¡Bendito el que viene en nombre del
Señor!
+ Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 11, 1-10
Cuando se aproximaban a Jerusalén, estando ya al pie del monte de los Olivos, cerca de Betfagé y de Betania, Jesús envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: «Vayan al pueblo que está enfrente y, al entrar, encontrarán un asno atado, que nadie ha montado todavía. Desátenlo y tráiganlo; y si alguien les pregunta: “¿Qué están haciendo?”, respondan: “El Señor lo necesita y lo va a devolver en seguida.”»
Ellos fueron y encontraron un asno atado cerca de una puerta, en la calle, y lo desataron. Algunos de los que estaban allí les preguntaron: «¿Qué hacen? ¿Por qué desatan ese asno?»
Ellos respondieron como Jesús les
había dicho y nadie los molestó. Entonces le llevaron el asno, pusieron sus
mantos sobre él y Jesús se montó. Muchos extendían sus mantos sobre el camino;
otros, lo cubrían con ramas que cortaban en el campo. Los que iban delante y los
que seguían a Jesús, gritaban: «¡Hosana! ¡Bendito el que viene en nombre del
Señor! ¡Bendito sea el Reino que ya viene, el Reino de nuestro padre David!
¡Hosana en las alturas!»
Palabra del Señor.
Palabra del Señor.
PARA REFLEXIONAR
Jesús procedía de su tierra de Galilea
y se acercaba a Jerusalén para celebrar la fiesta de la Pascua, fiesta
que reunía a todos los judíos para recordar las grandes obras que Dios
había hecho por su pueblo elegido.
Con Jesús, muchos se encaminaban
también hacia Jerusalén. Gente de muchos lugares y también muchos de Galilea
que habían escuchado su predicación sobre el Reino de Dios y lo habían
visto acercarse a los pobres y a los débiles, también lo habían visto
curar a los enfermos y luchar contra la injusticia y la mentira.
Jesús hace su entrada en Jerusalén
como Mesías en un humilde burrito como había sido profetizado por Zacarías
muchos siglos antes. Es aclamado como enviado de Dios con cantos mesiánicos y
llenos de alegría porque este pueblo conocía bien las profecías
Jesús admite el homenaje. Aunque que
para Él es un llamado a establecer un reino de paz y de reconciliación sus
partidarios se imaginan que es el inicio de un reinado temporal como nación
poderosa que acabe con el sometimiento de Israel a los romanos.
Sin embargo las características de
esta entrada “triunfal” no tienen nada de triunfalistas. Jesús no se
presenta como un vencedor al frente de un regimiento, sino como
un rey pacífico. Esta entrada representó para Jesús la entrada en su
pasión.
Hoy las palmas anuncian victoria y
triunfo: “¡Viva! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
¡Bendito el Reino que llega!”. Porque hacia la Pascua caminamos,
seguros de que después de la cruz explotará el ¡Aleluya! de la resurrección.
Al conmemorar ritualmente este
episodio de la vida de Cristo, nosotros deseamos proclamar que Jesús
es nuestro Rey. Pero su realeza no consiste en la posesión de un
dominio universal humano sino que ha sido conquistada al precio del
sacrificio de su propia vida.
Participar en esta liturgia hace posible
que también nosotros formemos parte de la muchedumbre que lo acompañó aquel
día. Nosotros, hoy, también aclamamos a Jesús y queremos que su camino,
su estilo, su manera de hacer, sea también la nuestra porque reconocemos,
aunque nos cueste, que son los únicos que valen la pena.
Nosotros, hoy, sabemos que el camino
de Jesús acabará con la muerte en la cruz. Sabemos que su libertad, su
amor, su entrega a los pobres y a los débiles no serán bien recibidas por
los poderes de este mundo y que lo condenarán a una muerte terrible.
Nosotros, hoy, al iniciar la Semana
Santa,
decimos con nuestros ramos y nuestras palmas que le agradecemos su amor fiel hasta la muerte, amor del que nacerá vida por siempre, vida para todos, vida capaz de transformarnos a todos.
decimos con nuestros ramos y nuestras palmas que le agradecemos su amor fiel hasta la muerte, amor del que nacerá vida por siempre, vida para todos, vida capaz de transformarnos a todos.
Su amor es más fuerte que la muerte,
que el mal, que el pecado. Nuestro caminar al lado de Jesús con
tantos hermanos en la fe que tienen nuestros mismos gozos y
esperanzas, nuestros mismos anhelos e inquietudes a lo largo de esta
semana, es el mejor discipulado para nuestra vida de cada día.
Que estos ramos y palmas que
tenemos en las manos sean, hoy y cada día, la señal de nuestra fe, la
señal de nuestra alegría de seguir a Jesús, la señal de nuestra
convicción profunda de que su camino es el único camino de vida y de
salvación para siempre.
Jesús quiere también entrar hoy
triunfante en la vida de los hombres sobre una cabalgadura humilde: quiere que
demos testimonio de Él, en la sencillez de nuestro trabajo bien hecho,
con nuestra alegría serena y con nuestra sincera preocupación por los demás.
MISA
Lectura del libro del profeta
Isaías 50, 4-7
El mismo Señor me ha dado
una lengua de discípulo, para que yo sepa reconfortar al fatigado con una
palabra de aliento. Cada mañana, él despierta mi oído para que yo escuche como
un discípulo.
El Señor abrió mi oído y
yo no me resistí ni me volví atrás. Ofrecí mi espalda a los que me golpeaban y
mis mejillas, a los que me arrancaban la barba; no retiré mi rostro cuando me
ultrajaban y escupían.
