13 de julio de 2014 – TO – DOMINGO XV - Ciclo A
Cayeron en
tierra buena y dieron fruto
PRIMERA
LECTURA
Lectura del libro del profeta
Isaías 55, 10-11
Así habla el
Señor:
Así como la lluvia
y la nieve descienden del cielo y no vuelven a él sin haber empapado la tierra,
sin haberla fecundado y hecho germinar, para que dé la semilla al sembrador y
el pan al que come, así sucede con la palabra que sale de mi boca: ella no
vuelve a mí estéril, sino que realiza todo lo que yo quiero y cumple la misión
que yo le encomendé.
Palabra de Dios.
SALMO
Sal 64, 10abcd. 10e-11. 12-13. 14 (R.: Lc
8,8)
R. La semilla cayó
en tierra fértil y produjo fruto.
Visitas la tierra,
la haces fértil
y la colmas de
riquezas;
los canales de
Dios desbordan de agua,
y así preparas sus
trigales. R.
Riegas los surcos
de la tierra,
emparejas sus
terrones;
la ablandas con
aguaceros
y bendices sus
brotes. R.
Tú coronas el año
con tus bienes,
y a tu paso rebosa
la abundancia;
rebosan los pastos
del desierto
y las colinas se
ciñen de alegría. R.
Las praderas se
cubren de rebaños
y los valles se
revisten de trigo:
todos ellos
aclaman y cantan. R.
SEGUNDA
LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de
Roma 8, 18-23
Hermanos:
Yo considero que
los sufrimientos del tiempo presente no pueden compararse con la gloria futura
que se revelará en nosotros. En efecto, toda la creación espera ansiosamente
esta revelación de los hijos de Dios. Ella quedó sujeta a la vanidad, no
voluntariamente, sino por causa de quien la sometió, pero conservando una
esperanza. Porque también la creación será liberada de la esclavitud de la
corrupción para participar de la gloriosa libertad de los hijos de Dios.
Sabemos que la
creación entera, hasta el presente, gime y sufre dolores de parto. Y no sólo
ella: también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos
interiormente anhelando que se realice la redención de nuestro cuerpo.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Mateo 13, 1-23
Aquel día, Jesús
salió de la casa y se sentó a orillas del mar. Una gran multitud se reunió
junto a él, de manera que debió subir a una barca y sentarse en ella, mientras
la multitud permanecía en la costa. Entonces él les habló extensamente por
medio de parábolas.
Les decía: «El
sembrador salió a sembrar. Al esparcir las semillas, algunas cayeron al borde
del camino y los pájaros las comieron. Otras cayeron en terreno pedregoso,
donde no había mucha tierra, y brotaron en seguida, porque la tierra era poco
profunda; pero cuando salió el sol, se quemaron y, por falta de raíz, se
secaron. Otras cayeron entre espinas, y estas, al crecer, las ahogaron. Otras
cayeron en tierra buena y dieron fruto: unas cien, otras sesenta, otras
treinta. ¡El que tenga oídos, que oiga!»
Los discípulos se acercaron y le dijeron: « ¿Por qué les hablas por medio de parábolas?»
Los discípulos se acercaron y le dijeron: « ¿Por qué les hablas por medio de parábolas?»
El les respondió:
«A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos,
pero a ellos no. Porque a quien tiene, se le dará más todavía y tendrá en
abundancia, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. Por eso les
hablo por medio de parábolas: porque miran y no ven, oyen y no escuchan ni
entienden. Y así se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice:
Por más que oigan,
no comprenderán, por más que vean, no conocerán. Porque el corazón de este
pueblo se ha endurecido, tienen tapados sus oídos y han cerrado sus ojos, para
que sus ojos no vean, y sus oídos no oigan, y su corazón no comprenda, y no se
conviertan, y yo no los cure.
Felices, en
cambio, los ojos de ustedes, porque ven; felices sus oídos, porque oyen. Les
aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven, y no lo
vieron; oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron.
