Felices los pobres
Lectura del primer libro
de los Reyes 17, 1-6
Elías el tisbita, de
Tisbé en Galaad, dijo a Ajab: « ¡Por la vida del Señor, el Dios de Israel, a
quien yo sirvo, no habrá estos años rocío ni lluvia, a menos que yo lo diga!»
La palabra del Señor le
llegó en estos términos: «Vete de aquí; encamínate hacia el Oriente y escóndete
junto al torrente Querit, que está al este del Jordán. Beberás del torrente, y
yo he mandado a los cuervos que te provean allí de alimento.»
El partió y obró según
la palabra del Señor: fue a establecerse junto al torrente Querit, que está al
este del Jordán. Los cuervos le traían pan por la mañana y carne por la tarde,
y él bebía del torrente.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 120, 1-2.
3-4. 5-6. 7-8 (R.: cf. 2)
R. Nuestra ayuda nos viene del Señor, que hizo el
cielo y la tierra.
Levanto mis ojos a las montañas:
¿de dónde me vendrá la ayuda?
La ayuda me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra. R.
El no dejará que resbale tu pie:
¡tu guardián no duerme!
No, no duerme ni dormita
el guardián de Israel. R.
El Señor es tu guardián,
es la sombra protectora a tu derecha:
de día, no te dañará el sol,
ni la luna de noche. R.
El Señor te protegerá de todo mal
y cuidará tu vida.
El te protegerá en la partida y el regreso,
ahora y para siempre. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Mateo 4, 25 – 5,12
Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se
sentó, y sus discípulos se acercaron a él. Entonces tomó la palabra y comenzó a
enseñarles, diciendo:
«Felices los que tienen alma de pobres, porque a
ellos les pertenece el
Reino de los Cielos.
Felices los pacientes, porque recibirán la tierra
en herencia.
Felices los afligidos, porque serán consolados.
Felices los que tienen hambre y sed de justicia,
porque serán saciados.
Felices los misericordiosos, porque obtendrán
misericordia.
Felices los que tienen el corazón puro, porque verán
a Dios.
Felices los que trabajan por la paz, porque serán
llamados hijos de Dios.
Felices los que son perseguidos por practicar la
justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos,
y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí.
Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes
tendrán una gran
recompensa en el cielo; de la misma manera
persiguieron a los profetas que los precedieron.»
Palabra del Señor.
Para reflexionar
·
Durante tres semanas nos encontraremos con lecturas del Antiguo Testamento
correspondientes a la segunda parte del Libro de los Reyes. Este período de la
Historia del pueblo de Dios cubre desde el cisma en dos reinos, hasta la fecha
de la destrucción de Jerusalén por el rey Nabucodonosor.
·
La debilidad del pueblo elegido por Dios: infiel, olvidadizo y voluble
hacen que caiga en la idolatría, las divisiones y las injusticias sociales
sobre todo con los más pobres y desvalidos. Todo esto pone de relieve la
decadencia humana y religiosa del pueblo de Dios haciéndolo presa fácil de los
grandes imperios vecinos.
·
Dios suscita en este tiempo profetas como Elías y Eliseo, defensores
valientes de los derechos de Dios y también de los del pueblo.
·
Esta época es el «ciclo de Elías». Su nombre significa «Yahvé es mi Dios».
Elías es figura de Jesús, sobre todo por lo que sufrió debido a la valentía de
sus denuncias.
·
Se enfrenta a Ajab, era un rey débil, manejado por su esposa fenicia
Jezabel, que ha llevado al pueblo a la idolatría. Por otro lado Acaz se
aprovecha del poder para amontonar riquezas a expensas del pueblo sencillo en
beneficio de la corte. Ajab se acuesta en camas de marfil y construye un templo
a Baal empujando al pueblo a este culto idolátrico, mientras tanto sus súbditos
viven en la miseria, bajo el yugo de rigurosos impuestos.