Pero el Señor viene en mi
ayuda: por eso, no quedé confundido; por eso, endurecí mi rostro como el
pedernal, y sé muy bien que no seré defraudado.
Palabra de Dios.
SALMO
Sal 21, 8-9. 17-18a. 19-20. 23-24 (R.: 2a)
R. Dios
mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Los que me ven, se burlan
de mí,
hacen una mueca y mueven
la cabeza, diciendo:
«Confió en el Señor, que
él lo libre;
que lo salve, si lo quiere
tanto.» R.
Me rodea una jauría de
perros,
me asalta una banda de
malhechores;
taladran mis manos y mis
pies.
Yo puedo contar todos mis
huesos. R.
Se reparten entre sí mi
ropa
y sortean mi túnica.
Pero tú, Señor, no te quedes
lejos;
tú que eres mi fuerza, ven
pronto a socorrerme. R.
Yo anunciaré tu Nombre a
mis hermanos,
te alabaré en medio de la
asamblea:
«Alábenlo, los que temen
al Señor;
glorifíquenlo,
descendientes de Jacob;
témanlo, descendientes de
Israel.» R.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de Filipos 2, 6-11
Jesucristo, que era de
condición divina, no consideró esta igualdad con Dios como algo que debía
guardar celosamente: al contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición
de servidor y haciéndose semejante a los hombres. Y presentándose con aspecto
humano, se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz.
Por eso, Dios lo exaltó y
le dio el Nombre que está sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús, se
doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y toda lengua
proclame para gloria de Dios Padre: «Jesucristo es el Señor.»
Palabra de Dios
Pasión de nuestro Señor Jesucristo
según san Marcos
14, 1-15, 47
Buscaban la manera de arrestar a Jesús
con astucia, para darle muerte
C. Faltaban
dos días para la fiesta de la Pascua y de los panes Acimos. Los sumos
sacerdotes y los escribas buscaban la manera de arrestar a Jesús con astucia,
para darle muerte. Porque decían:
S. «No lo hagamos durante la fiesta, para que no se produzca un tumulto en el pueblo.»
S. «No lo hagamos durante la fiesta, para que no se produzca un tumulto en el pueblo.»
Ungió mi cuerpo anticipadamente para la
sepultura
C. Mientras
Jesús estaba en Betania, comiendo en casa de Simón el leproso, llegó una mujer
con un frasco lleno de un valioso perfume de nardo puro, y rompiendo el frasco,
derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús. Entonces algunos de los que
estaban allí se indignaron y comentaban entre sí:
S. «¿Para qué este derroche de perfume? Se hubiera podido vender por más de trescientos denarios para repartir el dinero entre los pobres.»
C. Y la criticaban. Pero Jesús dijo:
+ «Déjenla, ¿por qué la molestan? Ha hecho una buena obra conmigo. A los pobres los tendrán siempre con ustedes y podrán hacerles bien cuando quieran, pero a mí no me tendrán siempre. Ella hizo lo que podía; ungió mi cuerpo anticipadamente para la sepultura. Les aseguro que allí donde se proclame la Buena Noticia, en todo el mundo, se contará también en su memoria lo que ella hizo.»
S. «¿Para qué este derroche de perfume? Se hubiera podido vender por más de trescientos denarios para repartir el dinero entre los pobres.»
C. Y la criticaban. Pero Jesús dijo:
+ «Déjenla, ¿por qué la molestan? Ha hecho una buena obra conmigo. A los pobres los tendrán siempre con ustedes y podrán hacerles bien cuando quieran, pero a mí no me tendrán siempre. Ella hizo lo que podía; ungió mi cuerpo anticipadamente para la sepultura. Les aseguro que allí donde se proclame la Buena Noticia, en todo el mundo, se contará también en su memoria lo que ella hizo.»
Prometieron a Judas Iscariote darle
dinero
C. Judas
Iscariote, uno de los Doce, fue a ver a los sumos sacerdotes para entregarles a
Jesús. Al oírlo, ellos se alegraron y prometieron darle dinero. Y Judas buscaba
una ocasión propicia para entregarlo.
¿Dónde está mi sala,
en la que voy a comer el cordero pascual con mis discípulos?
en la que voy a comer el cordero pascual con mis discípulos?
C. El
primer día de la fiesta de los panes Acimos, cuando se inmolaba la víctima
pascual, los discípulos dijeron a Jesús:
S. «¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la comida pascual?»
C. El envió a dos de sus discípulos, diciéndoles:
+ «Vayan a la ciudad; allí se encontrarán con un hombre que lleva un cántaro de agua. Síganlo, y díganle al dueño de la casa donde entre: El Maestro dice: “¿Dónde está mi sala, en la que voy a comer el cordero pascual con mis discípulos?” El les mostrará en el piso alto una pieza grande, arreglada con almohadones y ya dispuesta; prepárennos allí lo necesario.»
C. Los discípulos partieron y, al llegar a la ciudad, encontraron todo como Jesús les había dicho y prepararon la Pascua.
S. «¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la comida pascual?»
C. El envió a dos de sus discípulos, diciéndoles:
+ «Vayan a la ciudad; allí se encontrarán con un hombre que lleva un cántaro de agua. Síganlo, y díganle al dueño de la casa donde entre: El Maestro dice: “¿Dónde está mi sala, en la que voy a comer el cordero pascual con mis discípulos?” El les mostrará en el piso alto una pieza grande, arreglada con almohadones y ya dispuesta; prepárennos allí lo necesario.»
