10 de agosto de 2014 – TO – DOMINGO XIX – Ciclo A
¿Por qué dudaste?
PRIMERA
LECTURA
Lectura del primer libro de los
Reyes 19, 9a. 11-13a
Habiendo llegado
Elías a la montaña de Dios, el Horeb, entró en la gruta y pasó la noche. Allí
le fue dirigida la palabra del Señor. El Señor le dijo: «Sal y quédate de pie
en la montaña, delante del Señor.»
Y en ese momento
el Señor pasaba. Sopló un viento huracanado que partía las montañas y
resquebrajaba las rocas delante del Señor. Pero el Señor no estaba en el
viento. Después del viento, hubo un terremoto. Pero el Señor no estaba en el
terremoto. Después del terremoto, se encendió un fuego. Pero el Señor no estaba
en el fuego. Después del fuego, se oyó el rumor de una brisa suave. Al oírla,
Elías se cubrió el rostro con su manto, salió y se quedó de pie a la entrada de
la gruta.
Palabra de Dios.
SALMO
Sal 84, 9ab y 10. 11-12. 13-14 (R.: 8)
Voy a proclamar lo que dice el Señor:
el Señor promete
la paz,
la paz para su
pueblo y sus amigos.
Su salvación está
muy cerca de sus fieles,
y la Gloria
habitará en nuestra tierra. R.
El Amor y la
Verdad se encontrarán,
la Justicia y la
Paz se abrazarán;
la Verdad brotará
de la tierra
y la Justicia
mirará desde el cielo. R.
El mismo Señor nos
dará sus bienes
y nuestra tierra
producirá sus frutos.
La Justicia irá
delante de él,
y la Paz, sobre la
huella de sus pasos. R.
SEGUNDA
LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de
Roma 9, 1-5
Hermanos:
Digo la verdad en
Cristo, no miento, y mi conciencia me lo atestigua en el Espíritu Santo. Siento
una gran tristeza y un dolor constante en mi corazón. Yo mismo desearía ser
maldito, separado de Cristo, en favor de mis hermanos, los de mi propia raza.
Ellos son
israelitas: a ellos pertenecen la adopción filial, la gloria, las alianzas, la
legislación, el culto y las promesas. A ellos pertenecen también los
patriarcas, y de ellos desciende Cristo según su condición humana, el cual está
por encima de todo, Dios bendito eternamente. Amén.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Mateo 14, 22-33
Después que se
sació la multitud, Jesús obligó a los discípulos que subieran a la barca y
pasaran antes que él a la otra orilla, mientras él despedía a la multitud.
Después, subió a la montaña para orar a solas. Y al atardecer, todavía estaba
allí, solo.
La barca ya estaba
muy lejos de la costa, sacudida por las olas, porque tenían viento en contra. A
la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el mar. Los discípulos, al
verlo caminar sobre el mar, se asustaron. «Es un fantasma,» dijeron, y llenos
de temor se pusieron a gritar.
Pero Jesús les
dijo: «Tranquilícense, soy yo; no teman.»
Entonces Pedro le
respondió: «Señor, si eres tú, mándame ir a tu encuentro sobre el agua.»
«Ven,» le dijo
Jesús. Y Pedro, bajando de la barca, comenzó a caminar sobre el agua en
dirección a él. Pero, al ver la violencia del viento, tuvo miedo, y como
empezaba a hundirse, gritó: «Señor, sálvame.» En seguida, Jesús le tendió la
mano y lo sostuvo, mientras le decía: «Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?»
En cuanto subieron
a la barca, el viento se calmó. Los que estaban en ella se postraron ante él,
diciendo: «Verdaderamente, tú eres el Hijo de Dios.»
Palabra del Señor.
PARA
REFLEXIONAR
La inseguridad es uno de
los temas que más nos preocupan hoy. Con preocupante naturalidad asistimos al
desolador espectáculo de robos, secuestros, violaciones, asesinatos, ajustes de
cuentas, mutilaciones, y hasta lo que era fruto de la imaginación de un macabro
novelista, hoy es parte de nuestro pan cotidiano.
