1 mayo – SAN JOSE OBRERO
Trabajen por el alimento que perdura hasta
la vida eterna
Lectura de los Hechos de los
Apóstoles 6, 8-15
Esteban, lleno de gracia y de poder, hacía grandes
prodigios y signos en el pueblo.
Algunos miembros de la sinagoga llamada «de los
Libertos», como también otros, originarios de Cirene, de Alejandría, de Cilicia
y de la provincia de Asia, se presentaron para discutir con él. Pero como no
encontraban argumentos, frente a la sabiduría y al espíritu que se manifestaba
en su palabra, sobornaron a unos hombres para que dijeran que le habían oído
blasfemar contra Moisés y contra Dios. Así consiguieron excitar al pueblo, a
los ancianos y a los escribas, y llegando de improviso, lo arrestaron y lo
llevaron ante el Sanedrín.
Entonces presentaron falsos testigos, que declararon:
«Este hombre no hace otra cosa que hablar contra el Lugar santo y contra la
Ley. Nosotros le hemos oído decir que Jesús de Nazaret destruirá este Lugar y
cambiará las costumbres que nos ha transmitido Moisés.»
En ese momento, los que estaban sentados en el
Sanedrín tenían los ojos clavados en él y vieron que el rostro de Esteban
parecía el de un ángel.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 118, 23-24. 26-27.
29-30 (R.: 1)
R. Felices los que siguen la
ley del Señor.
Aunque los poderosos se confabulen contra mí,
yo meditaré tus preceptos.
Porque tus prescripciones son todo mi deleite,
y tus preceptos, mis consejeros. R.
Te expuse mi conducta y tú me escuchaste:
enséñame tus preceptos.
Instrúyeme en el camino de tus leyes,
y yo meditaré tus maravillas. R.
Apártame del camino de la mentira,
y dame la gracia de conocer tu ley.
Elegí el camino de la verdad,
puse tus decretos delante de mí. R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Juan 6, 22-29
Después de que Jesús alimentó a unos cinco mil
hombres, sus discípulos lo vieron caminando sobre el agua. Al día siguiente, la
multitud que se había quedado en la otra orilla vio que Jesús no había subido
con sus discípulos en la única barca que había allí, sino que ellos habían
partido solos.
Mientras tanto, unas barcas de Tiberíades atracaron
cerca del lugar donde habían comido el pan, después que el Señor pronunció la
acción de gracias. Cuando la multitud se dio cuenta de que Jesús y sus
discípulos no estaban allí, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaún en busca
de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla, le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo
llegaste?»
Jesús les respondió: «Les aseguro que ustedes me
buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse.
Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la
Vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre; porque es él a quien Dios, el
Padre, marcó con su sello.»
Ellos le preguntaron: « ¿Qué debemos hacer para
realizar las obras de Dios?»
Jesús les respondió: «La obra de Dios es que ustedes
crean en aquel que él ha enviado.»
Palabra de Dios.
Para reflexionar
Hoy aparece como protagonista de la vida de la primera
comunidad uno de de los diáconos, elegido por los apóstoles para el servicio de
las mesas. Esteban, dará testimonio de Cristo ante el pueblo y las autoridades,
con la misma valentía y lucidez que Pedro y los demás apóstoles.
Su manera de pensar y de hablar provocaba el
descontento incluso de los judíos «libertos», que se llamaban así porque,
después de haber sido llevados como esclavos fuera de Palestina, habían sido
liberados y devueltos. Estos eran más abiertos que los judíos de Jerusalén. Por
eso tenían sinagoga propia. Aún a ellos les resulta inadmisible que Esteban,
lleno del Espíritu, les muestre con su elocuencia cómo Jesús, el Resucitado, ha
superado la ley y el Templo, y que sólo en Él está la salvación.
Por eso le acusan de subversión. Esteban no hace sino
repetir las palabras de Jesús. Ha comprendido que el verdadero templo de Dios,
el lugar donde Dios habita, no es una construcción de piedra, sino el pueblo de
Dios en su totalidad. Allí donde haya un creyente, allí hay un templo donde
Dios habita.
