30 de enero de
2017 – TO – LUNES DE LA SEMANA IV
¡Sal de este
hombre, espíritu impuro!
Lectura de la carta a los
Hebreos 11, 32-40
Hermanos:
¿Y qué más puedo decir? Me faltaría tiempo
para hablar de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, de Samuel y de
los Profetas.
Ellos, gracias a la fe, conquistaron
reinos, administraron justicia, alcanzaron el cumplimiento de las promesas,
cerraron las fauces de los leones, extinguieron la violencia del fuego,
escaparon del filo de la espada. Su debilidad se convirtió en vigor: fueron fuertes
en la lucha y rechazaron los ataques de los extranjeros.
Hubo mujeres que recobraron con vida a sus
muertos. Unos se dejaron torturar, renunciando a ser liberados, para obtener
una mejor resurrección.
Otros sufrieron injurias y golpes, cadenas
y cárceles. Fueron apedreados, destrozados, muertos por la espada. Anduvieron
errantes, cubiertos con pieles de ovejas y de cabras, desprovistos de todo,
oprimidos y maltratados. Ya que el mundo no era digno de ellos, tuvieron que
vagar por desiertos y montañas, refugiándose en cuevas y cavernas.
Pero, aunque su fe los hizo merecedores de
un testimonio tan valioso, ninguno de ellos entró en posesión de la promesa.
Porque Dios nos tenía reservado algo mejor, y no quiso que ellos llegaran a la
perfección sin nosotros.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 30, 20.
21. 22. 23. 24 (R.: 25)
R. Sean fuertes y
valerosos, todos los que esperan en el Señor.
¡Qué grande es tu bondad, Señor!
Tú la reservas para tus fieles;
y la brindas a los que se refugian en ti.,
en la presencia de todos. R.
Tú los ocultas al amparo de tu rostro
de las intrigas de los hombres;
y los escondes en tu Tienda de campaña,
lejos de las lenguas pendencieras. R.
¡Bendito sea el Señor!
El me mostró las maravillas de su amor
en el momento del peligro. R.
En mi turbación llegué a decir:
«He sido arrojado de tu presencia.»
Pero tú escuchaste la voz de mi súplica,
cuando yo te invocaba. R.
Amen al Señor, todos sus fieles,
porque él protege a los que son leales
y castiga con severidad a los soberbios.
R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según San
Marcos 5, 1-20
Jesús y sus discípulos llegaron a la otra
orilla del mar, a la región de los gerasenos. Apenas Jesús desembarcó, le salió
al encuentro desde el cementerio un hombre poseído por un espíritu impuro. El
habitaba en los sepulcros, y nadie podía sujetarlo, ni siquiera con cadenas.
Muchas veces lo habían atado con grillos y cadenas, pero él había roto las
cadenas y destrozado los grillos, y nadie podía dominarlo. Día y noche, vagaba
entre los sepulcros y por la montaña, dando alaridos e hiriéndose con piedras.
Al ver de lejos a Jesús, vino corriendo a postrarse ante él, gritando con fuerza: «¿Qué quieres de mí, Jesús, Hijo de Dios, el Altísimo? ¡Te conjuro por Dios, no me atormentes!» Porque Jesús le había dicho: «¡Sal de este hombre, espíritu impuro!» Después le preguntó: «¿Cuál es tu nombre?» El respondió: «Mi nombre es Legión, porque somos muchos.» Y le rogaba con insistencia que no lo expulsara de aquella región.
Al ver de lejos a Jesús, vino corriendo a postrarse ante él, gritando con fuerza: «¿Qué quieres de mí, Jesús, Hijo de Dios, el Altísimo? ¡Te conjuro por Dios, no me atormentes!» Porque Jesús le había dicho: «¡Sal de este hombre, espíritu impuro!» Después le preguntó: «¿Cuál es tu nombre?» El respondió: «Mi nombre es Legión, porque somos muchos.» Y le rogaba con insistencia que no lo expulsara de aquella región.