Experimentamos día a día que vivimos en
peligro; peligros que, de una manera o de otra, a todos nos
amenazan. Y no sólo es el peligro físico: este tiempo que nos toca vivir está
marcado profundamente por incertidumbres y riesgos concretos,
la vida está cada día más difícil, el futuro no se ve claro, y la amenaza se
siente a nivel íntimo, individual, familiar, laboral, social y hasta muchas
veces en el ámbito de la justicia.
De ahí que casi todo el mundo busca la
seguridad y protección, que no encuentra en las instituciones, de modo personal
recurriendo al poder, a la fuerza o al aislamiento. Camus había diagnosticado
que el nuestro es el siglo del miedo, y no podemos dejar de reconocer que
de esta infección, no estamos inmunes los cristianos.
Humanamente hablando, los creyentes, nos
hallamos a la intemperie como el resto de los mortales, a merced de lo que
pueda suceder bajo el peligro de los vendavales impetuosos e imprevistos que la
vida nos presenta.
***
La nefasta de Jezabel, mujer del rey,
en estrecha colaboración con los cultos cananeos y con los sacerdotes de los
Baales es la causa de que el pueblo abandone a Dios.
Elías lucha contra los sacerdotes de
Baal que perecerán en sus manos, lo que le ha valido la persecución por parte
de la reina Jezabel. Elías sale en busca de Yahvé, hacia Horeb, la
montaña del Sinaí, allí donde, según las tribus del Norte, Dios está más
presente que en el monte de Sión.
Si el huracán, el terremoto y el fuego
abrasador fueron señales de la presencia de Yahvé en el Sinaí cuando fue la
promulgación de la ley, ahora Yahvé se revela al profeta Elías en el
susurro de una brisa.
Allí experimenta la presencia de Dios y
escucha su palabra, que le confirma su misión: Elías no puede abandonar la
lucha, debe continuar la pelea.
***
Pablo se siente solidario con
su propio pueblo hasta extremos exagerados. Es un principio de amor
integral y desinteresado. Pablo lo dice y nos lo dice en serio. Está seguro de
que nunca se va a separar de Cristo.
Dios es misericordioso en extremo. Para
ello Pablo
se dedicará a exaltar la misericordia de Dios como contraposición a la rebelión de Israel, modelo de rebeliones. Pablo toma muy en serio la desobediencia de Israel, pero toma a Dios más en serio si cabe, por encima de la rebelión de Israel. Este principio es el verdadero motor de estos pasajes sobre el Dios de la misericordia, a pesar de la tragedia de Israel.
se dedicará a exaltar la misericordia de Dios como contraposición a la rebelión de Israel, modelo de rebeliones. Pablo toma muy en serio la desobediencia de Israel, pero toma a Dios más en serio si cabe, por encima de la rebelión de Israel. Este principio es el verdadero motor de estos pasajes sobre el Dios de la misericordia, a pesar de la tragedia de Israel.
En el año 57, Pablo ha recorrido ya
suficientemente los caminos del Próximo Oriente como para saber que no puede
contar con una conversión próxima de Israel.
Pablo reconoce que desciende de Israel,
que como raza ha sido escogida y predestinada desde antiguo, a jugar un papel
religioso en la historia del mundo, enumerando los privilegios que ha tenido.
El mayor de los privilegios que Israel ha
recibido históricamente es la persona misma de Jesús. Sin embargo,
esto tampoco ha sido suficiente ya que ver en Jesús a Dios Salvador es una
cuestión de fe en la promesa.
Los versículos que se leen hoy, reflejan
todo el dolor que siente por su propia nación y comparte su proceso que
va de la desolación, porque su pueblo rechaza el misterio de Cristo, a
la esperanza; y de la esperanza a la certeza de la salvación.
Lo mismo que Moisés prefería su
desaparición al aniquilamiento del pueblo, Pablo desea ser reprobado si eso
puede ayudar al pueblo, a desarrollar los múltiples privilegios recibidos.
***
Los que salieron a escuchar la palabra de
Jesús en el desierto comieron hasta saciarse pan y peces. Esperaban a un Mesías
que fuera rey de Israel, pero Jesús, cuando el pueblo quiere proclamarlo
rey, se aleja y se retira Él solo al monte para orar.