Escuchen,
entonces, lo que significa la parábola del sembrador.
Cuando alguien oye
la Palabra del Reino y no la comprende, viene el Maligno y arrebata lo que
había sido sembrado en su corazón: este es el que recibió la semilla al borde
del camino. El que la recibe en terreno pedregoso es el hombre que, al escuchar
la Palabra, la acepta en seguida con alegría, pero no la deja echar raíces,
porque es inconstante: en cuanto sobreviene una tribulación o una persecución a
causa de la Palabra, inmediatamente sucumbe.
El que recibe la
semilla entre espinas es el hombre que escucha la Palabra, pero las
preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas la ahogan, y no puede
dar fruto.
Y el que la recibe
en tierra fértil es el hombre que escucha la Palabra y la comprende. Este
produce fruto, ya sea cien, ya sesenta, ya treinta por uno.»
Palabra del Señor.
PARA
REFLEXIONAR
Hoy vivimos en un mundo lleno
de palabras: falsas palabras, palabras egoístas,
palabras interesadas. Sin embargo, la palabra
auténtica es expresión de la propia intimidad, revelación
de lo más profundo de lo que somos cada uno de nosotros.
Cuando simplemente decimos cosas, damos
información, o queremos dar valor de verdad a nuestras opiniones, nuestros
intereses, o llamar la atención, estamos limitando la fuerza de la Palabra.
Cuando hablamos auténticamente no sólo
decimos sino que nos decimos, nos abrimos a la comunicación con el otro y
pasamos del “yo” al “nosotros”.
La palabra es una fuerza y vehículo de
energía, por eso la propaganda, se presenta como una de las formas más
elegantes de dominar al hombre. Pero lamentablemente el discurso publicitario
es muchas veces la prostitución misma de la palabra humana, porque lo que
debiera estar al servicio del amor, la verdad y el encuentro, se convierte en
un medio eficaz al servicio del egoísmo de intereses creados que no duda en
instrumentalizar los ideales y las necesidades más capitales del hombre al
servicio de la economía de mercado. La publicidad puede hablar de amor, de paz,
de justicia, de amistad como un pretexto para vender un nuevo desodorante.
La palabra ansía su liberación, para
que sea posible la liberación del hombre. En un mundo lleno de palabras el
hombre necesita abrirse a una Palabra que lo libere, que lo saque de su
aislamiento para que pueda entrar en comunión y en auténtica
convivencia.
***
El exilio fue para el pueblo de la Alianza
un duro golpe, no sólo desde el punto de vista religioso. Tienen la
impresión de que el Señor ya no les es fiel y que sus promesas no se cumplen.
En este contexto es subrayada la eficacia de la Palabra. La Palabra
llega a los corazones y entra en ellos y así cumple su finalidad de dar vida,
comunicar aquello que solamente Dios puede dar: la verdadera vida. La
poética figura que presenta Isaías acerca de la lluvia, anticipa de algún modo
la idea del Evangelio: el agua cae a la naturaleza y la fecunda, así como la
semilla cae en tierra para volverse fecunda. El poder de Dios, por
consiguiente, es siempre eterno, aún cuando en ciertos momentos su eficacia
parezca comprometida.
***
La carta de Pablo describe los efectos que
se esperan de la acción de Dios en la creación. La “salvación en
esperanza” que experimentamos en medio de los sufrimientos del presente,
nos llena de alegría en la contemplación de la acción salvadora de Dios.
***
Jesús está en Cafarnaún y se dirige a la
orilla del lago. Mateo sitúa esta escena en el mismo día de los sucesos
anteriores. La “casa” de la que sale representa al círculo de sus
discípulos. Jesús se ha mostrado
amigo de los niños, dispuesto a curar a los enfermos, inclinado a estar con los despreciados por la sociedad de su tiempo, amigo de publicanos y pecadores. La parábola del sembrador, es la primera de siete sobre el reino de Dios que Jesús va a dirigir a esta muchedumbre que atraída por Él, lo sigue para verlo y escucharlo.
amigo de los niños, dispuesto a curar a los enfermos, inclinado a estar con los despreciados por la sociedad de su tiempo, amigo de publicanos y pecadores. La parábola del sembrador, es la primera de siete sobre el reino de Dios que Jesús va a dirigir a esta muchedumbre que atraída por Él, lo sigue para verlo y escucharlo.
