8 de febrero de 2015 – TO – DOMINGO
V – Ciclo B
…Ay de mí si no
anuncio el Evangelio…
PRIMERA LECTURA
Lectura del Libro de Job 7,1-4.6-7
Habló Job diciendo:
“El hombre está en la tierra cumpliendo un
servicio, sus días son los de un jornalero. Como el esclavo, suspira por la
sombra, como el jornalero, aguarda el salario. Mi herencia son meses baldíos,
me asignan noches de fatiga; al acostarme pienso: ¿Cuándo me levantaré? Se
alarga la noche y me harto de dar vueltas hasta el alba. Mis días corren más que
la lanzadera, y se consumen sin esperanza. Recuerda que mi vida es un soplo, y
que mis ojos no verán más la dicha.
Palabra de Dios.
SALMO
Sal 146
R: Alaben al Señor, que sana los corazones
destrozados.
Alaben al Señor, que la música es buena;
nuestro Dios merece una alabanza
armoniosa.
El Señor reconstruye Jerusalén,
reúne a los deportados de Israel. R.
Él sana los corazones destrozados,
venda sus heridas.
Cuenta el número de las estrellas,
a cada una la llama por su nombre. R.
Nuestro Señor es grande y poderoso,
su sabiduría no tiene medida.
El Señor sostiene a los humildes,
humilla hasta el polvo a los malvados. R.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del Apóstol
San Pablo
a los cristianos de Corinto 1 Cor
9,16-19.22-23
Hermanos: El hecho de predicar no es para
mí motivo de orgullo. No tengo más remedio y, ¡ay de mí si no anuncio el
Evangelio! Si yo lo hiciera por mi propio gusto, eso mismo sería mi paga. Pero,
si lo hago a pesar mío, es que me han encargado este oficio. Entonces, ¿cuál es
la paga? Precisamente dar a conocer el Evangelio, anunciándolo de balde, sin
usar el derecho que me da la predicación del Evangelio. Porque, siendo libre
como soy, me he hecho esclavo de todos para ganar a los más posibles. Me he
hecho débil con los débiles, para ganar a los débiles, me he hecho todo a
todos, para ganar, sea como sea, a algunos. Y hago todo esto por el Evangelio,
para participar yo también de sus bienes.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Marcos
1, 29-39
En aquel tiempo, al salir Jesús y sus
discípulos de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La
suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la
tomó de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. Al
anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y
endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos
enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían,
no les permitía hablar.
Se levantó de madrugada, se marchó al
descampado y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron y, al
encontrarlo, le dijeron. “Todo el mundo te busca.” Él les respondió: “Vamonos a
otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he
salido.” Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando
los demonios.
Palabra del Señor.
Para reflexionar
“No somos nada”, “de carne somos”, “hoy
estamos y mañana no estamos”, “la Iglesia es un gran consuelo”: son las frases
más comunes que solían, o suelen, escucharse en los velorios. Estas, y muchas
otras, intentan responder al misterio del dolor y de la muerte. Misterios y
realidades siempre presentes en la vida de los hombres. Ciertamente uno de los
datos más comunes de nuestra existencia humana es el del sufrimiento.
Sufrimiento que se encuentra en todas
partes, en todas las generaciones, en todos los pueblos, en todas las
circunstancias. Este sufrimiento plantea no pequeños interrogantes y aparecen
con frecuencia muy lejos, de lo que la fe nos asegura; las experiencias del mal
y el sufrimiento, de las injusticias y de la muerte parecen contradecir la
Buena Nueva.
***
El breve fragmento del libro de Job es una
consideración sobre el drama del dolor humano y la fuerza del mal
incomprensible. La vida es trabajar, y total para nada; la vida son las noches
de fatiga del enfermo, que no tiene ni el consuelo del sueño…
Job es un hombre acosado por todos los
males: ha perdido sus bienes, ha perdido sus hijos, ha perdido la salud. Y no
ha hallado otra cosa que la incomprensión de su mujer, que le incita a renegar
de Dios y a desear la muerte.
Este hombre que sufre suspira por la
recompensa y el descanso, pero no halla más que noches de insomnio, y su
herencia no es otra que el tiempo perdido.
