17 de marzo de 2015 – T. de Cuaresma – MARTES DE LA SEMANA IV
Levántate,
toma tu camilla y camina
PRIMERA LECTURA
Lectura de la profecía de
Ezequiel 47, 1-9. 12
El hombre me hizo
volver a la entrada de la Casa, y vi que salía agua por debajo del umbral de la
Casa, en dirección al oriente, porque la fachada de la Casa miraba hacia el
oriente. El agua descendía por debajo del costado derecho de la Casa, al sur
del altar. Luego me sacó por el camino de la puerta septentrional, y me hizo
dar la vuelta por un camino exterior, hasta la puerta exterior que miraba hacia
el oriente. Allí vi que el agua fluía por el costado derecho.
Cuando el hombre
salió hacia el este, tenía una cuerda en la mano. Midió quinientos metros y me
hizo caminar a través del agua, que me llegó a los tobillos. Midió otros
quinientos metros y me hizo caminar a través del agua, que me llegó a las
rodillas. Midió otros quinientos metros y me hizo caminar a través del agua,
que me llegó a la cintura. Luego midió otros quinientos metros, y ya era un
torrente que no pude atravesar, porque el agua había crecido: era un agua donde
había que nadar, un torrente intransitable.
El hombre me dijo:
« ¿Has visto, hijo de hombre?», y me hizo volver a la orilla del torrente. Al
volver, vi que a la orilla del torrente, de uno y otro lado, había una inmensa
arboleda.
Entonces me dijo:
«Estas aguas fluyen hacia el sector oriental, bajan hasta la estepa y van a
desembocar en el Mar. Se las hace salir hasta el Mar, para que sus aguas sean saneadas.
Hasta donde llegue el torrente, tendrán vida todos los seres vivientes que se
mueven por el suelo y habrá peces en abundancia. Porque cuando esta agua llegue
hasta el Mar, sus aguas quedarán saneadas, y habrá vida en todas partes adonde
llegue el torrente.
Al borde del
torrente, sobre sus dos orillas, crecerán árboles frutales de todas las
especies. No se marchitarán sus hojas ni se agotarán sus frutos, y todos los
meses producirán nuevos frutos, porque el agua sale del Santuario. Sus frutos servirán
de alimento y sus hojas de remedio.»
Palabra de Dios.
SALMO
Sal 45, 2-3. 5-6. 8-9 (R.: 8)
R. El Señor de los
ejércitos está con nosotros,
nuestro baluarte es el Dios de Jacob.
El Señor es
nuestro refugio y fortaleza,
una ayuda siempre
pronta en los peligros.
Por eso no
tememos, aunque la tierra se conmueva
y las montañas se
desplomen hasta el fondo del mar. R.
Los canales del
Río alegran la Ciudad de Dios,
la más santa
Morada del Altísimo.
El Señor está en
medio de ella: nunca vacilará;
él la socorrerá al
despuntar la aurora. R.
El Señor de los
ejércitos está con nosotros,
nuestro baluarte
es el Dios de Jacob.
Vengan a
contemplar las obras del Señor,
él hace cosas
admirables en la tierra. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Juan 5, 1-3a. 5-16
Se celebraba una
fiesta de los judíos y Jesús subió a Jerusalén.
Junto a la puerta
de las Ovejas, en Jerusalén, hay una piscina llamada en hebreo Betsata, que
tiene cinco pórticos. Bajo estos pórticos yacía una multitud de enfermos,
ciegos, paralíticos y lisiados, que esperaban la agitación del agua.
Había allí un
hombre que estaba enfermo desde hacía treinta y ocho años. Al verlo tendido, y
sabiendo que hacía tanto tiempo que estaba así, Jesús le preguntó: « ¿Quieres
curarte?»
El respondió:
«Señor, no tengo a nadie que me sumerja en la piscina cuando el agua comienza a
agitarse; mientras yo voy, otro desciende antes.»
Jesús le dijo:
«Levántate, toma tu camilla y camina.»
En seguida el
hombre se curó, tomó su camilla y empezó a caminar.
Era un sábado, y
los judíos dijeron entonces al que acababa de ser curado: «Es sábado. No te
está permitido llevar tu camilla.»
El les respondió:
«El que me curó me dijo: “Toma tu camilla y camina.”» Ellos le preguntaron: «
¿Quién es ese hombre que te dijo: “Toma tu camilla y camina?”»
Pero el enfermo lo
ignoraba, porque Jesús había desaparecido entre la multitud que estaba allí.
