23 de julio de 2015


…a ustedes se les ha concedido conocer los misterios del reino…

PRIMERA LECTURA 
Lectura del libro del Éxodo    19, 1-2. 9-11. 16-20b

    El primer día del tercer mes, después de su salida de Egipto, los israelitas llegaron al desierto del Sinaí. Habían partido de Refidím, y cuando llegaron al desierto del Sinaí, establecieron allí su campamento. Israel acampó frente a la montaña.
    El Señor dijo a Moisés: «Yo vendré a encontrarme contigo en medio de una densa nube, para que el pueblo pueda escuchar cuando yo te hable. Así tendrá en ti una confianza a toda prueba.» Y Moisés comunicó al Señor las palabras del pueblo.
    Luego añadió: «Ve adonde está el pueblo y ordénales que se purifiquen hoy y mañana. Que laven su ropa y estén preparados para pasado mañana. Porque al tercer día el Señor descenderá sobre la montaña del Sinaí, a la vista de todo el pueblo.
    Al amanecer del tercer día, hubo truenos y relámpagos, una densa nube cubrió la montaña y se oyó un fuerte sonido de trompeta. Todo el pueblo que estaba en el campamento se estremeció de temor. Moisés hizo salir al pueblo del campamento para ir al encuentro de Dios, y todos se detuvieron al pie de la montaña. La montaña del Sinaí estaba cubierta de humo, porque el Señor había bajado a ella en el fuego. El humo se elevaba como el de un horno, y toda la montaña temblaba violentamente. El sonido de la trompeta se hacía cada vez más fuerte. Moisés hablaba, y el Señor le respondía con el fragor del trueno.
    El Señor bajó a la montaña del Sinaí, a la cumbre de la montaña, y ordenó a Moisés que subiera a la cumbre. 
Palabra de Dios.

SALMO    
Dn. 3, 52a. 52b. 53. 54. 55. 56 
R.    Alabado y exaltado eternamente.

    Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padres,
    bendito sea tu santo y glorioso Nombre. R.   

    Bendito seas en el Templo de tu santa gloria,
por encima de todo.
    Bendito seas en el trono de tu reino,
y exaltado eternamente. R.

    Bendito seas tú, que sondeas los abismos,
    y te sientas sobre los querubines.
    Bendito seas en el firmamento del cielo,
    aclamado y glorificado eternamente. R.

EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Mateo    13, 10-17

    En aquel tiempo, los discípulos se acercaron y le dijeron: « ¿Por qué les hablas por medio de parábolas?»
    El les respondió: «A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no. Porque a quien tiene, se le dará más todavía y tendrá en abundancia, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. Por eso les hablo por medio de parábolas: porque miran y no ven, oyen y no escuchan ni entienden. Y así se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice:
    Por más que oigan, no comprenderán, por más que vean, no conocerán. Porque el corazón de este pueblo se ha endurecido, tienen tapados sus oídos y han cerrado sus ojos, para que sus ojos no vean, y sus oídos no oigan, y su corazón no comprenda, y no se conviertan, y yo no los cure.
    Felices, en cambio, los ojos de ustedes, porque ven; felices sus oídos, porque oyen. Les aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven, y no lo vieron; oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron.» 
Palabra del Señor.

