30
de diciembre de 2014 – TIEMPO DE NAVIDAD
DÍA VI DE LA
OCTAVA DE NAVIDAD
El que cumple su voluntad permanece en Él
PRIMERA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan
2, 12-17
Hijos, les escribo porque sus pecados han
sido perdonados por el nombre de Jesús.
Padres, les escribo porque ustedes conocen
al que existe desde el principio.
Jóvenes, les escribo porque ustedes han
vencido al Maligno.
Hijos, les he escrito porque ustedes
conocen al Padre.
Padres, les he escrito porque ustedes
conocen al que existe desde el principio.
Jóvenes, les he escrito porque son
fuertes, y la Palabra de Dios permanece en ustedes, y ustedes han vencido al
Maligno.
No amen al mundo ni las cosas mundanas. Si
alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay
en el mundo -los deseos de la carne, la codicia de los ojos y la ostentación de
riqueza- no vienen del Padre, sino del mundo. Pero el mundo pasa, y con él, sus
deseos.
En cambio, el que cumple la voluntad de
Dios permanece eternamente.
Palabra de Dios.
SALMO
Sal 95, 7-8a. 8b-9. 10 (R.: 11a)
R. Alégrese el cielo y goce la tierra.
Aclamen al Señor, familias de los pueblos,
aclamen la gloria y el poder del Señor;
aclamen la gloria del nombre del Señor. R.
Entren en sus atrios trayendo una ofrenda,
adoren al Señor al manifestarse su
santidad:
¡que toda la tierra tiemble ante él! R.
Digan entre las naciones: « ¡el Señor
reina!
el mundo está firme y no vacilará.
El Señor juzgará a los pueblos con
rectitud.» R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Lucas 2, 22. 36-40
Había también allí una profetisa llamada
Ana, hija de Fanuel, de la familia de Aser, mujer ya entrada en años, que,
casada en su juventud, había vivido siete años con su marido. Desde entonces
había permanecido viuda, y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del
Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones. Se presentó en ese
mismo momento y se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos
los que esperaban la redención de Jerusalén.
Después de cumplir todo lo que ordenaba la
Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret, en Galilea. El niño iba
creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con
él.
Palabra del Señor.
Para reflexionar
La primera carta de Juan define las modalidades de la
comunión con Dios: vivir con El en la luz, compartir su amor amando
a los hermanos: esto es conocerlo. Pero esa comunión supone una elección
deliberada. No es posible servir a dos amos a la vez: al Padre y al Mundo.
El término “mundo” no se refiere al mundo por el que Cristo ha
muerto y al que Dios ha amado tanto, sino esa humanidad que se niega a
admitir que su futuro depende de la iniciativa gratuita de Dios, ese mundo cuyo
príncipe es Satanás.
El cristiano no huye del mundo; forma parte activa de él y sabe que puede
llevar al mundo a su plenitud cuando vive tratando de ser dócil a los
impulsos del Espíritu de Dios.
***
En esta línea el evangelio nos presenta a esta
buena mujer, Ana que es conducida por el Espíritu. Ella es del
grupo de los «pobres de Yahvé», que esperaban confiados la
salvación de Dios y la alcanzaron a celebrar
gozosamente. Representa a las tantas personas que desde su vida de cada día
sirven a Dios y siguen el camino de Jesús, y, sin demasiada cultura
probablemente, tienen capacidad para discernir los signos de los
tiempos y de reconocer, más que los sabios, la presencia de Dios
en la vida. Esta mujer, viuda, marginada, necesitada por lo tanto de sustento
material, es una mujer religiosa que vive en profundidad su comunión
con Dios. Su religiosidad no se limita al ámbito de lo íntimo e individual.
Según Lucas, Ana tenía el don de profecía que no era algo común para
las mujeres en Israel. Dios le había concedido ese don. Su experiencia
religiosa le permitió reconocer en el niño Jesús, al Mesías y el don de
profecía, la llevó a compartir esta alegría.
Ana no descubre al Mesías de un modo mágico; había preparado
su alma y su corazón desde hacía muchos años. Su fe no
era improvisada sino que se apoyaba en una experiencia de entrega en la
oración profunda y creyente.
El descubrimiento de Jesús como Mesías no fue el
resultado de haber estado en contacto con el templo, ni con la religión, sino
directamente con Dios. La mujer servía en el templo, del mismo modo que lo
hacían los sacerdotes; pero estos últimos no reconocen la presencia de Jesús
liberador, porque eran otras sus preocupaciones. Es la experiencia con
el Dios Vivo desde donde se puede reconocer al Mesías, y no sólo desde
la pertenencia a una estructura religiosa.
