14 de septiembre de 2015 – TO – LUNES DE LA
XXIV SEMANA
La Exaltación de la Santa Cruz (F)
…sí, Dios amó
tanto al mundo…
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de los Números 21, 4b-9
En el camino, el pueblo perdió la paciencia y comenzó a hablar contra Dios y contra Moisés: « ¿Por qué nos hicieron salir de Egipto para hacernos morir en el desierto? ¡Aquí no hay pan ni agua, y ya estamos hartos de esta comida miserable!»
Entonces el Señor envió contra el pueblo
unas serpientes abrasadoras, que mordieron a la gente, y así murieron muchos
israelitas.
El pueblo acudió a Moisés y le dijo:
«Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti. Intercede delante del
Señor, para que aleje de nosotros esas serpientes.»
Moisés intercedió por el pueblo, y el Señor le dijo: «Fabrica una serpiente abrasadora y colócala sobre un asta. Y todo el que haya sido mordido, al mirarla, quedará curado.»
Moisés intercedió por el pueblo, y el Señor le dijo: «Fabrica una serpiente abrasadora y colócala sobre un asta. Y todo el que haya sido mordido, al mirarla, quedará curado.»
Moisés hizo una serpiente de bronce y la
puso sobre un asta. Y cuando alguien era mordido por una serpiente, miraba
hacia la serpiente de bronce y quedaba curado.
Palabra de Dios.
SALMO
Sal 77, 1-2. 34-35. 36-37. 38 (R.: cf. 7b)
R. No olviden las proezas del Señor.
Pueblo mío, escucha mi enseñanza,
presta atención a las palabras de mi boca:
yo voy a recitar un poema,
a revelar enigmas del pasado. R.
Cuando los hacía morir, lo buscaban
y se volvían a él ansiosamente:
recordaban que Dios era su Roca,
y el Altísimo, su libertador. R.
Pero lo elogiaban de labios para afuera
y mentían con sus lenguas;
su corazón no era sincero con él
y no eran fieles a su alianza. R.
El Señor, que es compasivo,
los perdonaba en lugar de exterminarlos;
una y otra vez reprimió su enojo
y no dio rienda suelta a su furor. R.
presta atención a las palabras de mi boca:
yo voy a recitar un poema,
a revelar enigmas del pasado. R.
Cuando los hacía morir, lo buscaban
y se volvían a él ansiosamente:
recordaban que Dios era su Roca,
y el Altísimo, su libertador. R.
Pero lo elogiaban de labios para afuera
y mentían con sus lenguas;
su corazón no era sincero con él
y no eran fieles a su alianza. R.
El Señor, que es compasivo,
los perdonaba en lugar de exterminarlos;
una y otra vez reprimió su enojo
y no dio rienda suelta a su furor. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Juan
3, 13-17
Jesús dijo a Nicodemo:
«Nadie ha subido al cielo, sino el que
descendió del cielo, el Hijo del hombre que está en el cielo.
De la misma manera que Moisés levantó en
alto la serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del hombre
sea levantado en alto, para que todos los que creen en él tengan Vida eterna.
Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a
su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida
eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el
mundo se salve por él.»
Palabra del Señor
Para reflexionar
Colocamos cruces en las
cabeceras de las camas, hay cruces que aparecen como un adorno de moda colgando
del cuello o de las orejas de modelos, hay cruces tatuadas, hay cruces en sepulcros,
hay cruces que tratan de mostrar en que creemos. La cruz a pesar de no tener el
significado de rebeldía y maldición que tenía en el mundo antiguo, y habiéndose
en muchos casos convertido en un artículo de adorno, sigue hablando de
dolor.
Decimos cruz cuando nos referimos a la
realidad cotidiana de personas a las que se les hace, por diversos motivos,
difícil la vida. Se habla de cruz ante la falta de oportunidades para
desarrollarse como personas, ante la realidad de miseria que inunda como un torbellino
incontenible nuestras ciudades y pueblos. El dolor de la humanidad, los
excluidos, los no nacidos… a todo eso se sigue llamando cruz.
Le decimos cruz, también, a cualquier cosa
inesperada o no querida que nos pasa. Le hemos puesto el nombre de cruz a
muchas cosas y poco a poco se ha desfigurado el valor y el sentido de la Cruz
de Cristo en la vida de los hombres y en la vida del discípulo.
En el libro de los Números la serpiente de
bronce es levantada por Moisés sobre un asta en medio del campamento. Todos los
israelitas que mordidos por las serpientes venenosas, habían sido castigados
por sus rebeldías; miraban la serpiente de bronce y se curaban. La exaltación
de esa serpiente portadora de muerte se convertía para el pueblo arrepentido en
portadora de vida.
