16 de septiembre de 2014 – TO – MARTES DE LA SEMANA XXIV
Joven, yo te lo ordeno, levántate
PRIMERA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol
san Pablo
a los cristianos de
Corinto. 12, 12-14. 27-31a
Hermanos:
Así como el cuerpo
tiene muchos miembros, y sin embargo, es uno, y estos miembros, a pesar de ser
muchos, no forman sino un solo cuerpo, así también sucede con Cristo. Porque
todos hemos sido bautizados en un solo Espíritu para formar un solo Cuerpo
-judíos y griegos, esclavos y hombres libres- y todos hemos bebido de un mismo
Espíritu.
El cuerpo no se
compone de un solo miembro, sino de muchos.
Ustedes son el
Cuerpo de Cristo, y cada uno en particular, miembros de ese Cuerpo.
En la Iglesia, hay
algunos que han sido establecidos por Dios, en primer lugar, como apóstoles; en
segundo lugar, como profetas; en tercer lugar, como doctores. Después vienen
los que han recibido el don de hacer milagros, el don de curar, el don de
socorrer a los necesitados, el don de gobernar y el don de lenguas. ¿Acaso
todos son apóstoles? ¿Todos profetas? ¿Todos doctores? ¿Todos hacen milagros?
¿Todos tienen el don de curar? ¿Todos tienen el don de lenguas o el don de
interpretarlas?
Ustedes, por su
parte, aspiren a los dones más perfectos.
Palabra de Dios.
SALMO
Sal 99, 1-2. 3. 4. 5 (R.: 3c)
R. Nosotros somos
su pueblo y ovejas de su rebaño.
Aclame al Señor
toda la tierra,
sirvan al Señor
con alegría,
lleguen hasta él
con cantos jubilosos. R.
Reconozcan que el
Señor es Dios:
él nos hizo y a él
pertenecemos;
somos su pueblo y
ovejas de su rebaño. R.
Entren por sus
puertas dando gracias,
entren en sus
atrios con himnos de alabanza,
alaben al Señor y
bendigan su Nombre. R.
¡Qué bueno es el
Señor!
Su misericordia
permanece para siempre,
y su fidelidad por
todas las generaciones. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Lucas 7, 11-17
Jesús se dirigió a
una ciudad llamada Naím, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud.
Justamente cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, llevaban a enterrar al
hijo único de una mujer viuda, y mucha gente del lugar la acompañaba. Al verla,
el Señor se conmovió y le dijo: «No llores.» Después se acercó y tocó el féretro.
Los que lo llevaban se detuvieron y Jesús dijo: «Joven, yo te lo ordeno,
levántate.»
El muerto se
incorporó y empezó a hablar. Y Jesús se lo entregó a su madre.
Todos quedaron
sobrecogidos de temor y alababan a Dios, diciendo: «Un gran profeta ha
aparecido en medio de nosotros y Dios ha visitado a su Pueblo.»
El rumor de lo que
Jesús acababa de hacer se difundió por toda la Judea y en toda la región
vecina.
Palabra del Señor.
PARA REFLEXIONAR
Los cristianos de Corinto estaban
muy divididos. Para dar respuesta a esta situación, Pablo, ayer urgía a
crecer en unidad fraterna; y hoy desde otro punto, plantea que la Iglesia
es el Cuerpo de Cristo, y como tal Cuerpo, debe mantener su unidad con la
Cabeza y entre los varios miembros.
Pablo usa la comparación de la comunidad
con el cuerpo humano, para convencer a los corintios, de que tienen
que construir entre todos una iglesia más unida.
La motivación es
profundamente teológica. No somos una asociación que para ser eficaz tiene
que mantenerse unida. La Iglesia está convocada y unida por el
Dios Trino, en la que todos hemos sido bautizados en un mismo
Espíritu, para formar un solo cuerpo.
