San Andrés, Apóstol (F)
Inmediatamente
dejaron las redes y lo siguieron
PRIMERA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de Roma 10,
9-18
Hermanos:
Si confiesas con tu boca
que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los
muertos, serás salvado. Con el corazón se cree para alcanzar la justicia, y con
la boca se confiesa para obtener la salvación. Así lo afirma la Escritura: El
que cree en él, no quedará confundido.
Porque no hay distinción
entre judíos y los que no lo son: todos tienen el mismo Señor, que colma de
bienes a quienes lo invocan. Ya que todo el que invoque el nombre del Señor se
salvará.
Pero, ¿cómo invocarlo sin
creer en él? ¿Y cómo creer, sin haber oído hablar de él? ¿Y cómo oír hablar de
él, si nadie lo predica? ¿Y quiénes predicarán, si no se los envía? Como dice
la Escritura: ¡Qué hermosos son los pasos de los que anuncian buenas noticias!
Pero no todos aceptan la
Buena Noticia. Así lo dice Isaías: Señor, ¿quién creyó en nuestra predicación?
La fe, por lo tanto, nace de la predicación y la predicación se realiza en
virtud de la Palabra de Cristo.
Yo me pregunto: ¿Acaso no
la han oído? Sí, por supuesto: Por toda la tierra se extiende su voz y sus
palabras llegan hasta los confines del mundo.
Palabra de Dios.
SALMO
Sal 18, 2-3. 4-5 (R.: 5a)
R. Resuena su eco por toda
la tierra.
El cielo proclama la gloria
de Dios
y el firmamento anuncia la
obra de sus manos;
un día transmite al otro
este mensaje
y las noches se van dando
la noticia. R.
Sin hablar, sin pronunciar
palabras,
sin que se escuche su voz,
resuena su eco por toda la
tierra
y su lenguaje, hasta los
confines del mundo. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Mateo 4, 18-22
Mientras caminaba a orillas
del mar de Galilea, Jesús vio a dos hermanos: a Simón, llamado Pedro, y a su
hermano Andrés, que echaban las redes al mar porque eran pescadores. Entonces
les dijo: «Síganme, y yo los haré pescadores de hombres.»
Inmediatamente, ellos
dejaron las redes y lo siguieron.
Continuando su camino, vio
a otros dos hermanos: a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que
estaban en la barca de Zebedeo, su padre, arreglando las redes; y Jesús los
llamó.
Inmediatamente, ellos
dejaron la barca y a su padre, y lo siguieron.
Palabra del Señor.
Para reflexionar
Celebramos hoy la fiesta de Andrés apóstol. Humilde
pescador de Galilea, deja sus redes para ser pescador de hombres. Es también el
discípulo de Juan Bautista, que apenas descubre a Jesús y después de un breve
diálogo, se va con Él y se queda todo el día. Este encuentro es tan importante
para él, que se acuerda hasta de la hora: “eran más o menos las 4 de la
tarde”. Andrés llama a su hermano Simón Pedro y confiesa a Jesús como
Mesías. Forma con Pedro, Santiago y Juan el núcleo de los doce Apóstoles, a los
únicos que Jesús revela su visión apocalíptica de la historia. También tenemos
noticias de Andrés en Marcos, quien lo ubica cuarto en la lista de los que
Jesús eligió.
En el mismo cuarto evangelio, encontramos una nueva
noticia de Andrés; en el capítulo 12 aparece con Felipe haciendo de “mediador”
entre Jesús y unos griegos que querían hablar con Él. De aquí podemos concluir
que Andrés era un judío helenista, es decir, que hablaba el griego, cosa muy
frecuente entre los habitantes de Galilea, particularmente entre los de las
ciudades costeras del lago. El mismo Juan nos cuenta que Andrés era de
Betsaida, pero probablemente se había trasladado a Cafarnaún con su hermano
Simón “llamado Pedro”.
Teniendo en cuenta que era un helenista, entendemos
el papel que desempeñó en la tarea evangelizadora entre los gentiles y
paganos de habla griega; aunque la tradición cristiana no nos ofrece datos
sobre la actividad del apóstol.