La real comunión con el Dios de la Vida, abre el corazón
a la novedad de lo que el mismo Dios quiere manifestar en cada tiempo, y nos
ayuda a descubrir lo que Dios va haciendo en la historia.
El final del evangelio nos hace mirar a Jesús que va creciendo y aprendiendo.
Los largos años de Nazaret son años de camino oculto: aprendiendo de sus padres
y maestros, yendo a la sinagoga, llenándose de Dios. Su vida tan normal como la
nuestra nos da a entender que Dios estará siempre junto a aquellos que,
siendo hombres de buena voluntad, están dispuestos a
dejarse conducir por su Espíritu. Navidad es invitación a estar siempre en
la presencia del Señor: cuando oramos en el templo, pero sobre todo cuando con
nuestro modo fiel de vivir, hacemos de toda nuestra vida una continua
alabanza de su Nombre.
Para discernir
¿Qué es lo que espero más ardientemente en esta vida?
¿En qué expreso mi deseo de comunión con Dios?
¿Me dejo conducir por el Espíritu?
Repitamos a lo largo de este día
…Te alabo Señor y te doy gracias…
Para la lectura espiritual
…”Ser hijo de Dios no te hace libre de las tentaciones. Podrás
tener momentos en que te sientas tan bendecido por Dios, tan en Dios, tan
amado, como para olvidar que vives aún en un mundo de potencias y de
principados. Pero tu inocencia de hijo de Dios tiene necesidad de ser
protegida. De otro modo serás fácilmente catapultado fuera de tu verdadero yo y
experimentarás la fuerza devastadora de las tinieblas que te rodean.
Este salir de ti mismo puede sobrevenirte como una gran sorpresa.
Antes que seas plenamente consciente podrás encontrarte derrotado por la
concupiscencia, por la ira, por el resentimiento o por la avidez. Un cuadro,
una persona, un gesto, pueden desencadenar estas emociones fuertes y
destructivas y seducir tu yo inocente.
Como hijo de Dios, debes ser prudente. No puedes andar
sencillamente por el mundo como si nada o nadie pudiesen hacerte daño.
Continúas siendo extremadamente vulnerable: La mismas pasiones que te hacen
amar a Dios pueden ser utilizadas por las potencias del mal.
Los hijos de Dios necesitan apoyo, protección, ayudarse unos a
otros cercanos al corazón de Dios. Tú perteneces a una minoría en un mundo
grande y hostil. Haciéndote más consciente de tu verdadera identidad de hijo de
Dios, distinguirás también más claramente las muchas fuerzas que tratan de
convencerte de que todas las realidades espirituales son un falso sustituto de
las cosas reales de la vida (…).
No te fíes de tus pensamientos ni de tus sentimientos cuando te
encuentras fuera de ti mismo. Vuelve rápidamente a tu centro verdadero y no
prestes atención a lo que te ha llevado a engaño. Gradualmente llegarás a estar
mejor preparado para estas tentaciones y ellas tendrán cada vez menos poder
sobre ti. Protege tu inocencia ateniéndote a la verdad: eres hijo de Dios y
eres profundamente amado”…
H. J. M. Nouwen, La voz interior del amor, Madrid 1998.
Para rezar
Ante nada, para
nada
Hay vidas que se consumen
a través de una ventana,
mueren sin encontrar
un camino,
mueren de no haber partido.
hay plegarias que son su propio eco;
esperanzas que son espejos:
aguardan sólo lo que aguardan,
se transforman en la estatua
de aquello que esperaban,
son el miedo a perder
no el deseo del encuentro.
Hay otras, otras vidas, que laten vida:
buscan lo aún sin nombre
hacen del azar su esperanza,
no miran a lo lejos
hacen de la lejanía un atajo.
es la de hombres que hablan con palabras
que no son palabras son golpes
contra el pecho de la vida,
como los que dan contra las paredes
los presidiarios
para que desde otra celda respondan.
son como mudos moviendo
los labios dentro de una ronda de ciegos,
como mudos, sí,
pero sin cerrar la boca, sin traicionar el grito.
Y hay vidas que ni gritan
ni golpean,
que no tienen ni siquiera una tapia donde
tatuar un nombre,
donde inscribir su paso,
son vidas a la intemperie:
es la espera en carne viva
como la de un mendigo en medio
de un páramo
ante nadie, para nada,
pero sin bajar ni cerrar la mano.