Después, Jesús lo
encontró en el Templo y le dijo: «Has sido curado; no vuelvas a pecar, de lo
contrario te ocurrirán peores cosas todavía.»
El hombre fue a
decir a los judíos que era Jesús el que lo había curado. Ellos atacaban a
Jesús, porque hacía esas cosas en sábado.
Palabra del Señor.
Para reflexionar
El agua, como principio de vida, es una
imagen que se encuentra con frecuencia en la Biblia. Los torrentes en el
Antiguo Testamento son símbolo de la vida que Dios da,
especialmente en los tiempos mesiánicos.
Ezequiel utiliza la imagen del torrente de
agua milagrosa, que mana del lado derecho del templo, que es el lugar de la
presencia de Dios. El agua que brota del templo, o sea, que viene de Dios va
hacia el oriente que es la zona más árida, purifica y cura todo a su paso haciendo
que los campos produzcan fértiles frutos y que el mar muerto se llene de vida.
***
En el evangelio de hoy, San Juan nos
presenta a Jesús realizando un “signo”, un milagro, en sábado. Era una fiesta
de los judíos, pero la multitud, tirada en los pórticos, está, por tanto,
excluida de la fiesta, de la alegría de la vida, de la felicidad.
En Jerusalén, se encuentra la piscina de
Betsata, que significa casa de la misericordia y que tiene cinco pórticos. Los
pórticos del templo eran el lugar de la enseñanza oficial de la Ley de Moisés.
Para muchos, los pórticos son un símbolo de los cinco libros de la Ley, que mal
interpretados sólo sirven para provocar la opresión y la muerte del pueblo.
Se arrastraban hacia allí gran cantidad de
lisiados y multitud de mendigos, que colocándose al borde de la piscina,
esperaban poder algún día recobrar la salud. Imagen de una humanidad que vive
esperando inútilmente la salvación de quien no puede darla. El agua de Betsata
era estéril, no podía producir un nacimiento nuevo.
Jesús se acerca a ellos, concretamente a
uno que lleva treinta y ocho años, toda una vida ahí, esperando por Dios,
esperando que otros le den la posibilidad de Dios. Ahora Dios se acerca a él.
Este hombre es signo de la muchedumbre agobiada por el peso de la ley. Por eso
la curación que va a efectuar Jesús, es el signo de la liberación de aquello
que los somete. Jesús no se preocupa de cumplir el precepto del descanso; para
Él cuenta sólo el bien del hombre, sin importarle el momento. A los dirigentes
judíos, no les alegrará que el hombre recobre la salud; por el contrario, los
alarmará el atrevimiento de dispensar de las obligaciones religiosas, que ellos
imponen. Por este motivo, inmediatamente, piensan en matarlo.
Jesús, al verlo y sabiendo que ya llevaba
mucho tiempo, le dice: “¿Quieres quedar sano?” A este hombre y a todo ese
pueblo que él representa, Jesús quiere darle la salud. Al hombre sin fuerzas,
víctima de su enfermedad, incapaz de movimiento, de acción, de iniciativa,
Jesús implícitamente le ofrece una esperanza de salvación.
El enfermo desea la curación, pero está
fuera de su alcance porque no tiene a nadie que lo lleve a la piscina cuando el
agua se agita. Jesús le dice: “levántate y anda”. El hombre que estaba
paralítico desde hacía treinta y ocho años, encadenado a su pasado de desdicha,
se pone de pie. Le da la salud y con ella la capacidad de actuar por sí mismo.
Aquí hay un “agua viva” que tiene como un poder de resurrección: suscita seres
vivos. Es un agua que da vida.
“Levántate, toma tu camilla y anda”.
Comienzo de una vida nueva. Cuando Dios da el agua viva, el viejo mundo
desaparece. El hombre ahora puede caminar a donde quiera. La camilla que
cargaba con el hombre inválido; ahora, curado, es cargada por él.
Es la vida nueva de los bautizados. Dios
quiere un “hombre de pie”, un hombre que avanza. La salvación no viene de
la “magia” del agua o del cumplimiento estricto de la ley, sino de la persona
de Jesús, del Hijo de Dios, que es el único que tiene el agua de la vida y la
generosidad para darla en abundancia.
Nuestra vida se renueva y reverdece cuando
el Espíritu nos inunda. Bautizados en la muerte y resurrección de Jesús,
pertenecemos a una tierra liberada. El Señor vino a sanarnos de nuestros males,
vino a perdonarnos nuestros pecados, vino a darnos la capacidad de caminar. El
que quiera ser su discípulo, debe ir tras las mismas huellas que Él nos ha
dejado, huellas de amor y de servicio a los demás.
