16 de junio de 2015


Amen a sus enemigos

PRIMERA LECTURA
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de Corinto    8, 1-9

Hermanos:
    Queremos informarles acerca de la gracia que Dios ha concedido a las Iglesias de Macedonia. Porque, a pesar de las grandes tribulaciones con que fueron probadas, la abundancia de su gozo y su extrema pobreza han desbordado en tesoros de generosidad. Puedo asegurarles que ellos estaban dispuestos a dar según sus posibilidades y más todavía: por propia iniciativa, ellos nos pidieron, con viva insistencia, que les permitiéramos participar de este servicio en favor de los hermanos de Jerusalén.
    Y superando nuestras esperanzas, ellos se entregaron, en primer lugar al Señor, y luego a nosotros, por la voluntad de Dios. Por eso, hemos rogado a Tito que lleve a feliz término entre ustedes esta obra de generosidad, de la misma manera que la había comenzado.
    Y ya que ustedes se distinguen en todo: en fe, en elocuencia, en ciencia, en toda clase de solicitud por los demás, y en el amor que nosotros les hemos comunicado, espero que también se distingan en generosidad.
    Esta no es una orden: solamente quiero que manifiesten la sinceridad de su amor, mediante la solicitud por los demás. Ya conocen la generosidad de nuestro Señor Jesucristo que, siendo rico, se hizo pobre por nosotros, a fin de enriquecernos con su pobreza. 
Palabra de Dios.

SALMO    
Sal 145, 2. 5-6. 7. 8-9a (R.: 1)
R.    ¡Alaba al Señor, alma mía!

    Alabaré al Señor toda mi vida;
    mientras yo exista, cantaré al Señor. R.

    Feliz el que se apoya en el Dios de Jacob
    y pone su esperanza en el Señor, su Dios:
    Él hizo el cielo y la tierra,
    el mar y todo lo que hay en ellos.
    El mantiene su fidelidad para siempre. R.

    Hace justicia a los oprimidos
    y da pan a los hambrientos.
    El Señor libera a los cautivos. R.
    El Señor abre los ojos de los ciegos
    y endereza a los que están encorvados,
    el Señor ama a los justos
    y protege a los extranjeros. R.

EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Mateo    5, 43-48
    Jesús dijo a sus discípulos:
    Ustedes han oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores; así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque él hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos.
    Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos? Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos?
    Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo. 
Palabra del Señor.

Para reflexionar

Este capítulo y el siguiente tratan de una misma cuestión: la colecta organizada en Macedonia a favor de la Iglesia de Palestina y en la cual exhorta a los corintios a participar.
Pablo pide a los cristianos de Corinto, que participen con generosidad en la colecta que se está organizando a favor de la comunidad de Jerusalén.
Les pone como ejemplo a los cristianos de Macedonia, en Grecia. Estos eran más pobres que los de Corinto, pero se esforzaron «por encima de sus fuerzas», en ayudar a los de la iglesia madre de Jerusalén. Y más aún: tienen a gloria el poder ayudar a otros más pobres, y consideran un favor que se les hace a ellos, el permitirles organizar esta colecta. Los pone como ejemplo de generosidad. No dieron lo que tenían, «se dieron a sí mismos».
Lo mismo deberían hacer los de Corinto, que ya se distinguen por otras cosas: su fe, su sabiduría y la gratitud que deben sentir por Pablo.
Pone como argumento todavía más contundente, al mismo Jesús, que “siendo rico, se hizo pobre, para que con su pobreza, nos hagamos ricos”.
En el ejercicio del ministerio apostólico, Pablo, integra la preocupación por una situación social concreta. El hecho de que no se ocupe de ella directamente, no es porque esta es una tarea poco adecuada a su misión, sino que es para evitar críticas maliciosas y, que se vuelva a encender una crisis ya superada. Pablo entiende este servicio como un signo material y concreto de comunión espiritual y de fe, entre todas las Iglesias.