***
Juan utiliza la narración de la serpiente
de bronce, elevada por Moisés en el desierto, como figura que ilustra
proféticamente lo que sucede en la “elevación” del Hijo del Hombre en
la cruz.
Hacia ese Jesús elevado en señal de
oprobio, nosotros levantamos nuestros ojos de la fe, porque reconocemos en Él
el amor salvador del Padre y el amor fiel y salvador del Hijo, que ha aceptado
perder la vida, es decir, entregarla al Padre y a todos nosotros.
Las palabras de Jesús a Juan expresan en
forma resumida su misión, que consiste en dar al hombre “vida eterna”, la misma
vida de Dios, y que se concede a los hombres en virtud de su elevación.
El levantamiento de Jesús es a la vez su
muerte en cruz y su glorificación; es fruto del rechazo del mundo y atracción
salvadora de todos los hombres; Jesús es elevado para morir en manos del mundo
y es elevado para salvar por el Padre; “para que todo el que crea en Él
tenga vida eterna”. Jesús elevado, atrae a todos los hombres; es la luz
verdadera que ilumina a todos.
Jesús no es juicio sino salvación. Dios no
es el que juzga, sino el que salva. La salvación tiene lugar por la fe.
En cambio, “el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el
nombre del Hijo único de Dios”. La luz es dada a todos los hombres pero los
hombres prefieren muchas veces las tiniebla a la luz, “porque sus obras
son malas”.
El propósito y la voluntad de Dios es la
salvación del mundo, no su condenación. Dios ama al mundo con un amor
incomprensible e inconmensurable. El Dios que revela Jesús no es un
Dios a imagen de los hombres, que se dedica a garantizar el orden en el
mundo, ni un super vigilante del escenario del mundo, ni el
custodio del orden moral. Dios ama, Dios es amor. Sólo Jesús, con sus
palabras y sus gestos que lo conducen a la cruz, puede dejar entrever esto.
El Padre por amor a nosotros nos entrega a
su propio Hijo único en nuestras manos y nosotros entregamos a este Hijo único
de Dios a la muerte. El Padre no envía al Hijo a la muerte, sino a la
solidaridad con los hombres. Jesús sabe que la salvación no le llega al hombre
por la huida de la realidad humana, sino por la identificación hasta el fondo
con ella. Jesús se comportó como un hombre cualquiera. Nada le fue
ahorrado de la común condición humana sino que la asumió hasta la muerte.
Esta profunda comunión con nosotros es lo que hace a Jesús tan entrañable y tan
próximo a cada uno de nosotros.
El Padre no envía al Hijo a la muerte sino
al cumplimiento fiel de su misión de revelar el amor de Dios, su misericordia sobre
todos los hombres, y la muerte de Jesús es una consecuencia de su obrar. Al
enviar a su Hijo al mundo, el Padre corre este riesgo que no “escatimó″.
Se trata, por tanto, de un claro
predominio del designio de salvación en la actuación amorosa de Dios en el
mundo; de una prioridad de la salvación sobre la condenación; se
trata de un triunfo de la salvación.
La cruz fue para Cristo la voluntad del
Padre cumplida hasta el extremo, su última palabra y la más elocuente. La cruz
fue para Cristo ponerse en el último lugar y prestar el mejor servicio a todos
los hombres. Para servir hay que ponerse en la cola, en el último lugar,
descendió el que vino al mundo a servir y no a ser servido. Por eso fue también
la cruz el trono de su exaltación y su gloria.
Para Jesús la cruz no fue un final
desgraciado o inesperado, sino la culminación de su camino. No hay
quiebre entre lo que hizo durante su vida pública y su cruz. Jesucristo
llegó a la cruz precisamente porque era el lugar adonde lo llevaba que decía y
hacía. La cruz de la incomprensión, de la persecución y de la oposición la
halló desde el primer momento, pero no se desvió de su camino. Jesucristo
no elige la cruz, pero tampoco se aparta de su camino aunque
éste lleve a la cruz. Es su fidelidad a la verdad, a su lucha por la justicia,
a su entrega a los marginados y despreciados, a su combate contra todo mal,
toda hipocresía. Todo esto significa para el discípulo la cruz de cada
día.
La cruz es camino de vida, lo que no
supone buscar el sufrimiento como si fuera algo bueno, se trata de seguir a
Jesús, en el intento de vivir como Él viviría en este tiempo y en nuestra
realidad concreta. Escoger un camino que sea consecuente con lo que El nos
enseñó: un camino que, sirva a la verdad y no a la mentira, al amor generoso y
no al egoísmo insolidario, a la justicia de cada día y no al aprovecharse de
los débiles.