Esteban surge como el iniciador formal de la ruptura
de los moldes del judaísmo. Cabeza visible del movimiento de los «helenistas»,
que se presentan en confrontación con los “hebreos” que querían vivir un
cristianismo dentro del marco de la ley y el templo.
Esteban conoce bien al mundo griego, sabe que el
universo no se reduce a Jerusalén: por todas partes hay hombres que esperan la
salvación. Comprende que la Iglesia no ha de quedar reducida a un gheto en
medio del mundo judío.
El desenlace esperado es su martirio, precedido de su
transfiguración donde declara que ve «al Hijo del hombre a la derecha de Dios».
Sus últimas palabras son semejantes a las de Jesús: «Recibe mi espíritu… No les
tomes en cuenta este pecado». Así termina la misión en Jerusalén.
***
Jesús y sus discípulos, durante la noche, se
trasladaron de los alrededores de Tiberíades a la ciudad de Cafarnaún. Al
amanecer, la gente que había participado en el milagro de la multiplicación de
los panes, al no encontrarlos, se fue a buscarlos. Pero Jesús les tiene que
echar en cara que la motivación de esta búsqueda no es porque han visto signos,
sino porque comieron pan hasta saciarse. Se quedan en el hecho, pero no llegan
al mensaje.
Con sus milagros, Jesús quiere que los hombres
descubran su persona, su misión: que crean en el Dios que lo ha enviado.
Jesús va conduciendo con paciencia a sus oyentes hacia
la verdadera fe, a que descubran que Él es la Luz, la Vida, el Pastor. A partir
del pan que han comido con gusto y abundantemente, los ayudará a creer que es
el pan que da la vida eterna.
Jesús con una pedagogía admirable, fue conduciendo a
la gente a partir de las necesidades meramente humanas a la fe en Él. Buscar a
Jesús porque multiplica el pan es un punto de partida.
Para un pueblo de hombres sencillos y trabajadores,
agobiados por una Ley que oprimía, guiados por dirigentes religiosos legalistas
y sometidos a un reinado local ambicioso y a un Imperio que exigía tributos
desmesurados: creer al enviado de Dios, significaba reconocer al Mesías
político que los liberaría de su dolorosa situación.
Pero Jesús propone una transformación radical
interior, una inversión de los valores. Creer en Dios y en su enviado,
significa no esperar pasivamente que todo llegue por su fuerza y poder, sino
afrontar la realidad y comprometerse en unión con otros a cambiar la situación
en que viven, desde el cambio personal y viviendo la experiencia del amor
fraternal.
Igual que la gente de Cafarnaúm, que desconcertada,
busca y no encuentra respuesta al sentido de su vida; el hombre de hoy, como el
de todos los tiempos, aunque tal vez no conscientemente, busca felicidad,
seguridad, vida y verdad. Del mismo modo que Jesús, también nosotros deberíamos
ayudar a nuestros hermanos a llegar a captar a Jesús como la respuesta de Dios
a todos nuestros deseos y valores.
Como sus discípulos vamos al encuentro del pan que
Jesús nos da. La Eucaristía no es como el maná del desierto: un símbolo
perecedero. La Eucaristía es un encuentro permanente con Dios en la persona de
Jesús.
El Pan eucarístico es la Carne salvadora de Cristo.
Recibirlo es reconocerlo como único camino de salvación. Esta conciencia nos
debe llevar a vivir el día a día mucho más decididamente en el seguimiento de
ese Cristo Jesús, que es a la vez nuestro Alimento y nuestro Maestro en el
camino de la vida.
Para discernir
¿Por qué buscamos a Jesús?
¿Buscamos lo que nos da o lo buscamos a Él?
¿Qué le aporta a mi vida comulgar?
Repitamos a lo largo de este día
…La obra de Dios es creer en aquel que él ha enviado…
Para la lectura espiritual
…Debemos dar un tono de valentía a nuestra vida
cristiana, tanto a la privada como a la pública, para no convertirnos en seres
insignificantes en el plano espiritual e incluso en cómplices del hundimiento
general. ¿Acaso no buscamos, de manera ilegítima, en nuestra libertad un
pretexto para dejarnos imponer por los otros el yugo de opiniones inaceptables?
