24 de abril de 2014 – VIERNES DE LA SEMANA III DE PASCUA
El que coma de
este pan vivirá eternamente
PRIMERA
LECTURA
Lectura de los Hechos de los
Apóstoles 9, 1-20
Saulo, que todavía
respiraba amenazas de muerte contra los discípulos del Señor, se presentó al
Sumo Sacerdote y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de traer
encadenados a Jerusalén a los seguidores del Camino del Señor que encontrara,
hombres o mujeres.
Y mientras iba
caminando, al acercarse a Damasco, una luz que venía del cielo lo envolvió de
improviso con su resplandor. Y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: «
Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?»
El preguntó: «
¿Quién eres tú Señor?»
«Yo soy Jesús, a
quien tú persigues, le respondió la voz. Ahora levántate, y entra en la ciudad:
allí te dirán qué debes hacer.»
Los que lo
acompañaban quedaron sin palabra, porque oían la voz, pero no veían a nadie.
Saulo se levantó del suelo y, aunque tenía los ojos abiertos, no veía nada. Lo
tomaron de la mano y lo llevaron a Damasco. Allí estuvo tres días sin ver, y
sin comer ni beber.
Vivía entonces en
Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor dijo en una visión: «
¡Ananías!»
El respondió:
«Aquí estoy, Señor.»
El Señor le dijo:
«Ve a la calle llamada Recta, y busca en casa de Judas a un tal Saulo de Tarso.
El está orando, y ha visto en una visión a un hombre llamado Ananías, que
entraba y le imponía las manos para devolverle la vista.»
Ananías respondió:
«Señor, oí decir a muchos que este hombre hizo un gran daño a tus santos en
Jerusalén. Y ahora está aquí con plenos poderes de los jefes de los sacerdotes
para llevar presos a todos los que invocan tu Nombre.»
El Señor le
respondió: «Ve a buscarlo, porque es un instrumento elegido por mí para llevar
mi Nombre a todas las naciones, a los reyes y al pueblo de Israel. Yo le haré
ver cuánto tendrá que padecer por mi Nombre.»
Ananías fue a la
casa, le impuso las manos y le dijo: « Saulo, hermano mío, el Señor Jesús -el
mismo que se te apareció en el camino- me envió a ti para que recobres la vista
y quedes lleno del Espíritu Santo.»
En ese momento,
cayeron de sus ojos una especie de escamas y recobró la vista. Se levantó y fue
bautizado. Después comió algo y recobró sus fuerzas.
Saulo permaneció
algunos días con los discípulos que vivían en Damasco, y luego comenzó a
predicar en las sinagogas que Jesús es el Hijo de Dios.
Palabra de Dios.
SALMO
Sal 116, 1. 2 (R.: Mc 16, 15)
R. Vayan por todo
el mundo, anuncien la Buena Noticia.
¡Alaben al Señor,
todas las naciones,
glorifíquenlo,
todos los pueblos! R.
Es inquebrantable
su amor por nosotros,
y su fidelidad
permanece para siempre. R
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Juan 6,
51-59
Los judíos
discutían entre sí, diciendo: « ¿Cómo este hombre puede darnos a comer su
carne?»
Jesús les
respondió: «Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben
su sangre, no tendrán Vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre
tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Porque mi carne es
la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida. El que come mi carne y
bebe mi sangre permanece en mí y yo en él.
Así como yo, que
he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma
manera, el que me come vivirá por mí.
Este es el pan
bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de
este pan vivirá eternamente.»
Jesús enseñaba
todo esto en la sinagoga de Cafarnaún.
Palabra del Señor.
Para
reflexionar
Hoy escuchamos una de las tres versiones
que el libro de los Hechos nos trae de la llamada “conversión” de
Saulo. Dios prepara el porvenir y dirige el movimiento de su Iglesia.
El que hasta hoy es perseguidor, en el plan de Dios, será mañana el gran
apóstol de la buena nueva.
