10 de febrero
de 2017 – TO – VIERNES DE LA SEMANA V
Hace oír a los sordos y hablar a los mudos
Lectura del libro del
Génesis 3, 1-8
La serpiente era el más astuto de todos los animales
del campo que el Señor Dios había hecho, y dijo a la mujer: « ¿Así que Dios les
ordenó que no comieran de ningún árbol del jardín?»
La mujer le respondió: «Podemos comer los frutos de
todos los árboles del jardín. Pero respecto del árbol que está en medio del
jardín, Dios nos ha dicho: “No coman de él ni lo toquen, porque de lo contrario
quedarán sujetos a la muerte”.»
La serpiente dijo a la mujer: «No, no morirán. Dios
sabe muy bien que cuando ustedes coman de ese árbol, se les abrirán los ojos y
serán como dioses, conocedores del bien y del mal.»
Cuando la mujer vio que el árbol era apetitoso para
comer, agradable a la vista y deseable para adquirir discernimiento, tomó de su
fruto y comió; luego se lo dio a su marido, que estaba con ella, y él también
comió. Entonces se abrieron los ojos de los dos y descubrieron que estaban
desnudos. Por eso se hicieron unos taparrabos, entretejiendo hojas de higuera.
Al oír la voz del Señor Dios que se paseaba por el
jardín, a la hora en que sopla la brisa, se ocultaron de él, entre los árboles
del jardín.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 31, 1-2. 5. 6. 7 (R.:
1a)
R. ¡Feliz el que ha sido
absuelto de su pecado!
¡Feliz el que ha sido absuelto de su pecado
y liberado de su falta!
¡Feliz el hombre a quien el Señor
no le tiene en cuenta las culpas,
y en cuyo espíritu no hay doblez! R.
Yo reconocí mi pecado,
no te escondí mi culpa,
pensando: «Confesaré mis faltas al Señor.»
¡Y tú perdonaste mi culpa y mi pecado! R.
Por eso, que todos tus fieles te supliquen
en el momento de la angustia;
y cuando irrumpan las aguas caudalosas
no llegarán hasta ellos. R.
Tú eres mi refugio,
tú me libras de los peligros
y me colmas con la alegría de la salvación. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Marcos 7, 31-37
Cuando Jesús volvía de la región de Tiro, pasó por
Sidón y fue hacia el mar de Galilea, atravesando el territorio de la Decápolis.
Entonces le presentaron a un sordomudo y le pidieron
que le impusiera las manos. Jesús lo separó de la multitud y, llevándolo
aparte, le puso los dedos en las orejas y con su saliva le tocó la lengua.
Después, levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo: «Efatá», que
significa: «Ábrete.» Y enseguida se abrieron sus oídos, se le soltó la lengua y
comenzó a hablar normalmente.
Jesús les mandó insistentemente que no dijeran nada a
nadie, pero cuanto más insistía, ellos más lo proclamaban y, en el colmo de la
admiración, decían: «Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a
los mudos.»
Palabra del Señor.
Para reflexionar
Si bien al principio todo fue bueno, y la situación de
Adán y Eva en el Edén era idílica, llegó el pecado y todo cambió. En un relato
también lleno de imaginación popular, pero con un contenido teológico
innegable, se nos cuenta la tentación de la serpiente, la caída primero de Eva
y luego de Adán, y el cambio inmediato: se sintieron desnudos, empezaron a
tener miedo de Dios y se escondieron en su presencia.
Es la primera página negra de la historia de la
humanidad, que ha tenido consecuencias universales. En ella está representado y
condensado todo el mal que ha habido y sigue habiendo en nuestra existencia: la
ambición desmedida, el orgullo, la autosuficiencia, la mentira, la cobardía. El
pecado original lo tenemos todos dentro.
El pecado, el de Adán y Eva y el nuestro a lo largo de
la historia, es el que trastorna la armonía que Dios había previsto. Se ha
perdido el equilibrio entre los hombres y Dios, y entre ellos mismos. Siempre
quedará el recuerdo y la añoranza de la realidad del Edén. Cuando los profetas
anuncien el final del destierro de Babilonia, lo harán con frecuencia sirviéndose
de las imágenes de una vuelta a la paz y la felicidad del paraíso perdido.
***
Jesús dejando de nuevo los confines de Tiro, se fue
por Sidón hacia el lago de Galilea, atravesando la Decápolis. Todos estos
desplazamientos son significativos. Jesús se encuentra en territorio
extranjero. Este milagro, una vez más será hecho a favor de un pagano, en pleno
país de misión.
El milagro relatado en estos versículos pertenece al
grupo de capítulos del evangelio de Marcos, escritos con la intención de que el
pueblo, llegue a descubrir en Jesús su humanidad y su divinidad. Relata cómo
mientras estaba Jesús en la región del mar de Galilea, le traen un hombre sordo
y tartamudo, pidiéndole que haga algo por él. Jesús lo aparta de la gente, y
después de tocarlo con sus dedos y su saliva, expresión de su humanidad; antes
de curarlo definitivamente, Jesús mira al cielo mostrando que la omnipotencia
divina es la que hará el milagro.
Gestos humanos, corporales, sensibles que revalorizan
la dignidad del cuerpo llevándolo a la calidad de instrumento de comunicación,
expresión de la salvación. La gracia más divina, más espiritual, pasa por
humildes y modestos “signos”. Para el sordomudo, gestos pobres y naturales
fueron extremadamente reveladores de la ternura salvadora de Jesús. La curación
del sordomudo provoca reacciones muy buenas hacia Jesús por parte de los
habitantes de Sidón que llegan a decir que todo lo ha hecho bien.
