14 de diciembre de 2014 – ADVIENTO – DOMINGO III – Ciclo A
…Estén siempre alegres…
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta
Isaías 40,1-5.9-11.
Lectura del libro del profeta
Isaías 61, 1-2a. 10-11
El espíritu del
Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. El me envió a llevar la
buena noticia a los pobres, a vendar los corazones heridos, a proclamar la
liberación a los cautivos y la libertad a los prisioneros, a proclamar un año
de gracia del Señor.
Yo desbordo de
alegría en el Señor, mi alma se regocija en mi Dios. Porque él me vistió con
las vestiduras de la salvación y me envolvió con el manto de la justicia, como
un esposo que se ajusta la diadema y como una esposa que se adorna con sus
joyas.
Porque así como la
tierra da sus brotes y un jardín hace germinar lo sembrado, así el Señor hará
germinar la justicia y la alabanza ante todas las naciones.
Palabra de Dios.
SALMO
Lc 1, 46-48. 49-50. 53-54 (R.: Is 61, 10b)
R. Mi alma se
regocija en mi Dios.
Mi alma canta la
grandeza del Señor,
y mi espíritu se
estremece de gozo en Dios, mi Salvador,
porque el miró con
bondad la pequeñez de su servidora.
En adelante todas
las generaciones me llamarán feliz. R.
Porque el
Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas:
¡su Nombre es
santo!
Su misericordia se
extiende de generación en generación
sobre aquellos que
lo temen. R.
Colmó de bienes a
los hambrientos
y despidió a los
ricos con las manos vacías.
Socorrió a Israel,
su servidor,
acordándose de su
misericordia. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol
san Pablo
a los cristianos de
Tesalónica 5, 16-24
Hermanos:
Estén siempre
alegres. Oren sin cesar. Den gracias a Dios en toda ocasión: esto es lo que
Dios quiere de todos ustedes, en Cristo Jesús. No extingan la acción del
Espíritu; no desprecien las profecías; examínenlo todo y quédense con lo bueno.
Cuídense del mal en todas sus formas.
Que el Dios de la
paz los santifique plenamente, para que ustedes se conserven irreprochables en
todo su ser -espíritu, alma y cuerpo- hasta la Venida de nuestro Señor
Jesucristo. El que los llama es fiel, y así lo hará.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Juan 1, 6-8. 19-28
Apareció un hombre
enviado por Dios, que se llamaba Juan. Vino como testigo, para dar testimonio
de la luz, para que todos creyeran por medio de él. El no era la luz, sino el
testigo de la luz.
Este es el
testimonio que dio Juan, cuando los judíos enviaron sacerdotes y levitas desde
Jerusalén, para preguntarle: « ¿Quién eres tú?» El confesó y no lo ocultó, sino
que dijo claramente: «Yo no soy el Mesías.»
« ¿Quién eres,
entonces?», le preguntaron: « ¿Eres Elías?» Juan dijo: «No.»
« ¿Eres el
Profeta?» «Tampoco», respondió.
Ellos insistieron:
« ¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado?
¿Qué dices de ti mismo?»
Y él les dijo: «Yo
soy una voz que grita en el desierto: Allanen el camino del Señor, como dijo el
profeta Isaías.»
Algunos de los
enviados eran fariseos, y volvieron a preguntarle: « ¿Por qué bautizas,
entonces, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?»
Juan respondió:
«Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay alguien al que ustedes no
conocen: él viene después de mí, y yo no soy digno de desatar la correa de su
sandalia.»
Todo esto sucedió
en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan bautizaba.
Palabra del Señor.
Para reflexionar
«La alegría es el gigantesco secreto del
cristiano» (Chesterton).
No hay ridículo más grande que
una carcajada fuera de tiempo o una alegría forzada. La alegría, el gozo,
la felicidad son palabras bastardeadas por la invasión de las
propagandas invitando a una alegría de Navidad vaciada de contenido porque se
apoya en lo que podemos comprar; en cómo debemos festejar sin saber que
festejamos.
Después de una alocada y vacía
carrera hacia la alegría de la nochebuena queda la resaca de la tristeza.
El ruido terminó, la comida también, los regalos perdieron su novedad y el
corazón queda como un plato sucio que se encuentra el 25 de diciembre por la
mañana. Confundimos la alegría con la satisfacción de pequeñas
necesidades, con la evasión y la diversión. Hacemos cosas para sentirnos
satisfechos, pero no vivimos alegres.