Jesús sigue contraponiendo la ley antigua con su nuevo estilo de vida: esta vez el tema es el amor a los enemigos. La primera consigna, “amarás a tu prójimo”, estaba en el Antiguo Testamento. La segunda, «aborrecerás a tu enemigo», jamás fue precepto de Moisés, sino deducción teológica de los rabinos que “a causa de sus tradiciones habían quebrantado los mandamientos de Dios”.
Jesús corrige esta interpretación, exhortando a sus seguidores a amar también a los enemigos, o sea, extiende la obligación de amar más allá de la familia o del pueblo o el gusto.
Saludar a los que nos saludan lo hacen todos. Amar a los que nos aman, es fácil, sale de dentro y lo hacen hasta los paganos. Jesús trae una propuesta de un hombre y mujer nuevos
capaces de superar las cadenas del egoísmo, la venganza, y que se caracterizarán por algo «extraordinario»: saludar a los que no los saludan, amar a los enemigos, hacer el bien a los que los aborrecen.
Jesús pone por delante como modelo nada menos que al Padre celestial que es perfecto. Esta perfección que presenta Jesús, no es estática sino dinámica, es plenitud. Dios es perfecto, es decir pleno en el amorLa perfección consiste en la capacidad de amar de verdad y como Jesús.
El es el que mejor ha imitado a Dios Padre. Mostró su preferencia por los pobres, los débiles, los marginados, los enfermos, los pecadores. Amó a tal punto que entregó su vida por todos y murió perdonando a los mismos que lo crucificaban. Desde la cruz de Jesús, el perdón y el amor a los enemigos es la nota característica del discípulo. Esto da a la caridad fraterna su verdadera fisonomía, que es la misericordia, que consiste en la imitación de su amor tierno, fuerte y compasivo.
La afirmación que hace Jesús: “El Padre es más grande que Yo” significa que el Padre es el origen y el Hijo la derivación. El Padre es mayor que el Hijo no en poder, eternidad o grandeza, sino porque es principio del Hijo, a quien da la vida.
Amar sin esperar nada a cambio. A la hora de amar tenemos que enterrar las calculadoras. La perfección es amar sin medida. Para amar verdaderamente lo primero que tenemos que aceptar de los “otros” es eso, el que sean “otros”, con su carácter, sus particularidades, sus limitaciones, sus opiniones.
La perfección, el amor, está en nuestras manos en medio del mundo, en medio de nuestras ocupaciones diarias, en medio de la realidad. Debemos superar la absolutización de lo que nos resulta espontáneo como norma de vida.
El amor hacia los enemigos es el vértice donde Jesús ha puesto todo el contenido de su proyecto, cambiando la ley antigua por una nueva norma del amor sin límites, ni restricciones. La sola voluntad no alcanza, es una obra de Dios en nosotros. Por eso, los discípulos, tenemos que construir nuestra vida desde la paradoja de la oración, la compasión, para poder vivir el amor y el perdón, incluso a los enemigos, como la norma central de la vida y la misión.

Para discernir

¿Cuál es el límite de mi amor?
¿Pongo condiciones para el perdón?
¿Cuál es mi actitud frente a los que se que no me quieren o mis enemigos?

Repitamos a lo largo de este día

…Que pueda amar a todos…

Para la lectura espiritual

«Hace salir el sol sobre los malos y sobre los buenos» 
     …Anuncia la bondad de Dios. Siendo tú indigno, te acompaña, se lo debes todo a él, y no te reclama nada. A cambio de las pequeñas cosas que tú haces, te lo recompensa dándote grandes cosas. No llames, pues, a Dios, simplemente justo, porque no es por la relación existente con las cosas que tú haces que se revele su justicia. Si David le nombra justo y recto, su Hijo nos revela que es mucho más que bueno y suave: «Es bueno con los malvados y desagradecidos».
     ¿Cómo puedes tú quedarte con la simple justicia de Dios al leer el capítulo sobre el salario de los trabajadores? «Amigo, no te hago ninguna injusticia. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?» (Mt 20,13-15). ¿Cómo se puede decir simplemente que Dios es justo leyendo el capítulo del hijo pródigo que malgastó en una vida disoluta la riqueza de su padre, y por la sola compunción que le mostró, su padre corrió hacia él, se le echó al cuello y le dio pleno poder sobre todas sus riquezas? (Lc 15,11ss). No es cualquiera quien nos dice esto sobre Dios y así podríamos dudar: es su propio Hijo; es él mismo quien ha dado de Dios este testimonio. ¿Dónde se encuentra, pues, la justicia de Dios? ¿No es en aquello de «cuando éramos pecadores Cristo murió por nosotros?» (Rm 5,8). Se Dios ya aquí abajo se muestra compasivo, creemos que lo será por toda la eternidad… 
San Isaac el Sirio (siglo VII) monje en Nínive, cerca de Mosul,
en el actual Irak - Discursos ascéticos, 1ª serie, nº60.

Para rezar

Oración para aprender a amar

Señor, cuando tenga hambre, dame alguien que necesite comida;
Cuando tenga sed, dame alguien que precise agua;
Cuando sienta frío, dame alguien que necesite calor.
Cuando sufra, dame alguien que necesita consuelo;
Cuando mi cruz parezca pesada, déjame compartir la cruz del otro;
Cuando me vea pobre, pon a mi lado algún necesitado.
Cuando no tenga tiempo, dame alguien que precise de mis minutos;
Cuando sufra humillación, dame ocasión para elogiar a alguien; Cuando esté desanimado, dame alguien para darle nuevos ánimos.
Cuando quiera que los otros me comprendan, dame alguien que necesite de mi comprensión;
Cuando sienta necesidad de que cuiden de mí, dame alguien a quien pueda atender;
Cuando piense en mí mismo, vuelve mi atención hacia otra persona.
Haznos dignos, Señor, de servir a nuestros hermanos;
Dales, a través de nuestras manos, no sólo el pan de cada día, también nuestro amor misericordioso, imagen del tuyo
.
Madre Teresa de Calcuta M.C.

LECTIO DIVINA

Amen a sus enemigos

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     5, 43-48

    Jesús dijo a sus discípulos:
    Ustedes han oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores; así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque él hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos.
    Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos? Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos?
    Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo.
Palabra del Señor.
 