C. Los discípulos partieron y, al llegar a la ciudad, encontraron todo como Jesús les había dicho y prepararon la Pascua.
Uno de ustedes me entregará, uno que
come conmigo
C. Al
atardecer, Jesús llegó con los Doce. Y mientras estaban comiendo, dijo:
+ «Les aseguro que uno de ustedes me entregará, uno que come conmigo.»
C. Ellos se entristecieron y comenzaron a preguntarle, uno tras otro:
S. «¿Seré yo?»
C. El les respondió:
+ «Es uno de los Doce, uno que se sirve de la misma fuente que yo. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre será entregado: más le valdría no haber nacido!»
+ «Les aseguro que uno de ustedes me entregará, uno que come conmigo.»
C. Ellos se entristecieron y comenzaron a preguntarle, uno tras otro:
S. «¿Seré yo?»
C. El les respondió:
+ «Es uno de los Doce, uno que se sirve de la misma fuente que yo. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre será entregado: más le valdría no haber nacido!»
Esto es mi Cuerpo. Esta es mi Sangre, la
Sangre de la alianza
C. Mientras
comían, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus
discípulos, diciendo:
+ «Tomen, esto es mi Cuerpo.»
C. Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, y todos bebieron de ella. Y les dijo:
+ «Esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos. Les aseguro que no beberé más del fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el Reino de Dios.»
+ «Tomen, esto es mi Cuerpo.»
C. Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, y todos bebieron de ella. Y les dijo:
+ «Esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos. Les aseguro que no beberé más del fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el Reino de Dios.»
Antes que cante el gallo por segunda
vez, me habrás negado tres veces
C. Después
del canto de los Salmos, salieron hacia el monte de los Olivos. Y Jesús les
dijo:
+ «Todos ustedes se van a escandalizar, porque dice la Escritura: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas. Pero después que yo resucite, iré antes que ustedes a Galilea.»
C. Pedro le dijo:
S. «Aunque todos se escandalicen, yo no me escandalizaré.»
C. Jesús le respondió:
+ «Te aseguro que hoy, esta misma noche, antes que cante el gallo por segunda vez, me habrás negado tres veces.»
C. Pero él insistía:
S. «Aunque tenga que morir contigo, jamás te negaré.»
C. Y todos decían lo mismo.
+ «Todos ustedes se van a escandalizar, porque dice la Escritura: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas. Pero después que yo resucite, iré antes que ustedes a Galilea.»
C. Pedro le dijo:
S. «Aunque todos se escandalicen, yo no me escandalizaré.»
C. Jesús le respondió:
+ «Te aseguro que hoy, esta misma noche, antes que cante el gallo por segunda vez, me habrás negado tres veces.»
C. Pero él insistía:
S. «Aunque tenga que morir contigo, jamás te negaré.»
C. Y todos decían lo mismo.
Comenzó a sentir temor y a angustiarse
C. Llegaron
a una propiedad llamada Getsemaní, y Jesús dijo a sus discípulos:
+ «Quédense aquí, mientras yo voy a orar.»
C. Después llevó con él a Pedro, Santiago y Juan, y comenzó a sentir temor y a angustiarse. Entonces les dijo:
+ «Mi alma siente una tristeza de muerte. Quédense aquí velando.»
C. Y adelantándose un poco, se postró en tierra y rogaba que, de ser posible, no tuviera que pasar por esa hora. Y decía:
+ «Abba -Padre- todo te es posible: aleja de mí este cáliz, pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya.»
C. Después volvió y encontró a sus discípulos dormidos. Y Jesús dijo a Pedro:
+ «Simón, ¿duermes? ¿No has podido quedarte despierto ni siquiera una hora? Permanezcan despiertos y oren para no caer en la tentación, porque el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil.»
C. Luego se alejó nuevamente y oró, repitiendo las mismas palabras. Al regresar, los encontró otra vez dormidos, porque sus ojos se cerraban de sueño, y no sabían qué responderle. Volvió por tercera vez y les dijo:
+ «Ahora pueden dormir y descansar. Esto se acabó. Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levántense! ¡Vamos! Ya se acerca el que me va a entregar.»
+ «Quédense aquí, mientras yo voy a orar.»
C. Después llevó con él a Pedro, Santiago y Juan, y comenzó a sentir temor y a angustiarse. Entonces les dijo:
+ «Mi alma siente una tristeza de muerte. Quédense aquí velando.»
C. Y adelantándose un poco, se postró en tierra y rogaba que, de ser posible, no tuviera que pasar por esa hora. Y decía:
+ «Abba -Padre- todo te es posible: aleja de mí este cáliz, pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya.»
C. Después volvió y encontró a sus discípulos dormidos. Y Jesús dijo a Pedro:
+ «Simón, ¿duermes? ¿No has podido quedarte despierto ni siquiera una hora? Permanezcan despiertos y oren para no caer en la tentación, porque el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil.»
C. Luego se alejó nuevamente y oró, repitiendo las mismas palabras. Al regresar, los encontró otra vez dormidos, porque sus ojos se cerraban de sueño, y no sabían qué responderle. Volvió por tercera vez y les dijo:
+ «Ahora pueden dormir y descansar. Esto se acabó. Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levántense! ¡Vamos! Ya se acerca el que me va a entregar.»
