7 de marzo de 2017


Pedir para ser escuchados

PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del profeta Isaías    55, 10-11

    Así habla el Señor:
    Así como la lluvia y la nieve descienden del cielo y no vuelven a él sin haber empapado la tierra, sin haberla fecundado y hecho germinar, para que dé la semilla al sembrador y el pan al que come, así sucede con la palabra que sale de mi boca: ella no vuelve a mí estéril, sino que realiza todo lo que yo quiero y cumple la misión que yo le encomendé.
Palabra de Dios.

SALMO    
Sal 33, 4-5. 6-7. 16-17. 18-19 (R.: 18b) 
R.    El Señor libra a los justos de todas sus angustias.

    Glorifiquen conmigo al Señor,
    alabemos su Nombre todos juntos.
    Busqué al Señor: él me respondió
    y me libró de todos mis temores. R.

    Miren hacia él y quedarán resplandecientes,
    y sus rostros no se avergonzarán.
    Este pobre hombre invocó al Señor:
    él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R.

    Los ojos del Señor miran al justo
    y sus oídos escuchan su clamor;
    pero el Señor rechaza a los que hacen el mal
    para borrar su recuerdo de la tierra. R.

    Cuando ellos claman, el Señor los escucha
    y los libra de todas sus angustias.
    El Señor está cerca del que sufre
    y salva a los que están abatidos. R.

EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Mateo    6, 7-15

    Jesús dijo a sus discípulos:
    Cuando oren, no hablen mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados. No hagan como ellos, porque el Padre que está en el cielo sabe bien qué es lo que les hace falta, antes de que se lo pidan.
    Ustedes oren de esta manera: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino, que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo.
    Danos hoy nuestro pan de cada día. Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido. No nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del mal.
    Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes. Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes. 
Palabra del Señor.

PARA REFLEXIONAR

Isaías, profeta del consuelo tiene la profunda  seguridad de que el Señor está presente en los sufrimientos de su pueblo y que un día les ha de devolver su alegría y su patria. Esta convicción arranca de la palabra del Señor, dada y mantenida de generación en generación.
El profeta conoce bien la eficacia callada y profunda del agua y de la nieve: empapar, fecundar, hacer germinar, dar semilla y pan. La palabra de Dios, del mismo modo que la lluvia y la nieve hace su obra “empapándonos”, es decir: colmándonos interiormente, penetrándonos, llegando hasta lo más profundo de nuestro ser, llenando nuestros vacíos e iluminando nuestras oscuridades.
Cuando abrimos nuestro corazón a la Palabra que Dios ha pronunciado sobre nosotros, ella nos fecunda y hace dar fruto.
***
Jesús nos recuerda hoy una dimensión esencial de toda vida que quiere vivir en profundidad: la oración.
El Evangelio nos habla de nuestra plegaria, de su verdadero contenido, de cómo debemos comportarnos y de la interioridad auténtica. Se trata de la actitud que el hombre ha de adoptar en sus relaciones con Dios.
En el Evangelio nos muestra que el hombre puede convertirse en terreno fértil para la palabra de Dios cuando sumerge su vida en la oración y desde ella en el misterio de Dios.
Jesús, además de recomendarnos la oración nos enseña una manera de realizarla: el «Padrenuestro». La oración es ponerse ante Dios en relación de hijos. Nos enseña a usar la palabra “Abba” que es la palabra más familiar de la lengua hebrea. Esta palabra es la que los niños usan al echarse en brazos de su padre: algo así como “¡papito querido!”
El Padrenuestro se contrapone a las largas plegarias de los paganos, que basaban su eficacia en las palabras que pronunciaba el hombre. La oración cristiana, en cambio, recibe su eficacia del Padre, ya que es una respuesta amorosa que acepta la voluntad salvadora de Dios sobre uno mismo y sobre la historia.
El Padrenuestro nos educa a una visión auténtica de nuestra vida porque se fija ante todo en Dios y su reino: Padre… santificado sea tu nombre…
hágase tu voluntad… venga tu Reino. Luego pide para nosotros: el pan de cada día… el perdón de las ofensas… que no caigamos en la tentación… que nos libre de mal.
La verdadera oración es modelar el corazón para la realización de la voluntad de Dios, y trabajar con todas nuestras fuerzas para que esa voluntad se realice en los hermanos. Y esa voluntad consiste en que Él sea Padre y que nosotros vivamos entre como verdaderos hermanos.