Sólo son libres los seres que se mueven por sí mismos,
nos dice santo Tomás. Lo único que nos ata interiormente, de manera legítima, es
la verdad. Esta hará de nosotros hombres libres (cf. Jn 8,32). La actual
tendencia a suprimir todo esfuerzo moral y personal no presagia, por
consiguiente, un auténtico progreso verdaderamente humano. La cruz se yergue
siempre ante nosotros. Y nos llama al vigor moral, a la fuerza del espíritu, al
sacrificio (cf. Jn 12,25) que nos hace semejantes a Cristo y puede salvarnos
tanto a nosotros como al mundo…
Pablo VI, Audiencia general del 21
de marzo de 1975
Para rezar
Sí, es justo que te alabemos y te adoremos,
Dios Eterno, pues escoges las cosas consideradas
locas e insignificantes,
indicas caminos de vida inclusivos y revelas
tu poder en la tarea diaconal.
Gracias te damos, porque Jesús oyó el clamor
de las personas excluidas y no se inclinó ante el
poder que pisa.
Por amor a un nuevo mundo de relaciones solidarias,
él se ofreció en sacrificio por nosotros.
Cristo ha muerto, Cristo ha resucitado,
Cristo ha muerto, Cristo ha resucitado,
Cristo vendrá otra vez.
Envía tu Espíritu Santo, para que transforme corazones,
Envía tu Espíritu Santo, para que transforme corazones,
valores y estructuras.
Concede que, en la mesa de comunión,
al recibir el pan de vida y la copa de la salvación,
sea fortalecido nuestro empeño por un mundo al revés,
en el que prevalezcan los valores de la vida, la
justicia, la paz y la libertad.
Ven, Espíritu Santo, ven atiende nuestro llamado.
Ven, Espíritu Santo, ven atiende nuestro llamado.
Acuérdate, Señor, de las personas que, en todas las
épocas,
culturas y lugares, ofrecieron su vida
en defensa de los necesitados y de la solidaridad.
Guíanos, con ellas, y con todos nuestros seres
queridos ya fallecidos,
a la alegría de la fiesta en el Reino que, en Cristo,
nos preparaste.
Traducido y ampliado por G. Oberman – Dora
Sipowicz. Pedro Casaldaliga
1 de Mayo – SAN JOSÉ OBRERO-
Lectura de la carta del apóstol san Pablo
a los cristianos de Colosas 3, 14-15. 17.
23-24
Hermanos:
Sobre todo, revístanse del amor, que es el
vínculo de la perfección.
Que la paz de Cristo reine en sus
corazones: esa paz a la que han sido llamados, porque formamos un solo Cuerpo.
Y vivan en la acción de gracias.
Todo lo que puedan decir o realizar,
háganlo siempre en nombre del Señor Jesús, dando gracias por él a Dios Padre.
Cualquiera sea el trabajo de ustedes,
háganlo de todo corazón, teniendo en cuenta que es para el Señor y no para los
hombres. Sepan que el Señor los recompensará, haciéndolos sus herederos.
Ustedes sirven a Cristo, el Señor.
Palabra de Dios.
SALMO Sal 89, 2.
3-4. 12-13. 14 y 16 (R.: 17c)
R. El Señor haga
prosperar la obra de nuestras manos.
Antes que fueran engendradas las montañas,
antes que nacieran la tierra y el mundo,
desde siempre y para siempre, tú eres
Dios. R.
Tú haces que los hombres vuelvan al polvo,
con sólo decirles: «Vuelvan, seres
humanos.»
Porque mil años son ante tus ojos
como el día de ayer, que ya pasó,
como una vigilia de la noche. R.
Enséñanos a calcular nuestros años,
para que nuestro corazón alcance la
sabiduría.
¡Vuélvete, Señor! ¿Hasta cuándo?
Ten compasión de tus servidores. R.
