12 de octubre de 2015 – TO – LUNES
DE LA XXVIII SEMANA
Aquí hay
alguien que es más que Jonás
PRIMERA LECTURA
Principio de la carta del apóstol san
Pablo
a los cristianos de
Roma 1, 1-7
Carta de Pablo,
servidor de Jesucristo, llamado para ser Apóstol, y elegido para anunciar la
Buena Noticia de Dios, que él había prometido por medio de sus Profetas en las
Sagradas Escrituras, acerca de su Hijo, Jesucristo, nuestro Señor, nacido de la
estirpe de David según la carne, y constituido Hijo de Dios con poder según el
Espíritu santificador, por su resurrección de entre los muertos. Por él hemos
recibido la gracia y la misión apostólica, a fin de conducir a la obediencia de
la fe, para gloria de su Nombre, a todos los pueblos paganos, entre los cuales
se encuentran también ustedes, que han sido llamados por Jesucristo.
A todos los que
están en Roma, amados de Dios, llamados a ser santos, llegue la gracia y la
paz, que proceden de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.
Palabra de Dios.
SALMO
Sal 97, 1. 2-3b. 3c-4 (R.: 2a)
R. El Señor
manifestó su victoria.
Canten al Señor un
canto nuevo,
porque el hizo
maravillas:
su mano derecha y
su santo brazo
le obtuvieron la
victoria. R.
El Señor manifestó
su victoria,
reveló su justicia
a los ojos de las naciones:
se acordó de su
amor y su fidelidad
en favor del
pueblo de Israel. R.
Los confines de la
tierra han contemplado
el triunfo de
nuestro Dios.
Aclame al Señor
toda la tierra,
prorrumpan en
cantos jubilosos. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Lucas 11, 29-32
Al ver Jesús que
la multitud se apretujaba, comenzó a decir: «Esta es una generación malvada.
Pide un signo y no le será dado otro que el de Jonás. Así como Jonás fue un
signo para los ninivitas, también el Hijo del hombre lo será para esta
generación.
El día del Juicio,
la Reina del Sur se levantará contra los hombres de esta generación y los
condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la
sabiduría de Salomón y aquí hay alguien que es más que Salomón.
El día del Juicio,
los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán,
porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás y aquí hay alguien que
es más que Jonás.»
Palabra del Señor.
Para reflexionar
Pablo durante quince años funda
«Iglesias» en tierra pagana. Toda el Asia Menor y las grandes ciudades de
Grecia tienen ahora su Comunidad: cada Iglesia fundada crece y se
desarrolla por el mismo dinamismo de sus miembros.
Es un momento decisivo en la vida de
Pablo, son más de veinte años los que Pablo ha vivido ya como cristiano;
reflexionando sobre el misterio de Cristo que ya había esbozado en otras
cartas; ahora presenta una exposición completa de su visión sobre el plan
salvador de Dios.
Por otro lado, considera ahora que
su tarea en Oriente está terminada. Quiere continuarla con los paganos de
Occidente. Proyecta llegar a España pasando por Roma y para
preparar su estadía en la capital del Imperio, escribe a la «comunidad de
Roma», fundada ya por san Pedro. Roma no es sólo la capital de un gran imperio,
es también un lugar donde Dios ha mostrado su amor haciendo llegar el anuncio
de su Hijo.
La Epístola a los Romanos se escribió el
año 57 ó 58. Pablo que no conocía a la comunidad de Roma, seguramente formada
por unos cristianos procedentes del judaísmo y otros del paganismo, escribe con
humildad; presentándose con tres títulos: Servidor, Apóstol, Escogido. Pablo
tiene conciencia de haber sido llamado y consagrado a una obra
que sobrepasa totalmente sus fuerzas humanas.
Pero Pablo no es lo importante: es Jesús,
y de Él habla ya, con entusiasmo, desde el saludo: “nacido de la
estirpe de David, constituido Hijo de Dios, con pleno poder por su resurrección:
Jesucristo Nuestro Señor”. A sus hermanos cristianos, los considera
como “muy amados de Dios”.
La fe es el tema principal de su
carta. Una fe salvadora, que presenta como “obediencia”, por la cual el
hombre se “somete” al Dios que se revela pidiéndole obediencia a su Voluntad.
Sin embargo, no sólo nos quiere obedientes
en una vida de servicio a Él, mediante el culto; Él nos ha elegido para ser
apóstoles, de tal forma que la Salvación que procede del Evangelio,
llegue a todas las naciones.
***
Cuando Jesús acababa de exorcizar a un
endemoniado, los oyentes le piden un signo. Sin negar su asombro ante este
escepticismo, les enrostra la actitud de los ninivitas, que se convirtieron al
oír la palabra de Jonás y, aquí hay uno mayor que Jonás y mayor que la reina de
Saba.
Los judíos se sitúan en el plano más
externo: necesitan milagros maravillosos para tener fe y convertirse. Exigen
pruebas y demostraciones y no se les concederá más que la palabra viva de un
Nazareno, que por el poder del Espíritu, con sus gestos y acción liberadora,
los invita a la fe. No se les dará ningún otro signo más que el mismo Jesús.
La fe a la que invita Jesús se vive en
libertad. La evidencia somete y no se discute, y la demostración encierra y
aprisiona. Cristo proclama que la fe descansa únicamente sobre la confianza
puesta en la persona del enviado.
