23 de noviembre de 2015 – TO – LUNES
DE LA XXXIV SEMANA
Ella dio todo
lo que tenía para vivir
PRIMERA LECTURA
Principio de la profecía de
Daniel 1, 1-6. 8-20
El tercer año del
reinado de Joaquím, rey de Judá, llegó a Jerusalén Nabucodonosor, rey de
Babilonia, y la sitió. El Señor entregó en sus manos a Joaquím, rey de Judá, y
una parte de los objetos de la Casa de Dios. Nabucodonosor los llevó al país de
Senaar, y depositó los objetos en el tesoro de su dios.
El rey ordenó a
Aspenaz, jefe de sus eunucos, que seleccionara entre los israelitas de estirpe
real o de familia noble, algunos jóvenes sin ningún defecto físico, de buena
presencia, versados en toda clase de sabiduría, dotados de conocimiento,
inteligentes y aptos para servir en el palacio del rey, a fin de que se los
instruyera en la literatura y en la lengua de los caldeos. El rey les asignó
para cada día una porción de sus propios manjares y del vino que él bebía.
Ellos debían ser educados durante tres años, y al cabo de esos años se pondrían
al servicio del rey. Entre ellos se encontraban Daniel, Ananías, Misael y
Azarías, que eran judíos.
Daniel estaba
decidido a no contaminarse con los manjares del rey y con el vino que él bebía,
y rogó al jefe de los eunucos que no lo obligara a contaminarse. Dios hizo que
él se ganara el afecto y la simpatía del jefe de los eunucos. Pero este dijo a
Daniel: «Yo temo a mi señor el rey, que les ha asignado la comida y la bebida;
si él llega a ver el rostro de ustedes más demacrado que el de los jóvenes de
su misma edad, ustedes harían peligrar mi cabeza delante del rey.»
Daniel dijo al
guardia a quien el jefe de los eunucos había confiado el cuidado de Daniel,
Ananías, Misael y Azarías: «Por favor, pon a prueba a tus servidores durante
diez días; que nos den legumbres para comer y agua para beber; compara luego
nuestros rostros con el de los jóvenes que comen los manjares del rey, y actúa
con tus servidores conforme a lo que veas.» El aceptó la propuesta, y los puso
a prueba durante diez días. Al cabo de esos días, se vio que ellos tenían mejor
semblante y estaban más rozagantes que todos los jóvenes que comían los
manjares del rey. Desde entonces, el guardia les retiró los manjares y el vino
que debían tomar, y les dio legumbres.
Dios concedió a
estos cuatro jóvenes ciencia e inteligencia en todo lo referente a la
literatura y la sabiduría, y Daniel podía entender visiones y sueños de toda
índole. Al cabo de los días que el rey había fijado para que le fueran
presentados los jóvenes, el jefe de los eunucos los llevó ante Nabucodonosor.
El rey conversó con ellos, y entre todos no se encontró ningún otro como
Daniel, Ananías, Misael y Azarías. Ellos permanecieron al servicio del rey, y
en todo lo que el rey les preguntó sobre cuestiones de sabiduría y
discernimiento, los encontró diez veces superiores a todos los magos y adivinos
que había en todo su reino.
Palabra de Dios.
SALMO
Dn. 3, 52. 53. 54. 55. 56
Bendito seas,
Señor, Dios de nuestros padres.
Bendito sea tu
santo y glorioso Nombre.
R. Alabado y
exaltado eternamente.
Bendito seas en el
Templo de tu santa gloria.
R. Aclamado y
glorificado eternamente por encima de todo.
Bendito seas en el
trono de tu reino.
R. Aclamado por
encima de todo y exaltado eternamente.
Bendito seas tú,
que sondeas los abismos
y te sientas
sobre los querubines.
R. Alabado y
exaltado eternamente por encima de todo.
Bendito seas en el
firmamento del cielo.
R. Aclamado y
glorificado eternamente.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Lucas 21, 1-4
Levantado los
ojos, Jesús vio a unos ricos que ponían sus ofrendas en el tesoro del Templo.
Vio también a una viuda de condición muy humilde, que ponía dos pequeñas
monedas de cobre, y dijo: «Les aseguro que esta pobre viuda ha dado más que
nadie. Porque todos los demás dieron como ofrenda algo de lo que les sobraba,
pero ella, de su indigencia, dio todo lo que tenía para vivir.»
Palabra del Señor.
Para
reflexionar
En la última semana del «año litúrgico»,
la Iglesia nos propone unos textos “escatológicos», es decir, que evocan
el «fin de los tiempos» Esta semana leeremos algunas páginas del Libro
de Daniel que vivía alrededor de los años 170 antes de Jesucristo. Daniel no es
el autor del libro, sino su protagonista. El autor cuenta una historia
edificante que se sitúa ficticiamente en el momento heroico de la cautividad en
Babilonia.
