20 de octubre de 2016


No he venido a traer la paz, sino la división

Lectura de la carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de Efeso    3, 14-21

Hermanos:
Doblo mis rodillas delante del Padre, de quien procede toda paternidad en el cielo y en la tierra. Que él se digne fortificarlos por medio de su Espíritu, conforme a la riqueza de su gloria, para que crezca en ustedes el hombre interior. Que Cristo habite en sus corazones por la fe, y sean arraigados y edificados en el amor. Así podrán comprender, con todos los santos, cuál es la anchura y la longitud, la altura y la profundidad, en una palabra, ustedes podrán conocer el amor de Cristo, que supera todo conocimiento, para ser colmados por la plenitud de Dios.
¡A aquel que es capaz de hacer infinitamente más de lo que podemos pedir o pensar, por el poder que obra en nosotros, a él sea la gloria en la Iglesia y en Cristo Jesús, por todas las generaciones y para siempre! Amén. 
Palabra de Dios.

SALMO    Sal 32, 1-2. 4-5. 11-12. 18-19 (R.: 5b) 
R.    La tierra está llena del amor del Señor.

Aclamen, justos, al Señor;
es propio de los buenos alabarlo.
Alaben al Señor con la cítara,
toquen en su honor el arpa de diez cuerdas. R.

Porque la palabra del Señor es recta
y él obra siempre con lealtad;
él ama la justicia y el derecho,
y la tierra está llena de su amor. R.

El designio del Señor permanece para siempre,
y sus planes, a lo largo de las generaciones.
¡Feliz la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se eligió como herencia! R.

Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles,
sobre los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y sustentarlos en el tiempo de indigencia. R.

EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Lucas    12, 49-53

Jesús dijo a sus discípulos:
«Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo! Tengo que recibir un bautismo, ¡y qué angustia siento hasta que esto se cumpla plenamente!
¿Piensan ustedes que he venido a traer la paz a la tierra? No, les digo que he venido a traer la división. De ahora en adelante, cinco miembros de una familia estarán divididos, tres contra dos y dos contra tres: el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.» 
Palabra del Señor.

Para reflexionar

Termina Pablo la primera parte de la carta, con una oración y una doxología final de alabanza al Dios Trino.
Pablo dobla sus rodillas ante el Padre, que es la fuente de toda paternidad. Habitualmente los judíos oraban de pie o sentados, el gesto de postrarse ponía de relieve un profundo sentimiento de adoración.
Todo apunta, a que la fe y la vida cristiana de los efesios, se arraigue cada vez más en profundidad y se vigorice con la fuerza de Dios. Pablo está tan convencido de la riqueza del plan de Dios, que quiere que se cumpla en los efesios.
Por eso Pablo pide que el Espíritu de Dios robustezca con su energía a los fieles, haciéndolos crecer en el hombre interior, y que Cristo se establezca de forma permanente por la fe en sus corazones, para que estén arraigados y cimentados en el amor. La clave para entender la historia y las personas, es el amor que “trasciende toda filosofía” y no existe fuerza más eficaz para transformarlo todo. Crecer en el amor, es ir madurando hacia la plenitud de la vida que Dios nos ha concedido.
Este don no está al alcance del esfuerzo humano, ni se reduce al esfuerzo que trata de eliminar el mal para obrar siempre el bien. La vida en el amor es acción de Dios, regalo y misterio, al mismo tiempo que hace que el hombre creyente no viva de otra inteligencia y comprensión, que la de Cristo y su amor, conocido con un conocimiento que sobrepasa a cualquier otro conocimiento humano posible sobre él.
***
Lucas utiliza la imagen del fuego para describir el impacto que debe producir en el corazón del creyente la predicación de Jesús. El fuego, el agua son elementos que hacen referencia a la transmisión de la vida, pero también pueden ser causa de destrucción y muerte.
La imagen del fuego simbólicamente habla de purificación. Con el fuego, en el crisol, se separa el oro de la escoria. Las palabras de Jesús anunciando que ha venido a traer fuego a la tierra se refieren a esta purificación que Dios quiere hacer en su pueblo. El tiempo está cumplido, el evangelio y la pasión, tienen que crear el proceso de división para que sea quemado todo lo que no sirve, todas aquellas estructuras de pecado y condicionamientos que son destructoras de la vida del hombre y se oponen al plan de salvación.
Dios ha venido para un juicio, y en este evangelio aparece el ansia del Enviado por llevar a término su misión. Pero se trata de un juicio de salvación, a pesar del endurecimiento brusco del discurso de Jesús que anuncia la muerte irremediable del Justo.
Las palabras de Jesús no alcanzan para convencer al hombre; será necesario que el juicio se manifieste en la pasión del Hijo. Sumergidos en la muerte de Cristo, lavados por su sangre será posible para los que creen alcanzar la salvación, participar de la resurrección.
El Evangelio es fuego. La Iglesia no es un grupo de amigos ni un “club”. El abrazo de la paz que nos damos unos a otros no es una simple cortesía, ni el bautismo es rito de admisión social. Quien toma sobre sí el yugo de Jesús, sabe que es un yugo ligero, porque Jesús fue el primero en conocer el bautismo de sangre, sólo El tiene derecho a exigir lo mismo a los demás porque se ofrece como garantía.
Jesús desea que su fuego esté ardiendo. Con esta frase se dirige a Jerusalén, y ahora a nosotros invitándonos pasar la prueba del fuego. El amor es pasión. La Iglesia, necesita encenderse en el fuego del amor, y aceptar ser bautizada en la muerte para proclamar la resurrección. Fue el camino del Cristo. Es el camino que deberá seguir la Iglesia si quiere ser fiel a su Señor. Cuando prende el fuego, se corre el riesgo de perder el control si sopla el viento. La Iglesia, que se anima con su Señor al bautismo del fuego, no podrá poner trabas al soplo del Espíritu. La Iglesia que se deja poseer por la palabra, revela la desmesura del amor de Cristo y se hace portadora de ese mismo amor que es el único que salva.