PARA DISCERNIR

¿A dónde apunta mi oración?
¿Quiero descubrir en mi oración la voluntad de Dios o quiero que Dios haga mi voluntad?
¿Mi corazón clama a Dios en todo tiempo o sólo en el momento de la necesidad?
¿Mi oración busca el encuentro o es solamente interesada?

REPITAMOS A LO LARGO DE ESTE DÍA

“¡Abba, Padre! Que se haga como quieres Tú”.

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL

…”Líbranos del mal…” El mundo yace en el mal, y mal no es sólo el caos, ausencia de ser: manifiesta una inteligencia perversa que, a fuerza de honores sistemáticamente absurdos, quiere hacernos dudar de Dios y su bondad. En realidad, se trata no de la simple “privación del bien”, sino del Maligno, del Malvado; no la materia, ni el cuerpo, sino la más sublime inteligencia encerrada en su propia luz… Es necesario afirmar que Dios no ha creado el mal, y menos aún lo permite. “El rostro de Dios gotea sangre en la sombra”, decía León Bloy. Dios siente el mal en su propio rostro, como Jesús recibió las bofetadas teniendo los ojos vendados. El grito de Job no deja de clamar, y Raquel sigue llorando sus hijos. Pero la respuesta a Job está ahí: es la cruz. Es Dios crucificado sobre todo el mal del mundo, pero capaz de hacer estallar en las tinieblas una inmensa fuerza de resurrección. Pascua es la transfiguración en el abismo.
Y “líbranos del mal” a nosotros, que nos avergonzamos de ser cristianos o, por el contrario, hacemos del cristianismo, de nuestra confesión, un estandarte de superioridad y de desprecio. Y “líbranos del mal” a nosotros, que hablamos de la deificación y con frecuencia somos poco humanos. Y “líbranos del mal” a nosotros, que nos apresuramos a hablar de amor y ni siquiera sabemos respetarnos mutuamente. Y “líbrame del mal” a mí, hombre de angustia y tormento, tan a menudo dividido, tan poco seguro de existir, hombre que se atreve a hablar –junto a la Iglesia: es mi única excusa del Reino y de su gozo. 
O. Clément, El Padre Nuestro, Rezar el Padre Nuestro,
Magnano 1988, 116-119, passim.

PARA REZAR

Padre 
Padre, me pongo en tus manos
hacé de mí lo que quieras,
sea lo que sea, te doy las gracias.
estoy dispuesto a todo
lo acepto todo
con tal que tu voluntad
se cumpla en mí
y en todas tus criaturas.
no deseo nada más
te confío mi alma
te la doy con todo el amor
de que soy capaz.
Porque te amo y necesito darme
ponerme en tus manos con una infinita confianza
porque sos mi Padre.

LECTIO DIVINA

Ustedes oren de esta manera

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo     6, 7-15

Jesús dijo a sus discípulos:
Cuando oren, no hablen mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados. No hagan como ellos, porque el Padre que está en el cielo sabe bien qué es lo que les hace falta, antes de que se lo pidan.
Ustedes oren de esta manera: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino, que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día. Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido. No nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del mal.
Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes. Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes.
Palabra del Señor.

LECTURA -  ¿QUÉ DICE EL TEXTO BÍBLICO?