Sácianos en seguida con tu amor,
y cantaremos felices toda nuestra vida.
Que tu obra se manifieste a tus
servidores,
y que tu esplendor esté sobre tus hijos.
R.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san
Mateo 13, 54, 58
En aquel tiempo:
Al llegar a su pueblo, se puso a enseñar a
la gente en la sinagoga, de tal manera que todos estaban maravillados.
« ¿De dónde le vienen, decían, esta
sabiduría y ese poder de hacer milagros? ¿No es este el hijo del carpintero?
¿Su madre no es la que llaman María? ¿Y no son hermanos suyos Santiago, José,
Simón y Judas? ¿Y acaso no viven entre nosotros todas sus hermanas? ¿De dónde
le vendrá todo esto?»
Y Jesús era para ellos un motivo de
tropiezo.
Entonces les dijo: «Un profeta es
despreciado solamente en su pueblo y en su familia.»
Y no hizo allí muchos milagros, a causa de
la falta de fe de esa gente.
Palabra del Señor.
A finales del siglo XIX y principio del
XX, el 1 de mayo se convirtió en una fecha reivindicativa y revolucionaria a
favor de la clase obrera. El Papa Pío XII, en 1955, quiso darle una dimensión
cristiana, e instituyó la fiesta de San José Obrero, que no sólo fue
trabajador, artesano humilde, sino el modelo de todo trabajador cristiano desde
su dedicación a la familia de Nazaret. De esta manera el Papa proyectaba una
luz nueva sobre la dignidad del trabajo, que ofrece el medio de perfeccionar la
creación, sirviendo a Dios y a los hombres, imitando a Dios Creador y al Hijo
de Dios también artesano como su padre José, y uniendo los sufrimientos y
contrariedades del propio trabajo a la cruz de Cristo.
Para
reflexionar
Los evangelios nos dicen muy poco de San
José, sin embargo lo presentan con cinco títulos, importantes y significativos
que lo definen y definen su lugar en la historia de la salvación: se lo llama
“hijo de David” (Mt 1,20), “esposo de María” (Mt 1,16), “padre de Jesús” (Lc
2,48), “hombre justo” (Mt 1,19), y “el carpintero” (Mt 13,55) que enseñó su
mismo oficio a Jesús (Mc 6,3).
Hoy celebramos al sencillo carpintero de
Nazaret que tiene que trabajar cada día, para sostener a su familia con el
esforzado y humilde trabajo en una vida oculta y laboriosa.
El título de “carpintero” en San José,
define no sólo un trabajo, sino una actitud frente a la vida. El trabajo es el
modo concreto y cotidiano con que expresa su amor a la familia de Nazaret.
Jesús participa en el trabajo y en el estilo de vida de José, y llega a ser
conocido como el “hijo del carpintero”. Jesús ha redimido el trabajo que sólo
era una carga, para que sea una colaboración generosa en la transformación del
mundo. …”En el artesano de Nazaret, Dios nos quiere revelar la dignidad del
trabajo por más simple que sea. La laboriosidad, es una virtud por la cual el
ser humano puede participar en la obra de Dios, Creador y Redentor, puede
hacerse en cierto sentido más humano, y puede profundizar en la amistad con
Cristo. San José nos enseña a santificar la vida diaria, elevando a Cristo las
obras comunes, humildes y sencillas. Redemptoris Custos, Juan Pablo II.
El evangelio no recoge ni una sola palabra
suya, por eso la tradición, nos muestra a José como un hombre de profundo
silencio, y fe madura, capaz de percibir la acción de Dios. San José, más que
con sus palabras, habla con sus actitudes y gestos. Con su silencio, su
obediencia, su trabajo. Fue un obrero auténtico.
La vivencia del trabajo de San José es
modélica para todos los trabajadores; de ahí que sea considerado su patrono. Al
hablar de la realidad del trabajo, la Iglesia nos dice que “los fieles laicos
deben desempeñar su trabajo con competencia profesional, con honestidad humana,
con espíritu cristiano y especialmente como forma de su propia santificación…
Es más, sabemos que mediante el trabajo ofrecido a Dios, las personas se
asocian con la obra redentora de Jesucristo, cuyo trabajo con sus manos en
Nazaret, ennobleció grandemente la dignidad del trabajo” (GS. 67). En este mensaje
fuerte y sencillo el cristiano inmerso en el mundo está invitado a encontrar su
propia espiritualidad.