Había allí una gran piara de cerdos que
estaba paciendo en la montaña. Los espíritus impuros suplicaron a Jesús:
«Envíanos a los cerdos, para que entremos en ellos.» El se lo permitió.
Entonces los espíritus impuros salieron de aquel hombre, entraron en los
cerdos, y desde lo alto del acantilado, toda la piara -unos dos mil animales-
se precipitó al mar y se ahogó.
Los cuidadores huyeron y difundieron la
noticia en la ciudad y en los poblados. La gente fue a ver qué había sucedido.
Cuando llegaron adonde estaba Jesús, vieron sentado, vestido y en su sano
juicio, al que había estado poseído por aquella Legión, y se llenaron de temor.
Los testigos del hecho les contaron lo que había sucedido con el endemoniado y
con los cerdos. Entonces empezaron a pedir a Jesús que se alejara de su
territorio.
En el momento de embarcarse, el hombre que
había estado endemoniado le pidió que lo dejara quedarse con él. Jesús no se lo
permitió, sino que le dijo: «Vete a tu casa con tu familia, y anúnciales todo
lo que el Señor hizo contigo al compadecerse de ti.» El hombre se fue y comenzó
a proclamar por la región de la Decápolis lo que Jesús había hecho por él, y
todos quedaban admirados.
Palabra del Señor.
Para reflexionar
El autor les trae a la memoria el ejemplo
de los antiguos judíos, que realizaron cosas difíciles por la fe y
permanecieron fieles en la prueba, sin volver su vista atrás, sino, muy al
contrario, dispuestos a la aventura de la fe. Los antepasados sometieron reinos
y ejercieron justicia; cerraron la boca de los leones, o dominaron la violencia
del fuego; resucitaron hijos y otros que, se han dejado torturar sin ceder, o
exiliar.
El autor recalca de las personas que
vivieron en esa etapa el mérito de haber vivido en un tiempo de promesas: no en
los tiempos mesiánicos. La fe, que es algo sobrenatural, se vive dentro de la
experiencia humana y se caracteriza por el don que uno hace de sí mismo para el
futuro, el riesgo que uno corre de abandonar su seguridad y darse de lleno a la
novedad. El contenido del sacrificio de Cristo no es otro que su fe total en el
Padre, capaz de hacer surgir lo inesperado más allá incluso de la muerte.
***
Jesús llega a la región de los gerasenos,
o sea, a un territorio pagano, por lo tanto, impuro. Lejos del poblado, entre
los sepulcros, vive un hombre poseído por el espíritu maligno. La sociedad lo
ha marginado: la forma más rápida de resolver el problema es encerrar al
enfermo para que no moleste.
Jesús se acerca a los que la sociedad ha
apartado. Es un pobre hombre desquiciado, privado de sus facultades mentales,
que no es dueño de sí mismo y se ha convertido en su propio enemigo. Cristo ha
venido a combatir el mal que divide al hombre en lo más profundo de sí mismo y
lo empuja contra sí mismo.
El encuentro con Jesús, la llegada del
Reino, no es únicamente una curación, sino una verdadera liberación, un
encontrarse a sí mismo, una reconquista de la propia vida. De un ser dividido e
insociable, Jesús ha hecho un hombre dueño de sí mismo, lo ha convertido en un
hermano.
Los gerasenos a pesar de admirarse de la
curación cuando se enteran de que los cerdos se han precipitado en el lago
invitan a Jesús alejarse de su territorio. Es demasiado el precio que han
tenido que pagar por la liberación de un hombre. La vida de este hombre vale
menos que una piara de puercos. Para Jesús, conducir a un hombre a su
liberación, tiene un valor mucho más alto que cualquier otra cosa.
Luego, el hombre que había tenido el
espíritu malo le pidió que lo dejara ir con Él, pero Jesús no se lo permitió.
En cambio, lo enviará a su casa con la misión de manifestar a sus compatriotas
la misericordia divina que él acaba de experimentar. Era la primera vez que se
anunciaba la Buena Noticia en tierra de gentiles.