Pero antes, obliga a sus discípulos a
embarcarse, quiere alejarlos del escenario de la señal mesiánica y del contacto
con la multitud, de modo que no cedan a la tentación de ver en Él, un Mesías de
poder. Jesús no se engolosina con el milagro de la multiplicación de los panes.
Se sabe servidor del Reino, por eso se retira a hacer oración
para estrechar vínculos con el Padre, ahondar en su
voluntad y fortalece su confianza en la obra que le ha
asignado.
Mientras tanto, los discípulos en la barca
sufren las embestidas del viento tormentoso.«La barca» de los discípulos
es figura de la comunidad. Después de calmar el hambre de la
multitud que lo seguía, Jesús los ha enviado «a la otra orilla», a país pagano
donde antes habían ido con Él. El “pan debe partirse y repartirse” con todos
los pueblos, del mismo modo que se ha hecho en país judío. Sin embargo, «el
viento» contrario, les impide llevar a cabo el encargo de Jesús, encargo que
los alejaría del lugar donde está la esperanza de que Jesús triunfe convirtiéndose
en el líder de la multitud. Ven
en el reparto de los panes, una extraordinaria manifestación de poder, exclusiva de Jesús, y no el efecto de la entrega personal de Jesús, que quiere que la salvación de Dios llegue a todos los hombres.
en el reparto de los panes, una extraordinaria manifestación de poder, exclusiva de Jesús, y no el efecto de la entrega personal de Jesús, que quiere que la salvación de Dios llegue a todos los hombres.
Durante la madrugada, en medio de la
tormenta, ante los discípulos llenos de temor, Jesús aparece y se da a conocer.
La palabra «¡Animo!» disipa el temor provocado por la aparición. La
invitación a no tener miedo está sostenida por sus palabras: «Soy yo»,
fórmula de identificación con la que Dios se revelaba en el Antiguo Testamento.
Pedro se deja fascinar por el atractivo de
caminar sobre las aguas y provoca a Jesús, quiere participar de su mismo poder
y hasta de su misión; sale de la barca con gran decisión, muy seguro de
si mismo, lleno de vanidad, desafiando a todo y a todos.
Jesús no duda y lo invita; todo el que lo
sigue está llamado a entrar en la condición de hijo de Dios. Sin embargo, Pedro
«ve» el efecto del viento sobre el agua, y siente miedo, duda y se hunde. Su
fragilidad se pone en evidencia nublando todas sus seguridades: mantenerse
en pie en el camino hacia Jesús no es fruto del entusiasmo, sino de la fe.
Pedro, esperaba una identificación con Jesús sin obstáculos y
de manera milagrosa. Jesús lo deja caer en la trampa de su orgullo, para
que pueda encontrarse verdaderamente con él mismo y, que aprenda que para
ser como el Maestro, es necesaria una entrega total, que se apoya
incondicionalmente en Él.
Pedro buscó con una fe inmadura su
apoyo en lo extraordinario y milagroso, mientras que la verdadera
fe está determinada por una confianza total en Dios y en el
poder de su palabra, aún en las necesidades más extremas de la vida.
Esa fe en Jesús es la que le permitirá afrontar las dificultades de la vida y
salir adelante y es únicamente Jesús, el que podrá rehacerlo por dentro.
Pedro es modelo de todo discípulo
creyente, en su constante oscilar entre la fe en Jesús, el miedo, la duda y
los falsos apoyos.
La fe es una invitación no
a aislarnos o refugiarnos fuera del mundo, sino a lanzarnos y comprometernos
con la realidad en que vivimos, dejando de pensar sólo en nosotros mismos. Si
queremos encontrar a Dios sin problemas, jamás reconoceremos su presencia real
en nuestra vida y en el mundo. Para encontrarlo es necesario ponerse
a caminar con los riesgos de Pedro. Un caminar que no está exento de
dudas ni de inseguridades humanas, porque Jesús no alienta el deseo de querer
tener signos palpables y seguros para creer.
No hay otro signo que la vida
asumida con toda su inseguridad, confiando en Dios, que nos ofrece con su
presencia viva, la orientación en un camino que se nos va desvelando a medida
que vamos andando por él.