El maestro se sube a una barca y se separa
de la orilla. La barca era su cátedra, y la costa del lago una
destacada aula. Todos escuchan la palabra serena y esperanzada del Rabbí
de Nazaret. Sus palabras tienen sabor a novedad, a valentía y
franqueza. Su palabra es viva como una luz que ilumina los más oscuros
rincones del corazón. Es la lluvia suave y penetrante de la que había hablado
el profeta, que cae del cielo y que no retorna sin haber producido su fruto. A
la predicación de Jesús los dirigentes religiosos van respondiendo cada vez
con mayor dureza y rechazo.
Jesús es consecuente con la voluntad del
Padre de revelar el Reino de Dios a los sencillos, por eso les habla en
parábolas. Desde las parábolas explicará cómo se implanta y se vive este reino.
Mostrará la lentitud de su implantación y la dificultad de su maduración.
La parábola del sembrador nos presenta
la salvación como una iniciativa que es siempre del
Padre, pero que necesita de nuestra libre colaboración. La Palabra
tiene fuerza: posee una potencia total para transformar los corazones;
pero no se impone, sino que sólo se propone a nuestra aceptación
libre y gratuita.
En Jesús, Dios nos habla a través de la
Palabra hecha carne, que es amor hasta la muerte, el amor de la entrega
absoluta. En la palabra y en los gestos de Jesús aparecen actitudes
que representan lo mejor que existe en nuestra tierra: fraternidad, dulzura y
renuncia a la violencia; servicio, perdón, paz contagiosa, pureza de un
corazón, cuidado por la dignidad humana y la justicia, acogida sin condiciones,
compasión por todo hombre y para todo dolor, misericordia para toda miseria y
pecado, admisión de los impuros en la comunidad, aceptación del otro tal como
es.
La palabra de Dios no actúa
automáticamente: es un don que se ofrece y podemos aceptarlo y
colaborar en su acción creadora, o cerrarnos y seguir permitiendo que el mundo,
siga andando librado a su propia suerte.
Nuestra vida de discípulos y
misioneros consiste en recibir y abrazar la Palabra de Dios; y conscientes
de nuestra libertad y limitación, hacer nuestra su fuerza de salvación,
abandonándonos, orando, dejándonos guiar y conducir por ella de modo que se
transforme en Vida de nuestra vida.
Toda la potencia del Dios encarnado en
Cristo, se ha dejado a la Iglesia para realizar su misma misión. Llevar la
buena nueva a todo el mundo para que sea fermento de todas las culturas, para
que convierta las conciencias de los hombres, individual y
colectivamente. Evangelizar es en primer lugar, llevar los criterios
del Evangelio de Cristo a toda la humanidad, para renovarla en sus propios
compromisos. Es un testimonio de vida.
Dios constantemente quiere hablarnos por
medio de su Hijo. La Iglesia siente, por eso, que ésta es la hora del
discipulado. Nos invita a experimentar de nuevo la fascinación por su
Señor y por su Palabra. El seguimiento que se hace por la escucha y
la aceptación de la palabra lleva al testimonio, al fruto del sesenta o ciento
por uno. Esto es evangelización.
La Palabra es como
la fuente donde vamos a llenar nuestros cántaros para saciar la sed
de nuestras familias, de nuestro trabajo, de toda realidad en la que nos
movemos. Esto es evangelizar. Esta es la Palabra hecha
ministerio, servicio como Jesús que “no ha venido a ser
servido, sino a servir y dar la vida en rescate”.
Como discípulos nuestra palabra es reflejo
o eco, de otra palabra y cauce hacia otra palabra.