La alegría surge en la actividad con sentido, en
la vida, en la aceptación de las tensiones, en la capacidad
para correr un riesgo, en el coraje y empuje para las decisiones
comprometidas. La alegría, como la vida y el amor, anidan
desconcertantemente junto al dolor, el esfuerzo, el alumbramiento. Sin
la lucha y el riesgo que suponen todo esfuerzo de superación, de apertura
hacia lo nuevo, de conquista, no hay alegría.
En el mundo también hay alegría, es cierto; pero una alegría
falsa y poco duradera, provocada no pocas veces, por los logros más
superfluos, las diversiones más estúpidas o menos dignas. La fuente de nuestra
perenne alegría debe brotar de algo más hondo.
***
La comunidad ha vuelto del destierro
babilónico y se encuentra en Jerusalén. El profeta intenta unificar a
un pueblo dividido por la idolatría y que se ha aprovechado del destierro para
apoderarse de los bienes de sus dominadores.
La promesa de restauración predicha
no se ha cumplido y el templo y las murallas siguen sin reedificarse y la
desesperación cunde entre todo el pueblo. En ese contexto la voz del profeta
quiere ser un rayo de esperanza, anuncia su vocación como
una “unción” en función de los afligidos de Sión. Es el heraldo
de la buena noticia, el mensajero de la alegría para todos
los que sufren.
El profeta consuela a los afligidos
diciéndoles que el tiempo del gran cambio va a llegar; entonces verán la
compasión de Yahvé y a la vez, el juicio de sus enemigos. Proclama el año de “gracia”
porque Israel recobra la dignidad perdida y recibe una recompensa por sus
sufrimientos y de “desquite” del Señor porque Dios castiga al enemigo
por sus agresiones y violencias.
Los cautivos y prisioneros, no son aquí
los que sufren la cárcel del destierro, sino todos los que padecen por
cualquier tipo de opresión.
La llamada es a la alegría. El tiempo de
la angustia y del llanto va a pasar; llegan los días del gozo y de la felicidad.
Lo que da la seguridad y la confianza en el día del Señor, es el
Espíritu que establece el auténtico motivo de la dicha.
***
Leemos las exhortaciones con
las que concluye la primera carta de Pablo a los cristianos de
Tesalónica, escrita hacia el año 51 d C. Pablo, después de las
exhortaciones referidas al comportamiento, da unos criterios generales
de vida que marcan un estilo cristiano muy preciso: alegría, oración, acción
de gracias.
Pablo invita al cristiano a vivir su
compromiso moral dentro de la perspectiva de la venida del Señor, porque la
actitud del cristiano, en la vida de cada día, es el signo real del
advenimiento del Señor. No se trata de replegarse a una vida oculta, sino de
asumirla como signo de la venida del Señor. Lo que fundamenta esta vida,
es el Espíritu Santo, que habita en la comunidad y quiere que su fuerza
expansiva no encuentre impedimento alguno.
***
Después de un breve fragmento, la lectura
nos presenta la primera escena en la que interviene Juan y su bautismo.
Era normal bautizar a los prosélitos, era también un rito normal en la
comunidad esenia, pero aquí Juan lo hace por su cuenta y riesgo, sin
ningún tipo de vinculación a ninguna estructura.
La vida de Juan resultaba misteriosa y por
eso provocaba curiosidad e inquietud. A la delegación venida de Jerusalén para
preguntarle oficialmente quién es, responde Juan negando ser él, Elías o el
profeta, que ellos esperan. Él no es más que una voz que lo anuncia, un
testigo. Ese profeta esperado está ya presente y vive desconocido en medio de
ellos en la persona de Jesús de Nazaret. Sólo falta descubrirlo y creer
en Él.
Él está en el que sufre, en el marginado,
en el inocente. Debemos abrir los ojos y el corazón para descubrir su
presencia. Estar abiertos a lo nuevo, a lo inesperado, porque Dios viene
cuando menos se piensa, ahora lo mismo que entonces. Él es siempre el
inesperado a pesar de todas las esperas y esperanzas. Su presencia es ante todo
espiritual, invisible, interior. Esa es la condición de Dios para nosotros
mientras peregrinamos hacia la plenitud de la luz.
Hoy, domingo tercero de Adviento, es
el domingo de la alegría mesiánica por la cercanía del Salvador.
