14 de marzo de 2017 – CUARESMA – MARTES DE LA
SEMANA II
Que el más grande se haga servidor
PRIMERA
LECTURA
Lectura del libro del profeta
Isaías 1, 10. 16-20
¡Escuchen la
palabra del Señor, jefes de Sodoma! ¡Presten atención a la instrucción de nuestro
Dios, pueblo de Gomorra!
¡Lávense,
purifíquense, aparten de mi vista la maldad de sus acciones! ¡Cesen de hacer el
mal, aprendan a hacer el bien! ¡Busquen el derecho, socorran al oprimido, hagan
justicia al huérfano, defiendan a la viuda!
Vengan, y
discutamos -dice el Señor-. Aunque sus pecados sean como la escarlata, se
volverán blancos como la nieve; aunque sean rojos como la púrpura, serán como
la lana.
Si están
dispuestos a escuchar, comerán los bienes del país; pero si rehúsan hacerlo y
se rebelan, serán devorados por la espada, porque ha hablado la boca del Señor.
Palabra de Dios.
SALMO
Sal 49, 8-9. 16bc-17. 21 y 23 (R.:
23b)
R. Al que va por
el buen camino, le haré gustar la salvación de Dios.
No te acuso por
tus sacrificios:
¡Tus
holocaustos están siempre en mi presencia!
Pero yo no
necesito los novillos de tu casa
ni los cabritos
de tus corrales. R.
« ¿Cómo te
atreves a pregonar mis mandamientos
y a mencionar
mi alianza con tu boca,
tú, que
aborreces toda enseñanza
y te
despreocupas de mis palabras? R.
Haces esto, ¿y
yo me voy a callar?
¿Piensas acaso
que soy como tú?
Te acusaré y te
argüiré cara a cara.
El que ofrece
sacrificios de alabanza,
me honra de
verdad;
y al que va por
el buen camino,
le haré gustar
la salvación de Dios.» R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Mateo 23, 1-12
Jesús dijo a la
multitud y a sus discípulos:
«Los escribas y
fariseos ocupan la cátedra de Moisés; ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos
les digan, pero no se guíen por sus obras, porque no hacen lo que dicen. Atan
pesadas cargas y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que ellos
no quieren moverlas ni siquiera con el dedo.
Todo lo hacen
para que los vean: agrandan las filacterias y alargan los flecos de sus mantos;
les gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes y los primeros asientos
en las sinagogas, ser saludados en las plazas y oírse llamar “mi maestro” por
la gente.
En cuanto a
ustedes, no se hagan llamar “maestro”, porque no tienen más que un Maestro y
todos ustedes son hermanos. A nadie en el mundo llamen “padre”, porque no
tienen sino uno, el Padre celestial. No se dejen llamar tampoco “doctores”,
porque sólo tienen un Doctor, que es el Mesías.
Que el más
grande de entre ustedes se haga servidor de los otros, porque el que se ensalza
será humillado, y el que se humilla será ensalzado.»
Palabra del Señor.
PARA
REFLEXIONAR
Isaías nos hace conocer al Dios Santo que todo
lo renueva; que puede hacer que del corazón reseco del pecador, nazca un
amor entregado y liberador. Este oráculo se remonta a los primeros años del
ministerio del profeta Isaías, en los que embiste la hipocresía religiosa del
pueblo.
Se puede suponer que fue pronunciado en
una celebración litúrgica en el momento en que se elevaba el humo de los
sacrificios, mientras la multitud adoptaba la actitud de los orantes. El pueblo
elegido piensa que proporciona un placer a Yahvé al pisar en gran número los
patios de su templo y llevando ofrendas tan opulentas. Pero la impureza moral
de quienes ofrecen esos sacrificios resulta tan repugnante que Yahvé no puede
realmente tolerar esa religión sin fe.
Pero hay una posibilidad de que Dios
acepte ese culto: que el pueblo se convierta dando acogida a
los pobres y haciéndolos participar de la opulencia de los sacrificios de los
que Yahvé prescindiría con gusto. Obrar el bien y buscar la justicia, haciendo
propia la causa de los pobres, será lo que manifestará si el hombre desea
verdaderamente volver al Señor, arrepentido de sus pecados.
***
En el evangelio, Jesús en persona
ofrece las claves y las pautas de vida para
sus discípulos: la sinceridad y la coherencia en el modo de vivir.
Jesús se dirige a la gente que lo
escucha, a los sencillos del pueblo y no a los letrados y fariseos que
conformaban la clase aristocrática. Jesús les descubre la falsedad y la
manipulación que hacen de la ley y los combate con fuerza. Cuida a la
gente sencilla para que no sea como aquellos que han cambiado el
sentido de la Ley en Israel.