El discípulo no busca el sufrimiento, pero
no puede huir de la dificultad por construir el reino por más costosa que se
presente. En la cruz, se resuelve toda una historia de amor de Dios por la
humanidad. Y esa historia la realiza Jesús, el crucificado, que por su
solidaridad con la humanidad es glorificado.
En el desierto que nos presenta el mundo,
de nosotros depende levantar el signo de un futuro más fuerte que la muerte. No
se trata de colocar crucifijos por todas partes; se trata de que nosotros
mismos estemos marcados por el amor de tal manera que todo hombre pueda
reconocer el rostro de Cristo y la esperanza de curación. Gracias a todos los
que luchan contra la muerte para que vivan humanamente los minusválidos, los
débiles, los incurables, la muerte retrocede, aunque el hombre sabe
perfectamente que él no ha de ganar la última batalla. Pero la muerte es
vencida cada vez que el amor le impide reinar como dueña.
La cruz de Cristo no debe ser identificada
con todo aquello que en nuestra vida humana hay de limitación y de finitud
natural. Habitualmente hablamos de las cruces de la vida refiriéndonos a
limitaciones humanas, enfermedades, accidentes, mala suerte, que no son sino
avatares y peculiaridades de la vida humana, dimensiones naturales de nuestra
existencia y la cruz de Cristo no tiene nada de natural.
La cruz que exaltamos no son los maderos cruzados sino el coraje de
Jesús, que optó por el Reino y por el amor sin temor a las consecuencias a que
lo iban a llevar. La exaltación de la cruz es la exaltación de
la fidelidad de Jesús a la causa del Reino. Cruz es el sufrimiento que se
producirá en nuestra vida como consecuencia de seguir a Jesús y los valores del
evangelio.
La fiesta que celebramos tiene que ser
para nosotros la ocasión de hacer memoria, de recordar y proclamar muy alto que
Cristo ha sido exaltado en la cruz y que todos los que son de Cristo no podemos
pretender otra gloria que ésta. Tener los mismos sentimientos que tuvo
Cristo y no conformarnos a este mundo. Si somos discípulos de Cristo
estaremos siempre con Él en la cruz, en la contradicción.
Los creyentes no vivimos la cruz como
derrotados, sino como portadores de una esperanza final. Si asumimos esa cruz
inevitable en todo aquel que se esfuerza por ser fiel a su vocación y por
construir un mundo más humano, más habitable, es porque queremos arrancar para
siempre del mundo y de nosotros el mal y el sufrimiento. A una cruz como la de
Jesús, sólo le espera resurrección. Por eso, aunque parezca
contradictorio, nos gozamos y hacemos fiesta contemplando la cruz, por
encima de otras exaltaciones pasajeras y mundanas que nos embotan cada día.
La exaltación de la cruz no es la exaltación del sufrimiento y del
sacrificio, ni la consagración del dolor, sino revelación cumbre del amor y la
posibilidad de transformar el abatimiento en construcción de vida humana plena.
Jesús nos enseña cómo pasar de la muerte a la vida.
Apostar siempre, aún en medio de las
mayores dificultades, por la vida del hombre y del mundo, es creer en el nombre
del Hijo único de Dios.
Lo que nos hace cristianos es seguir a
Jesús. Nada más. Este seguimiento a Jesús no es algo teórico o
abstracto. Significa seguir sus pasos, comprometernos
como él a «humanizar la vida», y vivir así contribuyendo a que, poco a
poco, se vaya haciendo realidad su proyecto de un mundo donde reine Dios y su
justicia.
Esto quiere decir que los seguidores de
Jesús estamos llamados a poner verdad donde hay mentira, a introducir justicia
donde hay abusos y crueldad con los más débiles, a reclamar compasión donde hay
indiferencia y pasividad ante los que sufren. Y esto exige construir
comunidades donde se viva el proyecto de Jesús, con su espíritu y sus actitudes.
Para discernir
¿Busco la verdad a toda costa, sin
acobardarme ante la posibilidad de que me pongan la cruz?
¿Acepto las cruces que la vida me impone?
¿Soy capaz de rebajarme por el bien de
otros?
