a la gente le costó creerla. En la explicación del ex-ciego aparece su
primer testimonio “Ese hombre que se llama Jesús…” (vs.11a). En el resto del
capítulo Juan nos relata cómo el ciego progresó en su comprensión de Jesús
hasta confesarlo plenamente. “Creo Señor…” (vs.38). El desarrollo de la
reacción del que había sido ciego es uno de los hilos narrativos importantes
del capítulo.
3.
Absolutamente insensibles a la alegría y gozo que puede sentir una persona que
por primera vez en toda su vida recibe uno de los sentidos fundamentales como
es la vista, los “dueños de la religión” solamente se preocupan por cuestiones
menores de observancia religiosa. De esta manera, no tienen mejor idea que
poner en el banquillo de los acusados al ex –ciego, a quien acusaban antes por
su ceguera y ahora lo hacen porque ve.
Los fariseos,
en lugar de revisar los criterios teológicos de enfermedad-pecado, frente a una
realidad tan abrumadora, le pidieron criterios al hombre que, según ellos,
había nacido en pecado. Pero si ellos querían esquivar la responsabilidad de su
postura frente a Jesús, el hombre curado no. Su respuesta a la pregunta fue
clara, directa y concisa: “Es un profeta” (vs.17).
4.
Es sorprendente la reacción de las autoridades en el vs.18. O quizás no: el que
había sido ciego no les dio lo que querían. En vez de suministrarles algo más
con que criticar o descartar a Jesús, les ofreció un testimonio demasiado
positivo. Entonces, chocaron con otro problema; no sólo tenían inconvenientes
con Jesús, sino también debían deshacerse del testimonio del hombre curado. Por
tanto, su plan era negar que aquel hombre jamás había sido ciego. Además, en su
interminable afán por encontrar culpables teológicos deciden sacar bajo presión
alguna declaración comprometedora para los padres sobre Jesús.
La respuesta
de los padres “Pregúntenle a él” (vs.21) no debe provocar en nosotros un juicio
sobre estas personas. El mismo Juan nos aclara que el temor a que los fariseos
los expulse de la sinagoga y con ello de la vida religiosa y social fue la
causa de tal respuesta. (vs.22)
5.
Las autoridades no lograron que el milagro desapareciera. Aunque los padres no
querían solidarizarse con su hijo, tampoco podían negar que había nacido ciego.
Por eso, renovaron su ataque al hombre sanado. El plan final y única
alternativa era desacreditar por boca del ex-ciego al autor del milagro.
Las respuestas
del ciego sanado van de mayor a menor. De la simple pero aplastante “Yo no sé
si es pecador, lo que sé es que antes yo era ciego y ahora veo” (vs.25), pasa a
una desafiante ironía producto de alguien que ya no quiere seguir frente a tan
absurdo juicio teológico: “Ya se los dije a ustedes y no me han escuchado. ¿Por
qué quieren oírlo de nuevo? ¿También quieren hacerse discípulos suyos”
?(vs.27). Lo que provoca la ira descontrolada de los fariseos. Finalmente, el
ex–ciego se propone dar su humilde interpretación teológica de lo sucedido “Si
este hombre no viniera de Dios, no podría hacer nada” (vs.33).
¿Fallo
inevitable? Fue expulsado de la sinagoga. Pero sus ojos ahora no solamente
veían lo que le rodeaba sino la verdad del evangelio de Cristo y su luz que iluminaba
todo el mundo. La insistencia de los fariseos los conduce a cegarse
completamente y a hundirse en el pecado.
6.
Es el Buen Pastor que va en búsqueda de la oveja expulsada del mundo religioso.
Le habla, se le revela de manera indubitable, a lo que el ciego sanado ahora
hace la declaración final de fe mesiánica: “Creo Señor, y se postró ante Él”
(vs.38).
7.
Finalmente, Jesús explicita su declaración del vs.39 “…y queden ciegos los que
ven”. El gran error de los fariseos no fue ser ciegos. El problema era que,
siendo ciegos, pretendían ver. Esa pretensión los condujo a rechazar la
posibilidad de recibir una nueva visión de Jesús. Entonces, tanto para Juan
como para el refrán popular: “No hay peor ciego que el que no quiere ver”.
2.
MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Preguntas para la meditación:
Ø ¿Cuál
es mi actitud ante una enfermedad o sufrimiento de otro? ¿Indiferencia,
condena, interpretación teológica o piedad práctica?
Ø ¿Qué
ocupa el primer lugar en mi pensamiento cristiano, el dogma o la piedad ante la
necesidad urgente?
Ø ¿Tengo
la iniciativa amorosa de Jesús de ir siempre en búsqueda de los necesitados?
3. ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL TEXTO
BÍBLICO?
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Padre
Bueno, ayúdame a tener el amor de Jesús para
con los necesitados y de esa manera ser como Él me pide, luz del mundo.
Padre Bueno,
líbrame de la religiosidad vacía y de una teología acusadora hacia mis
semejantes.
Padre Bueno,
que en mi vida espiritual pueda tener una luz y visión creciente de la persona
de Cristo.
4. CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?
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Miro la escena y trato de
ver el accionar del ciego, los vecinos, los fariseos y Jesús, y aprender de
aquellas que son sanas, de las que no lo son.
Reflexiono acerca de la
importancia del amor por sobre discusiones menores que me quitan de la mira ese
mandato cristiano principal.
5. ACCIÓN - ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO BÍBLICO?
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·
Preguntas para la acción:
Ø ¿Cómo
voy a ver a los necesitados e impedidos físicamente a la luz del Evangelio de
hoy?
Ø ¿Qué
acción de amor voy a realizar hacia ellos en forma concreta?
Ø ¿De
qué manera compartiré de forma valiente la luz de Cristo y su Evangelio,
aunque esto me cause la reprobación social o de mi entorno?
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