Job se convierte en portavoz de todos los
hombres que sufren y recoge en sus palabras la experiencia de toda la
humanidad. Al tratar de comprender su caso, en el contexto del sufrimiento
humano, Job nos ofrece también en su paciencia y en la lucha de su fe, un
ejemplo válido para todos.
***
San Pablo se encuentra en una discusión
con la comunidad de Corinto, en la cual existen facciones que lo critican y
cuestionan su autoridad. Pablo, responde haciendo una defensa radical de su
misión y declara su absoluta libertad, frente a toda manipulación o poder
humano. El apóstol desea dejar en claro la pureza de su mensaje, que no está
vendido a ningún “cliente” ni moldeado por ningún interés personal. Esta
libertad en Cristo, le permite al apóstol ser un servidor de los demás.
San Pablo vive tan profundamente el
misterio de Cristo que no puede callarlo. El dedicarse a predicarlo, es el
propio premio por el convencimiento y persuasión de que esa actividad, es la
mejor a que puede dedicarse el hombre, a imitación del propio Señor. Es el
servicio a la continuación de lo que Jesús hizo en su vida. Para ello, es
condición imprescindible, estar traspasado del Señor y de su escala de valores.
***
Este primer capítulo de Marcos describe la
actividad apostólica de Jesús a lo largo de las primeras semanas de su
ministerio. Después de pasar por el desierto y de encontrarse con Juan el
Bautista, va al encuentro de las multitudes, y de las más miserables. Jesús se
dirige a Galilea, llega a Cafarnaún, predica por primera vez en la
sinagoga, se hospeda en casa de Pedro y lo primero que hace, es curar a la
suegra del apóstol que estaba postrada a causa de la fiebre.
Además del hecho de la curación, la
actitud de Jesús presenta características novedosas dado que un rabino nunca se
habría dignado acercarse a una mujer y tomarla de la mano para devolverle la
salud. Tampoco se habría dejado servir por una mujer. Jesús invierte todos los
presupuestos de las relaciones sociales y también da al “servicio” una nueva
cualidad y un nuevo contenido.
Jesús, en esta jornada simbólica, resumen
de lo que hará durante tres años: enseña, manifiesta su poder y salva.
La acción de Jesús es más que una simple
curación, es una acción salvadora. La que ha sido sanada se pone a servir tanto
a Jesús como a sus discípulos. La “buena nueva”, el “Reino de Dios”, no es
solamente una “proclamación”, es también una “acción” que libera del mal.
Con la caída de la noche, se
desencadena un movimiento en todo el pueblo y le llevaron todos los
enfermos y endemoniados. “Curó a muchos enfermos de diversos males y
expulsó muchos demonio”. Cristo es la respuesta de Dios al mal que padece la
humanidad. Cura a la suegra de Pedro, libera a muchos enfermos de
diversos males y expulsa demonios.
Será una constante en su vida pública. La
mayor parte de su tiempo la dedica a a sanar a los enfermos y a liberar a
los endemoniados como la expresión más viva de la gran compasión y
solidaridad de Dios por cada uno de los hombres. Quien se acercaba a Él,
recibía lo que necesitaba para seguir el camino de la vida. Jesús no se
conforma con el mundo tal como está. Lo quiere cambiar. Y no se limita al
espíritu, sino que actúa en todo el hombre.
A pesar del entusiasmo de la gente, Jesús
se va al desierto a orar. La oración en Jesús es una necesidad y el clima que
envuelve su vida y su tarea. Busca el encuentro con Dios Padre en el silencio.
La oración de Jesús va estrechamente unida a su misión. Para Jesús, la vida y
la historia no se entiende sin Dios, que es el Padre, su “Abba”. “Necesitaba
calmarse, apaciguarse, consultarse en su intimidad para encontrar allí la
proximidad de su Padre, el sentido verdadero de su misión, su indulgencia para
con los hombres, su fe en su fuerza de redención. Y luego volvía a los suyos
renovado, luminoso y sereno” -L. Evely-. En la oración Cristo continúa su
servicio en favor de los hombres, los lleva al Padre, los hace encontrarse con
el Padre.