Guías para la lectura:

El texto corresponde a la enseñanza de Jesús sobre la oración que San Mateo incluye en el discurso del Sermón de la montaña (Cap. 5-7).  
Al igual que en las enseñanzas sobre el ayuno y la limosna, Jesús hace un claro contraste entre estos actos de piedad cristiana cuando son realizados para ser vistos por los demás, o con un verdadero sentido de buscar la mirada y el oído del Padre.
Jesús ya había marcado la diferencia entre la oración pública que requiere de ese grupo su aprobación, y la privada que realizada en un lugar secreto,  prioriza el beneplácito del Padre (Vs. 5 y 6).  A continuación (vs.7 y 8) aborda la errónea actitud del orante que busca ser escuchado por otros en base al hablar abundante. A ésta, la enfrenta con la realidad del misterio de la oración en donde “el Padre que está en el cielo sabe bien qué es lo que les hace falta, antes de que se lo pidan”, lo que hace al uso de muchas palabras teológicamente innecesarias.
La oración es diálogo y alteridad, hablar y agradar al otro; no es un monólogo ni encierro en sí mismo, hablar y agradarse a sí mismo.
El modelo de oración del Padrenuestro sigue modelos de las enseñadas en el Antiguo Testamento. Consta de una invocación inicial y de siete peticiones. Las tres primeras se refieren a Dios (tu Nombre, tu Reino, tu voluntad), las otras cuatro a los hombres como forma y sentido comunitario (nosotros).
En el Antiguo Testamento, la palabra Padre es poco usada para indicar a Dios y en los Evangelios a Dios se lo llama padre cinco veces, una en la oración del Padrenuestro y una en cada uno de los Evangelios. La palabra usada por Jesús “Abbá” refiere a un término afectuoso y familiar asimilable a “papito”, cosa que sin lugar a dudas provocó sorpresa en sus oyentes.
El Padre de Jesús se vuelve “nuestro” en la oración enseñada por el Maestro en donde fundamenta la relación familiar de todos los discípulos, incluyéndolo a Él mismo.
La fraternidad de los hijos se da en el establecimiento del reino de Dios. Por ello “venga tu Reino” tiene una centralidad innegable en la oración, de la cual derivan su voluntad en todo el cosmos (el cielo y la tierra).
La provisión diaria del pan tiene también en el “nuestro” un sentido comunitario y solidario. Reconoce la necesidad dependiente cotidiana de Dios para la subsistencia del hijo de Dios, a la vez que le da a ésta un continente, que abarque a todos los que necesitan de su mano proveedora.
El concepto condicionante del perdón en proporcionalidad a nuestra capacidad de perdonar también está presente en otros pasajes del Nuevo Testamento como Mt.18.35, Mc .11.25, Ef.4.32 y Col.3.13.

MEDITACIÓN - ¿QUÉ ME DICE EL TEXTO BÍBLICO?

Preguntas para la meditación:

Cuando oro, ¡Tengo la tendencia de abrumar al Señor con mi palabrería?
¿Tengo plena conciencia que Dios conoce mis peticiones antes que se las haga saber? ¿Qué implicancia debería tener esta verdad en mi oración?
Cuando rezo el Padrenuestro, ¿Lo hago mecánicamente o dándole el profundo sentido que cada palabra tiene?

ORACIÓN - ¿QUÉ LE DIGO A DIOS A PARTIR DEL TEXTO BÍBLICO?

Señor, como lo hicieron los apóstoles te pido “¡Enséñame a orar!”
Rezo el Padrenuestro en forma pausada, pensando el significado de cada palabra.
Señor pediré cada día por el pan para todos, pero no solamente por el material, sino por el espiritual porque Vos también nos enseñaste que “El hombre no vive solamente de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.

CONTEMPLACIÓN - ¿CÓMO INTERIORIZO EL TEXTO BÍBLICO?

Busco un lugar privado y en una actitud de espera, sabiendo que el Señor conoce mis peticiones antes de abrir mi boca, permanezco todo el tiempo necesario en silencio.
Reconozco junto a mi hermano y Señor Jesús, al Padre como “papito”, portador a su vez de un Nombre santo y poseedor del Reino de los cielos.

ACCIÓN -  ¿CÓMO VOY A VIVIR EL TEXTO BÍBLICO?

Preguntas para la acción:

¿Qué momento y lugar voy a destinar para hacer mis oraciones hoy?
¿Pensaré al rezar en el “nosotros” antes que en el “mi” como sujeto pasivo de la oración? 

¿Perdonaré de todo corazón hoy a quienes me han ofendido?

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