·
Elías le anuncia una gran sequía, que Acaz interpreta como castigo a sus
pecados. Hay una clara ironía en el relato, porque el dios fenicio Baal, al que
se habían pasado muchos israelitas, era considerado precisamente como el dios
de la lluvia y la fertilidad.
·
Elías tiene que huir, y esconderse junto a un torrente en una vida de
ermitaño, es ayudado milagrosamente por Dios en ese tiempo de sequía y hambre.
***
·
Empezamos a leer el evangelio de Mateo con el sermón de la montaña. Jesús
presenta la «carta magna» del Reino anunciando ocho veces, a quienes quieran
ser sus discípulos, la felicidad, el camino del proyecto de Dios, que es
proyecto de vida plena.
·
Jesús contempla la muchedumbre que simboliza a toda la humanidad doliente.
Y siente, como en tantas ocasiones, compasión. Hace suyos los sufrimientos de
cada uno. Los entiende por dentro.
·
Sube a la montaña, se sienta y comienza a hablar. El contenido es
paradójico: llama felices a los pobres, a los humildes, a los de corazón
misericordioso, a los que trabajan por la paz, a los que lloran y son
perseguidos, a los limpios de corazón. Esto no quiere decir que la felicidad
está en la misma pobreza, o en las lágrimas, o en la persecución; sino, en lo
que esta actitud de apertura y de sencillez representa y en el premio que Jesús
promete.
·
Son llamados bienaventurados por Jesús, los «pobres de Yahvé» del Antiguo
Testamento, los que no se bastan a si mismos, los que no se apoyan en sus
propias fuerzas, sino en Dios. A los que quieran seguir este camino, Jesús les
promete ser hijos de Dios, poseer la tierra y el Reino.
·
La sociedad en que vivimos llama dichosos a los ricos, a los que tienen
éxito, a los que ríen, a los que consiguen satisfacer sus deseos. Jesús, en
cambio, promete la felicidad por caminos muy distintos.
·
Si lo que cuenta en este mundo es pertenecer a los poderosos, a los
importantes, las preferencias de Dios van a los humildes, los sencillos y los
pobres de corazón. Jesús mismo será testimonio de esta felicidad porque es el
único que la ha llevado a plenitud: Él es el pobre, el que crea paz, el
misericordioso, el limpio de corazón, el perseguido que ahora, está glorificado
como Señor, en la felicidad plena.
·
Las bienaventuranzas no son un código de obligaciones ni un programa de
moral, sino el retrato de cómo es Dios, de cómo es Jesús, de qué es lo
verdaderamente importante, por lo que vale la pena renunciar a todo. No son
promesa; son ya, realidad gozosa para todo el que las vive.
·
La propuesta de Jesús, el Reino de Dios, es la alternativa para construir
un mundo mejor desde lo pequeño, desde lo insignificante, desde lo que nunca ha
contado en la sociedad; y que se comience a disfrutar ya en esta tierra y no
sólo en el más allá.
·
Hoy, en un mundo donde reina la injusticia, la violencia y la muerte, se
nos pide el compromiso profético de anunciar la misericordia de Dios, de
construir la paz y de denunciar todo lo que, de una u otra manera genere
infelicidad y muerte. Como discípulos misioneros de Jesús debemos asumir la
increíble y desconcertante novedad de las bienaventuranzas, tomando el mensaje
del evangelio como la nueva ley del Reino que invita a la verdad, la justicia,
la solidaridad y la libertad, aunque tengamos que correr el riesgo de entregar,
como Jesús, la propia vida por los demás.
Para discernir
·
¿Dónde buscamos la felicidad?
·
¿Aceptamos la propuesta de Jesús?
·
¿Qué lugar ocupa la renuncia en mi camino
de vida?