Para Pablo, la pluralidad y diversidad de
ministerios y carismas, debe conjugarse dinámicamente con la unidad que
nos da el ser todos, hijos del mismo Padre, miembros de Cristo Cabeza y también
miembros los unos de los otros, unidos, articulados y
animados todos vitalmente, por el mismo Espíritu.
En tiempo de san Pablo, esas oposiciones
raciales y sociales eran extremadamente notorias: entre un «esclavo» y un
«hombre libre» no había ningún punto común; ni siquiera tenían los mismos
derechos elementales en la sociedad civil.
Ser el cuerpo de Cristo, significa que
debemos ser la “visibilidad” de Cristo, signo de su presencia actual en el
mundo.
***
Dos procesiones se encuentran: por un
lado, un hijo único de una mujer viuda que llevan a enterrar fuera de
la ciudad; por otro, los discípulos que acompañan al Señor de la vida. Una
procesión es conducida por un muerto: una persona joven, una historia
truncada en el momento de mayor vitalidad; la otra, rodea al Viviente. El
hijo de la viuda y el Hijo de Dios se chocan. Ella enterraba a su único hijo, y
en adelante estará sola en la vida, sin apoyo, sin seguridad para su ancianidad.
De algún modo, está tan muerta como su hijo.
Jesús detiene a los que lo
llevan, siente compasión, ve la desgracia del otro como si fuera
suya. Dios no quiere abandonar a la muerte al hombre del que siente
compasión. Con la fuerza resucitadora de su Palabra, levanta del féretro
al joven difunto. La pérdida de este hijo querido, es transformada por la buena
nueva, en don ofrecido nuevamente a su madre.
La misericordia de Dios es la otra
cara de su poder creador: Dios ama, y su amor es vida, renacimiento,
resurrección, salvación, gracia, novedad, admirable intercambio.
Paradójicamente en la puerta de la ciudad,
el muerto y el vivo cambian su condición: el muerto será despertado a la
vida, mientras que el Vivo se encamina libremente a la muerte. En el joven
que Jesús devuelve con vida a su madre, ya está la promesa del Resucitado.
Jesús ocupa el puesto del hijo de la viuda
porque el amor compasivo, lo hace ocupar el lugar del ser amado de un modo
total y definitivo.
Jesús llamó al joven a la vida y rescató
también a la viuda condenada a la miseria, a la marginación y al dolor. Madre e
hijo, reviven a los ojos de la comunidad gracias a la compasión de Jesús;
que sin temor a entrar en contacto con la impureza de un muerto, desafía
todo tipo de prejuicios; y sin temor a la condena de sus enemigos, desafía
a la muerte misma adelantando su batalla final.
En medio de nuestro dolor, hoy tenemos
la certeza de ser escuchados, porque nuestro sufrimiento, nuestros gritos
de rebeldía o nuestra miseria silenciosa, han sido superados por el amor
compasivo de Jesús que ha tomado nuestro lugar y desde su cruz nos lleva a
la resurrección.
Por esta fe, en la que reconocemos que
Dios nos ama entrañablemente, nos crea, nos recrea y nos quiere vivos;
estamos llamados a ser testigos de la vida. El Señor resucitado se
manifiesta siempre en las obras que rescatan a los afligidos y a todos los
sufrientes de nuestros días, a quienes la vida les ha sido negada.
Jesús sigue encabezando la procesión de la
vida por los caminos de nuestra historia, para llevarnos a la celebración
festiva, de una vida de misericordia realizada en la justicia y el amor
verdadero. Esto sólo será posible en la medida en que nos animemos, como Jesús,
a ponernos en el lugar de nuestros hermanos.
PARA DISCERNIR
¿Por dónde pasa hoy la procesión de la
muerte?
¿Por dónde la de la vida?
¿En cuál me siento encolumnado?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DIA
…Señor eres el Camino, la Verdad y la
Vida…
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
«Muchacho, a ti te digo, ¡levántate!» (Lc 7,14)
…”Que nadie tenga duda, si es cristiano, que incluso
ahora los muertos resucitan. Ciertamente, todo hombre tiene ojos para ver
resucitar a los muertos como resucitó el hijo de esta viuda del que nos habla
el evangelio. Pero no todos pueden ver resucitar a los hombres que están
muertos espiritualmente. Para ello hay que haber resucitado interiormente. Es
una obra mayor resucitar a un hombre para vivir para siempre que resucitar a
alguien para volver a morir más tarde.