Como Iglesia de discípulos misioneros,
necesitamos ir a la orilla para escuchar a Jesús que nos habla desde la barca y
nos anuncia que el Reino de Dios no es un acto de magia que Dios
realiza sino unasemilla sembrada en la vida de los hombres y que
está llamada a dar fruto. Y que, aunque mucha de esta semilla sembrada se
pierda, mucha otra arraiga, germina, crece y se convierte en un árbol fuerte.
El evangelio no es tan sólo una doctrina,
una moral ni norma de buena conducta, ni siquiera una religión entre
otras. El evangelio es
Buena Noticia, fuerza salvadora de Dios «sembrada» por Jesús en el corazón del mundo, y de la vida de los hombres y regada definitivamente por la sangre que se derramó en la cruz.
Buena Noticia, fuerza salvadora de Dios «sembrada» por Jesús en el corazón del mundo, y de la vida de los hombres y regada definitivamente por la sangre que se derramó en la cruz.
Jesús con esta parábola nos llama a la
esperanza. Con toda siembra, nace y se alimenta la esperanza del
sembrador, que no sembraría si no tuviera la confianza de saber que va a
recoger un fruto. Con las manos colocadas cada día en la tierra, la mirada debe
estar puesta, no tanto en los trabajos presentes, llenos de fatiga y sudor,
sino en el futuro que promete una cosecha abundante.
La fuerza transformadora del evangelio
está trabajando en el corazón de la humanidad. La sed de justicia, de verdad,
de libertad, de amor, la compasión, la tolerancia, el trabajo silencioso de
muchos por el bien de todos, y todo gesto gratuito de amor, son un signo de que
el Reino llega.
Si bien hay violencia y muerte entre
nosotros, también está creciendo en muchos hombres el anhelo de una verdadera
paz. El consumismo egoísta en nuestra sociedad se impone con fuerza
arrolladora, pero cada vez son más los que descubren el gozo de la
solidaridad y del compartir. Aunque la indiferencia parezca haber apagado la
fe, son muchos los corazones donde se despierta la búsqueda de Dios y la
necesidad de oración.
Nuestra seguridad es que la siembra de
Jesús no terminará en fracaso. El mismo, como semilla hundida en la
tierra, ha germinado dando frutos de
resurrección y vida para todos los hombres.
PARA
DISCERNIR
¿A qué palabras presto los oídos de mi
corazón?
¿Qué Palabra o “palabras” dejo que me
digan, me hagan, me creen, me renueven, me guíen?
¿Doy tiempo, lugar, espacio en mi vida
para la Palabra?
REPITAMOS A
LO LARGO DE ESTE DÍA
…Los he puesto para que den fruto…
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
…”Los sacramentos sin Evangelio, los
sacramentos sin Palabra de Dios, se convierten casi en magia, en una costumbre,
en una rutina, en una tradición de familia. Nos bautizamos porque todos son
bautizados en la familia. Pero pocos dicen: porque lo quiero hacer cristiano.
De allí hermanos, que el sacramento es también un aspecto de la palabra
semilla. La gracia de Dios, en esta Eucaristía por ejemplo; no vengan solamente
por escuchar un discurso. No estaría nada contento yo, si para eso hablara en
la Iglesia. Si yo pronuncio la homilía, sé en conciencia mi deber pastoral, que
esta homilía es para llevar un pueblo al altar donde vamos a participar en la
fe de la presencia de ese Cristo, que es la palabra que yo predico, preparando
esa palabra que habla, que santifica, que redime, que
se hace vida del que comulga o del que adora. La Eucaristía de cada domingo, no
puede separar la palabra de Dios y la Eucaristía. Después de la homilía nos
vamos al altar y en
el cuerpo de Cristo, adoraras esa palabra que ya se hace silencio, porque se ha metido muy hondo en el corazón de todos los que han reflexionado la Palabra de Dios y ponen en Cristo toda su esperanza y lo hacen presente en nuestra sociedad.
el cuerpo de Cristo, adoraras esa palabra que ya se hace silencio, porque se ha metido muy hondo en el corazón de todos los que han reflexionado la Palabra de Dios y ponen en Cristo toda su esperanza y lo hacen presente en nuestra sociedad.