Hoy nos encontramos con la narración de su vocación
al discipulado a la luz de Mateo. Igual que para Marcos, el llamado de
los cuatro primeros discípulos, entre ellos Andrés, está precedida de
la actividad evangelizadora de Jesús. No aparece ningún tipo de signo por
parte de Jesús antes de comenzar a formar su grupo de seguidores. Jesús por una
parte comienza con el anuncio y la realización del reino, y por la otra,
comienza el proceso de discipulado de sus seguidores.
Una vez conformado el grupo de quienes serán
testigos; el evangelio comienza a contarnos la actividad de Jesús tanto en
palabras como en obras. En la cotidianidad de la vida, junto al
maestro, el discípulo va aprendiendo y al mismo tiempo se va configurando con
el maestro, para ser testigo y continuador de su obra.
La llamada de Andrés, y de sus compañeros, se
inscribe en el orden de dar vida a la humanidad y renovar la creación.
Compartiendo el proyecto misionero de Jesús desde el camino del discipulado encuentran
su lugar, su vocación y la fuerza para llevarla a cabo. Gracias a los
discípulos, el Reino se hace presente en la vida de los hombres y se lleva a
plenitud la misión profética de Jesús. El futuro de Dios se anticipa y
se hace presente en medio de la existencia humana y a través de hombres como
nosotros.
Para discernir
¿Descubro el llamado del Señor a anunciar su reino?
¿Cuáles son las redes que tengo que dejar?
¿Experimento la necesidad de estar con el Señor
compartiendo su vida?
Repitamos a lo largo de este día
…Te sigo Señor…
Para la lectura espiritual
San Andrés sigue a Cristo hasta en su
muerte
Una tradición… narra la muerte de Andrés en Patras, donde sufre el suplicio de la crucifixión. Pero en este momento supremo, de manera análoga a su hermano Pedro, pide ser puesto en una cruz diferente a la de Jesús. En su caso se trata de una cruz en forma decusada, es decir con el palo transversal inclinado, que por eso se la nombra «cruz de san Andrés».
Según una vieja narración, parece que el apóstol
habría dicho en esta ocasión: «Salve, oh cruz, inaugurada con el cuerpo de
Cristo y llegada a ser ornamento de sus miembros, como si se tratara de piedras
preciosas. Antes que el Señor subiera a ti, inspirabas un temor terrestre.
Ahora, por el contrario, dotada de un amor celeste, eres recibida como un don.
Los creyentes saben, respecto a ti, qué gozo posees, qué regalos tienes
preparados. También yo, seguro y lleno de gozo, vengo a ti para que, tú
también, me recibas exultante como a aquel que de ti fue suspendido… Oh
cruz bienaventurada, que has sido revestida con la majestad y belleza de los miembros del Señor… Tómame y llévame lejos de los hombres y devuélveme a mi Maestro para que, por mediación tuya, me reciba el que me rescató. Salve, oh cruz, sí, en verdad, salve!»
cruz bienaventurada, que has sido revestida con la majestad y belleza de los miembros del Señor… Tómame y llévame lejos de los hombres y devuélveme a mi Maestro para que, por mediación tuya, me reciba el que me rescató. Salve, oh cruz, sí, en verdad, salve!»
Como se ve hay aquí una espiritualidad cristiana
muy profunda que ve en la cruz, no precisamente un instrumento de tortura sino
más bien el medio incomparable de una plena asimilación al Redentor, al grano
de trigo caído en tierra (Jn 12,24). De ahí debemos aprender una lección muy
importante: nuestras cruces tienen valor si son consideradas y acogidas como
una parte de la cruz de Cristo, si son un reflejo de su luz. Es solamente por
esta cruz que nuestros sufrimientos quedan ennoblecidos y adquieren su
verdadero sentido.
Comentario del Evangelio por el Papa
Benedicto XVI
Audiencia general del 14/06/06
Para rezar
Señor, cuando nos mandas a sembrar,
rebosan nuestras manos de riquezas;
tu palabra nos llena de alegría
cuando la echamos a tierra abierta.
Señor, cuando nos mandas a sembrar,
sentimos en el alma la pobreza:
lanzamos la semilla que nos diste
y esperamos inciertos la cosecha.
Y nos parece que es perder el tiempo,
este sembrar en insegura espera.
Y nos parece que es muy poco el grano
para la inmensidad de nuestras tierras.
Y nos aplasta la desproporción
de tu mandato frente a nuestras fuerzas,
pero la fe, nos hace comprender,
que estás a nuestro lado en la tarea.