El milagro físico tiene verdadera
significación si interpela a la persona del testigo. Por eso también, la
mayoría de los milagros solicitan la conversión interior y la fe; la solicitan,
pero no la dan. El verdadero creyente no pide signos exteriores, porque en la
persona misma de Jesús, descubre la presencia y la intervención discreta de
Dios.
La vida, obra y muerte de Jesús a mano de
los hombres, es la señal que debe ser aceptada. Es el Dios que aparentemente
fracasa en la persona de Jesús. Es el Dios que muere en Jesús pero que resucita
al tercer día. Es el Dios que en Jesús y por Jesús, comparte la suerte de los
abandonados, los pobres, los despreciados de la historia. La señal, no es una
acción arbitraria y portentosa, porque Dios no violenta la historia. En el
crucificado habrá que descubrir al resucitado. No hay fe fuera del misterio de
muerte y de resurrección del enviado. Los cristianos seguimos al resucitado por
el camino del crucificado.
Este rostro sufriente de la hora extrema,
de la hora de la Cruz es «misterio en el misterio, ante el cual el ser humano
ha de postrarse en adoración». En efecto, «para devolver al hombre el rostro
del Padre, Jesús debió no sólo asumir el rostro del hombre, sino cargarse
incluso del “rostro” del pecado» Juan Pablo II.
En el anuncio del Evangelio, el verdadero
signo que podemos ofrecer es que nuestros gestos demuestren que la palabra, ha
sido eficaz en nosotros y nos ha salvado, nos ha liberado y nos hace caminar
como hombres nuevos, capaces de amar, de ser misericordiosos, de ser
constructores de la paz, y de ser solidarios con los que sufren.
Para discernir
¿Qué espero que Dios haga en la historia?
¿Pido signos para mi fe?
¿Doy signos de mi fe?
Repitamos a lo largo de este día
…Creo Señor, aumenta mi fe…
Para la lectura espiritual
«Aquí hay uno que es más que Salomón»
…”Dejadme citar un salmo, dicho por el Espíritu Santo a David; decís que se refiere a Salomón, vuestro rey, pero es ciertamente a Cristo a quien se refiere… «Dios mío, confía tu juicio al rey» (Sl 71,1). Porque Salomón llegó a ser rey, vosotros decís que este salmo se refiere a él, siendo así que las palabras del salmo señalan claramente a un rey eterno, es decir, a Cristo. Porque Cristo nos ha sido anunciado como rey, profeta, Dios, Señor, ángel, hombre, jefe supremo, piedra, niño pequeño por su nacimiento, primero como un ser de dolor, después subiendo al cielo, viniendo de nuevo en su gloria con la realeza eterna…
«Dios mío, confía tu juicio al rey, tu
justicia al hijo de reyes, para que rija a tu pueblo con justicia, a tus
humildes con rectitud… Que se postren ante él todos los reyes, y que todos los
pueblos le sirvan»… Salomón fue un rey grande e ilustre; es bajo su mandato que
se ha construido el Templo de Jerusalén, pero queda claro que nada de lo que se
dice en el salmo se le dice a él. Todos los reyes no le han adorado, no ha
tenido un reino que llegara a los confines de la tierra, sus enemigos no se prosternaron
ante él para lamer el polvo…
Salomón no es tampoco «Señor de los
ejércitos» (Sl 23,10); es Cristo. Cuando resucitó de entre los muertos y subió
al cielo, se ordenó a los príncipes establecidos por Dios en los cielos «abrid
las puertas» de los cielos para que «entre el Rey de la gloria», suba «se
siente a la derecha del Padre, hasta que haga de sus enemigos estrado de sus
pies», como lo dicen otros salmos (23,109). Pero cuando los príncipes de los
cielos lo vieron sin belleza, honor, ni gloria en su aspecto (Is 53,2), no le
reconocieron y se preguntaban: « ¿Quién es ese rey de la gloria?» (Sl 23,8) el
Espíritu les contestó: «El Señor, Dios de los ejércitos. Él es el Rey de la
gloria». En efecto, no es Salomón, por muy gloriosa que fuera su realeza…, que
se ha podido decir de él: « ¿Quién es ese Rey de la gloria?»”…
San Justino (hacia 100-160), filósofo, mártir –
Diálogo con Trifón
Para rezar
Señor, Dios todopoderoso,
tú eres el Padre de todos.
Tú has creado a los hombres
para que vivan en tu casa
y alaben tu gloria.
Abre mi corazón para escuchar tu voz
y, pues me he apartado de ti por el pecado,
haz que vuelva a ti de todo corazón
y te reconozca como Padre,
lleno de misericordia para todos los que te invocan.
Corrígeme para que me aparte del mal
y perdona mis pecados.
Dame la alegría de tu salvación
para que, retornando junto a ti,
me alegre en el banquete de tu casa
ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
tú eres el Padre de todos.
Tú has creado a los hombres
para que vivan en tu casa
y alaben tu gloria.
Abre mi corazón para escuchar tu voz
y, pues me he apartado de ti por el pecado,
haz que vuelva a ti de todo corazón
y te reconozca como Padre,
lleno de misericordia para todos los que te invocan.
Corrígeme para que me aparte del mal
y perdona mis pecados.
Dame la alegría de tu salvación
para que, retornando junto a ti,
me alegre en el banquete de tu casa
ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
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