Repitamos a lo largo de este día
…Jesucristo es el Señor…
Para la lectura espiritual
«Cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos
hacia mí»
Hoy es el día de la Exaltación de la Santa Cruz; cruz que merece nuestro amor y a la cual, por nuestro amor, ha sido suspendido el Salvador del mundo entero. Nuestro Señor ha dicho: «Cuando haya sido elevado de la tierra, atraeré a todos hacia mí. Con estas palabras quiere decir que su deseo más grande es atraer hacia Él nuestros corazones terrenos, poseídos por el amor hacia las cosas de este mundo; quiere atraer hacia Él nuestra sed de gozos y satisfacciones de la tierra. Nuestra alma, bella y orgullosa, retenida por la complacencia en sí misma, por el amor a la satisfacción material de nuestra sensibilidad, quisiera Él atraerla totalmente hacia Sí. Sí, a fin de que Él sea elevado en nosotros y crezca en nuestros corazones. Porque para aquellos que Dios ha sido siempre grande, todas las cosas creadas son pequeñas, y las cosas pequeñas las consideran como si nada fuesen.
La belleza de esta Cruz es Cristo crucificado elevado de manera inimaginable,
muy por encima de todos los santos, de todos los ángeles, de todos los gozos,
delicias y felicidades que todos juntos poseen. Y puesto que su verdadera
mansión se encuentra en lo más alto de los cielos, quiere habitar en eso que
hay en lo más alto de nosotros mismos, es decir, en nuestro amor y en nuestros
sentimientos más elevados, más íntimos, más delicados. Quiere atraer hacia Él
los aspectos más simples de nuestro espíritu y de nuestra alma en lo que tienen
de más eminente, y elevar todo ello hasta Él. Si logramos que esto sea una
realidad en nosotros, Él nos atraerá hasta su mansión más elevada y la más
íntima… Cuanto más ahora yo le dé lo que es mío, lo que tengo, tanto más Él me dará
lo que es suyo.
Juan Taulero – Sermón 58
Para rezar
Nos acercamos a los crucificados
Hoy, nos acercamos a tu cruz,
Hoy, nos acercamos a tu cruz,
y nos acercamos
a los crucificados de la humanidad.
Queremos pasar sus rostros, que son tu rostro,
por nuestro corazón.
Nos sentimos llamados a recorrer países enteros,
donde hay tantos relatos de cruz
por el hambre, la guerra, la injusticia sin fin.
Pasamos por nuestros ojos las imágenes de las víctimas,
los cuerpos mutilados por las bombas,
las mujeres embarazadas violentamente,
los niños atrapados en redes comerciales.
Oímos la voz de los sin voz,
el ruido de los pies de tantos emigrantes
que dejan su tierra con dolor,
el eco apagado de tantos condenados a muerte
por el hambre, el sida, las drogas,
el hilito de voz que sale de las cárceles,
de los hospitales, de todos los marginados.
Que nuestras lágrimas, nuestra solidaridad,
nuestro estilo de vida, rieguen tantas semillas
de amor y de esperanza sembradas cada día en la tierra.
a los crucificados de la humanidad.
Queremos pasar sus rostros, que son tu rostro,
por nuestro corazón.
Nos sentimos llamados a recorrer países enteros,
donde hay tantos relatos de cruz
por el hambre, la guerra, la injusticia sin fin.
Pasamos por nuestros ojos las imágenes de las víctimas,
los cuerpos mutilados por las bombas,
las mujeres embarazadas violentamente,
los niños atrapados en redes comerciales.
Oímos la voz de los sin voz,
el ruido de los pies de tantos emigrantes
que dejan su tierra con dolor,
el eco apagado de tantos condenados a muerte
por el hambre, el sida, las drogas,
el hilito de voz que sale de las cárceles,
de los hospitales, de todos los marginados.
Que nuestras lágrimas, nuestra solidaridad,
nuestro estilo de vida, rieguen tantas semillas
de amor y de esperanza sembradas cada día en la tierra.
LECTIO DIVINA
Es necesario que el Hijo del hombre
sea levantado en alto
sea levantado en alto
+ Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 3, 13-17
Jesús dijo a Nicodemo:
«Nadie ha subido al cielo, sino el que descendió del cielo, el
Hijo del hombre que está en el cielo.
De la misma manera que Moisés levantó en alto la serpiente en el
desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto,
para que todos los que creen en él tengan Vida eterna.
Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que
todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna. Porque Dios no
envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.»
Palabra del Señor.