Las fuerzas del mal atacan al hombre, lo
desvían de su ruta normal, le impiden realizar su camino humano y cristiano:
realizarse como hombre y como hijo de Dios. El pecado siempre es antihumano aun
cuando tome la apariencia de ser su placer o su bien.
Desde la muerte y resurrección de Jesús el
demonio ya no tiene poder sobre el hombre. Solamente el poder que el hombre
mismo le concede. Aquí está la buena nueva: las miles de pasiones que lo
deformaban, la legión de demonios que lo habitaban, han sido vencidos. Jesús es
más fuerte que las fuerzas maléficas del hombre.
Todos necesitamos ser liberados de la
legión de malas tendencias que experimentamos: orgullo, sensualidad, ambición,
envidia, egoísmo, violencia, intolerancia, avaricia, miedo. Una vez liberados,
el Señor nos enseña que seguirlo. También es saber quedarse allí donde estamos,
dando testimonio de las maravillas que puede obrar el Señor si le damos paso en
nuestra vida.
El endemoniado geraseno, es como un
prototipo de tantos hermanos nuestros, excluidos de la vida social,
comunitaria, por algún estigma llamado: enfermedad, pobreza, ignorancia,
absoluta miseria, otra raza, otra lengua, por ejercer algún oficio que
consideramos sucio, por tener que ganarse la vida indignamente, en la
mendicidad, o revolviendo la basura de nuestras calles. Pero Jesús los ama y
quiere liberarlos. Todas las imágenes que nos presenta este texto nos dejan
adivinar la importancia del gesto misionero que hace Jesús: liberar al hombre
cualquiera sea su degradación.
La Iglesia ha recibido la misión de
continuar este poder liberador, la lucha y la victoria contra todo mal. El
hombre no evangelizado es un hombre “encadenado”, no libre. Para liberar la
Iglesia tiene que anunciar la Buena Nueva y comunicar la vida de Cristo. El
evangelio nos muestra el modo: salir a la periferia, acercarnos a toda
realidad, no anteponer ningún valor material al valor de la vida, escuchar el
clamor del sufriente y desde un vínculo basado en el amor, auténticamente
evangélico, ayudarlo a recuperar la unidad perdida y la dignidad.
Para discernir
¿Hay en mí algunos sectores que hay que
liberar?
¿De veras queremos ser salvados?
¿Vamos hacia todos aquellos que esperan
aún su liberación aunque no estén en el medio cristiano?
Para rezar
…Llevo tu Buena Nueva Señor…
Para la lectura espiritual
«Espíritu inmundo, sal de este hombre»
El hecho del poder del mal en el corazón
humano y en la humanidad es innegable. La pregunta permanece: ¿cómo explicar
este mal? La fe nos dice que existen dos misterios de luz y un misterio de
noche, el cual, sin embargo, se encuentra envuelto por los misterios de luz. El
primer misterio de luz es éste: la fe nos dice que no hay dos principios, uno
bueno y el otro malo, sino un único principio: Dios creador, y este principio
es bueno, es sólo bueno, sin sombra alguna de mal. Por eso el ser no puede ser
una mezcla de bien y de mal: el ser, como tal, es bueno, y por ello pues, es
bueno ser, es bueno vivir. Este es el gozoso anuncio de la fe: no hay más que
una sola fuente, buena, el Creador…
Viene después un misterio de oscuridad, de
noche. El mal no proviene de la fuente misma del ser, no es igualmente
original. El mal proviene de una libertad creada, de una libertad mal
utilizada. ¿Cómo ha sido posible esto? ¿Cómo se produjo? Las cosas permanecen
oscuras. El mal no es lógico. Tan sólo Dios y el bien son lógicos, son luz. El
mal permanece siendo misterioso… Lo podemos atisbar, pero no explicar; no se
puede narrar como un hecho al que le sigue otro hecho porque se trata de una
realidad más profunda. Sigue siendo un misterio de oscuridad, de noche.