Entramos en la espera inmediata de Navidad y es justo que
pongamos nuestra mirada en Aquel que sólo puede ser causa de nuestro gozo
cumplido, el Señor, que es fiel a sus promesas, que no falla, que no
hace acepción de personas, que viene para los pobres, los que están
tristes, los que en las noches oscuras de la fe y de la esperanza ponen
su confianza sólo en Él.
En el corazón del Adviento el mensaje
de la palabra de Dios es esperanzador. El Señor nos invita a estar alegres.
Esperamos un Mesías que nos traiga la liberación y la plenitud de la
vida. Allí donde hay sufrimiento, falta de libertad, opresión, injusticia,
se tienen que despertar los sentimientos del Adviento y mirar confiados
la venida del Cristo liberador.
La alegría es una característica
esencial de la fe. Sentirse amado y salvado por Dios es un gran gozo;
sabernos hermanos de Jesucristo que ha dado su vida por nosotros, es el motivo
principal de la alegría cristiana. La alegría cristiana brota de la
acción de gracias, sobre todo por el amor que el Señor nos
manifiesta; cada domingo lo hacemos comunitariamente al celebrar la
Eucaristía.
Dios está cerca. Surge el verdadero
hombre nuevo, la verdadera revolución. La venida de Jesús nos
lanza con más fuerza al porque el futuro ha empezado ya a ser presente.
Dios quiere cambiar nuestro corazón y nos
anima a trabajar para transformar nuestra vida y nuestra sociedad. El Señor
está cerca, el Señor está entre nosotros.
En este domingo la actitud de Juan, sea
cual sea la historia en la que andamos sumergidos, nos marca una senda a los
cristianos, su misión y nuestra misión es testificar o indicar
la presencia de Cristo en el mundo, procurando que nuestro testimonio sea
transparente y los hombres descubran en nosotros el rostro de Jesús. Las
palabras de Pablo completan mostrándonos el modo. Sabemos que Jesús se
encuentra entre nosotros, sabemos que está en medio de nuestro mundo.
Que nuestra alegría, oración, solidaridad,
compasión muestre que somos más conscientes de la venida del Dios Salvador a
nuestra vida. La alegría no nace del poseer, sino al dar,
al entregarse. La alegría surge cuando el Reino se realiza mediante
el encuentro fraternal de las personas por el amor.
El mundo de hoy necesita oír un anuncio de
esperanza y ver testimonios vivientes de alegría auténtica porque
Dios se ha hecho de nuestra carne y de nuestra sangre, su Madre es nuestra
Madre y su vida es nuestra vida, somos pequeños y llenos de defectos,
pero en nosotros puede resplandecer el poder y la misericordia de Dios.
Para discernir
¿Dónde busco la felicidad, qué realidades,
qué situaciones me la proporcionan?
¿A qué me invitan estos textos hoy? ¿Me
siento movido a algún cambio de actitud, me mueven a conversión?
¿Qué testimonio necesita hoy mi entorno,
mi ambiente, mi realidad? ¿Me compromete esta Palabra?
Repitamos a lo largo de este día
…Me alegro en Dios mi Salvador…
Para la lectura espiritual
Una voz grita en el desierto
…”Una voz grita en el desierto: «Preparad
un camino al Señor, allanad una calzada para nuestro Dios.» El profeta declara
abiertamente que su vaticinio no ha de realizarse en Jerusalén, sino en el
desierto; a saber, que se manifestará la gloria del Señor, y la salvación de
Dios llegará a conocimiento de todos los hombres.
Y todo esto, de acuerdo con la historia y
a la letra, se cumplió precisamente cuando Juan Bautista predicó el
advenimiento salvador de Dios en el desierto del Jordán, donde la salvación de
Dios se dejó ver. Pues Cristo y su gloria se pusieron de manifiesto para todos
cuando, una vez bautizado, se abrieron los cielos y el Espíritu Santo descendió
en forma de paloma y se posó sobre él, mientras se oía la voz del Padre que
daba testimonio de su Hijo: Éste es mi Hijo, el amado; escuchadlo.
Todo esto se decía porque Dios había de
presentarse en el desierto, impracticable e inaccesible desde siempre. Se
trataba, en efecto, de todas las gentes privadas del conocimiento de Dios, con
las que no pudieron entrar en contacto los justos de Dios y los profetas.