Renovados en el bautismo, somos curados de
la parálisis de nuestros pecados; y podemos salir al encuentro de todos los
hombres, para anunciar las maravillas que Dios hace siempre a favor de los
humildes, los pequeños, los enfermos y los pobres.
Para discernir
¿Cuáles son mis ataduras más viejas?
¿Cuáles son las parálisis del corazón que
no me dejan andar en libertad?
¿Dejo que su gracia se instale en mi vida
desde la constancia?
¿Hago memoria de lo que Dios ha hecho en
mí para que pueda seguir haciéndolo?
Repitamos a lo largo de este día
…Devuélveme la alegría de tu salvación…
Para la lectura espiritual
…Volviendo a un hombre totalmente sano,
Jesús le confiere la vida en plenitud; se exhorta ciertamente al hombre a no
pecar más, pero él no hace más que una cosa: “andar”. A diferencia del ciego de
nacimiento, después de su curación, no se pone a proclamar que Jesús es un
profeta, ni se pone a confesar su fe, sino que es simplemente un signo vivo de
la vida transmitida por el Hijo, y en este sentido expresa al Padre. No hay
ninguna consigna de que no “reniegue”, sino el deber de existir, de “caminar”
simplemente. El creyente es un hombre que camina, si permanece en relación con
el Hijo y, por Él, con el Padre [...].
¿Cómo transmite Jesús la verdad que
habitaba en Él? Él sabe que la Palabra es creadora de vida y sabe también que
la Palabra traducida en palabras corre el peligro de verse confundida con el
parloteo del lenguaje humano. Por eso empieza dando la salud a un hombre que
llevaba muchos años enfermo; y sólo a continuación ilumina su acción [...]. Al
realizar esta acción en día de sábado, suscita una cuestión sobre la autoridad
de su misma persona, y luego explica su sentido.
De esta manera, todo discípulo puede
aprender también la forma de comunicar su experiencia de fe. Frente a los que
no la comparten, me siento tentado a combatir con palabras que expresen la
verdad. Pero de esta manera me olvidaría de que las palabras no son solamente
un medio de comunicación, sino también un obstáculo para el encuentro con otro.
Por el contrario, si pongo al otro en presencia de un acto que invite a
reflexionar sobre ese ser extraño que soy yo (cf. Jn 3,8), entonces
se entabla un diálogo, no con palabras que se cruzan, sino entre unos seres
vivos, discípulos, para comunicarse a través de unos gestos que ofrecen
sentido…
León-Dufour, Lectura del evangelio de Juan, Salamanca
1992, II, 67-68.
Para rezar
Señor, danos tu mano
y renová tu invitación.
Sumerginos en el agua viva de tu amor,
que no me paralice la vieja desconfianza,
que no me ate el pecado sin esperanza,
que no me hunda en el hombre viejo que no
cambia.
Sé que me das tu gracia,
sé que ella me levanta,
sé que sin ella no camino.
Dame la constancia y la perseverancia
de recordar como tu pascua
han hecho nueva mi historia.
LECTIO DIVINA
En seguida el hombre se curó
+ Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 5, 1-3a. 5-16
Se celebraba una fiesta de los judíos y Jesús subió a Jerusalén.
Se celebraba una fiesta de los judíos y Jesús subió a Jerusalén.
Junto a la
puerta de las Ovejas, en Jerusalén, hay una piscina llamada en hebreo Betsata,
que tiene cinco pórticos. Bajo estos pórticos yacía una multitud de enfermos,
ciegos, paralíticos y lisiados, que esperaban la agitación del agua.
Había allí un
hombre que estaba enfermo desde hacía treinta y ocho años. Al verlo tendido, y
sabiendo que hacía tanto tiempo que estaba así, Jesús le preguntó: «¿Quieres
curarte?»
El respondió:
«Señor, no tengo a nadie que me sumerja en la piscina cuando el agua comienza a
agitarse; mientras yo voy, otro desciende antes.»
Jesús le dijo:
«Levántate, toma tu camilla y camina.»
En seguida el
hombre se curó, tomó su camilla y empezó a caminar.
Era un sábado,
y los judíos dijeron entonces al que acababa de ser curado: «Es sábado. No te
está permitido llevar tu camilla.»
Él les
respondió: «El que me curó me dijo: "Toma tu camilla y camina."»