Si la Iglesia predica y dice: “Esto es
Palabra de Dios”, ¿estará loca o en nombre de qué principio dice eso? Hermanos,
esto es muy interesante, que Uds. sepan que aquel Espíritu que inspiró a Cristo
y que lo resucitó de entre los muertos y le está dando vida eterna, el Espíritu
de Dios, es el mismo Espíritu que Cristo resucitado en la noche de la Pascua,
soplando sobre su Iglesia, se lo dio para decirles: “Recibid el Espíritu
Santo”. Y que en Pentecostés en forma de un huracán y de lenguas de fuego, tomó
posesión de esta Iglesia, que gracias a esa vida de Cristo en el Espíritu
Santo, sigue predicando la palabra de Dios.
Qué distinto es predicar aquí, en este
momento, que hablar como amigos con cualquiera de Uds. En este instante yo sé
que estoy siendo instrumento del Espíritu de Dios en su Iglesia para orientar
al pueblo. Y puedo decir como Cristo: El Espíritu del Señor sobre mí, a
evangelizar a los pobres me ha enviado. El mismo Espíritu que animó a Cristo y
le dio fuerza a, aquel cuerpo nacido de la Virgen para que fuera víctima de
salvación del mundo, es el mismo Espíritu que a mi garganta, a mi lengua, a mis
débiles miembros, les da también fuerza e inspiración. Y a ustedes, pueblo de
Dios, ese mismo Espíritu les da capacidad para oír cómo se debe oír la Palabra
de Dios”…
Monseñor Romero Domingo 15 de 1974
PARA REZAR
Señor, estoy seguro
de que tu simiente está en mi interior,
pero he de reconocer
que soy muy superficial.
de que tu simiente está en mi interior,
pero he de reconocer
que soy muy superficial.
Me cuesta mucho entrar dentro de mí mismo
en esa buena tierra donde tú germinas en mí.
en esa buena tierra donde tú germinas en mí.
Como excusa, podría decir que
no tengo tiempo ni de estar conmigo mismo.
no tengo tiempo ni de estar conmigo mismo.
Ya sé que es tanto como confesar
que yo no vivo sino que me viven,
que soy como una marioneta.
que yo no vivo sino que me viven,
que soy como una marioneta.
Y, lo peor es que seguramente es verdad.
Enséñame a buscar en mi vida
no sólo la cantidad,
sino también la calidad,
porque, a pesar de todo,
intuyo que lo mejor eres Tú.
no sólo la cantidad,
sino también la calidad,
porque, a pesar de todo,
intuyo que lo mejor eres Tú.
LECTIO
DIVINA
El sembrador salió
a sembrar
+ Evangelio de
nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 13, 1-23
Jesús salió de la casa y se sentó a orillas del mar. Una gran multitud se reunió junto a Él, de manera que debió subir a una barca y sentarse en ella, mientras la multitud permanecía en la costa. Entonces Él les habló extensamente por medio de parábolas.
Les decía: «El sembrador salió a sembrar. Al esparcir las semillas, algunas
cayeron al borde del camino y los pájaros las comieron. Otras cayeron en
terreno pedregoso, donde no había mucha tierra, y brotaron en seguida, porque
la tierra era poco profunda; pero cuando salió el sol, se quemaron y, por falta
de raíz, se secaron. Otras cayeron entre espinas, y estas, al crecer, las
ahogaron. Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto: unas cien, otras
sesenta, otras treinta. ¡El que tenga oídos, que oiga!»
Los discípulos se acercaron y le dijeron: «¿Por qué les hablas por medio de
parábolas?»