Deténganlo y llévenlo bien custodiado
C. Jesús
estaba hablando todavía, cuando se presentó Judas, uno de los Doce, acompañado
de un grupo con espadas y palos, enviado por los sumos sacerdotes, los escribas
y los ancianos. El traidor les había dado esta señal:
S. «Es aquel a quien voy a besar. Deténganlo y llévenlo bien custodiado.»
C. Apenas llegó, se le acercó y le dijo: «Maestro.» Y lo besó. Los otros se abalanzaron sobre él y lo arrestaron. Uno de los que estaban allí sacó la espada e hirió al servidor del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja. Jesús les dijo:
+ «Como si fuera un bandido, han salido a arrestarme con espadas y palos. Todos los días estaba entre ustedes enseñando en el Templo y no me arrestaron. Pero esto sucede para que se cumplan las Escrituras.»
C. Entonces todos lo abandonaron y huyeron. Lo seguía un joven, envuelto solamente con una sábana, y lo sujetaron; pero él, dejando la sábana, se escapó desnudo.
S. «Es aquel a quien voy a besar. Deténganlo y llévenlo bien custodiado.»
C. Apenas llegó, se le acercó y le dijo: «Maestro.» Y lo besó. Los otros se abalanzaron sobre él y lo arrestaron. Uno de los que estaban allí sacó la espada e hirió al servidor del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja. Jesús les dijo:
+ «Como si fuera un bandido, han salido a arrestarme con espadas y palos. Todos los días estaba entre ustedes enseñando en el Templo y no me arrestaron. Pero esto sucede para que se cumplan las Escrituras.»
C. Entonces todos lo abandonaron y huyeron. Lo seguía un joven, envuelto solamente con una sábana, y lo sujetaron; pero él, dejando la sábana, se escapó desnudo.
¿Eres el Mesías, el Hijo de Dios
bendito?
C. Llevaron
a Jesús ante el Sumo Sacerdote, y allí se reunieron todos los sumos sacerdotes,
los ancianos y los escribas. Pedro lo había seguido de lejos hasta el interior
del palacio del Sumo Sacerdote y estaba sentado con los servidores,
calentándose junto al fuego. Los sumos sacerdotes y todo el Sanedrín buscaban
un testimonio contra Jesús, para poder condenarlo a muerte, pero no lo
encontraban. Porque se presentaron muchos con falsas acusaciones contra él,
pero sus testimonios no concordaban. Algunos declaraban falsamente contra
Jesús:
S. «Nosotros lo hemos oído decir: “Yo destruiré este Templo hecho por la mano del hombre, y en tres días volveré a construir otro que no será hecho por la mano del hombre.”»
C. Pero tampoco en esto concordaban sus declaraciones. El Sumo Sacerdote, poniéndose de pie ante la asamblea, interrogó a Jesús:
S. «¿No respondes nada a lo que estos atestiguan contra ti?»
C. El permanecía en silencio y no respondía nada. El Sumo Sacerdote lo interrogó nuevamente:
S. «¿Eres el Mesías, el Hijo del Dios bendito?»
C. Jesús respondió:
+ «Sí, yo lo soy: y ustedes verán al Hijo del hombre sentarse a la derecha del Todopoderoso y venir entre las nubes del cielo.»
C. Entonces el Sumo Sacerdote rasgó sus vestiduras y exclamó:
S. «¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Ustedes acaban de oír la blasfemia. ¿Qué les parece?»
C. Y todos sentenciaron que merecía la muerte. Después algunos comenzaron a escupirlo y, tapándole el rostro, lo golpeaban, mientras le decían:
S. «¡Profetiza!»
C. Y también los servidores le daban bofetadas.
S. «Nosotros lo hemos oído decir: “Yo destruiré este Templo hecho por la mano del hombre, y en tres días volveré a construir otro que no será hecho por la mano del hombre.”»
C. Pero tampoco en esto concordaban sus declaraciones. El Sumo Sacerdote, poniéndose de pie ante la asamblea, interrogó a Jesús:
S. «¿No respondes nada a lo que estos atestiguan contra ti?»
C. El permanecía en silencio y no respondía nada. El Sumo Sacerdote lo interrogó nuevamente:
S. «¿Eres el Mesías, el Hijo del Dios bendito?»
C. Jesús respondió:
+ «Sí, yo lo soy: y ustedes verán al Hijo del hombre sentarse a la derecha del Todopoderoso y venir entre las nubes del cielo.»
C. Entonces el Sumo Sacerdote rasgó sus vestiduras y exclamó:
S. «¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Ustedes acaban de oír la blasfemia. ¿Qué les parece?»
C. Y todos sentenciaron que merecía la muerte. Después algunos comenzaron a escupirlo y, tapándole el rostro, lo golpeaban, mientras le decían:
S. «¡Profetiza!»
C. Y también los servidores le daban bofetadas.
Se puso a maldecir
y a jurar que no conocía a ese hombre del que estaban hablando
y a jurar que no conocía a ese hombre del que estaban hablando
C. Mientras
Pedro estaba abajo, en el patio, llegó una de las sirvientas del Sumo Sacerdote
y, al ver a Pedro junto al fuego, lo miró fijamente y le dijo:
S. «Tú también estabas con Jesús, el Nazareno.»
C. Él lo negó, diciendo:
S. «No sé nada; no entiendo de qué estás hablando.»
C. Luego salió al vestíbulo. La sirvienta, al verlo, volvió a decir a los presentes:
S. «Éste es uno de ellos.»
C. Pero él lo negó nuevamente. Un poco más tarde, los que estaban allí dijeron a Pedro:
S. «Seguro que eres uno de ellos, porque tú también eres galileo.»
C. Entonces él se puso a maldecir y a jurar que no conocía a ese hombre del que estaban hablando. En seguida cantó el gallo por segunda vez. Pedro recordó las palabras que Jesús le había dicho: «Antes que cante el gallo por segunda vez, tú me habrás negado tres veces.» Y se puso a llorar.