Ellos le preguntaron: «¿Quién es ese hombre que te dijo: "Toma tu camilla
y camina?"»
Pero el
enfermo lo ignoraba, porque Jesús había desaparecido entre la multitud que
estaba allí.
Después, Jesús
lo encontró en el Templo y le dijo: «Has sido curado; no vuelvas a pecar, de lo
contrario te ocurrirán peores cosas todavía.»
El hombre fue
a decir a los judíos que era Jesús el que lo había curado. Ellos atacaban a
Jesús, porque hacía esas cosas en sábado.
Palabra del Señor.
Palabra del Señor.
1. LECTURA - ¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Guías para la lectura:
Jesús descubre entre la
multitud a un enfermo desamparado de todos y necesitado de alguien que acudiera
en su auxilio. Jesús se fija en el más desamparado, en el más necesitado, en el
imposibilitado de socorrerse a sí mismo: en el pobre.
La mirada de Jesús
penetra lo más íntimo del corazón. Lo descubre todo, pero prefiere que seamos
nosotros quienes le descubramos nuestras intimidades. El deseo de curarnos lo
tiene Él más que nosotros, pero no nos quiere curar hasta que nosotros lo
deseemos y se lo pidamos. Esta es la razón de ser de la oración.
El que ora se da cuenta de
su necesidad y pide auxilio. Nadie nos puede solucionar nuestros más hondos
problemas, ni satisfacer nuestras más íntimas necesidades. A veces hemos hecho
todo de nuestra parte, pero nada hemos conseguido.
Es entonces la hora de
reconocer que sólo Cristo puede solucionar nuestros problemas; es la hora de
acudir a Jesús con plenitud de confianza, pero con no menos seguridad de
nuestra indigencia.
Es entonces cuando en la
oración descubrimos que el Señor es Alguien que se preocupa por nosotros y con
quien se ha de tener relaciones personales; es entonces cuando descubrimos que,
aunque todos nos abandonen, Jesús está siempre a nuestro lado con su poder y su
bondad.
Cuando Jesús ve de nuevo
al enfermo paralítico al que había curado, lo amonesta. No dice Jesús que la
enfermedad haya sido consecuencia del pecado; simplemente advierte al enfermo
que la gracia de la curación lo obliga a convertirse y que, de olvidarla, se
expone a algo peor que su pasada enfermedad.
El milagro es, pues, la
señal de una resurrección espiritual.
Cuanto tú resucites a la
vida de la gracia por el Sacramento de la Penitencia , deberás ir con cuidado
para no volver a tu antiguo pecado; debes sentir íntimamente la necesidad de
una sincera y honda conversión que te aleje cada vez más del pecado y te haga
vivir cada vez con mayor firmeza y seguridad la vida de la gracia.
Con una vida de gracia se
puede reparar una vida anterior de pecado; con la intensidad del amor presente
se puede hacer olvidar la tibieza de la vida pasada.
Texto extraído de “El Evangelio meditado para cada día del año”
Alfonso Milagro – Editorial Claretiana – Páginas 145-146.
2. MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Preguntas para la meditación:
· ¿Por qué sólo Jesús se fija en el
paralítico y se preocupa por su situación?
· ¿Qué esperaba el paralítico que Jesús
hiciera por él y qué hizo realmente el Señor?
· ¿Con quiénes se enojan los judíos y por
qué?
3. ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL TEXTO
BÍBLICO?
|
Señor, yo
necesito muchas veces que me invites a levantarme y caminar erguido por la
vida. Ayúdame con tu gracia y tu perdón a vivir en santidad en respuesta a tu
permanente mirada sobre mí.
4. CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO
EL TEXTO BÍBLICO?
|
Reflexiono
acerca de la mirada misericordiosa y personal de Jesús en comparación con la
indiferencia y el juicio de los otros integrantes de la historia.
Medito en la
reacción fundamentalista de esos judíos y en su preocupación por las normas más
que por la sanidad de una persona.
5. ACCIÓN - ¿CÓMO VOY A
VIVIR EL TEXTO BÍBLICO?
|
·
Preguntas para la acción:
· ¿Me reconozco necesitado de la voz del
Señor que me invite a levantarme y caminar?
· ¿Soy sensible a la necesidad de las
personas que me rodean al punto de detenerme e interesarme por su situación
para ayudarlos?
· ¿Tengo tendencia a miradas
fundamentalistas de juicio que privilegian la norma a la persona? ¿Cómo voy a
cambiarlas por actitudes de amor?
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