17 de febrero de 2017

17 de febrero de 2017 – TO – VIERNES DE LA SEMANA VI

El que pierda su vida por el Evangelio, la salvará

Lectura del libro del Génesis    11, 1-9

Todo el mundo hablaba una misma lengua y empleaba las mismas palabras. Y cuando los hombres emigraron desde Oriente, encontraron una llanura en la región de Senaar y se establecieron allí. Entonces se dijeron unos a otros: « ¡Vamos! Fabriquemos ladrillos y pongámoslos a cocer al fuego.» Y usaron ladrillos en lugar de piedra, y el asfalto les sirvió de mezcla.
Después dijeron: «Edifiquemos una ciudad, y también una torre cuya cúspide llegue hasta el cielo, para perpetuar nuestro nombre y no dispersarnos por toda la tierra.»
Pero el Señor bajó a ver la ciudad y la torre que los hombres estaban construyendo, y dijo: «Si esta es la primera obra que realizan, nada de lo que se propongan hacer les resultará imposible, mientras formen un solo pueblo y todos hablen la misma lengua. Bajemos entonces, y una vez allí, confundamos su lengua, para que ya no se entiendan unos a otros.»
Así el Señor los dispersó de aquel lugar, diseminándolos por toda la tierra, y ellos dejaron de construir la ciudad. Por eso se llamó Babel: allí, en efecto, el Señor confundió la lengua de los hombres y los dispersó por toda la tierra. 
Palabra de Dios.

SALMO    Sal 32, 10-11. 12-13. 14-15 (R.: cf. 12) 
R.    ¡Feliz el pueblo cuyo Dios es el Señor!

El Señor frustra el designio de las naciones
y deshace los planes de los pueblos,
pero el designio del Señor permanece para siempre,
y sus planes, a lo largo de las generaciones. R.

¡Feliz la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se eligió como herencia!
El Señor observa desde el cielo
y contempla a todos los hombres. R.

El mira desde su trono
a todos los habitantes de la tierra;
modela el corazón de cada uno
y conoce a fondo todas sus acciones. R.

EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Marcos     8, 34-9, 1

Jesús, llamando a la multitud, junto con sus discípulos, les dijo: «El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí y por la Buena Noticia, la salvará.
¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si pierde su vida?
¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida?
Porque si alguien se avergüenza de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con sus santos ángeles.»
Y les decía: «Les aseguro que algunos de los que están aquí presentes no morirán antes de haber visto que el Reino de Dios ha llegado con poder.» 
Palabra del Señor.

Para reflexionar

Siempre ha despertado curiosidad el fenómeno de que en el mundo se hablen lenguas tan numerosas. Hoy se explica de una manera científica, describiendo un proceso de diferenciación que tiene sus causas conocidas y que ha durado siglos. Pero las tradiciones populares que recoge el Génesis, expresan el origen de esa diversidad desde una perspectiva religiosa, con un fuerte contenido dramático que además de resultar simpático, presenta una intención muy realista.
Siempre es el pecado el que, según la Biblia, trastorna los equilibrios y las armonías: Adán y Eva, Caín y Abel, corrupción y diluvio. «Hablar otra lengua» significa simbólicamente no entenderse, quedar bloqueado en la relación con los demás. El pecado más común, entonces y ahora, es el orgullo y el egoísmo. Es este pecado el que hace imposible la comunicación y nos aísla a unos de otros, a un pueblo de otro pueblo. El orgulloso se separa él mismo de los demás.
Aquí se quiere sacar una lección: Dios, que «bajó a ver la ciudad» que construían los hombres, decidió confundirles y lo consiguió haciendo que hubiera diversidad de idiomas. «Babel» significa «confusión».
***
Seguir a Cristo comporta consecuencias. Ser discípulos de Jesús es una opción radical. Seguir a Jesús es profundamente gozoso y es el ideal más noble que podemos abrazar. Pero es exigente, implica seguirlo como Mesías que va a la cruz para salvar a la humanidad.
Después de la reprensión que Jesús tuvo que dirigir a Pedro, porque no entendía el programa mesiánico de la solidaridad total, hasta el dolor y la muerte, hoy anuncia Jesús con claridad, para que nadie se sienta engañado, que el que quiera seguirlo tiene que negarse a sí mismo y tomar la cruz. Debe estar dispuesto a “perder su vida” y no tiene que avergonzarse de Él ante este mundo.
Creer en Él es algo más que saber cosas o responder a las preguntas del catecismo o de la teología. Es seguir a Jesús existencialmente realizando el Reino sin la promesa de éxitos o seguridades. Su Reino exigirá un estilo de vida con renuncias, con cruz.
Seguirlo conlleva no buscar el prestigio social o las riquezas, o el propio gusto, sino la solidaridad con la humanidad para salvarla. Esto, que lleva a Jesús a la cruz, es lo que tendrán que programar para su vida los que lo sigan de verdad.
“Negarse a uno mismo… cargar con su cruz… perder la vida”. No es el dolor por el dolor o la renuncia por masoquismo: sino por amor, por coherencia, por solidaridad con Él y entrega a los hombres que queremos ayudar a salvar.
Cargar la cruz no es buscar lo más difícil, o la realización de las tareas cotidianas que estamos obligados a cumplir. La cruz que Jesús nos propone, es la cruz del que quiere vivir el Reino de verdad, de amor, de justicia, el reino de la auténtica libertad en medio de las contradicciones del mundo y del propio corazón. Es la cruz de la impotencia ante el dolor de lo que no podemos cambiar, la cruz de compartir la suerte con los desheredados de esta historia humana, sin perder la esperanza.
Tomar la cruz indica no tanto la imitación, como el asumir el proyecto de Jesús, en medio del mundo, en la realidad que vive cada uno. El verdadero discípulo de Jesús no es aquel que se conforma con escuchar sus palabras y contemplar sus milagros, sino el que va tras sus huellas.
Seguirlo es encaminarnos no hacia el calvario, sino hacia la Gloria, que tiene como paso obligatorio el calvario, que significa nuestro amor fiel a la voluntad del Padre, y nuestra entrega fiel y amorosa en favor de los demás. Dios sólo reconocerá como suyo, el amor que se entrega y que no se oculta ante los miedos y cobardías, o que se oscurece por el egoísmo.
Para esto debemos dejar que Dios nos abra los ojos, para que podamos caminar a la luz de Aquel, que nos devolvió la vista, para encaminar nuestros pasos hacia la salvación eterna mediante la cruz diaria, llevada amorosamente.

