LUNES DE LA
SEMANA III
12
de diciembre – Ntra. Sra. de Guadalupe
¿No estoy yo aquí que soy tu Madre?
Lectura del libro del Profeta
Isaías 7,10-14; 8,10
Una vez más, el Señor habló a Ajaz en
estos términos: “Pide para ti un signo de parte del Señor, en lo profundo del
Abismo, o arriba, en las alturas”.
Pero Ajaz respondió: “No lo pediré ni
tentaré al Señor”.
Isaías dijo: “Escuchen, entonces, casa de
David: ¿Acaso no les basta cansar a los hombres, que cansan también a mi Dios?
Por eso el Señor mismo les dará un signo.
Miren, la joven está embarazada y dará a luz un hijo, y lo llamará con el
nombre de Emanuel.
Hagan un proyecto: ¡fracasará! Digan una
palabra: ¡no se realizará! Porque Dios está con nosotros.
Palabra de Dios.
SALMO 66, 2-3. 5.
7-8
R: ¡Aclame al Señor toda la tierra!
¡Canten la gloria de su Nombre!
Tribútenle una alabanza gloriosa,
digan al Señor:
“¡Qué admirables son tus obras!”. R.
Por la inmensidad de tu poder,
tus enemigos te rinden reverencia.
Vengan a ver las obras del Señor,
las cosas admirables que hizo por los
hombres. R.
El gobierna eternamente con su fuerza;
sus ojos vigilan a las naciones.
Bendigan, pueblos, a nuestro Dios,
hagan oír bien alto su alabanza. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Lucas 1, 39-48
María partió y fue sin demora a un pueblo
de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas
esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel,
llena del Espíritu Santo, exclamó:
« ¡Tú eres bendita entre todas las mujeres
y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi
Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi
seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de
parte del Señor.»
María dijo entonces: «Mi alma canta la
grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador.»
Palabra del Señor.
La historia
Un sábado de 1531 a principios de
diciembre, un indio llamado Juan Diego, iba muy de madrugada del pueblo en que
residía a la ciudad de México a asistir a sus clases de catecismo y a oír la
Santa Misa. Al llegar junto al cerro llamado Tepeyac amanecía y escuchó una voz
que lo llamaba por su nombre.
Él subió a la cumbre y vio a una Señora de
sobrehumana belleza, cuyo vestido era brillante como el sol, la cual con
palabras muy amables y atentas le dijo: “Juanito: el más pequeño de mis hijos,
yo soy la siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios, por quien se vive.
Deseo vivamente que se me construya aquí un templo, para en él mostrar y
prodigar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa a todos los moradores de
esta tierra y a todos los que me invoquen y en Mí confíen. Ve donde el Señor
Obispo y dile que deseo un templo en este llano. Anda y pon en ello todo tu
esfuerzo”.
De regresó a su pueblo Juan Diego se
encontró de nuevo con la Virgen María y le explicó lo ocurrido. La Virgen le
pidió que al día siguiente fuera nuevamente a hablar con el obispo y le
repitiera el mensaje. Esta vez el obispo, luego de oír a Juan Diego le dijo que
debía ir y decirle a la Señora que le diese alguna señal que probara que era la
Madre de Dios y que era su voluntad que se le construyera un templo.
De regreso, Juan Diego halló a María y le
narró los hechos. La Virgen le mandó que volviese al día siguiente al mismo
lugar pues allí le daría la señal. Al día siguiente Juan Diego no pudo volver
al cerro pues su tío Juan Bernardino estaba muy enfermo. La madrugada del 12 de
diciembre Juan Diego marchó a toda prisa para conseguir un sacerdote a su tío
pues se estaba muriendo. Al llegar al lugar por donde debía encontrarse con la
Señora prefirió tomar otro camino para evitarla. De pronto María salió a su
encuentro y le preguntó a dónde iba. El indio avergonzado le explicó lo que
ocurría. La Virgen dijo a Juan Diego que no se preocupara, que su tío no
moriría y que ya estaba sano. Entonces el indio le pidió la señal que debía
llevar al obispo. María le dijo que subiera a la cumbre del cerro donde halló
rosas de Castilla frescas y poniéndose la tilma, cortó cuantas pudo y se las
llevó al obispo.