Él les respondió: «A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no. Porque a quien tiene, se le dará más todavía y tendrá en abundancia, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. Por eso les hablo por medio de parábolas: porque miran y no ven, oyen y no escuchan ni entienden. Y así se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice:
Él les respondió: «A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no. Porque a quien tiene, se le dará más todavía y tendrá en abundancia, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. Por eso les hablo por medio de parábolas: porque miran y no ven, oyen y no escuchan ni entienden. Y así se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice:
"Por más
que oigan, no comprenderán,
por más que vean, no conocerán.
Porque el corazón de este pueblo se ha endurecido,
tienen tapados sus oídos y han cerrado sus ojos,
para que sus ojos no vean,
y sus oídos no oigan,
y su corazón no comprenda,
y no se conviertan,
y yo no los sane".
Felices, en cambio, los ojos de ustedes, porque ven; felices sus oídos, porque oyen. Les aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven, y no lo vieron; oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron.
por más que vean, no conocerán.
Porque el corazón de este pueblo se ha endurecido,
tienen tapados sus oídos y han cerrado sus ojos,
para que sus ojos no vean,
y sus oídos no oigan,
y su corazón no comprenda,
y no se conviertan,
y yo no los sane".
Felices, en cambio, los ojos de ustedes, porque ven; felices sus oídos, porque oyen. Les aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven, y no lo vieron; oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron.
Escuchen, entonces, lo que significa la parábola del sembrador.
Cuando alguien oye la Palabra del Reino y no la comprende, viene el Maligno y
arrebata lo que había sido sembrado en su corazón: este es el que recibió la
semilla al borde del camino. El que la recibe en terreno pedregoso es el hombre
que, al escuchar la Palabra, la acepta en seguida con alegría, pero no la deja
echar raíces, porque es inconstante: en cuanto sobreviene una tribulación o una
persecución a causa de la Palabra, inmediatamente sucumbe.
El que recibe la semilla entre espinas es el hombre que escucha la Palabra, pero las preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas la ahogan, y no puede dar fruto.
El que recibe la semilla entre espinas es el hombre que escucha la Palabra, pero las preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas la ahogan, y no puede dar fruto.
Y el que la
recibe en tierra fértil es el hombre que escucha la Palabra y la comprende.
Éste produce fruto, ya sea cien, ya sesenta, ya treinta por uno».
Palabra del Señor.
Palabra del Señor.
1. LECTURA - ¿QUÉ
DICE EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Guías para la lectura:
El sembrador
arroja al voleo la semilla en un terreno de la región montañosa de Galilea.
Como en aquella época se solía arar la tierra después de la siembra, la semilla
esparcida corre distinta suerte según las distintas clases de suelo: una parte
cae sobre el camino; otra cae entre abrojos y espinas, y otra en un terreno
pedregoso, donde no hay más que una tenue capa de tierra. Pero una buena parte
de la semilla cae en tierra fértil, y el fruto abundante compensa el esfuerzo
realizado.
Con esta
comparación, Jesús dirige la atención de sus oyentes hacia la suerte que corre
la semilla. En cada siembra hay una serie de fracasos, y no es poca la cantidad
que se pierde debido a la esterilidad del suelo; pero no por eso la siembra
resulta infructuosa. El rendimiento abundante de la semilla caída en tierra
fértil asegura el éxito de la cosecha; y la certeza del triunfo final debe
suscitar, en el momento de la siembra, una confianza esperanzada y gozosa.
Esto mismo
sucede con el Reino de Dios que irrumpe ya en la persona de Jesús. A pesar de
los obstáculos que encuentra, el Reino está llegando con una fuerza
irresistible y al fin se manifestará en la plenitud de su gloria. Nada se dice
de cuándo ni cómo llega el reinado de Dios. A Jesús le basta la certeza de su
llegada gloriosa para infundir confianza y levantar el ánimo desilusionado de
sus discípulos.