Lucas ve en Pablo el responsable de la
propagación del Evangelio de Jerusalén en Roma. Saulo es un hombre practicante
y de firmes convicciones religiosas, empeñado en combatir lo que él considera
una secta que cree en una herejía. Este hombre, de pronto, es cegado por un
resplandor e interpelado por una voz en su camino a Damasco.
Saulo que creía perseguir a los discípulos
encuentra a «Jesús». Es sorprendido por Cristo resucitado presente en
sus seguidores. Jesús había dicho: «Lo que hagan al más pequeño de los
míos, me lo han hecho a mí.» Jesús le dirá: “¿por qué «me» persigues?”
La iniciativa ha sido de Cristo Jesús.
Dios nos sorprende siempre con la elección que hace de las personas que parecen
a veces las menos indicadas. Elige como su testigo al que más persigue a su
comunidad. Sin embargo, Pablo es un instrumento elegido por Jesús para dar a
conocer su nombre.
La respuesta de Pablo a Cristo
es firme y generosa porque tiene calidad humana y religiosa. El
encuentro con el Resucitado lo transforma y se ocupa de la fe siguiendo las
reglas fijadas en la época por el catecumenado. A pesar de sus iniciales
reticencias, Ananías ejerce aquí su padrinazgo. La iniciación dura al menos
tres días; recibe la imposición de manos y sus sentidos son sanados y termina
con el bautismo.
A partir de este momento pasa al primer
plano de las narraciones del libro de los Hechos y será el principal
protagonista de las empresas misioneras de la segunda parte del libro.
La visión luminosa del camino de Damasco
ha influenciado la misión de Pablo y el contenido de su mensaje. Pablo irá a
revelar esta luz a las naciones.
El haber descubierto que el crucificado
había resucitado, entraña para él la obligación de reconocer en la cruz un
instrumento de salvación, que sustituye a la antigua ley.
***
Estamos en el final del discurso de Jesús
sobre el Pan de la vida. Antes hablaba de ver y creer en el enviado de
Dios. Ahora habla de comer y beber la Carne y la Sangre que Jesús
va a dar para la vida del mundo en la cruz.
En la mentalidad de los contemporáneos de
la comunidad cristiana, comer la carne y beber la sangre era un verdadero
sacrilegio. La sangre debía ser vertida en la piedra del sacrificio. La
separación de sangre y carne significaba la muerte. En este contexto se refiere
por igual a la Eucaristía y a la muerte en la cruz.
Quien se decide a participar de la suerte
de Jesús debía ser consciente de que arriesga su propio destino. La
Eucaristía es en este contexto solidaridad total con el crucificado.
Entregando la vida se recibe la resurrección definitiva.
Para que no haya dudas, aclara que el pan
que se consagra en la Eucaristía es verdaderamente su cuerpo. No es una
presencia “simbólica”, o meramente espiritual, sino que es real y
substancialmente su cuerpo. Por eso, se trata de comer a Jesús y esto es
precisamente lo que nos da la Vida.
El fruto del comer y beber a Cristo es el
mismo que el de creer en Él: participar de su vida. Antes había dicho: «el
que cree, tiene vida eterna». Ahora dice: «el que come este pan vivirá para
siempre». En dos versículos se describe la comunión que se
da entre el Resucitado y sus fieles
desde la Eucaristía.
desde la Eucaristía.
La unión de Cristo con su Padre es
misteriosa, vital y profunda. Así quiere Cristo que sea la de los que lo
reciben y comen.
La vida de Cristo es la vida de Dios.
Cristo vive por el Padre y el que comulga vivirá por Cristo. No hay para el
cristiano, otra forma de vida sino la del mismo Dios. Vida que se dona, se
entrega, se sacrifica, se regala.
El cristiano, como Jesús, tiene que vivir
para los otros, para los favoritos de Dios: los pobres, los pequeños, los sufridos.
Comulgar es comer la carne del Hijo del
hombre para vivir como el Hijo del hombre. Se comulga para mantener la unión:
para pensar como Él, para hablar como Él, para amar como Él.