La madre de este joven, esta viuda, fue transportada
de alegría al ver a su hijo resucitar. Nuestra madre, la Iglesia, se alegra
también viendo todos los días la resurrección espiritual de sus hijos. El hijo
de la viuda estaba muerto en su cuerpo, pero aquellos estaban muertos en su
espíritu. Hubo llanto por la muerte del primero, pero no hubo pena por la
muerte invisible de los últimos ya que no se veía esta muerte. El único que no
quedaba indiferente era aquel que conocía estos muertos. Sólo él los podía
devolver a la vida. En efecto, si el Señor no hubiera venido a resucitar a los
muertos, el apóstol Pablo no hubiera dicho: «Levántate, tú que duermes, y
Cristo te iluminará.»”… (Ef. 5,14)
San Agustín (354-430) obispo de Hipona y doctor de la
Iglesia – Sermón 98
PARA REZAR
El valor de mi vida es tu Hijo Jesucristo.
El valor de mi vida es la sangre
que tu Hijo derramó por mí en la cruz.
Señor Jesucristo,
tómame de la mano
y llévame a disfrutar tu misericordia.
Ven, Señor Jesús, tómame de la mano
y camina conmigo en medio de tu pueblo,
y roza con tu gloria,
a los enfermos,
a los ciegos,
a los oprimidos,
a los esclavos del pecado,
a los cojos,
a los que no pueden caminar,
a los deprimidos,
a los esclavos del miedo,
y líbralos.
Camina conmigo, Señor Jesús.
Tu perfecto caminar me enamora.
Tu perfecto caminar me asombra.
Camina conmigo, Señor, entre tu pueblo.
Y toca;
toca con tu poder,
toca con tu misericordia,
toca con tu amor
El valor de mi vida es la sangre
que tu Hijo derramó por mí en la cruz.
Señor Jesucristo,
tómame de la mano
y llévame a disfrutar tu misericordia.
Ven, Señor Jesús, tómame de la mano
y camina conmigo en medio de tu pueblo,
y roza con tu gloria,
a los enfermos,
a los ciegos,
a los oprimidos,
a los esclavos del pecado,
a los cojos,
a los que no pueden caminar,
a los deprimidos,
a los esclavos del miedo,
y líbralos.
Camina conmigo, Señor Jesús.
Tu perfecto caminar me enamora.
Tu perfecto caminar me asombra.
Camina conmigo, Señor, entre tu pueblo.
Y toca;
toca con tu poder,
toca con tu misericordia,
toca con tu amor
y danos la vida. ¡Amén!
LECTIO DIVINA
Joven, yo te lo ordeno,
levántate
+ Evangelio de nuestro
Señor Jesucristo según san Lucas 7, 11-17
Jesús se dirigió a
una ciudad llamada Naín, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud.
Justamente cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, llevaban a enterrar al
hijo único de una mujer viuda, y mucha gente del lugar la acompañaba. Al verla,
el Señor se conmovió y le dijo: «No llores.» Después se acercó y tocó el
féretro. Los que lo llevaban se detuvieron y Jesús dijo: «Joven, yo te lo
ordeno, levántate.»
El muerto se
incorporó y empezó a hablar. Y Jesús se lo entregó a su madre.
Todos
quedaron sobrecogidos de temor y alababan a Dios, diciendo: «Un gran profeta ha
aparecido en medio de nosotros y Dios ha visitado a su Pueblo.»
El rumor de
lo que Jesús acababa de hacer se difundió por toda la Judea y en toda la región
vecina.
Palabra del Señor.
1 - LECTURA - ¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?
Guías
para la lectura:
En ninguna otra parte de
las Escrituras se menciona Naín. Probablemente era la actual Nein. La ubicación
probable de la misma es a 10 kilómetros al sureste de Nazaret.