1. LECTURA
- ¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Guías para la lectura:
El
texto que nos propone hoy la liturgia corresponde a la Fiesta de la Exaltación
de la Santa Cruz. No nos tiene que sorprender que el pasaje elegido para esta
celebración forme parte del cuarto evangelio, porque es justamente este
evangelio el que presenta el misterio de la cruz del Señor, como exaltación. Y
esto está claro desde el comienzo del evangelio: “Así como Moisés elevó la
serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del Hombre” (Jn
3,14; Dn 7,13). Juan nos explica el misterio del Verbo Encarnado en el
movimiento paradójico del descenso-ascenso (Jn 1,14.18; 3,13). Y es éste el
misterio que ofrece la clave de lectura para comprender el despliegue de la
identidad y de la misión de Jesucristo passus et gloriosus, y podemos decir con
razón que esto no vale solamente para el texto de Juan. La carta a los Efesios,
por ejemplo, se sirve de este mismo movimiento paradójico para explicar el
misterio de Cristo: “Subió. ¿Qué quiere decir, sino que había bajado con los
muertos al mundo inferior?” (Ef 4,9).
Jesús
es el Hijo de Dios que al hacerse Hijo del hombre (Jn 3,13) nos hace conocer
los misterios de Dios (Jn 1,18). Esto él solamente puede hacerlo, ya que él
sólo ha visto al Padre (Jn 6,46). Podemos decir que el misterio del Verbo que
baja del cielo responde al anhelo de los profetas: ¿quién subirá al cielo para
revelarnos este misterio? (cfr. Dt 30,12; Prov 30,4). El cuarto evangelio está
lleno de referencias al misterio de aquel que “ha bajado del cielo” (1 Cor
15,47). He aquí algunas citas: Jn 6,33.38.51.62; 8,42; 16,28-30; 17,5.
La
exaltación de Jesús está justamente en este bajar hasta nosotros, hasta la
muerte, y a la muerte de cruz, desde la cual él será levantado como la
serpiente en el desierto y “todo el que la mire … no morirá” (Núm 21,7-9; Zc
12,10). Este mirar a Cristo ensalzado, Juan lo recordará en la escena de la
muerte de Jesús: “Mirarán a aquel que traspasaron” (Jn 19,37). En el contexto
del cuarto evangelio, el dirigir la mirada quiere significar, “conocer”,
“comprender”, “ver”.
A
menudo en el evangelio de Juan, Jesús se refiere al hecho de ser levantado:
“Cuando hayan levantado en alto al Hijo del hombre, entonces conocerán que yo
soy” (Jn 8,28); “‘cuando yo haya sido levantado de la tierra, atraeré a todos a
mí’. Jesús daba a entender así de qué muerte iba a morir” (Jn 12,32-33).
También en los sinópticos Jesús anuncia a sus discípulos el misterio de su
condena a muerte y muerte de cruz (véase Mt 20,17-19; Mc 10,32-34; Lc
18,31-33). En efecto, Cristo tenía que “sufrir todo esto y entrar en la gloria”
(Lc 24,26).
Este
misterio revela el gran amor que Dios nos tiene. Es el hijo que nos es dado,
“para que quien crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna”, este hijo a
quien nosotros hemos rechazado y crucificado. Pero justamente en este rechazo
de nuestra parte, Dios nos ha manifestado su fidelidad y su amor que no se
detiene ante la dureza de nuestro corazón. El actúa la salvación, a pesar de
nuestro rechazo y desprecio (cfr. Hechos 4,27-28), permaneciendo siempre firme
en realizar su plan de misericordia: “Porque Dios no ha enviado a su Hijo al
mundo para juzgar el mundo, sino para que el mundo se salve por él”.
Texto tomado
por gentileza de “Lectionautas” – Los Carmelitas.
2. MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO
BÍBLICO?
|
· Preguntas para la meditación:
·
En el evangelio ¿qué te ha llamado la atención?
·
¿Qué significa para ti la exaltación de Cristo y de su Cruz?
·
Este movimiento de descenso-ascenso ¿qué consecuencias conlleva en la vivencia
de la fe?
3. ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL
TEXTO BÍBLICO?
|
Señor,
Tú que nos invitas cada día a alzar nuestra mirada y contemplar tu sacrificio y
victoria sobre la cruz, bendice este día de mi vida. Aumenta mi fe para poder
vivir la vida plena y eterna que nos regalas.
4. CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO
BÍBLICO?
|
Aleluia
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos,
porque con tu cruz has redimido al mundo.
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos,
porque con tu cruz has redimido al mundo.
Aleluia.
5. ACCIÓN
- ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO BÍBLICO?
|
·
Preguntas para la acción:
·
¿Cómo leo ahora la Biblia cuando “dialogan” de una forma tan clara el Antiguo
con el Nuevo Testamento?
·
¿Cómo reconsideraré cada día la exaltación de Cristo en la cruz y su efecto en
mi vida?
·
¿Con quién compartiré la Lectio de hoy?Con quién compartiré la Lectio de hoy?
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