S. «Tú también estabas con Jesús, el Nazareno.»
C. Él lo negó, diciendo:
S. «No sé nada; no entiendo de qué estás hablando.»
C. Luego salió al vestíbulo. La sirvienta, al verlo, volvió a decir a los presentes:
S. «Éste es uno de ellos.»
C. Pero él lo negó nuevamente. Un poco más tarde, los que estaban allí dijeron a Pedro:
S. «Seguro que eres uno de ellos, porque tú también eres galileo.»
C. Entonces él se puso a maldecir y a jurar que no conocía a ese hombre del que estaban hablando. En seguida cantó el gallo por segunda vez. Pedro recordó las palabras que Jesús le había dicho: «Antes que cante el gallo por segunda vez, tú me habrás negado tres veces.» Y se puso a llorar.
¿Queréis que os ponga en libertad al rey
de los judíos?
C. En
cuanto amaneció, los sumos sacerdotes se reunieron en Consejo con los ancianos,
los escribas y todo el Sanedrín. Y después de atar a Jesús, lo llevaron y lo
entregaron a Pilato. Este lo interrogó:
S. «¿Tú eres el rey de los judíos?»
C. Jesús le respondió:
+ «Tú lo dices.»
C. Los sumos sacerdotes multiplicaban las acusaciones contra él. Pilato lo interrogó nuevamente:
S. «¿No respondes nada? ¡Mira de todo lo que te acusan!»
C. Pero Jesús ya no respondió a nada más, y esto dejó muy admirado a Pilato. En cada Fiesta, Pilato ponía en libertad a un preso, a elección del pueblo. Había en la cárcel uno llamado Barrabás, arrestado con otros revoltosos que habían cometido un homicidio durante la sedición. La multitud subió y comenzó a pedir el indulto acostumbrado. Pilato les dijo:
S. «¿Quieren que les ponga en libertad al rey de los judíos?»
C. El sabía, en efecto, que los sumos sacerdotes lo habían entregado por envidia. Pero los sumos sacerdotes incitaron a la multitud a pedir la libertad de Barrabás. Pilato continuó diciendo:
S. «¿Qué debo hacer, entonces, con el que ustedes llaman rey de los judíos?»
C. Ellos gritaron de nuevo:
S. «¡Crucifícalo!»
C. Pilato les dijo:
S. «¿Qué mal ha hecho?»
C. Pero ellos gritaban cada vez más fuerte:
S. «¡Crucifícalo!»
C. Pilato, para contentar a la multitud, les puso en libertad a Barrabás; y a Jesús, después de haberlo hecho azotar, lo entregó para que fuera crucificado.
S. «¿Tú eres el rey de los judíos?»
C. Jesús le respondió:
+ «Tú lo dices.»
C. Los sumos sacerdotes multiplicaban las acusaciones contra él. Pilato lo interrogó nuevamente:
S. «¿No respondes nada? ¡Mira de todo lo que te acusan!»
C. Pero Jesús ya no respondió a nada más, y esto dejó muy admirado a Pilato. En cada Fiesta, Pilato ponía en libertad a un preso, a elección del pueblo. Había en la cárcel uno llamado Barrabás, arrestado con otros revoltosos que habían cometido un homicidio durante la sedición. La multitud subió y comenzó a pedir el indulto acostumbrado. Pilato les dijo:
S. «¿Quieren que les ponga en libertad al rey de los judíos?»
C. El sabía, en efecto, que los sumos sacerdotes lo habían entregado por envidia. Pero los sumos sacerdotes incitaron a la multitud a pedir la libertad de Barrabás. Pilato continuó diciendo:
S. «¿Qué debo hacer, entonces, con el que ustedes llaman rey de los judíos?»
C. Ellos gritaron de nuevo:
S. «¡Crucifícalo!»
C. Pilato les dijo:
S. «¿Qué mal ha hecho?»
C. Pero ellos gritaban cada vez más fuerte:
S. «¡Crucifícalo!»
C. Pilato, para contentar a la multitud, les puso en libertad a Barrabás; y a Jesús, después de haberlo hecho azotar, lo entregó para que fuera crucificado.
Hicieron una corona de espinas y se la
colocaron
C. Los
soldados lo llevaron dentro del palacio, al pretorio, y convocaron a toda la
guardia. Lo vistieron con un manto de púrpura, hicieron una corona de espinas y
se la colocaron. Y comenzaron a saludarlo:
S. «¡Salud, rey de los judíos!»
C. Y le golpeaban la cabeza con una caña, le escupían y, doblando la rodilla, le rendían homenaje. Después de haberse burlado de él, le quitaron el manto de púrpura y le pusieron de nuevo sus vestiduras. Luego lo hicieron salir para crucificarlo.
S. «¡Salud, rey de los judíos!»
C. Y le golpeaban la cabeza con una caña, le escupían y, doblando la rodilla, le rendían homenaje. Después de haberse burlado de él, le quitaron el manto de púrpura y le pusieron de nuevo sus vestiduras. Luego lo hicieron salir para crucificarlo.