Para discernir

¿Hemos tomado partido por Jesús ante el acoso del mundo o las tentaciones de nuestro ambiente?
¿Nos avergonzamos de Jesús y dejamos de dar testimonio de su evangelio?
¿Le ponemos condiciones a nuestro seguimiento?

Repitamos a lo largo de este día

…Quiero ganar la Vida…

Para la lectura espiritual

…”La presuntuosa autosuficiencia que constituye la clave del episodio de la torre de Babel es desde siempre la tentación más insidiosa, pero en la cultura contemporánea se ha vuelto todavía más densa y temible. La consecuencia de todo esto es el carácter fragmentario: el hombre, en su cultura actual, se ha fragmentado, roto, atomizado y dividido de una manera tremenda, porque no resiste a la fatiga y a la responsabilidad de ser el centro de todo.
[Nos hace falta] el coraje de no dejarse hipnotizar por el barullo cultural que, en virtud de la actual configuración de la sociedad, de los medios de comunicación social, de las modas, de los poderes, de las mediaciones del poder, no puede ser detenido tan fácilmente. Se trata del coraje de rehacernos, también en medio de esta confusión, unos puntos fundamentales de referencia, no para recortarnos una cultura cerrada, sino para tener y proyectar unos puntos de referencia fundamentales que ayuden a los otros a asumirlos. Se trata de una clara operación de orientación cultural, religiosa, espiritual, que no sea sólo intelectualista, sino que forme parte de la vida misma y que nos permita a nosotros tener unos puntos de referencia, ayudar a los otros a tenerlos y enlazar poco a poco, cada vez más, a todos aquellos que los reconocen para la constitución de una unidad viviente, cuyo signo fundamental es la eucaristía”… 
C. M. Martini, Pueblo mío esclavo en Egipto, Milán pp. 32ss y 35ss.

Para rezar

Oración para arriesgar la vida
Señor, quisiera ser de los que arriesgan la vida,
de los que dan su vida.
¿Para qué sirve la vida si no es para darla?
Pero yo soy un burgués,
un producto de la época del confort.
Yo busco una cosa: la seguridad.
Señor, tú naciste pobre
y has muerto como un malhechor,
arráncame de mi egoísmo y de mi comodidad.
Que, marcado con tu cruz,
no tenga miedo a la vida dura,
a los trabajos en los que se arriesga la vida.
Haz que esté dispuesto
para la gran aventura a la que me llamas.
Tengo que comprometerme.
Tengo que jugarme la vida, Señor, por tu amor.
Los demás bien pueden ser prudentes.
Tú dijiste que hay que ser loco.
Los demás creen en el orden.
Tú me has dicho que crea en el amor.
Los demás piensan que hay que conservar.
Tú me has dicho que hay que dar.
Los demás se instalan.
Tú me has dicho que hay que caminar
y estar preparado a la alegría y al sufrimiento,
al fracaso y al éxito.

A no poner la confianza en mí, sino en Ti.
A ser cristiano sin preocuparme de las consecuencias.
Y, finalmente, a arriesgar mi vida contando con tu amor.

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