Y avanzamos sembrando por la noche
y por la niebla matinal. Profetas
pobres, pero confiados en que Tú
nos usas como humildes herramientas.
Gloria a ti, Padre Bueno, que nos diste
a tu Verbo, semilla verdadera,
y por la gracia de tu Santo Espíritu
la siembras con nosotros en la Iglesia.
Hno. Fermín Gainza
Conocemos un poco más
San Andrés (cuyo nombre significa
“varonil”) nació en Betsaida, población de Galilea, situada a orillas del lago
Genesaret. Era hijo del pescador Jonás y hermano de Simón Pedro. La familia
tenía una casa en Cafarnaúm, y en ella se hospedaba Jesús cuando predicaba en
esta ciudad.
Andrés tiene el honor de haber sido el
primer discípulo que tuvo Jesús, junto con San Juan el evangelista. Los dos
eran discípulos de Juan Bautista, y este al ver pasar a Jesús (cuando volvía
del desierto después de su ayuno y sus tentaciones) exclamó: “He ahí el cordero
de Dios”. Andrés se emocionó al oír semejante elogio y se fue detrás de Jesús
(junto con Juan Evangelista), Jesús se volvió y les dijo: “¿Qué buscan?”. Ellos
le dijeron: “Señor: ¿dónde vives?”. Jesús les respondió: “Vengan y verán”. Y se
fueron y pasaron con Él aquella tarde. Nunca jamás podría olvidar después
Andrés el momento y la hora y el sitio donde estaban cuando Jesús les dijo:
“Vengan y verán”. Esa llamada cambió su vida para siempre.
Andrés se fue luego donde su hermano
Simón y le dijo: “Hemos encontrado al Salvador del mundo” y lo llevó a donde
Jesús. Así le consiguió a Cristo un formidable amigo, el gran San Pedro.
Al principio Andrés y Simón no iban con
Jesús continuamente sino que acudían a escucharle siempre que podían, y luego
regresaban a sus labores de pesca. Pero cuando el Salvador volvió a Galilea,
encontró a Andrés y a Simón remendando sus redes y les dijo: “Vengan y me
siguen”, y ellos dejando a sus familias y a sus negocios y a sus redes, se fueron
definitivamente con Jesús. Después de la pesca milagrosa, Cristo les dijo: “De
ahora en adelante serán pescadores de almas”.
El día del milagro de la multiplicación
de los panes, fue Andrés el que llevó a Jesús el muchacho que tenía los cinco
panes. Andrés presenció la mayoría de los milagros que hizo Jesús y escuchó,
uno por uno, sus maravillosos sermones. Vivió junto a Él por tres años.
En el día de Pentecostés, Andrés
recibió junto con la Virgen María y los demás Apóstoles, al Espíritu Santo en
forma de lenguas de fuego, y en adelante se dedicó a predicar el evangelio con
gran valentía y obrando milagros y prodigios.
Un escrito que data del siglo III, el
“Fragmento de Muratori” dice: “Al apóstol San Juan le aconsejaba que escribiera
el Cuarto Evangelio. Él dudaba, pero le consultó al apóstol San Andrés, el cual
le dijo: ‘Debe escribirlo. Y que los hermanos revisen lo que escriba’”.
Una tradición muy antigua cuenta que el
apóstol Andrés fue crucificado en Patrás, capital de la provincia de Acaya, en
Grecia. Que lo amarraron a una cruz en forma de X y que allí estuvo padeciendo
durante tres días, los cuales aprovechó para predicar e instruir en la religión
a todos los que se le acercaban. La tradición coloca su martirio en el 30 de
noviembre del año 63, bajo el imperio cruel de Nerón.
LECTIO DIVINA
Inmediatamente, ellos dejaron las redes y lo
siguieron
+ Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 4, 18-22
Mientras caminaba a orillas del mar de Galilea, Jesús vio a dos hermanos: a
Simón, llamado Pedro, y a su hermano Andrés, que echaban las redes al mar
porque eran pescadores. Entonces les dijo: «Síganme, y yo los haré pescadores
de hombres».
Inmediatamente, ellos dejaron las redes y lo siguieron.