Los discípulos todavía no pueden entender
cómo es posible que Jesús, pierda la ocasión de encontrarse con el entusiasmo
de los hombres de Cafarnaúm. La respuesta de Jesús manifiesta que el pueblo no
se encuentra solamente en la capital, sino que hay que ir por la gente donde
está, sin dejarse engañar por el triunfalismo que le puede ofrecer la gente de
las ciudades importantes.
Jesús rechaza este éxito pasajero y
recorrerá los pueblos vecinos. El universalismo de Jesús, que lo lleva a
predicar en la ciudad pagana de Tiro, choca con la mentalidad cerrada de Pedro
y los demás apóstoles. Jesús busca despertar la fe en todos, dejando el resto
del trabajo a los discípulos y a la propia comunidad.
La actitud generosa de Jesús hacia una
humanidad doliente y acongojada, esclava del pecado y de todas sus secuelas, es
una clara imagen de lo que debe ser nuestra vida como Iglesia: ser una familia
donde nuestra acción llegue no sólo hacia los que están dentro, sino que se
abra y llegue hacia los que están afuera.
La Iglesia no es solamente la casa de
Jesús y de los discípulos que creen, sino que debe expandirse, para
transformarse en la casa de todos. No podemos caer en la trampa de tratar de
buscar la perfección y pasarnos la vida «formándonos y creciendo», encerrados
en nosotros mismos, y con esta excusa, olvidarnos de la obligación fundamental
de anunciar el evangelio.
Anunciar el Evangelio no significa hacer
proselitismo, no se trata de ampliar el número de fieles, dejándolos en
la situación en que se encuentren, sino que se trata de llevar un anuncio
salvador, efectivo; un anuncio, que sea capaz de denunciar y cambiar las
cosas y las personas. No se puede decir simplemente que Dios es bueno; es
nuestra misión hacer efectivamente presente esa bondad.
Anunciar hoy el Reino exige construirlo
simultáneamente. Como la de Jesús, nuestra evangelización no puede ser sólo
cuestión de hablar, sino de hacer, de construir: luchar contra el mal, sanar,
curar, rehabilitar a los hermanos, ponernos a su servicio, acompañar y
dignificar la vida que, en todas sus manifestaciones, es manifestación de la
mano misericordiosa de Dios.
La oración debe impulsar y dar sentido a
esta lucha. Debe ayudarnos a sintonizar con el designio de Dios, a confiar en
Él, pero al mismo tiempo a asumir nuestras responsabilidades. En la oración
vemos las cosas desde más lejos, partimos hacia nuevas metas, robustecemos la
unión con el Padre, y vamos encontrando el camino adecuado de nuestra misión,
con una seguridad íntima.
Nuestra oración será verdadera en la
medida que se asemeje a la de Jesús: una oración de hijos, una oración llena de
confianza y de entrega. Rezar es tomar conciencia de la paternidad de Dios,
acordarnos una y otra vez del don que nos ha confiado, recordar que lo que le
hemos pedido ya nos lo ha dado. Rezar es hacernos más permeables a la realidad
del mundo y tomar una opción ante ella. No rezamos para convencer a Dios para
darnos, sino para vencer nuestra resistencia y abrirnos a su llamada y a su
gracia.
La oración no es sólo culmen de la
actividad, sino fuente de actividad. Llegada y también punto de partida hacia
nuevos caminos.
Jesús ha venido y sigue viniendo a
expulsar lo demoníaco y a curar toda dolencia, a fin de que se restablezca la
salud de la humanidad y se haga patente el reino de Dios.
Con la fuerza que nos da la oración,
debemos esforzarnos por mantener vivo el mensaje de Jesús, anunciando que la
enfermedad, el sufrimiento, la muerte, no son la esencia ni el destino del
hombre, hecho para la vida. Si bien no podemos repetir los milagros de Jesús a
nuestro antojo, para ayudar a todos los que necesitan, debemos acercarnos a los
hombres para hacer nuestras sus preocupaciones, alegrías, dolores y esperanzas.
Acercarnos a los heridos por la vida, a los marginados, a los que sufren
física, moral o espiritualmente, para intentar aliviar el sufrimiento con
palabras de esperanza y gestos concretos de ternura sanadora.
