4 de marzo de 2015

4 de marzo de 2015 – T. de Cuaresma – MIERCOLES DE LA SEMANA II 

…El que quiera ser primero que se haga servidor…

PRIMERO LECTURA
Lectura del libro del profeta Jeremías    18, 18-20

    Ellos dijeron: « ¡Vengan, tramemos un plan contra Jeremías, porque no le faltará la instrucción al sacerdote, ni el consejo al sabio, ni la palabra al profeta! Vengan, inventemos algún cargo contra él, y no prestemos atención a sus palabras.»
    ¡Préstame atención, Señor, y oye la voz de los que me acusan! ¿Acaso se devuelve mal por bien para que me hayan cavado una fosa? Recuerda que yo me presenté delante de ti para hablar en favor de ellos, para apartar de ellos tu furor.
Palabra de Dios.

SALMO    
Sal 30, 5-6. 14. 15- 16 (R.: 17b) 
R.    Sálvame, Señor, por tu misericordia.

    Sácame de la red que me han tendido,
    porque tú eres mi refugio.
    Yo pongo mi vida en tus manos:
    tú me rescatarás, Señor, Dios fiel. R.

    Oigo los rumores de la gente
    y amenazas por todas partes,
    mientras se confabulan contra mí
    y traman quitarme la vida. R.

    Pero yo confío en ti, Señor,
    y te digo: «Tú eres mi Dios,
    mi destino está en tus manos.»
    Líbrame del poder de mis enemigos
    y de aquellos que me persiguen. R.

EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Mateo    20, 17-28

    Cuando Jesús se dispuso a subir a Jerusalén, llevó consigo sólo a los Doce, y en el camino les dijo: «Ahora subimos a Jerusalén, donde el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas. Ellos lo condenarán a muerte y lo entregarán a los paganos para que sea maltratado, azotado y crucificado, pero al tercer día resucitará.»
    Entonces la madre de los hijos de Zebedeo se acercó a Jesús, junto con sus hijos, y se postró ante él para pedirle algo.
    « ¿Qué quieres?», le preguntó Jesús.
    Ella le dijo: «Manda que mis dos hijos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.»
    «No saben lo que piden», respondió Jesús. « ¿Pueden beber el cáliz que yo beberé?»
    «Podemos», le respondieron.
    «Está bien, les dijo Jesús, ustedes beberán mi cáliz. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes se los ha destinado mi Padre.»
    Al oír esto, los otros diez se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús los llamó y les dijo: «Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo: como el Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud.» 
Palabra del Señor.

Para reflexionar

Jeremías había denunciado los pecados del pueblo y, en especial, los pecados de los jefes del pueblo, de los representantes oficiales de la ley religiosa; era su deber como profeta, y lo hacía en nombre de Dios para suscitar la conversión.
La lectura nos describe el complot contra Jeremías, por parte de sus hermanos de raza y de fe, por los cuales ha intercedido el profeta. Lo acusan de “perturbador del orden” y lo espían para sorprenderlo en algo de qué acusarlo, y de ese modo acabar con él y desentenderse de su palabra porque no pueden dejar de reconocerlo como profeta. La súplica que dirige a Dios en esta circunstancia, es el clamor del justo que se ve perseguido a causa de la misión que Dios le ha confiado.
El profeta se lamenta ante Dios de que los mismos a quienes él sirve con la palabra y por quienes intercede, ahora lo persiguen.
***
Jesús y sus discípulos suben a Jerusalén que era el centro del poder judío. En este camino, Jesús les advierte a sus discípulos que le espera la muerte, al igual que todo aquel que asumiendo su causa con radicalidad anuncia el Reino de Dios. Este es el tercero de los anuncios que hace de su pasión a sus asustados seguidores, que no entienden o no quieren entender que el Hijo del Hombre ha venido a dar su vida por muchos.
Los discípulos de Jesús estaban convencidos de que el mesianismo de Jesús era la inauguración de un tiempo de fortalecimiento político y militar. Los criterios de aquellos apóstoles eran exactamente los criterios de este mundo: el poder, el prestigio, el éxito humano; y no habían entendido que el mesianismo de Jesús iba por el servicio y la entrega al hermano, dando incluso la vida si fuera necesario.
La madre de los Zebedeo, le pide a Jesús que otorgue puestos importantes a sus hijos en el “reino” que Jesús iba a iniciar. Ella estaba imaginando el Reino al estilo del reino de David.
Jesús se ve precisado a enseñar que es necesario, cambiar los esquemas que tienen hasta ahora, para dar paso a la novedad del Evangelio y a la fuerza del Espíritu, para que sea posible una nueva sociedad en la que todos sean hermanos entre sí, hijos de un Padre común. Esa nueva realidad será posible con un «nuevo espíritu» que haga que los hombres busquen ser los primeros en ser servir. Todo esto Jesús lo predica con su palabra, con su vida y sus hechos. La indignación de los otros diez es porque ellos esperaban lo mismo para sí. Ante el triunfalismo de sus seguidores, Jesús les promete que enfrentarán su misma prueba. Por otro lado, el “lugar” pedido, sólo depende del juicio del Padre, y se realizará sobre la base de la asimilación del proyecto del reino de Jesús, realizada por cada uno.
En nuestro camino de preparación de la Pascua se nos propone hoy el modelo de Cristo Jesús, que camina decididamente en el cumplimiento de su misión. Va camino de la cruz y de la muerte, el camino de la solidaridad y de la salvación de todos. «No ha venido a ser servido, sino a dar la vida por los demás». Se trata de otro tipo de preeminencia, la del servicio, que impulsa a la búsqueda del último lugar.
En este mundo, en el que se busca contemporizar y seguir las consignas de búsqueda del bienestar personal, independientemente de lo que vive el resto; el camino de la Pascua es camino de vida nuevade renuncia al mal, de imitación de un Cristo que se entrega totalmenteque nos enseña no a buscar los primeros puestos, sino a ser los servidores de los demás. Estas son las leyes del nuevo Reino presentes y vivas en la conciencia y en la práctica de Jesús.
En este Evangelio encontramos una serie de características que tiene que tener nuestra vida de discípulos: estar dispuestos a servir a los demás, estar dispuestos a beber el cáliz del Señor, y estar dispuestos a ir con Cristo, como corredentores, por el bien de los todos los hombres, especialmente de los más pobres y de los excluidos de nuestra sociedad.
Nuestro camino hacia la Gloria tendrá que pasar, necesariamente, por la cruz de cada día. Aún los actos más pequeños y aparentemente insignificantes, deben contribuir para que el anuncio del Evangelio llegue a todos. Si queremos ser importantes, tal vez no ante los hombres pero sí ante Dios, convirtámonos en servidores fieles del Evangelio que se nos ha confiado.