LECTIO DIVINA
El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno
de sabiduría
+ Evangelio de
nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
2, 22-40
Cuando llegó el día fijado por la Ley de
Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al
Señor, como está escrito en la Ley: Todo varón primogénito será consagrado al
Señor. También debían ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o de pichones de
paloma, como ordena la Ley del Señor.
Vivía entonces en Jerusalén un hombre
llamado Simeón, que era justo y piadoso, y esperaba el consuelo de Israel. El
Espíritu Santo estaba en él y le había revelado que no moriría antes de ver al
Mesías del Señor. Conducido por el mismo Espíritu, fue al Templo, y cuando los
padres de Jesús llevaron al niño para cumplir con él las prescripciones de la
Ley, Simeón lo tomó en sus brazos y alabó a Dios, diciendo:
«Ahora, Señor, puedes dejar que tu
servidor muera en paz, como lo has prometido, porque mis ojos han visto la salvación
que preparaste delante de todos los pueblos: luz para iluminar a las naciones
paganas y gloria de tu pueblo Israel.»
Su padre y su madre estaban admirados por
lo que oían decir de él. Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la
madre: «Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel;
será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón.
Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos.»
Había también allí una profetisa llamada
Ana, hija de Fanuel, de la familia de Aser, mujer ya entrada en años, que,
casada en su juventud, había vivido siete años con su marido. Desde entonces
había permanecido viuda, y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del
Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones. Se presentó en ese
mismo momento y se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos
los que esperaban la redención de Jerusalén.
Después de cumplir todo lo que ordenaba la
Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret, en Galilea. El niño iba
creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con
él.
Palabra del Señor.
LECTURA - ¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?
Guías para la lectura:
Luego de la presentación de Jesús en el templo, el
evangelio nos dice que “el niño crecía y se fortalecía, llenándose de saber”.
Es un texto que nos confirma que el Hijo de Dios se hizo semejante a nosotros
en todo, menos en el pecado (Heb 2, 17; 4,15).
Porque si bien él tenía un conocimiento y una
fortaleza especiales, no dejaba de ser un ser humano como nosotros, y también
experimentaba lo que es ir descubriendo cosas nuevas, aprendiendo, creciendo,
llenándose de sabiduría. Él, siendo infinito y perfecto, quiso también
experimentar lo que es hacer un camino como el que vamos haciendo nosotros en
la historia de la vida.
Él asumió una vida humana, pero como toda vida humana
en esta tierra, no nació plenamente acabado, sino que también tuvo que
“hacerse” con el paso del tiempo. Si no fuera así, tendríamos que decir que
Jesús es el Hijo de Dios que se hizo hombre, pero hombre celestial, y no un
hombre terreno como nosotros. Mas la palabra de Dios nos dice que “aunque era
Hijo de Dios, aprendió por sus propios sufrimientos qué significa obedecer; de
este modo, él alcanzó la perfección (Heb 5, 8-9).
Si bien su
sabiduría superaba a la de cualquier otro ser humano, podemos decir que cuando
era un niño tenía la sabiduría que puede alcanzar un niño, sin llegar a tener,
antes de tiempo, una psicología de adulto; cuando fue adolescente tuvo la
plenitud de sabiduría que puede tener un adolescente, pero sin dejar de serlo.
Hizo un camino, porque fue un hombre de esta tierra.
Texto extraído de “El Evangelio de cada día”
Víctor M. Fernández - Editorial San Pablo – Página 53.
MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?
Preguntas para la
meditación:
¿Qué enseñanza me deja la fe y constancia
de Ana?
¿Qué ejemplo nos ofrece el crecimiento
armónico del niño Jesús tanto física como espiritualmente?
¿Qué significa que “la gracia de Dios
estaba con él”?
ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL TEXTO
BÍBLICO?
Señor Jesús, tú asumiste el desafío de tener que
crecer, no te clausuraste en una perfección acabada. Dame la gracia de
reconocer y aceptar que mi vida no está acabada, que no tengo toda la verdad,
que necesito crecer en fortaleza y en gracia. No permitas que me encierre en lo
que ya he alcanzado o que niegue el dinamismo de la vida.
CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?
Reflexiono acerca de la importancia del ministerio
silencioso de la profetisa Ana que servía a Dios noche y día con sus ayunos y
oraciones y su sensibilidad para reconocer al Mesías en el niño Jesús.
Medito en los primeros años de Jesús y su
fortalecimiento completo en cuerpo y alma.
ACCIÓN - ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO BÍBLICO?
Preguntas para la acción:
¿Cuál es la misión que se me ha
encomendado?
¿Cómo vivo mi crecimiento de discípulo
misionero?
¿Con quién compartiré lo reflexionado en
la Lectio de hoy?
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