Quien se alimenta de Cristo, quien hace
suya su Vida y su Misión debe saber que el Señor nos envió al mundo para que el
mundo se salve no porque nosotros seamos los autores de la salvación, sino
porque el Señor quiere que su encarnación se prolongue, con toda su entrega,
con toda su fuerza salvadora, por medio de su Iglesia.
Para
discernir
¿Iluminan las palabras de Jesús mi
vivencia de la Eucaristía?
¿Desde qué caminos entro en comunión con
la vida de Jesús?
¿Qué implica para mi vida de discípulo de
Jesús la comunión con el Resucitado para vivir el estilo de vida del
Crucificado?
Repitamos a
lo largo de este día
…El que come a Jesús vivirá por Él…
Para la
lectura espiritual
…Ante las pruebas que agitan hoy a la
Iglesia —el fenómeno de la secularización, que amenaza con disolver o marginar
la fe, la falta de vocaciones sacerdotales y religiosas, las dificultades con
las que se encuentran las familias para vivir un matrimonio cristiano—, hace
falta recordar la necesidad de la oración.
La gracia de la renovación o de la
conversión no se dará más que a una Iglesia en oración. Jesús oraba en
Getsemaní para que su pasión correspondiera a la voluntad del Padre, a la
salvación del mundo. Suplicaba a sus apóstoles que velaran y oraran para no
entrar en tentación (cf. Mt 26,41). Habituemos a nuestro pueblo cristiano,
personas y comunidades, a mantener una oración ardiente al Señor, con María…
Juan Pablo II, Discurso a Ios obispos de
Suiza, julio de 1984
Para rezar
Al amor de los amores, Jesús Sacramentado
Sagrario del Altar el nido de tus más
tiernos y regalados amores.
Amor me pides, Dios mío, y amor me das;
tu amor es amor de cielo, y el mío,
amor mezclado de tierra y cielo;
el tuyo es infinito y purísimo; el mío,
imperfecto y limitado.
Sea yo, Jesús mío, desde hoy, todo para Ti,
Sea yo, Jesús mío, desde hoy, todo para Ti,
como Tú los eres para mí.
Que te ame yo siempre, como te amaron los
Apóstoles;
y mis labios besen tus benditos pies,
como los besó la Magdalena convertida.
Mira y escucha los extravíos de mi corazón
arrepentido,
como escuchaste a Zaqueo y a la
Samaritana.
Déjame reclinar mi cabeza en tu sagrado
pecho
como a tu discípulo amado San Juan.
Deseo vivir contigo, porque eres vida y
amor.
Por sólo tus amores, Jesús, mi bien amado,
en Ti mi vida puse, mi gloria y porvenir.
Y ya que para el mundo soy una flor
marchita,
no tengo más anhelo que, amándote, morir.
Santa Teresa de Lisieux
LECTIO
DIVINA
Mi carne es la verdadera
comida,
y mi sangre, la verdadera bebida
y mi sangre, la verdadera bebida
+ Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 6, 51-59
Los judíos discutían entre sí, diciendo: «¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?»
Jesús les
respondió: «Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben
su sangre, no tendrán Vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre
tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Porque mi
carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida. El que come mi
carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él.
Así como yo,
que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma
manera, el que me come vivirá por mí.
Este es el pan
bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de
este pan vivirá eternamente.»
Jesús enseñaba
todo esto en la sinagoga de Cafarnaún.
Palabra del Señor.
Palabra del Señor.
1. LECTURA - ¿QUÉ DICE
EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Guías para la lectura:
Como se anticipó en la
lectio de ayer, la sorprendente declaración de Jesús “…el pan que yo daré es
mi carne para la Vida del mundo” provocó una reacción inmediata en sus
oyentes. El texto bíblico nos ilustra diciendo que esa reacción desencadenó una
discusión importante. La misma se basaba en una cuestión de lógica simple
producto de una interpretación hiperliteralista de las palabras de Jesús. La
sola idea de comer carne humana seguramente les provocó un malestar no menor
que asociaban a la práctica del canibalismo. Lo expresaron de esta
manera: “¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?” (v.52).