A
continuación, el evangelista interrumpe el discurso de Jesús para explicar el
sentido pedagógico de la enseñanza en parábolas (13.10-17). La pregunta de los
discípulos: ¿Por qué les hablas por medio de parábolas? no se refiere al
sentido de una parábola en particular (como en 13.36), sino el porqué de este
modo de enseñanza.
En la versión
de Mateo, las parábolas no son enigmas indescifrables. No hay en ellas nada
incomprensible, a no ser que la mente esté de antemano cerrada a la verdad.
Jesús empieza a hablar a la multitud en parábolas (v.3), no para impedirles que
entiendan, sino porque no entienden (v.13). La separación entre los que
comprenden y los que no comprenden se ha producido antes que Jesús les hable en
parábolas. La gente que ha cerrado sus oídos y endurecido su corazón sólo se
merece una enseñanza en parábolas. No son las parábolas las que “embotan” el
corazón; el endurecimiento del pueblo es anterior a la enseñanza en parábolas,
si bien estas contribuyen a que él se afiance en su obstinación y pierda lo que
antes tenía (a quien no tiene, aun lo que tiene se le quitará, v.12).
Por haber cerrado sus ojos y no haberse arrepentido, sólo recibe parábolas que
refuerzan su ceguera.
Esta
explicación de la enseñanza en parábolas adquiere su pleno sentido en el
contexto de todo el primer evangelio. Para Mateo era un problema la
incredulidad del pueblo elegido. El escándalo era aún más grave si se tiene en
cuenta que en ese momento se estaba verificando la ruptura definitiva entre la
Iglesia y el rabinismo fariseo, que ya se había vuelto declaradamente hostil al
mensaje evangélico. Por eso el evangelista, con una cita del profeta Isaías,
apela al designio de Dios: en la incredulidad de este pueblo (v.15), que
ha cerrado sus oídos a la palabra del Reino (13.19), se cumple una vez
más lo anunciado por los profetas.
La explicación
de la parábola (13.18-23) atribuye un nuevo sentido a la parábola de Jesús.
Mientras que la parábola original está centrada en el reino de Dios que llega,
el comentario fija toda su atención en los peligros que amenazan la fe de los
creyentes; es decir, adaptada la lección de la parábola a las sucesivas etapas
de la Iglesia. Esta adaptación identifica la semilla con la Palabra del reino,
e insiste, sobre todo, en los peligros que amenazan a los que escuchan la
Palabra: los peligros externos son el Maligno, la tribulación, la persecución y
el mundo; los internos son la superficialidad, la inconstancia y la seducción
de las riquezas. Sin embargo, la última palabra es de esperanza: la Palabra,
como la semilla que cae en buena tierra, da fruto abundante cuando encuentra un
corazón bien dispuesto.
2. MEDITACIÓN
- ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Preguntas para la meditación:
Ø ¿Están
mis oídos y ojos espirituales abiertos a la enseñanza de la palabra de Jesús?
Ø ¿Qué
enseñanza tomo de la parábola en la acción del sembrador?
Ø ¿Cómo
es mi terreno espiritual para recibir la semilla de la Palabra?
3. ORACIÓN -
¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL TEXTO BÍBLICO?
|
Señor, abre
mis oídos y mis ojos para recibir plenamente la palabra de Dios. Que tenga yo
tierra fértil para comprenderla y producir fruto abundante de vida.
4. CONTEMPLACIÓN
- ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?
|
Reflexiono en
los motivos que tenía Jesús para enseñar por medio de parábolas.
Leo nuevamente
la parábola y su explicación y medito en la labor del sembrador y trato de
identificarme con algún tipo de suelo donde cae la semilla.
5. ACCIÓN -
¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO BÍBLICO?
|
·
Preguntas para la acción:
Ø ¿Cómo
imitaré la tarea del sembrador?
Ø ¿Cómo
prepararé mi vida a la llegada diaria de la palabra de Dios?
Ø ¿Qué
puedo entender sobre las distintas reacciones de las personas ante el anuncio
del Evangelio y cómo puedo rezar más sabiamente por ellas?
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