El Libro de Daniel se escribió para animar
a los “resistentes” que vivían en Palestina, cuando estaba «ocupada» y
“administrada” por el rey Antíoco Epífanes que trataba de imponer las
costumbres griegas, a guardar la integridad de su fe. Es una época de mártires.
El mismo nombre de Daniel, Dios es mi juez, quiere indicar que, en cada momento
de la historia, en el fondo está Dios como el gran protagonista que lleva el
mundo adonde quiere y que los hombres únicamente son sus instrumentos.
Su mensaje central invita a vivir y servir
al mundo en que vivimos sin perder nuestra identidad. Esto queda claro en la
negación que hacen unos jóvenes al ser invitados a desobedecer a Dios
queriéndolos obligar a comer carnes impuras. Pero estos muchachos judíos de
Babilonia se abstienen y, con ello, su cuerpo y su espíritu alcanzan mayor
esplendor. Daniel manifiesta que el orden de la fe es superior al orden
del poder. El relato resalta cómo Dios lo bendice con el éxito si bien
Daniel es el primero en admitir que no siempre Dios traducirá su bendición en
éxito mundano.
La lección es clara para los judíos que
estaban luchando por resistir a la tentación helenizante y se los anima a que
sigan teniendo esperanza y sean fieles a la Alianza, en medio de esa
persecución, como lo fueron Daniel y sus compañeros en circunstancias parecidas
o peores.
La fidelidad a Dios no es negociable.
***
Para la fiesta de Pascua acudían
a Jerusalén unos 300 a 400 mil peregrinos. El Templo era para los judíos
un motivo de orgullo y su grandeza dependía en gran medida de
las donaciones que ellos depositaban en el arca del Tesoro.
Pero el Templo no era sólo un lugar de
culto, en él se concentraba todo el poder económico, político, militar
y religioso. Si bien el espacio preponderante era el dedicado al
culto, allí también estaba el sanedrín, el arca del tesoro y la guardia.
En tiempo de la dominación romana, el
templo era símbolo de la identidad del pueblo de la alianza y de la resistencia
a la infiltración cultural y religiosa por parte de los romanos. Por eso, los
que donaban grandes sumas de dinero al Templo, eran valorados por razones
religiosas y también por razones políticas. En esta situación los pobres, los
huérfanos, las viudas y los extranjeros era una multitud no tenida en
cuenta y frecuentemente despreciada.
El episodio que narra este pasaje concluye
la serie de discusiones que Jesús mantiene con las sectas judías. Está
directamente unido a la maldición de los escribas que roban a las
viudas.
La exaltación de los pobres que aparece
frecuentemente en los discursos de Jesús, le sirve para anunciar la inminencia
del Reino y la transformación que acarreará la nueva vida según Dios, en las
estructuras humanas.
Jesús observa que mientras los más ricos,
echaban grandes donaciones en el arca del templo una viuda pobre echó lo poco
que tenía. Ella sólo posee lo que ha dado. Lo que dio era todo lo que tenía.
La viuda era por su condición de mujer,
pobre y marginada, sin embargo al depositar su ofrenda con un inmenso esfuerzo,
daba todo lo que le era necesario para vivir. Se entregaba totalmente a
Dios con modestia y humildad. Los ricos y poderosos ofrecían
lo que tenían de sobra fruto de sus negocios; ofrenda que venía muchas veces
manchada por el hambre y la indigencia de peones y esclavos, sometidos para
poder alcanzar esa riqueza.
Jesús pensando en la nueva comunidad,
aprovecha la actitud de la viuda para una enseñar que a Dios no le podemos
ofrecer lo que nos sobra, aquello de lo que podemos prescindir. La ofrenda es
verdadera, cuando damos desde nuestra pobreza, lo que somos y tenemos. Dios no
recibe cosas; cuando le entregamos algo material, le estamos entregando ante
todo nuestra vida. Y se la entregamos generosamente porque sabemos que Él hará
con ella lo mejor para nosotros y para nuestra comunidad.
Jesús no se aferró a su dignidad de Hijo
Único de Dios; despojándose de todo se humilló y bajó hasta nuestra miseria
para enriquecernos; elevándonos así, a la dignidad de hijos en el Hijo
de Dios. No nos dio de lo que le sobraba, sino que lo dio todo amándonos
hasta el extremo, viviendo Él mismo, las palabras que había pronunciado: Nadie
tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
El Señor nos pide que por el bien de
nuestros hermanos lo demos todo, porque toda nuestra vida, por la
entrega generosa en la comunión, en el servicio y en el amor con Cristo, se
ha de convertir en causa de salvación para todos.
Para discernir
¿Qué damos nosotros: lo que nos sobra o lo
que necesitamos?
¿Damos con sencillez o con ostentación,
gratuitamente o pasando factura?
¿Ponemos nuestras cualidades y talentos a
disposición de la comunidad, de la familia, de la sociedad, o los guardamos
mezquinamente?