Pero inmediatamente se le añade un
misterio de luz. El mal viene de una fuente subordinada. Dios, con su luz, es
más fuerte. Por eso el mal puede ser sobrepasado. Es decir, que la criatura, el
hombre, puede curar… De tal manera que, al fin, en última instancia vemos que
no sólo puede ser curado, sino que, efectivamente, es curado. Es Dios quien ha
introducido la curación. Él mismo en persona entró en la historia. A la fuente
permanente de mal opuso la fuente del bien puro. Cristo crucificado y
resucitado, nuevo Adán, opone al río contaminado del mal un río de luz. Y este
río sigue estando presente en la historia: miremos a los santos, los grandes
santos pero también los santos más sencillos, los simples fieles y vemos que el
río de luz que viene de Cristo es poderoso y está presente en ellos.
Comentario del Evangelio por Papa Benedicto XVI
Audiencia general del 03/12/08
Para rezar
Oración de sanación interior
Señor Jesús, Tú has venido a curar
los corazones heridos y atribulados,
te ruego que cures los traumas que provocan
turbaciones en mi corazón;
te ruego, en especial que cures
aquellos que son causa de pecado.
los corazones heridos y atribulados,
te ruego que cures los traumas que provocan
turbaciones en mi corazón;
te ruego, en especial que cures
aquellos que son causa de pecado.
Te pido que entres en mi vida,
que me cures de los traumas psíquicos
que me han afectado en tierna edad
y de aquellas heridas que me los han provocado
a lo largo de toda la vida.
que me cures de los traumas psíquicos
que me han afectado en tierna edad
y de aquellas heridas que me los han provocado
a lo largo de toda la vida.
Señor Jesús, Tú conoces mis problemas,
los pongo todos en Tu corazón de Buen Pastor.
Te ruego, en virtud de aquella gran llaga
abierta en Tu Corazón,
que cures las pequeñas heridas que hay en el mío.
los pongo todos en Tu corazón de Buen Pastor.
Te ruego, en virtud de aquella gran llaga
abierta en Tu Corazón,
que cures las pequeñas heridas que hay en el mío.
Cura las heridas de mis recuerdos,
a fin de que nada de cuanto me ha acaecido
me haga permanecer en el dolor, en la angustia,
en la preocupación.
a fin de que nada de cuanto me ha acaecido
me haga permanecer en el dolor, en la angustia,
en la preocupación.
Cura, Señor,
Todas esas heridas que, en mi vida,
han sido causa de raíces de pecado.
Quiero perdonar
a todas las personas que me han ofendido,
mira esas heridas interiores
que me hacen incapaz de perdonar.
Tú que has venido a curar los corazones afligidos,
cura mi corazón.
Todas esas heridas que, en mi vida,
han sido causa de raíces de pecado.
Quiero perdonar
a todas las personas que me han ofendido,
mira esas heridas interiores
que me hacen incapaz de perdonar.
Tú que has venido a curar los corazones afligidos,
cura mi corazón.
Cura, Señor Jesús, mis heridas íntimas
que son causa de enfermedades físicas.
Yo te ofrezco mi corazón,
acéptalo, Señor, purifícalo y dame
los sentimientos de Tu Corazón Divino.
Ayúdame a ser humilde y benigno.
Concédeme, Señor,
la curación del dolor que me oprime
por la muerte de las personas queridas.
Haz que pueda recuperar la paz y la alegría
por la certeza de que Tú eres la Resurrección y la Vida.
que son causa de enfermedades físicas.
Yo te ofrezco mi corazón,
acéptalo, Señor, purifícalo y dame
los sentimientos de Tu Corazón Divino.
Ayúdame a ser humilde y benigno.
Concédeme, Señor,
la curación del dolor que me oprime
por la muerte de las personas queridas.
Haz que pueda recuperar la paz y la alegría
por la certeza de que Tú eres la Resurrección y la Vida.
Hazme testigo autentico
de Tu Resurrección,
de Tu Victoria sobre el pecado y la muerte,
de Tu Presencia de Viviente entre nosotros.
Amén.
de Tu Resurrección,
de Tu Victoria sobre el pecado y la muerte,
de Tu Presencia de Viviente entre nosotros.
Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Te invitamos a dejarnos tus comentarios, sugerencias u observaciones. Gracias por hacerlo.