La fe no es posible sin el riesgo
de la fe, sin la inseguridad de la fe; pues la única seguridad de
la fe es correr el riesgo de caminar, fiados tan sólo en la palabra de
Dios, que nos da la clave para comprender el proyecto de Dios sobre un mundo, y
una historia que se nos presenta muchas veces incierta y desconcertante.
Como discípulos estamos llamados a
enfrentarnos con la vida, tal cual se presenta como los demás hombres, sin un
Dios aparte que resuelva mágicamente los problemas. Igual que todos, tendremos
dificultades para vivir, para convivir, para llevar adelante nuestro matrimonio
o la educación de los hijos; el trabajo, las enfermedades; la fe no nos da
garantía de éxito, ni da ninguna ventaja sobre las contrariedades de la vida;
aporta, eso sí, una nueva perspectiva ante ellas, da claridad para
discernirlas, valor para afrontarlas y amor para hacer de ellas,
camino de maduración personal, de salvación y de aporte, en la construcción del
Reino.
PARA
DISCERNIR
¿Cuáles son mis apoyos en el camino de mi
fe?
¿Cómo es el Jesús en el que creo?
¿Experimento la fe como una ventaja frente
a los demás?
REPITAMOS A
LO LARGO DE ESTE DÍA
…No temas yo estoy contigo…
PARA LA
LECTURA ESPIRITUAL
…”Señor, si eres tú, mándame ir a ti sobre
las aguas. Si eres tú, mándame (Mt 14,28): porque no puedo hacerlo por mí, sino
por ti. Reconoció lo que era de por sí y lo que era por aquel por cuya voluntad
creía poder lo que no podría ninguna debilidad humana. Por eso, si eres tú,
mándame, pues nada más mandarlo, se hará; lo que no puedo yo presumiendo, lo
puedes tú mandando. Y el Señor le dijo: Ven. Y bajo la palabra del que le
mandaba, bajo la presencia de quien le sostenía, bajo la presencia de quien
disponía, Pedro sin vacilar y sin demora, saltó al agua y comenzó a caminar.
Pudo lo mismo que el Señor, no por sí, sino por el Señor. Porque en otro
tiempo, fuisteis tinieblas, mas ahora sois luz, pero en el Señor (Ef. 5,8). Lo
que nadie puede hacer en Pablo o en Pedro, o en cualquier otro de los
apóstoles, puede hacerlo en el Señor. Por eso Pablo, rebajándose útilmente,
exalta al Señor diciendo muy bien: ¿Acaso ha sido crucificado Pablo por
vosotros ¿O fuisteis bautizados en el nombre de Pablo? (1 Cor 1,13). No, pues,
en mí, sino conmigo; no bajo mi poder, sino bajo el suyo.
Pedro caminó sobre las aguas por mandato
del Señor, sabiendo que por sí mismo no podía hacerlo. Por la fe pudo lo que la
debilidad humana no hubiera podido. Éstos son los fuertes en la Iglesia.
Atended, escuchad, entended, obrad. Porque no hay que tratar aquí con los
fuertes para que sean débiles, sino con los débiles para que sean fuertes. A
muchos les impide ser firmes su presunción de firmeza. Nadie logra la firmeza
de manos de Dios, sino quien reconoce en sí mismo la flaqueza: El Señor derrama
lluvia voluntaria en su heredad. ¿Por qué os adelantáis los que sabéis lo que
voy a decir? Templad la velocidad para que nos sigan los más lentos. Esto dije
y esto digo: Nadie logra de Dios la firmeza, si no reconoce en sí mismo la
flaqueza…
Así dice Pedro: Mándame ir a ti sobre las
aguas (Mt 14,28). Me atrevo, a pesar de ser hombre, pero no lo suplico a un hombre.
Mándelo el Dios hombre, para que pueda lo que no puede el hombre. Dijo: Ven.
Descendió y comenzó a caminar sobre las aguas. Pedro lo pudo, porque lo mandaba
la Piedra. Eso es lo que podía Pedro en el Señor. ¿Qué podía en sí mismo?