Para discernir

¿A qué lugares aspiro en la vida?
¿Cómo busco conseguirlos?
¿Qué espacio le doy al amor y al servicio?

Repitamos a lo largo de este día

…En tus manos encomiendo mi espíritu… (Sal 30,6).

Para la lectura espiritual

…La ley de Cristo sólo puede vivirse por corazones mansos y humildes. Cualquiera que sean sus dones personales y su puesto en la sociedad, sus funciones o sus bienes, su clase o su raza, los cristianos permanecen como personas humildes: pequeños.
Pequeños ante Dios, porque son creados por Él y de Él dependen. Cualquiera que sea el camino de la vida o de sus bienes, Dios está en el origen y fin de toda cosa. Mansos como niños y débiles y amantes, cercanos al Padre fuerte y amante. Pequeños porque están ante Dios, porque saben pocas cosas, porque son limitados en conocimiento y amor, porque son capaces de muy poco. No discuten la voluntad de Dios en los acontecimientos que suceden ni lo que Cristo ha mandado hacer: en tales acontecimientos, sólo cumplen la voluntad de Dios.
Pequeños ante los hombres. Pequeños, no importantes, no superhombres: sin privilegios, sin derechos, sin posesiones, sin superioridad. Mansos, porque son tiernamente respetuosos con lo creado por Dios y está maltratado o lesionado por la violencia. Mansos, porque ellos mismos son víctimas del mal y están contaminados por el mal. Todos tienen la vocación de perdonados, no de inocentes. El cristiano es lanzado a la lucha. No tiene privilegios. No tiene derechos. Tiene el deber de luchar contra la desdicha, consecuencia del mal. Por esta razón, sólo dispone de un arma: su fe. Fe que debe proclamar, fe que transforma el mal en bien, si sabe acoger el sufrimiento como energía de salvación para el mundo; si morir para él es dar la vida; si hace suyo el dolor de los demás.
En el tiempo, por su palabra y sus acciones, a través de su sufrimiento y su muerte, trabaja como Cristo, con Cristo, por Cristo… 
M. Delbrél, La alegría de creer, Santander 1997.

Para rezar

Hijo, habla así en cualquier cosa:
Señor, si te agrada, hágase esto así.
Señor, si es honra tuya, hágase esto en tu nombre.
Señor, si ves que lo que me conviene
y hallas que me es provechoso,
concédemelo, para que use de ello a honra tuya.
Más si conoces que puede hacerme daño
y nada provechoso a la salvación de mi alma,
desvía de mí tal deseo.
Porque no todo deseo procede del Espíritu Santo,
aunque parezca justo y bueno al hombre.
Dame lo que quieras, y cuanto quieras y cuando quieras.
Haz conmigo como lo que sabes, y como más desees,
y sea para mayor honra tuya. 
Adap.de la Imitación de Cristo, III, 15,1-2.

