4 de enero de 2016 - TIEMPO DE NAVIDAD
4 DE ENERO
¿Dónde vives?
PRIMERA
LECTURA
Lectura de
la primera carta del apóstol san Juan 3, 7-10
Hijos
míos, que nadie los engañe: el que practica la justicia es justo, como él mismo
es justo. Pero el que peca procede del demonio, porque el demonio es pecador
desde el principio. Y el Hijo de Dios se manifestó para destruir las obras del
demonio.
El
que ha nacido de Dios no peca, porque el germen de Dios permanece en él; y no
puede pecar, porque ha nacido de Dios. Los hijos de Dios y los hijos del
demonio se manifiestan en esto: el que no practica la justicia no es de Dios,
ni tampoco el que no ama a su hermano.
Palabra de
Dios.
SALMO
Sal 97, 1.
7-8. 9 (R.: 3cd)
R. Los
confines de la tierra han contemplado el triunfo de nuestro Dios.
Canten
al Señor un canto nuevo,
porque
él hizo maravillas:
su
mano derecha y su santo brazo
le
obtuvieron la victoria. R.
Resuene
el mar y todo lo que hay en él,
el
mundo y todos sus habitantes;
aplaudan
las corrientes del océano,
griten
de gozo las montañas al unísono. R.
Griten
de gozo delante del Señor,
porque
él viene a gobernar la tierra:
él
gobernará al mundo con justicia,
y
a los pueblos con rectitud. R.
EVANGELIO
Lectura del
santo Evangelio según san Juan 1, 35-42
Estaba
Juan con dos de sus discípulos y, mirando a Jesús que pasaba, dijo: «Este es el
Cordero de Dios.»
Los
dos discípulos, al oírlo hablar así, siguieron a Jesús. El se dio vuelta y,
viendo que lo seguían, les preguntó: « ¿Qué quieren?»
Ellos
le respondieron: «Rabbí -que traducido significa Maestro- ¿dónde vives?»
«Vengan
y lo verán», les dijo.
Fueron,
vieron dónde vivía y se quedaron con él ese día. Era alrededor de las cuatro de
la tarde.
Uno
de los dos que oyeron las palabras de Juan y siguieron a Jesús era Andrés, el
hermano de Simón Pedro.
Al
primero que encontró fue a su propio hermano Simón, y le dijo: «Hemos
encontrado al Mesías», que traducido significa Cristo. Entonces lo llevó a
donde estaba Jesús. Jesús lo miró y le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan:
tú te llamarás Cefas», que traducido significa Pedro.
Palabra del
Señor.
Para reflexionar
Juan se
preocupa mucho de preservar a sus lectores de posibles desviaciones. El
mal y el error siempre pueden infiltrarse. Juan describe a los hijos de
Dios y los contrapone a los “hijos del diablo”. Del mismo modo que se puede
vivir «en comunión con Dios», se puede también «vivir con el diablo».
La frontera que separa a los hijos de Dios de
los hijos del diablo, pasa
por el propio corazón. Lo que distingue a los hijos de Dios de los hijos del diablo es la práctica de la justicia y del amor. El que no ama a su hermano no es de Dios.
por el propio corazón. Lo que distingue a los hijos de Dios de los hijos del diablo es la práctica de la justicia y del amor. El que no ama a su hermano no es de Dios.
***
El deseo de
Juan el Bautista de disminuir para que Jesús “crezca” no queda estéril; fructifica
en el seguimiento de los primeros discípulos. Ante la indicación de Juan,
los discípulos siguen a Jesús comenzando el camino del discipulado. En este
momento el diálogo con Jesús será muy significativo.
La pregunta
que Jesús les hace exige una respuesta que ha de abarcar la vida misma:
¿Qué
buscan?
No es una
pregunta para iniciar la conversación; es una pregunta que va a lo profundo de
la existencia, a las esperanzas, a los anhelos.
Ellos no
pueden responder aún a un interrogante tan grande y contestan con una nueva
pregunta. Estos hombres buscaban al Mesías esperado. Buscaban ser
salvados. Por eso le preguntan: ¿dónde vives? que es
preguntarle ¿dónde encontrarte? ¿dónde encontrarte para poder encontrarnos
y ser salvados? Jesús no los invita a un lugar sino a un
seguimiento mayor, a compartir su vida. El “ver” en Juan, está asociado al
creer, se ve a Jesús cuando se cree en Él.
Juan
precisando la hora recuerda que estos discípulos se quedaron todo el día. Esto
es normal, porque era su primera conversación con Jesús. El compartir un día
con el Señor los llevó a reconocer su identidad y misión. Esto bastó para que
Andrés salga a buscar a su hermano Pedro con el anuncio de haber encontrado al
Mesías.
Fue la
experiencia de un encuentro, de un diálogo y de dejarse interpelar. El
descubrir a Jesús no es el resultado de una tarea intelectual, sino de un
encuentro. Jesús reside en el lugar donde Él ha acampado y es allí donde brilla
el amor fiel de Dios; está en la zona de la vida, donde están los hombres
amando y dando vida. Este lugar sólo puede conocerse por experiencia
personal. El lugar donde vive Jesús es la antítesis del lugar de las
tinieblas y la muerte.