La respuesta de Jesús,
entre los versículos 53-58, no solo no trata de diluir o bajar el tono de lo
dicho, sino que tiene toda la apariencia de “redoblar la apuesta”. Ahora no
solamente les habla de la necesidad de comer su carne, sino de beber su sangre.
No es difícil imaginar la confusión y hasta la repulsión que esto provocó en
los judíos que conocían toda la enseñanza levítica acerca de la prohibición de
beber la sangre. Por otro lado, y siguiendo el hilo del relato, esta alusión a
la sangre le daba sentido a la referencia a la sed del versículo 35.
Pero la escucha, y en
nuestro caso lectura más detenida de las palabras de Jesús cobran un sentido
mucho más profundo desde lo teológico cuando se ponen en la perspectiva de que
el que está hablando es quien dice haber sido enviado por el Padre. Por
ello, sus palabras deberían ser interpretadas en “clave mesiánica” y entonces
su carne y su sangre se convierten en elementos glorificados necesarios para la
salvación de los pecadores. Ese sentido soteriológico es nuclear en esta parte
del discurso, a la vez que tiene un claro condimento escatológico. Finalmente
la asociación que ahora hacemos nosotros, y seguramente muchos de los oyentes
hicieron después de esas palabras con la escena de la Eucaristía y el posterior
sacrificio en la cruz terminaron de “echar luz” sobre estas enigmáticas y
temerarias afirmaciones de Jesús. Teniendo en consideración estas llaves
hermenéuticas, los efectos profetizados por Jesús sobre comer su carne y beber
su sangre iban a significar: tener Vida eterna (v.53-54-58), ser resucitado en
el último día (v.54), tener comida y bebida verdadera (v.55), permanecer en él
(v.56), que él permanezca en ellos (v.56) y vivir por él (v.57).
En el versículo 59 Juan
nos menciona que esta enseñanza era dada por Jesús en la sinagoga de Cafarnaún.
En los versículos 24-25 se dice que el discurso a la multitud tuvo lugar en esa
ciudad sin dar más detalles, pero de alguna manera Juan quiso dejar expresa
constancia que Jesús dio estas enseñanzas de alto voltaje teológico en un lugar
sagrado.
2. MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME
DICE EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Preguntas para la meditación:
·
¿Qué significado renovador tienen ahora para mí las palabras de Jesús de comer
su carne y beber su sangre?
·
¿Qué implican en mi vida espiritual todas las palabras proféticas de Jesús
sobre Vida eterna, permanecer en él, vivir por él?
·
¿Qué nueva dimensión toma el amor sacrificial de Jesús en mi vivencia cristiana
al entender hasta qué punto él tenía plena conciencia de la cercanía de su
carne entregada y su sangre derramada?
3. ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO
A DIOS A PARTIR DEL TEXTO BÍBLICO?
|
Señor, Tú que diste tu
carne y derramaste tu sangre para darme Vida, enséñame a vivir con
agradecimiento, humildad y coraje el pertenecer a tu Iglesia. Tú que fuiste
enviado por el Padre para dar Vida, envíame a mí a compartir la vida nueva del
Evangelio.
4. CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO
INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?
|
Reflexiono en cada una de
las consecuencias que Jesús expone de dar su carne y derramar su sangre y
contemplo su amor y entrega por mí.
Medito en silencio sobre
el significado anunciado en el discurso, ejemplificado en el cenáculo y vivido
por los apóstoles de la Eucaristía.
5. ACCIÓN - ¿CÓMO VOY A VIVIR
EL TEXTO BÍBLICO?
|
·
Preguntas para la acción:
·
¿De qué manera renovada participaré de la Eucaristía?
·
¿Cómo se notará en mi manera de vivir la fe renovada por las palabras del
Evangelio de hoy?
·
¿Con quién compartiré hoy estas verdades centrales de la fe cristiana?
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