El reino de Dios está entre nosotros y
debe ser vivido ya en la alegre esperanza de la dicha que vendrá. Para ello es
necesario que la Iglesia no se quede dentro de las iglesias, que los discípulos
no nos quedemos limitados a nuestras comunidades. Es preciso compartir la vida,
trabajar en todas las realidades humanas, hablar y actuar en el corazón de la
vida de los hombres con la certeza de que Jesús camina con nosotros y por su
gracia sigue salvando.
Para discernir
¿Qué aspectos de mi anuncio del Reino, me
invita a revisar los textos de hoy?
¿Busco momentos para ir a la oración, para
hacer oración, me abro a su llamada?
¿Qué obstáculos me impiden imitar la
generosidad de Jesús?
Repitamos a lo largo de este día
…Envíame Señor, más allá de mis fronteras…
Para la lectura espiritual
…”La compasión es una cosa diferente a la
piedad. La piedad sugiere distancia, incluso una cierta condescendencia. Yo
actúo frecuentemente con piedad: doy dinero a un mendigo en las calles de
Toronto o de Nueva York, pero no le miro a los ojos, no me siento a su lado, no
le hablo. Mi dinero sustituye a mi atención personal y me proporciona una
excusa para proseguir mi camino.
La compasión, en cambio, es un movimiento
de solidaridad hacia abajo. Significa hacerse próximo a quien sufre. Ahora
bien, sólo podemos estar cerca de otra persona si estamos dispuestos a
volvernos vulnerables nosotros mismos. Una persona compasiva dice: «Soy tu
hermano; soy tu hermana; soy humano, frágil y mortal, justamente como tú. No me
producen escándalo tus lágrimas. No tengo miedo de tu dolor. También yo he
llorado. También yo he sufrido». Podemos estar con el otro sólo cuando el otro
deja de ser «otro» y se vuelve como nosotros.
Tal vez sea ésta la razón principal por la
que, en ciertas ocasiones, nos parece más fácil mostrar piedad que compasión.
La persona que sufre nos invita a llegar a
ser conscientes de nuestro propio sufrimiento. ¿Cómo puedo dar respuesta a la
soledad de alguien si no tengo contacto con mi propia experiencia de la
soledad? ¿Cómo puedo estar cerca de un minusválido si me niego a reconocer mis
minusvalías? ¿Cómo puedo estar con el pobre si no estoy dispuesto a confesar mi
propia pobreza? Debemos reconocer que hay mucho sufrimiento y mucho dolor en
nuestra vida, pero ¡qué bendición cuando no tenemos que vivir solos nuestro
dolor y nuestro sufrimiento!
Estos momentos de verdadera compasión son
a menudo, además, momentos sin palabras, momentos de profundo silencio. Recuerdo
haber pasado por una experiencia en la que me sentía totalmente abandonado: mi
corazón estaba sumido en la angustia, mi mente enloquecía por la desesperación,
mi cuerpo se debatía con violencia. Lloraba, gritaba, pataleaba contra el suelo
y me daba contra la pared. Como en el caso de Job, tenía a dos amigos conmigo.
No me dijeron nada: simplemente, estaban allí. Cuando, algunas horas más tarde,
me calmé un poco, todavía estaban allí. Me echaron encima sus brazos y me
tuvieron abrazado, meciéndome como a un niño”…
H. J. M. Nouwen, Vivir en el Espíritu, Brescia 41998,
pp. 101-103, passim.
Para rezar
Señor, deseo alabarte, bendecirte y darte
gracias con todo el corazón por esta tu Palabra, escrita para mí, hoy,
pronunciada por tu Amor por mí, porque Tú me amas verdaderamente.
Gracias, porque has venido, has bajado,
has entrado en mi casa y me has alcanzado precisamente allí donde estaba
enfermo, donde me quemaba una fiebre enemiga; has llegado allí donde yo estaba
lejano y solo. Y me has abrazado.
Me has tomado de la mano y me has
levantado, devolviéndome la vida plena y verdadera que viene de Ti, la que se
vive junto a Ti. Por ahora soy feliz, Señor mío.
Gracias porque has atravesado mi
obscuridad, has vencido la noche con tu potente oración, solitaria, amorosa;
has hecho resplandecer tu luz en mi, en mis ojos y ahora yo también veo de
nuevo, estoy iluminado por dentro.