Por este motivo, aquella voz manda
preparar un camino para la Palabra de Dios, así como allanar sus obstáculos y
asperezas, para que cuando venga nuestro Dios pueda caminar sin dificultad.
Preparad un camino al Señor: se trata de la predicación evangélica y de la
nueva consolación, con el deseo de que la salvación de Dios llegue a
conocimiento de todos los hombres.
Súbete a un monte elevado, heraldo de Sión;
alza fuerte la voz, heraldo de Jerusalén. Estas expresiones de los antiguos
profetas encajan muy bien y se refieren con oportunidad a los evangelistas:
ellas anuncian el advenimiento de Dios a los hombres, después de haberse
hablado de la voz que grita en el desierto. Pues a la profecía de Juan Bautista
sigue coherentemente la mención de los evangelistas.
¿Cuál es esta Sión sino aquella misma que
antes se llamaba Jerusalén? Y ella misma era aquel monte al que la Escritura se
refiere cuando dice: El monte Sión donde pusiste tu morada; y el Apóstol: Os
habéis acercado al monte Sión. ¿Acaso de esta forma se estará aludiendo al coro
apostólico, escogido de entre el primitivo pueblo de la circuncisión?
Y esta Sión y Jerusalén es la que recibió
la salvación de Dios, la misma que a su vez se yergue sublime sobre el monte de
Dios, es decir, sobre su Verbo unigénito: a la cual Dios manda que, una vez
ascendida la sublime cumbre, anuncie la palabra de salvación. ¿Y quién es el
que evangeliza sino el coro apostólico? ¿Y qué es evangelizar? Predicar a todos
los hombres, y en primer lugar a las ciudades de Judá, que Cristo ha venido a
la tierra”…
De los comentarios de Eusebio de Cesarea, obispo,
sobre el libro de Isaías – Cap. 40: PG 24, 366-367
Para rezar
Ven Señor Jesús
Ven Señor Jesús y llenanos
con la alegría de tu presencia.
Que nuestro corazón se desborde
al sentirnos amados de un modo tan grande.
Ven Señor y que contagiemos
con la sencillez y generosidad de una vida
confiada en tus manos
la esperanza en tus promesas.
Ven Señor y danos la fuerza para ser
voz de aquellos que no pueden hablar,
oración de aquellos que no saben
o se han cansado de pedir.
Ven Señor, y que pueda darte gracias
no con palabras de fórmula
sino con un corazón que te descubre a cada paso
y no deja de bendecirte por tu amor y tu ternura.
LECTIO DIVINA
En medio de ustedes hay
alguien a quien no conocen
+ Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 1, 6-8. 19-28
Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. Él no era la luz, sino el testigo de la luz.
Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. Él no era la luz, sino el testigo de la luz.
Este es el
testimonio que dio Juan, cuando los judíos enviaron sacerdotes y levitas desde
Jerusalén, para preguntarle: « ¿Quién eres tú?» El confesó y no lo ocultó, sino
que dijo claramente: «Yo no soy el Mesías.»
«¿Quién eres,
entonces?», le preguntaron: « ¿Eres Elías?» Juan dijo: «No.»
« ¿Eres el
Profeta?» «Tampoco», respondió.
Ellos
insistieron: « ¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos
han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?»
Y él les dijo:
«Yo soy una voz que grita en el desierto: Allanen el camino del Señor, como
dijo el profeta Isaías.»
Algunos de los
enviados eran fariseos, y volvieron a preguntarle: « ¿Por qué bautizas,
entonces, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?»
Juan
respondió: «Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay alguien al que
ustedes no conocen: él viene después de mí, y yo no soy digno de desatar la
correa de su sandalia.»
Todo esto
sucedió en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan bautizaba.
Palabra del Señor.
Palabra del Señor.
1. LECTURA - ¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Guías para la lectura:
La liturgia de este tercer
domingo de Adviento, nos pone en alerta con un texto, de los más profundos de
toda la literatura bíblica. Se trata del prólogo de San Juan el Evangelista.
Posiblemente en los primeros cristianos pudo ser un himno muy profundo, que
reconoce que Jesús es la Palabra Eterna que el Padre pronuncia para salvarnos.