LECTIO DIVINA 

Lo condenarán a muerte
        
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo    20, 17-28

Cuando Jesús se dispuso a subir a Jerusalén, llevó consigo sólo a los Doce, y en el camino les dijo: «Ahora subimos a Jerusalén, donde el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas. Ellos lo condenarán a muerte y lo entregarán a los paganos para que sea maltratado, azotado y crucificado, pero al tercer día resucitará.»
Entonces la madre de los hijos de Zebedeo se acercó a Jesús, junto con sus hijos, y se postró ante él para pedirle algo.
«¿Qué quieres?», le preguntó Jesús.
Ella le dijo: «Manda que mis dos hijos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.»
«No saben lo que piden», respondió Jesús. «¿Pueden beber el cáliz que yo beberé?»
«Podemos», le respondieron.
«Está bien, les dijo Jesús, ustedes beberán mi cáliz. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes se los ha destinado mi Padre.»
Al oír esto, los otros diez se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús los llamó y les dijo: «Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero que se haga su esclavo: como el Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud.»
Palabra del Señor.

1.   LECTURA - ¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?

 ·   Guías para la lectura:
                                 
Jesús quiere llevar a sus discípulos a tomar conciencia de que está marchando hacia el final de su vida terrena. Pero los discípulos piensan sobre todo en la gloria que Jesús alcanzará y la entienden como un reinado glorioso en la tierra. Por eso Santiago y Juan (los Zebedeos) piden un lugar destacado en ese nuevo Reino.
Jesús, con admirable paciencia, quiere hacerles notar que compartir su Reino implica también compartir los sufrimientos propios de la pasión, pero ellos responden que están dispuestos a acompañarlo en todo. Sin embargo, Jesús indica que eso no basta, porque el que asigna los puestos es el Padre, de manera que el creyente debe renunciar a reconocimientos públicos o lugares de dominio. Además, en la nueva comunidad la autoridad será más servicio que gloria, donde no se tratará de exigir obediencia, sino de usar la autoridad para servir, como un esclavo de los demás. Y al mismo tiempo que destaca ese nuevo estilo, Jesús lo contrapone a los poderes políticos paganos, donde la autoridad se imponía de maneras indeseables. Pero además ofrece como modelo de la verdadera autoridad su propia vida entregada hasta el fin por los demás.
Y este texto también nos invita a escuchar la pregunta que Jesús nos hace: “¿Estás dispuesto a beber el cáliz que yo beberé?” Pregunta molesta, porque nosotros desearíamos excluir de nuestra vida todo sufrimiento. El cáliz simboliza la sangre derramada, la entrega de la pasión, el dolor de la cruz, y la sola palabra “dolor” es como un aguijón en nuestro interior. Pero si no enfrentamos esos miedos oscuros y no miramos nuestra vida limitada tal cual es, viviremos engañándonos a nosotros mismos y rechazando la misión que Dios nos da, misión que siempre exigirá renuncias, cansancios y momentos difíciles. Santiago y Juan contestaron que sí, que podían beber su cáliz, aunque todavía no entendían lo que eso significaba y estaban apegados al deseo de poder. Sin embargo, el amor a Jesús los sostuvo, los purificó, y ellos fueron capaces de renunciar a sus proyectos.

2.   MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?

·                       Preguntas para la meditación:

·        ¿Por qué el pedido de los Zebedeo va a contrapelo del reino de Dios?
·        ¿De qué manera Jesús los “baja” a la realidad de lo que están pidiendo?
·        ¿Cuál es la economía del poder en el reino de Dios?

3.   ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL TEXTO BÍBLICO?

Jesús, ayúdame a convencerme de que mi grandeza está en el servicio humilde y desinteresado; libérame de estar pendiente de puestos y lugares de gloria, para entregarme con un corazón despojado a servirte en los hermanos.  

4.  CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?

Reflexiono acerca de la naturaleza del pedido de los Zebedeo y el contraste con lo que Jesús acababa de anunciar sobre su vida.  
Medito sobre la forma de ejercer poder, autoridad y lugares de privilegio en el reino de Dios en contraposición con los que existen en el mundo actual.

5.   ACCIÓN - ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO BÍBLICO?

·                        Preguntas para la acción:

·        ¿Hubiera hecho el mismo pedido que los Zebedeo?
·        ¿Busco espacios de servicio o de reconocimiento dentro de la Iglesia ?
·        ¿Quién debe ser mi modelo de líder dentro del reino de Dios?


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