Una vez ante Monseñor Zumarraga Juan Diego
desplegó su manta, cayeron al suelo las rosas y en la tilma estaba pintada con
lo que hoy se conoce como la imagen de la Virgen de Guadalupe. Viendo esto, el
obispo llevó la imagen santa a la Iglesia Mayor y edificó una ermita en el
lugar que había señalado el indio.
Pio X la proclamó como “Patrona de toda la
América Latina”, Pio XI de todas las “Américas”, Pio XII la llamó “Emperatriz
de las Américas” y Juan XXIII “La Misionera Celeste del Nuevo Mundo” y “la
Madre de las Américas.
Lo que Dios dice desde la imagen Guadalupana
Los pueblos mesoamericanos trasmitían la
memoria de su historia de generación en generación por medio de poemas y
cantos, que al ser transcriptos mediante figuras y símbolos en papel amate o en
pieles formaban los llamados códices. Los expertos coinciden en que la Virgen
de Guadalupe quiso mostrarse a los antiguos pueblos indígenas con un atuendo
lleno de símbolos (a manera de códice) que los habitantes de estas tierras
pudieron entender fácilmente.
Para que desde nuestra visión moderna
podamos comprender la profundidad del mensaje contenido en la imagen
Guadalupana es necesario conocer el significado básico de los símbolos
presentes en la Santa Imagen según estas culturas indígenas.
Algunos elementos de descripción de la Imagen de la
Virgen de Guadalupe
La estatura de la Virgen en el ayate es de 143 centímetros y
representa a una joven cuya edad aproximada es de 18 a 20 años.
Su rostro es moreno, ovalado y en actitud de profunda
oración. Su semblante es dulce, fresco, amable, refleja amor y ternura, además
de una gran fortaleza.
Sus manos están juntas en señal del recogimiento de la
Virgen en profunda oración. La derecha es más blanca y estilizada, la izquierda
es morena y más llena, podrían simbolizar la unión de dos razas distintas.
Lleva el cabello suelto, lo que entre los aztecas era señal de una mujer
glorificada con un hijo en el vientre.
Está embarazada. Su gravidez se constata por la forma aumentada del
abdomen, donde se destaca una mayor prominencia vertical que trasversal,
corresponde a un embarazo casi en su última etapa.
La flor de cuatro pétalos o Nahui Ollin: es el símbolo principal en la
imagen de la Virgen, es el máximo símbolo náhuatl y representa la presencia de
Dios, la plenitud, el centro del espacio y del tiempo. En la imagen presenta a
la Virgen de Guadalupe como la Madre de Dios y marca el lugar donde se
encuentra Nuestro Señor Jesús en su vientre.
El Cinto marca el embarazo de la Virgen. Se localiza arriba del vientre. Cae
en dos extremos trapezoidales, que en el mundo náhuatl representaban el fin de
un ciclo y el nacimiento de una nueva era. En la imagen simboliza que con
Jesucristo se inicia una nueva era tanto para el viejo como para el nuevo
mundo.
Rayos dorados rodean a la Virgen y le forman un halo luminoso
o aura. El mensaje trasmitido es: ella es la Madre de la Luz, del Sol, del Niño
Sol, del Dios verdadero, ella lo hace descender hacia el “centro de la luna”
(México en náhuatl) para que allí nazca, alumbre y dé vida.
La Virgen está de pie en medio de la luna, y no es casual que las raíces de la palabra México
en náhuatl son “Metz-xic-co” que significan “en el centro de la luna”. También
es símbolo de fecundidad, nacimiento, vida. Marca los ciclos de la fertilidad
femenina y terrestre.
Un ángel está a los pies de la Guadalupana con ademán de quien acaba de volar.
Las alas son como de águila, asimétricas y muy coloridas, los tonos son
parecidos a los del pájaro mexicano tzinitzcan que Juan Diego oyó cantar
anunciándole la aparición de la Virgen de Guadalupe. Sus manos sostienen el
extremo izquierdo de la túnica de la Virgen y el derecho del manto.
Para reflexionar
Celebramos la fiesta de Nuestra Señora de
Guadalupe, patrona de América Latina. En su rostro indígena, en el rostro
moreno de María reconocemos nuestra propia raza, los hijos de esta tierra
latinoamericana a quienes María quiere hacer llegar su maternal protección.