Para discernir

¿Vivo el evangelio con pasión?
¿Dejo que la Palabra encienda en mí ansias de construir el reino?
¿Acepto los riesgos de vivir el evangelio hasta el final?

Repitamos a lo largo de este día

«Aumenta mi fe, para que viva en la caridad».

Para la lectura espiritual

…”El poder de la fe suscitará un nuevo tipo de hombre capaz de dominar su propio poder. Para ello hace falta la fuerza desnuda del espíritu animado por el Espíritu; es necesario crear, siguiendo la estela de la fe y la contemplación, un auténtico estilo de humilde y fuerte soberanía. Una nueva santidad, una santidad hecha de ruptura ascética y transfiguración cósmica, nos permitirá, con el ejemplo y también con una misteriosa transfusión, un cambio progresivo de las mentalidades y la posibilidad de una cultura que sirva de mediación entre el Evangelio y la sociedad, entre el Evangelio y el orden político.
En el fondo, no se trata de negar la violencia, sino de canalizarla y transfigurarla, como hizo la Iglesia en la alta Edad Media al transformar al guerrero salvaje en caballero, al jefe cruel y despótico en «santo príncipe». Para esto se hacen necesarias la ascesis y la aventura, «la lucha interior más dura que una batalla entre hombres», el gusto por servir y crear, la exigencia de iluminar la vida con la belleza «que engendra toda comunión», como decía
Dionisio el Areopagita.”… 
O. Clément, EI poder crucificado.

Para rezar

Muere lentamente
quien se transforma en esclavo del hábito,
repitiendo todos los días los mismos trayectos,
quien no cambia de marca
y no arriesga vestir un color nuevo
y no le habla a quien no conoce.

Muere lentamente
quien hace de la televisión su gurú.

Muere lentamente
quien evita una pasión,
quien prefiere el negro sobre blanco
y los puntos sobre las “íes” a un remolino de emociones,
justamente las que rescatan el brillo de los ojos,
sonrisas de los bostezos,
corazones a los tropiezos y sentimientos.

Muere lentamente
quien no voltea la mesa cuando está infeliz en el trabajo,
quien no arriesga lo cierto por lo incierto para ir detrás de un sueño,
quien no se permite, por lo menos una vez en la vida,
huir de los consejos sensatos.

Muere lentamente
quien destruye su amor propio,
quien no se deja ayudar.

Muere lentamente
quien pasa los días quejándose de su mala suerte
o de la lluvia incesante.

Muere lentamente
quien abandona un proyecto antes de iniciarlo,
no preguntando de un asunto que desconoce
o no respondiendo cuando le indagan sobre algo que sabe.

Evitemos la muerte en suaves cuotas,
recordando siempre que estar vivo exige un esfuerzo
mucho mayor que el simple hecho de respirar.

Solamente la ardiente paciencia hará que conquistemos

una espléndida felicidad.

Pablo Neruda

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