Al acercarse a esta aldea
galilea, Jesús de ninguna manera estaba solo. No solamente estaban sus
discípulos con él sino también muchos otros. Podríamos muy bien llamar a esta
caravana “la peregrinación de la vida”.
Lucas no aclara que
“justamente” cuando esta peregrinación encabezada por Jesús se encontraba por
entrar por la puerta se “topa” con otra caravana. Se trataba del entierro de un
joven, único sostén de su madre viuda. Este cortejo que podríamos llamar “la
caravana de la muerte” era encabezada por esa pobre mujer.
La acción toma dramatismo
cuando ambos grupos “la peregrinación de la vida” y “la caravana de la muerte”
se encuentran frente a frente. Los primeros para entrar a la ciudad y los
segundos para ir a enterrar fuera de la ciudad a su muerto.
En el resto del relato,
Jesús realiza una serie de actos inesperados. En primer lugar le habla a la
mujer. No sólo le habla, le dice “no llores”. ¿No llorar ante semejante dolor y
frente a un futuro económico tan incierto como terrible? Como si esto fuera
poco, Jesús toca el féretro, algo que para un judío era algo impensado por
considerarse impuro. No se trataba de ataúdes como los que conocemos hoy, sino
que se utilizaban un tipo de canastos donde el muerto era llevado al
descubierto.
Estos tres actos fueron
tan significativos que produjo que ambas caravanas se paralizaran deteniéndose
en ese lugar, en ese espacio de tiempo infinito, en el silencio ensordecedor
que seguramente se provocó.
Es en este contexto que
Jesús hace su cuarto acto asombroso. ¡Le habla al muerto! Le dice ante la
mirada atónita de las dos caravanas «Joven, yo te lo ordeno, levántate.».
Lo que sucede a
continuación es extraordinario. “El muerto se incorporó y empezó a hablar”.
Jesús, sabiendo la necesidad de sostén que tenía la madre, en ningún momento
invita al joven a sumarse a su grupo de discípulos, se lo entregó a su madre.
Finalmente, las dos
caravanas se unieron en sentimiento, asombro, expresión y alabanza a la escena
extraordinaria y conmovedora que acababan de presenciar. El texto bíblico lo
narra de manera inmejorable: “Todos quedaron sobrecogidos de temor y alababan a
Dios, diciendo: «Un gran profeta ha aparecido en medio de nosotros y Dios ha visitado
a su Pueblo.»” Hecho este que no se circunscribió al comentario de los
habitantes del pueblo de Naín, sino que se “difundió por toda la Judea y en
toda la región vecina”.
2 - MEDITACIÓN -
¿QUÉ ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?
Preguntas
para la meditación:
¿Me
he encontrado alguna vez en alguna situación humanamente insoluble?
¿Jesús
puede “detener” la historia y sucesos de mi vida que me están agobiando?
¿La
palabra de Jesús cobra un lugar importante como fuente de vida?
3 - ORACIÓN -
¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL TEXTO BÍBLICO?
Señor, realmente en tu
persona como dice el texto bíblico de hoy “Dios ha visitado a su Pueblo”.
Gracias por tu misericordia y tu presencia en los momentos más difíciles de
nuestra vida. Gracias por tu palabra que nos sana, restaura, fortalece y
vivifica.
4 - CONTEMPLACIÓN
- ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?
Trato de imaginar la
escena siguiendo el relato bíblico. “Ver” las dos caravanas e interpretar el
gozo de una y el dolor de la otra.
Reflexiono en las acciones
sorprendentes de Jesús y alabo a Dios por su amor y poder.
5 - ACCIÓN
- ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO BÍBLICO?
Preguntas
para la acción:
¿Cómo
consideraré a la luz de la fe las situaciones más difíciles?
¿Qué
lugar ocupará la palabra viva de Jesús en mis situaciones personales?
¿Con
quién voy a compartir la Lectio de hoy?
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