Dios ha irrumpido en la historia del
hombre haciéndose uno de nosotros. El Hijo de Dios, encarnado en María, lleva a
su pleno cumplimiento las promesas hechas a nuestros antiguos padres. María, la
Madre del Hijo de Dios Encarnado, se convierte en la portadora de esa salvación
para Isabel que queda llena del Espíritu Santo, el cual es el único que nos
hace participar de la Vida y Salvación que Dios nos ofrece en Jesús.
Una de las constantes en la vida de María
fue y ha sido su servicio. María se presenta como la servidora, la que está
siempre atenta a las necesidades del prójimo. Desde que Jesús nos la dejó como
Madre, ella, con gran amor continúa realizando esta acción de amor en sus
hijos.
María recoge las expectativas y esperanzas
de salvación del “pequeño resto” de Israel, y hoy sigue siendo el prototipo de
madre y mediadora que recoge los anhelos y esperanzas de los más pobres.
María, además de Madre de Jesús, es para
nosotros figura y prototipo de la Iglesia que se convierte en misionera, en
portadora de la salvación, en engendradora del Salvador, en el corazón de todos
los hombres, por la fuerza del Espíritu Santo que habita en ella.
El pueblo indígena se encuentra en crisis
después de la caída del Imperio Azteca. La presencia de María de Guadalupe
viene a darle nuevas fuerzas, viene a ser Evangelio: buena noticia para este
pueblo.
El acontecimiento encierra diferentes
Buenas Nuevas. La Virgen de Guadalupe – es “La que Procede de la Región de la
Luz como Águila de Fuego”-. Y el Fuego que la transforma en Sol, es el Niño-Sol
que lleva en su seno. Es la Noticia portadora de Alegría.
Es Buena Noticia porque Guadalupe
reivindica a Juan Diego en su dignidad de persona, de protagonista responsable
de una historia, capaz de llevar una misión a su exitosa culminación.
Su Buena Noticia es una palabra eficaz.
Cura sin duda al tío Bernardino que ya agoniza a causa de una enfermedad
mortal. Juan Bernardino personifica al Pueblo Mexicano conquistado, abatido,
contagiado. Pero Guadalupe transforma al Tepeyacac en un jardín de exquisitas,
frescas, perfumadas y significativas rosas. No era el tiempo ni el lugar
apropiado para que las hubiera.
Nuestra Señora, transforma también el
corazón de quien se abre a la novedad: Fray Juan de Zumárraga tendrá que
reconocer la fuerza de lo verdadero que proviene del mundo nuevo de los
conquistados. De todos ellos se hará eco y voz Santa María de Guadalupe, desde
el TEPEYAC.
Las palabras que dice a Juan Diego: ¿Por
qué temes?, ¿no estoy yo aquí que soy tu Madre? son el signo y a la vez promesa
que invitan a confiar en ella y en su poderosa intercesión.
Hoy en América Latina Nuestra Señora de
Guadalupe, despierta en nuestro pueblo una gran confianza de hijos, ya que
desde su misma imagen mestiza se presenta cercana y unida al pueblo pobre para
ayudarlo y defenderlo en sus dolores y angustias más profundas; y al mostrar su
predilección por los humildes y necesitados nos impulsa a vivir un amor
generoso y compasivo.
Para discernir
¿Experimento el cuidado de la Santísima
Virgen?
¿Me identifico con los más pobres de mi
pueblo?
¿Me siento parte del pueblo
latinoamericano?
Para rezar
Oración a la Virgen de Guadalupe
Préstame Madre tus ojos,
Préstame Madre tus ojos,
para con ellos poder mirar,
porque si con ellos miro,
nunca volveré a pecar.
Préstame Madre tus labios,
para con ellos rezar,
porque si con ellos rezo,
Jesús me podrá escuchar.
Préstame Madre tu lengua,
para poder comulgar,
pues es tu lengua patena de amor y santidad.
pues es tu lengua patena de amor y santidad.
Préstame Madre tus brazos,
para poder trabajar,
que así rendirá el trabajo una y mil veces más.
Préstame Madre tu manto,
para cubrir mi maldad,
pues cubierta con tu manto al Cielo he de llegar.
Préstame Madre a tu Hijo,
para poder yo amar.
Si tú me das a Jesús,
Si tú me das a Jesús,
qué más puedo yo desear
y ésta será mi dicha
y ésta será mi dicha
por toda la eternidad.
Amén.
Amén.
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