Repitamos a lo largo de
este día
…Dame un corazón pobre…
Para la lectura
espiritual
«Dichosos los pobres en el espíritu»
…”Todos los hombres, sin
excepción, desean la felicidad, la dicha. Pero referente a ella tienen ideas
muy distintas; para uno está en la voluptuosidad de los sentidos y la suavidad
de la vida; para otro, en la virtud; para otro, en el conocimiento de la
verdad. Por eso, el que enseña a todos los hombres, comienza por enderezar a
los que se extravían, dirige a los que se encuentran en camino, y acoge a los
que llaman a su puerta… Aquel que es «El Camino, la Verdad y la Vida» (Jn 14,6)
endereza, dirige, acoge y comienza por esta palabra: «Dichosos los pobres en el
espíritu».
La falsa sabiduría de este mundo, que es auténtica
locura (1C 3,19), pronuncia sin comprender lo que afirma; declara dichosa «la
raza extranjera, cuya diestra jura en falso, cuya boca dice falsedades» porque
«sus silos están repletos, sus rebaños se multiplican y sus bueyes vienen
cargados» (Sl 143, 7-13). Pero todas sus riquezas son inseguras, su paz no es
paz (Jr 6,14), su gozo, estúpido. Por el contrario, la Sabiduría de Dios, el
Hijo por naturaleza, la mano derecha del Padre, la boca que dice la verdad,
proclama que son dichosos los pobres, destinados a ser reyes, reyes del Reino
eterno. Parece decir: «Buscáis la dicha, y no está donde la buscáis, corréis,
pero fuera del camino. Aquí tenéis el camino que conduce a la felicidad: la
pobreza voluntaria por mi causa, éste es el camino. El Reino de los cielos en
mí, ésta es la dicha. Corréis mucho pero mal, cuanto más rápidos vais, más os
alejáis del término…»
No temamos, hermanos. Somos pobres; escuchemos al Pobre recomendar a los pobres la pobreza. Podemos creerle pues lo ha experimentado. Nació pobre, vivió pobre, murió pobre. No quiso enriquecerse; sí, aceptó morir. Creamos, pues a la Verdad que nos indica el camino hacia la vida. Es arduo pero corto; la dicha es eterna. El camino es estrecho, pero conduce a la vida (Mt 7,14)
No temamos, hermanos. Somos pobres; escuchemos al Pobre recomendar a los pobres la pobreza. Podemos creerle pues lo ha experimentado. Nació pobre, vivió pobre, murió pobre. No quiso enriquecerse; sí, aceptó morir. Creamos, pues a la Verdad que nos indica el camino hacia la vida. Es arduo pero corto; la dicha es eterna. El camino es estrecho, pero conduce a la vida (Mt 7,14)
Isaac de la Estrella (?-
hacia 1171), Sermón 1, para la fiesta de Todos los Santos
Para rezar
Entre los más pobres
Este es tu escabel, y tus pies se posan
aquí,
entre los más pobres, los ínfimos y los abandonados.
Cuando trato de inclinarme ante ti, mi gesto no alcanza
la profundidad en la que se posan tus pies
entre los más pobres, los ínfimos y los abandonados.
La soberbia no puede acercarse adónde tú caminas,
vestido como los humildes,
entre los más pobres, los ínfimos y los abandonados.
Mi corazón nunca podrá hallar el camino
hasta donde tú estás acompañando
a los que no tienen compañía,
entre los más pobres, los ínfimos y los abandonados.
entre los más pobres, los ínfimos y los abandonados.
Cuando trato de inclinarme ante ti, mi gesto no alcanza
la profundidad en la que se posan tus pies
entre los más pobres, los ínfimos y los abandonados.
La soberbia no puede acercarse adónde tú caminas,
vestido como los humildes,
entre los más pobres, los ínfimos y los abandonados.
Mi corazón nunca podrá hallar el camino
hasta donde tú estás acompañando
a los que no tienen compañía,
entre los más pobres, los ínfimos y los abandonados.
R. Tagore
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