1.     LECTURA - ¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?

 ·   Guías para la lectura:                        

Lo primero que hace Jesús es denunciar una omisión seria y una adición perversa a un precepto fundamental a la Ley de Dios. El texto del Antiguo Testamento en cuestión dice: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”  (Lv.19, 18).  Según estaba siendo enseñado por algunos escribas y fariseos en tiempos de Jesús, ese mandato había mutado a: “Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo”.  Deliberadamente habían quitado la comparación auto-referencial “como a ti mismo”, y lo que es más grave aún, habían adicionado “y odiarás a tu enemigo” que desde luego no se encuentra textualmente en el Antiguo Testamento.  
No es difícil imaginar que ante tanta intolerancia y odio disfrazado de religiosidad, el mandato de Jesús de “Amen a sus enemigos” (v.44) causó un impacto importantísimo. Sin embargo, el núcleo de esta enseñanza sí estaba dentro del Antiguo Testamento. Por ejemplo en Éxodo 23, 4-5 dice: “Si encuentras perdido el buey o el asno de tu enemigo, se los llevarás inmediatamente. Si ves el asno del que te aborrece caído bajo el peso de su carga, no lo dejarás abandonado; más aún, acudirás a auxiliarlo junto con su dueño”.  De “ayuda a tu enemigo” a “ámalo” había apenas un paso. Jesús dio ese paso y también agregó “rueguen por sus perseguidores”.   
Jesús nos les pide a sus discípulos que hagan lo imposible. No les pide que se enamoren de sus enemigos. Los invita firmemente a identificarse de tal manera con el Padre que muestren con sus actos e intenciones las credenciales de tamaña filiación. Esa relación modeladora del amor divino la expresa de esta manera: “así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque él hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos”.  El orden de la relación debe quedar clara, no era haciendo esos actos de amor y piedad que se convertían en hijos del Padre, sino porque eran sus hijos debían comportarse como tales. 
La misma exigencia de identificación con la familia de Dios se presenta como final del argumento siguiente en el texto de hoy. Allí Jesús dice: “Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo” (v.48).  Por otro lado, si ésta era la norma familiar, había también una distinción filial que es resumida por Jesús en su pregunta “¿Qué hacen de extraordinario?  Si la norma de amor de los seguidores de Jesús se restringía en amar solamente a quienes los aman o saludar solamente a los hermanos, no actuaban de manera diferente a los publicanos o los paganos y no merecían ninguna recompensa. Retomando fundamentos veterotestamentarios de los dichos de Jesús, debía haber sido muy conocido por ellos el precepto que dice: “Ustedes serán  santos, porque yo, el Señor su Dios, soy santo”. (Lv.19, 2). Esa era la norma divina, ese el documento de identidad de los hijos de Dios, esa la carta de presentación distintiva de los discípulos de Jesús. No menos que eso. 
“Porque no nos mandó simplemente amar a quienes nos aborrecen, sino también rogar por ellos. ¡Mirad por cuántos escalones ha ido subiendo y cómo ha terminado por colocarnos en la cúspide de la virtud! Contémoslos de abajo arriba. El primer escalón es que no hagamos por nuestra cuenta mal a nadie. El segundo, que si a nosotros se nos hace, no devolvamos mal por mal. El tercero, no hacer a quien nos haya perjudicado lo mismo que a nosotros se nos hizo. El cuarto, ofrecerse uno mismo para sufrir. El quinto, dar más de lo que el ofensor pide de nosotros. El sexto, no aborrecer a quien todo eso hace. El séptimo, amarlo. El octavo, hacerle beneficios. El noveno, rogar a Dios por él. ¡He aquí una cima filosófica! De aquí también el espléndido premio que se le promete.  
JUAN CRISÓSTOMO, Homilías sobre el Ev. de Mateo.

2.     MEDITACIÓN - ¿QUÉ  ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?

·                       Preguntas para la meditación:

·               ¿Cuál es el alcance real de mi amor?
·               ¿Rezo por las personas que me ofendieron o hirieron?
·               ¿Puedo mostrar con mi vida que soy un hijo de Dios?

3.     ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL TEXTO BÍBLICO?

Señor, Tú que junto al Padre y el Espíritu Santo son perfectos en amor, ayúdame en estar a la altura de ser un hijo de Dios en el trato con mis semejantes, especialmente con quienes no son mis amigos o hermanos. 
Amén.

4.     CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?

Medito en las palabras de Jesús y en el real alcance que tienen para mi vida en mi manera de entender el amor a todos.  
Reflexiono esos principios comparativamente en relación al Padre y a los que no conocen el amor de Dios. 

5.     ACCIÓN - ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO BÍBLICO?

·                        Preguntas para la acción:

·       ¿Por quiénes que no amo o guardo rencor voy a orar hoy?
·        ¿Qué gestos concretos de amor haré sobre quien no me corresponde en mi aprecio y cariño?

·        ¿Qué aprendo de las acciones de amor que Dios hace a todos diariamente?

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