Somos una unidad, una totalidad: quien actúe sobre el
cuerpo, aunque no se lo proponga está actuando sobre el espíritu, y viceversa.
En Jesús se manifiesta la humanidad divinizada y la divinidad humanizada. Su
cuerpo es instrumento de salvación. Sus sentidos están abiertos al dolor del
otro. Ese cuerpo que se cansa, que siente hambre y dolor, que se conmueve es un
regalo de Dios a los hombres; es la forma visible de la bondad de Dios.
El cuerpo es creación de Dios, y es el instrumento
indispensable por el que nos hacemos presentes en el mundo, que nos permite
acercarnos a nuestros hermanos, comunicarnos con ellos. El espíritu que lo
invade es lo que puede impulsar al hombre a ser instrumento de salvación para
él mismo y para los otros.
Hoy Jesús Resucitado sigue curando a la humanidad a
través de su Iglesia. Con los gestos sacramentales: imposición de manos, bendición,
unción con óleo y crisma Jesús sigue actuando. Gestos tomados de la cultura
humana; de ellos se sirve Dios para transmitir su salvación. Gestos que siguen
cargados de simbología. El evangelio de hoy, es un signo claro para el
cristiano que debe tener abiertos los oídos para escuchar y los labios para
hablar. Para escuchar a Dios y a los hombres, sin hacerse el sordo: ni a la
Palabra salvadora, ni a la necesidad del hermano.
Para discernir
¿A qué realidades cerré mis oídos?
¿Qué verdades callé por miedo o conveniencia?
¿Experimento la necesidad de ser sanado?
Repitamos a lo largo de este día
…Quiero escucharte Señor…
Para la lectura espiritual
…”« ¿Dónde estás?». Cada vez que Dios plantea una
pregunta de este tipo no es para que el hombre le haga saber algo que él
ignora: lo que quiere es provocar en el hombre una reacción que sólo es posible
suscitar precisamente a través de esa pregunta, a condición de que ésta impacte
en el corazón del hombre y de que éste se deje impactar por ella en el corazón.
Adán se esconde para no tener que dar cuentas, para
huir de la responsabilidad de su propia vida. Así se esconde todo hombre,
porque todo hombre es Adán y se encuentra en la situación de Adán. Para escapar
de la responsabilidad de la vida que hemos vivido, hemos de transformar la
existencia en un mecanismo para escondernos. Precisamente escondiéndose así y
persistiendo siempre en esta tarea «ante el rostro de Dios», se desliza siempre
el hombre, y cada vez de un modo más profundo, hacia la falsedad. De este modo
se crea una nueva situación que, de día en día y de esconderse en esconderse,
se vuelve más y más problemática. Es una situación que podemos caracterizar con
una extrema precisión: el hombre no puede escapar del ojo de Dios, sino que, intentando
esconderse de El, se esconde de sí mismo. Dentro de sí conserva también algo
que le busca, pero a este algo se le hace más difícil cada vez encontrarle. Y
precisamente en esta situación le coge la pregunta de Dios: quiere turbar al
hombre, destruir su mecanismo para esconderse, hacerle ver adónde le ha llevado
un camino equivocado, hacer nacer en él un ardiente deseo de salir fuera.
En este punto todo depende del hecho de que el hombre
se plantee o no la pregunta. Indudablemente, si la pregunta llegara al oído, a
cualquiera «le temblará el corazón». Ahora bien, el mecanismo le permite
asimismo seguir siendo dueño de esta emoción del corazón. En efecto, la voz no
llega en medio de una tempestad que pone en peligro la vida del hombre; «es la
voz de un silencio semejante a un soplo» (1 Re 19,12), y es fácil sofocarla.
Hasta que no ocurra esto, la vida del hombre no se podrá convertir en camino.
Por muy grande que sea el éxito y el goce de un hombre, por muy grande que sea
su poder y colosal su obra, su vida seguirá sin tener un camino mientras no
haga frente a esta voz. Adán le hizo frente, reconoció que había caído en una
trampa y confesó: «Me he escondido». Aquí empieza el camino del hombre”…
M. Buber, El camino del hombre, Magnano
1990, pp. 21-23, passim.
Para rezar
Padre alabamos y glorificamos tu nombre,
porque tú eres el Señor.
Gracias por la salud, las fuerzas y energía
para cumplir con las funciones y responsabilidades de cada día.
Gracias por inspirar las ideas creativas
necesarias en nuestro diario vivir.
Gracias por la provisión de los alimentos y
posibilidades para satisfacer nuestras
necesidades básicas.
Dios, estamos agradecidos por todas las bendiciones que nos prodigas, pero reconocemos que necesitamos más alimento espiritual y el valor para enfrentar y vencer las tentaciones y pruebas
cotidianas que se presentan sin ser invitadas a nuestro paso por la vida.
Amado Señor, quédate con nosotros.
Abrázanos y déjate sentir.
En el nombre de Jesús. Amén.
porque tú eres el Señor.
Gracias por la salud, las fuerzas y energía
para cumplir con las funciones y responsabilidades de cada día.
Gracias por inspirar las ideas creativas
necesarias en nuestro diario vivir.
Gracias por la provisión de los alimentos y
posibilidades para satisfacer nuestras
necesidades básicas.
Dios, estamos agradecidos por todas las bendiciones que nos prodigas, pero reconocemos que necesitamos más alimento espiritual y el valor para enfrentar y vencer las tentaciones y pruebas
cotidianas que se presentan sin ser invitadas a nuestro paso por la vida.
Amado Señor, quédate con nosotros.
Abrázanos y déjate sentir.
En el nombre de Jesús. Amén.
Virma Pomale
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