Para reflexionar

Entramos en los capítulos que constituyen la parte central del Éxodo. En ellos nos encontramos con el relato de la preparación de la alianza, el código de la alianza y el relato de la celebración de la alianza.
Los hijos de Israel llegaron al desierto del Sinaí, donde Dios espera a los suyos para hacer alianza con ellos, y darles su ley.
Al tercer día, al rayar el alba, hubo truenos, relámpagos y una densa nube sobre la montaña. Dios se sirve también de los fenómenos naturales para dar a conocer su presencia salvadora; una gran tormenta resonando, un movimiento sísmico o una erupción volcánica con humaredas grandiosas. Dios quiere preparar al pueblo antes de dictarle las cláusulas de la Alianza.
El pueblo reconoce la grandeza de Dios y se purifica para encontrarse con Él, aunque sólo Moisés será el elegido para subir al monte.
Yahvé ayudó a Israel a atravesar el desierto, conduciéndolo hasta el Sinaí, para establecer una alianza con este pueblo.
Yahvé le dice a Moisés que se presentará en una densa nube. En toda la tradición bíblica, la «nube» seguirá siendo el signo de la presencia divina. Dios es el que toma la iniciativa de ese encuentro.
***
Los discípulos preguntan a Jesús porque a la gente le habla en parábolas y a ellos no. Jesús responde diciendo que ellos, son de los que han comprendido y asimilado la Palabra, y que los otros aún habiéndola escuchado, no se han dejado transformar por su novedad.
Esta aptitud para comprender la palabra no se trata de un privilegio ‘dado’ a algunos, y ‘negado’ a otros. El comprender o no, es fruto de una apertura de corazón a su palabra, de un camino de conversión, de acercamiento a Jesús, y requiere esfuerzo. No es un simple oír la Palabra y dejar que ésta pase exteriormente sin que toque y cuestione la vida.
Para quien ha hecho un camino serio de apertura y confrontación con la Palabra de Dios, todo lo que sucede es ocasión de crecimiento, por eso está en condiciones de recibir más. Pero para quien no ha recorrido este camino, lo poco que podría tener lo pierde.
La causa de tal cerrazón es el corazón endurecido que no deja penetrar la ‘buena nueva’ de Cristo.
Jesús termina dirigiendo una “alabanza” a quienes estaban junto a Él y declara dichosos sus ojos, porque lo ven, y sus oídos, porque lo oyen.
Con Él llega la plenitud de los tiempos, y esta alabanza también nos alcanza. Si bien no hemos visto a Jesús con nuestros ojos, sí lo hemos conocido y lo conocemos por la fe. No hemos escuchado su voz con nuestros oídos, pero sí hemos escuchado y escuchamos sus palabras. El conocimiento que la fe nos da, aunque no es sensible, es un auténtico conocimiento, nos pone en contacto con la verdad y, por eso, también nos hace felices.
Que nuestro trato con Jesús sea tan cercano como el que tenían aquellos discípulos que estaban junto a Él, que lo vieron y oyeron. Estamos realmente en su tiempo, el tiempo de su gracia y salvación, un tiempo que no acaba. La oración y la Eucaristía nos aseguran esta cercanía y nos hacen realmente dichosos al mirarlo con ojos y oídos de fe.

Para discernir

¿Qué realidad personal he dejado transformar por mi escucha de la Palabra de Dios?
¿Me animo a vivir cada día como tiempo de gracia y salvación?
¿Qué cerrazones y endurecimientos me impiden recibir “más”?

Repitamos a lo largo de este día

…Que comprenda, tu Palabra…

Para la lectura espiritual

«Muchos profetas y justos desearon ver lo que veis vosotros»

…”Al emperador Adriano, Augusto César, y a Verísimo, su hijo filósofo, y a Lucio, filósofo, y al Senado y a todo el pueblo romano: yo, Justino de Neápolis [Naplouse] en Siria de Palestina, uno de los muchos hombres de toda raza que son injustamente odiados y perseguidos, dirijo este discurso a favor de todos ellos…
     Se nos pone la objeción de que aquel a quien llamamos Cristo no es sino un hombre, que los prodigios que le atribuimos son debidos a arte de magia y que logró hacerse pasar por Hijo de Dios. Nuestra demostración no se apoyará sobre lo que se dice sino sobre unas profecías hechas antes del acontecimiento, a las cuales, necesariamente, hemos de creer porque hemos visto y todavía vemos que se realiza lo que estaba predicho…
     Entre los judíos hubo profetas de Dios a través de los cuales el Espíritu profético anunció por adelantado los acontecimientos futuros. Estas profecías fueron cuidadosamente conservadas por los sucesivos reyes de Judea, tal cual habían sido pronunciadas, en unos libros escritos en hebreo por la mano misma de los profetas…
     Ahora bien, leemos en los libros de los profetas que Jesús, nuestro Cristo, ha de venir, que nacerá de una virgen, que llegará a la edad adulta, que curará toda clase de enfermedades y dolencias, que resucitará a los muertos, que será menospreciado y perseguido, será crucificado y morirá, que resucitará y subirá al cielo, que es y será reconocido Hijo de Dios, que enviará a algunos a anunciar estas cosas al mundo entero y que serán sobre todo los paganos los que creerán en él. Estas profecías fueron pronunciadas hace cinco mil, tres mil, dos mil, mil, ochocientos años antes de su venida porque los profetas se fueron sucediendo uno tras otro de generación en generación”… 
San Justino (hacia 100-160), filósofo, mártir – Primera apología, 1.30-31