Sintiendo un viento fuerte, temió y comenzó a hundirse y exclamó: Señor,
líbrame, que perezco! (Mc 14,30). Presumió del Señor y pudo por el Señor; pero
titubeó como hombre y se volvió al Señor. Si decía: «Se ha movido mi pie»… ¿Por
qué se ha movido, sino porque es mío? ¿Y qué sigue? Tú misericordia, Señor, me
ayudaba (Sal 93,18). No mi poder,
sino tu misericordia. ¿Acaso el Señor abandonó al que titubeaba, si le oyó cuando llamaba? ¿Dónde queda aquello: Quién invocó al Señor, y fue abandonado por él? Y aquello: Todo el que invocare el nombre del Señor será salvo (JI 2,32). Concediendo al momento el auxilio de su diestra, alzó al que se hundía y reprendió al que desconfiaba: Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste? (Mt 14;31). Presumiste de mí y dudaste de mí”…
sino tu misericordia. ¿Acaso el Señor abandonó al que titubeaba, si le oyó cuando llamaba? ¿Dónde queda aquello: Quién invocó al Señor, y fue abandonado por él? Y aquello: Todo el que invocare el nombre del Señor será salvo (JI 2,32). Concediendo al momento el auxilio de su diestra, alzó al que se hundía y reprendió al que desconfiaba: Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste? (Mt 14;31). Presumiste de mí y dudaste de mí”…
San Agustín. Sermón 76,5-9
PARA REZAR
Dios y Padre
nuestro
que conoces nuestra poca fe
te pedimos que no desfallezca nuestra
esperanza,
que tu Espíritu renueve
nuestro ardor, que se agota buscando
otras riquezas y otros caminos.
Que tu palabra, sembrada en nuestro corazones,
crezca y dé fruto,
y así transforme nuestro mundo
y lo haga adelanto del reino definitivo.
Nos confías el cuerpo y la sangre de tu
Hijo,
que son anticipo del Reino definitivo;
Ellos son fruto de nuestra tierra y de
nuestro trabajo,
y unidos a tu obra recreadora
son ya las primicias de los tiempos
nuevos.
Que sean también, para nuestro gozo,
el alimento y la fuerza para el camino
que nos conduce
a tu encuentro.
LECTIO
DIVINA
Mándame ir a tu encuentro
sobre el agua
+ Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 14, 22-33
Después que se sació la multitud, Jesús obligó a los discípulos que subieran a la barca y pasaran antes que Él a la otra orilla, mientras Él despedía a la multitud. Después, subió a la montaña para orar a solas. Y al atardecer, todavía estaba allí, solo.
La barca ya estaba muy lejos de la costa, sacudida por las olas, porque tenían
viento en contra. A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el
mar. Los discípulos, al verlo caminar sobre el mar, se asustaron. «Es un
fantasma», dijeron, y llenos de temor se pusieron a gritar.
Pero Jesús les dijo: «Tranquilícense, soy Yo; no teman».
Entonces Pedro le respondió: «Señor, si eres tú, mándame ir a tu encuentro
sobre el agua».
«Ven,» le dijo Jesús. Y Pedro, bajando de la barca, comenzó a caminar sobre el
agua en dirección a Él. Pero, al ver la violencia del viento, tuvo miedo, y
como empezaba a hundirse, gritó: «Señor, sálvame». En seguida, Jesús le tendió
la mano y lo sostuvo, mientras le decía: «Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?»
En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó. Los que estaban en ella se
postraron ante Él, diciendo: «Verdaderamente, tú eres el Hijo de Dios».
Palabra del Señor.
Palabra del Señor.
1. LECTURA - ¿QUÉ
DICE EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Guías para la lectura:
¿Por qué
quería Jesús despedir a la multitud? Una respuesta sencilla sería: Muchas de
estas personas habían estado largo tiempo con Jesús, y están a distancia
considerable de sus casas; además, sobre la base de 14.15 se puede agregar que
la región está sumiéndose en la oscuridad. Sin embargo, hay una razón más
específica, se da en Jn 6.16: la gente quería apoderarse de Él para hacerlo
rey. Hay también una razón que se desprende del texto, Jesús quería estar solo.
Jesús en
soledad, decide ir al monte con un objetivo simple, profundo y sumamente
practicado por Él: Orar.