Condujeron a Jesús a un lugar llamado
Gólgota y lo crucificaron
C. Como
pasaba por allí Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, que regresaba
del campo, lo obligaron a llevar la cruz de Jesús. Y condujeron a Jesús a un
lugar llamado Gólgota, que significa: «lugar del Cráneo.»
Le ofrecieron vino mezclado con mirra, pero él no lo tomó. Después lo crucificaron. Los soldados se repartieron sus vestiduras, sorteándolas para ver qué le tocaba a cada uno. Ya mediaba la mañana cuando lo crucificaron. La inscripción que indicaba la causa de su condena decía: «El rey de los judíos.» Con él crucificaron a dos ladrones, uno a su derecha y el otro a su izquierda.
Le ofrecieron vino mezclado con mirra, pero él no lo tomó. Después lo crucificaron. Los soldados se repartieron sus vestiduras, sorteándolas para ver qué le tocaba a cada uno. Ya mediaba la mañana cuando lo crucificaron. La inscripción que indicaba la causa de su condena decía: «El rey de los judíos.» Con él crucificaron a dos ladrones, uno a su derecha y el otro a su izquierda.
Ha salvado a otros y no puede salvarse a
sí mismo
C. Los
que pasaban lo insultaban, movían la cabeza y decían:
S. «¡Eh, tú, que destruyes el Templo y en tres días lo vuelves a edificar, sálvate a ti mismo y baja de la cruz!»
C. De la misma manera, los sumos sacerdotes y los escribas se burlaban y decían entre sí:
S. «¡Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo! Es el Mesías, el rey de Israel, ¡que baje ahora de la cruz, para que veamos y creamos!»
C. También lo insultaban los que habían sido crucificados con Él.
S. «¡Eh, tú, que destruyes el Templo y en tres días lo vuelves a edificar, sálvate a ti mismo y baja de la cruz!»
C. De la misma manera, los sumos sacerdotes y los escribas se burlaban y decían entre sí:
S. «¡Ha salvado a otros y no puede salvarse a sí mismo! Es el Mesías, el rey de Israel, ¡que baje ahora de la cruz, para que veamos y creamos!»
C. También lo insultaban los que habían sido crucificados con Él.
Jesús, dando un gran grito expiró
C. Al
mediodía, se oscureció toda la tierra hasta las tres de la tarde; y a esa hora,
Jesús exclamó en alta voz:
+ «Eloi, Eloi, lamá sabactani.»
C. Que significa:
+ «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»
C. Algunos de los que se encontraban allí, al oírlo, dijeron:
S. «Está llamando a Elías.»
C. Uno corrió a mojar una esponja en vinagre y, poniéndola en la punta de una caña le dio de beber, diciendo:
S. «Vamos a ver si Elías viene a bajarlo.»
C. Entonces Jesús, dando un gran grito, expiró.
+ «Eloi, Eloi, lamá sabactani.»
C. Que significa:
+ «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»
C. Algunos de los que se encontraban allí, al oírlo, dijeron:
S. «Está llamando a Elías.»
C. Uno corrió a mojar una esponja en vinagre y, poniéndola en la punta de una caña le dio de beber, diciendo:
S. «Vamos a ver si Elías viene a bajarlo.»
C. Entonces Jesús, dando un gran grito, expiró.
Aquí todos se arrodillan, y se hace una
breve pausa.
C. El
velo del Templo se rasgó en dos, de arriba abajo. Al verlo expirar así, el
centurión que estaba frente a él, exclamó:
S. «¡Verdaderamente, este hombre era Hijo de Dios!»
C. Había también allí algunas mujeres que miraban de lejos. Entre ellas estaban María Magdalena, María, la madre de Santiago el menor y de José, y Salomé, que seguían a Jesús y lo habían servido cuando estaba en Galilea; y muchas otras que habían subido con él a Jerusalén.
S. «¡Verdaderamente, este hombre era Hijo de Dios!»
C. Había también allí algunas mujeres que miraban de lejos. Entre ellas estaban María Magdalena, María, la madre de Santiago el menor y de José, y Salomé, que seguían a Jesús y lo habían servido cuando estaba en Galilea; y muchas otras que habían subido con él a Jerusalén.
José hizo rodar una piedra a la entrada
del sepulcro
C. Era
día de Preparación, es decir, vísperas de sábado. Por eso, al atardecer, José
de Arimatea -miembro notable del Sanedrín, que también esperaba el Reino de
Dios- tuvo la audacia de presentarse ante Pilato para pedirle el cuerpo de
Jesús.
Pilato se asombró de que ya hubiera muerto; hizo llamar al centurión y le preguntó si hacía mucho que había muerto.
Informado por el centurión, entregó el cadáver a José. Este compró una sábana, bajó el cuerpo de Jesús, lo envolvió en ella y lo depositó en un sepulcro cavado en la roca. Después hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro.
María Magdalena y María, la madre de José, miraban dónde lo habían puesto.
Palabra del Señor.
Pilato se asombró de que ya hubiera muerto; hizo llamar al centurión y le preguntó si hacía mucho que había muerto.
Informado por el centurión, entregó el cadáver a José. Este compró una sábana, bajó el cuerpo de Jesús, lo envolvió en ella y lo depositó en un sepulcro cavado en la roca. Después hizo rodar una piedra a la entrada del sepulcro.
María Magdalena y María, la madre de José, miraban dónde lo habían puesto.
Palabra del Señor.