Jesús no quiere que los pobres de su
pueblo repitan los modelos de injusticia en los cuales los letrados y fariseos
vivían inmersos. Las clases dirigentes torcieron las leyes y el pueblo sencillo
quedó sometido bajo su peso.
Después da a sus seguidores la lección
del servicio que busca que todo hombre se sienta dignificado. El
servicio que Jesús plantea es la atención especial a los más pobres, a los
marginados, a los que no tenían ningún privilegio, de los que no se puede sacar
ningún provecho.
Jesús quiere que entre los suyos el
primero sea el servidor de todos. Como Él mismo, que no vino a ser servido sino
a servir y dar la vida por los demás.
Vivir con integridad es una de las
grandes ilusiones de los hombres, no hay nadie en el mundo que quiera vivir
conscientemente con incongruencia o fractura interior. Sin embargo cuando
empezamos a reconocer lo que sentimos por dentro, muchas veces nos
desilusionados de nosotros mismos. Entonces, el camino de Cuaresma se
convierte en un camino de recomposición, de integración de nuestra
vida, de modo que todo lo que nosotros hagamos y vivamos esté en
armonía con lo que Jesucristo nos va enseñando, aun cuando pueda parecernos
contradictorio u opuesto a nuestros intereses personales.
La palabra de Dios nos va iluminando a
lo largo de Cuaresma para que no nos quedemos en unos retoques superficiales,
sino para que lleguemos hasta la raíz en nuestro camino de Pascua.
PARA
DISCERNIR
¿Nos conformamos con la apariencia exterior?
¿Somos exigentes con los demás y
tolerantes con nosotros mismos?
¿Buscamos la alabanza de los demás y
los primeros puestos?
REPITAMOS A
LO LARGO DE ESTE DIA
…Aprendan de mí que soy manso y humilde
de corazón…
PARA LA
LECTURA ESPIRITUAL
…Ser plenamente sinceros significa
hacer todo preocupándose únicamente de lo que Dios piensa de nuestras acciones.
Significa, por consiguiente, no adoptar actitudes diversas según el ambiente,
no pensar de un modo cuando estamos solos y de otro cuando se está con alguien,
sino hablar y actuar bajo la mirada de Dios, que lee los corazones. La
sinceridad consiste en esforzarse para que nuestro porte externo coincida cada
vez más con nuestro interior. Y, naturalmente, sin provocación, sino
sencillamente siendo lo que somos, sin falsear la verdad por temor a desagradar
a los demás. Esta sinceridad exige pureza de intención, es decir, preocuparnos
en nuestro actuar del juicio de Dios, no de los juicios humanos; actuar
preocupándonos más de lo que agrada o desagrada a Dios que de lo que agrada o
desagrada a los hombres. Este es uno de los puntos esenciales de la vida
espiritual.
Habitualmente -no nos hagamos
ilusiones- nos domina la preocupación de agradar o desagradar a los hombres,
interesándonos de mejorar la imagen que los otros pueden tener de nosotros. Y,
sin embargo, nos preocupamos poco de lo que somos a los ojos de Dios; y por
esta razón nos saltamos con frecuencia lo que sólo Dios ve: la oración oculta,
las obras de caridad secretas. Y ponemos mayor empeño en lo que, aunque lo
hagamos por Dios, lo ven también los hombres y va implicada nuestra reputación.
Llegar a una total sinceridad -esto es, a obrar bien lo mismo si no nos ven que
si nos ven- significa llegar a una perfección altísima…
J. Daniélou, Sabiduría del misterio, Brescia 1963, 334s.
PARA REZAR
Dios y Padre nuestro, nuestro único
Señor,
Líbranos de creernos mejores que los
demás,
porque todos somos hermanos
y necesitados de tu bondad y de tu
amor.
Líbranos de mantener una imagen a costa
de la verdad.
Líbranos de ahogar nuestros verdaderos
dones
en el mar de la vanidad y de la
apariencia.
Líbranos de no reconocer nuestras
miserias
por miedo a no ser aceptados y
queridos.
Líbranos de juzgar y disminuir a los
demás
para mantener una falsa estatura.
Ayúdanos a sentir como tu ternura
no mira lo que aparentamos
sino lo que nos duele para poder
sanarlo.
Ayúdanos a aceptarnos como somos,
para poder aceptar y amar a los demás
como Tú nos aceptas y amas a nosotros.
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