En ese tiempo
en medio del lago, los discípulos solos, batallan contra “enemigos marítimos
conocidos”: las embravecidas olas, el viento en contra y la llegada de la
noche.
Al amanecer,
los discípulos seguramente ya agotados por las circunstancias adversas ven algo
sobrenatural: ¡Alguien o algo con apariencia humana viene hacia ellos caminando
sobre las aguas! Su reacción inmediata ante semejante presencia es de miedo, y
se pusieron a gritar y a adelantar una explicación “lógica”: ¡Es un fantasma!
Jesús,
conociendo como nadie a los suyos adelanta una voz tranquilizadora: “Tranquilícense,
soy yo; no teman”.
Es muy
alentador, ver rápidamente en la Biblia una lista donde este mensaje de no
temer proviene de la voz divina: Jo 1.9; 11.6; 2 R 19.6; 2Cr 20.15; 32.7; Neh
4.14; Sal 49.16; 91.5; Is 10.24; 37.6; 44...8; Mt 17.7; 28.10; Mc 5.36; Lc
12.4; Jn 14.1, 27; Hch 18.9 y 1P 3.14.
Pero, el
impulsivo Pedro entra nuevamente en acción. Su entrada en escena comienza con
un acto de fe, aleja el temor, lo llama “Señor”, y le pide poder hacer lo
mismo: “Señor, si eres tú, mándame ir a tu encuentro sobre el agua”.
Su acto de fe
tiene su consecuencia inmediata. Jesús no duda en invitarlo a lo imposible,
caminar sobre el mar embravecido. Pero la fe en el llamado y poder de Jesús
tiene límites, deja de poner su mirada en Él y a pesar de haber dado unos
primeros pasos (¿los más difíciles?), comienza a mirar la “realidad” de las
olas y el viento. La fe practicada entonces entra en un cono de sombra y es
absorbida por el temor. Sin embargo, hay en ese miedo una clara noción de que
es verdaderamente Jesús el que está en el agua y que tiene poder para salvarlo
de hundirse: “Señor, sálvame”.
Jesús, desde
luego lo toma de la mano, y dado por concluido el “curso acelerado” de fe en
tiempos de crisis sorpresiva, le reprocha su fe: “Hombre de poca fe ¿por qué
dudaste?”.
Jesús acababa
de mostrar que Él podía hacer uso de los elementos de la naturaleza. Ahora
demuestra que además puede hacer que detengan su ira. Simplemente calma la
voraz tormenta entrando a la barca donde los discípulos seguían aterrorizados.
Recién en ese
momento, todos se dan cuenta de que es Jesús y de que están frente a alguien
con atributos divinos. De allí que se dirigen a Él dando ese tributo: “Los
que estaban en ella – la barca – se postraron ante él, diciendo:
Verdaderamente, tú eres Hijo de Dios”.
2. MEDITACIÓN
- ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Preguntas para la meditación:
·
¿Cuánto tiempo dedico a orar en soledad?
·
¿Cuál es mi actitud cuando me encuentro ante una crisis repentina?
·
¿Cómo está de fuerte mi fe?
3. ORACIÓN -
¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL TEXTO BÍBLICO?
|
Señor, ayúdame
en mi débil fe. Enséñame a confiar plenamente en tu amor y poder, para que en
momentos donde las tormentas inesperadas golpeen la barca de mi vida, pueda yo
ir sobre las dificultades hacia ti y encontrar paz y seguridad.
Amén.
4. CONTEMPLACIÓN
- ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?
|
“Subo” a la
barca con los discípulos y vivencio las olas y el viento en contrario.
Luego “diviso”
entre las fuertes olas la figura de alguien caminando sobre el agua.
Trato de
comprender el temor de los discípulos.
Miro a Pedro,
admiro su intrepidez, pero aprendo de su todavía débil fe.
5. ACCIÓN -
¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO BÍBLICO?
|
·
Preguntas para la acción:
·
¿De qué manera voy a considerar la presencia de Jesús en las tormentas que
ataquen mi vida?
·
¿Cómo voy a fortalecer mi débil fe?
·
¿Cómo me ayuda este pasaje a combatir el temor en mi vida?
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