Repitamos a lo largo de este día
…Quiero ser generoso Señor…
Para la lectura espiritual
«Ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía
para vivir»
…” Acordémonos de esta viuda que,
preocupada por los pobres, se olvida de ella misma hasta el punto de dar todo
lo que le quedaba para vivir, pensando sólo en la vida futura, tal como lo
atestigua el mismo Señor. Los demás habían dado de lo que les sobraba, pero
ella, quizás más pobre que muchos pobres –puesto que toda su fortuna quedaba
reducida a dos monedas- en su corazón era más rica que todos los ricos. Sólo
dirigía su mirada hacia las riquezas de la recompensa eterna; deseosa de los
tesoros celestiales, renunció a todo lo que poseía como a bienes que proceden
de la tierra y a la tierra regresan (Gn 3,19). Dio lo que tenía para alcanzar
lo que no veía. Dio bienes perecederos para adquirir bienes inmortales. Esta
pobre mujer no se olvidó de los bienes previstos y dispuestos por el Señor para
obtener la recompensa futura. Por eso el Señor, tampoco se olvidó de ella, y el
juez de este mundo pronunció por adelantado su sentencia: elogia a aquella que
coronará en el día del juicio”…
San Paulino de Nola (355-431), obispo – Carta 34, 2-4:
PL 61, 345-346
Para rezar
Una oración de generosidad
Querido Señor, enséñame a ser generoso,
enséñame a servirte como Tú mereces
a dar y no contar el costo,
a luchar y no prestar atención a la herida,
a trabajar duro y no buscar el descanso,
a trabajar y no buscar la recompensa,
excepto el saber que hago tu voluntad.
San Ignacio de Loyola
LECTIO DIVINA
Vio una viuda de condición
muy humilde
que ponía dos pequeñas monedas de cobre
que ponía dos pequeñas monedas de cobre
+ Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 21, 1-4
Levantado los ojos, Jesús vio a unos ricos que ponían sus ofrendas en el tesoro del Templo. Vio también a una viuda de condición muy humilde, que ponía dos pequeñas monedas de cobre, y dijo:
«Les aseguro
que esta pobre viuda ha dado más que nadie. Porque todos los demás dieron como
ofrenda algo de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo
que tenía para vivir.»
Palabra del Señor.
Palabra del Señor.
1. LECTURA - ¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?
|
· Guías para la lectura:
El texto se presenta
inmediatamente después de la durísima crítica que Jesús hace hacia algunos
maestros de la Ley, que se apoderan de los bienes de las viudas, y que para
aparentar, hacen largas oraciones (20, 47), en clara alusión a Isaías 10, 1-2.
La escena que tiene
delante, lo exime de la parábola creativa, para hacer uso del realismo más
crudo y descriptivo de lo que quiere decir.
El tesoro del Templo como
centro, y frente a él, dos representantes contrapuestos de la realidad social y
económica de su tiempo y de todos los tiempos. Por un lado, los ricos piadosos
cumpliendo sus obligaciones religiosas delante de toda la gente, recibiendo
seguramente la admiración de muchos que ven en la suma de dinero ofrendada el
nivel de espiritualidad demostrada. Por el otro, una simple y humilde viuda,
sin sustento material ni prestigio social, “caída del sistema patriarcal”, pero
que acude al cofre con una medida de dinero insignificante. Seguramente, nadie
repara en ella, y mucho menos valora su gesto.
Pero la economía de Dios
tiene otros parámetros y Jesús lo sabe, y ve la realidad desde una óptica
extraordinaria y revolucionaria. Simple y claro: La viuda dio mucho más que los
ricos. ¿Por qué? ¿Cuál es la balanza y el parámetro monetario? Jesús lo explica
claramente: “Porque todos los demás dieron como
ofrenda algo de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que
tenía para vivir.”
2. MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO
BÍBLICO?
|
· Preguntas para la meditación:
·
¿A quiénes van dirigidas estas enseñanzas de Jesús?
·
¿Qué diferenciaba a los ricos de la viuda, además de su condición económica?
·
¿Cuál es la mejor y mayor ofrenda de acuerdo a la economía de Dios?
3. ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL
TEXTO BÍBLICO?
|
Señor, enséñame de la
viuda del relato bíblico a dar de lo que tengo, no de lo que sobra. Aunque sea
poco, pero darlo con alegría y sencillez de corazón.
4. CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO
BÍBLICO?
|
Repito y reflexiono en la
frase final de Jesús:
“Porque
todos los demás dieron como ofrenda algo de lo que les sobraba, pero ella, de
su indigencia, dio todo lo que tenía para vivir.”
5. ACCIÓN - ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO
BÍBLICO?
|
·
Preguntas para la acción:
· ¿Doy lo que me sobra o lo que tengo?
· ¿Doy para ser visto por los hombres
o por Dios?
· ¿Qué lugar ocupa la caridad práctica en mi
vida cristiana?
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