PARA REFLEXIONAR
Ramos y Pasión, gozo y tristeza,
vida y muerte son el contraste en nuestro andar de cada día. La fiesta
de hoy tiene palabras y sentimientos encontrados: ramos de alabanza y
de aclamación junto a la muerte en el Gólgota.
La Cruz es signo de fracaso.
Aparentemente es el hundimiento de Jesús en el reino de la muerte. Pero para
el creyente, su muerte es la señal luminosa de vida, de entrega, de
victoria.
Las lecturas de hoy nos centran en el
gran modelo del camino pascual, Cristo Jesús, solidario con sus
hermanos, se entrega hasta la muerte y alcanza Nueva Vida para Él y toda la
comunidad creyente.
La primera lectura está tomada del
tercer canto del Siervo de Yahvé del libro de Isaías. Oímos al siervo que
escucha la palabra desde la mañana abriendo el oído y sin rebelarse. Escuchar
la palabra significa también aceptar los acontecimientos por más duros
que sean. Le golpean la espalda, las mejillas y se deja mesar la barba. No
oculta su rostro a insultos ni salivazos. Vemos en estos versos la historia
misma de la Pasión de Jesús. Pero El Señor viene en ayuda del siervo obediente
que no queda avergonzado.
En el himno de la segunda lectura
Pablo presenta cómo Cristo ha bajado, en su solidaridad con
nosotros, hasta la renuncia total y la humillación de la cruz, pero ha sido
elevado por el Padre hasta la gloria. Estamos en el corazón mismo de la fe
cristiana. Y Pablo trae este himno para animarnos a que nuestros sentimientos
sean los mismos que los de Cristo Jesús.
En el Evangelio escuchamos el relato
de la pasión de Jesús que es la cumbre del mensaje de este domingo. Jesús
ha seguido el camino de la Cruz que lleva a la resurrección. Un camino
solidario, arquetipo de todo el dolor de la humanidad, y también del estilo con
que Dios salva.
Esta pasión de Cristo es la epifanía
de la pasión de Dios por los hombres. En Jesús, en su vida, en sus
palabras, en sus milagros, pero sobre todo en su entrega y muerte, se
hace evidente para los cristianos todo el misterio insondable del amor de
Dios por todos los hombres. El Hijo del Hombre “por nosotros, y por nuestra
salvación fue crucificado, muerto y sepultado”.
En la Iglesia continúa la pasión de
Cristo, porque la comunidad cristiana es el lugar de la lucha contra el mal. La
Iglesia debe recoger todos los sufrimientos de los hombres y batallando
ferozmente contra los egoísmos y las faltas de amor debe convertirse en lugar
de encuentro, perdón, reconciliación y crecimiento. Ningún dolor humano debe
ser extraño a la Iglesia. La pasión de Cristo continúa hoy en todos los hombres
que sufren cualquier clase de dolor físico, moral o espiritual. En los millones
de hombres y mujeres que injusta e inocentemente son reducidos a la miseria, a
la muerte de hambre, a la muerte violenta impuesta desde ideas o intereses
inconfesables, en cada víctima del terrorismo, en cada muerto de hambre o por
la droga, en cada muerto en soledad y abandono, siguen andando en carne
viva los pasos de la pasión de Jesús.
Por eso, el único signo creíble de los
discípulos de Cristo de lucha contra el pecado es la “compasión” efectiva
con todo el dolor de la humanidad.
Cristo ha asumido la vida del hombre
en su totalidad, con dolor y muerte incluidos. Nuestra contemplación de
Cristo en la cruz será auténtica si nos hace verdaderamente más humanos:
cargando los dolores de los hombres, luchando solidariamente para disminuir el
sufrimiento de los demás y viviendo esperanzadamente nuestra vida de cada
día.
PARA DISCERNIR
¿Me cuesta
descubrir la presencia de Dios en el dolor y el sufrimiento?
¿Alejo de mí todo
lo que suene a dificultad o sacrificio?
¿Qué cosas buenas o
necesarias he dejado de lado por miedo al sufrimiento?
¿He claudicado en
la búsqueda de la verdad y del bien por miedo al dolor?
REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DIA
“Se humillaba y no
abría la boca” (Is 53,7a).
PARA LA LECTURA ESPIRITUAL
…Cuando no
aceptamos verdaderamente a Jesús como Hijo de Dios para justificar nuestras
opciones equivocadas, renegamos de él. Y lo renegamos por no compartir su
suerte, por no participar en su muerte. Siempre que no sabemos negarnos a nosotros
mismos, renegamos de Jesús. Siempre que queremos salvarnos de la cruz, le
miramos de lejos, y en la práctica decimos —aunque no sea de palabra- que no lo
conocemos.
¿Acaso no nos
sucede esto con frecuencia? Si por consiguiente tantas veces renegamos de
Jesús, otras tantas deberíamos saber llorar amargamente y asumir el
arrepentimiento y la conversión como compromiso de vida: éste es ciertamente el
único camino hacia la santidad. La santidad no es fruto de virtud, sino un don
de misericordia para quien se abre para acogerla, para quien se arrepiente de
todo corazón, consciente de ser pecador. Es una gracia que el Señor nos haga
ver nuestro pecado para llevarnos al arrepentimiento. Nos da la posibilidad de
arrepentirnos: así es su misericordia…
M. Cánopi. Pasión de Jesús según Mateo y “Vía Crucis”,
Casale Monf. 1994, 23s).
PARA REZAR
Tu voluntad.