También yo rezo contigo y también crezco
gracias a esta oración que hemos hecho juntos.
Señor, gracias porque me lanzas hacia los
otros, hacia mundos nuevos, fuera de las puertas de la casa. Yo no soy del
mundo, lo sé, pero estoy y quedo dentro del mundo, para continuar amándolo y
evangelizándolo.
Señor, tu Palabra puede hacer el mundo más
bello.
Gracias, Señor. Amén.
LECTIO DIVINA
Sanó a muchos enfermos que
sufrían diversos males
+ Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 1, 29-39
Jesús fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron de inmediato. Él se acercó, la tomó de la mano y la hizo levantar. Entonces ella no tuvo más fiebre y se puso a servirlos.
Al atardecer, después de ponerse el sol, le llevaron a todos los enfermos y endemoniados, y la ciudad entera se reunió delante de la puerta. Jesús sanó a muchos enfermos, que sufrían de diversos males, y expulsó a muchos demonios; pero a estos no los dejaba hablar, porque sabían quién era Él.
Por la mañana, antes que amaneciera, Jesús se levantó, salió y fue a un lugar
desierto; allí estuvo orando. Simón salió a buscarlo con sus compañeros, y
cuando lo encontraron, le dijeron: «Todos te andan buscando».
Él les respondió: «Vayamos a otra parte, a predicar también en las poblaciones
vecinas, porque para eso he salido». Y fue predicando en las sinagogas de toda
la Galilea y expulsando demonios.
Palabra del
Señor.
1. LECTURA - ¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Guías para la lectura:
La curación de la suegra
de Simón (Pedro) destaca un detalle no despreciable; que apenas fue curada se
puso a servir a los demás, con lo cual se indica que la obra de Jesús en
nuestras vidas pide como respuesta una actitud de servicio.
También es importante el
detalle de la mano de Jesús que la toca para curarla, ya que hace referencia a
“la mano fuerte de Dios” tan mencionada en el Antiguo Testamento (Sal 62, 9;
73,23).
Pero la narración de las
curaciones es interrumpida para decir que Jesús se apartaba para orar. Esa
mención de Jesús levantándose muy temprano para asegurarse ese tiempo de
oración, destaca la necesidad de alimentarnos en el encuentro íntimo con el
Padre en medio de la actividad y de las preocupaciones de la vida.
Luego se indica que Jesús
no quería clausurarse en un lugar porque tenía que llegar a todos. Del
encuentro del Padre sacaba una libertad interior que le permitía no aferrarse a
nada y lanzarse a lo que el Padre le indicara.
Inmediatamente se aclara
que la misión consistía también en “expulsar demonios”, lo cual no se entiende
de la manera restringida como suele interpretarse (como si fueran seres
malignos), sino que esa expulsión está simbolizando la liberación de todo tipo
de males, sobre todo de los males más profundos del corazón humano, a través de
su palabra que es viva y eficaz.
2. MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO
BÍBLICO?
|
· Preguntas para la meditación:
·
¿La salud y la sanidad es un fin en sí mismo o es un medio para el
servicio?
·
¿Qué me enseña la intensidad diaria de sanidad llevada a cabo por Jesús?
·
¿Qué aprendo de la decisión de Jesús de empezar el día en un lugar tranquilo y
apartado para orar?
3. ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL
TEXTO BÍBLICO?
|
Señor, tócame con tu mano
fuerte y libérame de los males más profundos de mi vida; libérame sobre todo
del egoísmo, que no me permite servir a los demás, y de la indiferencia, que no
me deja llevar tu Palabra con alegría.
4. CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO
BÍBLICO?
|
Reflexiono en la
intensidad de hacer el bien a todos por parte de Jesús.
Medito en el equilibrio
entre acción y oración en su forma de administrar su día.
Pienso en el profundo
significado de liberación que Jesús hace de su poder.
5. ACCIÓN - ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO
BÍBLICO?
|
·
Preguntas para la acción:
·
¿Me dedicaré hoy a hacer el bien intensamente?
·
¿Estoy dispuesto a comenzar cada día a solas con el Señor y en oración,
buscando su guía?
·
¿Mis acciones buscan la liberación de otros?
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