Continuando su camino, vio a otros dos hermanos: a Santiago, hijo de Zebedeo, y
a su hermano Juan, que estaban en la barca de Zebedeo, su padre, arreglando las
redes; y Jesús los llamó.
Inmediatamente, ellos dejaron la barca y a su padre, y lo siguieron.
Palabra
del Señor.
1. LECTURA - ¿QUÉ DICE EL TEXTO
BÍBLICO?
|
·
Guías para la lectura:
¡Venid
conmigo!, es la invitación personal de Jesús. El cristianismo es la respuesta a
esta invitación suya. Seguirlo significa “convertirse”, volverse a
Dios-con-nosotros, entrar en el reino de los cielos, que ya está aquí: es Él.
Se le sigue a Él para llegar a ser como Él, hijos y hermanos, que viven el
reino de Padre.
La
fe cristiana no es ante todo una doctrina o una práctica: es la relación
personal con Jesús, mi Señor, a quien amo porque Él me ama primero. El amor a
Él, que se expresa en los oídos que escuchan, los ojos que miran, pies que lo
siguen, manos que tocan, olfato que percibe, boca que saborea y corazón que
canta, es el centro del cristianismo.
“Maldito
sea aquel que confía en el hombre” (Jer 17,5). El hombre puede
seguir solamente a Dios y su Palabra, que es el “camino”. Seguimos a Jesús
porque es Dios, Palabra hecha carne. El camino del Hijo del hombre entre los
hombres es como el núcleo en torno al cual crece la trama de los hermanos que,
aunque anden errando aquí y allá, lo siguen.
La
primera acción de Jesús es una “vocación”. También la creación es una vocación,
una llamada de la nada. Su llamada por mi nombre es mi misma existencia en mi
verdad: mi yo es mi nombre ¡pronunciado por Dios! Conocer cómo me llama Él es
alcanzar mi identidad.
“El
pueblo que habitaba en tinieblas ha visto una gran luz” (v. 16). Como al
principio “Dios dijo”, y el caos salió a la luz, así el Señor dice mi nombre, y
yo vengo a la luz y soy luz: ¡soy hijo!
La
llamada va dirigida a parejas de hermanos, porque el Hijo llama a la
fraternidad; y son dos las llamadas, porque dos es el principio de muchos.
Además de la primera, hay siempre otra, dirigida a cada uno de nosotros.
Los
discípulos llegarán a ser “pescadores de hombres”, al igual que Jesús, el Hijo,
que pesca a los hermanos desde el abismo de su perdición (v 23-24). Pescados
por Él, llegan a ser como Él: hijos que se hacen hermanos de todos los
perdidos. A ellos, inmediatamente después de la llamada, se les confía el
sermón de la montaña, donde se revela la identidad de ellos y del Padre.
Comprenderán mejor su llamada cuando, por su parte, sean enviados a pescar.
Las
dos escenas de la llamada son gemelas. Los diferentes detalles de una aclaran
los de la otra. Resulta de allí un cuadro único: Jesús “camina”, “ve”, “llama”
a unos pescadores para “otra pesca”, y éstos “dejan redes”, “barca”, y “al
padre”, y “lo siguen a Él”, para estar con Él y ser como Él.
2. MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO
BÍBLICO?
|
· Preguntas para la meditación:
·
¿Qué “herramientas disuasivas” utilizó Jesús para convencer a los cuatro
pescadores a que lo siguieran?
·
¿Qué tenían en común estas personas además de su profesión?
·
¿Qué significa ser pescador de hombres?
3. ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A
PARTIR DEL TEXTO BÍBLICO?
|
Señor,
ayúdame a escuchar tu voz y tu llamado a seguirte. Enséñame la manera de ser tu
discípulo y cada día elegir dejar lo que me ata innecesariamente y seguirte.
4. CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO EL
TEXTO BÍBLICO?
|
Trato
de recrear la escena en mi mente “viendo” el paso de Jesús y su llamado sencillo
a los pescadores.
Reflexiono
en la actitud de ellos al dejar todo y seguirlo, y analizo mi actitud de
discípulo.
5. ACCIÓN - ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO
BÍBLICO?
|
·
Preguntas para la acción:
·
¿De qué manera estaré atento a la voz del Señor?
·
¿Qué cosas estoy dispuesto a dejar para seguirlo como discípulo?
·
¿Qué significa hoy ser un pescador de hombres?
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