Dentro
de mí siento muchas veces
la
rebeldía de quien no se conforma.
Tu
voluntad trae momentos de intensa
alegría,
pero tiene también el peso
de
muchas cruces.
Por
eso no soy coherente con tu sí.
No me
gusta cargar con el peso,
ni
escuchar un no como respuesta,
aun
cuando “no” venga de ti.
Aún
no aprendí a sonreír
en
los momentos de dolor y a mantener
la
serenidad a la hora de la presión.
Termino
pidiendo que hagas lo que yo quiero,
de la
manera que lo quiero,
y en
el tiempo que yo quiero.
La
mía es aún una voluntad caprichosa y rebelde.
Aún
no entendí que tienes un plan para mí.
Dios
del sí, y del no: enséñame a decir sí. Amén.
LECTIO DIVINA
Bendito
el que viene en nombre del Señor
Evangelio de nuestro Señor
Jesucristo según san Marcos Mc 11,
1-10
Cuando Jesús y los suyos se aproximaban a Jerusalén, estando ya al pie del monte de los Olivos, cerca de Betfagé y de Betania, Jesús envió a dos de sus discípulos, diciéndoles:
«Vayan al pueblo que está
enfrente y, al entrar, encontrarán un asno atado, que nadie ha montado todavía.
Desátenlo y tráiganlo; y si alguien les pregunta: «¿Qué están haciendo?»,
respondan: «El Señor lo necesita y lo va a devolver en seguida»».
Ellos fueron y encontraron
un asno atado cerca de una puerta, en la calle, y lo desataron. Algunos de los
que estaban allí les preguntaron: «¿Qué hacen? ¿Por qué desatan ese asno?».
Ellos respondieron como Jesús
les había dicho y nadie los molestó. Entonces le llevaron el asno, pusieron sus
mantos sobre él y Jesús se montó. Muchos extendían sus mantos sobre el camino;
otros, lo cubrían con ramas que cortaban en el campo. Los que iban delante y
los que seguían a Jesús, gritaban:
«¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
«¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
¡Bendito sea el Reino que ya viene, el
Reino de nuestro padre David!
¡Hosanna en las alturas!».
Palabra del Señor.
Palabra del Señor.
1. LECTURA - ¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Guías para la lectura:
Jesús entra en Jerusalén, la ciudad amada, montado en
un burrito, y así cumple la profecía de Isaías: “Mira a tu rey que está
llegando, humilde, montado en un burrito” (Is 62,11).
Jesús es presentado como rey; por eso alfombraban el
camino con sus mantos para que él pasara. Mateo y Marcos nos dicen también que
lo recibieron aclamándolo con ramos, y ese era el modo tradicional de recibir a
un rey en su entrada triunfal a una ciudad.
Al llamarlo hijo de David se ve que lo consideraban el
rey Mesías, el esperado; y al llamarlo profeta (según Mateo) se lo recibía como
el gran profeta anunciado antiguamente (Deut 18,15).
El grito “hosanna” era una aclamación del Salmo 118,
un salmo muy popular que se cantaba en la fiesta de las chozas. El evangelio de
Lucas destaca esta alabanza alegre y entusiasta que Jesús debía recibir; por
eso Jesús dice: “Si éstos callan gritarán las piedras” (Lc. 19,40). Pero el
detalle de Mt 21,10 muestra que no era toda la ciudad la que lo esperaba y lo
aclamaba, ya que muchos lo desconocían.
El sentido profundo de estos textos en la celebración
del domingo de Ramos es abrirnos espiritualmente a la Semana Santa, que
comienza reconociendo a Jesús como el rey salvador que necesitamos, reconocer
que es él quien debe tener dominio sobre nuestras vidas para que podamos
sentirnos seguros, firmes, felices, serenos, para que nuestra vida esté
verdaderamente a salvo.
Debe reinar él, debe ejercer él su señorío, para que
no nos domine el poder del pecado, el odio, el miedo, la injusticia, la
tristeza. Los ramos, que son el símbolo de este día, deben recordarnos que
Jesús es el rey de nuestras vidas, de nuestro hogar, de todo lo que somos y
tenemos.
2. MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO
BÍBLICO?
|
· Preguntas
para la meditación:
·
¿Qué significan las aparentes contraseñas a utilizar para traerle el asno al
Señor?
·
¿Porqué extendieron sus mantos y ramas sobre el camino?
·
¿Qué significaban los gritos de Hosanna?
3. ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL
TEXTO BÍBLICO?
|
Señor, también yo quiero bendecirte y
proclamarte rey y señor. Y te acepto como rey de mis pensamientos, de mis
afectos, de mis planes, de mi familia, de mis trabajos, de todo lo que soy, de
todo lo que tengo, de toda mi vida y de todo mi ser.
4. CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO
BÍBLICO?
|
Contemplo la escena llena de mansedumbre,
humildad pero señorío de Jesús ingresando en Jerusalén.
Medito en la forma en que la gente lo
recibió y a los pocos días lo negó.
Reflexiono en esa profunda contradicción
humana.
5. ACCIÓN - ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO
BÍBLICO?
|
·
Preguntas para la acción:
·
¿De qué manera diferente viviré este Domingo de Ramos? ¿Por qué?
·
¿Estoy dispuesto a recibir a Cristo en mi vida, familia, comunidad como un Rey?
·
¿A qué hermano/a que hace tiempo no viene a la Iglesia, buscaré para que me
acompañe este domingo tan especial?
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