Juan, comienza con un tema
fundamental: Antes que existiera toda la creación, ya existía “Aquel” que es la
Palabra. Para los hebreos, Palabra y persona se relacionan mucho. Por eso,
cuando se proclama la Lectura de la Biblia, se dice: Palabra de Dios, que
quiere dar una clara demostración de nuestra fe en el Jesús, el Cristo, el
esperado que a su vez es la Palabra del Padre.
Dar la palabra, o “te doy
mi palabra” es hoy en día sinónimo de que voy a cumplir lo que he prometido. Y
en Dios, que es perfecto, su misma Palabra es acción permanente. Por eso, este
prólogo de San Juan hace una síntesis de todo el Antiguo Testamento, hablando
desde la creación que se hace por medio de la Palabra de Dios y sin su Palabra,
nada se hace. Por eso, la eficacia de la Palabra. Tal vez, queridos amigos,
para poder entender mejor esto, deberíamos situarnos en el contexto de Juan.
Han pasado ya muchos años después de la muerte y resurrección del Señor y Juan
quiere dejar una síntesis de todo lo vivido con Jesús y lo celebrado con la
comunidad. Y en medio de todo esto, la mezcla de culturas que encontramos en
estos mismos textos. Aquí Juan hace un relato de todo lo que va a escribir
después, es como la primera página de un periódico donde están todos los
titulares que se pueden ver en las páginas siguientes con mayor detalle.
La Palabra que existía, es
principio de todo y en la Palabra estaba la vida, y toda la vida, nace de la
Palabra. Nos encontramos ahora en el texto, que nos presenta una nueva
creación. Un mundo nuevo, un nuevo destino para seguir. Y esta vida, la vida
verdadera, la vida con mayúscula, la vida que llega hasta la eternidad, es la
verdadera luz que ilumina la vida de todos los seres humanos. Y cuando la luz
brilla, las tinieblas huyen. La oscuridad desaparece. Pero en algunas versiones
dicen, que las tinieblas no reconocieron a la luz verdadera.
El texto nos presenta
luego como el domingo pasado a Juan el Bautista, quien viene a convencer a la
gente para que crea en la luz. Juan no era la luz, pero sí venía a hablar de la
luz. Entonces muchos jefes religiosos vienen a preguntarle quien es él.
Entonces Juan, luego del interrogatorio anuncia que está adelantando el camino
para la llegada del Mesías, de la Palabra que se hizo hombre para salvarnos, o
sea, adelantando el camino de Jesús, el Cristo. Es él quien traerá el nuevo
bautismo, o sea quien nos enseñará verdaderamente a “sumergirnos” en el
misterio completo de Dios.
2. MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Preguntas para la meditación:
·
¿En qué medida soy un anunciador de Buenas Noticias?
·
¿Qué estoy haciendo ahora, realmente para poder decir que sí estoy proclamando
el Evangelio?
·
¿Qué me diferencia del resto de la gente, cuando digo soy seguidor de la
luz verdadera?
3. ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL
TEXTO BÍBLICO?
|
Gracias
Señor por enviarnos mensajeros delante de Ti. Así como enviaste a Juan, el
Bautista que te abriera camino, hoy somos conscientes que después de tantos
años podemos creer en ti, porque hubo muchos mensajeros que llevaron tu luz a
los demás.
Mi
fe, hoy, se apoya como un eslabón en una gran cadena de hombres y mujeres de
fe, que dieron su vida, su testimonio hasta el martirio para que creamos que tú
eres la luz del mundo, la luz verdadera. Que todo lo demás son como fuegos
artificiales que explotan y desaparecen. Lo único que permanecerá hasta el fin
del mundo eres Tú Señor y más allá del fin de los tiempos Tú seguirás por
siempre en la Eternidad. Dios de Dios, Luz de Luz.
4. CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO
BÍBLICO?
|
Tomemos de este texto
algunas frases que nos acompañen en estos días para poder ir adentrándonos en
el espíritu del Adviento, que es demostrar la esperanza en la Luz Salvadora de
Cristo. Podemos seguir repitiendo frases como:
· Señor sé la luz de mi vida
·
Señor dame tu luz para compartirla con los demás
5. ACCIÓN - ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO BÍBLICO?
|
·
Preguntas para la acción:
·
¿Por quién me dejaré iluminar?
·
¿Qué gestos concretos realizaré que sean y signifiquen andar en la luz y
compartirla?
·
¿Con quien compartiré lo reflexionado en la lectio?
Gentileza
“Lectionautas”.
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