El 5 de enero de 1964, desde Nazareth,
exhortaba el Papa Paulo VI a aprender la lección del trabajo, la conciencia de
su dignidad. Y nos señalaba a todos “al gran modelo, al hermano divino, al
defensor de todas las causas justas, es decir: a Cristo, Nuestro Señor”, el
hijo del carpintero, como era conocido Jesús. Y con el hijo, el padre, San
José, obrero. “La Obra Bien Hecha”. El realizaría tareas sencillas, pero
pondría toda su alma en hacer las cosas bien. No haría cosas extraordinarias,
pero lo ordinario lo haría extraordinariamente. Que él sea nuestro ejemplo a
seguir en las tareas que hagamos cada día de nuestra vida, y pidamos a él su
intercesión para que nuestro trabajo sea siempre agradable a los ojos de Dios.
Para
discernir
¿Desde qué perspectiva valoro el
trabajo?
¿Descubro en el trabajo un modo de
santificación personal y de construcción del Reino?
¿Me siento colaborador en la obra creadora
de Dios?
Repitamos a
lo largo de este día
…Señor yo soy tu siervo…
Para la
lectura espiritual
…”El ejemplo de Tomás Moro demuestra que
le es posible a un cristiano vivir en el mundo según el Evangelio y actuar en
él a imitación de Cristo; y ello en medio de su propia familia, de sus
posesiones y de la vida política: es posible llevar una vida santa en medio de
estas distintas situaciones, con sobriedad, sencillez y honestidad, sin caer en
fanatismos ni «beaterías», de modo serio y alegre al mismo tiempo.
¿Qué es, pues, lo más importante para un
cristiano que vive en el mundo? Realizar, en la fe, una opción radical por
Dios, por el Señor y por su Reino, a pesar de todas las inclinaciones
pecaminosas, y conservarla intacta a través de los acontecimientos ordinarios
de cada día. Conservar, viviendo en el mundo, la libertad fundamental respecto
al mundo, en medio de la familia, de las posesiones y de la vida política, al
servicio de Dios y de los hermanos. Poseer la alegre prontitud que permite ejercer
esta libertad, en cualquier momento, a través de la renuncia, y cuando estemos
llamados a hacerlo, a través de la renuncia total. Sólo en esta libertad
respecto al mundo, buscada por amor a Dios, es donde el cristiano, que vive en
el mundo, pero recibe la libertad como don de la gracia de Dios, encuentra la
fortaleza, el consuelo, el poder y la alegría que son su victoria”…
H. Küng, Libertad en el mundo. Brescia 1966, 44s.
Para rezar
¡San José, guardián de Jesús y casto esposo de María,
Tú empleaste toda tu vida en el perfecto cumplimiento
de tu deber.
Tú mantuviste a la Sagrada Familia de Nazaret con el
trabajo de tus manos. Protege bondadosamente a los que se vuelven confiadamente
a ti.
Tú conoces sus aspiraciones y sus esperanzas.
Ellos se dirigen a ti porque saben que tú los
comprendes y proteges.
Tú también supiste de pruebas, cansancio y trabajo.
Pero, aun dentro de las preocupaciones materiales de
la vida,
tu alma estaba llena de profunda paz y cantó llena de
verdadera alegría
debido al íntimo trato que gozaste con el Hijo de Dios
que te fue confiado a ti a la vez a María, su tierna
Madre. Amén
San Juan XXIII
Oremos
Dios nuestro, creador del universo, que
has establecido que el hombre coopere con su trabajo al perfeccionamiento de tu
obra, haz que, guiados por el ejemplo de San José y ayudados por sus plegarias,
realicemos las tareas que nos asignas y alcancemos la recompensa que nos
prometes. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
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