Para rezar

A pesar de todo

A pesar de todo…
Creo en la fuerza silenciosa y la oración
que viene de lo alto.
Creo en la serenidad, nobleza y comprensión.
Creo en la bondad espontánea,
en el gesto comunitario de quien sirve.
Creo en la luz radiante
reflejada en las manos que oran.
Creo en el sufrimiento
que habla de renuncia y donación.
Creo en la mirada comprensiva
de los que expresan paz interior
por su oración.
Creo en la flor de la gratitud
que florece en el fondo del alma.
Creo en el silencio y la oración
que todavía construyen islas de bienestar
en el barullo y la competencia.
A pesar de todo… y sobre todo,
creo en el Amor alimentado de oración,
silencio y reflexión
que puede trasformar la tierra colocándola
más cerca del cielo.
Dios es silencio,
palabra hecha oración.

LECTIO DIVINA 

A ustedes se les ha concedido
conocer los misterios del Reino de los Cielos,
pero a ellos no

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     13, 10-17

    Los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron: «¿Por qué les hablas por medio de parábolas?»
    Él les respondió: «A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no. Porque a quien tiene, se le dará más todavía y tendrá en abundancia, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. Por eso les hablo por medio de parábolas: porque miran y no ven, oyen y no escuchan ni entienden. Y así se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice:
        "Por más que oigan, no comprenderán,
        por más que vean, no conocerán.
        Porque el corazón de este pueblo se ha endurecido,
        tienen tapados sus oídos y han cerrado sus ojos,
        para que sus ojos no vean,
        y sus oídos no oigan,
        y su corazón no comprenda,
        y no se conviertan, y Yo no los sane".
    Felices, en cambio, los ojos de ustedes, porque ven; felices sus oídos, porque oyen. Les aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que ustedes ven, y no lo vieron; oír lo que ustedes oyen, y no lo oyeron.» 
Palabra del Señor.

1.   LECTURA -  ¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?

·       Guías para la lectura:

v.10: Y acercándose los discípulos le dijeron: Los discípulos son su madre, hermanos y hermanas. En efecto, se acercaron a Él, lo siguen y lo escuchan, cumpliendo la voluntad del Padre. No “permanecen afuera” (12,46), sino que se dejan involucrar por Él. 
¿Por qué les hablas en parábolas? “Les” son los otros, a los cuales Jesús ofrece la semilla de la Palabra, aunque todavía no saben sacarlo de la cáscara de la parábola. Los discípulos preguntan si no es el caso hablarles más claro, o incluso no hablarles. Al que no quiere escuchar, ¿no es mejor clavarlo en su mala fe, o dejarlo perder? 
En cambio Jesús “les habla”. Y usa las parábolas, que ni clavan ni dejan perder, ni acusan ni excusan, sino que simplemente, con respeto y discreción proponen, de tal modo que el que quiere comprender, cuando quiere, puede pedir explicaciones. El que no quiere, es libre de hacerlo. Pero siempre queda abierto para Él el resquicio: la parábola la ofrece también a la luz de la verdad. 
v.11: A vosotros: Son los discípulos, que han decidido estar “con Él” (12,30). 
Se os ha dado: Por parte de Dios: Él da, y los discípulos reciben. 
Conocer los misterios del reino de los cielos: Es el conocimiento de la voluntad del Padre, la participación en su amor mutuo con el Hijo (11, 25-30). La palabra “misterio” aparece sólo aquí en los sinópticos, y significa el designio de Dios en la historia (Dn 2,28ss), expresado en “misterios”.
Pero a ellos no: En efecto, están afuera. No se acercan, sino que se defienden de Él; lo acusan en lugar de acogerlo, le dan muerte en lugar de vivir de Él, provocan la señal de Jonás en lugar de seguir las señales que ya han recibido.
v.12: A quien tiene, se le dará: Los discípulos tienen fe: están dispuestos a acoger. Dios es un don sin fin: la única medida para su don desmesurado es la apertura de nuestro deseo.  
Y le sobrará: En el amor el deseo es alimentado por su satisfacción: en una saciedad que no produce náusea ni quieta el apetito. Mientras más desea uno, más recibe; y mientras más recibe, más desea. 
A quien tiene, aun lo que tiene se le quitará: Quien no tiene deseo, no recibe ningún don. El que se encierra en la autosuficiencia, se esteriliza siempre más. 
El pábilo humeante, si no se alimenta, echará siempre más humo y menos luz. Pero la misma luz del mundo (Jn 9,12) llevará sobre sí la maldición de toda tiniebla. 
v.13: Les hablo en parábolas porque viendo no ven, etc.: El ojo es para la luz, el oído para la palabra, el corazón para el deseo. Pero un corazón cerrado no desea, es sordo y ciego; ve sólo la proyección de sus desconfianzas, escucha solamente los propios temores. 
v. 14: En ellos se cumple la profecía de Isaías: Jesús cita a Isaías, que había sido enviado a denunciar el pecado del pueblo que no quería convertirse al Señor (Is 6, 9-10). Pero hay un término a todo mal: ¡la gran devastación! Será la que le tocará en suerte a Jesús, “el leño verde” que lleva sobre sí la maldición del leño seco (Lc 23,31). Él será el brote del cual nacerá la salvación para todos y para el mismo Israel (Is 6, 11-13). 
Oír, oiréis, pero no entenderéis, etc. (Is 6, 9-10).  Existe un oír que no entiende, un ver que no comprende. No se trata de sordera ni de ceguera, porque el sordo no oye y el ciego no ve. Se trata de quien oye y ve, pero no quiere entender y comprender. 
v.15: Se ha embotado el corazón de este pueblo: Lo que impide que se comprenda es el corazón torpe y entontecido, ahogado en los propios intereses, que vuelven tardos los oídos para escuchar y los ojos cerrados a la luz. El “corazón”, que se menciona al principio y al final del v. 15, es el centro del mal, como lo es del bien.  
Se conviertan: El entorpecimiento del corazón oscurece la conciencia del mal y el deseo del bien, y obstaculiza la conversión verdadera. 
Y yo los sane: El Señor quiere sanarnos. Espera tan sólo que se lo pidamos. Este diagnóstico que Jesús hace de nuestro mal es el comienzo de la terapia. 
v. 16-17: Dichosos vuestros ojos, porque ven, etc.: Al que se acerca a Jesús se le concede lo que los “profetas y justos”, (profetas y reyes, Lc. 10,24), han deseado y saludado sólo desde lejos (Hb 11, 13). “Vuestro padre Abrahán se regocijó pensando en ver mi día; lo vio y se alegró” (Jn 8,56). 
Los ojos de los discípulos ven porque reconocen la propia ceguera, sus oídos oyen porque advierten la propia sordera, su corazón comprende porque siente las propias resistencias a la Palabra. 
Párrafos extraídos de “Una comunidad lee el Evangelio de Mateo – Silvano Fausti – Editorial San Pablo – 2da. Edición - Páginas 286-287.

2.   MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?

·       Preguntas para la meditación:

·       ¿Cómo están mis oídos y ojos espirituales?
·       ¿Cómo predispongo mi corazón para las verdades del Evangelio?
·       ¿Qué lugar ocupa la comprensión de la Escrituras en el entendimiento de lo que sucede con el pueblo de Dios? 

3.   ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL TEXTO BÍBLICO?

Señor, ayúdame a abrir mis oídos, ojos y corazón para recibir tu Palabra que convierte y sana mi alma.

4.   CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?

Reflexiono acerca de la importancia de que mis ojos, oídos y corazón estén abiertos espiritualmente para entender la Palabra del Señor, y escuchar al Señor de la Palabra. 

5.   ACCIÓN -  ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO BÍBLICO?

·       Preguntas para la acción:

·       ¿Cómo me dispondré a la escucha y acogida de la palabra de Dios?
·       ¿Cómo consideraré el cumplimiento de las profecías bíblicas en mi lectura del texto?

·       ¿Qué diferente compresión de las parábolas tendré ahora?

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