Comienza
aquí la nueva comunidad, la del Mesías, compuesta por los que van a recibir la
vida, el Espíritu, y van a hacerse hijos de Dios. Es la comunidad de aquellos
que están donde está Jesús y participan de su vida.
Comienza
para estos hombres la aventura divina. Juan y Andrés eran amigos, pertenecían
al mismo equipo de pesca sobre el lago. Además estaban unidos por el mismo
ideal, en torno a Juan Bautista al que habían seguido primero.
Una
vocación no nace en las nubes sino en todo un contexto humano. La buena nueva
del evangelio no llega a individuos aislados, sino a personas, en relación con
otras y de ese modo se propaga el encuentro con Jesús.
Juan el
Bautista nos vuelve a señalar a Jesús para que vayamos a ver dónde vive y
quedándonos con Él, podamos hacer una profunda experiencia de discipulado,
sentarnos a sus pies y beber de sus palabras, abrirnos a su enseñanza,
dejándonos iluminar por su luz hasta el punto de quedar transformados en
verdaderos discípulos suyos.
Lo esencial
en la vida cristiana es dejarse mirar por Jesús, ir y ver dónde se
aloja, estar con Él y compartir. Y, después,
anunciarlo. Es el camino y el proceso que han seguido los discípulos y los
santos. Es nuestro camino.
Para discernir
¿Cuál es mi
deseo, mi anhelo, “qué busco”?
¿Renuevo
cada día mi experiencia de encuentro, de diálogo con Jesús, me acerco a ver
dónde vive?
¿Contagio a
otros este encuentro con el Señor?
Repitamos a lo largo de este día
…Te sigo
Jesús…
Para la lectura espiritual
«Una luz se
levanta sobre los que habitan en el país de las tinieblas y en sombras de
muerte»
Jesús se
retiró a Galilea. Y dejando Nazaret, vino a residir en Cafarnaúm junto al mar,
en el término de Zabulón y Neftalí. Así se cumplió lo que el Señor había dicho
por boca de Isaías: «… El pueblo que habitaba en las tinieblas ha visto
levantarse una gran luz»… Seguramente que al hablar de la visión o mejor de
levantarse una gran luz, Mateo quiere hacernos comprender la luminosa
predicación del Salvador, el esplendor de la Buena Noticia del Reino de Dios;
antes que otras han sido las tierras de Zabulón y de Neftalí las que la oyeron
de la misma boca del Señor…
En verdad
es en esta tierra que el Señor empezó a predicar, es en ellas que inauguró su
predicación… Y los apóstoles, que fueron los primeros en ver esta luz verdadera
en los territorios de Zabulón y de Neptalí, llegaron a ser ellos mismos «luz
del mundo»… «Acrecentaste la alegría, continua el texto de Isaías, aumentaste
el gozo; se gozan en tu presencia, como gozan al segar, como se alegran al
repartirse el botín». Esta alegría será, efectivamente, la alegría de los
apóstoles, «una alegría multiplicada», cuando «vendrán como segadores trayendo
sus gavillas» «como se alegran al repartirse el botín», es decir, el diablo
vencido…
En efecto,
eres tú Señor y Salvador, que has quitado de sus hombros «el yugo que pesaba
sobre ellos», ese yugo del diablo que, en otro tiempo, cuando en el mundo
reinaba sobre todas las naciones haciendo doblegar las nucas bajo el yugo de
una muy pesada esclavitud… Eres tú quien, sin ejército, sin efusión de sangre,
en lo secreto de tu poder, has liberado a los hombres para ponerlos a tu
servicio… Sí, el diablo será «quemado, devorado por el fuego eterno» porque
«nos ha nacido un niño» el humilde Hijo de Dios «que lleva sobre sus hombros la
insignia de su poder» puesto que, siendo Dios, puede, por sus propias fuerzas,
poseer la primacía… Y «su poder se extenderá» porque reinará no sólo sobre los
judíos como David, sino que su imperio se extenderá sobre todas las naciones
«desde ahora y por siempre».
(Referencias
bíblicas: Is 9,1-6; Mt 5,14; Sl 125,6)
Ruperto de Deutz (hacia 1075-1130), monje
benedictino
Sobre la Trinidad y sobre sus obras, I. 42: sobre
Isaías, 2
Para rezar
Señor, tu
poder cautivador,
está en
acción a través de la mirada,
las
palabras y las acciones de Jesús,
exigiéndolo
todo, y todo de inmediato.
Jesús, con
tu llegada,
una luz
nueva alcanzó
el centro
del corazón,
una
fascinación se apoderó de mí.
Tu mirada
traspasó mi vida,
y quiero
seguirte.
Tengo la
certeza que me arrastrarás
cada vez
más lejos.
Quiero
vivir, que mis días no se esfumen,
agotados ya
por el peso de la muerte.
Me has
cautivado, fascinado.
Tu amor
ardiente me arrastra,
y cada
mañana me despierta
para
emprender un camino sin término,
en busca
del tesoro
por el que
quiero dejarlo todo.
En
aquellas; mis cuatro de la tarde;
una
palabra, una sola, la palabra que llevabas
en tu
corazón de Hijo leí en tu mirada:
que Dios es
Amor, Dios lo es todo y te ama.
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